Partida Rol por web

- Renka, AJ, hay que irse. Ya tengo vuestras cosas -les echó una mochila a cada uno con los bártulos que seguramente les correspondían. El griego parecía agitado- . Hay que irse, y darnos prisa. El Faraón está en Texas.

Ambos adolescentes, que de hecho también eran unos guerreros increíbles, abrieron los ojos y la boca. El corazón de Renka pareció ralentizar su ritmo mientras el de Hayes se disparaba. No por cobardía, el muchacho empezó a quitarse la bata blanca mientras decía:

- ¿¡Habéis avisado a Sven!? ¡No podemos dejar sola la enfermería!

- Arthur Dryden viene de camino, él se hará cargo -asintió Milo, dando unos pasos hasta tocar a los chicos y, tal y como había llegado, desapareciendo con ellos.

Pocos segundos después, la puerta se abría tras la espalda de Taylor, y un hombre de porte impecable se dejaba ver saludando en primer lugar al californiano con la misma deferencia con la que saludaría a un ejecutivo vestido de Armani.

- Buenos días -dijo al resto. No echaba de menos los tiempos en que tenía que tratar pacientes, tampoco le gustaba que dos de ellos fueran sus hijos pequeños, pero estaba dispuesto a afrontar aquello con la misma profesionalidad que entonces- les ruego a los que no sean pacientes que se marchen.

Se aproximó a la puerta y la abrió, echando un vistazo a Hugo, Taylor e incluso su hijo mayor.

- ¡Ja! - Donovan, tirado en el suelo como un muñeco de trapo, deja escapar una amarga carcajada entre labios, incapaz de dejar pasar el momento. Captaba la ironía de la situación, pero no la agradecía. No la agradecía en absoluto. Niega, dejando que las palabras de Arthur entren en su dura mollera, y se deja caer lentamente en el suelo, adoptando una postura mas cómoda. El contacto helado del suelo era mucho mas agradable que el de las sábanas, aunque el piso fuera considerablemente mas duro que el colchón.

Pensaba quedarse ahí tendido hasta que alguien se acercara a echarle una mano, pero la entrada de su padre le hace reaccionar y, encogiéndose de hombros, rendido, extiende la mano derecha en su dirección, reclamando en silencio su ayuda.

Aún quedaban pendientes muchos asuntos. De hecho, todos los asuntos. Pero seguramente Isenhall ya estaría al tanto de todo cuanto pudiera decirle Donovan. Era una diosa al fin y al cabo, ¿No? Y Dale le habría contado todo lo sucedido en el pueblo. Hasta las partes que él no le había querido contar a la australiana. Poco o nada se escapaba del cerebro mas poderoso de la Tierra...

Al margen de todo eso, la mención del Faraón hace mella en el ánimo del inglés, que ensombrece el gesto mientras entrecierra los párpados hinchados. Se le ve asustado. El miedo se refleja en sus ojos y en un ligero temblor que se adueña de la mano extendida hacia su padre, quizá con mas urgencia que hacía unos segundos. Nunca antes se le había visto así, no estando en un entorno relativamente seguro. Fuera lo que fuera lo que hubiera experimentado en Miklosvar, estaba claro que le había dejado una profunda huella.

Mortymer asistió a todo lo que acontecía en la enfermería con mirada curiosa... pero era un tanto extraño en aquel instante el brillo que había en sus ojos... parecía, sin lugar a dudas como si fuera un ser superior observando los infortunios de los allí presentes en aquella obra de teatro en la que Mortymer estaba por encima del palco... Durante un instante sonrió un poco, una sonrisa que solo Arthur, que estaba frente a él, pudo captar.
Pero ese instante de superioridad casi divina se desvaneció tan pronto como vino volviendo a sus ojos esa suplica pidiendo ayuda... y esta vez una lagrima resbaló por su mejilla - a... yu... - llegó a balbucear, parecía a punto de estallar.

Este seria un buen momento para decir que la situacion me habia dejado confuso y aterrorizado, sino fuera porque ya lo estaba desde que me levante en un bloque de hierro, asi que aun siendo bastante insensible e ignorante, me concentre mas en la idea que habian transmitido el sobreprotector Hayes y el profesional Dryden, "Deja de molestar a los enfermos, y vete a menear la cola a otro lugar, chucho". Una orden que no iba a obedecer, ya sea por trabajo o por evitar otro Marcos, Balas o Michael.

-Arthur ¿Te importa que saque a Morty de aqui?.-Pregunte en un tono formal, intentando imitar e inspirar esa diplomacia mercante que derrochaba aquel hombre.- Sanuye me ha requerido que compruebe su "salud mental", y creo que un poco de aire le sentaria bien.

No dije nada mas, no lo vi necesario, Arthur era un hombre de negocios que ya habia admitido respetar mucho la jerarquia de Isenhall, pero ademas, era un padre con dos hijos enfermos con un adolescente que parecia a un paso de transformarse en Marquitos, y nadie quiere un Marcos en su vida y junto a sus familiares, a excepcion de Maria, pero ella no cuenta, tiene un gusto horrible para los hombres.

No es que una enfermería no sea lugar para bromas y coñas: esos formalismos sociales se la pelan a Hawkins. Es que, entre el olor propio de aquellos sitios y el ambiente depresivo y decadente, no le dan ganas de abrir la boca.
Incómodo, mirándose las uñas, aparenta desinterés cuando, en realidad, no pierde detalle: escucha al indolente pero aplastantemente lógico Hayes,...y se le escapa una mirada de reojo a Donovan. El pobre chaval tenía toda la pinta de Artax en la puta Ciénaga de la Tristeza, tan blanquito, tan hermoso...y tan jodido.

Taylor sale de la inopia cuando Milo dice lo que dice. Antes de que Hawkins pueda reaccionar, el griego se ha largado con otras dos marionetas. Otra vez aquellos gilipollas cometiendo los mismos errores: puto despotismo ilustrado...
-¿Lo habéis visto?.- dice indignado, con las palmas de las manos hacia arriba.-Otra vez...Bah!. Que se jodan. Que se joda Isenhall. Que se joda el Faraón ese, la faraona y la puta madre de ambos. Mirad cómo nos tienen. Menuda mierda de rehabilitación...

...y es que se suponía que estaban allí para recibir una cura. Que le preguntasen a Donnie, o a Mortymer...un chiquillo que debería estar comprando cerveza con carnet falso o practicando la colocación de los condones con un plátano en la intimidad de su cuarto adolescente. Pero no. O que le pregunten a Arty, vía ouija.
Hawkins evita devolverle el saludo al Patriarca Dryden y amaga con reventar de una patada uno de los paneles separadores que tiene cerca,...pero contiene las ganas. En vez de eso, se acerca a Johnny Boy y le coloca una mano sobre el hombro.

-Aquí no hacemos nada, bro.- con suavidad, tira de él.-Venga, tío. Vámonos.

- Por supuesto, cójale -se afana en responder Arthur Dryden a Hugo mientras atiende a la silenciosa petición de su hijo mediano cogiéndole la mano y ayudándole suavemente a levantarse, sentándole en la cama y sosteniéndole para que ni se caiga hacia delante ni se tumbe. Lo que ocurriera con Mortymer Lagoon le traía verdaderamente sin cuidado, y cuantos menos adolescentes problemáticos estuvieran en la misma habitación que sus hijos, mejor (tal y como dilucidó Seras). Echa una mirada a Rewell, le gustaría que se quedara, pero tampoco le vendrá mal al hermano mayor relajarse y quitarle de encima a toda esa gente tan molesta- Ve a divertirte un rato con el señor Hawkins y el señor Koivusaari, Rewell, te están esperando. Te lo haré saber si te necesito -tenía su bendición para ir con esos dos repulsivos macarras... A fin de cuentas, eran ricos y famosos. Si se trataba de ser un impresentable, al menos que fuera el mejor de los impresentables.

Se centra entonces en Donovan y le retira los rizos de la cara, levantándole el mentón para observar con mirada crítica la descamación verdosa.

- ¿Voy a tener que traer al señor Uliel para que te cuides un poco y no uses porquerías de maquillajes, Donovan...? -era una de esas bromas pasivo-agresivas inglesas que se parecían más a una bronca, una que jamás le echaría a ninguno de sus vástagos delante de personas ajenas a la familia... Porque para el mundo sus hijos eran perfectos y podían hacer lo que les diera la gana, ellos lo valían.

No podía decir que me sorprendiera la respuesta de Donovan... A decir verdad casi podía esperar algo mucho más agresivo que aquello, de modo que finalmente, en balance, la cosa no había ido del todo mal. Poco podía hacer yo ahora mismo, aparte de ver una cierta realidad en las palabras de AJ. Donnie tenía que recuperarse, y para eso no me necesitaba para nada. Quizá lo único que podía hacerle yo era mal ahora mismo. Fueron las palabras de Milo las que verdaderamente eran preocupantes. ¿El Faraón estaba en Texas? ¿Qué coño podía significar o implicar algo como eso? La verdad... No sabía si quería saberlo o ponerme a pensar en ello. Tal vez hacer como recomendaba Taylor y mandar todo a tomar por culo sería lo mejor.

Por ello me dejé llevar por el yanqui sin oponer mucha resistencia tras asentir con firmeza a las palabras de mi padre. No sin antes, por supuesto, dirigir una última mirada a Donovan y a Jolene.
-Aprovecharé para comprar regalos de cumpleaños para las niñas de parte de todos. Vosotros ponéos bien... -Jolene, creía, no podía escucharme. Pero al menos era una forma de hacérselo saber. De una forma o de otra necesitaba un poco de disertación y aquella era buena manera. Aunque, a decir verdad, no era lo único que necesitaba (o, más bien, quería) hacer.

Mientras me dirigía a la puerta en compañía de Taylor miré a Hugo.
-Oye, tío... Me gustaría que vinieras con nosotros. Creo... Creo que nos vendría bien a todos descansar un poco y conocernos mejor. Si quieres podríamos esperar a que te ocupes de Mortymer... -el chaval, de cualquier manera, parecía estar bastante mal. Pero no quería dejar pasar la oportunidad de enterrar el hacha de guerra con el español. Había tenido tiempo para pensar en él y en toda su situación. No quería malos rollos con él. Después de todo no era mala gente.

Por un momento, cuando Rewell se dispuso por primera vez a ofrecerme su hueca amistad y reirse a mi costa, me imagine cogiendo una silla del hospital y partirle el craneo mientras mostraba una amplia sonrisa. Pero solo fue un momento, asi que me limite a una ceja alzada y mirada de complejidad, ya tenia bastante lios para sacar mis huevos ibericos delante de esta gente y sacar mas trapos sucios hasta quedarme desnudo por obligacion y no disfrute, asi que le dejaria otra vez en la carpeta de asuntos no importantes y evitarle, como he hecho desde que me levante con Arhur preguntando por su hijo.

-Gracias, Rewell, pero despues de que solucione lo de Morty, voy a aprovechar mi tiempo libre con Maria y animarla lo que pueda.- Me excuse, de muy buen humor mientras sonreia, demasiado buen humor.- Aun asi, quien sabe, puede que luego la convezca a tomar una birras con vosotros y emborracharnos hasta hacer alguna locura ¿Eso estaria bien, verdad?

Sin esperar respuesta, cojo a Morty del brazo y lo arrastro a la salida con fuerza, no haciendole daño, pero si dando entender que no estaba dispuesto a gastar mas tiempo en juegos y explicaciones. Sin embargo, siempre recordando sonreir y despedir con caballerosidad y mano a la gente de la enfermeria, por mucho que me diera asco a mi mismo no poder sincero y recurrir a gestos digno de Michael.

Mortymer no opuso nada de resistencia... solo miró algo confuso a su primo pero aún así se dejo llevar... eso si, hizo fuerza suficiente para zafarse y lo siguió como una persona normal, no como la muñeca de trapo que se llego a sentir. Podría estar loco y en shock... pero la dignidad no la iba a perder en ese momento... consciente de todo e inconsciente a la vez.

Fue un par de pasos por detrás mirando al frente con gesto tranquilo sin abrir la boca... quizás este sujeto si le ayude...