Partida Rol por web

Sonrío a su afirmación, sabía que me iba a contestar que sí, pero no estaría bien que las usara sin pedirle permiso. Algo para el frío de aquí. Me doy prisa intentando tardar poco y cuando termino no puedo evitar suspirar de alivio, voy tapada y no estoy oprimida, menos mal.

Muchas gracias. Mirándola y sonriendo de nuevo, satisfecha por el resultado. Me dirijo hacia ella, vamos de compras…

Desconcertante sería una palabra muy adecuada a lo que fué aquel despertar, con la entrada y salida del guerrero, para Isabella y Lex, que se veían por primera vez.

La construcción no dejó indiferente a la pobre muchacha recién llegada al hotel, despierta con un pijama y un saco de dormir muy similares a los que solía llevar. Se encontraba perfectamente, pero una inmensa habitación para cuatro personas completamente desconocida se mostraba ante ella nada más abrir los ojos...

Por su parte, Lex también se encontraba bien... Al menos físicamente...

Con aquella interrupción de lo que Alexa echaría mucho de menos, la muchacha se despertó de sobresalto llevándose la mano al pecho y acelerando la respiración... A primera vista, uno de los desmedidos guerreros que defendían el terreno. A segunda: La prodigiosa Fortaleza de Hielo, una habitación que ni siquiera recordaba a la anterior, ni la mitad de cálida que podría resultar el encendedor de un maldito cigarrillo...

Odiaba aquel lugar. Lo detestaba con todo su ser, que a pasos de gigante iba siendo lo único que al final acababa quedando... Y Dios sabía que haría acopio de toda su buena fé por salir de aquella puerta. Dios sabía que habría vendido su alma mil veces antes de despertar del plácido sueño, por no tener que ver una sola vez más un sólo rostro deshecho, ni sentir la soledad ni el remordimiento agarrada a los huesos... Estaba bien ser fuerte. Pero quizás era cierto aquello de que todos los héroes caen, y de manera estrepitosa...

Miró a la chica. Una mirada que quizás no quería decir nada, y sin más se levantó para rebuscar entre su maleta, como lo haría un autómata. Una vez vestida con unos vaqueros oscuros, una camisa negra y unas botas sin apenas tacón, salió de la habitación con la mirada perdida y aire autista. Una chica verdaderamente preciosa, aunque su rostro podría competir con la abatimiento de una Virgen...

Como si de una bocanada de aire tras varios minutos privada del mismo, abro los ojos y me levanto llevando mis manos al pecho, la respiración es entrecortada y rápida... muy rápida. Miro a mi alrededor, ese no es el lugar donde debería estar, y en mis manos no está lo que escribía...

Confundida, veo como una mujer que también dormía a mi lado se levanta se cambia y sale de la habitación sin siquiera dirigirme la palabra. Asustada trato de hacerme a mi nuevo emplazamiento, que lejos de parecerse a la cabaña zarrapastrosa es algo realmente lujoso.

Tras ver a la mujer marcharse, me salgo del colchón y miro de nuevo la habitación, ¿Que... que ha pasado?, Donde me encuentro? miro mis brazos, mis manos... todo parece estar bien, ¿Habré muerto? Realmente consternada por no saber lo que sucedía decido buscar algo para vestirme y seguir a la muchacha, quizá ella tuviera respuestas...

Sin más, y dispuesta a coger algo de ropa de la muchacha, me llevo una tremenda sorpresa al ver la ropa que tenía en la expedición colgada en el armario, eso si que es raro... Cierro los ojos y suspiro, me pongo unos vaqueros y un jersey de color negro, con el cuello alto, llegando hasta la parte baja de la barbilla, unas deportivas, y armándome de valor abro la puerta para salir... hacia donde fuera...

Entro de nuevo en la habitación, con la mirada desencajada. Cierro la puerta tras de mí y me siento en la cama tratando de contener el sonido de mi respiración. Mis piernas tiemblan, ¿que está pasando?, ¿donde me encuentro?. Siento como el frío que debería sentir por estar en aquel lugar no me recorre, sin duda se trata de algún efecto del mismo ígnea, sin embargo debería de abrigarme, aunque mi mente no sienta frío, mi cuerpo se resentirá...

Busco en el armario algo con lo que abrigarme, aunque más bien busco algo con lo que poder defenderme si... si algo entra en la habitación... Pensativa, me vuelvo a sentar en la cama mirando directamente a la puerta, rezando por que no se abra, y... y pase algo...

Cierro la puerta tras de mi, algo temblorosa. Me apoyo y respiro profundamente. Buscar a la mujer. Salgo corriendo ¡¿Isabella?!… resonando en el pasillo mi voz nerviosa y los pasos rápidos.

Mirando por encima en las estancias comunes hasta que llego a las habitaciones, date prisa Madi, gritando sin parar su nombre ¡Isabella Tarin!

¡Isab….! Por fin la encuentro, suspirando aliviada y andando despacio, me acerco a ella. Intento sonreirle sin que se note que estoy tensa, con voz tranquila Hola Isabella, soy Madison… Madison Greens. Vaya día para llegar… Me acerco un poco más, más repuesta, hablándole y tendiendole la mano para saludarla, cordialmente ¿Te encuentras bien?.... No tienes mucho tiempo… Verás… me han mandado a buscarte porque hay una reunión y debemos estar todos los del hotel.

La puerta se abre, y deja paso a otra mujer... ésta me mira sonriente, y ¿porqué sabe mi nombre?. La miro extrañada, sentada en la cama, apoyada en el saco de dormir... ¿Co, como sabes como me llamo?, ¿Qué es, este lugar? Me alejo un poco de la mujer, arrastrándome por el mismo saco, hasta llegar al otro extremo de la cama.

¿Que, que queréis de mi?, Yo no he hecho nada malo...

Una sincera sorpresa acude a mi cara, ¿no tiene ni idea DE NADA? Levanto la mano inmediatamente, apartándola de ella, para que no se agobie más. La sigo con la mirada hasta que se cambia de posición, sin dar un paso hacia ella. Todavía no.

Perdóname por asustarte, lo siento. Yo…. me han dicho tu nombre allí, un compañero. Ahora entiendo el sentido amplio de su frase, la situación, ¡al completo! Trago saliva, y continúo hablando suavemente. Por favor, tranquilízate, estás a salvo, nadie te va a hacer nada. Esto es… un hotel. Tú… ¿No sabes por qué estás aquí?

Frunzo el ceño mirando a la mujer Un... ¿Un hotel? su mirada no parece perversa, quizá esté equivocada... pero... que hago aquí?...

Niego con la cabeza a las palabras de Madison, Nn, no... no tengo ni idea. Yo lo último que recuerdo es que... el dolor del frío vuelve a mi cabeza, el sentimiento de mis compañeros... ¿estamos muertos? pregunto algo más tranquila pero igualmente tensa,

Yo... yo, recuerdo que estaba en la cabaña, y el frío... mis manos no respondían... miro extrañada de nuevo a Madison, ¿tendrá ella las respuestas?

Mi gesto se ensombrece, reconozco esa angustia, así desperté una vez, sólo que no estaba a salvo. Asiento, comprensiva y con pena a mis ojos a lo que cuenta.

No, no estás muerta. Lo que estás es desconcertada. Suspiro. Dice frases inconexas por no poder expresar lo que le duele lo que recuerda. ¿Puedo? doy un paso más y me siento en la cama, en la esquina opuesta. Con voz acongojada, sincera, hablando muy suave Verás, a mi me pasó algo parecido a ti, estaba en peligro y está gente me rescató y me trajo aquí. Cierro los ojos un instante, y a mi pobre Jake... Los abro, no necesita los detalles más duros ahora mismo.

Todavía no hace ni una semana que estoy aquí. Yo no sé mucho, pero si vienes conmigo a la reunión, creo que te lo explicaran. Dudó un momento, ¿estará preparada?, ¿habrá algo más que yo pueda decirle?. Me quedo sentada, sin levantarme ni apremiarla a que venga, dándole tiempo. Mirándola a los ojos.

Sus palabras parecen sinceras... su mirada, no asusta, incluso tranquiliza un poco en aquella situación... Entonces, ¿no estoy muerta?, pero que lugar este, donde, y quien me ha traído... supongo que si quieran haberme hecho algo malo ya lo habrían hecho... o eso espero...

Pasado poco mas de un minuto, aprovechado para recapacitar y pensar, pongo un pié en el suelo, bastante nerviosa y asustada, pero en parte decidida... Que, ¿de que es esa reunión? pregunto mientras me pongo en pié, con ánimo para seguirla... Esta bien... vamos... éstas últimas palabras no suenan para nada seguras, sin embargo trato de aparentar y seguir a Madison...

De nuevo, como ocurría cuando había misiones, el hielo engulló a ambas chicas...

La miro, más triste todavía cuando pregunta por la reunión.

No sé bien el motivo, creo que es para decirnos el resultado de una misión que les encomendaron a unos compañeros…. Tengo que prevenirla, compartir lo poco que sé. Pero me han dicho que ha ido mal, creo que no va a ser agradable. No puedo llevarla con mentiras. Intento sonreírle, aunque sé que tengo los ojos tristes, darle un poco de ánimo. Tú tranquila, no tienes nada que temer.

Me levanto a la vez que ella, suspirando. De acuerdo, vamos. Vuelvo a sonreírle y empiezo a caminar, a su paso, a su lado.

La pecosa volvió a su cuarto con Dale en brazos, dándole un viaje con el pie a la puerta tras entrar. Se acercó a su cama y dejó descansar a Lantana sobre el cálido colchón. Una vez tumbada la cantante, se dedicó a apartar las cosas que podría tener sobre la cama, la mayoría regalos del lituano... Se detuvo derrepente.

Christopher...

Cogió aire y lo tragó pesadamente, abriendo mucho los ojos y procurando mantener la mente ocupada con lo que... la ocupaba - Dale, Dale, Dale, Dale. Atiende a Dale, tienes que atender a Dale... SÓLO A DALE, JODER - se repetía una y otra vez guardando sus cosas en una de las enormes maletas que quedaban junto a la cama. Había tomado por costumbre dejar el ramillete de lavandas sobre la almohada para que impregnara la cama con su aroma... Un aroma que ahora resultaba asfixiante para Czigany que, nerviosa, le hablaba a Dale mientras recogía, con un ojo avizor por si a ésta le daba por autolesionarse o retorcerse de nuevo... Lo bueno, es que estaban solas en aquella enorme habitación, apartadas del bullicio.

- Tienes una voz preciosa... - decía lo primero que se le ocurría. Había asistido a cursos para atender a personas descapacitadas, niños con cáncer e incluso anoréxicas en la facultad... Pero los drogadictos eran algo que se le pasaban por completo. No tenía ninguna práctica - Tengo que medicarte, Dale... Es lo único que te hará sentir mejor. Pero tienes que comer antes, y no quiero darte nada fuerte... Dime si tienes algún tipo de alergia, riesgo de embarazo... Y si tienes frío. ¿Tienes frío? - preguntó ya junto a ella, haciendo amago de abrigarla con la misma manta.

Dale se retorció en la cama como si, con pocas fuerzas se resistiera a los tirones de algunas sogas que tuviera atadas a las extremidades. Se quedó quieta, respirando, al ver a Lex recogiendo las flores y dedicándole un halago a su canción.
Con la mirada perdida y la cara roja por los esfuerzos, el sudor congelándose sobre su cara, comenzó a hablar con la poca energía y suavidad con la que había cantado, sacándose del bolsillo del pantalón una cartera, de la que extrajo un par de fotos...

- Tenía diecisiete años cuando mi hermano David nos invitó a la inauguración de su puto prestigioso hotel en Sidney... Nos pagó el avión para cruzar el país, y cuando puse un pié en la capital... Joder si me enamoré... Mucho mejor que la mierda de desierto que es Perth - manoseó las fotografías ante su cara - Era una ceremonia elegante... Yo llevaba un vestido largo... El macarra de mi otro hermano llevaba un traje con la camisa por fuera, y mi hermana un mini traje. Cuando vimos ahí a Mick Callum creíamos que era un modelo o un actor... - apretó los dientes un segundo clavando la mirada en la foto, hablando entre dientes como si estuviera resistiendo una fuerza inimaginable - No tenía nada que envidiarle a Donovan, Michael y Balaguer... Se movía como si el mundo fuese una puta pasarela... Nos lo quedamos mirando agilipolladas, y entonces David se me acercó y me dijo...: "Es manager de músicos... ¿Porqué no te subes al escenario y cantas, cariño?". "Cariño"... Menudo hijo de puta - un llanto repentino le agarra y tras calmarse un poco, prosigue - Me subí al puto escenario y dejé con la boca abierta a todo el puto mundo... Cuando me bajé, una mano me ayudó a bajar de las escaleras, era Mick, que me cogió de la cintura nada más llegar al suelo y me sacó a bailar... "He oído muchas voces, pero es la primera vez que veo un ángel" - en su mente, aquella frase sonaba al unísono con la de un hombre que robaba el juicio con sus ojos oliva... Siempre fué débil a las caras bonitas - Yo tenía el pelo castaño, largo y bonito en esa época, no como ahora... - se tiró de un mechón con la mano temblorosa - Cuando me fuí de la fiesta no podía parar de pensar en él... Lo estuve haciendo durante toda esa semana, otra vez en Perth, en clase, en natación, en pintura... No he escrito más canciones en mi puta vida que durante esa semana... Entonces, una tarde de Domingo que volvía de estar con mis amigos, me lo encontré en la puerta de mi jardín... Sacó un regalo de una bolsa y sin decirme nada, me lo dió... Lo abrí. Era un zapato de tacón de cristal... Tenía grabada la canción que canté en la inauguración... Y entonces, mientras yo alucinaba, me preguntó si conocía a la princesa dueña de ese tesoro... - dejó la fotografía de un manotazo sobre la cama... - Me sacaba diez años, durante ese verano estuve enseñándole mis canciones, él me llevaba de escapada en vacaciones a los estudios y a su casa en Sidney pagándome todo... Pero sobre todo, lo que hacíamos era pasear en bicicleta, mirarnos durante horas y decirnos cosas preciosas antes de hacer el amor como locos... Siempre lo hacíamos sin condón y nunca pasó nada... Yo me asustaba y le decía "¿y si me quedo preñada?", él me contestaba: "Da igual, lo tendrías con dieciocho, y para entonces ya estaremos casados". Tocada y hundida. Pero llegué a los dieciocho sin bombo... Eso sí: Grabé un disco que le dió la vuelta a Australia y me enterró en millones. Je... Dieciocho añitos, un disco de platino, la mayor parte del tiempo en Sidney y el novio perfecto... Nos habíamos olvidado de la boda con todo el trajín del disco y las giras del "Cinderella"... Me empecé a preocupar por lo de no quedarme embarazada, pero un día llegué a casa y Mick había comprado una cuna, la había dejado en nuestra habitación... "I promiss, babette*", decía la nota de las flores al lado de la cuna... El cabrón era perfecto...

Juntó las manos sobre su rostro enterrando un llanto sobre el que se retorció, arrungando la otra fotografía entre sus ojos y sus dedos.

- El día que me mudé definitivamente a su casa... Me llevó a surfear por la mañana, a una barbacoa al medio día con sus amigos más íntimos, presentándome como la puta octava maravilla... Me compré una bici nueva, y de noche me llevó a un restaurante precioso... Me pidieron cantar los dueños del local, lo hice y al terminar, Mick fué al escenario, se me puso de rodillas y me pidió matrimonio delante de todos... Después de decir "si quiero", volvimos a casa y lo hicimos como locos... - cogió de nuevo la fotografía en que aparecía al lado del tal Mick, arrugando la otra en su mano - Al día siguiente, después del desayuno, se fué a trabajar y yo me quedé escribiendo la canción más bonita del puto mundo. Al terminarla, cogí la bici y fuí a su trabajo a enseñársela... Pero me lo encontré desayunando con una puta Barbie esquelética y con el pelo achicharrado de tinte rubio. Volví a casa mosqueada y se me ocurrió mirar su historial de internet. Todo lleno de puto porno, con tías de esas... Así que como gilipollas decidí convertirme en una de esas asquerosas. Pasaron los meses, de pronto sabía demasiadas cosas... Me acostaba con una sobredosis de datos en la cabeza que no me dejaban dormir, no me dejaban componer... Y pasaba los días agotada. Se quejaba de eso, de que ya no "intimábamos"... Yo le decía que estaba nerviosa por lo de la boda y me cansaba pensando en los preparativos... Un día volvió con una bolsa de coca y me dijo que con eso se me quitaría todo de la cabeza y dejaría de estar cansada. Yo sabía que eso no era bueno... Pero él quería que me lo tomara, y me lo tomé. Claro que volví a componer, claro que volví a cantar... Pero ya no era una reina del pop, más bien me volví un poco más "transgresora"... Eso no vendía tánto, no le gustó... Y aunque yo hacía todo lo que él quería... Me resistía a ver que ese cabrón no me quería. Sólo me había estado utilizando. Me daba igual mientras estuviera a mi lado... Incluso empecé un tratamiento de fertilidad para "amarrarlo" con un crío, yo sabía que eso funcionaría, pero el bebé nunca llegó... - se echó el pelo hacia atrás, sin dejar de derramar lágrimas - Me importaba una mierda que me pusiera los cuernos... Pero de pronto yo iba a cumplir los veinte y mi boda era al día siguiente. Él quiso follar la noche antes, pero me negué... Él me preguntó porqué y le respondí que porque su puta, que no era otra que mi hermana, le había contagiado la sífilis, y yo no quería cogerla. Me dió una bofetada, dijo que era una puta fracasada y se largó. Yo me presenté a la mañana siguiente vestida de novia en la iglesia... Sabía que no vendría... - tiró la otra fotografía con rabia al suelo...

- Acusándome de posesión de drogas se quedó la casa, los coches, mis derechos de autora... Pero me dejó la cuna para joderme más todavía, y yo estuve viviendo en casa de una tía mía queriendo morirme durante meses. Dejé la cocaína por la heroína... Aunque a veces me meto alguna raya... Pero seguí con el tratamiento de fertilidad... Quería llenar esa cuna, sabía que algún día el mundo me daría la oportunidad y que tendría que luchar por eso... Que sólo eso me daría la fuerza para dejar la puta droga... Y dejé de querer morirme. Sólo esperaba a que llegara el momento. Por casualidad ví la puta página de Leah Roe y me acojoné... Pero por otro lado, conjeturando y leyendo mierda de medicina, llegué a la conclusión de que aumentaba la fertilidad femenina... Y entonces cerré los libros y me metí dos inyecciones para no pensar en ello. Fuí buscando el Ígnea por toda Sidney, y cuando perdí las esperanzas, aunque también ejercía de "súper heroína" salvando gente de secuestros en las ruinas, infiltrándome entre la gente de Kiwi Joe... Hasta que apareció Donovan. Me pegó el Ígnea y follamos en cuanto pudimos. El mal de los nacidos ricos: "Te creerás que siempre saldrás de todo". Pienso follarme a lo mejorcito que vea... En mi caja de pastillas anticonceptivas hay blisters de tratamientos de hormonas para aumentar la fertilidad...

Gateó por la cama hasta coger a Alexa de los hombros y le suplicó, con lágrimas en los ojos:

- Yo estaba de tu parte... No quise que se te llevaran en ese grupo... Dije que podríais correr peligro los unos por los otros, no por lo que otros pudieran haceros... No soy adivina, pero hice lo que pude... Sé que el puto amor nos puede llevar a destruir o destruirnos... Pero por favor... Yo tengo el corazón hecho una mierda... Ya no me fío de ningún puto tío y lo único que quiero amar es a un hijo... TODO EL MUNDO necesita amar... - la mano temblorosa, pasando áspera por el sudor sobre el pelo de Lex - Te has cargado a un crío... Te pido que me ayudes a tener al mío si es que por fin lo tengo y que mantengas la boca cerrada, me aguantes y no dejes que ese puto nazi de Lockhart sepa nada de mi jodido cuerpo... Eso o que me des un puto pincho con zarpa. Estoy enferma... Pero necesito ésta puta enfermedad para quedarme preñada. Sácame de las drogas y ayúdame a tener un bebé... O deja que ese cabrón me pinche diazepam a mala hostia y al día siguiente mi única puta motivación sea la de meterme más mierda... - los labios le temblaron y los dedos se clavaban en los hombros de Lex - No me caes bien. Y no cumpliré ninguna condición que me pongas porque ésto en lo que me he convertido es una zorra. Además, me das miedo... Pero da igual: Sé que para ésto sólo puedo confiar en tí... Por favor... No digas nada, no dejes que me jodan un posible embarazo y aguántame el mono con tu puta mejor paciencia... No ganas nada a cambio... Pero te lo pido igual... Por favor...

Alex atendió a un lado de la cama. Había visto muchas cosas en aquella última semana. Demasiadas... Pero que Lantana se abriera con ella... Eso... Eso no era un milagro. Eso era una puta mierda, porque algo le decía que su agujero negro acabaría por chuparla a ella también... (...) En efecto. No se equivocaba.

Prestó atención sin interrumpir a la cantante, echándole un vistazo a las fotografías cuando ésta las dejaba a un lado, terriblemente frustrada. Sí... Lantana estaba jodida, podía confiar en ella. Lantana se había destruído por amor, llegando a tocar fondo, y eso era junto lo que estaba haciendo Lex, aunque no de cara al público. Cargaba con un dolor tan insoportable que por sí mismo se iba alimentando a sí sólo... Amaba a Herkus, quizás como una vez amó Dale. Amaba con locura a ese hombre al que le había entregado todo lo que tenía desde el primer día. Era algo que no podía evitar por mucho que las cosas hubiesen cambiado... Y es que desconocía el por qué de ese cambio.

Sostuvo la mirada de la australiana durante todo el tiempo que ésta le estuvo hablando. Ella sabía con lo que iban a encontrarse en Londres. Sabía que Herkus iba a joderla viva y no se atrevió a decirlo... Cerró los ojos con pesar, inclinó la cabeza hacia adelante y suspiró amargamente, negando con debilidad...

No... No no no por qué a mí, joder... Estáis abusando de mí, no es justo...

Volvió a alzar la cabeza, perdiendo la vista en cualquier esquina de la habitación... Hasta que, muy a su pesar, asintió y volvió a mirar a Dale.

- Si es cierto que estas embarazada, te ayudaré en lo que pueda con tu embarazo y con tu desintoxicación... - tragó saliva. No era médico. No tenía ni la mitad de sus estudios hechos y tenía esa excusa en su mano. Pero las situaciones desesperadas requierían medidas desesperadas. No culpaba a Dale... Veía correcto el poder ayudar alguien con semejante mierda encima. Pero si ni ella misma se sentía con ganas de vivir, ¿cómo demonios iba transmitirle cualquier tipo de positividad y fuerza de voluntad a una drogadicta embarazada? Si la droga la atraía hasta a ella... - ...Pero aunque la enfermedad te facilite un embarazo no puedes olvidar que estas enferma y que por lo tanto el bebé sufriría tu enfermedad... Puede salir perjudicado sobretodo los primeros meses de gestación y corres el riesgo de que la criatura nazca muerta, Dale... - tragó saliva, volviendo a mirar a los ojos a la australiana, paciente... Sabía que no era tonta - Decidas lo que decidas, te ayudaré porque yo quiera. No espero que hagas nada especial por mí, pero tampoco soy imbécil: Si te hago la vida más fácil, házmela tú también a mí. Porque puede que tú tengas mono de pincharte, pero tengo mono de volarme la tapa de los sesos, y no sería buena idea... - carraspeó. Tampoco hablaba demasiado en serio. Tampoco lo sabía... - ...No dejaré que perjudiquen de ninguna manera tu embarazo, estate tranquila. Pero tienes que saber los pros y los contras...

Cogida todavía del hombro de la húngara y sufriendo algún que otro espasmo, Dale puso el dedo índice de su mano frente a la cara de la hermosa Lex y negó con él y con la cabeza, abriendo los ojos y haciendo un intento de sonrisa.

- No voy a portarme bien contigo ni de coña mientras me aguantes con el mono... Y no voy a dejar que mi hijo se ponga enfermo ni que el Ígnea nos mate... He leído que en un mes una persona puede desintoxicarse, y en dos, estar totalmente limpia... Cuando eso pase, cuando esté limpia, saldré de éste hotel y volveré a ser - se dió unos toquecitos con el dedo en la sién - una cabecita más pensante de lo que puedes concebir. Tenemos medios, y el puto virus no podrá conmigo esos dos meses, porque en éste hotel la enfermedad NO avanza... - mostró los dientes en una sonrisa lobuna - Y mientras os sugiero un par de expediciones para recopilar datos del virus... "Es posible" que también pueda pensar una forma de hacer que tu pichón se lime los dientes y pruebe una dieta más variada... ¿No te gusta la idea...? Soporta a una zorra australiana, ayúdala y ten la boca cerrada respecto a lo del embarazo... Y esa zorra australiana hará que dejes de querer volarte la tapa de los sesos reuniéndote con tu Príncipe de los Suburbios y un maletín lleno de pasta para que os mudéis a las putas Seychelles huyendo de la ley o lo que os de la real gana... - en forma de pistola, le dió otros toquecitos a Lex en la sién. Seguía temblando, se la notaba sufriendo, pero estaba dándolo todo de sí para quitarse de encima el problema de Lockhart...

Tragó saliva. El cerebro más pensante le proponía un posible trato. La idea de recuperar a Reisel tocaba su punto débil... Bueno, no sólo lo tocaba, sino que lo palpaba y lo estrujaba y hacía lo que quería con ella. No sabía si podría fiarse, más bien no se fiaba de ella... Pero era la mujer más inteligente de la Tierra al fin y al cabo. Era su única posibilidad de recuperarle, y ella misma la única posibilidad de que ese embarazo saliera a buen puerto... Aún así se trataba de un bebé. Negarse no debía ser una opción...

- ...Hecho - No iba a enemistarse. No era una opción inteligente... Y cuando hubo dicho ésto, agitó la mano para que Lantana se diera la vuelta - Ponte bocabajo... - la ayudó, si ésta se dejaba, y cuando estuvo tumbada bocabajo comenzó a masajearle la espalda con delicadeza - Esperaremos a que vuelva Isabella... Le diré a Sven que eres alérgica al medicamento y que yo me encargaré de tí con "La botica de la abuela". No pondrá pegas, le importa bien poco éste asunt... - se detuvo en cuanto vió que aquello de los masajes no era su fuerte y le había hecho daño, levantando las manos como si de un atraco hacia su persona se tratara - ¡Aaaayy, LO SIENTO! No soy terapéuta. Pero la intención era buena...

- Hijo de puta Sven... - comentó negando con la cabeza boca abajo, justo antes de gruñir y volver a echarse a llorar, como si le hubiese hecho un daño mucho peor a lo que realmente era... - ¡ME CAGO EN TÍ, JODER...! ¡¿No entiendes que me la suda la intención...?! Ohj, me muero de hambre, coño...

Lockhart entró en la habitación sin mediar palabra ni llamar a la puerta. Colocó el maletín e una de las mesillas de hielo y empezó a disponer los instrumentos para inyectar el diazepam sin entusiasmo ni prisa.

- Soy alérgica al Diazepam, digger... - se apresura en decir Dale - Ya han intentado eso otras veces...

Lockhart se detiene antes de romper la ampolla y la mira, sudorosa, patética. Aparta la vista y comienza a guardar los utensilios.

- Qué lástima. Porque entonces sí que no puedo hacer nada con los medios con los que cuento - cierra el maletín - Pero creo que alguien te ha hecho una tila ahí fuera - una tila...: Un chicle para un muerto de hambre.

Sin más, sale de la estancia.