Partida Rol por web

- Míralo... Se ha muerto de pena el hijoputa... Va a llenar un río de lágrimas el cabrón... - resopla, todavía agitada por la ansiedad - No pierdas detalle de la tortura que le ha supuesto... Bufff... Tan bueno que está y tan cabrón que lo parieron... QUIERO COMER.

Lex botó un par de veces la cabeza asintiendo con aquello de comer. La última vez que probó bocado sería en la modesta casa de Donovan... Sí, lo recordaba. Era el desayuno y sólo comió una tostada.

Una tostada mañanera... Una desnutrida y cansada de vivir tostada... Ssseca... Sssseca ssseca sssecca... Si lo llego a saber no hago el gilipollas...

Cuando Sven entró y Dale se excusó, tragó saliva (más por hambre que por otra cosa) - Yo me encargo... - ¡...como siempre! Noooo vayas a tirarte hecho un fiera a ayudar, ¿eh? No no no, no me entere yo... No me entere yo, Sven, que ya esta aquí la imbécil de turno... "Shitgirl"... La primera veinteañera con canas con la que te vas a cruzar, Flassssh... Flasshh... - No hacían falta más palabras. Tranquilamente, tomándoselo con filosofía, volvió a recoger lo que había tardado en sacar unos largos segundos... Y finalmente se fué, dejando a la muchacha con una risilla histérica tras el comentario de la australiana. Qué patéticas.

Se volvió a rebuscar en su maleta, aún sentada en la cama con la risilla floja por lo bajo, los hombros temblándole y el estómago quejándose...:

- Jjj j j j jj jjjjj jj... - negó, desesperada - Qué hambre más grande, señor mío... Ya tiene que ser BUENA la tila para que se hayan tirado una semana preparándola... Joder... !Y menos mal que es un banquete¡ - alzó una mano al compás de las cejas, con énfasis. Se detuvo y recapacitó. Notaba que le faltaba algo, sí... Un maletín similar al de Sven - Genial. Genial... Me han robado. Me han robado, esto es ya... - agitó las manos como quien remueve arena en el aire. Se levantó entonces, con una cajita de valerianas en la mano - Esto creo que te lo puedes tomar. A esto no eres "alérgica"... Y a ver si comemos de una santa vez...

Se acercó con pesadez a la puerta. No se sentía ni con fuerzas para girar el maldito pomo... Y animar a Isabella para que entrara en su propia habitación iba a resultar un poco violento...

- No me hace ni puta gracia, trae - cogió el blister, vació tres pastillas y se las tragó sin agua siquiera. Obviamente el efecto no sería inmediato, sobre todo cuando se consume heroína.

Se agarro a las pieles con fuerza y empezó a golpear con saña el colchón para desahogar la ansiedad...

Le echó un vistazo cuando usó las pastillas, controlando que no se pasara de la raya...:

- Lo peor es que a mí tampoco... - confesó, ahora seria como una tumba, y se asomó al pasillo para hacer lo que iba a hacer.

Alexa le dió un par de valerianas a Dale, Isabella tuvo que darle todo el contenido de la jarra de tila y al final, entre la paciencia de las tres chicas, lograron que aquella escuchimizada bestia se cansara lo suficiente como para quedarse dormida. Dale de despertó más de una vez en mitad de la noche. En una ocasión simplemente lloriqueaba en lo que parecía pura ansiedad. La segunda vez fué de nuevo sacudida por dolores que "mordían" su cuerpo desde dentro. La tercera se despertó gritando, pues es normal que los que padecen el síndrome de abstinencia tengan sueños vívidos y desagradables... La cuarta y última simplemente se removió un poco y su respiración se agitó.

Un nuevo día en la habitación 03 después de apenas dos horas desde el último despertar de la alterada australiana, con sus integrantes en sus posiciones y en sus sacos y pijamas. Y como siempre, los despertares no eran normales en el hotel, pues de algún sitio salió música...

Al empezar suavemente no fué especialmente desagradable, pero desde luego la elección del tema era surrealista. Pero cuando ya se tenían los ojos bien abiertos, algo mucho más surrealista se alzó un instante por encima de la música:

- Buenos días - una voz agradable de hombre, algo rasgada pero aterciopelada y amable sonaba en Dios sabe qué altavoz, pareciendo un locutor de radio si no fuera por el curioso acento mediterráneo, a pesar de hablar de forma fluída el inglés - Son las seis y media de la mañana. La temperatura es de -4.7 ºC. Se servirá el desayuno entre las siete y las siete y media sólo si todos los huéspedes del hotel se sientan juntos a la mesa. Se recomienda ponerse ropa que permita el movimiento de forma fluída y cómoda. Os saluda Milo Notara desde el almacén, nos vemos en el comedor.

De nuevo volvía a subir la música y el resto quedaba a elección de los huéspedes... Pero por culpa del insomnio de la australiana, es posible que las chicas del Icehotel fueran las más ojerosas de todas...

Dale se liberó de su saco, ojerosa, algo macilenta por el cansancio del día anterior, y se quedó escuchando lo que el tal Milo decía por los altavoces.

- ¡Las seis y media, bufff...! - un disparate para una australiana, pero no se quejó, curioso, casi se habían acostumbrado los oídos ajenos a que esa vocecilla llamara a todo "puto", "mierda" o "jodido".

Salió del saco y levantó un brazo para husmearse la axila, apartando la nariz rápidamente, asqueada. Durante todo el día y la noche anterior había sudado lo indecible, y su olor era algo normal por ese motivo. Pero sus ánimos estaban increíblemente serenos.

Se calzó las botas y se dispuso a ir hacia los baños... No obstante, se detuvo en la puerta y se volvió, con los brazos cruzados, arrebujada sobre sí misma. Parecía que por una vez iba a hacer la excepción y no ir a su bola, y esperó a sus compañeras...

- Siento el coñazo que os he dado... Es la puta droga, y... Y gracias por todo, ¿eh...? - no parecía acostumbrada a pedir perdón y dar las gracias... Pero lo hizo.

Un sueño inquieto, en el que se mezclaban el rostro de la querida Alice y los del resto de los fallecidos con el de Dale, debido a la inquietud que nos ha tenido pendiente de ella toda la noche. Me retuerzo sobre mi misma, sin tener ganas de amanecer aún, pero empiezo a despertarme con una música que se escucha cada vez más y más cercana, me estiro dando un largo bostezo, mientras tapo mi boca con la mano. Entonces lo escucho, ha cumplido su promesa, se ha quedado a ayudarnos, sonrío durante apenas un segundo y me levanto de la cama, con más energías de las que esperaba.

Asiento a la australiana, a sus palabras, contestándole con voz algo ronca aún. No te preocupes, Dale. Hacerla sentir mal no va a servir de nada, y está intentándolo. Buenos días, chicas… mirando alrededor, hacia todas.

El gesto se ensombrece cuando miro la habitación, todas las cosas de Alice, sus maletas desechas, la ropa tirada, tengo que recogerlas y guardárselas en estos días, sonrío con cariño, que desordenada era. Sacudo un poco la cabeza y me acerco a la puerta, me quedo esperando a las que faltan apoyada en la pared, girando mi cabeza hacia Dale. ¿Has descansado? ¿Te encuentras mejor?

Dale tuerce la boca mirando a Madison, parece mucho más relajada que el día anterior, es la primera que no quiere que nada desencadene una reacción tan negativa como la del día anterior. Esperando junto a la joven canadiense, apenas un poco más baja que ella, contesta:

- Apesto. Pero por lo demás me encuentro bien... Mucho, además. Si hubiese estado sóla en Australia... Me habría chutado o me habría abierto las venas. Os tengo que agradecer que no fuera así. Lo siento si dije algo chungo, creo que lo hice...

Abro los ojos, mientras esa musiquilla penetra armoniosa por mis oídos... Una voces distantes se escuchan a lo lejos... ¿Amigos? Me incorporo bastante rápido y observo el lugar... Vaya, entonces no ha sido un sueño... Doy un suspiro y estiro los brazos apuntando hacia el techo, y me rasco seguidamente las legañas de los ojos.

Parece que Dale se encuentra mucho mejor, increíblemente mejor... la sonrío... Me alegra ver que estas mejor Dale, y bueno lo del olor se pasa con una ducha Me bajo de la cama y visto... ¿Ropa comoda, Que vamos a hacer hoy? Encojo los hombros y me pongo unos vaqueros con unas deportivas. Una camiseta sin mangas y un jersey encima... No tenía nada más cómodo que unos vaqueros y si íbamos a hacer deporte, lo mejor una camiseta sin mangas...

Me acerco a la cama de Lex y la miro... Lex, ¿estás bien? Es hora de levantarse...

Alexa no despertaba bien, al contrario que el resto.

Llevaba más de dos días sin comer, quizás tres, y sumando aquello a la ansiedad y al constante cuidado de la drogadicta durante la noche, dormir había resultado un infierno, algo imposible... Cuando Isabella se acercó Czigany se apartó una sábana con desprecio, pálida y ojerosa, con un calor sofocante. No parecía sufrir las bajas temperaturas del refugio, pero sí un malestar y mal humor general...

- Nnnnnggghhh... - gruñó dolorida, abrazándose la tripa y colocándose en posición fetal sobre la cama... Ni la agradable melodía ni la voz del locutor habían logrado su cometido, y negó a la pregunta de Tarin, con la garganta seca - No... - apretó los dientes, incorporándose torpemente para quedarse sentada sobre la cama, frente a su maleta, con la cabeza gacha... - Ahora me visto, ¿vale...? Id al baño... Yo iré enseguida...

Abro los ojos ante la primera palabra de Dale, siempre consigue sorprenderme. No tiene importancia, en serio, no pasa nada Dale… no eras tú. Lo pienso sinceramente, sé que no puedo imaginarme el dolor y la desesperación que sentía en esos momentos. Si hasta estaba dispuesta a cortarse con un cuchillo, ¿Qué importancia puede tener un insulto?

Me encojo de hombros mirando a las dos que sí están levantadas, cuando Lex se niega a venir con nosotras, podemos ir duchándonos mientras ella se espabila. Bueno,… vale. Lo cierto es que estoy loca por ir, por darnos prisa y comer algo lo antes posible. Abro la puerta para ir saliendo…

Asiento a Madison... Claro marchemos primero nosotras. Miro a Dale... ¿Vienes?, eso de que apestas tiene fácil solución prosigo riendo... Sigo a Madison en dirección a los baños...

- Sí, voy. Vamos todas - se adelantó hasta donde estaba echada Alexa y la destapó, tirando de ella sin demasiada brusquedad, pero tampoco con mimo - ¡Mierda, Lex! ¡No te quedes ahí, posada como una mierda! ¡Arriba! Cuanto antes comamos, antes dejaremos de estar hambrientas, coño, es "física elemental" - tiró de ella hasta levantarla y se echó el brazo de la húngara por encima de los hombros, caminando hacia la puerta con ella - ¡Ésto es algo imbécil, Atila: Resulta que me sacas una cabeza y te tengo que llevar yo...!

Y así se dirigió al baño. Por lo visto tenía renovadas energías.

La energía de Lantana contrarrestaba con el importante bajón de azúcar de Czigany, quien dejó los ojos abiertos y la mirada perdida en cuanto logró ponerse en pie. Derrepente todo era blanco y la cabeza le daba punzadas... Un par de parpadeos y de nuevo a la realidad en colores...

- Atila... Gracias - contrajo una comisura en un intento de sonrisa, delirando de pura hambruna - ¿Quién ha puesto la radio...? Hace un calor... Hace un calor insoportable... - y así fue acompañándolas, ayudándose en Dale y ligeramente doblada hacia adelante.

Poco después de cerrar la puerta de la habitación, ésta se volvió a abrir. Quien entró por ahí no podía ser más discreto de lo que ya lo había sido...

Antti se quedó apoyado en la puerta con el hombro, vuelto de espaldas para que la húngara se pusiera tranquilamente el pijama. Desde luego no era de los que se rindieran rápido... Quizás fuera eso lo que le procuró un buen estatus en aquel hotel. Aún no se había decidido a utilizar su autoridad en el resto, ni siquiera sabían, salvo Lex, qué poderes tendría el finés.

Sobre la espalda, llevaba la funda de su guitarra, Tuonela.

Entró. Y entró con el vello de la nuca erizado tras la anotación de Balaguer, posteriormente guiando sus pasos hacia una de sus maletas, deshaciéndose de la camiseta sin nisiquiera tiritar, y rebuscando sin miedo a desordenar todo su equipaje un pijama de tirantes.

Tenía un oído fino. Todo lo fino que lo podía tener un ser humano corriente. Pero no se esperó que alguien entrara por la puerta, y mucho menos una figura tan infinita como lo era la del finlandés.

- ...¡¡Joder!! - Le había dado tiempo a cubrirse la parte de arriba, pero el pasmo se lo había dado, mucho más acusado después de que el asesino que solía alimentar a su gata con sus cadáveres le dijera que "tenían que hablar". Pero respiró un poco más tranquila al ver que se trataba del guitarrista... - Hola... - sólo un poco. No se sentía muy cómoda tras las visiones de Hawkins. Era algo normal...

Terminó de cambiarse, y se tumbó en su cama, abrigándose a mitad con la piel que hacía de colcha, descansando vagamente la cabeza con el codo apoyado junto a la almohada. Se fijó entonces en Tuonela...

- Un concierto personal... - se permitió dibujar una leve sonrisa en sus labios, enternecida - O eso o es que vienes a abrirme la cabeza con tu guitarra... - bromeó tristemente, bajando la vista, probablemente avergonzada...

Que no me extrañaría. Tiene todos los motivos del mundo...

- A eso vengo. A eso último que has dicho - sonrió cariñosamente, fingiendo mal una ira que no sentía, más bien tenía la sangre espesada. Se acercó a la cama y se sentó al borde, meneando con una mano suavemente la cabeza de Lex a modo de acompañamiento a su bronca. Se sentó con la espalda en el cabezal y las piernas cuan largas eran sobre la cama - A ver qué te parece ésta mierda que he abortado...

Empezó a colocar con maestría los dedos en el mástil de la guitarra, y comenzó a tocar mientras canturreaba la letra, sin alzar demasiado la voz.

Lex recibió la muestra de afecto contrayendo una de la comisuras de los labios; sólo un momento. Dejó algo de espacio al finés para que se acomodara con la guitarra, mirándolo espectante, observando cómo colocaba los dedos sobre las cuerdas para comenzar... Cerró los ojos entonces, centrando sus cinco sentidos en las primeras notas musicales...

La música conseguía darle algo de significado al álgido ambiente de la habitación. Conseguía humanizar, impregnar de sentimiento las emociones que se habían dispuesto a congelarse, conseguía romper el hielo. Y al arranque emocional se unía el agradable canto del finés. Conocía el sonido de su guitarra, pero era la primera vez que lo escuchaba cantar... Y aquello le parecía un deleite para sus oídos. La guitarra más hábil junto a la voz más sincera...

Cuando concluyó con su concierto, deslizó los dedos por la parte de la guitarra que quedaba a su lado, acariciándola... Le gustaba el instrumento, ahora aún más. Lo miró entonces a los ojos, tragando saliva:

- Me parece un aborto precioso... - confesó, con un nudo molesto en la garganta y los ojos cada vez más cargados... Aquello iba dedicado, no había ni qué preguntar. Pero frunció un poco el ceño y volvió a bajar la cabeza, mordiéndose nuevamente el labio tembloroso, en un fallido intento de que Koivusaari no presenciara otra vez su patético estado mental... - Me encanta.... - terminó de tumbarse, pegando la cara al costado de su amigo, tapándose con un brazo por encima, descansando su muñeca sobre la nuca...

Se quedó en la postura, con el cuerpo temblequeándole de los nervios. Apreciaba a Antti, lo quería muchísimo, y él por su parte se estaba ganando a pulso todo ese aprecio... Pero para bien o mal del finlandés, ella no veía ningún futuro para sí misma. Quizás algún otro desengaño... Pero al contrario que Taylor, ella no lograba ver nada. Ninguna salida, aún por muchos motivos que tuviera para encontrarlas...

- Van a matarlo... ¿Verdad? - musitó, sin cesar el tiriteo de los dedos, con un hilillo de voz que se ahogaba al final de su garganta...

Antti dejó que Lex se acomodara en su costado, encerrando los dedos entre la espesa melena de la húngara para masajearle la cabeza con cuidado y ternura. Los dedos de un guitarrista, hábiles, sabían relajar con su tacto...

- Le voy a dar un par de guantazos bien puestos, no te miento... Pero será cuando hayamos conseguido que sea humano de nuevo... - dijo, en voz baja para no interrumpir la duermevela de Lex. Tragó saliva - No odio a Herkus. Sería más fácil... Pero no es así - eso lo hacía todo más difícil, que Reisel le cayera bien, pero Reisel le había recogido de la nieve - Lo único que me molesta de él... Es que tú has decidido que te merece. Le tengo envidia. Pero no podría hacerle daño... - suspiró, y decidió quitar hierro a la situación con una tontería, con una sonrisa sin una pizca de alegría - Me gustan demasiado sus patatas con manteca - echó una mirada compañera a la hermosa chica, sin dejar de masajearle - Nadie va a matar a Herkus. Es más duro que un clavo en un ataúd, nena...