Partida Rol por web

Eduardo estaba completamente sorprendido, ¿quién le iba a decir a él que aquella mañana alguien le iba a ofrecer un puesto en CiberShield.

¡Oh, vaya! ¡Vaya! Dice tratando de ahogarse con su propia saliva. ¡La verdad que... no me lo esperaba! Bueno... dice titubeando y algo nervioso, estaba a punto de ir a almorzar con mi mujer. Había venido hoy a buscarme al trabajo... dice mientras la mira a ella y ella se acerca a él con cariño pero tratando de instarle a que podían acompañarles.

Bueno, supongo que por un café no pasará nada. ¿No? Conozco una cafetería por aquí cerca.

De pronto un mensaje de Sacristán llega a vuestros intercomunicadores. Como esperabais, todo aquello no iba a ser tan fácil.

Mientras vigilaba lo que los rodeaba*, intentó buscar a los sospechosos cuando sacristan les habla por el comunicador, luego se fija si alguien lo mira y si no hay moros en la costa intentará agacharse de la vista agena y camuflarse con el entorno...

Cuando recibimos el mensaje de Sacristán, inmediatamente me pongo a tratar de verles y/o escucharles...

Alec recibe el mensaje de Sacristán por el teléfono y por el auricular que lleva siempre en la oreja. Su rostro no da muestras de haberlo oído, y sigue hablando con Salcedo.

- No es necesario señor Salcedo. Sé lo que son los negocios y el poco tiempo que le podemos dedicar a la familia. No quisiera privarle de la compañía de una mujer tan bella.

Aunque la mujer de Salcedo no es especialmente guapa, sobre todo comparada con la suya, Alec decide ser un poco galante y dejar que ambos se vayan. Quita una tarjeta de su bolsillo y un bolígrafo, apunta teléfono por detrás, y le entrega a Salcedo la tarjeta.

- Aquí tiene mi tarjeta con mi número personal, si llama al oficial le pasarán con alguien de la oficina y le será más complicado hablar conmigo, cosas de papeleos. Llámeme y concertaremos una cena, yo invito.

Carlos miró a su alrededor pero no se movió. Estaba a punto de echarse al piso haciéndose el enfermo pero la reacción se Alec se lo ahorró. De todos modos no estaba dispuesto a irse de allí. Si los otros mutantes estaban allí por el mismo motivo que ellos, era posible que no volvieran a ver nunca más al señor Salcedo. En todo caso eran cinco contra cinco. Se podía presentar batalla.

¿Compañía? Qué divertido pensé mientras seguía pegando berridos mientras miraba a mi alrededor. ¿Quién no estaba antes que ahora sí lo estaba?

Después de escuchar el mensaje de Mercurius Alec se dirige a Salcedo, con su mejor sonrisa

- Mejor pensado, vayamos los tres a tomar ese café. Podemos hablar tranquilamente. Mi socio se encargará de la reunión que tenemos pendiente. Si me permite una llamada a mi secretaria.

Alec hace una llamada a la base.

- Miss Krost, necesito que se reúna con el Señor Iglesias de inmediato para la junta de accionistas, creo que puede tener algún problema, traiga al resto del equipo jurídico. Han aparecido, socios descontentos

- Lo siento, recibí la noticia hace poco y ha sido una suerte el pode encontrarlo aquí. Si le parece bien usted dirá donde podemos tomar ese café.

Intento buscar a los sujetos que nos comunica nuestro compañero...

De pronto un leve seísmo hace moverse la tierra bajo vuestros pies. La cafetería a la que os dirigíais empieza a desalojarse a gran velocidad mientras la tierra sigue temblando aunque de forma leve. No teníais muy claro el desalojo, quizá fuese por el temblor, pero la gente salía gritando de forma histérica. Algo parecía que había. Exactamente donde estaban las dos mujeres que os estaban espiando.

De pronto, notáis como si empezase a hacer mucho calor en el sitio donde es encontráis. Empezáis a sudar a una gran velocidad, era como si vuestros cuerpos estuviesen enfermos, pues también sentíais los pies fríos y escalofríos os recorrían la espalda.

Algo raro estaba pasando, y todo eso parecía tener que ver con los metahumanos que estaban allí.

Y entonces, cuando la gente de la cafetería había desalojado el lugar, una raíz gigantesca pareció brotar del suelo para atravesar toda la cafetería donde ibáis.

Salcedo abre los ojos de par en par, cuando mira a su mujer y luego os mira a vosotros. Aquello era de locos, temblores, plantas gigantes, calor excesivo...

Salcedo estaba a punto de salir corriendo. Lo notabais en su mirada, en sus pies y en el grito de terror que dio su mujer tras el estallido en la cafetería.

Todo se volvió loco en tan solo un momento. Carlos había subestimado a esos mutantes. Control de la temperatura, capacidad de crear movimientos sísmicos, lo de la planta ni siquiera estaba tan seguro de cómo describirlo... Sin duda eran de temer, y si bien ellos mismos también lo eran, Carlos sintió preocupación por el desenlace de la misión.

Carlos vio que tanto Salcedo como su mujer estaban entrando en pánico y no se los podía culpar. Había que quitarlos de allí antes de que se dieran cuenta que también ellos eran mutantes, si bien la prioridad era mantener a todos con vida. Se acercó al hombre y a la mujer y pasó un brazo por sobre la espalda de cada uno.

_Tenemos que salir de aquí. Estamos en auto, podremos retirarnos más rápido. Acompáñennos.

Carlos empezó a moverse hacia el auto, esperando que ni Salcedo ni la esposa opusieran resistencia.

-Pareciese que nos estaban esperando...-, Mercurius  aun con su camuflaje, prepara su brazo como si fuese una francotiradora y se pone a buscar a unos de los objetivos, al que ás esté a tiro, para poder neutralizarlo de un buen disparo... mintras susurra por el comunicdor, -"Hay muchos civiles en medio del kaos... tendremos que asegurar la zona..."-

Alec maldice para si.
Debería hacer una armadura portátil
Coge a Salcedo y mujer y les pide que vayan con Carlos, al que le lanza las llaves del coche

-Vayan con Iglesias, los llevará a un lugar seguro.
-Carlos necesito el otro traje.

Tras ese alboroto y los acontecimientos adversos, Milo se coloca en una zona algo peligrosa y está alerta para que cascotes y otros objetos que puedan causar peligro a los civiles, les caigan encima y les provoquen algo peor que un mero rasguño...

Con mi fuerza y agilidad, espero poder defender este lugar, al menos durante el tiempo suficiente...

Mientras me encontraba dispuesto a desafiar a lo que viniese encima, procuro centrarme en  ambas mujeres y en los alrededores, para averiguar si alguien más se escondía tras aquello...

_Dame un segundo, Alec. Digamos que se me complica un poco concentrarme en este momento -respondió Carlos, que ya estaba preocupado por la seguridad de los Salcedo-. En cuanto lleguemos al auto.

De pronto un nuevo metahumano aparece frente a vosotros. Y con un sonido prácticamente onomatopéyico se escuchó:

¡Splash!

Aquel metahumano apareció de la nada, como si se hubiese teletransportado, para coger precisamente las llaves del auto que Alec acababa de lanzar a Carlos.

Y tras un nuevo:

¡Splash!

El hombre desapareció. Y de improvisto y sin que ninguno se hubiese dado cuenta, tanto Salcedo como su mujer estaban atrapados en unas enormes y gradiosas enredaderas que impedían los movimientos de ambos metahumanos.

Sin duda era cierto, aquel equipo os estaba esperando y Sacristán no había logrado identificarlos porque el que se teletransportaba se movía tan rápido que no era capaz de ubicarlos.

Me dí cuenta de que alguien nos había robado, así que el instinto salió en mí y traté de atraparlo, cual león a su presa...

Me moví rápido, muy rápido, estando invisible para el ojo humano esperaba que él no me viera...