Partida Rol por web

Flor de Azahar

Real Club Nautico de Valencia

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03/11/2010, 17:54
Director

Fundado en el año 1.903, es una asociación privada deportiva, constituida para el fomento de la cultura y de las actividades deportivas que tienen la mar como medio, proporcionando a sus miembros los servicios y medios de esparcimiento y recreo que estime adecuados para el mejor desarrollo de la Sociedad, practicando como principal modalidad la vela.

Instalaciones

El taxi te deja en la entrada del Club Nautico, frente a una entrada para vehiculos. A unos metros ves una caseta con un guardia jurado en su interior. El hombre te observa con gesto aburrido hasta que llegas a su altura y te pide que te identifiques y digas el motivo de tu visita.

Cuando lo haces te indica que continues hacia una mujer joven que esta de pie con una carpeta a unos cien metros de la caseta, aprovechando la escasa sombra de los arboles que rodean el camino de entrada. Reconoces a la mujer porque es la secretaria de Enrique Gonzalez.

Notas de juego

Orden de entrada de personajes:

1- Ana (que esta esperando en la entrada)
2- David Tomas
3- Elena Fernandez
4- Benjamin Ortega
5- Antonio Lopez
6- Ernesto Serrano y Julia Vidal
7- Marina Muñoz

Como la mayoria ya estais, vamos a inagurar la escena principal para que podais ir conociendoos. De momento del 1 al 4 estan preparados para postear, el resto tardaran un poco mas.

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15/11/2010, 23:28
Ana Maria Albentosa Rodríguez

Me desperté al escuchar el despertador. Hoy es el día, menos mal que tienes un plan a seguir, que sino estarías perdida... Reí levemente con mi comentario, a pesar de que nadie podría haberlo escuchado. Me levanté y fui a buscar la ropa que tenía preparada para hoy, que por suerte había planchado la noche anterior.

Llevaba una camisa blanca de botones que llegaba por los codos, y tenía un par de botones desabrochados, dejando ver en ocasiones parte de mi lencería negra. La falda que llevaba era negra, y me llegaba un poco por encima de los tobillos. Esta hacía juego con mis zapatos, de ligero tacón, y con mi pelo color azabache, que siempre permanecía perfectamente peinado y liso. Por la mañana había hecho lo mismo de siempre: Aplicarme mi base de maquillaje, pintarme ligeramente los ojos y usar esa barra -algo desgastada ya- de color rojo sobre mis labios una vez había desayunado y me había lavado los dientes a la perfección. Comprobé que todo estuviera en perfecto estado, y que no me hubiera dejado la camisa mal abrochada -como me pasaba tantas veces-. Ya había hecho la maleta con todas aquellas cosas que pensé que podrían ser de utilidad: Ropa fresca, de baño, toallas, un neceser de viaje con todo lo necesario, un par de bolígrafos y una agenda por si se me olvidaba algo y más ropa. Lo introduje todo en mi mi maleta de V&L.

Me fijé en la hora, y vi que todavía me sobraba tiempo: A pesar de ser tan tremendamente torpe era extremadamente organizada, por lo que todo seguía un orden establecido. Pero este fin de semana cambiarían las cosas, puesto que no sabía exactamente todas las cosas que habría planeado mi jefe, aunque conociéndolo bien, sabía que sería algo inolvidable.

Comprobé que había dejado todo cerrado para evitar robos.  Nunca se sabe, quizá deje esto abierto y tenga la mala suerte de que entre un hombre siniestro a robarme... mejor no pensar en esas cosas. Cogí la maleta, me coloqué el bolso donde llevaba lo esencial (móvil, pañuelos, caramelos, un pequeño espejo, compresas por futuros imprevistos... vaya, todo lo que una mujer necesita). Tampoco podía olvidarme de la carpeta donde guardaba las cosas que me interesaban, así que la cogí con la mano que acababa de dejar libre al ponerme el bolso.  Eché un último vistazo a mi apartamento para comprobar que había dejado todo ordenado, o al menos a mi estilo. Salí de casa y eché el pestillo: Tenía que tomar todas las medidas posibles para una vez que salía todo el fin de semana.  

Me llegué a un par de sitios que tenía pendientes y luego llegué al Club Nautico, donde el guardia me recibió con gesto aburrido, aunque luego pasó a saludarme. Le expliqué el motivo de mi visita con una sonrisa tímida en los labios y me dejó pasar, sin problemas. Me alejé un poco de la caseta y me dispuse a esperar al resto, siguiendo las indicaciones que Enrique me había dado.  No pude evitar mirar todo lo que había a mi alrededor, con curiosidad: Las instalaciones del Club Nautico eran realmente buenas, pero también podría asegurar que caras.

Espero que todos lleguen bien... no me gustaría hacer esperar a Enrique, que ha tenido un gran detalle. Sonreí y me quedé esperando, mientras jugueteaba a ratos con mi pelo para que no se me despeinara.

Notas de juego

Perdón si me he inventado algo, master. Corrijo lo que haga falta^^

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16/11/2010, 02:43
David Tomas Jimenez

Aquel prometia ser un dia movido, aquella carta, bueno, cuanto menos era curiosa, es mas, habia sido escrita deliberadamente para picar mi curiosidad, ja, el bueno de Enrique sabia muy bien como hacer este tipo de cosas...hacia mucho que le conocia y sabia que no se podia rechazar una invitacion tan formal y misteriosa, asi que me levante temprano, me estiré, e hice unos pequeños ejercicios fisicos matutinos, para hacer correr la sangre y activar el cuerpo, luego una ducha fria para despejar las ideas....Cientos de veces me dijeron que era una locura hacer eso, pero a mi me gustaba la sensacion de Shock que producía, luego me afeité y acicalé con aquella locion y la colonia de las reuiniones. Aun quedaba algo de tiempo y decidí que lo mejor era ir en taxi, no suele haber sitio para aparcar en el club nautico y no queria perder los nervios ya de buena mañana, al llegar, un seguridad me pidió una identificación....y justo al fondo....vaya, vaya, mira a quiern tenemos alli... Cuando aquel seguridad me dejó pasar comencé a caminar con paso firme, rapido y una gran sonrisa en los labios....hasta donde se encontraba Ana Maria Albentosa, la secretaria de Ernesto, al llegar a su altura...Buenos dias, señorita Albentosa, supongo que nos acompañará a Ernesto y a mi en nuestra, digamos "reunión", al menos, asi lo espero. Parece que soy el primero en llegar, bueno, supongo que los demas no tardaran demasiado, ¿sabe usted quien mas viene a este encuentro señorita Albentosa?

Notas de juego

lo dejo solo para ti, ya que no puedo seleccionar solo a la Srta Albentosa.... 

Director: lo marco para todos, para que siga la historia, porque no me habia dado cuenta de que era solo para mi, tipico error de Director novato :P

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17/11/2010, 12:12
Director

Notas de juego

Anda que soy el primero en olvidarme las reglas:

Son las 18:00 cuando llega David, Ana llego un poco antes, y el resto llegaran durante la siguiente media hora.

Ana: no tranquila, es un post fantastico :)
David: eso es porque dado que de momento vais a llegar todos, no iba a discriminar entre unos y otros.

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17/11/2010, 22:46
Elena Maria Fernández Espinosa

Terminé pronto de preparar la maleta, supongo que fueron los nervios. No guardé demasiadas cosas: algo de ropa, el neceser, un libro y poco más.

Durante ese tiempo, no dejaba de pensar en qué era lo que quería Enrique. Hacía ya bastante que no le veía y tener noticias suyas ahora mismo no hacía más que agrandar ese nudo que desde hace 4 años tenía en el estómago. Miles de posibilidades y todas negativas…

Cuando ya fue la hora, recogí la maleta y me dispuse a salir de casa. Antes de abrir la puerta, me paré frente al espejo de la entrada. Nunca había sido una mujer muy atractiva, pero ahora a mis 45 años ya no había ninguna posibilidad de serlo. Arrugas en el rostro, cabello teñido, sin brillo. Desde hace años, la edad se había apoderado de mí y de mi cuerpo. Además, era una mujer alta y ancha y esos pocos kilos de más ya no se iban con ninguna dieta. Tampoco llamaba la atención, ni quería hacerlo, y mi vestuario siempre ha sido muy austero: Blusa azul de mangas largas, pantalones de lino negro y unos zapatos marrones con poco tacón es lo que había elegido para hoy.

Cerré con llaves la puerta. Suspiré. Por la carta que había recibido, entendí que no era la única invitada y eso significaba tener que enfrentarse a desconocidos, miles de ojos juzgándome, personas que después del fin de semana no volverían a mostrar interés por mí, ni yo por ellos. Quizás todos esos pensamientos que tenía al relacionarme con la gente hicieran de mí una persona cerrada y reservada; quizás por eso estaba sola…, pero después de todo, era tarde para cambiar.

El taxi me dejó justo en la entrada del Club Náutico. Desde allí podía ver la pequeña caseta del vigilante, y más allá unas grandes instalaciones. Me acerqué al guardia y le comenté escuetamente los motivos por los que me encontraba allí, sin mantener contacto visual durante mucho tiempo. Seguí el camino que me indicó y llegué donde dos individuos charlaban. Reconocí a uno de ellos: Ana Albentosa, la secretaría de Enrique. El otro, ignoraba quien era.

- Buenos días. Creo que llego temprano, ¿todavía no han llegado los demás?

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18/11/2010, 00:47
David Tomas Jimenez

Veo como una mujer se acerca a nuestra altura, directa, decidida...aquello no me sorprendio pues conocia bien a nuestro anfitrion, al escucharla me gire y esgrimí una amplia y sincera sonrisa...Hola buen dia, si, parece que unicamente estamos los tres, me presentaré, soy David Tomas Jimenez, y estoy encantado de conocerle señora.... 

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18/11/2010, 01:13
Ana Maria Albentosa Rodríguez

Después de esperar un pequeño rato mientras me entretenía pensando en mis cosas, vi como uno de los invitados de Enrique se acercaba.  Le sonreí amablemente, mostrando una sonrisa perfecta que me había llevado años de aparatos.

-Buenos días, señor Tomas - le sonreí con inocencia esta vez-  Aún faltan varios invitados por llegar. Entre ellos Antonio López o Elena Fernández- dije recordando sus nombres-  No deben tardar demasiado en llegar...- me dediqué a juguetear con mi pelo, con nerviosismo: no me gustaba que la gente llegara tarde, aunque técnicamente no iban fuera de hora. Cuando estén todos listos los llevaré hasta el barco- asentí, relajándome un poco.

No tardó demasiado en aparecer la siguiente invitada: Elena Fernández. Recordaba haberla visto por el despacho alguna que otra vez, por diversos asuntos. La recibí con una sonrisa.

-Buenos días, señora Fernández. No, aún no han llegado, aunque espero que no tarden demasiado- le sonreí con simpatía. 

Escuché a David hablar y dejé que la mujer se presentara por si misma, aunque ya la había nombrado.

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18/11/2010, 12:56
Benjamín Ortega Torres

  Aquella mañana como cualquier otra me levante temprano, desayune leyendo el periodico por lo alto y la radio de fondo. Nada importante que no supiera ya de antemano. Me duché y elegí uno de mis trajes oscuros, zapatos y corbata a juego. Casi todos eran iguales.

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Me dirigí a primera hora al banco a terminar de arreglar unos asuntos. Al llegar de nuevo a casa comencé a hacer la maleta. Otro traje, camisetas, camisas, pantalón...me habría encantado rechazar aquella invitación y estuve pensando en llamarlo para preguntarle que era eso tan importante y si podíamos concertar otro día una cita cuando viniera a Madird, pero quizá aquella escapada a Valencia estuviera bien, después de todo llevaba tiempo sin salir de la rutina.

Terminé de hacer la maleta y almorcé algo ligero. Bajé al garaje cogí el coche y puso rumbo a valencia. El viaje fue relativamente agradable. Sonó Ray Charles, Queen, Depeche Mode y sobre el cuarto o quinto disco me encontraba en el club náutico, o al menos eso decía el gps. 

Me aseguré de dejar el coche en buen lugar y me dirigí a lo que parecía ser la entrada. Pregunté al guarda y me señalo vagamente a un grupo reunido. Distinguí a la señorita Albentosa que ya conocía.

- Hola! supongo que venimos a lo mismo. Mi nombre es Benjamín. 

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18/11/2010, 20:22
Antonio López Gea

 Pi-pi-piiiiiii…son las nueve, las ocho en canarias….

Cuando el despertador se puso en marcha con la habitual voz de las noticias Antonio llevaba largo rato despierto, con los ojos muy abiertos mirando el techo. Se sentía con fuerza y cargado de optimismo, era un buen día para él. Su amigo Enrique Gozalvez le había invitado a pasar el fin de semana en un crucero de placer en su precioso yate, sin duda algo perfecto para salir de la rutinaria y aburrida vida de jubilado.

Se levanto con calma, se ducho, y se afeito como hacía todos los días, después encendió la tele sintonizada en el canal CNN+ todo noticias y observo la pantalla sin mucho interés mientras tomaba una gran taza de café recién hecho, el sol resplandecía ya por la ventana augurio de buen tiempo. Perfecto para navegar.

 

De nuevo en la habitación abrió el armario para vestirse y contempló su cuerpo en el espejo del reverso de la puerta, era la imagen de una persona mayor, calva y con sobrepeso. Antonio era ancho de espaldas y  fuerte de brazos, herencia de sus tiempos de boxeador aficionado, pero cuando bajo la vista a su abdomen y observo su oronda tripa, grande pero firme, soltó un suspiro de resignación sin duda había engordado demasiado, su gusto desmesurado por la buena comida y una vida cada vez más sedentaria habían sido las causantes. Así que cogió un polo negro Burberrys de manga corta, algo que disimulara en cierta manera su barriga, cogió unos pantalones claros de sport y unos zapatos náuticos marrones, se abrocho la gruesa cadena de oro que pendía de su cuello y cogió el inseparable rolex del mismo metal que la cadena.

Lentamente hizo la maleta, una samsonite de mano, negra y con las tapas duras, apenas metió cuatro cosas básicas, mudas, un bañador, el neceser  y la cámara de fotos para inmortalizar buenos momentos, la vida le había enseñado que llevar escaso equipaje solía ser lo mas cómodo y acertado. También cogió sus gafas oscuras Ray-Ban y su medicina, suficiente para pasar el finde semana. A continuación comprobó que llevaba el móvil y suficiente dinero en efectivo antes de llamar un taxi.

 

El día soleado hacia que mejorara su estado de ánimo, Enrique nunca racanea a la hora de montar fiestas, será un fin de semana memorable. Una vez que llega al lujoso Club Náutico Antonio le deja buena propina al taxista y se dirige a la garita de seguridad. Se identifica ante el guarda y después se ajusta sus gafas de sol y camina hacia el pequeño grupo de gente esperando. Saluda efusivamente a todos haciéndoles participes de su buen humor:

-Buen día a todos, mi nombre es Antonio Lopez, creo que compartiremos yate este fin de semana.

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18/11/2010, 22:33
Elena Maria Fernández Espinosa

Con el paso del tiempo, iban llegando paulatinamente nuevos invitados. Todos saludaban con cierta efusividad, impecables con sus trajes, transmitiéndome la sensación de que sus vidas valían más la pena que la mía.

- Yo soy Elena Fernández - carraspeo un poco y le tiendo la mano a los allí presentes - Encantada.

Intento mantenerme a un cierto márgen, mirando continuamente a cualquier parte, colocándome bien la camisa, mirando los zapatos, intentando que el tiempo pasara lo más rápido posible.

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19/11/2010, 12:27
Julia Vidal Alvarez

Me levante pronto para hacer mis ejercicios, como todos los días. Una no mantiene este cuerpo durmiendo hasta tarde. Una hora de aeróbic en la terraza, la mañana era soleada, calida y agradable.

Tras terminar mis ejercicios me quite la ropa, y dedique 30 largos minutos a darme un buen baño con aceites esenciales. Más o menos a mitad del baño escuche a Ernesto levantarse. Para cuando terminase ya tendría listo el café, como siempre, agradable rutina.

Un vestido rojo, corto, veraniego, zapatos de tacón bajo a juego, y un hermoso sombrero de ala ancha, que encargue para la ocasión.

Entro en el Salón, para encontrar a Ernesto en pijama, esperándome con una humeante taza.

- Gracias mi amor – y termino la frase con un beso – No te preocupes por el equipaje, ya me encargue de prepararlo con Nora, y me asegure de que planchase tu camisa favorita – una sonrisa en mis labios desaparece detrás de la taza de café, igual que desaparece Ernesto cuando termina de desayunar y se va para arreglarse.

Cuando llegamos al Club Náutico, y ese sucio guardia nos deja pasar, veo que ya ha llegado casi todo el mundo, que sorpresa, pensé que esto seria un poco más exclusivo, pero incluso esa secretaria, Ana, parece que siempre tiene que estar presente.

No importa, nada va a estropearme este viaje, sin soltar el brazo de Ernesto saludo a todos los presentes con una sonrisa y un gesto de mi mano derecha.

- Vaya sorpresa Benjamín, como me alegro de verte de nuevo – digo cuando llegamos a la altura del grupo, a Benjamín el regalo dos besos, al resto les basta una sonrisa. – ¿Falta alguien? – pregunto sin mirar a nadie en concreto.

Notas de juego

Ernesto, espero que no te importe que te incluya en mi post, es que era inevitable, aunque creo que te he dejado mucho margen, y puedo variar lo que quieras :)

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19/11/2010, 18:07
Ernesto Serrano Gomez

Cuando se levnató esa mañana con el vicio adquirido durante años lo primero que hizo Ernesto (Don Ernesto para los capataces de las obras o Señor Serrano para los concejales a los que untaba) fue echarle un vistazo al periodico mientras oia las noticias de la mañana. No le gustó lo que oia, anticorrupción era cada dia mas y mas implacable. Mas y mas ayuntamientos acababan en el banquillo en pleno. Hasta a los diputado autonomicos parecia haberles aflorado esa conciencia que hacia años que subhastaban. Los ecologistas dando por culo eran ya la guinda al pastel.

Tomó un buen trago de café, negro y muy fuerte como el que bebia hace treinta años en la obra, y se mesó las sienes. Maldito pais de desagradecidos. Él, que habia levantado la mitad del litoral, que habia convertido esos pueblos de paletos en urbanizaciones con chalets de a treinta quilos el metro cuadrado (Ernesto ganaba eruros pero seguia contando en pesetas) podía acabar cualquier dia en un juzgado. Delatado por cualquier crio que acabara de salir de la academia de la policia nacional, en manos de algun juez instructor con ganas de chupar portada. Menuda mierda de pais, menuda mierda de desagradecidos.

Se puso el traje con gestos lentos. Diseño italiano, hecho a mano, algodon egipcio... Mil y una pijadas que su señora le escogia y le hacia ponerse. El que habia empezado casi como quien dice con la boina y nada más. Él que habia salido del pueblo con una maleta de cartón y setenta pesetas y que ahora se vestia con ropa que valia más que el salario de un encofrador o de una brigada de pintores. Se ajustó el reloj de oro y el sello y trat´´o sin exito de encontrar algun metodo para disimular la calva.

Baja del coche con Julia y casi en seguida se pone a sudar. Maldita idea la del abogado de llevarlos a darse una vuelta en su barquito. El tambien tenia un barco, un amarre y era socio de dos o tres clubes. Pero por que toca, por que hay que ir donde está el dinero. Pero toda esa mierda sobre lo sano que era el mar, lo relajante de la navegación y todo o demás le parecia una gilipollada. El mar para los atunes.

Resoplando de calor echo un vistazo desganado a su alrededor mientras su señora iba saludando a los presentes. Solo sonrie cuando ve a Benjamín. Se suelta del brazo de su mujer y se dirije hacia el sonriendo. Este aún es un politico como  Dios manda, de los que mientras suene la caja lo demás no importa.

!La hostia Benjamin¡. Dichosos los ojos que te ven. ¿Que te trae por aqui?.

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19/11/2010, 21:22
Marina Muñoz Campos

 Un poco tarde. Bueno, no pasa nada

Marina había estado nadando en la piscina desde la hora de comer. Hacía un típico día de luz mediterránea, uno de esos días en los que te alegras de disponer de un bonito chalet en una urbanización apartada. El sol había ido marcando diminutas pecas en su piel pálida y aclarando su cabello rubio, mientras contemplaba las palmeras estáticas. Ni una brisa. Adoraba esos momentos. Le ayudaban a relajarse, y a borrar las huellas de cansancio de las noches de insomnio.

     Llegó al club y aparcó su Barchetta amarillo. Qué recuerdos, aquel verano en el Barchetta. Su maleta había sido hecha y deshecha varias veces a lo largo de esa semana, y sin embargo seguía pesando demasiado. Es extraño, yo me he recorrido medio mundo a pesar de mis escasos treinta años, y, sin embargo era él el experto en hacer maletas.

Posiblemente más tarde, Luis, un excelente compañero de la editorial, y amigo ocasional, vendría a recoger el Barquetta después. O quizá esté todavía perdido por Sicilia, con la barata excusa de que no encuentra su “hilo espiritual” para las fotos del National; quién sabe con las italianas. Se sonrió, y lamentó que su maleta francesa no tuviera ruedas, o que el guardia de seguridad, que deliberadamente la ignoraba, no supiera distinguir a una dama en apuros.

Se paró un momento en la puerta, a unos pasos del portero, que insistía en hacer lo posible por esquivar su mirada, mientras comprobaba sus datos. Pero, ¿quién puede resistir la mirada dulce de Marina M. Campos?

-Le importaría…

No hizo falta que terminara la frase. A regañadientes el guardia llamó por el interfono, y un muchacho con traje de camarero y cara de desagrado se hizo cargo de la aparatosa maleta francesa. Es el problema con las gangas de los mercadillos de Libourne, no son nada prácticas. Esa maleta era uno de los pocos souvenirs que se había traído después de dos años en aquel pequeño pueblecito francés.

La mejor de sus sonrisas y una generosa propina no cambiaron el gesto descortés del camarero, no obstante. Marina estaba tan acostumbrada a estas situaciones, que no le afectaban en absoluto.

Vislumbró al resto de pie en torno a una muy atractiva mujer, con algunas siluetas familiares.

Qué raro que D. Ernesto todavía tenga ganas de pasearse por el Club después de la frecuencia con la que se le cita en ciertos corrillos. 

Casi automáticamente se llevó un Gitanes a los labios. Sin embargo desechó la idea. Ni era fumadora habitual, ni le apetecía presentarse a sí misma, Marina, fumando. Y menos Gitanes.

Se acercó ofreciendo una sonrisa cálida de disculpa, a nadie en particular, y a todos en general. La estancia en Libourne le daba la suficiente distancia como para pasar entre ellos con su dulce sonrisa y la mirada limpia.

Era la última en llegar, y sabía que interrumpía el protocolo de presentaciones, besos y comentarios anodinos.  Casi imperceptiblemente sorteó al resto para saludar a la Sta. Albentosa, la secretaria de Enrique.

  Rozó el hombro de Ana, acercándose unos centímetros más de lo que dicta la cortesía profesional. Bonita lencería, Enrique nunca defrauda escogiendo a sus acólitas.

- Ana, qué tal, cuánto tiempo. Te veo estupenda. Supongo que te acordarás de mí, ¿verdad? ( Cómo no podría acordarse) Marina, Marina Muñoz. Disculpad el retraso.

Notas de juego

 NOTA : Pues eso, que disculpéis el retraso. Pero a partir de ahora una vez instalada, estaré aquí :-)

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19/11/2010, 23:29
Ana Maria Albentosa Rodríguez

La gente iba llegando poco a poco, mientras yo esperaba con paciencia y veía como intercambiaban frases cortas. Ya no quedará mucho... los amigos de Enrique suelen ser puntuales, o al menos llegan puntuales a las citas. Saludé a cada uno de los presentes con una cálida sonrisa, mientras notaba como circulaba el calor por el Club Nautico. Quiero salir ya... estaremos más cómodos en otro lugar.

-Encantada de volver a verle, señor Ortega- le dije al siguiente que llegó tras Elena-  Estamos esperando al resto, pero le aseguro que no tardarán en llegar-  comenté en un tono amable. Mis intenciones eran que el resto se sintiera lo mejor posible, dentro de lo que podría hacer en esos momentos.

-¡Señor López! Me alegro de que nos acompañe en este fin de semana. Siempre es un placer ver caras conocidas- le dije mirándolo a los ojos. Me encontraba de buen humor, y quería que el resto tuviera el mismo entusiasmo que yo.

A continuación llegaron Ernesto y Julia, el matrimonio. Los había visto en varias ocasiones, por algunos asuntos que tuvieron que arreglar, aunque eso no era asunto mío. El señor Serrano acompañado de su perfecta esposa la señora Vidal, me agrada mucho ver que también estarán con nosotros. Hagan el favor de esperar mientras llega el resto de acompañantes, les prometo que no quedará mucho- asentí sonriendo, mientras miraba la hora. No había pasado demasiado tiempo entre las llegadas de uno y otro, y esperaba que siguiera todo como hasta ahora.

Me entretuve pensando en repasar todo lo que había hecho en el día, para asegurarme de que no había olvidado algo en un último momento, aunque pensaba que era imposible. El plan había estado perfectamente organizado, es más, me había sobrado algo de tiempo, así que todo había tenido que salir a la perfección. Era bastante olvidadiza, así que tenía que apuntar la mayoría de las cosas en mi agenda, que llevaba siempre en el bolso. No obstante, esta vez no pensaba sacarla delante de todo el mundo, ya que no lo consideraba demasiado correcto. En esos momentos llegó la mujer que todos estábamos esperando, y le sonreí de forma sincera. Perfecto, ya estamos todos.

-Bienvenida, señora Muñoz. Claro que me acuerdo de usted, sería imposible olvidarla, me alegro de volver a verla, está estupenda- dije con sinceridad.

Me aclaré la voz durante unos instantes, dejando pasar el suficiente tiempo para que el resto se presentara - para aquellos que no se conocían- y entonces hablé.

-Me alegra decirles que ya estamos todos, espero no equivocarme. El señor Gozalvez nos está esperando, aunque temo que no puedo darles información sobre algo en particular, puesto que conozco lo mismo que ustedes- les sonreí adoptando una expresión de disculpa-  En cuanto nos reunamos con él podremos enterarnos de todo lo que él quiera hablarnos. Eso sí, espero que disfruten de la estancia y no duden en pedirme algo si lo necesitan- no quería incomodar a nadie tuteándole, así que esperé hasta que ellos me dieran permiso-  Si hacen el favor de seguirme les llevaré hasta el yate.

Me dispuse a avanzar junto al resto de invitados hasta el yate de Enrique, preguntándome sobre los asuntos que realmente querría tratar el señor todos nosotros. Seguramente querría que yo tomara notas sobre las citas, pero no podía asegurar exactamente qué hacía allí.

-No debi traer tantas cosas...- murmuré, notando que iba a resultar bastante difícil llevar todo el equipaje y las carpetas hasta el yate, pero tenía que hacerlo.

 

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20/11/2010, 10:35
Director

DIRECTOR:

Ana os guía por el puerto hacia la dársena donde se encuentra amarrado el yate de Enrique, el Flor de Azahar. La temperatura a esta hora de la tarde es de 28 grados, el sol aun brilla en el cielo, y seguramente tendréis un par de horas de luz aun.

El Club bulle de actividad a estas horas, entre turistas, visitantes, y propietarios de embarcaciones que planean hacerse a la mar para pasar el fin de semana, o que regresan. Un inmenso bosque de mástiles blancos bordea el sendero que seguís, y finalmente divisáis la embarcación.

El Flor de Azahar es una hermosa nave de 34,20 metros de eslora. Con un dos potentes motores MTU 16V, y capacidad para 10 pasajeros y 3 tripulantes.

Según os acercáis a la embarcación veis a dos hombres cargando cajas que probablemente contienen las provisiones para el viaje. El mas mayor de los dos, un hombre alto, robusto, con una barba canosa y un sombrero de capitán, deja en el suelo una de las cajas.

Mientras tanto, el joven, refunfuña algo que no llegáis a entender mientras continua cargando cajas.

Notas de juego

Es Viernes, día 11 de Junio de 2.010, y son las 18:45 horas.

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20/11/2010, 10:38
Miguel Carneiro Folha

Vestido con unos cómodos pantalones de tela, y una camisa hawaiana de manga corta, me encuentro cargando la nave cuando veo como los pasajeros de enrique se acercan a la embarcación.

Dejo la caja que tenia en las manos, agradecido por tener un excusa para librarme de seguir cargando. Me ajusto la gorra y mientras me acerco a recibir a los invitados le digo a Juanjo:

- Acaba de meter todo esto en la bodega Juanjo – tras lo cual camino con paso firme hasta llegar a la altura de Ana, a la que le tiendo la mano- Buenas tardes cariño - la saludo con tono familiar, tras lo que me giro a los demás y también les tiendo la mano. - Ustedes deben ser los invitados de Enrique. Encantado de conocerles, yo seré su capitán durante esta travesía, Miguel Carneiro para servirles. - Tras saludar a todos como el galán que soy, señalo a Juanjo y añado - Ese que ven ahí, es Juanjo, nuestro chef y el hombre para todo. Dejen aquí sus maletas que nosotros nos encargaremos, ¿quieren sentarse en la cubierta a tomar algo?.

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20/11/2010, 13:43
Elena Maria Fernández Espinosa

Con el paso del tiempo, iban llegando más y más invitados, demasiados para mi gusto. ¿Qué era eso que nos tenía que comunicar Enrique ante tantas personas? A diferencia de los demás, que parecían tener muchas ganas de pasar un fin de semana divertido, cargados con sus maletas y sus sonrisas perfectas, yo solo pensaba en el asunto que nos había hecho ir allí.

Cuando ya estuvimos todos, Ana nos condujo hacia el puerto. Fue el momento en el que me pude observar con más detalles a todas las personas que me rodeaban. Las mujeres eran muy glamurosas y parecían estar dispuestas a comerse el mundo; los hombres tenían un porte triunfador, de estar acostumbrados a mandar. O quizás solo fueran unas personas normales y yo estaba otra vez sobrevalorando la vida de los demás, en detrimento de la mía. Fuera lo que fuese, no me sentía a gusto en ese círculo.

 

El yate de Enrique me agradó bastante. Mi trabajo me permitía tener un buen nivel de vida, pero nunca me había dado por invertir en este tipo de cosas; tampoco tenía nadie con quien compartirlo.

La calidez del sol y la tranquilidad del mar hicieron que me olvidara un poco de mis preocupaciones y más aún cuando vi a Miguel.

- Miguel, cuánto tiempo. ¿Te acuerdas de mí? – dije mientras me abría paso entre los demás - Soy Elena, Elena María Fernández. Me puse un tanto nerviosa ante la idea de que no se acordara de mí y yo quedara un poco humillada.

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20/11/2010, 14:24
Miguel Carneiro Folha

- Dios mío, mi queridísima Elena, no te había reconocido - exclame - Estas mucho mas joven que la ultima vez cariño. Y mucho mas hermosa - acompañe mi frase con un gruñido de aprobación. Luego volviendome hacia el resto dije - Se que por su aspecto de veinteañera les costara creerlo, pero las manos de esta mujer me salvaron la vida en una ocasión, estas manos valen mas que cualquier diamante. Elena, gracias.

Acompañe mi sincero agradecimiento de un abrazo, y dando la espalda al resto me dispuse a enseñarle la nave, aunque tras dar unos pasos con ella me gire hacia los demás y les pedí que nos acompañaran.

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20/11/2010, 14:37
Juan Jose Pérez Kent

Volviendo a poner por dentro de los malditos pantalones cortos blancos la maldita camisa blanca

-Al menos en cocina puedo llevar la ropa que me salga de los huevos.

Intento contestar lo más neutramente posible:

 -Marchando, capitán.

-Chico para todo?, será ...

-Panda de pijos, porque demonios tienen que llevar tantas maletas para un puñetero fin de semana, ¿que hacen se tiran la bebida y la comida  encima o que?

Miro de reojo mientras tanto a todos los invitados, intentando que sea disimuladamente.

-Sip, como siempre el jefe, con tan buen gusto para las pibas, y tan malo para ellos, jé ...

Despues de sonreir ñoñamente un buen rato me acuerdo de que el jefe me dijo en más de una ocasión de que no sonria tanto que mi sonrisa me hace parecer tarado ...

-Bleh acabemos con esto ...

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20/11/2010, 16:44
Benjamín Ortega Torres

Estuve presentandome y hablando un poco con el resto. Aproveche para preguntarle a la secretaria de Enrique si sabía el motivo por el que nos había reunido, pero al parecer sabía bien poco.

Al poco rato aperecieron Julia y Ernesto. Lo que menos me esperaba es encontrarme a tan peculiar pareja por allí. Ver andar a Julia con ese vestido junto a semejante adefesio era tal farsa que rayaba el insulto. Se me empezó a poner dura.

- Vaya! vosotros también venís de excursión?...Que tal Julia?...pero bueno yo creía que venía a pasar un fin de semana tranquilo y placentero, y me traen a este hombre?! dijé saludando ampliamente a Ernesto.

Al teminar de completarse el grupo, nos dirigimos al yate. Allí conocimos a los que serían nuestro capitan y el cheff. Cuando estuvimos a bordo y empezaron a cargar el equipaje y demás, me empecé a preguntar que especie de demencia le habría entrado a Enrique para montar todo ese tinglado.

Mientras nos enseñaban el yate estuve hablando un poco con Ernesto y Julia. Nada importante, algunos terrenos, vacaciones etc.