Partida Rol por web

Hay archivadores, varias cajas y tres ordenadores de última generación.

DATOS

Nombre completo: Dale Leigh Lantana.
Edad: 21 años.
Procedencia: Perth, Australia, aunque actualmente resida en la capital de su país, Sidney.

CURIOSIDADES

- Su padre fué un famoso empresario que cayó en bancarrota por hacer una mala inversión. Sus dos hermanos se marcharon pronto de casa, el mayor es el propietario del Harbour Hotel de Sidney.
- Participó en numerosas ONGs (Unicef, Médicos sin fronteras...) durante su apogeo económico, actualmente juega en bolsa y mantiene ese compromiso, incluso ha financiado la construcción de un hogar infantil. Nunca ha querido vivir en una mansión y ha declarado: "Me odiaría pensando que me sobra casa cuando hay madres e hijos que no tienen un techo bajo el que dormir".
- No obstante, Lantana tiene un capricho al que no puede resistirse: Es una coleccionista empedernida de bicicletas y motos. Tiene su propia Harley customizada, varias bicicletas diseñadas por si misma y no se pierde las concentraciones de moteros en Sidney, las exhibiciones ni las exposiciones.
- Su mejor viaje: La India.
- Su comida preferida: No concreta, es una amante de la cocina, pero el pescado le gusta especialmente.
- Canción favorita: "Jolene" de Dolly Parton.
- Película: No sabría decidirse, es muy cinéfila.
- Otros hobbies: Lantana pinta estupendamente, le gusta cocinar, surfea y habla español con fluidez.
- Estudios: Tan sólo ha cursado la primaria y secundaria, pero hizo varios cursillos de fisioterapia cuando estaba comprometida "para hacerle buenos masajes a su maridito".

COTILLEOS

Durante el 2001, Lantana fué el boom australiano, llegando incluso a las costas importantes de america y bailándose incluso en Los Ángeles. La nueva Kylie Minogue, más que posiblemente futura diosa del pop-rock de la nueva era, contaba con una belleza increíble y una soltura y carisma mayores ya fuera en el escenario o ante los periodistas, habiendo sacado tan sólo un sencillo con su preciosa voz de niña y un ritmo desenfrenado. Lo tenía todo: Una voz bonita, talento para tirar por alto, un cuerpo espectacular, fama, fortuna y una boda próxima con su representante, Mick Callum.

Sin saberse porqué, durante el 2001 en la grabación de su disco, que debía dar la vuelta al mundo y cuyas canciones se filtraron por internet antes siquiera de terminarlo, Lantana empezó a aparecer en público desarreglada, con aspecto cansado y cada vez más delgada.
Acosada por los incansables paparazzis australianos, con un problema de anorexia nerviosa y de drogas, la diva dió su último concierto cerrando con una canción que no encajaba en absoluto con su estilo comercial... "Hermosa como las drogas":

La transgresora canción y los videos de los fans que presenciaban el concierto dieron la vuelta a internet, y otro tipo de público empezó a considerar a Lantana como una diosa mientras sus habituales la compadecían o pensaban que se había vuelto loca. En las grabaciones y el concierto se pudo ver como la diva lloraba mientras cantaba, llegando incluso a tirar un altavoz de una patada y caer de rodillas en las gritos finales.

Tras ese concierto, Dale desapareció y toda Australia se preguntaba dónde estaba su niñita prodigio y qué le había arrastrado hasta la droga. La única respuesta que se ha tenido es que Mick Callum fué visto varias veces saliendo con actrices del mundillo del cine X, hasta iniciar nuevamente una relación formal con la hermana menor de su ex prometida, Dahlia Lyn Lantana, con la que antes la cantante compartía una estrecha relación, a pesar del distanciamiento que sus hermanos mayores, hijos de su misma madre, pusieron entre ellos y su hermanastra menor. Lantana se tiñó el pelo de rubio y cada vez estilaba más el "look X" de Dahlia Lyn, pero finalmente puso fin a su relación con su hermana cuando se enteró de que, al parecer, Callum mantuvo relaciones con la joven Lantana estando comprometido con la consagrada artista.

Se la había visto recientemente por la mañana con un hombre moreno, francés, yéndose de compras a Darling Harbour. Pero la relación quedó desmentida pronto.
Al día siguiente aparecería junto a un joven actor francés, Donovan Dryden, quien declaraba ante unas dificultades sufridas por su familia, envolviendo a Lantana en un abrazo para protegerla de los escándalos que acosaban al actor y a su polémica familia. Aficionados que habían estado la noche anterior en el estreno de la obra "El Fantasma de la Ópera" en la Opera House de Sidney mandaron fotografías no muy definidas en las que aparecía la pareja vestida de gala y disfrutando el espectáculo juntos. El mismo protagonista de la famosa ópera indicaba que en efecto les había visto en su camerino y charlado con ellos, ambos pareciendo de muy buen humor y estando Lantana "algo mejor" de lo que se le vió por última vez...
"Parecían muy acaramelados cuando se fueron", declaraba el actor de teatro, siendo confirmado el rumor por otras parejas que estaban en el restaurante de cinco tenedores en el que cenaron.
Dryden, dos años menor que Lantana, es conocido en el cine Europeo y ha obtenido recientemente el premio "joven promesa" en el festival francés del mismo nombre. Mientras por parte de los allegados de Lantana hay algo de extrañeza, los seguidores de Dryden no parecen extrañados ante la relación surgida, pues Lantana se les hace "la versión australiana de Marcheline Baptiste, la premiada a "mejor actriz" en el mismo festival que Donovan y ex pareja de él. La actriz declara que "Donovan lleva mucho tiempo con Lantana, ya le dije a la prensa que no me había dejado por la descerebrada de Doutzen Kroes... Lo que me extraña es el cambio de criterio de esa chica. Le deseo que se de cuenta cuanto antes de lo que tiene a su lado, Donovan Dryden es un niño de papá que sólo sabe mirarse el ombligo. Lo siento por Kroes, pero... ¿Qué esperaba?"

Al llegar al almacén, Antti abre un pequeño armario junto a la puerta y extrae de él una llave que utiliza para cerrar a cal y canto.
Falken deja a Alice sobre una cama supletoria sin sábanas, sólo un frío colchón, y al terminar mira a Antti. Éste reacciona yendo hacia él y dándole un abrazo.

- Da igual, ¿sabes...? Da igual todo, Esa...

- Lo mismo digo, Adrien...

No obstante, Falken deja escapar un quejido quedo, y Antti le suelta inmediatamente, mirándole con preocupación y los ojos brillantes. Le ayuda a llegar hasta otra cama supletoria, donde el escocés se sienta con cuidado para luego tumbarse...

- Esa... No voy a durar mucho...

- No me jodas, Falken... - se echa las manos al pelo, tragando saliva y mirándolo.

- Necesito mi habitación... Está fuera... - una violenta tos sacude el cuerpo del destrozado hombre, levantando una mano que Antti cogió, arrodillándose al lado.

- Tienes tus poderes, tío, y aquí hay agua... No digas gilipolleces...

- ¿Hasta cuándo tendrás la puerta cerrada, Antti...? - jadeó el enfermo - ¿Hasta que Renka llegue... y Arthur me quite el traje...? ¿Te pelearás con esos dos críos, Holopänen...? Sabía que eras un demonio... Pero... - bufó lo que debería haber sido una risa - El agua que necesito yo para vivir la necesitarán el resto para beber y no empeorar... No sabemos cuánto tiempo nos castigará Isenhall... Quiere a Alice... Prefiero morir yo a que lo haga ella... Es... Una lección de fé... La última... - de nuevo aquella violenta tos, mientras Antti cerraba los ojos y apretaba los labios - Si me pasa algo, Esa... Por favor... Prométeme...

- No...

- Prométemelo.

- No, Falkie - negó con la cabeza, apretando los labios y alzando las cejas sobre los ojos, que ya dejaban caer las primeras lágrimas.

- No seas crío...

- No la vas a palmar, colega...

Le cogió la mano con ambas manos.

- Eres... El mejor amigo que he tenido en mi vida... El que me ha oído decir "cabrón", "mierda" y cosas peores... - de nuevo aquella tos horrible, que le forzaba a cerrar los cuarteados párpados, haciéndolos sangrar - Nunca me has juzgado por mi forma de hablar ni por mi cara, Antti... Sabes quién soy y cómo soy y has seguido siendo mi amigo... Nunca he tenido a nadie como tú... Eres mi albacea... Te pido que cuides de todos mis tesoros... Y los mayores que tengo sois Alice y tú... Por favor... Prométeme que cuidarías de ella si muriera... Lo necesito, amigo mío... Por favor... - rogaba, desesperado...

El finlandés entrecerró los ojos, derramando lágrimas sin parar, le temblaban los labios incluso mordiéndoselos. Se tomó unos segundos de silencio para contestar... Y finalmente asintió con la cabeza, sin decir nada más. Falken soltó una de sus manos, relajándola junto al cuerpo tendido.

- No se os ocurra incinerarme, Antti... - bromeó.

- Capullo... - acertó a musitar el finlandés, con una sonrisa melancólica y temblorosa.

Falken dejó entonces la mano muerta, y un nervioso Antti le tomó el pulso, respirando sumamente aliviado y sentándose junto a su amigo en la cama, enterrando la cara por unos segundos entre las manos...

Al entrar, Alexa se acercó para ayudar a acomodar a la inglesa sobre el colchón, echándole el cabello hacia atrás con delicadeza sin saber cómo atenderla sin ningún material a mano... - Sshhh... Tranquila, cielo... - susurraba mientras le apartaba el cabello de la cara de manera maternal... Había sido horrible. Sin ningún tipo de anestesia, ni siquiera un aviso. ¿Por qué no se lo había hecho también a ella...?

Atendió entonces a la conversación entre amigos, sólo escuchando mientras permanecía junto a Doyle. Era terrible tener que ver morir a alguien de aquella forma. Aquel hombre que era Adrian Falken, en verdad, no podía proteger a la mujer que quería en ese estado...
Cuando finalizó la conversación, la cual hacía que se le saltaran unas lágrimas que de por sí se escapaban solas, atinó a acercarse a Antti y acuclillarse frente a él, en un principio dudando en si apoyar o no la palma sobre su rodilla. Pero cuando lo hizo, con suma suavidad, como si tuviera miedo de incomodarle con el gesto, tragó saliva sin saber qué decir, con un nudo en la garganta... Y finalmente lo abrazó con cuidado, frunciendo el ceño para evitar lo imposible, que le escapara aún más el llanto...:

- ...GRACIAS... - musitó, de la forma más agradecida que sabía, mientras veía con los ojos entornados cómo descansaba el moribundo Falken. No podía dejar morir a ese hombre. Ya habían hecho suficiente ambos salvándolas de la Justicia de la Deidad. Así que al final de esa agradecida muestra de cariño, se incorporó con decisión con la intención de abrir de nuevo la puerta y salir por ella, sin más...

Antti correspondió al abrazo de la húngara, relajando por un momento los hombros cuando ésto sucedió. No obstante la tensión y el ceño volvieron cuando la muchacha se giró y se dispuso a abrir la puerta. Antti se sacó la llave del bolsillo, no podía abrirse sin ella. La mostró a Alexa y negó con la cabeza.

- No es a tí a quien quiere Isenhall. Es a Alice. Falken no quiere que Isenhall tenga a Alice. Si Falken no quiere, yo tampoco. No te irás por nada, Lex. No voy a dejar que esos zumbados te maten.

La húngara se fijó en la llave mordiéndose el labio inferior y ladeando la cabeza, cansada... Se relamió los labios antes de hablar:

- No puedes tenernos encerrados eternamente... ¿Y la comida? ¿Y el agua? Falken y Alice necesitarán medicina... - negó con pesar... Y se frotó la frente con ansiedad, mirando al suelo e intentando pensar en algo... - Renka es capaz de tirar abajo esta puerta... Mejor que la arme fuera que aquí dentro con ambos como están...

Antti se levantó y rodeó a la húngara con los brazos, diciéndole algo al oído.

- Hay comida y agua aquí dentro. Dudo que Renka tire la puerta... Y Falken y Alice no podrán tener atención porque la medicina está en la enfermería... FUERA... - la estrechó un poco más, y entonces la húngara lo notó temblar - Que tu hayas perdido a Herkus no quiere decir que yo quiera perder también a la mujer más increíble que he concido... Sé que no puedo tenerte, pero eso no significa que vaya a dejarte morir. Por culpa de tu poder me enamoré de tí, te toca ser consecuente con ello. Si murieras... ¿Sabes cómo me quedaría...? ¿Tienes idea...?

Lex llenó los pulmones de aire, pesarosa de lo que el finlandés le acabab de decir... Pero no se separó del abrazo, sino que siguió hablando...:

- (...) No tendrías que cargar más con esta mierda de apariencia... No moriría gente... Ni Hugo haría llorar a María jugándose el cuello por mí... Taylor estaría más centrado... Herk... - en éste punto le costaba mantener el tono de voz neutro - Nunca me habría hecho daño, porque nunca habría estado conmigo... - negó lentamente... - Es sólo una cáscara... Y ya no hay nada dentro que valga la pena...

- Por desgracia, aunque todo empezara por tu poder, no siento más alivio en el pecho cuando te veo dentro de éste hotel, como le pasa a Hugo... - contestó, seguro - Dudo que tu hayas matado a nadie... No pasó lo mismo durante kilómetros y kilómetros desde Vilnius hasta Estocolmo, hay gato encerrado y lo demostraré... A Hugo, a Taylor, a Herkus y a María con todo lo bien que me caen que les den por culo... No me hagas ésto... No te obligaré a quererme, Lex... Pero ésto no me lo hagas... - aferró el hombro de Lex contra sí. La voz le tembló, pero seguía siendo firme - Si no puedes vivir por amor, Lex... Vive por amistad... Por favor... Adrien lo hizo... Y acabó volviendo a encontrar el amor... No tienes ni idea de lo que te depara la vida... Eres muy joven, y con o sin esa cáscara, eres pura belleza... No me hagas ésto, nena... Ésto no... - le cogió a Lex la cabeza con la mano e inclinó la cabeza para darle un beso en el pelo - Hayas hecho lo que hayas hecho... Yo siempre te perdonaré... Y debería merecer la pena vivir por quien te perdonaría cualquier cosa... Debería ser así...

Quizás contagiada por la actitud de Antti, Lex también comenzó a temblar...:

- Siempre... Siempre decís lo mismo... - sollozó la muchacha, rompiendo a llorar de nuevo, ésta vez con rabia... - No soporto que me abandonen... No sé vivir si me abandonan, no soy fuerte para levantarme y seguir andando... NUNCA sale nada como yo quiero... No importa cuánto me esfuerce, no importar cuanto cariño dedique a las cosas, ni la fe que ponga en la gente... Siempre... - negó nuevamente, cabizbaja... - Siempre se van... No puedo pasarme la vida echando de menos a la gente que quiero... Ni sé, ni puedo... Ni quiero aprender a hacerlo... No puedo romperme más... ME DUELE, y no sé cómo pararlo... - sorbió un poco, cerrando los ojos con fuerza - No quería hacer daño a nadie. Nunca he querido...

Antti tembló, silencioso... Tragó saliva y comenzó a hablar de nuevo:

- Estás preñada, Alexa. Me lo ha dicho Sven. Lior te dió un trasto defectuoso para que dejases en paz a su hijo... No es trigo limpio. Algunos siempre lo hemos sabido.

Czigany detuvo el llanto derrepente, abriendo los ojos de par en par en dirección a los del finlandés, perpleja...:

- (...) ¿...Qué? - desvió la vista al suelo. Se le había cortado la respiración... Tragó saliva y se retiró un mechón tras la oreja, negando otra vez y tapándose la boca con ambas manos con angustia - Eso es... horrible... Estoy enferma... - dió un par de pasos hacia atrás, sintiendo un enorme agobio derrepente, con los ojos cargados...

El dolor cada vez era más y más insoportable, pálida, sin dejar de temblar de miedo y sin poder moverse se había dejado llevar el brazos de Falken hasta esa habitación en la que se hallaban encerrados ahora. La calidez de su abrazo había servido para calmale un poquito las punzadas de sus piernas. No había podido verlo desde que volvió de Australia y por fín lo sentía cercano.

La delicadeza con la que la había depositado en la cama había sido tal que apenas había sentido nuevas cuchilladas en sus rodillas. Entonces recordó que Falken no podía vivir dentro del hotel excepto en su habitación...Cuando escuchó la conversación entre Antti y Falken no pudo hacer otra cosa que romper a llorar - Me... quiere a mí...- Dijo entre sollozos y expiraciones por el dolor al revolerse en la cama. Intentó calmarse y se aclaró la garganta aunque no dejaba de temblar - No... - Se incorporó en la cama con un nuevo quejido que intentó contener - No puedo dejar que os arriesgueis...por mí...- Miró a los presentes, uno por uno. Primero a Antti, después a Lex y por último a Falken - Entregadme.

Al escuchar a Alice, Lex tomó aire y cogió de los hombros al finlandés, frotándole los brazos para que cesara el temblor... No quería estresarlo más de lo que estaba, pero necesitaba su tiempo para digerir aquello último... Un tiempo que iba a estar muy apretado dada la situación.

Se acercó entonces a Alice, que se incorporaba, pidiendo que la entregaran...:

- No... No, no no no... - negó convencida. Aunque la idea de terminar con aquello resultara tan atractiva, no era capaz de entregar a un ser humano en sacrificio. Eso retrasaría cientos de años de evolución y moralidad, por no hablar de que iría completamente en contra a sus ideales. La muerte siempre era inútil...

Se colocó a su lado y le echó un vistazo general: Dos rodillas destrozadas y un brazo roto... Tenía que encontrar una solución con los recursos que tenía para disminuir en la medida de lo posible el dolor de la chica. Así que rebuscó entre las cajas, volviendo con material para vendarle las zonas lesionadas a la inglesa con sumo cuidado y pidiéndole a Antti que le echara una mano en el proceso. Mientras tanto, Lex le hacía preguntas cotidianas como qué edad tenía, qué estaba estudiando y cosas por el estilo para mantenerla algo distraída. Algo era algo...

Con los aporreos en la puerta, Alexa bajó la cabeza intimidada. Miró a Antti con ojos brillantes, tragando saliva amedrentada...:

- Tenemos que abrir... Hay mucha gente ahí fuera y necesitan comida... - se separó de Alice y rebuscó en la sala toma la comida y el agua que se encontraba en ésta, agrupándola en un lugar concreto de la habitación y haciendo cálculos para un posible reparto.

Atenta a la conversación de la puerta, Alexandra se detuvo en lo que estaba haciendo para escuchar al afectado Antti con ojos brillantes.
Vale... La había pillado sensible y más negativa de lo que había estado nunca. Pero fuese mentira o no aquello del bebé, Koivusaari estaba haciendo todo lo que podía por mantenerla a salvo, por devolverle las ganas de vivir que en poco tiempo había perdido... No se merecía perder a su amigo. Nadie podía tener excusa para hacer llorar a ese hombre, ni siquiera ella misma, por muy mal que estuviera...

Se acercó a la puerta y se abrazó a él con fuerza, hundiendo la cabeza en el pecho del enorme finlandés. Sólo varió la postura para posar un beso en su mejilla, inmensamente agradecida, mientras le pasaba una mano por la espalda - Tranquilo... - le susurró al oído, angustiada por verlo tan mal - Ssshhhhhh... Tranquilo...

- Abrámosles y repartamos lo que hay... Hay una madre y un bebé ahí fuera, tío... Y se pondrán más nerviosos cuanto más tardemos... - se separó un poco, buscando un gesto de aprobación...