Partida Rol por web

"¿Ordenes de la de arriba?¿Isenhall?¿Me estas diciendo que la muy zorra va fastidiar nuestras posibilidades de supervivencia por proteger la intimidad de Lior?¿Aun siendo nosotros lo que tengamos que tratar su mierda, en vez de ella?" Pues si, al parecer si, Andrea no tenia motivos para mentirme de aquella manera, y aun menos de usar el nombre de la diosa en vano, aun siendo nuevo uno se daba cuenta de que era mejor no bromear con ciertas cosas. Sin embargo, si me estaba dando cuenta de que me estaba mintiendo descaradamente, el iba a sufrir las consecuencias en las proximas 24 horas.

-Bueno, es lo malo de que te pille un camion a toda velocidad, despues de eso, un puñetazo en la cara parece una caricia y todo.- Bromee desganado mientras retiraba las manos y me rascaba el cabello, otra fuente de informacion mandada al garete, me estaba quedando sin ideas.- Esta bien, ire hablar con Milo o Isenhall y les consultare sobre este asunto.¿Alguna idea de donde pueden estar?

Donovan, somo siempre que Dale tomaba la palabra cerca suya y la empleaba para dibujar un mundo diferente, mas allá de los sentidos mas clásicos, seguía el discurrir del pincel que era su lengua por el lienzo de aire que los separaba. No recordaba haber dudado de ella ni un solo instante, de su increíble capacidad de embaucar. Y si lo había hecho, había sido un Donovan diferente, mas estúpido y menos versado en la vida. Un Donovan que se creía el centro del mundo. Ahora se encontraba mirando a las estrellas e imaginando que otros mundos iluminarían con su luz.
Dale era uno de ellos. El mas vivo e interesante que nunca hubiera soñado con visitar.
Si tengo miedo Dale...
Murmura en el instante en que le acaricia la mejilla, mas para él mismo que para ella, con miedo a romper la ilusión que estaba tejiendo para los dos.

Cuando finaliza su discurso, con una frase que se hace eco de la que el mismo usara, Donovan le besa la frente con dulzura, deteniéndose en el gesto por unos instantes.
Hemos nacido para brillar, Dale. Para ser estrellas en mitad de una noche oscura. Faros en la tiniebla que otros barcos sigan hacia puerto seguro... Lo dimos todo en el escenario ¿Recuerdas? Claro que lo haces, no se puede olvidar. Tu eres una diva en tu tierra, muchas niñas querrían ser como tu... y yo quiero llegar a serlo, quiero llegar a ser ese ejemplo que alguien quiera seguir
Eleva ligeramente la cabeza y pierde la mirada en la pared, atravesando los muros de hielo y viendo mucho mas allá, rememorando las noches de vino y rosas.
Pero de momento... supongo que tendremos que bregar con esta panda de patanes e inconscientes. Servirles a ellos de ejemplo, o por lo menos, de consejo. Para evitar que caigan en mas errores de los que sean capaces de manejar. Sinceramente, no quiero hacerlo. No. Porque son unos desagradecidos y unos egoístas. Pero a diferencia de ti, no hacen el bien para sentirse mejor. Si la mitad de los que estamos aquí fuéramos tan egoístas como tu, al final no harían falta buenas personas...
Suspira por la nariz con una risilla sin alegría alguna, frunciendo los labios en una media sonrisa.
Mas nos vale armarnos de paciencia y fuerza... Porque va a ser un período de nuestras vidas muy largo, muy frustrante y vamos a acabar muy cansados.

La chica simplemente negó con la cabeza cuando Donovan dijo que tenía miedo. Negó sin apartar los ojos de los suyos, como si estuviese convencida de que no era así, sin quitar las manos de su rostro, sin despegar la frente de la suya.

- No es miedo - afirmó quedamente.

Cierra los ojos cuando él besa su frente, paladeando un instante el cariño con el que el actor le entregaba aquel gesto, escuchándole después, sonriendo igual que él con su última frase, sin llegar siquiera a enseñar los dientes.

- Paciencia... Sobre todo paciencia... Porque como nos den fuerzas...- bromeó, también carente de alegría. Se inclinó entonces sobre sus puntillas para alcanzar a Donovan y, con su rostro entre las manos, besó sus labios. No fue un beso lascivo, ni tampoco de película... Pero decía otras cosas...
Se apartó lentamente y sonrió de nuevo.

- ¿Has pataleado ya lo suficiente, criajo? - reprendió, con un tono de burla sana y sin mala intención.

Donovan se queda un segundo sonriendo, algo mas animado, cuando Dale le besa en los labios con una intención que hasta ahora no había visto en ella. Era... extraño. Cada día le gustaba mas esa chica y sería una de las penas grandes de su vida perderla.

Se aparta un paso de Dale cuando esta le reprende y abre la boca, fingiendo estar ofendido hasta que se cruza de brazos, mirándola desafiante.
Nunca es suficiente para Donovan Dryden, pero tendré que conformarme de momento.
Le guiña un ojo con algo mas de humor, pero sin haber recuperado todavía la normalidad de su carácter desenfadado. Cada vez le pesaban mas y mas las conversaciones serias y todos los problemas por los que estaban pasando. Y cada vez tardaba un poco mas en regresar a su estado habitual de ánimo.
Echa un vistazo rápido a la sala y termina el movimiento fijando la vista en su menuda compañera de desventuras.
Bueno... ¿Qués es todo esto? Dime que son películas, por favor. Necesito esparcirme, tener un poco de ocio común y corriente, diversión sana. Algo que no tenga que ver con un hotel de hielo lleno de mutantes enfermos y mala gente. Sería perfecto encontrar alguna cinta de los años cuarenta o cincuenta. Algo de acción. Errol Flynn estaría genial.
Esboza una sonrisa alta, con el labio inferior curvado hacia arriba, entre melancólico y ansioso.
Una de piratas en la que el protagonista luche con garbo sable en mano contra una horda de malandrines vestidos con harapos. Estocada aquí, patada allá, giro gracioso y pose...
Va moviéndose por la pequeña estancia ejecutando cada movimiento con una elegancia felina, casi estudiada, fingiendo tener en mano un sable pirata con el que ensarta a un enemigo ficticio tras otro.
Y la cubierta queda libre de villanos, pues todos han caído por la borda.
Se encoje de hombros y niega con la cabeza, resignado.
Dudo que alguien tenga tan buen gusto por aquí...

Dale le pellizca la mejilla a Donovan cuando decide conformarse.

- Buen chico - le pinchó de nuevo. El truco del actor era fácil: Sólo había que dejarle expresarse, se reseteaba solito.

Mientras el actor echa un vistazo, Dale empieza a revolver: Coge un rollo de papel y lo despliega, un plano infinito de alguna instalación militar. Vuelve a enrollarlo y abre un cajón del archivador. Deja soñar un poco al actor sin corregirle sus deseos, al fin y al cabo estaba claro que iba a empezar a "ensayar" por la habitación. El que no tiene películas, se las monta, y a la australiana le parecía perfecto. La patada, la estocada y el giro en sí eran lo que Donovan catalogaba como "diversión sana", y puesto que en ese hotel, en ese día precisamente no iban a encontrar mucho de aquello, colocó el mapa enrollado a modo de espada en la mano de Dryden mientras éste fantaseaba en cuerpo y alma, mientras ella adelantaba trabajo registrando y chismorreando, sin dejar de mirar al "pirata" de soslayo, bufando risillas.

- Yo también lo dudo. Además, llevan un huevo de tiempo sin sacar pelis de piratas (desde "La Isla de las Cabezas Cortadas")... A ver si la que va a salir en Marzo está bien... Aunque sea de Disney, sale Depp. - para cuando Don ha terminado, Dale sostiene una de las cintas en mano, indicándole al muchacho que la va a poner.

Se sienta a los pies de la cama y empieza a trastear el mando tras meter la cinta en el video VHS. Coge de la manga de la chaqueta a "Barba rubia" y tira de él hasta sentarlo a su lado.

- No creo que sea "Ciudadano Kane", pero ahora hay que currar, my lil' bloke... - suspiró y dio al "Play" en el mando...

Me aparto de la puerta para dejar salir al español, devolviéndole la sonrisa, pero mostrándome inflexible en lo de salir de allí, por su bien, y por el mío, no me gustaría conocer de nuevo el sabor de helado preferido de Isenhall. Muevo la cabeza en dirección a la puerta, no tenemos nada que hacer aquí.

La última vez que vi a Milo estaba en el comedor, la Dama Isenhall… me encojo de hombros, supongo que en todas partes, ¿no? soplo apartando el pelo que cae sobre la cara.

Espero a que salga y me vuelvo de nuevo hacia el interior, sintiendo una terrible inquietud, una mezcla de afinidad y temor que no termino de entender, demasiadas cosas parecen haber pasado, quizás debería hablar con Alexandra o Taylor, suspiro y finalmente abandono yo también la habitación, cerrando con delicadeza a mis espaldas.

Enfilo el pasillo en dirección al lugar donde nos citó el griego, no debe quedar mucho para nuestra cita.

La cinta empezaba como un video de Handy-cam normal y corriente, moviéndose por los pasillos del Icehotel: Algo había de extraño y diferente, pues en el pasillo de intersecciones había una escalera que llevaba a un segundo piso, pero quien llevaba la cámara parecía pasar de largo.

- Le hemos tangado la cámara a Milo... Shhhh... - reían un par de voces, cómplices con el futuro espectador, con un inconfundible acento de Perth, Australia - ¿A quién grabamos, Austin? - la cámara giraba hacia un jovenzuelo que rondaría la edad de Mortymer, muy por el estilo...

Sonreía.

- No sé... ¿Incordiamos a Moira y a su marido? - sugería, mirando por encima de la cámara, seguramente a su interlocutor - ¡Eh, mira, mira! - señalaba tras él, y la cámara giraba.

- ¿Otra vez con la cámara? - un compatriota de Renka, sin duda - Sois unos cabrones.

- ¿Qué pasa, Saiji? - saludaba alegremente el cámara - ¿Dónde te has dejado a Renkita?

- ¿Renka? - el nipón negó con la cabeza - Renka ésta semana no está. Está con lo que está ella siempre semana sí y semana no.

- En la puta vida se va a curar si sigue así... - apreciaba Austin, al que la cámara atendía, como hacía cada vez que alguien se pronunciaba. Pero Saiji cogió la cámara para apuntarse a si mismo - ¿Intentamos colarnos a ver a Sloane? Se está duchando - alzaba y bajaba las cejas, pícaro y sonriente.

- ¡Joder! ¿Y a qué esperamos? - la grabación se cortaba, y volvía a iniciarse ante la puerta del baño - Tres... dos... uno... ¡Ya! - como si se tratase de un asalto, Saiji y Austin abrían la puerta rápidamente, y la cámara captaba un momento bastante íntimo entre una pareja que podría despertar las envidias de cualquiera*. Él la arrinconaba contra la pared, los dos en albornoz, rápidamente procedieron a colocarse en una posición más decente y cubrirse...

Él tenía los ojos amarillos, inconfundibles a pesar de que Donovan no los había conocido tan brillantes...
Ella se acercó, irritada por la interrupción, tapando el objetivo con la mano y despotricando:

- ¡Sois unos cerdos, unos cabrones! ¿¡No tenéis nada mejor que hacer!? ¡Id a construir la cabaña o algo, joder...!

- ¿Y vosotros? - la voz del cámara reía - ¿Aprovecháis que está todo el mundo con lo de la cabaña para jugar al exhibicionismo...?

- Ja-ja. Muy gracioso, Leo, de verdad - obviamente estaba siendo sarcástica.

- Sloane - la mano bajaba y volvía a verse a aquel magnífico hombre, que seguramente fuera Falken, atrayendo de la cintura a la espectacular pelirroja - ¿Qué hay de malo? Son críos. Déjales que se diviertan... ¿Tenéis ya lo que queréis, chicos? - tenía una sonrisa amable, preciosa... Perfecta.

- Hombre... Si os hacéis una escenita delante de la cámara, mejor - reía Leo -. No hay una película porno en el mundo con semejantes actores.

- Imbécil - lapidaba Sloane, cruzada de brazos e indignada.

- No te lo tomes tan mal, amor; de una forma retorcida y pueril, es un cumplido - reía Falken, frotándole el brazo a la joven, para volverse a la cámara - Oid... ¿Porqué no vais a dar testimonio periodístico de la elección de los nuevos? Están Stern, Antti y Lior en el Hobby Room, enterrados entre listas, llevan ya un rato, deberían haber encontrado algo... Y si grabáis a Hayden lo mismo Milo no os machaca por coger su cámara - bromeaba, riendo, súmamente encantador.

- Venga, vale, es buena idea...

- Tienen una sorpresa para vosotros, incluso. No os lo vais a creer - reía Falken, llevándose a Sloane a una de las cabinas con bañera...

La grabación volvía a reiniciarse. Sentados en los sillones del Hobby Room, rodeados de carpetas y papeles con listas interminables de nombres y ciudades, algunos tachados, otros subrayados, se encontraban Antti, Lior y otro hombre...

- Hombre, chicos, ¿qué tal? ¿No es la cámara de Milo?

- Nos la ha prestado - mentía Leo - ¿Tenemos nuevos, boss?

Antti se tomaba un café, Lior se fumaba un cigarrillo. El finés asintió con la cabeza con una media sonrisa.

- Y vaya nuevos vamos a tener, cojonudos - aseguraba - Renka nos ha traído fotos de los dos hermanitos que van a ingresar.

- Supuestamente - corrigió Lior - . Los traeremos en el caso de que estén enfermos, claro.

- Si están sanos, ellos se lo pierden - reía Leo.

- ¡Con lo de puta madre que lo pasamos aquí! - Austin le hacía coro

- Misiones aparte.

- Sí, joder, ¡pero es el trabajo de cualquier superhéroe! ¿Esa es la sorpresa? Falken dijo que había una sorpresa para nosotros...

Stern levantó una de las listas y la puso frente a la cámara, que al estar tan cerca, desenfocó la imagen. Leo ajustó la distancia, y en la cámara se leyeron unos cuantos nombres escritos con bolígrafo: Donovan Dryden, París; Dale Lantana, Sidney; Taylor Hawkins, Los Ángeles.

- ¡NO ME JODAS...! - Leo y Austin parecieron excitarse rápidamente - ¿¡DALE!? ¿¡DALE LANTANA!? ¡HOSTIA, NO PUEDE SER...! Ya sabía que no era normal una mujer así, demasiado de bueno en tan poco sitio...

- ¡Y TAYLOR, TÍO! ¡ÉSTO ES COJONUDO! - reía el segundo.

- ¿Quiénes son? - preguntaba Saiji desde el hombro de Austin.

- ¿Pero en qué puto mundo vives tú, Saiji? ¿No has visto el poster de la rubia y del grupo ese en mi habitación?

- ¿¡Una famosa!? - Saiji parecía entusiasmado también.

- Dos. Hawkins es el batera de Snipper.

Stern levantó tres dedos y señaló el nombre de Donovan.

- Éste chico es actor. Su última película ha sido una delicia. Cine europeo, del que deberíais ver más. Wilhemina se emocionó - Stern sonreía, burlón pero tierno, mirando a Lior, que apartaba la cara de la cámara.

Antti reía y miraba a la mujer poniéndole una mano en la rodilla.

- ¡Vamos, abuela, no seas tan esquiva...!

- Bueno... - concedía Lior - Vale: Era cursi, pero era una película bonita. El chico lo hacía muy bien, ¿contentos?

- ¡Ooooh: Lior sonriendooo! - los tres jóvenes parecían incrédulos, pero alegres por haber captado esa sonrisa tan bonita e inusual.

- Tiene sus motivos... ¿A que sí, Madre Wilhemina? - revelaba Stern.

Lior tenía los ojos brillantes. Leo la enfocó cuando asintió, mirando cómplice a Hayden Stern. Pero luego se giraba hacia la cámara y acto seguido estaba apagada...

No es tan difícil hacer dinero cuando es sólo hacer dinero lo que se pretende.
Parafraseando al protagonista de Ciudadano Kane, Donovan se deja caer al lado de Dale, pasando el brazo que le tenía sujeto por sobre los hombros, sonriendo como el adolescente que realmente era. No es que fuera la sonrisa mas alegre del mundo, pero algo era algo. Por lo menos se había desahogado un rato y se había divertido otro tanto.

Donovan guardaba un silencio extrañamente respetuoso cuando la cinta llega a su fin. Sentado, junto a Dale, con el brazo sobre los hombros de la menuda australiana algo menos distendido de lo que pretendía, se hacía perfectamente consciente de lo que acababan de ver. El pasado reciente de una gente que parecía de lo mas alegre y feliz. Unos chavales que deberían haberse comido el mundo empezando por los pies y con los que deberían haber compartido "aventuras"... Pero que habían acabado terriblemente mal. Los que no estaban muertos...

Rompe el tenso silencio con un suspiro apenado. La cinta le había tocado en lo mas hondo. Era una película en la que los actores principales se interpretaban a si mismos como protagonistas.
¡Qué envidia! ¿eh?
Hablaba sin mirar a Dale, los ojos fijos en la pantalla apagada.
¿Los has visto? ¿De dónde sacaban tanta energía, tan buenos ánimos? Cualquiera diría que estaban tan enfermos como nosotros... Ahí los tienes, sonriendo y gastando bromas en vez de lanzarse cuchillos calientes los unos a los otros a la menor oportunidad. Supongo que a ese ambiente se refieren siempre Antti y Fañken cuando hablan de los viejos tiempos. Y pensar que esto estará grabado solo hace unos meses.
Se encoje de hombros en ese gesto tan definitorio suyo y vuelve la cabeza hacia Dale.
Qué de vueltas da el mundo. Ayer solo éramos unos nombres escritos con un bolígrafo barato sobre un papel, enseñados a la cámara como si de trofeos se trataran por unos chicos a los que ya nunca conoceremos... Y hoy estamos aquí sentados, viéndonos a nosotros mismo, como aquel que dice. ¿Alguien nos estará grabando, Dale? Me gustaría pensar que si, ¿sabes?
Un extraño y desacostumbrado tono melancólico teñía de nuevo las palabras del joven actor, que parecía que no había abandonado del todo ese estado de humor en el que aparecía su vena mas dramática.
Me gustaría dejar algún tipo de testimonio para los que vengan después. Ya sabes, algo que las próximas generaciones de mutantes encerrados aquí puedan ver al margen de nuestras actuaciones y conciertos -todo lo que haremos cuando acabemos aquí y volvamos a nuestras vidas-.
Se levanta con cuidado y se acerca al montón de cintas, con curiosidad, mirando unas y otras con ojo crítico.
¿Crees que habrá mas cintas? Me gustaría saber un poco mas de como era el Hotel antes de nosotros... A ver si se me pega algo y dejo de quejarme y poner malas caras con todo.

-Gracias, pora la informacion y...-Esto ultimo dije entre dientes y desganado.- Por avisarme antes de que Isenhall se presentara en persona a impedirmerlo. Hasta luego.

Despues de darle las gracias, me largo a un ritmo acelerado hacia afuera de la habitacion y a mi destino. No podia culpar a Andrea por lo que habia hecho, despues de todo lo hacia por obligacion y temor a que Isenhall le rompiera en la espalda. Pero no dejaba de ser decepcionante, el tiempo escaseaba y las oportunidades tambien. Empezaba a dudar de que la solucion estuviera a mi alcance como dijo ella, es mas, empezaba a dudar de que fuera a durar otra semana con vida.

- Los he visto... - Dale suspiraba, ver a aquella gente... El que no estaba muerto, estaba loco o a punto de morir, y en el video daba la impresión de que acabarían, como dice Donovan. comiéndose el mundo - Quizás se lo tomaron con demasiada calma, y les fue bien... Hasta que dejó de ser así... Y sí... Deberíamos pedirle a Milo su cámara o comprar una... - un silencio respetuoso entonces, un nuevo suspiro. Casi parecían estar viendo los videos de unos compañeros de trabajo de las oficionas Google, aunque heladas. Se quedó sentada con los codos en las rodillas, inclinada hacia delante con las manos caídas entre las piernas abiertas, encorvada hacia delante, mirando aún la pantalla - Ese tío de antes - señaló con el mando - Stern... Debería seguir vivo, joder... Tendría que haber alguien dispuesto a salvarnos a todos, que ésto fuera una historia de mutantes y súper héroes de verdad...

Se quedó quieta, pensando en lo que acababa de decir. Primera vez en mucho tiempo que se permitía fantasear como una niña. Le gustaba estar en el hotel, en realidad... Había buscado estar en el hotel, había buscado la enfermedad, y algo dentro de ella le empujaba a creer que tenía que ser la nueva Hayden Stern... Trabajar incansablemente, llenar una habitación de archivos, incentivar a la gente... Pero unos nacían con don de gentes, y otros nacían con cientos de dones que se amontonaban los unos sobre los otros...

Donovan no parecía encontrar título alguno entre las cintas, de manera que fue Dale la que, aleatoriamente, cogió una y la puso en el vídeo de nuevo...

Balaguer caminó con las manos en los bolsillos. Se había acostumbrado a refugiarlas para evitar el frío en la punta de los dedos. Iba pensando en todo lo que había pasado y cambiado en las últimas horas. De dormir acompañado de la mujer más hermosa que jamás ha conocido ha pasado a convivir rodeado de todos esos extraños, porque para él lo eran. Apenas salvaría a tres o cuatro de entre todos, pero ni siquiera estaba tan seguro. Muchos otros le habían fallado antes y no serían los primeros.

Al llegar frente a la puerta se atusó el pelo apartándolo un poco de la cara. Movió la cabeza y sacó una de sus manos. Observó su palma en silencio varios segundos. Dentro de poco volvería a tener a aquella niña en brazos, la chiquilla que ya le había llamado papá en una ocasión. ¿Estaba preparado? Gruñó como un animal cuando lo hieren, y simplemente apoyó la palma de la mano en la puerta. Luego cerró el puño y golpeó tres veces.

- ¿Señor Dryden? Soy Balaguer. ¿Está ahí?

- ¿Pero así, sin más, tipo "Gran Hermano"? Viva el Y2K... - reía Milo amargamente, fuera de imágen en la grabación, mientras la cámara, estática, enfocaba una cama.

- Tal cual, tal cual - indicaba la voz que ya se reconocía como la de Stern - ¿Quién empieza? ¿Tú o yo?

- Yo, venga, me hace ilusión... - no parecía muy sonriente, más bien estaba apenado.

- Vale chico. Apaga cuando termines y yo le digo al resto, ¿vale?

- ¿Seguro que ésta cinta sólo la vas a ver tú?

- Seguro, tranquilo, es para hacer la evaluación más tranquilamente.

- Bueno, pues me pongo a ello.

Stern salía de la habitación y Milo se sentaba en la cama. Iba rapado, Vestía una camisa de cuadros de leñador y parecía mucho más delgado de lo que se le veía ahora. Tragó saliva. Respirando profundamente.

- Bueno... - se le notaba mucho menos suelto que en la actualidad - Me llamo Milo Notara... - tragaba, nervioso, pasándose las manos por la cabeza hasta la nuca, con los ojos brillantes - Tengo sólo veinticuatro años, he hecho dos carreras... Traducción e interpretación de alemán y ruso y la de chino y árabe... Pero yo soy de Mikonos, Grecia... Y... - se relamió los labios - Hoy han intentado matarme - se encogió de hombros y frunció el ceño, mirando al suelo - Jamás había experimentado tanto odio irracional. No entiendo porqué me atacaron. Un grupo de nosotros estábamos comprando trajes para ir a la boda de Moira y Sanae, en Estocolmo, en pleno centro... La policía paró delante de nosotros, unos cuantos furgones, todos con trajes de antidisturbios... Abrieron fuego de pronto, sin más...- le tembló el labio, era el rostro de un joven que no había hecho nada malo en su vida y tenía que huir de una persecución, por pertenecer a una condición que no había elegido - Muchas veces pienso que soy... Escoria... Cuando me quedo mirando muy fijamente a Falken, a Sven... Me da la impresión de ser un deshecho contranatura... Pero ésta mañana... - sorbió el llanto - Ésta mañana cuando no me salió el poder... Lo único que deseaba era no haber nacido. Ser o no homosexual ya era... algo secundario... Por ser gay te pegan palizas y te insultan pero... Por ser mutante te matan... - se llevó las manos a la cara - Te matan... - unos segundos de silencio se adueñaron del entorno - Saiji fue el que usó su poder... Hizo que aquellos policías quisieran irse, sin más... Entonces corrimos y nos escondimos en un callejón... Entonces me salió el poder y aparecimos aquí en Jukkasjarvi... - levantó la vista, pero no miraba a la cámara, sino a un punto indeterminado de la pared de su lado - Le dieron a Lars... Cuando vimos la herida ni nos planteábamos si se regeneraba o no... Estaba ahí, retorciéndose de dolor, con una bala en el estómago... No piensas en si es mutante o no. Sólo ves que sufre. Por suerte se regeneró... Y todos nos tranquilizamos un poco... Nos quedamos en la nieve, recuperando el aire... Y de pronto miré a Saiji, él me miró a mí y nos dimos un abrazo. Antes no nos llevábamos bien... Su carácter y el mío chocan mucho... Pero es increíble cuando miras a una persona a los ojos... Alguien a quien conoces porque la vida ha querido que le conozcas... Y de pronto es como un hermano. Habíamos hecho un trabajo conjunto y estábamos vivos... - los labios le temblaron de nuevo, y finalmente estalló en llanto. No era un llanto alegre, pero sí felíz, amargo a la vez, aquel tiroteo que tánto le había asustado nunca debió darse, nunca debieron rezar por sus vidas... - Es la sensación más increíble del mundo... Sentir que cabes en el mundo, que hay gente que, al final, en el momento más importante, está dispuesta a ayudar. Te olvidas... - abrió los brazos, exhalando el aire, como si fuera un tesoro - de todo lo demás. No tienes ni que preguntar porqué lo ha hecho, tú has hecho lo mismo, lo sabes... Y es maravilloso. Sigo asustado. Me han salido unas marcas en los brazos... Me duele el cuerpo, tengo sed... Sigo con el silbido de las balas en los oídos y me da por temblar pero... También me dan accesos de risa cuando veo a Saiji. Nunca me había reído de... De felicidad, de PURA felicidad y alegría de vivir, la verdad... Me dan una pena horrible los infectados... Si me muero en éstos años... Quisiera que mis padres supieran que me da igual la caña que me metían. Me da igual. No les guardo rencor... La vida es demasiado corta para guardar rencores. Nunca sabes cuál será tu último sentimiento antes de morir... No quiero tener miedo. Ni odiar. Si tuviese que acabar mi vida de alguna manera... Me gustaría acordarme de las carcajadas que me entran cuando veo a Saiji. Sólo eso... - levantó dos dedos ante la cámara y sonrió - PAZ... - pulsó el botón, y otro tomó su lugar, encendiéndose la cámara...

***

La postura de éste chico era más rígida, su gesto más serio... Vestía ropa ancha y a pesar de que transmitía ser alguien seguro de si mismo, eludía mirar a la cámara.

- Me llamo Lars Madsen. Tengo veintiséis años y soy de Malmö, Suecia. Soy militar... Lo era antes de que me secuestraran y me dieran por desaparecido. No es la primera vez que me disparan, pero sí la primera vez que lo hacen yendo yo de civil. Estoy enfermo del condenado Ígnea, pero no sufro tanto como otros, aguanto mejor la sed y todo eso... - suspiró por la nariz, intentando relajarse - He estado dos años encerrado en una especie de hurna, pegada a la de Falken y a la de otros cuatro desgraciados, entre ellos Leah Roe.

(...)

- Me llamaban "el hombre de hojalata". Simplemente porque podían... "Desmontarme" - el brillo del trauma aparecía entonces en los ojos del muchacho que actualmente era un enloquecido militar - Mi regeneración era mayor que la de Adrien y la gente de Oz disfrutaba descuartizándome para ver cómo regeneraba mis miembros y mis heridas. Era brutal. Demasiado doloroso. Todos los días...

(...)

- Una vez me inyectaron el mismísimo Ébola. Sentía que las venas se me reblandecían, parecido a cuando me transmitieron una osteomielitis, que notaba los huesos como si fueran mantequilla - negó con la cabeza, apartando los recuerdos, pero con la mirada aún fija - Aquí estoy bien. Un tiro es nada. He encontrado el amor... - sonrió entonces, y de verdad se le notaba enamorado por su forma de mirar - Vamos a ser padres. Un tiro no debería ser nada... Pero no quería que Fairline me viera así, con una herida. Era más angustia que dolor... No paré de decirle a Sloane que ni se le ocurriera avisar a nadie, hasta que me regeneré. Todos están guardando silencio con ella... Se lo agradezco a todos. Me dan pena, también... Son más jóvenes que yo, la mayoría... No deberían convertirse en monstruos como yo, como el León, Dorothy... Espero que no acaben insensibilizándose - juntó las manos frente a la boca y cerró los ojos unos instantes.

(...)

- Ya está... - se levantó y apagó la cámara.

***

Lo siguiente fue lo que hizo que a Dale se le pusieran los pelos de punta...

- Hola - saludaba el niño, relamiéndose los labios - . Me llamo Clayton Coleman. Tengo once años, soy de Seattle... - encogió un hombro - Me gusta jugar al fútbol. A mi padres y a mi madre los mataron para cogerme a mí. Es por mi pelo... No puedo tintármelo, no se me queda el color, se escurre... - suspiró, con cierta resignación - Puedo volar y tengo el mismo poder que Antti - sonrió, divertido - Pero yo lo manejo peor, y a veces hago daño a la gente... No me gusta... Mi madre siempre me decía que no quisiera para nadie lo que no quiero para mí... Pero con los infectados es muy difícil... Porque lo odian todo. Se creen que nadie les quiere... Es una pena, ¿no...? - ladeó la boca. Eligiendo sus próximas palabras, con la inocencia propia de su edad - Me he leído muchos comics de X-Men. Pronto sabré manejar bien mis poderes y seré como los chicos de Xavier: Un súper héroe. Salvaré a la gente... No habrá más ifectados, y éstos se darán cuenta de que hay alguien que les quiere salvar y dejarán de ser malos... - una sonrisa sincera, llena de esperanza - Tendré una base secreta al lado de la casa de Valdemar. Él será como mi Alfred, me hará desayunos súper ricos y estaré fuerte para enfrentarme al faraón... Él piensa que nadie se merece una oportunidad por ser diferente... Pero la gente siempre tiene algo de bueno. Seguro... Y si le matas... Nunca lo va a poder demostrar. Eso dice siempre Stern.

Parecía como si el pequeño lo estuviera visualizando, con aquellos brillantes ojos grises...

***

Dale no pudo soportarlo. Un niño... Aquello era demasiado. Paró la grabación y se llevó una mano a la boca, con los ojos llenos de lágrimas. Acabó cerrando los párpados y derramando un par de lágrimas...

- Pobrecito... - musitó, sollozando después en un aspaviento - Pobrecito... Goddamn... Ésto es... Una mierda...

- ¡PAPÁ! ¡Papá, papá...! - una vocecilla sonó felíz al otro lado de la puerta, e inmediatamente, pegando un salto para intentar abrir la puerta, empezó a decir - ¡Abuelo, abuelo! ¡Es papá! ¡Ábele!

La puerta se abrió y Amber salió como una exhalación, abrazándose a la pierna de Alex inmediatamente, mientras su abuelo la observaba atentamente.

- ¿Tas malito, papá? - parecía que la palabra le había gustado.

- Vaya, señor Balaguer - apuntó Arthur con media sonrisa cortés en la cara - Por fin nos vemos cara a cara. Pase. Siéntese - abrió e invitó a pasar al muchacho español con un ademán de la mano de elegancia estudiada y fluida - ¿Se encuentra mejor? ¿Tiene buenas noticias de mi Jolene? - se acercó a una mesilla en la que había un juego de copas y una botella de coñac - ¿Le apetece? - preguntó, levantando la botella y mostrando la marca, cogiendo asimismo dos copas.

Una marca verdaderamente buena, y harto cara también.

Donovan tampoco hacía ningún esfuerzo por contener el par de lágrimas que ya asomaban por el rabillo de sus ojos derramando el dorado de sus pupilas por sus casi perfectas mejillas.
Negaba lentamente con la cabeza, entre incrédulo y entristecido, los labios entreabiertos y los músculos del cuello tensos por el mal trago de ver al chiquillo en pantalla.
Cuando Dale se levanta a parar la cinta, la recibe de vuelta con los brazos abiertos y la atrae hacia si, abrazándola. Ya no solo para darle consuelo, sino para encontrarlo él también. Había pocas cosas por las que Donovan Dryden se preocupara, por las que mudara el gesto a uno de tristeza. Una de ellas eran sus familiares. Otra sus amigos mas queridos. Y la tercera y última, los críos. No era un amante de los niños... pero solo eran niños. Por ese motivo, aunque apenas si lo sabían Luc y un par de personas mas, donaba cada año una cantidad importante de dinero a ONGs que trataban con la pobreza y la infancia en los países menos desarrollados. Y por eso, en París, siempre donaba algo a comedores y hospicios cuando se acercaban las fechas mas señaladas del calendario. Porque todo el mundo se merecía un poco de felicidad y un mucho de comodidad. Nadie tenía que sufrir innecesariamente por culpa de unos pocos.
Lo que antes aplicaba a su vida cotidiana, haciendo una separación entre ricos y pobres, lo aplicaba ahora a su situación actual. Ahora lo que importaba, como bien había señalado aquel Milo mas joven, era el ser mutante o no. Y ya no era un donador anónimo. Ahora era parte de la ONG.

Donovan ya había encontrado un buen motivo para luchar por la causa de Isenhal: El bienestar de su hermana y de su sobrina. Pero ahora que había visto a ese crío del que solo sabía que había muerto...

Se levanta, lentamente pero con decisión, apoyando en todo momento las manos en los hombros de Dale sin dejar caer ningún peso sobre ella. Mira a la pared cuando comienza a hablar con voz temblorosa.
Tenemos cosas que hacer Dale. Yo... voy a buscar información sobre esos vampiros de mañana. Sin meterme en líos con nadie importante, solo contenido legal. Y después de comer miraré en los archivos. Tenemos que acabar con esto y tenemos que hacerlo ya. Con gelus Vírica, con los del ejército, con el Faraón y quién sea necesario... No quiero... no quiero tener que ver a otro niño diciendo esas cosas delante de una cámara... ni detrás...
Se detiene un segundo y sorbe por la nariz, tratando de mantener a raya los sentimientos contraproducentes que amenazan con desbordar su capacidad de aguante.
Ya he tenido mas que suficiente...
El túnel. Arto Connor, los niños que salvó de ser gaseados pero que al final murieron de todas formas. Amber llorando, aguantándose el dolor y la sed, aquel niño hablando de superheroes... demasiado.

Su rostro cambió por completo cuando escuchó a la pequeña dirigiéndose hacia él. ¿Papá? ¿Cómo podía hacer sentir tan bien una simple palabra dicha por los labios de una pequeña tan inocente? Bajó la mano y acarició su cabeza un instante antes de agacharse para cogerla. La subió con ambos brazos y la acercó a su rostro para poder besarla. Debido al esfuerzo sintió una punzada en su pecho que lo atravesaba, pero soportó el dolor estoicamente y sostuvo a la pequeña.

- Hola, pequeña. ¿Me has echado de menos? -dijo con la voz más tierna que sabía poner-. He estado malito, pero ahora ya estoy bien, puedo cogerte en brazos, ¿verdad? ¿Sabes? He estado con mamá y me ha dicho que te dé un beso de su parte. Pronto podrás verla, ¿vale? Te echa mucho de menos.

Dio un nuevo beso a la pequeña y se giró para mirar al hombre que lo observaba. Aceptó la invitación y entró en la habitación. Observó todo atento y con un asintimiento de su cabeza retomó la palabra.

- Aceptaré su invitación, señor -dijo dejando a la pequeña en el suelo-. Su hija está bien, me despedí de ella hace horas. Está completamente curada, no corre peligro por el virus. Sané su infección hace días, aunque no controlo por completo esa capacidad y debo permanecer aquí para desarrollarla. Ahora Amber me necesita. Pronto saldremos de misión, y necesito los cuchillos que le dejé tiempo atrás. Al menos uno de ellos, el otro puede quedárselo para protegerse a usted y a la pequeña.

Tomó el vaso con el caro licor. Lo acercó a su nariz y olió curioso, contrayendo la nariz ligeramente. Luego sorbió un poco, y aunque el sabor era fuerte, tomó otro poco más por educación.Su mirada severa se suavizaba cada vez que observaba a la pequeña, la cual le hacía olvidar ligeramente todo lo que le rodeaba.

Dale, deshecha, se abrazó a Donovan también, frotándole la espalda con la palma abierta. Cuando él la cogía de los hombros y le hablaba, ella asentía, aún sin poder dejar de llorar y quitándose el agüilla de la nariz con un pañuelo de papel de un paquete que llevaba en el bolsillo, de los que también ofreció a su compañero. Aquella era otra que se metía en asuntos de ONGs, aunque no a un nivel tan local y pasivo como Donovan... Dale había preferido moverse, otro de los motivos por los que la gente la quería en Australia... No era raro ver en las páginas de sus fans fotos de sus escapadas a África, Sudamérica y Oriente Medio... Pero sobre todo, su obra social se había centrado en el continente negro... Antes de que su mundo se colapsara, quizás vivió demasiado deprisa aquellos años en los que empezaba a ser adulta... Y ese camino se torció y se estancó cuando un corazón enorme se hizo pedazos...

- Hay que moverse... - fruncía el ceño, levantándose. Las cosas no eran tan espectaculares como en los cómics. No había uniformes chillones, diálogos estudiados y fáciles de leer o preciosistas... Ni siquiera esa espectacular decadencia de aquella serie nueva llamada "Vida Magna"*...
Pero el término de "súper héroe" necesitaba urgentemente ser reinventado en aquel hotel. Si unos querían y otros no, sea: Cada uno con lo suyo.

- Busca sobre esos chupasangres... Yo buscaré aquí información - dijo decidida, girando a Donovan y empujándole para que fuese al ordenador del almacén a informarse del asunto de los vampiros... Pero cuando ya le había empujado hasta la puerta, volvió a tirarle del brazo y se inclinó para rodearle la nuca con el brazo y atraerle hasta si. Le estrechó en un abrazo y le besó la mejilla, cerrando los ojos y acariciándole los rizos, deteniéndose sólo un instante en aquel gesto. Donovan era su pilar, quien le había prometido ayudarla. Trabajarían más rápido ocupándose cada uno de una cosa, pero efectivamente le era difícil separarse de él.

Le giró de nuevo y le empujó fuera.

- Larga al almacén. Busca posibles enclaves donde encontrar a los vampiros.

- ¡Sí, sí! - asentía Amber cuando Balaguer le preguntaba si le había echado de menos, abrazándose a su cuello. Le soltó y empezó a peinarle con los deditos el largo cabello castaño, pillando algún nudo y resolviéndolo con un tirón mientras ambos hombres hablaban y tomaban una copa.

- ¿Curada, muchacho...? - Arthur Dryden se quedó mirando a Balaguer como si estuviese presenciando una aparición mariana. Guardó unos instantes de silencio en los que sus ojos se humedecieron mirando a Amber... Si para su amada hija había una cura, para su nieta también... Y el corazón que tenía dividido en cuatro partes que correspondían a sus hijos y su pequeña Amber se sintió más aliviado al conocer la noticia de la milagrosa curación de Jolene.

Dejó escapar el aire lentamente, como si acabara de soltar un gran peso de encima, volviendo a sonreir a su interlocutor conteniendo la emoción.

- Nunca sabré agradecértelo lo suficiente, hijo - comenzaba, con vehemencia. Tanto daba si era un asesino o un genocida si aquel chico se portaba bien con su hija y su nieta, si las hacía felices y las cuidaba. Chocó su copa con la de Balaguer antes de beber y dio un escueto trago, que le supo a una de las mayores victorias de su vida, si no la mayor de momento - Te daré tus cuchillos, pero antes - dijo, dejando la copa a un lado y sentándose en una de las butacas que habían dispuesto para su uso en la habitación, ofreciéndole con un gesto sentarse en la otra - quisiera hablar con la primera pareja formal que conozco a mis hijos... Bueno, la segunda, pero no cuento a la Doutzen de Donovan como tal pareja "formal" - una risilla cómplice antes de proceder, apoyando el mentón en los nudillos, el codo en el reposabrazos -. Es muy agradable que permitas a Amber considerarte su padre. Eso dice mucho de tu disposición al compromiso, me complace mucho... Y me dice también que el bienestar de mi hija y mis nietos... (Felicidades, por cierto) - una nueva sonrisa y un firme apretón de manos - Y sabrás que se merecen lo mejor... Jamás comerciaría con mi Jolene, pero mi hijo Donovan tiene una idea enfrentada a usted... - se inclinó hacia delante, mirando directamente a los ojos al español - Cura a mi nieta y a mi hijo y en cuanto Jolene cumpla los dieciocho, yo mismo os organizaré la boda y te mostraré orgullosamente como parte de mi familia. No sólo eso: Sino que ante el ojo del mundo serás el legitimo padre de mis nietos, y en España cada hombre que vea tu foto en una revista sabrá que eres lo mejor que ha salido de ese país... Tendréis una casa como mi hija merece, y el trabajo que elijas. Jolene quiere fama y fortuna, Alejandro... No te equivoques... Y yo soy el camino más rápido y seguro hacia ello... - se inclina hacia atrás - Y le quitaré a mi hijo las ideas malas que tenga de usted en la cabeza. Sé que quizás no le importe... Pero Jolene adora a su hermano. Tarde o temprano, siempre acaba escuchándole a él... ¿No sería mejor que todos formásemos una familia consolidada y unida...?

Mas vale
Se separa de la australiana a las malas, pues tampoco estaba demasiado dispuesto a dejar a la chica durante demasiado tiempo.
Pero el deber llamaba a la puerta y alguien debería ir a abrir. Casualidades de la vida que Donovan estuviera por ahí cerca en ese momento.
Le guiña un ojo cómplice cuando por fin le deja ir y abre la puerta, tomándose se tiempo, preparándose para hacer una de sus mejores actuaciones si se encontraba con Balaguer de nuevo. Le dedicaría una sonrisa lo mas cordial que fuera capaz. Incluso una escueta pero "sentida" disculpa. Es posible que si conseguía mantener sereno se interesara por su estado de salud. Todo lo que fuera necesario. Eso era lo que hacían los héroes ¿no? Tragar con todo lo que los demás no querían o no podían hacer.

Donovan no quería ser un héroe. Pero ya había dado el primer paso y tampoco le apetecía echarse atrás.

LLena los pulmones de aire, vuelve la cabeza para despedirse de Dale y sale al pasillo.
Nos vemos a la hora de comer aussie.
Cierra tras d sí y se encamina hacia el almacén en busca de respuestas.

Sonrió y asintió dos veces cuando Arthur preguntó incrédulo si de verdad su hija había sido curada. Sintió su pecho henchirse de orgullo y satisfacción, y tomó un nuevo trago más prolongado disfrutando del fuerte sabor del alcohol. Realmente no sabía cómo lo había hecho ni cuándo había sido. Seguramente el día en el que sus dos cuerpos fueron uno, pero desde entonces habían sido muchos los contactos y pudo haber sido en cualquiera de ellos ya que él se entregaba en cada uno.

Pero su estado de paz y armonía volvió a quebrarse cuando el hombre continuó hablando. ¿Estaba prometiéndole una vida mejor? ¿Cómo osaba aquel hombre a proponer una boda, una mejor relación y un futuro próspero para ambos? Jolene había hablado de cambiarse los nombres, de vivir juntos como una familia. Claro que había aceptado a Amber como suya, al fin y al cabo por fin conseguía algo que jamás había tenido, ni siquiera cuando era un niño. Por fin conseguía a una familia de verdad, a gente que lo apreciaba y lo necesitaba. Nadie lo apartaría nuevamente con un empujón, nadie le miraría con desprecio, y jamás otra persona se atrevería a enjuiciarlo a él o a los suyos. Había estado solo durante toda su vida acompañado de un indefenso animal que supo ver su verdadero interior. Pero ahora sentía que aquel hombre pretendía dirigir su vida y la de Jolene, y eso le crispó.

Claro que curaré a Jolene, pero no como tu hija, si no como mi amor. Y curaré a Amber como hija mía. El resto serán sanados según sea necesario y si lo merecen. Yo les otorgaré la vida o la muerte...

- Si sigo con vida les sanaré. Estoy aquí por Jolene y por Amber. Por eso intentaré salvar a todo lo que ellas consideren importante, incluido Donovan si así lo merece. Si es cierto que es tan importante para ella entonces no debe preocuparse. Pero del futuro no hablaremos porque es algo que se escapa de nuestras manos. Mañana partiré de misión según los mandatos de Isenhall, y puede que ni regrese con vida -dijo intentando templar sus nervios-. Ahora mismo no necesito nada salvo los cuchillos.

Movió el vaso en su mano, observando cómo el poco líquido que quedaba en él se balanceaba lenta y pausadamente dentro del cristal. El rastro del alcohol se quedaba impregnado, y poco a poco iba descendiendo hasta nuevamente formar un único cuerpo con el resto del líquido. Dejó el resto del coñac y se levantó tranquilamente mientras volvía a acariciar el pelo de la pequeña.