Partida Rol por web

Mira la mano sobre su hombro, pero sonríe un momento y vuelve a refrescarse la cara mientras habla con un tono más amable de voz:

- Estoy bien. Ya sabes: Me estoy quitando de las drogas, tengo un poco de claustrofobia y... En fin, éstas cosas pasan, no te preocupes. ¿Qué haces tú aquí a la hora de comer? Está todo el mundo esperándote en el comedor... ¿Estás bien...? - preguntó, mirando el hematoma que le había salido al Big Dryden en el tórax... Pero modificó la voz a un gracioso tono burlesco, en un intento de imitar la voz de Rewell, y añadió: - "Si alguien te ha zurrado puedo acercarme a la enfermería a buscar alguna medicina..."

Sí... Las putas drogas de los cojones... No hacen más que joder. En fin, tampoco es momento de sacar el tema a pasear...
-¿La hora de comer? Pues si no sé ni cuánto tiempo he estado inconsciente, joder... -me llevo la mano a la frente, siendo consciente de ello en este momento-. No te preocupes por esto, se me pasará. Me han atropellado más camiones, no sólo Sanuye -bromeo, antes de reír su imitación-. Me parece que con esa voz tan dulce no vas a poder alcanzar al descendiente de Lemmy "Motörhead" Kilmister -continúo, dándole un toquecito en la frente con un dedo, a modo de juego-. Y que esperen al menos cinco minutos más... Necesitaba descansar un poco de toda esa locura y ponerme las cosas en orden... Joder, Dale, me alegro de que estés aquí -admito, apoyándome contra la pared, con total sinceridad. Pensaba que irían mucho peor las cosas con ella.

- ¿Porqué, es que quieres echarlo? ¿Qué pasa con Madison? Dale tiempo, está chunga por lo de su amiguísima de ¿uno? ¿dos días? Alice - suspira, realmente no le hace gracia que una persona tan joven muera... Pero la vida sigue, y gracias a Dios, no tenía lo bastante atragantada a Alice como para sentirse culpable a su muerte - Pobre chavala, la verdad. Era muy joven... Pero Amber lo es más, habrá que pensar en ella... Y en esa niña hiper-jodida que Taylor llevaba cogida...

¿Echarlo? No lo has entendido, ¿eh? Da igual, finge que sí. O, directamente, ignora el comentario. ¿Qué pasa con Madison, efectivamente? Pensaba que me gustaba, pero el hecho es que no pensé en ella durante la misión, sino en Dale. Es algo significativo, al menos. Y, al final, parece que ha sido Alice quien ha caído. ¿Sólo ella? Espero que sí. Sin prepararlo, agacho la cabeza y fijo los ojos en el suelo, rezando silenciosamente por la chica y porque ahora esté descansando. No le irá mal si lo consigue...
-Así que Alice... -suspiro nuevamente-. Una pena, pero es verdad que la jodió bien en Estocolmo. Y, mira, lo de Madison... Yo pensaba que me gustaba, pero la verdad es que lo único que pasa es que es guapa. Eso me llamó la atención. Pero hay muchas chicas guapas en el mundo... -cierro un puño y golpeo mi pecho con él un par de veces, aún mirando el suelo-. Pero que te lleguen aquí sólo hay una o dos. Bufff... No sé por qué cojones digo esto -me respondo, algo nervioso-. Amber tiene a su tío Donovan para protegerla, y no se separa de ella para nada. Y ellos dos me tienen a mí para recibir cualquier golpe si no estoy inconsciente entonces, claro -sonrío levemente. En realidad me tienen para mucho más, pero no creo que Donovan me quiera para nada y dudo que Amber se separe de él-. Lo de Molly lo veo más jodido... -porque asumo que la niña de la que habla es Molly, la hija de mi colega.

- "Las guapas"... - se puso un cigarro de su propio paquete en la boca, sin llegar a encenderlo - Al final siempre ganan, es un hecho. Parece que al principio no, pero el tiempo y el instinto animal siempre vencen al hombre, es un hecho.

Parece ignorar deliberadamente el comentario sobre Alice. No ha pensado en ello y no quiere hacerlo. No ha visto nada, no conocía a la chica y no quiere lamentarse por nada más en su vida. Ella lo advirtió: "No llevéis a Lex". Pero se empeñaron en llevarle la contraria, porque desconfiar es más fácil cuando se trata de desconocidos... Seguramente, si hubiese tenido modales de princesita, y cara de angelito como Madison, Lex o Isabella, le habrían hecho caso.

- ¿Porqué no ibas a decir lo que te apetece? Da gusto hacerlo y que te escuchen, aunque sea a causa de un encuentro fortuito. A veces hace falta - se quitó el cigarro de la boca y expulsó el humo imaginario, que se convirtió en vaho - Lo de la niña de Taylor... Joder... Ha sido verla y descomponérseme el estómago... Qué exageración, menuda reacción de mierda he tenido, soy una zorra de marca mayor... - de nuevo el cigarro a los labios... En su mente se consumía... - En cuanto a Amber... No diré lo que pienso, porque me ganaré odios y no conseguiré nada bueno. Ni para mí ni para nadie... Pero esa cría tiene muchos más problemas que el reciente diagnóstico de TDAH que le ha dado el capullo del doctor Hothart.*

Alzo una ceja inicialmente, extrañado, y ya me disponía a quitarle el cigarrillo de la boca hasta comprobar que no pretende encenderlo. Tomo asiento en el suelo conforme escucho cuanto dice y comienzo a responder antes de imitar su técnica de contrarresto de mono de tabaco.
-Bah, joder... Tú eres mucho más inteligente que yo, no puedes pensar eso de verdad. Lo de las guapas, digo. No creo que sea así, mira, y aunque lo fuera no sé de qué puedes quejarte tú, precisamente, si eres guapa de cojones -y es la pura verdad. Viéndola ahora yo diría que es la chica más guapa del hotel. Seguro que lo es-. Y mira, Dale, lo de Molly es... Es algo anormal completamente. No eres ninguna zorra, no me jodas, la culpa es de un puto loco que ha hecho eso a una pobre criatura sólo por... ¡Es que no sé ni por qué, pero cuando le ponga la mano encima a ese joputa! -me altero por un momento, apretando el puño que sostiene el cigarrillo, que acaba hecho trizas. La idea de que algún hijo de la grandísima puta de su madre esté por ahí levantando cadáveres para convertirles en marionetas me pone enfermo, pero lo que realmente me hace tener ganas de destrozar cráneos es que uno de esos cadáveres sea la hija de mi mejor amigo. Pero hay cosas más importantes, según parece... Cosas que, para variar, no suponen una buena noticia-. ¿TDAH? ¿Qué narices es eso? -me pongo en pie de nuevo, preocupado-. Dale, ¿qué le pasa a mi sobrina? Y acabas de decir que da gusto decir lo que a uno le apetece, así que suéltalo, por favor...

Dale suspiró tras escuchar ceñuda los halagos de Rewell. Se miraba en el espejo que tenía delante y veía menos que la sombra de lo que fué cuando se metió Australia y Nueva Zelanda en el bolsillo. No añadió nada por prudencia, además de que al parecer, el Big Dryden se estaba desahogando.

- Amén - dijo simplemente cuando el inglés descargó su ira verbal contra el anónimo creador de la aberración que era la hija de Taylor. Pobre cría... ¿Le dolería...?

Y tras eso, viene lo que se veía venir:

- "Trastorno de Déficit de Atención y/o Hiperactividad". Eso es "TDAH". Su otro tío, Sven, parece que lo padeció de niño y no se lo trataron... Ahora míralo... Da hasta miedo. A saber qué coño le habrá pasado, pero me hago unas ideas... He cotilleado "un poco" - juguetea con el cigarrillo, la mirada perdida en el suelo - Y tu hermana... Está verdaderamente jodida. Sinceramente: Dudo que sea bueno que tenga una niña, con que dos... - resopla. Le pesa decir eso, pero alguien debería escucharlo, y no ve a Donovan muy dispuesto a ello.

-Hiperactividad... -sí... eso me suena de haberlo escuchado en algún programa o haberlo leído en alguna revista. ¿No eran los niños que se subían por las paredes? Joder, ojalá hubiera leído un poco más en mi vida-. ¿Y eso... qué se puede hacer? Joder, lo que necesita esa niña es una madre -Porque lo último que podía esperar era que Jolene la dejara aquí, aunque estoy seguro de que velaba por el bien de su pequeña. Pero Ambery necesita una madre o alguien que pueda sustituirla. Lo que no sabía era que Sven padeció ese TDAH, pero desde luego no me gustaría nada en absoluto que mi sobrina acabara como él es ahora mismo. Eso no es normal. Cuando lo conocí pensaba que sí, que podría serlo... Que sería alguien como yo. Pero yo sólo era un capullo que me reprimía todo lo que pasaba por mi cabeza. Sven es, simplemente, imperturbable. Inhumano. Y sí, también yo me hago una idea de lo que le pasó cuando era niño. Aún recuerdo algunos retazos de una conversación que tuvimos-. No -declaro, tajante, apoyándome en la pared de brazos cruzados, serio y preocupado-. No está bien que haya tenido una niña tan joven. Está jodidamente lejos de estar bien... Pero es lo que hay. Y tampoco está bien que vaya a tener otro niño con Balaguer, que no deja de ser un crío también, pero es lo que hay... -suspiro, llevando una mano a la cara, comenzando a frotarla con los ojos cerrados-, y hay que echárselo a la espalda... Como todo... Joder... Pero quiero y tengo que creer que con Alejandro le irán mejor las cosas. La quiere. Ha cambiado por ella. Tiene que irles bien y tengo que creer en eso... Como tengo que creer en muchas otras cosas, aunque sea de lo más jodido... -Creo en ti, Dale... Creo en ti

Le salió una risilla, lejos de ser divertida, más bien cargada de amargura.

- ¡El mal común de los hermanos mayores: Mirar al pretendiente de la hermanita...! - suspiró y todo rastro de sonrisa se esfumó, dejando el peso del cuerpo sobre un hombro apoyado en la pared, mirando a Rewell, sentado en el suelo - Se ve que el tal Alejandro pierde el culo por Jolene. Se ve a kilómetros, no es difícil darse cuenta de que cualquier tío haría cualquier cosa si tuviera una Jolene a su lado: Preciosa, joven, encantadora, magnética, esa mezcla perfecta entre dulce y picante y, sobre todo, alguien de la que uno quiere cuidar y que se sabe nada más verla que no permitirá un segundo de aburrimiento. Balaguer es como cualquier gato: Muerde, araña y caza hasta que le pasan la mano un par de veces, le dan comida y le aceptan en una casa, entonces se convierte en lo más doméstico y apacible del mundo. Pero está enfermo. Ha matado gente, y parece que eso sea lo que más le guste a tu hermana después de su físico... Dale la vuelta: Pregúntate si Jolene es buena para Balaguer, en lugar de lo contrario... - se sienta finalmente en el suelo, mirando el lavabo - Yo te digo que el español sería un padre modelo aunque tu hermano y tu padre no le dejen serlo. Pero Jolene... Un día se aburrirá. Ese día tendrá dos hijos y un hombre a su lado que la atarán a su entorno. ¿El resultado? Simple amargura o catástrofe.

Aspiró profundamente el cigarro apagado, suspirando después. Ya estaba dicho...

Silencio. Junto con el sonido de nuestras respiraciones y los suspiros que salen de ella al "fumar" es lo único que puede escucharse con claridad en el baño ahora. Desde abajo, mantengo mi mirada sobre la suya. Pero el gesto no es ceñudo, severo o reprobador. El gesto es de sorpresa. Porque, en realidad, lo que dice tiene mucho sentido... Es decir... Daría mi vida por mi hermana si fuera necesario por mucho que diga, haga, o por muy distintos que podamos ser. Haría lo mismo por Donovan pese a todo lo que me ha dicho, cómo me ha tratado, cómo me trata y todo lo que puede pensar (no sólo de mí, sino del mundo, pues demuestra una absoluta falta de moralidad). Pero, por supuesto, eso no me convierte en alguien ciego. Es verdad que mucho he pecado de ceguera, pero teniendo en cuenta cómo se me han mostrado mis dos hermanos, incluso en mi caso la ceguera es algo imposible. Una cosa es que sean lo más importante para mí en el mundo. Otra que no pueda ver o saber cómo son. Y el problema es que Jolene bien podría encajar en todo cuanto ha dicho la señorita Lantana. ¿Catástrofe o amargura? ¿No puede haber nada más? Como antes, ahora debo creer que sí puede haber algo más. Supongo que nadie podría haberlo dicho, pero no soy una persona pesimista. Corrijo: me obligo a no ser pesimista. Tras unos segundos de silencio que casi me parecen eternos, me encojo de hombros, mirando ahora la pared al frente.
-Tengo que creer también que algo mejor puede haber. Con todo lo que ha pasado Jolene tengo que pensar que habrá justicia y al final será feliz... Tiene que serlo, coño. Y no vayas a pensar que no tengo confianza en Alejandro... -me pongo en pie y paseo de brazos cruzados por la estancia-. Si soy ahora mismo un jodido perro faldero de Isenhall es por él... Pero, claro, es fácil hacer pactos con diosas arcaicas antes de que te digan: "tienes que matar a los que decidan irse"... Por más vueltas que le doy sé que no hubiera podido hacerlo. Me es imposible. Pero, claro, ¿qué le hubiera pasado entonces a Alejandro? Joder, esto es una mierda... Pero mira, sé que no me he equivocado con él. No me he equivocado con ellos.

- Puedes esperar sentado a que "lo bueno" y la "justicia" acudan, Rewell... Si no te buscas lo que quieres y no juegas bien tus cartas, serás un jodido infelíz. Yo decidí ponerme mi carne en el asador después de que me plantaran en el altar... El tiempo me ha demostrado sólo una cosa: Que debía haberlo hecho más y mejor... Y estoy en ello - no parece muy orgullosa, pero tampoco parece sentir mucho duelo por ello - A algunos les tocan cartas imposibles de jugar... Tu hermana es una de ellas... Ni siquiera "reseteándola" va a ser fácil que la cosa no acabe mal...

¿La dejaron plantada en el altar? ¿Qué pasa en el mundo, que estamos todos locos y no sólo los de este hotel? Aunque tampoco sé a qué se refiere ahora con lo de poner su carne en el asador... Bueno, tengo una ligera idea, pero no sé si me acaba de gustar del todo, así que calculo que es mejor rechazarla. Simplemente dejo de dar vueltas y me detengo frente a la australiana, inclinando el cuerpo hacia adelante para acabar con los ojos a la misma altura que los suyos.
-La vida no es un juego de cartas... Es dura, sí, es jodidamente dura. Pero creo que lo último que podemos perder es la esperanza. ¿O qué pasa, que hay que darlo todo? Yo mismo me he dejado atrás muchas cosas que me hubiera gustado hacer. La vida me las ha robado, no hay más. Pero nunca me va a robar la esperanza de que las cosas vayan a mejor. Y tú también deberías pensar así... Creo que sonreirías más... -y le doy un pequeño toque con un dedo en la barbilla, sonriente-. Cuando eras pequeña estabas riendo todo el día. A ver si voy a tener que hacer el payaso para que vuelvas a hacerlo... -dicho lo cuál bizqueo los ojos y junto los labios en una mueca de idiotez con la esperanza de hacerla reír un poco, aunque sea. Después de haberte pasado casi diez años sin hacerlo descubres que es necesario... Ayuda a seguir adelante, aunque parezca una tontería.

No se inmuta cuando el enorme inglés se le pone a la altura de los ojos, en una batalla de miradas sabe que gana... A menos que se trate de Isenhall o de un hombre guapo intentando seducirla con garbo y encanto. Entonces pierde miserablemente. Rewell es encantador... Pero le falta mucha garra para "ganarle".
Levanta una ceja al recibir el toque en la barbilla y le devuelve una mirada crítica...

- A ver, primero: ¿Quién coño te ha dicho que yo haya perdido la esperanza? Tengo más que nunca después de que me vistiera de blanquito para hacer el ridículo. A mí la vida no me ha robado nada: He hecho lo que me ha dado la gana siempre, hasta que conocí a mi "gran amor". Pero le tuve, y le perdí, lo que no es del todo cierto: ÉL me perdió a mí. Que se joda. No voy a volver a privarme de absolutamente nada. Segundo: Sonrío mucho, porque soy australiana y nacemos así - puntualizó, con el cigarro colgando de dos dedos en la mano muerta, vuelta hacia arriba y con el codo apoyado en la mano con la que se abrazaba la cintura - Y tercero... Todo el polvo que tenías hace un instante, acabas de perderlo haciendo eso. Si era tu intención... Bravo. Si es otra cosa... Lo vas a tener chungo para recuperar "la erótica", guapo... Ya no soy pequeña, bajita tal vez, pero ahora lo que me anima de un tío tan bueno como tú no es que haga el payaso... Sino que me folle hasta que me crujan los huesos. Así que creo que ha habido un error de entendimiento.

Sin apartarse lo más mínimo, se puso de nuevo el cigarro en la boca y siguió mirando a Rewell, como quien espera una explicación... Pero eso sí: Sonríe. Es una sonrisa más cabrona que otra cosa, pero ahí está.

Y así es como John Rewell Dryden, mecánico de profesión, sintió por primera vez el duro tacón de la humillación femenina golpeando con fuerza contra su sién. Bien podría imaginarme esta escena en un bar, durante la primera vez que me decidí a tirarle los tejos a una chica. Una escena que jamás llegó a ocurrir... Pero esta situación casa a la perfección. ¿Y qué haría en una situación como esta el macarra empedernido de buen corazón que en realidad soy? Sentirse un poco capullo y un poco jodido... Es Dale Lantana, nada menos, de quien estamos hablando. Por un momento me quedo totalmente bloqueado. Parpadeo, eso sí, pero por lo demás me quedo un poco bastante en blanco. Hasta que llega... Sí, ahí está... Es ese fuego que crepita entre los gritos de James Hetfield, Jim Morrisson, Paul Dianno y tantos otros... Nunca me he acojonado, y menos ante una chica. Me incorporo, asintiendo con la cabeza con una expresión que dice: "lo que tú digas", antes de comenzar a hablar.

-Perdona por malinterpretarte y querer animarte, ¿eh? La hostia, si es que soy gilipollas por no ver las cosas como son. Y mira, me parece que tienes razón con lo del error de entendimiento, bonita, porque a mí los polvos no me interesan... No me hubiera pegado veintiseis años pasando del tema si me interesaran. No tengo ninguna intención de recuperar ninguna "erótica", porque soy como soy y a quien no le guste que se joda -chasqueo los dedos alzando las cejas en una mirada casi desafiante, bastante diferente a la anterior, antes de girarme para coger mi camisa y comenzar a alisarla-. Hay que joderse, desde luego...

- ¿Quién te ha dicho que no me has animado? - alza las cejas, en busca de nuevo de una respuesta, pero ésta vez ríe, temblándole los hombros - Adoro ver a los tíos indignados. Pero ésto es la polla: Eres virgen de verdad. No fallé en mis teorías... Cosa que tampoco me sorprende, pero tampoco deja de ser la polla. Y otra cosa te digo, "bonita": Si llevas pasando del tema veintiséis años es porque no te has encontrado con "la imposición justa de retribución que es aplicada por un agente adecuado, personificado en este caso por una gran folladora: Yo". Y si todavía no lo has notado, en breves instantes la curiosidad empezará a hacer que lo que tienes entre las piernas reaccione por sí sólo y te pida a gritos que te des la vuelta, me cojas contra la pared y me lo hagas hasta que el cuerpo te diga "basta" - su sonrisa se amplió, divertida - Como mucho te profetizo que ésta noche la ansiedad no te dejará dormir y tendrás que hacer una escapadita en soledad... Porque pensarás: "Joder ¿un tanga de Harley Davidson? ¿Será verdad? ¿Cómo le quedaría...? Y entre toda ésta locura... ¿Porqué no aprovecho y me apunto a la única que estoy deseando cometer en vez de mantener la pose de indignación...?"

Dedicó una profunda y significativa mirada a Rewell mientras de nuevo degustaba la boquilla del cigarro...

- Te lo he dicho antes y te lo repito - concluye, arrojando el cigarro al suelo entonces - : Las guapas siempre ganamos.

La primera reacción, que llega sencillamente de la irreflexión, es inclinarme, algo ceñudo y señalarla con un dedo al tiempo que digo, simplemente: -Escucha, joder... -porque eso es lo que hubiera pasado en un bar, si la chica en cuestión me hubiera insultado, lanzado un vaso a la cabeza o algo por el estilo. Claro, yo daba por hecho que lo que iba a ocurrir era eso, pero ahora empiezo a reconstruir la conversación y a darme cuenta de que no se ha ni parecido a lo que había pensado. Y he escogido un mal momento para mirarla... Esa postura, el cigarrillo entre los dedos justo antes de tirarlo al suelo... La hostia... Un tanga de Harley Davidson... De la Sagrada Firma Harley Davidson... Tanga-Dale-Harley Davidson-Pared... aparto la mirada, aún boquiabierto, el dedo aún señalándola. Lo único que se han movido han sido los ojos, de hecho. La hostia, es verdad... Está pasando algo ahí... Cojones, la toalla... Me doy la vuelta todo lo rápido que puedo. ¿Qué coño pasa? No es un polvo. No lo es. Pero eso no quita que la desee menos...
-A ver, niñata -me tomaré esa licencia, estoy tan nervioso y acojonado que me sale la agresividad, y ella es menor que yo-. No eres un polvo, ¿entiendes? Eres bastante más que eso. Estás a años luz por delante de ser un simple y jodido polvo... Así que... No sigas por ahí... -aunque ya no sé ni lo que digo en realidad. Paradójico: metido en un hotel de hielo y ninguno manejable a la vista.

Los ojos de Dale se desviaron ésta vez a la toalla de Rewell mientras él se giraba para darle la espalda.

- Pues claro que estoy a años luz por delante de ser un simple polvo... Podría hacer sentirse virgen al follador más experimentado que conozcas. No soy un simple polvo, soy "EL polvo". Y... ¿"niñata"?

Lantana chasqueó la lengua, decepcionada.

- Wrong answah, digger... - chasqueó los dedos en el aire mandando a paseo la situación y rodeó a Rewell andando con un pié por delante de otro, felina, a Rewell. Pasando de largo y dirigiéndose a la salida.

Veintiséis años y de pronto, ¡zas! Aparece una chica así... No es cuestión de no saber mirar o buscar. Es simplemente una cuestión de tiempo. Y, al fin y al cabo, ya la conocía de antes. De mucho antes, aunque sólo fuera por unas horas. Cuestión de esperar. Ella parece relacionarlo todo con lo mismo, cuando realmente no es así, al menos por mi parte. ¿Qué hacer, entonces? ¿Cómo demostrárselo? Tengo que demostrarle que se equivoca... Tengo que... Justo en el momento en que va a pasar junto a mí en dirección a la salida, extiendo el brazo para interponerlo entre ella y la puerta. Empiezo a ver lo que es ella y lo mucho que me mola, pero tengo que hacérselo ver, y no se me ocurren muchas formas aparte de la que pretendo llevar a cabo. Para alcanzar su altura me inclino nuevamente. El semblante es tranquilo cuando vuelvo a encontrarme con sus ojos. Y ahora la cercanía es un factor de importancia.
-Te equivocas... No eres ni un polvo, ni El Polvo, ni nada por el estilo. ¿Qué cojones me importa que puedas hacer sentir virgen al follador más experimentado si yo ya soy virgen? Te diré lo que va a pasar: esta noche no sé lo que voy a pensar, pero te aseguro que si hago una escapadita en soledad será para fumar, no para venirme aquí -alzo las cejas significativamente-. Puedo aguantar el tiempo que sea. De hecho puedo aguantar todo lo necesario, hasta que te des cuenta de que no eres un polvo -e, increíblemente, me atrevo a darle un beso en los labios. Inesperado, rápido, pero tierno. Y sonrío ampliamente porque... bueno... es mi primer beso, y eso me resulta algo emocionante. Me aparto entonces, dejando el camino libre hacia la salida mientras cojo la camisa y me la pongo, comenzando a abotonarla-. Me gustas, Dale -confieso-. Eres la primera chica que me gusta. Durante la misión, cuando pensaba que iba a morir pensé en mis hermanos, en mi sobrina y en ti. No sé por qué, pero es así -me doy la vuelta y me pongo la ropa interior por debajo de la toalla-. Pero eso quiere decir justamente que no puedo verte como un polvo, ni como el mejor polvo del mundo ni nada relacionado con el jodido sexo, que parecéis todos enfermos con él -río, poniéndome ahora el pantalón y retirando la toalla-. Y ahora que ya lo he soltado todo... En fin, ahí está... -me coloco las muñequeras, ya dispuesto para ir al comedor siguiendo a la australiana.

Dale se pone completamente colorada al recibir el beso, más por lo inesperado que por el gesto en sí. No aparta los labios, pero tampoco los mueve. Se dedica a mirar a los ojos al gigante que tiene delante, escuchándole con los labios entreabiertos y la mirada enigmática, pero con un matiz de desconcierto.

- No tienes ni idea de lo que estás diciendo... - lo mordaz ha desaparecido, habla totalmente en serio, negando lentamente con la cabeza y levantando un dedo para señalarle - Me conoces de absolutamente NADA... ¿Qué has visto? ¿Algo más débil que tú psicológicamente que te va a ayudar a sentirte superior? Porque lo que es mi físico y mi forma de ser sé bien que no son los de una princesita perfecta como todas las que están ahí fuera, y leeme los labios: me lo bufa. Pero te lo advierto: Me gusta jugar con el cuerpo... Pero me da asco que intenten jugar con otra cosa. No tienes NI IDEA de lo cabrona que puedo llegar a ser cuando intentan jugar sucio conmigo... Y si crees que estar encerrada en el mismo sitio que un puñado de locos o que me esté muriendo de pena por Amber va a impedir que te pille... Lo llevas claro. Ahora hablo yo: Que te jodan. Pero has perdido la oportunidad de que sea yo.

La última mirada de Lantana a Rewell resultó indescriptible...

Y tras eso, la australiana hizo ánimo de apartarle el brazo al inglés de su camino y salir.

¿Qué? ¿Qué acaba de ocurrir? Esa reacción no era esperada... Esa mirada... Joder, hasta asusta... Pero, sobre todo, desconcierta... Y eso es lo que refleja mi expresión: absoluto desconcierto. Y dejar esto así, sin dar una explicación, sin aclarar esto de lo que me está acusando, sería un pecado. Así que llevo la mano a su brazo, reteniéndola de nuevo para evitar que me deje con la palabra en la boca.
-¡Eh, eh, eh, para el carro! ¿¿De qué cojones estás hablando?? ¿Sentirme superior? ¿Jugar sucio? ¿¿Jugar con otras cosas?? -exclamo, ahora comenzando a sentirme cabreado incluso-. A ver si me aclaro... ¿Eres tú la que se me pone a tentarme y a jugar conmigo y cuando yo digo las cosas como las pienso me dices que me vas a joder la vida o algo así? Es verdad que no sé mucho de ti, pero ya sé que un anormal te dejó plantada, que tienes dos hermanos a quienes conocí como a ti en una fiesta cuando éramos unos críos, que Amber te importa y que desde que te vi, no sé cómo cojones ni por qué, algo se me revolvió dentro. Eso es lo que sé de ti. ¿Que no es mucho? Está bien, no lo es. ¿Que ahora porque te he dicho esto vas a pasar de mí? Tendré que soportarlo, aunque me joda, pero no me vengas con que si quiero ser superior a ti o si quiero jugar contigo, porque no me explico cómo coño puedes pensar algo semejante... -alzo la mano libre en un aspaviento de absoluto rechazo-. ¡Qué cojones, ya sé que es raro! ¿Pero, y qué? ¿Hay que buscarle una puta explicación a todo? Me molas: punto. Y no sé por qué, ni quiero entenderlo. Es sólo lo que siento, y no hay más -me aparto ahora, caminando unos instantes, con los brazos en jarras, antes de volver a mirarla, consternado y cada vez más dolido, llevando una mano al pecho-. De verdad, ¿esa es la imagen que doy? ¿De ser un hijo de puta manipulador? Porque si es así me gustaría saberlo, para que no se me caigan los cojones al suelo del susto, más que otra cosa...