Partida Rol por web

Meneo la cabeza cuando se han ido unos cuantos

[FR]Las cosas que ha dicho no siempre se han cumplido, la verdad es que casi nunca han servido salvo cuando lo de la nieve, no dejes que te haga hacer ninguna locura[/FR]

Cuando Madison se acerca y posa su mano en el hombro de ella, María no resiste el darse el alivio de abrazar a alguien para calmarse. No tenía nada que ver con su muerte, sino con la de Marcos y la de Alice. Con Art (en parte gracias a Fauchon) no tenía tanto trato. Suspiró y se retiró, temiendo molestar a Madison. Escuchó a ambos y puso los pies en el asiento, abrazándose las piernas.

- ¿Creéis que Taylor podía saber todo lo que ha pasado...? Las muertes, el embarazo de Jolene, el encierro... No creo, ¿no? - pero tenía que preguntarlo - Art era su amigo... - Se puso los dedos índice y pulgar sobre los lagrimales.

Me siento en una silla cercana a Maria

Las cosas son de locos, pero aparte del hecho de que no me gusta nada pensar que pudiera ser que todo lo que me va a pasar en la vida ya esta decidido, hay algo que pensar, si conocia todo lo que iba a pasar no se habria metido en el aeropuerto con la bolsa de coca si sabia lo que pasaria

Hago una pausa mirando a Maria tratando de ser tranquilizador

Vamos, en pocas palabras, no creo que supiera todo eso

Acaricio levemente de hombro a hombro a María mientras me abraza, demostrándole que no me molesta nada en absoluto que me haya abrazado, todo lo contrario. Le niego con la cabeza cuando acaba, estoy más inclinada por la teoría de Michael, a él le asiento en su última frase.

Me siento a su lado, en el otro asiento libre, María, estoy segura de que si hubiese sabido esas tragedias, las muertes, hubiese intentado cambiarlas, las hubiera dicho. Igual que ha hecho ahora, os ha intentado avisar.

La miro fijamente, continúo hablando con voz suave, tranquilizadora. Voy a serle sincera. A lo mejor una opinión objetiva le viene bien. Llevo poco tiempo aquí, tú y yo ni nos conocemos, pero….miro hacia el suelo, mordiendo mi labio inferior, levantándola después. Taylor ha dicho que se puede evitar, y eso…. Creo que… sólo ocurrirá si te lo dice, si sabes a que te expones. Aquí pasan muchas cosas malas, todos lo sabemos, pero si algunas se pueden evitar… creo que tenemos que agarrarnos a eso, con todas nuestras fuerzas. La miro muy seria, tienes que ser fuerte, saberlo, y evitarlo.

Tras los sucesos acaecidos, las experiencias vividas, y el uso por parte de Taylor de lo que parece que es su poder, logro reaccionar, dando un par de parpadeos... en la sala ya no quedamos mas que cuatro personas, y no entiendo ni una sola palabra de lo que dicen, aunque por el acento me aventuraría a pensar que se trata de Francés...

Dejo sobre el platito de la mesa el bollo que ya comienza a guardar la forma de mis dedos por la parte donde lo estaba agarrando y doy un suspiro mirando al resto. No os entiendo nada de lo que estáis hablando digo con el ceño un poco fruncido por la frustración de no poder entender lo que comentan...

Sin más me levanto del asiento y me despido con la mano mientras comienzo a caminar pensativa hacia algún sitio fuera del comedor...

Si el mayor detractor de Taylor decía que no tenía mala intención, habría que hacerle caso, pues no era como si Michael fuese a defenderle porque sí...

- Tenéis razón... - asintió, tras guardar silencio al marcharse Isabella, algo que, estando como estaba, le cabreaba un poco. Ella tuvo que aprender inglés básico en un tiempo record, pero no se marchaba indignada por no entender las conversaciones de la gran mayoría, se quedaba a aprender. También le molestó sobremanera que Hugo y Andrea se marcharan de la comida mientras Falken y ella se quedaban, estoicos y educados, en la mesa... Pero se lo tragaba, igual que ahora. Quizás algún día explotase, y eso en un empático no podía ser bueno - Estoy un poco paranoica... Y es verdad... Le diré a Taylor que quiero saberlo. Si nos podemos ahorrar males, mejor... Pero se lo diré más tarde, ahora no me apetece (...) Gracias, de verdad... Por escucharme y quedaros aquí conmigo... Lo siento por acapararos, os debo una copa - sonrió, algo débil y secándose las lágrimas.

Me giro al comentario de Isabella, abriendo la boca para explicarle un poco, pero su rápida salida hace que eso no sea posible. Bueno, no pasa nada, esto es grave, no que se vaya. Si me está sirviendo para algo estar aquí… es a trivializar muchas cosas.

El rostro de María me da muchísima pena, la miro compungida y con las manos en mi regazo, dandole espacio y tiempo para que se vaya recuperando del golpe, sin ser capaz de hacerme una idea de lo que debe estar sufriendo, o sea, asimilar que de alguna forma, tu posible muerte esta tan cerca…. Suspiro, recuerdo perfectamente su expresión cuando se enteró de la muerte de nuestros compañeros...., y ahora esto.

Le sonrío al intento de broma, demuestra su fortaleza. De nada…. Tranquila, ya verás que lo solucionaremos. Con la cabeza inclinada, asiento, convencida de lo que digo, Estoy segura. Menos mal, ha decidido enterarse y luchar contra ello. ...Y estaremos encantados de tomarnos algo contigo. ¿A que sí, Michael? Sonriendo algo más, esta vez a ambos. No me tomaré exactamente una copa, pero tratándose de una ocasión especial, hasta me tomaría una cerveza….

La rapida salida de Isabella me impide darle un par de explicaciones sobre lo que esta pasando, pero bueno, no la interesaria tanto

Pero en cuanto sale vuelvo la mirada a Maria y respondo tras las palabas de Madison Jamas rechazaria una copa, o dos, o una cama o dos, con dos como estas

Si claro, seguro que en un par de dias anda esto mas tranquilo y sera un placer tomar esa copa. Maria, lo raro es que no estemos todos atacadisimos, no te preocupes que veras como todo se va solucionando, poquito a poco y sin ponernos demasiado nerviosos Acompaño esta ultima frase con una suave palmada en el hombro, apoyando la mano alli durante uno o dos segundos
Ademas una prediccion de Taylor a estas alturas aqui dentro, tiene tantas posibilidades de ser verdad como de que acierte los numeros de loteria del proximo año, para mi que pensaba que hacian demasiado caso a su hija y le jodia no ser el centro de atencion, hay que joderse, se tiran a un par de grupies quinceañeras con granos y ya se piensan el centro del mundo

- Gracias, de verdad... - asintió María, conservando la sonrisa y volviéndose para darle un beso en la mejilla a Madison y luego otro a Michael - Sois unos cielos... - dijo con toda sinceridad, levantándose de la silla y cogiendo su chaqueta del reposabrazos - ¿Os parece que vayamos al patio exterior ya? Creo que ahí habrá lo más parecido a tomar el aire que podemos encontrar ahora mismo...

Sonrío mientras habla Michael, también está infundiéndole ánimos, supongo que le servirán de más ayuda, son amigos de hace más tiempo.

Me giro al rostro de María, pillándome desprevenida su espontáneo beso, abro los ojos sorprendida. Oh… De nada… en serio. Y le sonrío sinceramente otra vez, no quiero que confunda mi sorpresa con que me ha molestado.

Tengo que abrirme a los demás, me lo han dicho y ya revoloteaba esa idea en mi cabeza, pero era mi Alice con quien… Me levanto rápido, apartando esos pensamientos, resuelta, todo lo que he decidido voy a cumplirlo.

-Es una estupenda idea, María. Asintiendo. Vamos Michael, no puedes pasarte desayunando todo el día... le sonrío, algo incrédula. ¿Yo? ¿Madison? ¿Un intento de broma?

Y me dispongo a salir con ellos.

Si, un poco de frio sera lo mejor para despertarnos. Que poco acostumbrado estoy a levantarme estas horas

Me levanto cogiendo la chaqueta y poniendomela segun caminamos, con una sonrisa al escuchar a Madison

Solia acabar de desayunar sobre las cuatro de la tarde, asi que solo es cosa de practica

No fue en los baños donde Rewell encontró a la española con la que, no hacía precisamente mucho, había tenido el encuentro más íntimo de su vida. Sin embargo, estaba sola en el comedor, junto a Victoria, a la que había sentado en la mesa e intentaba enseñar un juego de palmas. Mujer y niña daban la impresión de estar siempre que se las buscaba, pero siempre solas. O quizás sólo era una impresión...

Fue Vicky la que vio a John e, inmediatamente, sonrió. Aquel hombre siempre le había regalado momentos amables y tiernos, incluso cuando su padre no lo hacía. Habría gritado un enérgico "¡¡tío Rewell!!" si su voz se lo hubiera permitido, pero en lugar de ello, profirió una suave exhalación y le señaló ostentando una amplia sonrisa. Estaba mucho mejor, visiblemente.

María miró entonces, extrañada, para sonreír al ver al grandullón. Se levantó de la silla inmediatamente y fue hasta él para abrazarle con toda la fuerza que pudo, le encantaba ver a John vivito y coleando, uno más de los que apreciaba había vuelto de su misión.

- ¡Rewell! -exclamó, apartándose para mirarle a la cara, con sus manos en los brazos de él, alegre como era aquel momento- ¡Es genial! ¡Tu has vuelto!

Conforme entraba en el comedor tras una rápida búsqueda por el hotel y percibir el silencioso saludo de Victoria hice lo propio y alcé la mano, moviéndola graciosamente, con una amplísima sonrisa para saludar a la pequeña. No me preocupó el hecho de no ver a Amber ahí, pues María parecía lo bastante contenta como para saber que mi querida sobrina no estaría en peligro y, muy probablemente, sí estaría bajo control.
El recibimiento de María, aunque deseado, resultó algo inesperado. Un alegre y afectuoso abrazo... Por supuesto fue correspondido con ansia. Tanto fue así que incluso la levanté en brazos sin ningún esfuerzo y giré sobre mí mismo haciéndola volar levemente.

-¡María! -exclamé una vez ya estábamos ambos con los pies en el suelo-. ¡Claro que he vuelto! ¿Qué esperabas? -añadí, riendo ahora-. ¡Eh, veo que no pierdes el tiempo! ¿Cómo está la princesa del hotel? -y avancé hasta coger en brazos a Victoria, para levantarla y elevarla en el aire durante unos instantes. En poco tiempo había llegado a querer mucho a esa niña... Y me alegraba de que estuviera en mejor estado gracias a un poco de cansancio por mi parte-. Me alegro muchísimo de veros a las dos, en serio -admití, mirando de nuevo a Mara-. ¿Cómo estás? Cuéntamelo todo, creo que habéis tenido una misión algo complicada...

Mientras Victoria se abrazaba a John con una extraña consciencia de que le debía algo muy importante, María se levantaba para ir a las mesas de servicio y llevarle una bandeja con algo para desayunar a Rewell. Tan solo se puso seria cuando mencionó la misión... ¿Que le contara todo? Aquello había sido horrible.
Le llevó la bandeja y tomó asiento junto a él en la mesa, pasándose la mano por el pelo.

- Horrible... Alex es muerto... -musitó, bastante rota. Había llegado a apreciar y confiar en Balaguer, y el último gesto que éste tuvo le demostró que no se había equivocado...- Me salvó vida...

-Lo sé -admití, algo apesadumbrado de pronto. Después de todo mi hermana le quería (o eso pensaba), y yo había dado mi vida... o más bien mi muerte... Por él. Lo que no sabía era que le había salvado la vida a María... Pero era una gran noticia que, además, valía para redimir algo más al español. Miré a María nuevamente con determinación y fuerza en el gesto-. Pero no debemos lamentarnos por un compañero caído, sino honrar su recuerdo y sus actos. Nuestras vidas han cambiado como jamás podíamos pensar... Y no volverán a la normalidad por mucho que lo deseemos. Por eso, por ellos, tenemos que seguir adelante e intentar vivir lo mejor posible, porque han quedado atrás para hacer tal cosa posible, María.

¿Quién hablaba por mí? ¿De dónde salían aquellas palabras? De pronto me sentía como un guerrero antiguo en tiempos de guerra... Una figura sacada de un cuento o una película... No me disgustaba del todo, pero tampoco dejaba de resultarme extraño. Sin embargo, creía sinceramente que necesitábamos aquella clase de comportamiento si queríamos salir de todo aquello con la vida y la cordura intactas.
-Tenemos que vivir, como ellos lo habrían hecho... Y nunca olvidarles. Art, Alice, Balaguer, Isabella... En sus muertes se convierten en nuestros hermanos de sangre. Y los que quedamos debemos permanecer unidos y fuertes... -en ese momento bajé la vista hacia Vickie, sonriendo nuevamente, inspirado de pronto-, por aquellos que nos sucederán...

Victoria sonrió, aunque no mucho tiempo. Haber perdido a Balaguer era algo que había roto totalmente sus esquemas. Sin embargo, María, que parecía reconfortarse con las palabras de Rewell, abrió los ojos como platos al oír el nombre de...

- ¿...Isabella? ¿Tarin? No puede ser... -se llevó una mano a la boca, luego ambas a la cara, hundiéndola en las palmas. Isabella había sido la que había dado más alegría a las chicas, tenía un carácter maravilloso y unas expectativas de futuro brillantes... Su familia vivía, se llevaba bien con ellos, ¿qué sería de ellos a lo largo de los años en que no supieran nada de su encantadora hija...?

María sollozó un par de veces. Una lágrima cayó por su rostro, y aunque sus ojos se mantuvieron húmedos, se contuvo las siguientes.

- Dios... Era con la que mejor amistad con Dale... Ahora Dale... Triste, seguro... -Mara no sabía precisamente qué pensaba la australiana de ella, pero se hacía una idea. No por ello iba a apreciarla menos... La cantante le daba lástima e inspiraba, de algún modo, su instinto maternal.

No lo sabía... Mierda, María no sabía lo de Isabella. Aunque, ¿cómo iba a saberlo si apenas acababa de llegar? Menudo idiota estaba hecho. Incluso mis mejores momentos de inspiración conseguía arruinarlos por completo metiendo la pata. Aparté la vista, apesadumbrado de nuevo, y abracé a María con un único brazo. De algún modo podía sentir que estaba conteniendo el llanto, pero aquello tampoco era bueno para ella. Quizá de aquella forma soltara lo que quisiera soltar.
-Seguiremos adelante, María... Todos lo haremos. Dale, tú, yo... Seguiremos adelante. Tenemos que hacerlo, joder... -no era fácil decir aquello... Ni actuar de aquél modo... Pero había que asumir que nos habíamos hecho íntimos amigos de la muerte. Y algo así tiene sus consecuencias. Si queríamos mantenernos al pié del cañón teníamos que comprender que cada día podíamos jugar una partida de póquer con la Parca... Y que en algún momento la muy puta tendría una escalera real.

Los hombros de la española se encogieron un par de veces y enterró el rostro en el pecho de Rewell cuando éste la abrazó, devolviéndole el gesto y terminando por desahogar un pequeño llanto, discreto para lo que se solía decir de las españolas, pero sentido y, en el fondo, desesperado. Aquella muchacha era de las que más cerca habían estado de perder con su all-in en aquella mesa de póquer...

- Sí... Sí, seguiremos... -sollozaba, para luego alzar la vista. Estar tan cerca de la muerte en otras ocasiones había sido horrible... Pero en la última fue algo de pesadilla... Quería saber que a Isabella no le había ocurrido lo mismo...- ¿Cómo muerto ella...?

-Ella... Fue atacada por un Gelus Virica... No sé su nombre, pero era el otro hermano Thais. Conocí al primero en la cabaña de Balaguer y resultó ser un auténtico bastardo. Él mató a Isabella... Fue tan rápido e inesperado que no pudimos hacer nada. En un momento estaba viva y, al siguiente... -suspiré. Era cierto, todo aquello había sido increíblemente fugaz. La misión habría sido un rotundo éxito de no ser por eso. Pero lo peor de todo no era aquello, sino que una buena mujer había muerto. Esos hijos de puta de Gelus Virica... Valientes cabrones... Y no caí entonces en la cuenta de algo: ¿Por qué un hermano Thais había venido a la cabaña y el otro a matarnos? No pensé en eso... Pues nunca he sido de pensar en profundidad.
-Pero bueno, ahora tenemos a otra persona entre nosotros. A dos, más bien. Nadra Oluwatobi (creo que lo he dicho bien) y su hijo Roan-Kale. No sé si les habrás conocido ya...

María se abrazó a sí misma bajo el brazo de Rewell, escuchando bastante desconsolada lo que el hermano mayor Dryden tenía que decir. Sorbió el llanto, secándose la cara de lágrimas bajo la atenta mirada de Victoria...

- Les he conocido... Parecen muy agradables... Nadra ya anda echándole el ojo a Andrea y a Sven -intentó reír, pero se quedó en una sonrisa algo amarga que ni siquiera pudo cristalizar antes de tornarse en una expresión de sobresalto, pues alguien enorme atravesaba la puerta...

- ¡ANDREA SCERRI! ¡EL PUTO MALTÉS! -rugía la reverberante voz del nórdico de la plantilla, descargando un puñetazo en la pared junto a la puerta. Antti, con sus habituales pantalón y chaqueta de cuero, vestía también un jersey gris y una bufanda negra, más formal que nunca- Voy a matar a ese soplapollas. Pero antes necesito un vodka de Valdemar en compañía... Iba a decir decente, pero tú me vales, oso -no detuvo su avance, sino que llegó hasta John y empezó a tirar del cuello de su chaqueta, arrastrándolo hacia fuera.

María estaba tan estupefacta que el llanto se le cortó de golpe.