Partida Rol por web

Zek exhaló un profundo suspiro. Todo aquello era nuevo para él. Demasiadas cosas que asimilar. Desvió la mirada del chico y caminó pausadamente hasta la cornisa de la azotea, y una vez allí, contempló meditabundo las luces de la imponente urbe de los humanos, tratando de aclarar sus pensamientos.

- Bueno, parece que no todo lo que no es humano tiene por qué ser sueños y pesadillas. Tú mismo has dicho que no me veías en ese mundo de sueños, y yo jamás había oído hablar de semejante mundo hasta hoy. Tampoco creo que esa vampiresa perteneciese totalmente a ese ensueño, ya que he podido verla perfectamente... -la joven gárgola reparó entonces en algo que había dicho el muchacho-... ¿has dicho "los tuyos"? ¿hay muchos más como tú? ¿Y como la niña vampiresa?

Si , hay más , mi maestro me dijo que los vampiros son los más comunes y son bastante peligrosos para nosotros a pesar de que solo aparecen por la noche , tenemos paz con los hombres lobo por ahora , y no tenemos más relaciones salvo no meternos en asuntos ajenos a los nuestros con otros seres . Nosotros solemos reunirnos en el bosque del castillo del Duque , aunque no siempre , cada uno tiene sus sitio y en el castillo solo están los sirvientes más directos , los guardias y el propio Duque . 

Siguió diciendo el chico sobre los suyos y otras razas que conocía . 

Zek frunció el ceño imperceptiblemente. Había más seres como aquella niña. Vampiros. Y otras clases de criaturas, hombres lobo, trolls....y las que aquel chico no conociese, como las propias Gárgolas hasta hacía un momento. Al parecer aquel munco era realmente peligroso. Y Zek no pudo evitar preocuparse. Aunque pensaba que como Gárgola había fallado, al no impedir la destrucción de su clan, aún era inherente a él el instinto que toda su raza poseía: el de proteger. Y si bien sus nuevos compañeros de cornisa no eran parte de su clan, ni él se veía merecedor de poder jamás volver a llamar a alguien hermano, sí era cierto que ellos eran Gárgolas como él. No podía sencillamente desentenderse, y dejar que planeasen, incautos, sobre un mundo lleno de peligros y seres terroríficos y tan poderosos.

Tal vez, fuese su deber ayudarles, como miembro de la misma raza. Jamás podría redimirse y considerarse de nuevo un protector de la noche, pero pese a ello, sentía que era algo que por naturaleza estaba destinado a hacer.

Se centró en la información que le facilitaba el extraño chico. Al parecer, aquellos peligrosos vampiros, eran quienes más abundaban, y, al igual que las Gárgolas, sólo aparecían por la noche. Esto significaba que la presencia de los vampiros coincidiría con la suya. Pero Zek no estaba seguro de que fuese una desventaja: durante el día, los suyos eran vulnerables, mientras que de noche podían defenderse. Miró de reojo al chico. No, esa información era demasiado importante como para revelársela a nadie, ni aunque fuese un posible aliado. El chico también habló de una raza de hombres-lobo, y le reveló dónde los suyos se reunían. Por lo visto el muchacho confiaba en Zek, algo razonable dado lo que acababa de ocurrir. Eso, o daba por segura la seguridad de su refugio. En cualquier caso, la gárgola decidió no revelarle su santuario a aquel muchacho de apariencia tan humana. A pesar de que no era un refugio precisamente oculto, pensó Zek alzando la vista hacia el enorme rascacielos que podía verse desde prácticamente cualquier punto de la ciudad.

No, su santuario debía seguir siendo un secreto, ya que era en el castillo que había en la cima donde dormían su pétreo sueño diurno, su momento más vulnerable. Pensar en el castillo le hizo recordar una cosa: si él había encontrado un vampiro, los otros podían haber topado con una criatura peligrosa también. Empezó a considerar seriamente el tratar de encontrarlos, aunque la ciudad era muy grande como para rastrearla. Debía pensar en algo, tenía que encontrar una forma de hallarlos y advertirles de los peligros de aquella ciudad. Quién hubiese pensado, los terrores que ocultaba aquél lugar bajo su manto de brillantes luces.

La joven Gárgola observaba las brillantes luces artificiales de la urbe, sumida en sus pensamientos, y por fin, volvió a hablar.

- Me alegra haber topado con alguien amistoso, en lugar de encontrar solamente a un vampiro. Imagino que los humanos de esta ciudad no saben nada sobre la existencia de seres como ella, como vosotros, al igual que desconocen la existencia de las Gárgolas -se giró para mirar directamente a su interlocutor- Y es mejor que siga así. Los grupos de humanos reaccionan mal ante las cosas que no entienden.

A decir verdad , los míos somos los más discretos ya que no pueden ver nuestra verdadera forma a menos que nosotros gastemos parte de nuestras energías en ellos o los que nos vean sean niños . En el peor de los casos nos toman por críos jugando o en el peor por locos cuando somos bastante más adultos . 

Continuó hablando el chico ante lo que tu habías comentado tras tus pensamientos tan variado que habían pasado por tu cabeza . 

En cuanto a los vampiros ..... se camuflan muy bien , dejan pocas pruebas y tienen poderes raros que usan para comer y en su propio beneficio , también son monstruos sociales que son capaces de controlar grandes masas de personas para sus propios intereses , incluso para las guerras entre ellos ; me dan escalofríos nada más pensar en cosas como esas . Al menso eso es lo que dice mi mentor . 

Y ciertamente , en ese momento , el chico tiembla como si de verdad le hubiera dado un escalofrío al pronunciar tales palabras . 

Zek bajó la vista, considerando las opciones. Ciertamente aquellos vampiros parecían ser una amenaza muy seria. Debían estar prevenidos. Tal vez aquel chico y su gente pudiesen ser un valioso apoyo para defenderse de la amenaza. Pero eso, no le correspondía a él juzgarlo, sino a todas las Gárgolas que habitaban el castillo. Zek sólo estaba de paso, pero aun así ayudaría a los suyos ante tales peligros.

- Al menos, es bueno saber que esos vampiros no son lo único que hay por aquí aparte de los humanos. Tal vez los tuyos y nosotros podamos aprender mucho unos de otros. Y defendernos de esas amenazas. No puedo hablar por todos los míos, pero debería contarles lo que he aprendido gracias a ti, y los peligros que que nos acechan -razonó la gárgola, mientras volvía la vista a la ciudad, preguntándose dónde estarían los demás, ya que antes tenían tantas ganas de explorar la ciudad- Hm, deberíamos volver a vernos, una vez sepamos lo que los nuestros piensan de todo esto.

En Fort Adams State Park suelen reunirse mucho de los míos por si te interesa , aunque creo que será dificil que nos detecteis , así que seremos nosotros los que contactaremos con vosotros , o al menos es lo que espero , yo solo soy un novato y no tengo ni voz ni voto todavía entre los míos . 

Contestó el chico a lo que dijiste . 

La joven gárgola no pudo evitar que una media sonrisa asomara en su rostro. No obstante, era una expresión algo teñida por la tristeza.

- No te preocupes, tampoco puede decirse que yo represente a las gárgolas de esta ciudad. Yo...podría decirse que estoy de paso. Pero les diré que pueden ponerse en contacto con los vuestros.

Aquello hizo que Zek recordase una cosa. Debía centrarse en buscar a los humanos responsables de la captura y muerte de su clan. Aunque Xanatos aún no le había dicho nada, tal vez pudiese él mismo realizar algunas averiguaciones por su cuenta.

- ...por cierto... no sabrás por casualidad de un grupo de humanos que haya llegado a estas tierras recientemente. Unos humanos peligrosos. Poderosos. Sé que es una descripción vaga, pero si sabes algo, lo que sea, te estaría muy agradecido.

Err .... lo siento , es una descripción demasiado vaga , puede ser la de un ejecutivo como la de un mafioso , es demasiado amplia como para poder ayudarte en eso . 

Contesta el chico algo confuso por la petición que le hacías . 

- Es lo que imaginaba...bueno, tal vez sea hora de partir. ¿Podrás volver con los tuyos sin problemas desde aquí?

Si , solo necesito descansar un poco y curarme esta herida un poco antes de partir . 

La gárgola echó un rápido vistazo al chico antes de saltar sobre el borde de la azotea. Allí, en la posición en la que estaría una   gárgola de piedra normal y corriente, giró la cabeza hacia el muchacho.

- Les hablaré a las otras Gárgolas de tu gente. Tendréis noticias suyas si deciden ponerse en contacto con vosotros.

Fue lo último que le dijo antes de saltar al vacío, y al instante desplegar sus majestuosas alas membranosas para aprovechar el aire de la caída y trazar un arco con el que elevarse y buscar alguna corriente de aire cálido que le elevase más.

El chico simplemente sonríe . Desde la lejanía lo ves descansar antes de bajar por las escaleras de incendio con cuidado . 

Tras su encuentro con el misterioso muchacho que parecía humano, pero no lo era, Zek disfrutó con la sensación del viento acariciando las membranas de sus alas, sobrevolando la ciudad. Realizó un par de amplias curvas, hasta que entró en una corriente de aire cálido que le permitió elevarse un buen palmo. La ciudad, allí abajo, no daba rastro alguno de los peligros sobrenaturales que acababa de descubrir. Parecía como cualquier otra ciudad humana, inmensa y llena de luces y ruidos.

Pasó bastante rato sobrevolando la urbe a gran altura, hasta que comenzó a observar más de cerca. Descendiendo varios metros, aguzó la vista y el oído por si encontraba algún rastro de sus nuevos compañeros de cornisa, que tan deseosos estaban antes por explorar la ciudad. Si no les encontraba pasado un buen rato, pensó, volvería al castillo que se alzaba soberbiamente sobre las nubes.