Partida Rol por web

- ¿Que yo no te dejé coger el qué...? - Dale no da crédito tras sacudir la cabeza, obligándose a apartar la mirada de la niña, a la que mira con ojos brillantes y ternura - Ah... Ya me acuerdo.

Se levantó y empezó a revolver entre sus cosas, sacando finalmente la funda de la cámara de Morty con ella dentro.

- Perdona, no me acordé...

Ahora si que sonrió agradecido - ¡Gracias Tía! - dijo como cualquier adolescente cogiendo la camara - uy... gracias Dale - dijo sonrojado de nuevo por su arrebate de felicidad. Le sonrió con amabilidad y de nuevo se acercó a la puerta despidiéndose - si me necesitáis andare por ahí, debemos estar juntos - y se marchó

Una vez fuera se acercó a la habitación en la que debería estar Renka y llamó a la puerta esperando respuesta...

Ten cuidado ahí fuera
Le da una ligera palmadita en la espalda y deja que salga, cerrando la puerta con la llave detrás suya.
Se sienta entonces en la cama y empieza a hacerle cariñitos y a juguetear con su sobrina, aprovechando el ratito de tranquilidad que seguramente no duraría para siempre.

Mira que me cae bien este chaval... No parece muy listo, pero tampoco se me hace mal chaval
Comenta casualmente, sobre Mortymer, sin dejar de juguetear con Amber y esperando que María se despertara.

- De nada, colega - sonrió Dale, casual, hacia Mortymer - Ten cuidado... Cualquier cosa... Ya sabes lo que ha dicho el rubio - le da una palmadita en el brazo y se sienta junto a Donovan.

- Es majo, parece hasta los... En fin, pobre. Tiene acento raro... ¿De dónde es...? - contesta a lo que dice Dryden.

Michael, que ya estaba en la puerta de Renka, encontro a Mortymer yendo hacia donde estaba él, mientras Renka abría la puerta con los ojos llorosos, apoyando la cabeza en el marco de hielo...

- ¿Qué queréis...?

Saludó a Michael con una ligera sonrisa, la verdad que se veía a Mortymer bastante mas alegre pues llevaba consigo su preciada y amada cámara de fotos. Al ver a Renka, así de mal Morty se preocupo aún perdiendo la sonrisa que tenia - yo hablar contigo... - dijo con un hilillo de voz empatizando el estado emocional de Renka... Lo que sentía por ella era tan fuerte que verla así le destrozaba el alma.

Venia a ver si estabas algo mejor y si necesitabas algo Digo tratando de hablar con la voz mas suave posible

y bueno, tambien queria darte las gracias

Ahora que Dale lo decía, era verdad, hablaba en inglés, pero tenía... un no se qué que le daba un extraño acento a su forma de hablar.
Pues... no tengo ni la mas remota idea...
Se encoje de hombros y frunce ligeramente el ceño, tratando de recordar algo sobre él o sobre su primo.
Creo... que su primo Arthur era de Líbano o algún país del estilo. Parece ser que le ofende bastante que le traten de "moro"... Y creo que Morty mencionó en algún momento que se crió con él. Así que imagino que serán del mismo sitio
No parecía muy convencido, pero tampoco es que le importara en exceso, así que no comenta nada mas sobre el tema y vuelve a hacerle cariñitos a su Amber.

- Lo que me tengáis que decir, decídmelo pronto. He dicho "primera" y Sanuye me odia por eso... Pero no pasa nada... Porque le voy a entregar un sacrificio a Isenhall para que abra éste iglú... - hablaba jadeante, agitada - No voy a permitir que la vida de Amber corra peligro por salvar a esas dos zorras... - niega con la cabeza, sin abrir del todo la puerta - Estábamos de misión en Rusia de nuevo... Una infiltración, sólo Arthur y yo... Y captamos las señales de radio que enviaba el comando de Gelus Vírica asignado a Londres... - el cuello le tiembla, la voz se ahonda - Art Connor no le hizo nada a Jolene... Ni siquiera fueron los de Gelus Virica... Ni el ejército... Esos estaban tan acojonados como nostros... Fué otra gente... Otra gente muy peligrosa... Art nunca le habría hecho daño a Jolene... Arriesgó su vida por ella... Y Lex le mató... Le mató como hizo Sloane con los otros, con nosotros...

- Se nota a un kilómetro que el "primo Hayes" es judío... - asintió Dale bajito, mientras Amber empezaba a amodorrarse otra vez. La australiana miró con pena palpable a la niña, pasándole la mano por el pelito - No se tiene en pié... Debe estar en la última fase del primer estadío... Joder... Haber salvado a esas dos poniendo en peligro a ésta preciosidad... - los ojos se le cargaron y frunció el ceño - Me odio por haber dicho "primera"... Me odio...

Donovan suspira antes de pasar una mano por la espalda de la australiana, a modo de consuelo y apoyo. La verdad... es que había tomado la decisión equivocada a la hora de elegir, pero no era necesario hacer sangre de ello.
Bueno... Lo hecho, hecho está. Ninguno sabíamos que esto iba a pasar, Dale...
Niega con la cabeza, apenado también, pues la pequeña no se merecía semejante castigo. Los adultos son una cosa, pero los bebés...
No es posible entrar en la mente de una deidad... Ni siquiera tu podrías. No porque sean mas inteligentes... sino por el mero hecho de que no son humanos. Nuestra maldición es haber caído bajo "la protección" de una niña caprichosa sin sentimientos ni conciencia alguna, que se cree que sabe de lo que habla cuando solo se hace eco de su distorsionada forma de ver la realidad... Además, todos estábamos ahí cuando elegiste.
Encoje un hombro, quitándole hierro al asunto. De nada servía calentarse la cabeza por cosas que ya no se podían cambiar, así que de nada servía darles mas importancia de lo que necesitaban.
Te manipuló. Movió los hilos que eran necesarios para llegar a lo mas hondo de tu conciencia y utilizó eso para manipularte a ti y al resultado de su falsa votación. Ella quería esto. Nos dio la sensación de ser libres para elegir, de poder pensar por nuestra cuenta... pero nada mas lejos de la realidad... Quería tenernos encerrados y a su merced... Y cuando el encierro acabe y tengamos que hacer misiones sin su protección... A ver quién es el guapo que no cambia de parecer en cuanto al trato que nos da y le hace "rendivuses"*.
Acaricia lentamente el pelito de Amber para ayudarle a dormir, mientras murmura una cancioncilla entre frase y frase de la conversación con Dale.
Así que no te culpes... No vas a sacar nada bueno de ello... Y ahora lo que mas necesitamos es ánimo y aguante... ¿Si? Además, la gente a la que le importa esta preciosidad estamos todos en este cuarto o ahí fuera, y ninguno te culpa. No tienes porque hacerlo tu entonces.

Dale suspiró. El intento del actor por quitarle culpa no era bastante para que dejase de sentirla, pero sí para animarla un poco. Finalmente apoyó la cabeza en el hombro de Donovan y le acarició la cabecita a la niña, empezando a cantar una cancioncilla de cuna preciosa que nunca antes había oído Donovan, muy a su pesar...

Era natural que aquella voz fuera tan amada por Australia... Unos meses más y lo habría sido en el mundo. Surgía de forma tan hermosa que uno no podía sino embeberse de su dulzura, de su arruyo...
La desmejorada joven parecía desenvolverse como la madre más tierna y experta en ese momento... Miraba a Amber con un cariño se se palpaba en su preciosa y melodiosa voz... Y la niña lo agradeció cerrando los ojitos azules poco a poco hasta quedar completamente rendida en los brazos de su tío...

Donovan acunaba a Amber al ritmo de las estrofas que Dale convertía en algo mas que una canción. Parecía que, por arte de magia, la australiana hubiera viajado cincuenta años o mas en el tiempo y hubiera tomado de esa época pasada y mas amable toda su atmósfera de luces tenues, humo de cigarrillos y vestidos deslumbrantes que insinuaban mucho mas de lo que enseñaba. Una época llena de glamour y encanto, sin todos los problemas del mundo de hoy.
A Donovan esas canciones le llegaban a lo mas profundo del corazón y le hacían sumergirse en los recuerdos de su infancia, cuando su querida madre cantaba nanas semejantes desde los pies de su cama, con la luz de la luna como única compañía. El joven actor no lo sabía, pero sospechaba que muchas de esas noche, sino todas, su padre escuchaba desde el otro lado de la puerta, apoyado contra la pared, esperando a su mujer para abrazarla y amarla...
No había sido tan malos padres, después de todo.
Y Donovan sabía que Dale sería una madre excelente. Solo había que saber ver con los ojos de un niño. Trataba a Amber con tanto cuidado como si fuera de porcelana y se fuera a romper. Le cantaba con una dulzura que muy pocas veces había sentido...

Hasta él se sentía un poco mejor, mas protegido, menos preocupado... Transportado a ese mundo de luces tenues y canciones suaves acompañadas de un piano y telas de seda...

Cuando por fin Amber cae rendida, la acuna unos instantes mas y apoya su cabecita contra su pecho, conmovido hasta los huesos por la escena.
Cantas magia, Dale... verdadera magia...
Se había quedado sin palabras. Esa chica, de una forma u otra, siempre lograba que se quedara sin palabras. Y eso le maravillaba...

- ¿Te gusta...? Se me acaba de ocurrir... - sonrió, hablando en voz baja, sin despegar los ojos de la preciosidad que Donovan sujetaba.

En ese momento tocaron a la puerta suavemente. Por lo visto alguien había esperado a que se terminara la melodía, y no quería arruinar el resultado que ésta consiguió.

- Soy Arthur - anunció el padre de Donovan al otro lado, como tantas otras veces se había quedado a oir a Elisabeth cantarles a sus tres hijos. Quizás aquel hombre sentía cierta debilidad por las voces bonitas...

Dale se levantó para abrirle la puerta y el hombre, cargado con dos bolsas de plástico grandes, observó atónito que la cantante era aquella cosilla rubia y escuchimizada.

- Vaya... Pensé que era la chica española. Estoy impresionado. Mucho - asintió a Dale.

Se acercó tras cerrar la puerta a la cama que había en frente a la que se sentaba Donovan, y empezó a extraer cosas de la bolsa, varias cajas herméticas* con raciones de comida dentro, chucherías, bollería industrial, varios termos y unas cuantas botellas de agua.

Por último, una las cuchillas de Balaguer, curiosamente. Dale abrió los ojos al verlas.

- Me la ha dado... "Tu cuñado", hijo - dijo con algo de rintintín - Quería darme las dos, dijo que no le harían falta más, pero le dije que cualquier protección cuidando de mi hija es poca... Volverán por la tarde para traer más cosas. Ahora van a descansar en la casa de un tal Valdemar... ¿Es de fiar...? ¿Has hablado ya con tu hermano?

Sonríe al ver el equívoco al que había llegado su padre al escuchar cantar a Dale y asiente, corroborando sus palabras.
Es como poco impresionante... Era toda una diva en Australia. Y con esa voz no podía ser de otra manera.

Observa, con Amber en brazos, como Dale va sacando de las bolsas todo lo que les ha traído su padre. Al parecer Alejandro -muy a su pesar- y Jolie habían traído todo lo que habían podido. Y algo le decía que en uno de los termos habría té. Su padre era inglés. Siempre había sido inglés. Y siempre sería inglés. Si. Sin duda, en uno de los termos habría té.
Valdemar es muy buen hombre, padre. De las pocas personas que yo diría que son de fiar en este pueblo. Regenta el hostal del pueblo y tiene una familia encantadora. Si tuviera que describirlo con pocas palabras... serían padre de familia y hombre hogareño.
Suspira ligeramente y se encoje de hombros sin molestar a la niña.
Si tuviera que dejar a Jolie con alguien que no fuera de mi plena confianza y al que conociera de pocos días en esta estepa helada alejada de la mano de Dios... Sería Valdemar. Sin ninguna duda.
Y era completamente cierto. Se había llevado muy buena impresión de ese hombre y de su familia. Tenía un local acogedor y muy bien cuidado, y parecía haberse encariñado de Jolene, pues ya le había prestado sus atenciones mas de una vez.
Y con Rewell aún no he podido hablar... Amber se acaba de dormir y a María le han pegado una patada en la cara viniendo de camino... La chica japonesa, la amiga de Jolie... Parece ser que se ha enterado de que ha perdido la memoria. Y nos hecha la culpa a nosotros.
Explica con cierta molestia en la voz. Primero por que la japonesa estuviera convencida de una cosa tan absurda como esa. Y segundo, porque María, como siempre, había pagado un pato que no tenía nada que ver con ella.

Sacando un par de tazas metálicas que incluía el termo, Arthur Dryden no espero mucho para servir el primer té, ya sería medio día y no podía faltar. Le tendió una de las cuatro tazas disponibles a Dale y ésta la cogió dedicándole un asentimiento agradecido. A continuación sirvió a su hijo y a si mismo mientras rebuscaba en la segunda bolsa.

- Recuerdo a Renka Isawa. La inadaptada de la clase de Jolie... Ella se reía a rabiar de ella, debió costarle mucho hacer amistad con nuestra niña. Imaginar que tiene que volver a agradar a alguien que está por encima de las posibilidades de su estatus... - dió un sorbo al té, observando una botellita de aceintes aromáticos de baño que habían comprado Jolene y el español, bastante complacido por el detalle. Al tragar concluyó - Eres un buen actor, hijo. Hazle creer que está en la familia, que vas a ayudar a tu hermana a recordarla... Y ya verás como se relaja y está de tu parte. Conviene tener de nuestra parte a una chica que atiza semejantes golpes, ¿no? - indolente como siempre al hablar de relaciones humanas, mientras sacaba un set de baño para bebés con gesto nostálgico.

Dale se quedaba algo petrificada con tanta tranquilidad, pero alzaba las cejas y bebía su té, estoica. Si alguien decidía asumir el mando, mejor para ella... Si ese alguien era un tiburón empresarial, mejor para todos.

Dryden revolvió en el fondo de la bolsa...

- Oh... - pareció gratamente sorprendido - Creo que adoro a esos dos... - sacó entonces un CD de música clásica - ¿Dónde se pone ésto aquí?

Tiene sentido...
Murmura mientras deja a Amber en la cama en la que se sienta, con mucho cuidado de no despertarla y de que esté cómoda, moviendo todas las mantas y almohadas que sean necesarias para eso.
Acepta entonces la taza de té humeante, a la que mira con cierto anhelo.
Bueno... si consigo que no me tumbe de un solo golpe, a lo mejor me da tiempo a intentar razonar con ella... Creo que ya no es solo cosa de personalidad, sino también de la enfermedad. ¿No había una fase que te volvía mas agresivo?...
Se acerca la taza a los labios, oliendo el amargo vapor y sonriendo por el efecto tranquilizador que suele tener esa bebida sobre él. Y mas desde que sabe que es buena para el Ígnea.
Me tomo esto tranquilamente y salgo.
Donovan se sentía seguro con su padre al lado. Esa forma de mantener el control, de saber que hacer en cada momento y no mostrar dudas... Era tranquilizadora en cierta medida. Porque si llegaba a equivocarse, nunca verías venir el catastrófico resultado hasta que fuera demasiado tarde...

No sabría decirte...
Extiende una mano para coger los Cd's que tiene su padre en la mano, para saciar su curiosidad. Si había que reconocerle algo a Arthur Dryden, es que tenía buen gusto para la música.
A lo mejor en el bar... o en el Hobby Room. Supongo que en alguno de esos dos sitios tiene que haber un equipo de música o algo parecido.

- Olvida a la chica, Donovan... Yo me ocuparé, no quiero que nadie le rompa la cara a mi precioso hijo - en éste punto Dale sonrió a Donovan algo burlona - y mucho menos una niña de la que no puedes defenderte por cuestión de caballerosidad...

El más clásico de los gentleman inglés: Puedes condenar a muerte a dos mujeres sin pestañear, pero no les pondrás una mano encima. Otro se encargará.
Suspira, aspirando el aroma a té y observando la estancia, dubitativo.

- Pues habrá que calmar a esa guardería de psicópatas pronto. Me gusta escuchar música por las tardes... Me da igual en que latitud o longitud del mapa. Y éste hotel francamente me inspira a... Bach. Es un prodigio ésta estructura, y tiene un diseño exquisito. Lástima de huéspedes y anfitriones...

Arthur Dryden tenía esa mirada. Esa que tenía cuando vió vacías sus oficinas, algunas eran edificios antiguos, abandonados y destartalados que acabaron convirtiéndose en auténticas joyas. Arthur Dryden se había hecho una empresa a base de lavarle la cara a lo que caía o agarraba en sus manos, y a partir de ahí él había construído desde cero... No era un hombre que temiera a los retos.

Donovan apura lo que le queda de té en silencio, escuchando las palabras de su padre e ignorando a sonrisa burlona de Dale. Estaba de acuerdo con Arthur Dryden en un punto importante: No quería que le partieran la cara. Pero por lo demás, no iba a preocuparse. Aunque caballero, Donovan discernía la diferencia entre mujer indefensa y bestia artista marcial con mucha claridad.

Si que es una lástima, si...
Se levanta con cuidado de no mover demasiado la cama y le tiende la taza metálica a su padre, para que haga con ella lo que tenga que hacer.
Gracias por el té, padre. Voy a... salir para hablar con Rewell. Y de paso comprobar si hay un equipo de música en alguna parte.
Desvía la mirada por un segundo hacia María, preocupado por su estado, pues no se había despertado desde que la dejara ahí tumbada.
De paso visitaré al Dr Sven... para preguntarle por María. Se supone que es un experto en el Ígnea -o eso tengo entendido-. Quizá pueda hacer algo mas por María...
Se acerca hasta la puerta y, una vez que tiene la mano en el helado pomo, se vuelve por última vez antes de salir.
¿Alguna cosa mas? ¿Queréis que hable con alguien o busque alguna otras cosa?... Por cierto Dale... de lo que me pediste antes, nada de nada. Estaban hablando de muchas cosas, pero no mencionaron nada de eso.