Partida Rol por web

GELUS VIRICA

[ICEHOTEL] - Baños

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30/09/2008, 18:18
Taylor Hawkins

Taylor Hawkins perdió la virginidad a los catorce años con Lorraine Burke, 87 kilos, 52 años, gerente de un "L.A Pizza Palace" del centro, en el almacén, rodeados de palets vacios y con el ensordecedor ruido del extractor de humos ahogando unos gemidos que se prolongaron exactamente 3 minutos y 12 segundos.

Taylor Hawkins hizo el amor por primera vez con Victoria Balhani en el Hotel Plaza de Cuba, habitación 1283 (con vistas al Malecón), escuchándose de fondo, en un viejo tocadiscos, "Vengo naciendo" de Pablo Milanés. El crono, 2 minutos 57 segundos.

Taylor Hawkins vió salir de las duchas a María Ortíz, vaqueros, sujetador, toalla al pelo, en los baños del Ice Hotel (Jukkasjärvi, Suecia) a pocos días de las fiestas de Navidad. En la misma estancia se encontraba Victoria Hawkins decidiendo la manera de utilizar un cepillo de dientes.
Dos segundos 43 centésimas (sin consumación de acto). Registro pulverizado. Nuevo record del mundo.

Tres veces. Sólo tres veces. Taylor Hawkins no se turbaba facilmente ante la presencia de una mujer.

Notas de juego

Por supuesto, Taylor se desliza disimuladamente a las duchas, sin decir palabra, y abre el grifo del agua fresquita...

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01/10/2008, 07:03
María Ortíz

Cuando Taylor salió de la ducha, al parecer María ya se había encargado de lavarle los dientes a Victoria, ya se había vestido de forma casi brutalmente colorida* y le enseñaba la llavecita de su collar a la niña. Una vez el padre de ésta salió de la ducha, Mara sonrió. Por lo visto se había perdido el "record".

- ¿Nosotros vamos a desayunar?

Notas de juego

*

Macho, he tenido que cerrar la ventana al leer tu post para dejar de reírme con él XDDDDDDDDD
Si sales al comedor, haz tú la entrada y muévete en el mapa, que éstas dos van contigo ;)

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11/02/2009, 01:53
Antti Koivusaari

- "Li di sir miyir ni mi intimidi", "dibiríis timirti ilgui..." -la imitó mirando al techo y balanceándose burlón, sin muchas energías, bufando una risilla después para entonces echarle el brazo por encima de los hombros a la húngara y dirigiéndose a los baños, la otra mano en lo que quedaba de bolsillo- Deja mi herida en paz. Creo que me favorece... Además, la cirugía estética es para Donovans o Michaels... Yo soy un macho, y mis cicatrices cuentan cosas más emocionantes que los tatuajes de calaveras -una nueva risilla floja, hasta llegar al fin al baño... Donde ni corto ni perezoso se quitó la parte de arriba de la ropa. No tenía, para gran sorpresa de Lex, más que un solo tatuaje: Una rama de enebro en el homoplato derecho...

Pero de lo que si tenía una buena colección era de cicatrices. La de la cara al parecer había sido la primera. Un ojo experto vería cicatrices de mucha naturaleza en aquel torso, pero sobre todo pudo ver restos de quemaduras y cortes que posiblemente fueran cauterizados con hielo... Milo escondía sus numerosas cicatrices también con tatuajes. Aquella explosión de la que hablaban debió ser tremenda... Unas cuántas señales pequeñas pero bien marcadas se dibujaban en la espalda: Varios cristales debieron clavarse ahí.

Sin embargo, como buena estrella de rock, Esa no descuidaba unos pectorales firmes, unos biceps y espalda bastante marcados y unos abdominales bien definidos, si bien sus deltoides no estaban tan marcados como los de Reisel.
Se contrajo por el frío. Su poder no le protegía en el hotel, y aunque Alexandra no sentía el rigor de aquella temperatura, Antti se llevaba las manos a los brazos y con la voz algo afónica gritaba:

- ¡Acólito: Ropa de calle abrigada! -no tardaría en aparecer alguno con lo demandado. Se volvió a Lex antes de entrar en una de las cabinas de ducha- Te recomiendo que hagas lo mismo. Luego vamos a salir por Kiruna a dar un paseo por mis huevos. Y probablemente por la noche reclute a unos cuantos que lo necesitamos para ir donde Valdemar a pillar una buena cogo...

Cita:

Mejor así, "tigre"... No quieras recordar un beso suyo en éste mismo día...

Antti observaba a Lex. La necesidad de calor actuaba, ella olía de maravilla y aunque su sola compañía alegraba el día, al finlandés le quemaba el deseo.

-Me he puesto cursi muchas veces contigo. Lo que unca te he dicho -dijo sin más- es lo guapa que eres... Creo...

Se apartó de la ducha un paso, apoyando la mano sobre la pared y observando los ojos de Alexandra con los labios entreabiertos.

Un beso suyo, en cualquier momento, es un beso suyo... Y yo...

Cerró los labios e inclinó la cabeza hacia abajo, mirándola por debajo de las cejas... Unos instantes cuajaron aquel momento... Y descubrió algo: Estaba harto. Estaba harto de las injusticias, de los que ganan sin merecérselo, de masticar para que otros tragaran. Herkus no se la merecía... Y él daría el mundo entero por ella, pero sin alejarse de su lado.
Poniéndose derecho y olvidándose de que existía el frío, estiró la mano para coger la muñeca de aquella que merecía sentirse acompañada, amada y deseada, tirando de ella hasta arrinconarla contra la pared en un parpadeo, sin dañarla, apoyando cada mano a un lado de su cabeza, los puños cerrados, la frente posada sobre la de la húngara y el cuerpo estrecho contra el de ella. Así quedó en San Petersburgo. No consiguió nada... Quizás debió hacerlo. Quizás ahí estaba el error: Le dio cancha a un tipo que creía su amigo y les dejó en la estocada a la primera de turno. Ya bastaba. Tenía suficiente para despedirse del 2002 con lágrimas en los ojos.

- Lo que sea -susurró entre dientes, de nuevo nervioso y temblando, no por ello menos decidido, alternando las miradas entre sus ojos y sus labios- Lo que sea, Lex: Puedes. No hay nada en éste puto mundo que te tenga que estar prohibido. Agárrame, úsame, ámame o fóllame, llora en mi hombro y luego puedes dejarme solo o podemos ser tan amigos mientras eso te haga feliz, aunque sea durante un instante... Pero deja de reprimirte. Y que sea AHORA. Yo no me voy a ir. Ni aunque me eches. Y si te vas tú, al salir de tu habitación me verás esperándote. Pero todo eso y mucho más... Es algo que PUEDES hacer.

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11/02/2009, 15:55
[Lex Czigany]

Cita:

"Li di sir miyir ni mi intimidi", "dibiríis timirti ilgui..."

Aquello logró soltarle una risilla, palmeando con apenas fuerza el torso de su acompañante a modo de reprimenda. Una vez dentro del baño, al principio con cierta cortedad y luego con un semblante más alarmado, contempló el torso desnudo de Esa y las numerosas cicatrices que éste exponía. El tatuaje le pareció, ante todo, curioso y bastante bonito. No se había esperado en alguien como él una ilustración tan sencilla y tan poco común. Y tampoco se habría esperado una forma física distinta para alguien que lleva al pie del cañón varios años...
Imitó la orden que dió su compañero para recibir también ropa adecuada por parte del acólito. Y cuando la tuvo, la revisó sobre una de las banquetas del cuarto de baño.

Cita:

Me he puesto cursi muchas veces contigo. Lo que unca te he dicho es lo guapa que eres... Creo...

- Vaya - le miró y sonrió, colorada de nuevo - Gracias. Aunque no te lo creas todo empezó con el Pantene de Lituania. Debería denunciarles por meter elementos... químicos poco comunes en los cosméticos. ¿Te lo puedes creer? Una ducha y tienes "superpoderes"...

Sí. Estaba llenando el silencio que dejaba el otro. Pero un movimiento inesperado (hasta cierto punto), y volvía a estar en una posición conocida. No sabía qué tenían los malditos cuartos de baño que no tuviera una habitación, la calle, una sala de cine o joder, cualquier otro sitio.
"¿Cómo he llegado a esta situación?". Era lo que se preguntaba la que por segunda vez quedaba entre la espada y la pared. Cerró los ojos, respiró fuerte a la vez que apretaba los labios y tragaba. El aire que él dejaba escapar con su susurro le quemaba la piel que, erizada, cálida, sofocada... Flaqueaba y temblaba de nervios.
Alzó los ojos hacia los suyos, haciendo un esfuerzo inhumano para no tener que mirar más abajo. Ella no aspiraba ni a la riqueza ni al poder. No quería un héroe, ni un inmortal, ni nada cercano a una deidad. Era mucho más simple: quería un hombre junto al que poder envejecer. Honesto, pasional, humano... Por mucho que Isenhall se hubo empeñado en hacerle entender su naturaleza, para Alexandra aquella era la característica clave, la más hermosa que podría encontrar en alguien: La humanidad, junto con todos sus sinónimos. Reisel la había extinguido, pero Koivusaari emanaba esa fragancia tan deliciosa, cálida y exquisita que buscaba...

Y sin fuerzas para negarle, acogió su rostro entre sus manos cuando terminó de hablar, ladeó la cabeza y acertó a depositar un beso extremadamente dulce y suave sobre los labios del finés. Primer contacto: Embriagador. Las manos le temblaban a causa de los nervios y la emoción, pero también se acertaba un profundo miedo. Una fuerza la lanzaba a los brazos de ese hombre, mientras que otra pretendía apartarla con una violencia que casi podría perforar la pared que la "aprisionaba". Antes, como hija, como aspirante a sanadora, era irrefutable la necesidad de mantenerse con la cabeza alta y la mente sana y fuerte. Ahora no quedaba nada de eso. La cabeza se inclinaba y la mente se perdía... El hotel la había vuelto obsesiva, derrotista, débil e insegura...

...Y al minuto de estar besando al guitarrista con creciente necesidad y cariño, deslizando una mano por su cuello e incluso tirándole de algún mechón de cabello... Se detuvo, y posó las yemas de los dedos sobre su boca de inmediato.

- Por favor... No me hagas seguir - respiró agitada, con las pulsaciones a mil, relamiéndose los labios. Tan atraída como ahuyentada - Hay gente en peligro por mi culpa. Hay gente que se ha sacrificado por mí, de un... modo u otro... - ...o eso quería creer. La mutilación del rostro del lituano, apenas a unos centímetros de sus ojos, tenía mucho que ver. Esa brutal visión era la que la impedía descansar en paz, la que la atenazaba de noche y la colmaba de culpa, antes de las muertes de Connor y Serlen - No está bien que haga esto. He causado mucho dolor a mucha gente y...

Dejó la frase en el aire, mirando al suelo, aún ruborizada. Con sus manos cogió una de las del finés y la posó sobre su mejilla. Su deseo no la dejaba ni mucho menos indiferente, pero temía dejarse llevar demasiado rápido, y también incomodar a Holöpanen.

- Te necesito. Te necesito de veras. Nada me sienta mejor que tu compañía... No sé desde cuando, pero no me sale disimularlo - reveló, con los ojos cargados y dificultad en el habla - Pero no estoy bien. No estoy bien de la cabeza. No soy libre... Tengo miedo de despertarme una mañana y que tú también seas historia...

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11/02/2009, 17:39
Antti Koivusaari

Cuando Lex tocó su rostro con ambas manos y posó los labios sobre los de Koivusaari, éste tuvo que confiar en sus brazos para no desplomarse, dejando el peso de su cuerpo sobre la verticalidad de Alexandra. Cerró los ojos mientras toda la piel se le erizaba y el aire salía de su boca como si fuese a ser la primera y última vez que respirara, atinando a mover los labios suavemente sobre los de la húngara, como si deseara abrazarlos con los suyos... Pero apenas podía moverse. Desde que la vio, en la soledad el recuerdo le atacaba como una fiera hambrienta, y al principio se reía y decía alguna broma bastante bárbara al respecto... No tardaría mucho en callarse, y aquellos ratos no servían para quitársela de la cabeza, no había posible desahogo... Hasta que ella sonreía delante suya, y el mundo y su propia persona se vaciaban por ella, porque era lo único que importaba en la Tierra: Su sonrisa.

El escalofrío crecía cuando ella tiraba de su pelo y la mano pasaba por su cuello. Por primera vez en toda su vida lamentó no haberse afeitado, y se planteaba si ella preferiría una cosa u otra, pero en términos generales, se sentía tan extático que pensó que sería otro de sus sueños... Hasta que habló, y abrió los ojos para mirar los suyos. Hablaba de gente. ¿Qué coño importaba la gente? Sacrificarse por ella es lo que había que hacer, lo que estaba escrito en su voz y en sus ojos... Quien no lo hiciera era el que realmente tenía un problema valorativo, y no había más que hablar. Cuando ella le cogió la mano, Esa seguía anestesiado por aquel instante de ensueño para el que, no sabía bien, si estaba preparado en ese momento, pues apenas reaccionó. Acarició la mejilla de ella, con el pulgar, no porque Lex hubiese puesto su mano ahí, sino porque lo deseaba.

Al oírla tragó saliva, y su ceño se frunció de nuevo levemente, aunque sus ojos brillaron, probablemente, más de la cuenta, llevando la otra mano a la otra mejilla y la punta de la nariz a la de ella. No quería plantearse la muerte. No quería saber nada de historia. No era un poeta como Adrien, no era de palabras blandas como Reisel, ni siquiera era un tío serio, como Sven... Pero cuando estaba seguro de algo, lo demostraba. Era hora de que un hombre, y no un niño o un artista caprichoso, tomase el relevo.

Bajó las manos, en una caricia, desde las mejillas hasta los hombros de ella, pasándolas por la espalda y finalmente asiéndose a la cintura, que estrechó contra la suya y entonces reaccionó, uniendo de nuevo los labios a los de ella con mayor fuerza y anhelo. Estaría preparado para lo que fuera. Por ella.

"Los hombres no crecemos, Esa... Siempre somos unos niños, y solo demostramos que al fin somos hombres cuando somos capaces de tratar como se merece a la mujer de nuestros sueños. Solo entonces te sientes débil, y a la vez totalmente seguro de que harás lo que sea por una sonrisa. Solo entonces somos débiles... Y más fuertes que nunca".

Su mano fue hasta la nuca de ella mientras la otra se quedaba en la cintura, y la inclinó hacia un lado, como en el final de un tango. Ella no se caería, porque él la sostenía en sus brazos. Cuando se quedó sin aire besándola, siguió un poco más, y cuando concluyó, calando hondo cada palabra y alzando el mentón a la altura de su nariz, mirando hacia abajo para ver sus ojos, Alexandra vio verdadera determinación... Y algo que podía hacer fuego la Antártida: El brillo que sólo hay en unos ojos que aman...

- Si no consigo que seas libre, me encerraré a tu lado. Estaré contigo en la locura, en la cordura y en todos los rincones del jodido mundo... Te lo aseguro... Y si la muerte me arranca de tu lado, solo será mi cuerpo, nena... Porque si tú quieres, desde hoy mismo te vienes a dormir a mi habitación, para que veas cada mañana la pinta de mendigo que tengo al levantarme... Pactaría con Isenhall para ser uno de sus guardias hasta el fin de los días porque en tu vida tuvieses que plantearte si voy a desaparecer... A mí me da igual ser libre si mi prisión eres tú... Esa Holopainen no va a ser más historia que la tuya... Y eso no puedes decidirlo. Ya está decidido...

La mano con la que sujetaba la nuca pasó el dorso de los dedos de nuevo por la mejilla. Al finlandés le bastaba un brazo para sostener a Alex...
La mano descendió por el brazo hasta llegar la la de ella, y la atrajo hasta el pecho del hombre, mientras éste lanzaba una mirada cargada de desafío y deseo a la chica...

Cita:

- Por favor... No me hagas seguir...

- Sigue...

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11/02/2009, 18:27
[Lex Czigany]

Un segundo beso, y casi hizo arrepentirse a la húngara por haber abierto la boca lejos de la suya. La joven "perdía" la batalla a pasos de gigante con cada nueva caricia, insinuación o beso, y sentirlo aún más pegado contra su cintura la puso evidentemente más nerviosa, deslizando una caricia por el brazo que la aseguraba a su cintura.

La postura casi de baile la predispuso a dejarse llevar, y hacer caso a lo que le pidiera. Dejó la pierna más cercana al guitarrista semi-flexionada, mientras la otra quedaba estirada con la despreocupación de quien se encuentra sujetada con firmeza. La melena, desgreñada, le caía como una cortina de camino al suelo. Pero la muchacha no hacía nada en especial, nada que no fuera atender al finés con los labios entreabiertos y los ojos entornados, enredados con los suyos...

No sabía en qué momento comenzó a sentir esa necesidad por Antti. Se había acostumbrado a su presencia, fuera cual fuera su situación. Ni siquiera tenía que molestarse en llamarlo: Él ya estaba allí como por arte de magia. Tampoco se habría imaginado que sus sentimientos hacia ella fueran tan fuertes. Pero no era un niño, sino un adulto experimentado en el arte de la vida. Y no es que la juventud fuese el problema, pero su actitud madura, su determinación y su constancia jugaban un papel vital en la confianza y en el amor propio de la muchacha, que temía estar enamorándose de él. Le daba un miedo irracional pensar que algún día podría no despertar con él en el mundo... Haría lo que fuera por protegerlo, y era justo ese temor el que acentuaba sus sentimientos hacia él.

Cita:

- Sigue...

Y con eso ponía el punto y final a todo lo dicho... Alexandra no podía escapar a su petición. La mano que descansaba sobre su pecho ascendió con más decisión, paseándola son suavidad sobre el pectoral, la clavícula, el cuello... Hasta llegar a su mejilla. Se ayudó con la otra rodeándole los hombros, arriándose más a él, posando la mano tras su nuca y hundiéndole un apasionadísimo beso, más ardiente y confiado que el anterior. Le mordió los labios, se los lamió con ansia y los besó como si fueran a escapárseles durante largos minutos... Y una vez se separó de su boca para coger aire, continuó depositando pequeños besos a lo largo de la mejilla y de la línea de la mandíbula, subiendo por las sienes, caminando sobre sus párpados hasta llegar a la cicatriz del entrecejo, la cual besó con extrema delicadeza y dulzura...

Para cuando volvió a dirigirle la mirada, sus ojos, atigrados, habían ganado confianza, y ella acariciaba su nariz con la suya cariñosamente... La barba, de la que no se había quejado en ningún momento, le había dejado colorado todo el contorno de la boca.

- ...Se me han acabado las excusas - susurró, vencida, extendiendo los brazos sobre sus hombros para sujetarse mejor. Ahora tan sólo se perdía en sus ojos, más serena, más tranquila, acariciándole nuevamente los labios con los suyos... - Jamás querría que vendieras tu alma por mí. Pero aún así... Me seduce eso de verte hecho un mendigo - confesó, hecha un tomate, cerrando los ojos relajada...

- Tiradas (1)

Tirada: 1d100
Motivo: COÑ - No sñe si llorar, reir, meterme el dedo en un ojo o bajarme las bragas del tirón
Dificultad: 56-
Resultado: 37 (Éxito)

Notas de juego

...Porque los coños también tienen algo que decir al respecto.

Descrición de la parte baja: Ha cuajado. Se mantiene en su lugar, algo descolocado, pero ha desarrollado cierto fruncimiento. El tanga sospecha y no quiere saber nada, amenazando con huir.

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11/02/2009, 23:42
Antti Koivusaari

No se esperaba los besos de Alexandra tan salvaje, casi le pilló desprevenido y el niño bueno parecía él. En su estómago no había mariposas, sino cientos de albatros hambrientos y alborotados. Su ser al completo clamaba por la cercanía de la húngara, y controlarse era tan difícil que antes de darse cuenta tenía la mano prácticamente en el trasero de la muchacha, pero se detuvo, completamente rojo, cuando fortuitamente ella le habló de nuevo, volviéndose a quedar con cara de idiota al ver sus ojos y su sonrisa. Participó de buena gana en aquel beso esquimal de la nariz de ella, esbozando una amplísima sonrisa (la tenía, aunque todo el mundo estaba convencido de que el repertorio de gestos de Antti era del ceño levemente fruncido al ceño muy fruncido). Se mordió incluso los labios, con un brillo de enormes contrastes en sus ojos: Por un lado, su mejor amigo había fallecido, y por otro... Ella le decía aquello. Puede que no fuera lírica shakespeariana, pero se dejaba entrever lo importante: Lex quería estar con él. Una sonrisa se le escapó con una exhalación ilusionada, mirándola y negando con la cabeza... No se lo podía creer.

Él era el famoso, el experto amante y mil etiquetas más que ya no servían de nada. Ahora, lo más importante del mundo era su papel como... ¿Novio? Tragó saliva y tembló apretando la sonrisa y relamiéndose los labios dentro de la boca... Por un momento sintió deseos de mirar al techo, como si su amigo pudiera verle, y preguntar: "¿Cómo coño lo has hecho...?" El señor "no hay mal que por bien no venga", que tanto repetía la frase que una vez pronunciara Brandon Lee al decir "no llueve eternamente", le daba golpes de efecto incluso desde el más allá.

Pero no despegó los ojos de Lex. La levantó poco a poco hasta tenerla en pié.

- ¿A que no sabes cómo se llaman los besos de los esquimales...? -le cogió la punta de la nariz entre el pulgar y el índice- "Pisa-pisa" -de nuevo una media sonrisa bobalicona. No sabía qué hacer. Nunca había sido "novio". Había sido "rollo" y "marido", pero nunca había empezado algo tan auténtico... Daba igual. Sabría. Por ella, sabría- Pues... -soltó la nariz y pasó el índice sobre el puente, llegando a una ceja y acariciándola, deslizándolo a las sienes, las mejillas, el contorno de la mandíbula, con suma ternura- ...cuando nos duchemos, estemos limpitos y guapos (aunque eso en tu caso es imposible) -rió de nuevo, él era así, y era para ella- vamos a tu cuarto, cogemos tus cosas y las ponemos en el mío, que es más grande y más guay, ¿eh? Así puedes empezar mi adiestramiento desde ya...

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12/02/2009, 01:28
[Lex Czigany]

La joven se echó el cabello tras la oreja, retomando el nerviosismo que hacía un momento llevaba encima. En frío, no se terminaba de creer lo que había hecho. Se había dejado llevar, desesperada como estaba y se había visto, y aunque el arrebato le había sentado de maravilla, seguía un poco nerviosa... No cabía duda: Antti sacaba lo mejor de ella. Lo mismo que Reisel le había minado a la húngara con su abandono, Koivusaari lo reciclaba y volvía a sacarlo a la luz...

- "Adiestramiento"... - repitió, después de haberse quedado embobada con el "pisa-pisa", dejando escapar una risilla nerviosa - ¿Insinúas que mi cuarto no es guay? ¿Por qué no pasamos antes por el tuyo? - aquello sonaba ya demasiado insinuante, y trató de explicarse antes de provocar un malentendido, masajeándose la sien con la cabeza ladeada - Me apetece dormir un poco. De veras, o al menos intentarlo... La mañana me ha destrozado los nervios, y me preocupa cómo puedan estar el resto. Aún no han llegado... - De nuevo asomaba cierta angustia en su tono de voz, y es que una cosa no quitaba la otra. Que hubiera nacido algo entre el finlandés y ella no significaba que Herkus dejase de importarle. Le daría pánico, auténtico horror volver a verle... Sabía que ella había dejado de importarle desde que la dejó tirada en Londres, miserable y destrozada como quedó... Pero tampoco quería saberlo muerto. En absoluto, saberlo la desmoronaría...

Se adelantó y apoyó la cabeza en el pecho de Holopanen:

- Perdona. He sido un poco brusca... - llenó los pulmones de aire, y exhaló profundamente, negando... - Eres el único que cree en mí, y me perdona. Me he llegado a odiar más de lo que he odiado nunca algo... Temía que pudiera parecer un monstruo también a tus ojos - levantó la vista hacia él, más seria, volviendo a cobijarla sobre su pecho - No quiero ir rápido. Prefiero ir muy lento... Tengo mucha mierda en la cabeza y necesito mi tiempo para limpiarla. Y no querría que te manchases - le sonrió, más positiva, con las cejas enarcadas y propinándole un pico en la boca. Entonces le frotó los hombros. Debía de estar helado - Dúchate. Y ponte más guapo de lo que ya eres... Cuando terminemos descansamos un rato. A tí te hace más falta que a mí... - le acarició la mano con sus dedos...

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12/02/2009, 14:13
Antti Koivusaari

Un tinte rojo llenó la cara del pálido nórdico al oír la propuesta de Alexandra. No estuvo mal que matizara que estaba cansada. Tragó saliva y esbozó una sonrisilla tierna y comprensiva, no sin cierta diversión al ver ofuscada a la chica por la posible malinterpretación que se diera a si misma. Le echó un mechón por detrás de la oreja y le acarició la mejilla.

- Los demás estarán bien. Ya verás. Están con Dale, esa tía es una fiera -dijo modulando su vozarrón para que sonara tranquilizador- Vale... Dúchate y nos vamos a dormir, que yo también estoy roto.

Dicho ésto, la acompañó hasta la puerta de una de las duchas y le dio un suave golpecito en el trasero para que entrara. Estaba de acuerdo en ir despacio, pero había gestos que eran irreprimibles, e incluso, a su juicio, cariñosos. Le guiñó el ojo, quitando hierro a la situación, y él mismo entró en otra de las cabinas.
Al empezar a oírse el chorro de su ducha, Antti se hizo de notar. Quizás para que Alexandra no se sumiera en un silencio turbador, pero el caso es que aquel hombre, con un timbre mucho más raspado que el de Pavarotti, aunque también bastante potente, presentó:

- ¿Sabes lo que cantábamos Adrien y yo cuando nos duchábamos? ¡"La donna e Mobile"! -se rió, bajo la ducha- Los demás flipában. Ahora verás, te la voy a cantar...

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12/02/2009, 15:10
[Lex Czigany]

La joven entró en la cabina respondiendo al gesto con una sonrisa cansada, pero dulce. Y en efecto, cuando el agua comenzaba a caerle sobre los hombros, agradeció la idea del finlandés de romper el silencio. Obviamente, se echó a reir con la inesperada idea, y enseguida se quedó muda cuando comprobó la calidad de la audición. Le reconocía una voz sexy y varonil, pero cantar... Cantar se le daba de maravilla. No le extrañaba que fuera famoso... ¡Podría hacer lo que quisiera con ese don de la música y ese aspecto!
Dejó la boca abierta, cortando el chorro para enjabonarse y aprovechando así para escucharlo con más claridad. Y en la última parte, cuando la canción llegaba a su fin, la húngara miró al techo esbozando una amplia sonrisa, controlando cuanto alcanzaba a aguantar la última nota... Y tanta era la expectación que la botella de champú se escurrió y cayó al suelo, obligando a la joven a recogerlo. El tema acababa ahí. O terminaba la canción o ésta terminaba con el cantante.

- ¡Qué pulmones!¡Madre mía! - rió, terminando de aclararse, cortando finalmente el chorro de agua.

Salió de la cabina poco después que él. Llevaba sujeta la toalla por encima del pecho, y se hizo con una más pequeña. Al verle, negó alucinada...

- Qué par de fashions. No me esperaba que también pudieras cantar... - rió de nuevo, mientras se frotaba el pelo con la toalla - No voy a preguntarte dónde guardas esa voz. El metro noventa y pico me lo explican perfectamente... - se acercó y cogió su ropa, sonriéndole animada, metiéndose otro momentito en la cabina para cambiarse dentro... - ¡Ya puedes considerarte Antti FM desde hoy! Acabas de prostituirte musicalmente - bromeó desde dentro, divertida.

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12/02/2009, 15:15
Antti Koivusaari

Antti, que ya estaba tosiendo lo suyo por haber sido tan listo de cantar ópera en un hotel a -15º, estalló en nuevas toses cuando vio a Lex salir con aquella simple toalla encima. Naturalmente, el finlandés se había dado una prisa importante en vestirse con lo que algún acólito debió traerle. Pero el impacto visual tenía que relajarse, si o sí.

- La voz -dijo con ésta destrozada- cabe aquí mucha, nena -se golpeó el pecho orgullosamente- pero aunque Amorphis soy prácticamente yo, los hay que tienen más capacidad para cantar, puedes estar segura. Lo mío son la guitarra y el sitar. Incluso el kantele. Tú... Dame algo con cuerdas y acabaré tocándolo con éstas manitas -agitó los dedos de una mano en el aire, largos y fibrosos, las manos fuertes- Y no lo expliques con la estatura. Rewell me saca una frente larga y aunque grita mucho, no puede hacer eso.

Rió y se dio la vuelta para dejarle intimidad a Alexandra, mirando al techo.

No voy a mirar, cabrón. Ya sé que podría... Pero no voy a mirar. Sé que eso estás pensando, poeta de ancha bragueta... Y gilipollas soy lo justo.

Cuando ella estuvo lista al fin, le echó el brazo por encima del hombro (como al parecer sería una constante desde ese momento) y la acompañó por el pasillo, estrechándola contra si.

- "Fashions"... Eso decían los demás. No exáctamente eso, pero cosas parecidas -se reía- . Falken era el escritor y yo el músico, eramos los "famosos". No estaban Donovan, Dale o Taylor. Qué tiempos de paz aquellos... -rió de nuevo, bromista- Entonces nos tocaba a nosotros dar el espectáculo. Ésto parecía un sanatorio de leprosos, todos tan callados, lamentándose y demás... Hasta que durante una comida Falken abrió la boca y dijo: "Señor Holopanen, escuché uno de los sencillos de Amorphis tiempo ha" -le imitaba poniéndose derecho, levantando un meñique, agudizando la voz ridículamente y alzando la ceja en plan "interesante"- "Creo que se llamaba 'My Kantele', ¿me equivoco?". Yo me aparté las melenas de la cara (estaba con resaca) y le dije: "Ouh, sir... No se equivouca un pucho pelou, era 'My kanchele', en efekchou". Él levantó la ceja, se puso en pié como una fiera y con los puños en la mesa y voz de macho dijo: "¿¡Me confundes con un inglés, vikingo paleto!?", y nos dimos de hostias. Yo me levanté, le vacilé abriendo los brazos y él, como buen escocés, se tiró a darme una paliza. Al final, descojonándome al ver la cara de odio que tenía Barbie Falken, le dije: "Bueno, admito que las niñas inglesas no pegan tan fuerte..." Él se rió y ofreciéndome la mano para levantarme me dijo: "No, porque se les desataría el lacito del pelo. Adrien Falken. Encantado" -un brillo nostálgico, triste y a la vez optimista, se manifestaba en los ojos azul hielo del finés al recordar a su amigo.

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22/07/2009, 21:16
María Ortíz

Roan entraba a los curiosos baños ansioso, corriendo hacia una de las cabinas mientras María aclaraba algunos detalles con respecto a lo que hablaban, aprovechando que el chiquillo se había alejado.

- Solo hay dos superwoman que muerden: Renka y Dale. Renka es la japonesita, Dale es la rubia de ojos azules y gigantes, creo que gracias a ella os encontraron a ti y a tu hijo. Ambas tienen un carácter... Difícil, la verdad -rió- Luego está Jolene. También es difícil, pero el truco es prestarle un poco de atención y cariño. Es... En fin... Ya les irás conociendo. ¿Que qué hago aquí...? -pareció pensar la respuesta unos instantes, mirando el suelo, perdida en un recuerdo demasiado horrible y demasiado reciente. Apretó los labios y logró sonreír- Aprovechar la oportunidad de vivir que algunas personas a las que adoro piensan que merezco. Pierde cuidado, Nadra: Todos somos mutantes aquí dentro, salvo Isenhall y Sanuye... Con ellos si debes tener cuidado... Bastará con que no les ofendas ni quebrantes las normas del hotel: No se puede hacer fuego, no se puede encender aparatos electrónicos salvo en el Hobby Room y no se pueden consumir drogas. Esas son algunas, además de no golpear a los menores de edad, pero no creo que haga falta decirte esa -se dirige al lavabo para lavarse la cara mientras deja que la africana pueda desahogar sus necesidades matinales en una de las cabinas.

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22/07/2009, 21:29
Nadra Oluwatobi
Sólo para el director

Intentaba retener toda la información posible, aunque era casi imposible con tantos datos. Me mantuve serena y mientras ella se lavaba la cara, fui a hacer lo propio. Si no hubiera estado tan preocupada por los que mordían y los que no, rubias y entregarles cariño... En fin, una maraña de gente, habría suspirado. Al fin conseguí darle descanso a mi vejiga y fui a lavarme.

-Bueno, intentaré no dejarme morder y respecto a las reglas... Bueno, no consumo drogas y jamás pondría una mano encima a los pequeños pero esto quiere decir...-observé la reacción de Roan.-¿Hay más pequeños aquí? Vaya...

Estaba un poco más espabilada, la verdad que agradecía la charla de la joven.

-Gracias Mara, pareces ser una de las pocas personas que no nos ha mirado como bichos raros. De más está decirte que si necesitas algo, cuentas conmigo...-miré a mi hijo con una sonrisa.-Con nosotros, ¿no es así?

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22/07/2009, 22:10
María Ortíz

- Si... Por desgracia hay más niños... -asintió, sacudiéndose las manos en el lavabo, con tono de resignación. Escuchó la agradable oferta de la africana y sonrió mirando a ambos. Roan, sin ningún pudor, se había desnudado y había entrado en una de las duchas, pero desde ahí respondió un sonoro:

- ¡Claro! ¡Cuenta con nosotros!

Mara rió encantada con el pequeño y su madre, respondiendo de forma asombrosamente confiada dándole un abrazo amistoso a Nadra. Parecía que las amistades y las enemistades se hacían muy rápido en aquel lugar... Al fin y al cabo, ninguno de ellos sabía cuánto tiempo le quedaba...

- Te digo lo mismo, ¿vale, guapa? Lo que sea.

Apenas dio tiempo para que Nadra reaccionara a la repentina muestra de afecto de Mara antes de que entraran más caras por conocer...

- Hola señor Dryden -saludó la española, que inmediatamente fue a agacharse para cubrir a besos a las menudas acompañantes de aquel caballero...

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22/07/2009, 22:22
[Arthur Dryden]

Arthur Dryden, vestido con la elegancia que le caracterizaba sin descuidar los pormenores del clima en el que se encontraba, entraba con el pelo peinado hacia atrás con una muñequita rubia de preciosos ojos claros en brazos, aún vestida con un pijamita polar de color rosa. Al lado de aquel caballero caminaba otra niña, ésta tendría unos seis años, y su aspecto era realmente terrible:

Tenía marcadas en la palidez de su rostro un entramado de venas azuladas. Sus ojos aparecían seriamente inyectados en sangre, estaba escuálida y su melena negra y lacia acentuaba aún más un aspecto bastante siniestro. Daba el aspecto de estar gravemente enferma, aunque vestía un curioso vestido que, a pesar de ser oscuro, era bastante vistoso. Tenía los brazos delgados y también en ellos, desnudos al igual que las piernas, se marcaban las venas y tenían algún que otro vendaje. Ésta última pequeña parecía más tímida que la menor, que saludaba con su manita a los presentes.

- Señorita Oluwatobi -saludó el caballero después de asentir a modo de saludo a María- Soy Arthur Dryden. Nos vimos ayer. Lamento las circunstancias de su llegada, pero sepa que estoy encantado de conocerla, al igual que a su hijo -unos modales refinados, estudiados... Propios de esos blancos podridos de dinero con los que jamás soñó que se relacionaría. Estiró incluso una mano, sujetando con la otra a la muñequita, dispuesto a estrechársela a Nadra.

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22/07/2009, 22:38
[Amber Daelyn Dryden]

Roan salió de la ducha con una toalla en la cintura, quedándose inmóvil ante la llegada de las nuevas caras. No es que fuera tímido, en Senegal la desnudez se lleva de forma mucho más natural que en Europa, era otra cosa lo que le había hecho quedarse bloqueado: La pequeña. Quizás fuera por los labios gruesos y rojizos, o porque era pálida, o quizás porque tendrían que tener la misma edad... Pero era inevitable comparar a Laniece con Amber, y al niño le parecía estar viendo a su hermana, desvanecida entre olas marinas. La otra niña, en cambio, le miró atentamente, sin decir palabra, mientras Amber movía de nuevo la manita para saludar a Roan...

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22/07/2009, 22:47
Nadra Oluwatobi
Sólo para el director

Estaba por quitarme la ropa para darme un baño cuando de pronto alguien más entró en los baños. Era Dryden, así que obvié lo de sacarme la ropa por un momento pero luego, decidí que realmente necesitaba un buen baño.

-Buenos días, señor Dryden. Un placer igualmente, tiene un par de hermosas señoritas aquí...-estreché su mano sin quitar mis ojos de los suyos, se supone que eso es lo que se hacía.-Iba a darme un baño..., si no les molesta...

Acto seguido di media vuelta, entré en uno de los baños, el más alejado para que los pequeños no me vieran y procedí a quitarme la ropa para ducharme a conciencia. La verdad es que me daba un poco de cosa bañarme así pero si no eran ellas y él, serían otros y ya que estábamos. Desde el baño dije fuerte:

-Si necesita ayuda con las niñas, señor Dryden... Será un placer.

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22/07/2009, 23:00
Director

- No se preocupe, Nadra -respondió Arthur, haciendo lo propio que era meterse él mismo en la ducha.
Desde debajo del confortable chorro podías oír que María se había quedado vigilando a los tres pequeños, que conversaban en inglés, dado que era el único idioma que las niñas parecían saber. Roan estuvo un momento callado hasta que preguntó a María en francés:

- ¿Puedo cogerla...?
- Pues...
-respondía la española- Pregúntale. Se llama Amber Daelyn. Y ésta chica tan guapa es Victoria.

De nuevo retomando el inglés, Roan preguntó:

- ¿Quieres que te lleve a hombros, Amber?

La niña debió asentir con la cabeza, porque luego se oía una leve risilla pituda, propia de los pequeños de esa edad. Mientras la africana se duchaba tranquila, su hijo parecía confraternizar jugando con las otras niñas, relacionándose asombrosamente rápido y, sorprendentemente, sin preguntarle a la morena qué le había sucedido para estar así. Otra conversación se desarrollaba entre los adultos cuando Dryden salió de la ducha... Hablaban en español, quizás pensaban que Nadra y los niños no lo entenderían...

- Siento lo de Alejandro, señor Dryden...
- No sientas nada, María. No sentía ningún aprecio por ese muchacho. Todo lo contrario.
- (...) Pero... ¿Su hija...?
- Mi hija está embarazada e inconsciente desde ayer, al parecer. En la enfermería. Todo va bien en su organismo, pero sencillamente no se despierta...
-el hombre suspiró- ¿Has visto a mis chicos?
- No... Ni a Donovan, ni a Dale, ni a Rewell... Pero es muy temprano, señor Dryden... Quizás les veamos en el desayuno...
- Qué optimista... Ojalá nunca tengas que tener la sensación de no saber cómo y dónde están tus hijos, María...
- (...)
- ¿Cómo murió?
- ¿Alejandro?
- Sí...
- Me salvó la vida, señor Dryden...

Después de aquello, Arthur se sumió en un silencio tenso...

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22/07/2009, 23:16
Nadra Oluwatobi
Sólo para el director

La verdad es que no pude evitar escuchar con atención la conversación que se sucedía afuera. Primero los niños, de alguna manera me agradaba que Roan fuera más sociable que yo, pues gracias a eso, él parecía más tranquilo y escucharlo reír, me devolvía las fuerzas para lo que fuera. Luego escuché a los adultos, al parecer los hijos de aquel hombre eran varios, interesante aunque me costaba imaginarlo con tanta descendencia, de todos modos seguí en lo mío, hasta escuchar lo de la muerte del tal Alejandro y lo de la chica embarazada. A pesar de que me habría gustado decir algo, decidí que no estaban hablando conmigo y que lo mejor era callar.

-Si sabré lo que es perder a un hijo...

Bajé la mirada dejando que el agua tibia cayera sobre mi nuca, pensando en mi pequeña hija. Una pobre inocente que no había hecho más que nacer de otro color. Las lágrimas, sin que yo pudiera detenerlas empezaron a resbalar por mis mejillas y con suerte se confundirían con las gotas de agua; respiré profundo y me terminé de duchar, después de todo aún me quedaba Roan y debía luchar por él. Rápidamente me sequé y me vestí, intentando no entrometerme en la vida de aquellos dos, no es que no quisiera saber más pero lo cierto es que me costaba conectarme con los hechos dolorosos de los demás.

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22/07/2009, 23:38
Sven S. Lockhart

Cuando la ducha hubo reconfortado a Nadra lo suficiente y pudo vestirse y salir, al mismo tiempo entraba en los baños, vestido con un abrigo largo de corte ruso y color gris claro, un hombre de belleza arrebatadora, que parecía ensimismado hasta que vio que había más gente ahí.

- Buenos días, Sven -saludaba Dryden mientras María y Victoria levantaban la mano tímidamente a modo de saludo. Amber por el contrario se removió estirándose sobre los hombros de Roan al ver a aquel hombre, que con una sonrisa enternecida se acercó a besar cariñosamente la mejilla de la niña. Luego revolvió el cabello al niño africano y a la otra chiquilla, y solo fue al saludar sobriamente a los adultos que perdió el gesto amable, mutándolo a uno totalmente inexpresivo y frío. Parecía sentir el frío, porque al empezar a quitarse la parte de arriba de la ropa tembló ligeramente.

- ¿Cómo se llama vuestro amigo? -preguntó, de nuevo con una buena cara para los niños.

- Roan-Kale -respondió Amber.

- Bienvenido, Roan.

Arthur Dryden carraspeó. Cuando aquel hombre se rodeaba de niños era como si los adultos no existieran.

- Doctor Lockhart... -levantó la mano hacia Nadra- La señorita Oluwatobi. Madre de Roan-Kale. Señorita Oluwatobi... Le presento al doctor. Es experto en pediatría.

Sven de nuevo perdió toda alma en su rostro y, fría aunque de forma metódicamente amable, extendió la mano para estrechársela a la africana.

- Mucho gusto.