Partida Rol por web

Falken, callado y dubitativo, había llegado a un punto en que se había acostumbrado a las noticias tristes... Pero aún así, no dejaba de luchar. Sin levantar la vista de su plato, en el que se había servido comida muy suave y poco pesada al estómago, y animó tras la conversación. Le gustaban aquellos temas, y Antti tenía cierta razón: No debería pasarse el resto de su vida en silencio, como un monje. Ya había constatado que siempre se encuentra algo nuevo por lo que vivir...

- Pero no te preocupes: Has vivido siempre entre éstos elementos si es verdad que existen, y en todo caso no tienen que ser hombres con largas barbas ni mujeres con conos dorados en los pechos. Hace tiempo, el hombre llamaba "ira de Dios" a lo que hoy sabemos que es un fenómeno meteorológico y cómo se produce... Hoy llamamos "Unidad, Entropía y Gea" a algo que se nos escapa. Algún día no lo temeremos, porque lo conoceremos... - comentaba, algo desganado y con aquella voz rasgada por la enfermedad.

Me quedo mirando a Milo mientras habla... hasta ese día todos los Dioses y Diosas que había conocido eran los que juraba cuando algo no le salía y de repente se pone a hablar de Entropía, Equidad.. Gea...Yo que se que narices más... Mi boca permanece abierta con un trozo de tostada untada en mantequilla, totalmente absorta en lo que dice, y poco a poco la debilitada rebanada por su unto en el café va doblándose hasta que cae irremediable e inminentemente contra la taza llena salpicando un poco del líquido en la mesa...

Sin reaccionar, escucha como un murmullo sale de la boca de Falcen, mientras trata de analizar sin mucho éxito las palabras de Milo... Gira la mirada hacia sus dos compañeros de desayuno... y parpadea un par de veces. Entonces mira la tostada, y la deja sobre el plato, cogiendo con la cuchara el trozo flotante en el cafe y se lo lleva a la boca degustando el fuert sabor a cafe que ha quedado impregnado en el...

Amber coge el vaso de leche, no muy versada en esa disciplina, ignorando el vaso de zumo, que empuja hacia Victoria. Finalmente muerde el canto del vaso y lo inclina hacia arriba con sus manitas, derramándoselo encima, aunque no del todo, pues Arthur Dryden interviene a tiempo de que se produzca el estropicio. La niña al menos lo intenta.

Por su parte, mientras los que tiene alrededor atienden a una charla que no entendería ni en mil años, o intentan ignorar la presencia de la asesina de Marcos (el caso de María) o hablar con Rewell (el caso de su padre), Victoria alarga un tembloroso brazo arrastrándolo sobre la mesa, dejándolo muerto y empujándolo dejando caer el torso hacia delante, agarrando el vaso de zumo que su cómplice de un año le ha acercado. Lo observa un segundo con aquellos ojos inyectados en sangre, sufriendo un espasmo en los hombros. Finalmente, asegura los dedos sobre él y le da un trago. Lo que se oye a continuación son unas tripas rugir, como cuando se tiene un hambre extrema, pero ella no parece reaccionar negativamente...

Me inclino hacia delante para saber qué es lo que Taylor trata de decirme, tras lo que asiento y cojo un plato adicional en el que voy colocando piezas de bollería, salados, fruta... Un poco de todo, en general. Espero que no haya ningún problema con ello, aunque pienso que debería hacer un esfuerzo por ir comiendo ahora mismo, no fuera a ser que la comida desapareciera de la misma forma que apareció...
-Deberías intentar probar bocado, Taylor... Por si acaso... -prevengo en voz baja, sin dejar de rellenar el plato.
Por otra parte, que Sanuye nos deje desayunar tranquilos también es de agradecer. Hacía esfuerzos por no reparar en su presencia, pero no era tarea fácil, desde luego. Sanuye era un guerrero con unas tradiciones que nosotros no podíamos entender de ninguna forma... Lo que veíamos como un asesinato no parecía algo tan anormal para él, lo que era, sin dudarlo, un problema muy serio.
La conversación que empieza al otro lado de la mesa, además, no me es del todo favorable: demasiado filosófica y teológica como para que pueda retener la información durante más de veinte segundos seguidos. Seguramente se me quedará algo, lo más importante (que no sé muy bien qué será), así que lo mejor será que deje hacer a mi mente por su cuenta de forma inconsciente, que es algo que no suele fallar. Por todo ello, mis atenciones se centran nuevamente en mi preciosa y adorable sobrina y su recién descubierta amiga.
La verdad es que es gracioso que decida dejar de lado el zumo... Donovan y Jolene solían hacerlo también. Me costó mucho que el primero se acostumbrara a ello... Con Jolene no hubo tanta suerte, sobre todo porque me faltó tiempo. Alzo la vista, inconscientemente, hacia mi hermano, sin muchas esperanzas de encontrar la suya, pero si lo hiciera podría encontrar ternura y arrepentimiento en mis ojos.
-¡Ten cuidado, Ambery! No se bebe así... Mira, es así como se hace -acerco un vaso de zumo a mis labios y, sin llegar a beber, continúo-. Posas suavemente los labios y dejas caer el líquido lentamente -bebo, procurando ser ejemplo. Al terminar el vaso me limpio con la servilleta y planto un beso en su frente-. Pero ya aprenderás, tesoro -apoyo, sonriente-. ¡Fíjate, fíjate cómo lo hace tu amiga Victoria! -señalo a la susodicha, alzando el pulgar hacia ella y cambiando la expresión a una de asombro y admiración-. ¡Genial, Vickie! -alabo con cariño. Entre las atenciones que presto a ambas criaturas aprovecho para ir desayunando yo mismo. Tampoco querría que se me pasara el arroz... Tengo la impresión de que va a ser un día duro...

Terminó de desayunar cuando se dio por satisfecho y se quedó unos minutos observando el panorama. Eructo para sus adentros llevándose la mano a la boca tratando de no parecer mas cerdo y se limpió boca y manos con algo de parsimonia. Se dio cuenta de que la niña "no-muerta" estaba en la mesa y un repelús le recorrió el cuerpo aunque se mantuvo tranquilo; su mente la había obviado y hasta ese momento no se acordó de que existía... le sonrió un poco. Aunque le diera canguelo esa niña no tenía culpa de estar así y Mortymer no iba a ser tan capuyo de hacerla sentir diferente - ojala se cure pronto... o se encuentre una cura... - pensó consternado por el estado de la pequeña.

Al poco se levantó - gracias por el desayuno... - pensó un segundo tratando de empezar a ser cordial y luchar por la cohesión de grupo - ... compañeros. Voy por ahí a dar una vuelta, nos vemos por ahí - y con una sonrisa adolescente y un gesto de despedida de mano Mortymer abandono la sala.

Donovan niega con una sonrisa cuando Rewell le dirige la mirada y al instante le hace una señal con el dedo, pues preveía que su pequeña se iba a manchar de leche toda la ropita en breve. Él lo había hecho su "primera vez" y aquella niña, aunque parecía ser un pequeño genio, seguía siendo una niña de un año. Menos mal que su padre estaba mas atento que su hermano. Esta vez, se había salvado.

¿Qué mas da como hayamos sido creados? Estamos aquí, respiramos, desayunamos y hacemos todas esas cosas que nos etiquetan como seres vivos. ¿Errores de la naturaleza? ¿Partes imprescindibles de un gran plan cósmico?
Se encoje de hombros y estira la mano para capturar un par de piezas de fruta que deja con cuidado junto a su taza de té.
De ser como planteáis... "hijos" de Gea y Entropía... seríamos algo parecido a Equidad ¿no? Una especie de "algo" equilibrador. ¿Pero que equilibramos? ¿La fuerza de la humanidad contra las criaturas divinas? ¿La fuerza de la naturaleza frente al auge de la tecnología? Podríamos ser una especie de recordatorio, algo que hiciera que la humanidad nunca olvidara que existen cosas en este universo que, simplemente, no puede controlar...
Muerde uno de los bollos y lo riega con un trago de té antes de empezar a perlar una de las frutas que había seleccionado anteriormente.
¿Y cuanto tiempo de existencia vital tienen los mutantes? ¿Nacieron las mutaciones con el mismo hombre? ¿Somos todos descendientes de mutantes? No se ha encontrado aún al mítico eslabón perdido. ¿Y si ese eslabón, ese antepasado de toda la raza humana, no era sino toda una generación mutante? ¿Se da el fenómeno mutante en los animales? ¿Existen en la naturaleza seres capaces de desarrollar cualidades sobrenaturales? ¿Lobos con una resistencia propia de las rocas o ballenas con la capacidad de emitir pulso magnéticos? Si es una cuestión puramente deifica ¿Somos los elegidos de Gea porque los animales carecen de la capacidad de "adorar"? ¿O existe la posibilidad de que a los animales se les otorguen poderes mutantes también?
Una vez terminada de pelar la fruta, la deja sobre un nuevo plato y escoge uno de los trozos al azar.
¿Me aburro y me dedico a lanzar preguntas al aire? Sip. Pero tampoco hay nada mejor que hacer ¿no?
Se echa el troza de fruta a la boca con gesto distraído y lo mastica felizmente, esperando a ver si a alguien le daba por contestar a todas esas cuestiones... Y conseguía matar un poco su aburrimiento.

Cuando Taylor se volvió hacia Victoria, ella casi lo había hecho. Su padre respinga y duda entre quedarse quieto o arrebarle el vaso de zumo. Azorado, sin saber qué hacer, qué decir y cómo actuar, pasea la mirada inquieta entre Sven y María...buscando el tutorial.

La atención vuelve a su hija cuando aquel ruido de tripas, más parecido al de un bajante que lleva años sin saber nada sobre mecánica de fluídos, se impone. Traga saliva, evidentemente preocupado, pero la tensión se relaja ante la reacción de Rew. Con un ojo puesto en Vic, escucha hablar sobre lo divino y lo humano: acaricia con el pulgar, en silencio, las marcas de su antebrazo...y no puede evitar pensar más en el "adónde voy?" que en el "de dónde vengo?".

Sólo una pregunta de Donovan le saca del ensimismamiento.

Cita:

El ambiente no es del todo desagradable. Las tensiones se han ido con Sanuye. Una piedrecita más para relajar la velada:

Mira, tío...cuando ví a tu hermano por primera vez...Dios! Te juro que pensé en Rew como la demostración de que la teoría del jodido Darwing era reversible.- sonríe, guiñando un ojo a su amigo...y bajando el volumen en la palabra malsonante.

Creo que eso responde a tu pregunta...

Sven observaba a a la niña sin una expresión que dijera si estaba preocupado o simplemente la estudiaba, pero no se pronunció respecto a nada.
María hacía rato que había dejado de entender lo que se comentaba a su alrededor y le pasaba una mano por la espalda a Victoria mientras se reía un poco de cómo se había manchado Amber. Parecía que la hija de Hawkins había encontrado algo que le gustaba dentro de aquel vaso, ya que pretendía apresurarse en beber otro trago, pero al tercero le dio un espasmo en la mano y derramó parte del contenido. Mara cogió el vaso y repuso la cantidad de zumo derramada, dándoselo de nuevo.

- Despacio, Victoria.

No se me escapa la preocupación de Taylor por Victoria... Quizá darle comida no sea buena idea, no sabemos cómo puede reaccionar su cuerpo ante algo así. Desde luego, esos espasmos no son normales... Resultan de lo más extraños... Pero, ¿hasta qué punto puede ser malo para ella comer?
Lo ignoro, pero una conversación a tiempo con Hawkins puede hacer mucho bien, y no la demoraré mucho más. La reacción de Donovan a la mirada, por otra parte, me alegra sobremanera, haciendo que el día (que ya pintaba bastante bien) comience a parecer verdaderamente brillante. Su avalancha de preguntas, sin embargo, me turba de un modo que sólo puedo corregir mordiendo con ahinco una manzana de piel roja brillante, desviando la vista con la nueva intervención de Taylor. Darwin me suena de oídas... ¿Un filósofo? Nada, ni idea de lo que puede querer decir... Pero tengo la impresión de que me intenta pinchar de alguna manera. Y no es que sea algo que me incomode, siempre había deseado tener momentos de sano enfrentamiento amistoso con alguien a quien pudiera llamar, precisamente, amigo.
-¿Por qué lo dices? ¿Porque te sentiste como un animal cuando me viste y querías lanzarte a mi cuello, julandra? -relaciono inevitablemente lo que el rockero ha dicho con la pregunta de Donovan sobre animales con poderes, de ahí mi respuesta. Profiero una sonora carcajada después, bastante animado, tras la que alcanzo un bollo, que unto en mermelada y tiendo a Amber-. Mira, prueba esto, ya verás qué bueno está.

Cuando Renka terminó de saciarse, se disculpó de igual modo que Mortymer con sus compañeros de mesa, aunque más sonriente, y se marchó tras él. Hayes en cambio se quedó escuchando la conversación atentamente, asintiendo a Falken y riendo el comentario sobre aburrimiento que hizo Donovan, así como el de Taylor y el siguiente de Rewell, que hasta le arrancó una risilla cansada a Koivusaari.
Dale también tuvo tres accesos de risa floja con aquello, pero no paraba de comer, era como si quisiera rellenar toda su delgadez de golpe.

Amber aún no tiene dientes Rew... no se puede comer un bollo, hermano
Donovan resaltaba lo que Rewell ya debería saber. Amber era demasiado pequeña como para tener todos los dientes desarrollados, y, aunque Donovan no fuera una eminencia en el mundo del cuidado de bebés, creía saber lo justo.

Ríe el comentario de taylor con ganas, recordando la primera vez que había visto a su hermano después de tantos años. Hasta le había costado reconocerlo a simple vista.
Yo pensé mas o menos lo mismo Taylor... ¡Y eso que es mi hermano! Pero cualquier pensaría otra cosa, con esa barba desarreglada, esos pelos rizados cual pelaje animal. Siempre serio, callado y vestido con tan poca... elegancia
Niega con la cabeza con falsa sorpresa y acaba sonriendo mientras se rasca la nuca, distraído.
¡Quién lo ha visto y quien lo ve! estás mucho mejor ahora, hermano, Tendrñias que haberte dejado aconsejar por una mujer mucho antes.
Señala hacia la puerta por la que han salido Mortymer y Renka, con una sonrisilla zorruna que algunos ya le habían visto antes, pero que seguro todos entendían.
Como esos dos, dejándose llevar por la pasión adolescente...

- ¿Qué hablas tú de "dejarse llevar", Donovan? - rió frunciendo el ceño el elegante Arthur Dryden mientras ayudaba a su nieta a beberse la leche, lo que estaba resultando toda una odisea al principio.

Dale volvía a reírse, ésta vez algo más colorada y tapándose la cara tras el comentario del patriarca Dryden.
Milo observaba con una sonrisa prudente, aunque sincera, por dónde andaba la conversación. Mucho mejor que la noche anterior, y de lejos. Los adolescentes eran difíciles, pero eso era siempre así, era lo "normal".

-Joer, es cierto... -digo, al caer en la cuenta de ello gracias a las palabras de Donovan. Aparto el bollo y, del mismo modo que hacía cuando eran pequeños mis hermanos, lo desmenuzo en pequeñas migas, fácilmente masticables por una boca sin dientes, y mucho más accesibles para una niña de la edad de Amber-. Abre la bocaaaaa... ¡Bien! -alabo cuando deslizo la primera miga en su boquita. Acto seguido cojo un nuevo vaso de leche y le añado miel, que revuelvo con una cuchara. Por supuesto, no puedo evitar reír los comentarios de Donovan, primero, y de mi padre, después.
-Nunca hay que subestimar el poder de las mujeres, ya lo creo -señalo a Dale con la mirada-. Y la verdad es que debió hacer magia o algo así conmigo, porque vamos... Ni punto de comparación -río nuevamente-. Espera, papá, que tome de esto. Con una cuchara mejor, sí... -más concentrado en echarle una mano a mi padre para dar de desayunar a Amber que en desayunar yo mismo.

Taylor se inclina un poco sobre la mesa al escuchar la risilla de Dale. Como todo, como la situación del "trío amoroso triple D" (Dryden 1 - Dryden 2- Dale), como la propia Victoria, parecía mejorar. Levanta las cejas, sonríe y se rasca la barba - sin darse cuenta de que lo hace sobre la comida -, volviendo a Rew.

No era Darwin, el biólogo. Era Darwing, el pato: un pichacorta como tú. ¿O has "evolucionado" también en eso?- ríe cogiendo, finalmente, uno de los bollos. Se echa hacia atrás y acaricia el pelo de su hija.

Al bajar la mano sobre la espalda de Victoria, Taylor roza - a propósito - la mano de María. Menos que una caricia, pero más que simple roce.

María soltó una tenue carcajada, sincera aunque cansada, al oir a Taylor, a quien miró por encima de la cabeza de la niña. Ella no estaba bien, pero no quería estar mal eternamente... Había que luchar, y siempre ayudaba que la gente diera motivos para sonreír.

Además: Al Pato Darwing lo conocían también en España.

Amber por su parte comía con ansia descubridora lo que le preparaban su abuelo y su tío, hasta que se agobió con tánta concurrencia de comida delante suya, pegó un gritito malcriado y tiró la cuchara con lo que le venía, riendo luego graciosamente. Su abuelo se aguantó la risa y le revolvió el aureo pelito.

- ¡Así no lo hace una princesa como tú! ¿O es que no eres una princesa?

- ¡Pinsesa rerrera! - se presentó Amber, matizando como su madre le había enseñado, levantando un dedito incluso. Y ahí si que se tuvo que volver Arthur Dryden, con una mano en la boca y un leve temblor de hombros, acordándose de la cantidad de veces que Jolene le había cambiado los deportes para poner esa bazofia de "Xena: La princesa Guerrera".

María percibió la leve caricia e interceptó la mano de Taylor dándole un apretón, agradecida. Mala cosa, pues al parecer, cuando alguien tocaba a Taylor, le mostraba más de lo que deseaba...

De pronto la podías ver postrada en una camilla, debía ser una clínica privada, pues estaba bien decorada, pero ella lloraba. De espaldas a tí había un hombre, inclinado sobre la camilla...

- Vendrán... Vendrán a por mí, no me van a dejar tirada... Hugo me quiere...

"Esta claro que una vez llegados al punto de discutir cosas como el pato darwing y sobre que tipo de princesa era Amber, intentar volver sobre un tema serio como que es posible que los mutantes sean una cucharada de madre tierra y dos bidones cargado de muerte y caos, es imposible y futil. Sera mejor que me largue hacer algo de provecho y deje a los demas tener su fiesta." Hugo termina de comerse la ultima cucharada de su nueva obra, una basura sin sentido alguno provocada por la separacion tragica del romance de la fresa y la agria leche, para luego levantarse y largarse del lugar con una calma y tranquilidad inapropiadas teniendo en cuenta su situacion. El unico que hace al salir es despedirse con la mano, silenciosamente.

Alex siguió en un segundo plano la conversación de la mesa atendiendo enternecida a las pequeñas y las atenciones que recogían éstas con cada cosa que hacían, aunque a veces se le encogía un poco el corazón con la torpeza de Vicky...
Sonrió también con las bromas entre Rew y Taylor. No estaba de buen humor, pero no le disgustaba ver al resto tan animados, excepto Hugo, al parecer, al cual miró extrañada cuando se marchó sin más. Ahora veía perfectamente a María en el asiento de al lado, pero sólo fue un instante, ya que enseguida volvió a desviar su atención a la mesa en general... Estaba visto que, hiciera lo que hiciera, había cosas destinadas a no salir bien...