Partida Rol por web

Erebus

Escena IV: Prisión de Hielo

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11/12/2013, 15:36
Director

Si bien se sintió algo defraudado por la escasa reacción del capitán, Ojo de Cuervo había reconocido un fugaz destello en su mirada. Miedo. El capitán Bourmont había oído sus razones, y al igual que él mismo, temía también al Wendigo. Pero era un verdadero sachem, valiente y astuto como Adario la Rata. El francés debía pensar por todos, y no permitiría que el miedo empañara sus actos.

Notas de juego

Ahora, tú dirás cómo haces el contacto con tus Antepasados, lo que te dará bonificaciones en la tirada de Vidas Pasadas (no será lo mismo si ayunas, si cantas en lo más profundo de la bodega, si te revuelcas por la nieve a la vista de todos, si bailas en los mástiles o lo que sea; además de las posibles repercusiones sociales...)

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16/12/2013, 23:59
Ojo-de-Cuervo

Notas de juego

Me decanto por la nieve, gracias. Enterrarme en nieve hasta conseguir perder la consciencia, como hice la otra vez. No obstante avisaré de mis intenciones al capitán y al médico.

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27/12/2013, 16:18
Capitán Louis Bourmont

Cuando Ojo de Cuervo comunicó al capitán sus intenciones de enterrarse en la nieve para comunicarse con sus antepasados, el rostro del francés perdió rápidamente cualquier expresión. Tras un momento, una ceja se enarcó indicando una cierta extrañeza.

-Ojo de Cuervo, haz como te plazca. No me entrometeré en tus creencias y ritos. Eso sí, lamentaría perder un hombre en este estado de cosas.

Ojo de Cuervo volvió a notar ese raro brillo en su mirada. El capitán se mantenía en su lugar por necesidad y disciplina, pero algo dentro de su mente amenazaba con romperse si lo extraordinario seguía colándose en su espíritu.

Notas de juego

Por cierto, estaría bien que hicieras partícipe tú mismo al doctor. A ver con qué salta xD

No recuerdo cómo quedamos que se haría esto. Propongo tirada de Vidas Pasadas + Ocultismo a dificultad 8.

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27/12/2013, 17:21
Ojo-de-Cuervo

El algonquino se dirigió al médico, dispuesto a comentarle su plan.

-Monsieur Tessier -dijo, acompañando el saludo con una inclinación de cabeza-, voy a acometer un ritual de mi pueblo. Intentaré entrar en contacto con mis antepasados a través de los manitu benévolos que todavía queden por aquí. Necesito de su ayuda -continuó-, ya que para alcanzar el estado de mente y espíritu adecuado, he de someter a mi cuerpo a un importante castigo: voy a sepultar mi cuerpo en nieve. No querría fallecer en el intento, así que necesitaré su asistencia -añadió, sonriendo levemente.

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03/01/2014, 00:01
Ludovic Tessier

-¿Está usted seguro? -la voz del doctor sonaba cargada de duda-. Respeto profundamente sus creencias, pero lo que se dispone a hacer es, desde mi punto de vista, una locura -inevitablemente, sus ojos se desviaron hacia Catalina, a la cual no había podido salvar de alguna que otra amputación-. Tengo que pedirle que desista pero, si sigue adelante, haré lo que pueda... por poco que sea.

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11/01/2014, 15:20
Ojo-de-Cuervo

Todos decían que respetaban sus creencias, pero Ojo-de-Cuervo sabía perfectamente que a ojos de los franceses era un salvaje. ¿Y ellos se llamaban civilizados? No obstante tampoco dejó en esta ocasión que su rostro reflejara sus pensamientos. Asintió y le contestó:

-Es necesario, monsieur -dijo con voz grave-. Si queremos sobrevivir, necesitamos de todas las medicinas que podamos reunir.

Dicho esto se marchó, dispuesto a preparar su ordalía. El algonquino necesitaba estar concentrado para lo que le esperaba. Un tiempo después salió al exterior, a enterrarse en nieve y llamar a los manitu de la zona. Asistido, claro, por el médico de la expedición.

- Tiradas (1)

Motivo: COntactar con los espíritus

Dificultad: 8

Tirada (3 dados): 3, 1, 5

Éxitos: -1 Pifia

Notas de juego

Estuve repasando y nunca he hecho esta tirada. La última vez el éxito era automático, así que a ver qué tal se portan los dados cuando hay que hacerlos rodar...

¡...jajajajjajaJAJAJAJAJAJAJAAAAJAA!

[risa de maníaco]

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15/01/2014, 00:54
Director

No había salido de su camarote durante dos días. Cuando tornó a la conciencia completa, no sentía las orejas ni los dedos de los pies, y apenas podía mover unos pocos en las manos. Tumbada en la cama, cubierta de mantas, sollozó quedamente y rezó con toda la desesperación de su alma para que Dios, en Su misericordia, le permitiese conservar el control de al menos la mano derecha.

Oh, Señor Jesucristo, notre Père, sólo lo suficiente para poder escribir...

Por la noche, recuperó la sensación de todo su cuerpo... para poder arrepentirse de ello. El más ligero roce de las sábanas, el más leve movimiento, atravesaba la piel ennegrecida y agrietada clavándole mil agujas de hierro candente en el espíritu. No podía mover apenas las mejillas, y bebiendo el caldo tibio que un tímido marinero le suministraba a pequeñas cucharadas sentía sus labios quemados y acartonados.

Procuró dormir, pero fue en vano. El suplicio del dolor remitía, pero lo hacía con extrema lentitud. Periódicamente, un hombre entraba en la habitación portando una pequeña vela y se detenía apenas el tiempo suficiente para comprobar que la baronesa aún respiraba. Después la dejaba a solas con su tormento. En cada visita, la mujer cerraba los ojos y fingía dormir.

Así pues, Catalina oyó abrirse quedamente la puerta y oyó los pasos furtivos de alguien que entraba. Esta vez, no obstante, el hombre no portaba luz alguna. En la oscuridad un olor a pescado y a grasa rancia llegó hasta ella.

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15/01/2014, 00:55
Iqanuc

-Maa-dame... Maa-dame! –susurró con urgencia una voz de peculiar acento-. Sé que no duerme. Ningún mordido por el hielo duerme primera noche. ¿Puede hablar con Iqanuc?

Catalina exhaló con lentitud. A pesar de la fatiga y el dolor, o quizá a causa de ellos, le apetecía charlar con alguien en la oscuridad. Al menos le ayudaría a pasar el tiempo. El esquimal debió interpretar su respiración, porque sin esperar respuesta preguntó.

-¿Vio a los que habitan el hielo? ¿Qué les dijeron? ¿Qué querían? ¿Qué harán ahora?

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15/01/2014, 00:55
Director

El frío lacera tus carnes desnudas, pero al poco tu cuerpo queda atrás, y tu espíritu toma la mano del Gitche Manidoo para alcanzar los Terrenos de Caza.

Te ves en un extraño bosque de raros árboles que nunca antes has visto. Estás rodeado de guerreros que te miran extrañados. No te hace falta escucharles para saber que no pertenecen a tu pueblo. Se visten de parduscas telas bastas y llevan estilizadas jabalinas. Los jefes portan coloridos mantos de plumas y usan unas raras mazas de madera con filos de piedra negra. Ninguno te habla, pero sabes que se dirigen a la guerra, y les acompañas.

Los espíritus guerreros cruzan corriendo selvas y llanuras hasta enfrentar al enemigo. Son los trasgos del norte: algo entre un hombre, un mapache y un lobo gris. En el llano, los hombres encuentran un grupo nutrido, y los dardos comienzan a volar.

Los monstruos son pocos y son pequeños, y bajo la pelambre su piel es suave y blanda a las flechas y las piedras. Pero algo ocurre en medio de la carnicería. Los seres desatan a unos demonios sin cara ni brazos, hechos de sangre y de oscuridad. Estos demonios son invulnerables a la piedra, y atrapan en su negrura a los hombres, ahogándolos y devorándolos. Los guerreros huyen, dejando sus trofeos y sus armas en el campo de batalla, mientras las bestias peludas y sus monstruos se retiran llevando consigo... ¿qué?

La curiosidad te arrastra tras ellos a sus ciudades de piedra gris, llenas de grabados con extraños dibujos sin sentido. Bajas a las profundidades de sus bóvedas de basalto y granito, donde los demonios negros fluyen hasta dormir en grietas y cálices de metal. Los varones prisioneros son llevados a través de unas puertas de plata que no osas traspasar. Sin embargo, también hay mujeres entre los cautivos, guerreras de ojos fieros y brava hermosura. Las mujeres luchan bravamente, pero son sometidas...

Una bocanada atraviesa las puertas de plata. Un aire caliente y vivo, el pensamiento de un ser antiguo como las montañas que le sirven de techo, un espíritu sabio y apático, formidable y, por encima de todo, malvado más allá de lo concebible. Ese aliento te rodea, te mancha, te husmea, te manosea, te reconoce y se burla... No puedes soportarlo y huyes.

Huyes.

Huyes.

Notas de juego

Haz una tirada de Humanidad dificultad 9. Todo lo que no sea éxito implica la pérdida de un punto de Humanidad. Y he sido magnánimo hasta doler.

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15/01/2014, 00:57
Director

Los pellejos de agua caliente y las friegas del doctor fueron poco a poco haciendo su efecto, y el tono azulado en la piel de Ojo de Cuervo comenzó a desaparecer. El hombre respiraba, gemía y movía los dedos. Varios marineros les rodeaban, mirando curiosos y sobrecogidos tanto al piel roja como al galeno. En sus rostros se reflejaba un espanto idéntico por la magia de uno y por la ciencia del otro. Ese indio debería haber muerto, decían sus ojos, pero ha vuelto a la vida.

-¡Por las barbas de Avicena, amigo, que es la última vez que te permito arrastrarme a una locura similar! –juró el médico mientras masajeaba los brazos del Hurón-. ¡Tres horas! No sé dónde habrás estado, pero ha faltado poco para que te quedaras allí. Tú, Boniface, recógete la mandíbula y trae sopa caliente para este indio mentecato e imprudente.

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15/01/2014, 18:46
Catalina d'Uberville

Señor Todopoderoso, no lo soporto más. Acaba con mis miserias. En el nombre del Padre, del Hijo y del...

la puerta se abrió. Durante una minúscula fracción de segundo, Catalina creyó que sus rezos habían surtido efecto. Después el olor a pescado le persuadió de lo contrario, pese a tener un breve  y errático pensamiento, casi impío: El milagro de los panes y los peces...

- Hola, Iqanuc.

Tuvo que concentrarse para poder responder. El dolor del cuerpo era terrible, el de la mente no era menor.

-Cometimos errores -reconoció la mujer-. Había... una lucha de poder. El chamán trataba de tomar el control, de acabar con el jefe de la tribu. Aprovechó nuestra aparición. Hizo peticiones... intolerables.

Tan intolerables que no me di ni cuenta de lo que buscaba ese hombre de mí, pensó. Se rió, o algo parecido. Por el amor del cielo, si estaba como una uva pasa. Ay, Marcele... lo que te hubieras reído.

- Provocó una... refriega. Y los soldados son soldados, cerriles, tontos. Aquí y allí. Se...

Otra pausa para inspirar costosamente.

- Huímos entre disparos. Murieron algunos hombres. Nos maldijeron.

Y yo no me creería esa maldición de no verme así ahora.

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17/01/2014, 15:25
Ojo-de-Cuervo

-Moriremos y seremos... seremos.... Nuestros espíritus serán sometidos hasta que le sirvamos. Violarán nuestras mentes mientras devoran nuestra carne. Nos obligarán a comer los cuerpos de nuestros compañeros, a elegir quién de ellos sufre y quién sufre aún más...

Las palabras salían como un torrente incontrolable por la boca del algonquino. Su mriada, enloquecida, no llegaba a enfocar a ninguno de los presentes.

-No hay esperanza, solo muerte. No hay esperanza, sólo podemos huir. Huir. Huir. Huir...

- Tiradas (1)

Motivo: Humanidad

Dificultad: 9

Tirada (7 dados): 3, 8, 7, 8, 1, 4, 1

Éxitos: -2 Pifia

Notas de juego

Realmente muy magnánimo, máster...

...

He vuelto a pifiar.

Dos veces.

No sé, no creo que estas cosas merezcan tanta misericordia por tu parte.

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23/01/2014, 01:24
Iqanuc

Un silencio espeso siguió a las palabras de Catalina. El esquimal rumiaba la respuesta recibida. Respiró pesadamente y el roce suave de las pieles recorrió los rincones de la estrecha negrura. Una mano retiró las mantas que cubrían a la baronesa y abrió sus ropas, dejando al aire buena parte de su piel. El calor escapó rápidamente, pero antes de que la mujer llegase a protestar, una sustancia viscosa cayó entre sus pechos y unas manos pequeñas y rudas comenzaron a extenderla con cierta torpeza y sin grandes miramientos, deteniéndose especialmente en los lugares en que más daño había causado el hielo: el rostro, las orejas, los dedos... Un olor a grasa y vinagre lo impregnó todo, y enseguida aquel mejunje empezó a darle calor.

Mientras embadurnaba a la mujer, Iqanuc volvió a preguntar:

-¿Cómo es la maldición? ¿Qué dijeron? Quizá podemos romper la mala medicina...

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23/01/2014, 01:25
Director

La visión había afectado tremendamente a Ojo de Cuervo. Durante el resto del día no volvió a decir palabra, ni despegó sus ojos del pequeño fuego que ardía en el castillo de popa. Si hubiera tenido suficiente ánimo, habría rezado a los espíritus del cielo para que liberasen al barco y les permitieran huir de aquella trampa. Pero era un hombre quebrantado, convencido de que sólo Wendigo tenía allí poder, y que se hallaban indefensos ante su malvado capricho.

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23/01/2014, 01:26
Director

Notas de juego

Para empezar, Ojo de Cuervo pierde oootro punto de Humanidad.

A partir de ahora, y hasta que se produzca un cambio sustancial, Ojo de Cuervo no podrá utilizar Fuerza de Voluntad para nada. Asimismo ha desarrollado un miedo terrible hacia los indígenas y todo lo relacionado con ellos: si vuelve a encontrar sus huellas huirá del lugar, y si se ve arrinconado deberá pasar una tirada de Coraje para abrirse paso violentamente o bien caer suplicando.

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23/01/2014, 06:56
Catalina d'Uberville

Por el amor de Dios! -Catalina se escandalizó, sonrojándose visiblemente, antes de recordar que los nativos solían mostrar una desconcertante indiferencia hacia el decoro. El inuit no sería una excepción. Aún así,  le resultaba terriblemente incómodo tener a otro hombre que no fuera Marcele viéndola desnuda, aún cuando sus intenciones fueran lo más alejado posible de un interés erótico. 

Repetir las palabras era angustiosamente siniestro, pero la ayudaría a distraerse. 

- Dijeron... Moriréis todos y Aquel que Canta en la Tormenta bailará sobre vuestros huesos. Y me lo creo, Iqanuc. Había tanto odio en la voz de ese hombre que me creo que su voluntad pueda doblar el mundo.

Dejó pasar unos minutos. El calor del apestoso mejunje era agradable, claro que luego necesitaría un buen baño. O dos o tres.

- ¿Crees... que podría romperse? 

Normalmente ni creería en "esas cosas", pero...

... pero...

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23/01/2014, 14:53
Director

Las manos del hombrecillo se paralizaron. En la casi absoluta oscuridad, Catalina creyó imaginar el terror en la cara del esquimal. La friega prosiguió tras un instante, mientras Iqanuc reflexionaba. Finalmente una sola palabra, pronunciada con rotundidad y pesar, llenó el silencio del camarote:

-No.

Volvieron a cerrar sus ropas y a cubrirla con las mantas. El nativo no añadió una palabra más. ¿Qué más podía decirse? Con todo sigilo, entornó la puerta y se marchó tan sigilosamente como había entrado.

 


 

Catalina despertó de un liviano sueño poco antes del tenue amanecer boreal. Apestaba aún al ungüento grisáceo que, ahora reseco, ensuciaba su piel blanca. Sin embargo el remedio inuit había producido una notable mejoría: se sintió con fuerzas de levantarse y de tomar las gachas que un respetuoso marinero le trajo.

Poco después el mismo hombre vino a retirar el cuenco, un tanto alterado. Al parecer el explorador Hurón, auxiliado por el doctor, se había enterrado en la nieve y había salido profiriendo aterradores gritos. El demonio al que adoraba le había asegurado que todos morirían. Al decir aquello el marino se santiguó tres veces, hizo un gesto sobre su cuello y escupió a un lado. Luego, visiblemente avergonzado de su propia superstición, se disculpó y salió con la bandeja.

Notas de juego

Catalina recupera un nivel de Salud debido al milagroso potingue inuit.

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24/01/2014, 06:25
Catalina d'Uberville

La cosa no iba bien. 

La "cosa". 

No había manera mejor de definirlo. Todo fallaba. Todo... todos. El pensamiento comunal, una nube de sensaciones y percepciones que les unía, latía con el pánico que anticipa la catástrofe. Esto era el ojo del huracán.  En cualquier momento,  ocurriría "algo" y comenzaría la avalancha, la caída por el Maelstrom.

 

Notas de juego

Catalina recupera un nivel de Salud debido al milagroso potingue inuit.

¡Es bálsamo de tigre del mercadona!

¿Puedo intentar hacer una tirada de Ocultismo a ver si se me ocurre cómo romper la maldisión gitana esta?

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27/01/2014, 15:16
Director

Notas de juego

Me temo que salvo circunstancias excepcionales, si careces de puntuación en un Conocimiento, no puedes realizar la tirada.

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27/01/2014, 15:34
Director

El día fluyó con cierta normalidad. Los ansiosos vigías escrutaban el hielo hasta que el resplandor les obligaba a apartar los ojos, aguardando ver llegar a la tercera expedición.

Los soldados mataban el tiempo limpiando una y otra vez sus mosquetes, los marineros lanzaban miradas aprensivas al explorador Hurón y realizaban una y otra vez pequeños rituales para alejar la mala suerte.

A mediodía, para asombro de todos, la baronesa D’Uberville se atrevió a salir de su camarote, dar unos paseos por las bodegas y hasta subir a cubierta. Sólo su rostro asomaba bajo las pieles y estaba ennegrecido en las mejillas y la nariz, y había un raro brillo en sus pupilas.

Al declinar del día unos nubarrones grises hicieron aparición adelantando el ocaso y un viento del norte comenzó a soplar con fuerza, arrancando gemidos al aparejo del Erebus. Los oficiales intercambiaron circunspectos comentarios en voz baja. Los marineros jóvenes dejaron traslucir el miedo en su gesto, y hasta la desesperación, pero los ladridos del contramaestre Chabrillane ahogaron cualquier protesta. A medida que la luz se perdía, uno podía casi adivinar unos singulares colores que se reflejaban en las nubes, yéndose y viniendo con repentina desgana.

La mayoría fingió no darse cuenta de la circunstancia, pero las más variadas excusas y tareas fueron buscadas para procurar no permanecer en cubierta más tiempo del estrictamente necesario.