Partida Rol por web

- No tener nada que v... - María se interrumpió a sí misma al levantar la vista y ver a Donovan. Entonces esbozó una enorme sonrisa de compromiso y miró a Dale esperando que la ensimismada australiana diera muestras de algo que ella encontrara "interesante"...

- ¿Qué dices, tío? - Dale levantó una ceja - ¿Cómo ves en el futuro a Madison y Rewell? Joder, yo no puedo imaginarlos de otra manera que en una casita alejada de la sociedad, con un caballo y dándose besitos cada vez que pasan el uno junto al otro... Ya sabes: Alegres paletos felices - una sonrisilla divertida - Madison es la versión femenina y sofisticada de Rewell. No te quepa duda. Y yo diría que se complementan bien.

María despegó los ojos de los de Donovan y los centró en Dale.

- Pero... ¿Tú no gusta que chico pasa y te da beso? - sonrió - ¿Ni casita lejos con muchos niño dando saltos?

- Deja, deja... - rió con el acento de María - Claro que muero por tener un crío... Pero de momento uno sólo y cuando ésta mierda se acabe. Y prefiero tenerlo en un piso céntrico o cercano a la playa que limpie alguien que no soy yo todos los días. Rewell tiene pinta de meterle cosas inútiles en la cabeza a los críos... Valores muy bonitos que en ésta sociedad, por desgracia, no cuajan. Y me imagino una pelea tras otra por "no le digas al niño esas burradas"... Él a mí, claro - se carcajeó - Además... Yo estoy ya muy acostumbrada a lo "bueno" - alzó las cejas - Mejor ser la mami soltera que se lleva al niño de fin de semana a... Florida, Hawaii, o lo que les dé por ahí, sin preguntarle a papá qué prefiere o si tiene algo que hacer, menudo coñazo.

María abrió un poco los ojos involuntariamente sin descongelar la sonrisa. Juntó las manos y miró a Donovan.

- [FR]Yo creo que... No podría juntarla con nadie. Como mucho...[FR] - una mirada un poco más profunda e inquisitiva - [FR]Pero creo que el problema no está en si se puede o no se puede, ¿no?[FR]

- No pienso hacerlo, sea lo que sea - sentenció Dale sin saber de qué iba el asunto francés - Salvo lo de repetir con el hemano malo. Eso sí, si Dios quiere - alzó la taza a modo de brindis.

Alegres paletos felices
Musita, divertido, mientras niega con la cabeza, a sabiendas de que sería lo que su hermano mayor querría de la vida. Inclusive lo de los valores inútiles.
Solo imaginarse a Rewell como un paleto feliz le daba ciertos escalofríos al joven actor. Él, que quería una vida mas parecida a la que Dale describía, aunque bastante mas lujosa y cómoda, y por supuesto, con mas compañía, no podía concebir la existencia de una casita lejos si no iba asociada a una que estuviera en el barrio bueno de la ciudad.

Se echa a reír por lo bajo después del comentario de María y le responde en francés, esperando que Dale no se entere de nada.
[Fr]Deja, deja... Por el momento las cosas están muy bien así. Ni me gustan los compromisos formales ni estoy en condiciones de entrar en una relación seria... ¡Y menos con mi padre pululando por aquí![/Fr]
Alza una ceja y ladea una sonrisa en la que se lee cierta resignación no solo asumida sino incluso deseada.
Dios no tiene cabida entre estos muros de hielo Dale... así que lo de repetir con el hermano malo solo depende de que tu quieras o no... ¿eh?
Aunque el tono que usó para esa declaración era mas bien serio, todas la palabras iban teñidas de un toque bromista que solo pretendía picar a la australiana y hacerle caer en el juego de las insinuaciones que tanto disfrutaba el inglés. Un alzamiento de ceja bastante gracioso reforzó esa impresión en el momento en el que Donovan alzó su taza de leche correspondiendo el brindis.

- Ah... Maldito hereje guapo... - bromeó Dale ladeando la cabeza un momento, dándose un poco por vencida en la conversación pero riéndose a gusto.

- Qué poco románticos sois... Hay ya cuatro parejas aquí... ¡Es un escenario casi Shakespeariano para un romance! - decía María, traduciendo al francés también para que Donovan comprendiera. La española tenía casi un problema patológico con los asuntos sentimentales, se llevaba las manos al pecho y se mordía los labios con poco.

- Sí... Shakespeariano: Amores hiper puteados que acaban en tragedia por asuntos de desconfianza. Precioso. Sólo que no tenemos ningún narrador que lo pinte todo bonito, sino la puta y cruda realidad.

- Joder - María se quedó un poco quieta y desencantada. Los mazazos de realismo de Dale, incluso estando de tan buen humor, eran aplastantes... Sobre todo en temas de amoríos - Pero... No sé... Es bonito eso de morir habiendo conocido el amor... - intentó defender ella. Dale ladeó la boca, frunciendo los labios. No sería ella quien le quitara esperanzas a nadie... Y por una vez, no sabía a ciencia cierta si se equivocaría al hablar, por lo que no dijo nada al respecto.

¡El amor es bello! ¡Sobretodo cuando lucha con su fuerza irresistible contra las adversidades de este mundo cruel!
Exclama Donovan de todo corazón. Era un enamorado de la vida, como María, y ver que esta flaqueaba bajo los mazazos de Dale le enchía el ánimo y le daba ánimos para luchar contra esa realidad.
Si no fuera por lo mucho que quiero a mi sobrina y a mi hermana... y lo mucho que os quiero a vosotras, ahora mismo estaría bebiendo en la barra para olvidar lo desgraciado que soy y lo mal que me va todo.
Se encoje de hombros, aunque sonríe abiertamente.
El amor nos impulsa a seguir, nos ayuda a superar las adversidades. Nos hace luchar cuando todo parece perdido... Y cuando lo encuentras... aaaah... cuando lo encuentras te tienes que sentir realmente afortunado. ¿eh, María? Saber que hay alguien que con solo una mirada te puede hacer sonreír, que con un par de palabras puede alegrarte un día que parecía que iba a ser un desastre.
Suspira con cierta melancolía y dirige una fugaz mirada hacia Dale, que inmediatamente desvía hacia los restos de su desayuno y luego a la ventana mas cercana.
Mientras que ahí fuera es invierno y el viento aulla removiendo la nieve a su paso... en los corazones de los enamorados es primavera eternamente. Y las flores se mantienen frescas para siempre jamás mientras un coro de campanillas tocan dulces melodías... El amor mueve montañas y es lo mas poderoso sobre la faz de la tierra...
Entrecierra los ojos con una expresión soñadora en ellos y cuando los abre de nuevo, para mirar a las dos chicas, un brillo de su apariencia ultraterrena se puede ver como un pálido reflejo en ellos.
Ni el dinero, ni el poder, ni el odio o los prejuicios son lo bastante poderosos como para interponerse en el camino del amor. Por amor se hacen las mayores proezas y las mayores locuras.
Esta vez centra su mirada en Dale y alza las cejas, comprensivo, recordando por lo que había tenido que pasar la joven australiana con aquel monstruo de marido que la llevó al tipo de vida que llevaba ahora.
El amor llega a nuestras vidas cuando tiene que hacerlo... y las cambia para siempre. Y aunque sean amores hiper puteados no es necesario un narrador que los convierta en algo hermoso con sus palabras... Pues el amore verdadero no necesita adornos.
Termina su discurso y deja pasar unos instantes antes de dar una suave palmada al aire, rompiendo el hechizo que sus palabras habían creado y en el que él mismo había caído.
Y ahora... ¿Por qué no dejamos los temas metafísicos y hablamos de algo mas mundano? Como por ejemplo... ¡Lo que nos vamos a comprar!

María observó a Donovan como quien está viendo poner la estrellita en el árbol de navidad, con una inocencia y admiración estúpidamente reales.

- Cielo... Qué bonito... - dijo emocionada, mordiéndose el labio inferior con los ojillos brillantes - Joder... - se echó una mano al pecho. Oirlo en francés había sido un extra en dramatismo - Dame tiempo para apartar todos los niños con alitas y corazones que me han aparecido delante de la cara, ¿eh? - reía, encandilada.

No obstante, una nube de oscuridad parecía haber teñido el rostro de la australiana, que había apartado la mirada a Donovan cuando éste la miró, posando los ojos sobre la ventana, en silencio contencioso. Mientras María tenía angelitos en pañales delante de la cara, Dale parecía querer apuñalar a los que se atrevían a acercarse a ella... Incluso los ojos le brillaron amenazando con lágrimas, pero no llegaron siquiera a enrojecerse.

- Un abrigo de esquimal - dijo de pronto con voz queda - yo voy a empezar por ahí. El que me compré en Sidney no vale nada.

La española ladeó un poco la boca y miró a Donovan, sin entender muy bien la seriedad de Dale. Se supone que tendría que estar suspirando y planteándose si Dryden era el hombre más condenadamente perfecto sobre la faz de la Tierra, como estaba ella... Pero más bien parecía ofendida.

- ¿Porqué te poner así, Dale? - preguntó María - Palabras Donovan muy bonitas...

- Por nada, María - apartó el aire, queriendo dejar el tema... Pero eso no funcionaba con una española.

- No, vamos, vamos vivir juntas grande tiempo.

Dale no tuvo valor para mirar a ninguno de los presentes al hablar. Era lo que más le faltaba a esa chica: Valor, voluntad y fé.

- He oído palabras perfectas de hombres perfectos muchas veces... Discursos que me han robado el aire y que hasta me hicieron ponerme un anillo y escaparme de casa siendo prácticamente una niña, no hace tánto. Ya ves cómo me dejó aquello.

María tragó saliva y suspiró, mirando a Donovan un momento, buscando apoyo.

- Pero Dale... Yo tiene vida difícil también. Padre muy malo, mucho nos pegaba a hermana y mí cuando madre morir. Luego tener novio muy malo que me manipular y fastidiar todo... Pero hay que creer, por ésto estar con Hugo.

La australiana guardó silencio, pero María alzó las cejas, en un gesto que en silencio le daba pié a seguir hablando...

- Antes me has dicho que también tuviste problemas con las drogas... ¿Cuándo empezaste a drogarte, María...? ¿Cuándo lo dejaste...? - preguntó Dale, ante lo que la española guardó silencio, palideciendo - Ya veo... Parece que se te haya olvidado... Creo que lo mejor será no joderos el día, porque, creedme: Lo joderé en cuanto salga por la puerta del hotel - en éste punto la voz le tembló un poco y parecía empezar a estar ansiosa. Tragó saliva y se levantó, recogiendo su taza, cubiertos y plato del desayuno - Nos vemos luego. Compradme el abrigo, que me muero de frío, por favor. Os lo devolveré...

Dale... tu me salvaste de una muerte segura... Y me has vuelto a ayudar con mi familia...
Donovan no la miraba cuando le decía eso, antes de que abandonara la sala definitivamente, después de haber permanecido en silencio mientras María se asomaba al profundo abismo de los sentimientos de la australiana.
Si no me hubieras rescatado, ahora no estaría diciendo nada de esto... Y esa es mi gran verdad, no las palabras perfectas de un hombre perfecto. Haces cosas buenas porque crees que debes hacerlas. El que seas capaz de pensar mas allá que cualquier otro no quiere decir que debas cerrar las puertas a la esperanza y el amor. Si realmente eres tan inteligente, deberías saber que nunca está todo dicho o hecho, que todo puede cambiar. Me prometiste que apostarías por el caballo negro, que aceptarías el factor caos como algo real que nadie puede controlar... Te guste o no, Dale... Ese caballo incluye al amor. Una de las fuerzas mas poderosas y a la vez mas desconocidas y desconcertantes... ¿Por qué si sabes que tu hermano es un monstruo no haces nada para detenerlo? ¿Por qué te achantas a su lado?... Porque le quieres...
Suspira pesadamente y se encoje de hombros en un gesto que no indica derrota, sino incertidumbre.
Te compraremos un abrigo bonito Dale, pero no hace falta que me devuelvas nada. Con todo lo que ya has hecho por mi te entregaría toda mi fortuna sin pensármelo ni una sola vez.
Se levanta y, comprendiendo lo que pretende Dale, extiende la mano hacia María, a la que no ha traducido nada, para que le acompañe fuera.
[Fr]Vamos de compras, María. Dale necesita tiempo para pensar y... necesita tiempo.[/Fr]

Dale escucha con la mirada baja a Donovan, María lo mira espectante y estudia las reacciones de ambos... La australiana suspira con cierto hastío y ansiedad al oir a Dryden hablar sobre cerrarle las puertas al amor a nada... Era como cuando un guapo decía que la belleza está en el interior: Inconsistente, futil.
Respecto al caballo perdedor, la apuesta no englobaba el amor, sino la lucha, la resistencia y la estrategia... No un sentimiento. Los sentimientos eran irracionales, ni siquiera se les podía denominar caos porque eran asquerosamente previsibles... Pero Donovan tenía razón: Todo puede cambiar. Razón de más para rehuír al amor.

Pero incluir a su hermano... Eso sí que había sido traspasar una línea. La piel se le puso de gallina y arrugó el gesto, molesta. Sin embargo no dice una palabra y relaja el ceño.

- Gracias - comenta respecto al abrigo, justo antes de desaparecer de la sala a paso ligero.

María, desconcertada y preocupada por ambos interlocutores, suspiró y se adelantó hacia Donovan cuando éste extendió la mano hacia ella, sin llegar a cogerla. Ahora tenía novio y no se lo imaginaba poniendo buena cara ante lo de ir cogidos, por no decir que con Marcos se había acostumbrado a no entablar esa clase de contacto físico con nadie.

Una vez fuera del hotel, cogiendo uno de los trinéos de perros y acariciándoles la cabeza, se sentó y antes de dar la orden que le habían enseñado a los animales, preguntó a Donovan:

- ¿Qué tiene esa chica...? Las drogas, lo sé... Pero... Por un momento... Creo que la has mirado de una forma... - ladeó media sonrisa, un poco melancólica - No sé... Se me ha hecho raro ver a Donovan Dryden mirando así a una chica y luego bajando la vista para no tener que mirarla...

Niega un par de veces, sin dejar de mirar la puerta por la que Dale ha salido ni decir nada mas. Y en vista de que maría no acepta la mano que le tiende, se encoje de hombros con un asentimiento. Entendía el porqué y no le iba a dar mas vueltas. Ya había tenido mas que suficiente de metafísica por todo el día.
Dale conseguía sacarle de quicio... Entre otras muchas cosas mucho mas profundas.

Con las manos en los bolsillo, Donovan utiliza su poder mutante nada mas abandonar la seguridad del hotel. Lo último que quería en ese momento era que se repitiera la escena de unos días atrás y que una muchedumbre enloquecida se le tirara encima.

Alza las cejas sorprendido cuando María toma el control del trineo y sonríe, bastante orgulloso al ver eso. Por lo menos había alguien en el grupo que se dedicaba a aprender cosas en lugar de perder el tiempo en tonterías o malgastarlo en rencillas estúpidas.
Vaya... Eres una caja de sorpresas, Maria...
Comenta antes de tomar asiento en su lugar, intentando ponerse todo lo cómodo que pudiera.

Cuando María le pregunta sobre Dale, Donovan se encoje de hombros. La realidad es que no sabía que tenía esa maldita australiana, salvo que le hacía sentirse confuso. Y eso le resultaba frustrante.
No se decirte, María... No se...
Mira hacia el hotel una vez mas, sabiendo que Dale estará allí sola, dejándose caer un poco mas en el abismo de su propia autocompasión.
Bueno... Se enamoró de un tipo, un galán, por lo que me dijo. Uno de esos tipos perfectos y encantadores, que te pueden robar el aliento con una sonrisa... Uno de esos tipos como yo... Todo era de color de rosa en su vida. Ella era cantante en Australia, una diva, y él era su representante.
Hace un pequeño gesto de mano que indica a las claras que es una historia que ha escuchado mas de una vez. Algo realmente típico en el mundillo del famoseo.
Pero resultó que su príncipe en realidad era un adúltero. Al día siguiente de pedirle matrimonio, ella se lo encontró con una barbie típica. ¿Y qué hizo ella? Todo lo posible para complacer a su prometido y que no le escapara... Pero en ese momento se manifestó su habilidad... descontrolada. No podía dejar de pensar... cada cosa a la que le daba la mas mínima vuelta le llevaba a recordar otro montón de datos que su mente había clasificado como innecesarios en el pasado... Imagínatelo... Un día eres una chica normal, algo boba por querer complacer a tu prometido en sus gustos extraños... y al siguiente eres la mente mas poderosa de la tierra... Tiene que ser muy duro...
Suspira pesadamente y pierde la mirada en el intenso blanco de su alrededor, sabiendo que Dale era incapaz de crear ese paisaje tan vacío en su mente y perderse en él...
La cosa fue a peor, claro. Siempre va a peor.
¿Donovan siendo pesimista? Algo pasaba.
Su prometido le metió en el mundo de la droga antes de casarse. Todo para que pudiera "relajarse"... Dale volvió a ser la de siempre, mas o menos, claro. Pero su estilo musical cambió por completo. De ser una reina del pop a entrar de lleno en algo mas transgresor que vendía menos... La cosa acabó peor aún... Ese tipo despreciable no solo le era infiel, sino que intentó forzarla la noche antes de la boda. Él tenía la sífilis... y ella lo sabía...
Tuerce una mueca de repulsión y pena en el rostro y baja la mirada, incapza de mantener la cabeza en alto mucho mas tiempo.
Él la echó de casa. Le quitó todo lo que tenía y la dejó en la calle. Casi la detienen por posesión de drogas. Solo la estuvo utilizando, manipulando hasta que ya no dio mas de sí. Dale fue a vivir a casa de su tía... Una mujer encantadora, la verdad. A partir de ahí todo es una espiral de caída hacía el vacío...
De repente y como movido por un resorte, se levanta del trineo y le guiña un ojo a María al pasar por su lado.
Le prometí que le ayudaría, y aquí me tienes, despreocupándome como un idiota sin corazón. Tanto hablar del amor y la entrega y la dejo abandonada en cuanto las cosas se ponen difíciles... ¿Cómo va a creer en mis palabras si no van apoyadas por hechos? Vuelvo en seguida, María. No te muevas de aquí, ¿de acuerdo?

- ¿Ves? Mientras vosotros estábais por ahí de juerga yo estudiaba inglés y le preguntaba cosas a Emma... No sé cómo lo hice - reía, bromeando para quitar hierro al momento. Casi daba frío verla tan poco vestida en ese paraje.

Escuchó más seria el relato de Donovan, tragando saliva de vez en cuando, más afectada de la cuenta... Había puntos muy similares entre Lantana, Jolene y ella misma. Se preguntó cuánto tendría eso de coincidencia... Pero sobre todo se admiró por la capacidad de reacción y auto-aleccionamiento de Donovan. Ella no iba a darle sermones, seguramente nadie que se precie se atrevería a darle sermones a un niño poderoso y consentido que encima tiene cerebro.

Asintió con la cabeza, conmovida, cuando el mediano de los Dryden se levantó de su lado y decidió hacer lo correcto.

- Aquí espero, con éstos chicos tan parecidos a Hugo - bromeó acariciándole la cabeza a uno de los huskies.

¡Espero que no sean tan celosos!
Se despide de su amiga, la que conseguía que Donovan reaccionara solo con escuchar sus divagaciones en voz alta. ¿También era eso lo que hacía Luc? Si... seguro que si... Empezaba a echar demasiado de menos a esa reina que tenía por amigo. En los últimos días no había tenido mucho tiempo para pensar en él... Y ahora que su familia estaba pasando por lo que estaba pasando... ¿estaría bien?

¡LUC!
Se lleva las manos a la boca, horrorizado, al darse cuenta de lo que podría implicar la línea de pensamiento que estaba siguiendo. ¿Y si también habían ido a por él? Ya no tenía nada seguro... Cualquier horror que pudiera imaginar era posible. saber que su padre y su hermana estaban bien, le ayudaban a llevar la espera por su madre... Pero Luc... Tendría que llamarlo y hacerlo ya.

Recorre a la carrera la distancia que separa el trineo del hotel y una vez dentro se dirige como un rayo hacia la habitación de Dale. Si no la encuenyra allí, su siguiente parada será el bar... y de no localizarla allí tampoco, recorrería todo el hotel hasta dar con la australiana. Estaba mas que dispuesto a evitar que sucumbiera a las drogas y el alcohol otra vez. Y mas sabiendo que había sido culpa suya.

Para más sorpresa tras la entrada y consiguiente salida del imponente guardia de Isenhall, unos Rewell y Hugo se despertaban con el pijama y el saco del Ice Hotel puestos, completamente regenerados de sus heridas, en una habitación algo más grande. La mitad de esa habitación era la que él solía compartir con Herkus, pero por lo visto había eliminado el muro que separaba la habitación de la de su hermano, creando una estancia de cuatro en la que, por lo visto, hubo reorganización de compañeros...

Mortymer despertaba con una agradable sensación de descanso tras haber comido, cenado y hecho vida normal con su primo el día anterior, aunque algo desconcertado por el cambio, pero teniendo en cuenta sus últimos despertares, éste era de lo más normal...

Otra vez el puto pijama y el saco... Parezco un condón negro gigante. Otra vez de vuelta a casa después de haber soñado con la mayor gloria británica, cosa que me la trenza un poco, dicho sea de paso, ahora que ya no tengo encima al puto Dios de Inglaterra en persona. Ahora mismo, con la cabeza otra vez en orden y sin que su interior parezca zumo de cojones, lo que llega es el cabreo contenido de toda la misión. Toda esa mierda, toda esa locura... Lo que ha ocurrido no ha sido ni medio normal, incluso en este ambiente. Pero, por suerte, ya estamos aquí. Al menos ahora llegará un periodo de tranquilidad post-misión (espero) como es habitual. Y podré poner en orden las cosas con Donovan, hablar con mi padre, cuidar de Jolene si me lo permite, jugar y estrechar relaciones con la pequeña y... bueno, ver a quien tengo cierta necesidad de ver.

Las órdenes del guerrero de Isenhall eran claras: ir a su santuario en el acto sin ropa de valor alguno. Tal cosa sólo puede tener consecuencias negativas, no me cabe duda de ello. En parte me parece una injusticia que vayamos a pagar todos (si es que vamos a pagar), pero mi conciencia sigue tranquila: mi papel esta vez lo he llevado a cabo a la perfección. No es mi trabajo, sin embargo, cuestionar las decisiones de Mi Señora. Pero el cabreo se mantiene, por supuesto. Me pongo en pie desvistiéndome al mismo tiempo casi, para ponerme unos sencillos vaqueros y una simple camisa negra abotonada. Ningún adorno más. Botas... no, sólo tengo dos pares y no eran especialmente baratas... Bueno, sí que tengo unas que ya están bastante viejas. Decido ponerme esas y, tras un concienzudo aseo en los baños del hotel, me dirijo sin cruzar palabra con mis compañeros de habitación hacia el santuario.

El despertar fué semejante al que se tiene cuando uno ha pasado la noche anterior en una pelea de borrachos en algún bar de mala muerte tras haberse bebido "hasta el agua de las macetas", como se diría vulgarmente...

El golpe de Sanuye había dejado una marca que dolía como una jaqueca en Rewell, pero alguien había creído conveniente dejarles a él y a Hugo en las camas que les correspondían, con una bolsa de hielo que no vino nada mal...

Hugo por su parte notaba un dolor horrible en la nariz, punzante y sumamente molesto. Al palparse pudo descubrir que habían tenido incluso que suturar, ni siquiera respiraba bien por la nariz. Si se viera en un espejo comprobaría que su nariz ya no era desde luego la misma, y además tenía el cosido justo sobre el puente. Al respirar muy hondo le sabía a sangre.

Despertar despues de una pelea de borrachos era algo muy gracioso a mi parecer, ya que cuando abres los ojos aun sigues dormido, zombi por si queremos especficar mejor el estado. Te levantas erraticamente, miras a tu alrededor con vacua atencion y ojos de pez, mientras te dices a ti mismo que los ultimos recuerdos fueron un mal sueño y que cosas como que una niña me hubiera dado una paliza no existian mas que dentro de mi retorcida mente.

Uno no despertaba del todo hasta que empezaba a notar las nauseas y dolores de una buena cogorza, en mi caso, mi pobre nariz. Un gemido que bien podia ser de una niña pequeña en agonia, se escapa de mis labios mientras torpemente toqueteo mi nariz.

-!Eeeeeehhh¡-Retiro de inmediato la mano y me tapo la cara, empiezo a darme cuenta de que no puedo respirar bien.-[Esp]!Joder¡ ¿Se puede saber quien enseño a esa chiquilla pegar tan fuerte?¿Chuck Norris?[ESP/]

Mientras me cuestiono sobre la identidad del maestro de la japonesa, me voy dando cuenta de dos retazos de realidad que habia pasado por alto. La primera es que Rewell estaba conmigo en el cuarto por alguna razon de la cual ni siquiera tenia fuerzas para adivinar, y la segunda es que la japonesa no me habia matado y que estaba llorando mientras salia del altar. No estaba seguro de si ese acto la hacia mas o menos inocente y peligrosa, pero me estaba empezando arrepentir de algunas cosas que le dije.

-Hey, Rewell.¿Estas despierto?.- Dije con cautela y en voz calmada mientras me acercaba a su cama.- ¿Rewell?

Me quede silencioso y junto a la cama, sin estar seguro de si despertarle o irme del cuarto mientras durara su hibernacion. Por una parte no queria despertarle, ya que estaba seguro que aun seguia cabreado conmigo por la pifia que hice de mision, pero por otra parte, lo mas seguro es que todo el mundo en este hotel me odiaba a muerte, incluyendo Maria si se enteraba lo de Lex que estoy seguro de que alguien se lo dira tarde o temprano, y actualmente no veia a nadie mas a quien preguntar por la situacion de Maria y Lex.

"Nada... Este tio es un gigantesco tronco inmovil en cuanto se duerme" Pense medio aliviado y medio amargado de ver como Rewell habia entrado en modo hibernacion y no parecia dispuesto a salir de ella hasta que alguien le echara un cubo de agua encima suya o similar. Por supuesto, ni loco se me ocurriria hacer eso teniendo en cuenta que su humor es igualmente similar a la de un oso.

Silenciosamente me largo de la habitacion y cierro la puerta detras mia, dirigiendome al pasillo y buscando alguien con quien hablar. Ahora estaba mas relajado y confuso que antes, pero eso no quitaba que aun tuviera miedo y dudas de que Lex podia ser asesinada en cualquier momento por Michael y su panda de lunaticos.

Lo último que recuerdo, y no es un recuerdo agradable, son dos piernas incrustándose como dos leños en mi vientre que me proyectaron contra un muro con la misma fuerza que un camión de mercancías. Jamás había recibido un golpe similar. He recibido muchos golpes... Me he quedado inconscientes numerosas veces. Me he levantado dolorido y muy mal tantas otras, pero esto es distinto... Esto ha sido como chocar con la moto contra un muro mientras avanzabas en línea recta a doscientos por hora. El resultado es espectacular y espeluznante para el cuerpo. Creo escuchar la voz de Hugo, aunque me llega de forma que bien podría estar hablando tras un muro de roca sólida. Intento abrir los ojos, pero el dolor es increíblemente fuerte y los párpados me pesan como si llevaran rocas atadas a ellos. Ni siquiera soy capaz de responder.

Aún pasa largo rato, no sabría decir cuánto exactamente, hasta que consigo empezar a ser consciente de que sigo vivo y de que lo que noto sobre mi frente es una bolsa de hielo bien hallada. Sanuye entró, imparable. A menos que alguna de las chicas presentes lograra besarle, cosa que dudo, alguien habrá muerto. Lex, Alice o Falken. Y debería ir haciéndome a la idea... Tal pensamiento, aunque desagradable, no me provoca el rechazo que hubiera esperado. Después de todo estamos así por ellas, porque cometieron errores y fueron condenadas por ellos. Y porque, aunque la mayoría sabíamos que la opción correcta era la segunda; aunque a algunos que escogimos la primera nos hubiera gustado no hacerlo, escogimos la primera. Porque algunos, tal vez idiotas, somos incapaces de condenar a nadie aunque sepamos o creamos que merezcan tal condena.

Me incorporo, dejando caer la bolsa sobre mi regazo, inspirando con fuerza para, seguidamente, expulsar el aire lentamente. Problemas, problemas, problemas... La tensión es insoportable. La tensión y el peso. No creo que Donovan o Dale quieran saber nada de mí, y con Jolene lejos y Amber al cuidado de su tío favorito (y empiezo a plantearme que también es el único por mi falta de iniciativa y la absoluta posesividad de mi hermano para con ella) sólo tengo a mi lado a Taylor, y esto ya parece ser un hecho. Joder... Qué cantidad de errores. ¿Lo han sido? ¿Tantos errores he cometido o simplemente soy duro conmigo mismo, como reflejo de la dureza con la que siempre he sido tratado? ¿Está justificada mi autocompasión? ¿Estoy autocompadeciéndome? ¿Soy débil, soy fuerte, soy válido, soy un inútil? ¿Qué soy y qué hago aquí? ¿Y por qué estoy aquí? Joder... Lo necesito. Necesito una ducha ya. Necesito desconectar. Curiosamente lo que no necesito es fumar... Me estoy quitando. Me estoy acostumbrando a no fumar. Pero aún con todo voy a hacerlo, porque quiero un rato para mí mismo.

Quiero diez minutos, cinco, aunque sean, para dejar que los pensamientos se nublen y desaparezcan mientras estoy consciente. No pensar en nada, relajar toda la tensión que siento en el cuerpo. Dios, cómo necesito eso.
Me pongo en pie y cojo una toalla que haya a mano, si la hay. Si no me da igual... Con toalla o sin ella hay pocas cosas que puedan arruinarme ahora la ducha. Calla, Rewell, no pienses eso en alto... Es la forma más fácil de quedarte sin ello.

Un nuevo día en la habitación 01, con sus integrantes en sus posiciones y en sus sacos y pijamas. Y como siempre, los despertares no eran normales en el hotel, pues de algún sitio salió música...

Al empezar suavemente no fué especialmente desagradable, pero desde luego la elección del tema era surrealista, "alguno" incluso se lo tomaría mal si se levantara con mal pié, que no era para menos tras tánto tiempo sin comer. Pero cuando ya se tenían los ojos bien abiertos, algo mucho más surrealista se alzó un instante por encima de la música:

- Buenos días - una voz agradable de hombre, algo rasgada pero aterciopelada y amable sonaba en Dios sabe qué altavoz, pareciendo un locutor de radio si no fuera por el curioso acento mediterráneo, a pesar de hablar de forma fluída el inglés - Son las seis y media de la mañana. La temperatura es de -4.7 ºC. Se servirá el desayuno entre las siete y las siete y media sólo si todos los huéspedes del hotel se sientan juntos a la mesa. Se recomienda ponerse ropa que permita el movimiento de forma fluída y cómoda. Os saluda Milo Notara desde el almacén, nos vemos en el comedor.

De nuevo volvía a subir la música y el resto quedaba a elección de los huéspedes.

Confuso por la música Mortymer abrió los ojos con lentitud y completamente perezoso. Primero abrió un ojo mirando el ambiente y con toda la parafrenalia de dormir puesta sin que el lo recordara. Poco a poco iba pasando la confusión y el joven iba entrando en la realidad como si un terreno cenagoso se tratara. Pero entonces una voz que no reconocía sonó por un altavoz ¿Inexistente? - pero que... - se puso en pie saliendo del saco y quitandose la grasa para intentar vestirse. Y eso hizo lo mas rápido que pudo mientras miraba de reojo a los otros tres "seres humanos" con los que compartía cuarto pero no pudo evitar preguntarlo - ¿Alguien sabe quien es ese?