Partida Rol por web

Emma, con las manos sobre sus caderas, sonrió al ver a Taylor utilizar aquella actitud chabacana. Era lo mejor de las estrellas de rock. Vigiló los puños de Nadra y la cara de Taylor, para luego prestar más atención al lugar en que el dueño ofrecía su producto. Retuvo una vez más la sonrisa por respeto a su ex marido, ahí presente y bastante afectado... Pero el hecho es que estaba deseando partirse de risa.

- Guapa -le dijo a Nadra, empujándole con dos dedos por debajo de la clavícula para alejarla del batería. Aquella kirunesa igualaba en estatura a Oluwatobi, quizás por eso no se achantaba- ... Ya encargo yo de darle lecsión a éste, ¿si? Ve con tu pequeño y con la pequeña -miró a Madison con cierto aire burlón por encima del hombro, cuando ya se estaba girando hacia Taylor para intentar robarle la atención- ¿Qué tal si damos paseíto por Kiruna...? -puso ambos brazos sobre los hombros del californiano- He pensado que... Tu no visto mi casa... ¿Verdad...? -esbozó una sonrisa sugerente y alzó las cejas- ¿"Gustas"?

Antti, completamente contrariado por sus propias circunstancias y la explicación de... ¿Era Lex o Andrea? Ya no calibraba todo lo bien que debía... Hasta que miró a los ojos a Andrea y dio un paso atrás alejándose del cuerpo de Lex, sin saber si sentirse asqueado, confundido, violento o piadoso. Miró a Roan estupefacto, luego a Nadra, tragando saliva. Pestañeó un par de veces mientras centraba la vista y se relamió los labios. Si Roan tuviese la mayoría de edad, su actitud para con él no iba a ser racista... Sería un odio mucho más puro, sin contaminar de ideas mundanas o fobias estúpidas. Sería una ristra de puñetazos de los que suenan huecos y secos. Pero siendo un crío la cosa cambiaba totalmente, y el gigante nórdico se frustraba y lo dejaba ver en sus ojos cansados y hundidos.

- Ehm... -carraspeó, mirando a Nadra, luego a Lex y Andrea alternativamente. Era una situación mortalmente incómoda- Hola. Soy Esa Holopainen... Pero prefiero el nombre falso: Antti Koivusaari -estiró una de las aletas nasales hacia arriba, arrugando la piel hasta la comisura del labio, ladeado. Tragó saliva de nuevo. Ponerse diplomático le costaba mucho, más en semejante momento, en que hasta se rascó la nuca- Verás... Nadra, ¿es Nadra? Me ha parecido que Rewell... Bueno, es igual. Encantado. Seguro que has tenido un día complicadísimo, suele pasar, claro... Pero... Si hiciéramos un concurso de mal día, ya sabes, de circunstancias inmediatas... Bueno: Yo apostaría por madrugar malamente con la noticia de que a la nena por la que estoy loco la han mandado a un hervidero de muerte mientras yo dormía lo que no han llegado ni a cuatro horas después de dos días... Se me ha caído el café encima de mi abrigo bueno del susto cuando ha llamado por teléfono un crío de diecinueve años a punto de perder a su novia que casualmente es el camino más directo a la cura de una enfermedad que me ha matado a más de cincuenta personas cercanas (gracias al cielo que no ha acabado así la cosa, de momento) y ni siquiera he podido cambiarme porque cuando me estaba sacando una manga luego de colgar el teléfono me han dicho que el mejor amigo que he tenido en toda mi puta vida sencillamente ha dejado de respirar mientras dormía -apretó los labios, un brillo extraño en el finlandés apareció en sus ojos, que normalmente eran los de un tipo duro, hizo una breve pausa, expulsó el aire frunciendo los labios y continuó- . No siendo eso poco, mi amigo, mi difunto amigo, había dejado una carta que ni siquiera era para mí, era... ¡Oh, sorpresa: Para la mujer que mató al resto de nuestros amigos, de la cual estaba totalmente enamorado! Y para mí sólo un mensaje: "Llévale ésta carta a Sloane", quien por cierto es una psicópata con el poder de hacer parecer Hiroshima una fiesta de petardos para críos y el Napalm algo así como pasar un dedo por la llama de una vela... Pues bien. Ella se enteró antes de que yo pudiera decir "ésta boca es mía" y en menos de lo que se persigna un cura loco he tenido que darle una carta que imagínate de qué humor la ha puesto... Me he tenido que meter en un lago, aquí, en Laponia, y sí: El frío lo aguanto, pero me he tenido que pasar un buen rato y eso de no respirar no se me da especialmente bien. Cuando me han sacado mis compañeros no había ni rastro de Sloane pero hemos tenido que apagar un incendio forestal siendo cinco, ir al pueblo a calmar a la gente, y al volver... Me encuentro con que la chica por la que amanece y anochece se ha convertido en un puto tío, porque al parecer ha habido una historia surrealista (para no perder la costumbre)... Así que... Por favor te lo pido: Dile a tu hijo que devuelva las cosas a su sitio cuanto antes. No habrá repercusiones si no lo hace. Seguro que tendría sus razones... Pero si devuelves esos ojos a su dueña -señaló indistintamente a Lex y Andrea, aprovechando para respirar también- yo le caliento el morro a quien te de la santa gana.

-No gracias, no como nimiedades entre comidas.

Fue su respuesta a la invitación de aquel hombre pero que apenas le dio tiempo de dar pues enseguida, Nadra miró estupefacta a la mujer, sobre todo porque no le gustaba que le tocaran de esa manera y menos que le dieran órdenes y menos en ese maldito tono surrealista, su sangre empezaba a hervir a pesar del frío del carajo que hacía en ese jodido lugar. Estaba de muy mal humor y lo que es peor, le habían dejado con un montón de imbéciles que no hacían más que fastidiarla de una u otra manera. Estuvo a punto de empujar a la otra mujer pero le dio un poco de pena su estado y un poco de asco también, así que se volvió al hombre rubio que le empezó a hablar.

La joven negra entrecerró los ojos y luego miró a Roan, no se le había escapado lo que el chico había hecho y no, no le parecía correcto que esas dos personas estuvieran con los cuerpos cambiados pero por alguna extraña razón no le sorprendía. Cuando la rubia joven le había hablado, Nadra tampoco se había sentido feliz pero al menos había sido más correcta que este tipo. Negó con la cabeza energicamente cuando este terminó de hablar y poniendo una mano frente a la cara del tipo con nombre falso, se arrodilló frente a Roan.

-[FR]Roan, cariño, devuelve a estas personas sus cuerpos... Ya hablaremos de esto tú y yo. Te prometo que no van a volver a tocarte un pelo o decirte alguna estupidez, escucha bien a mamá y si alguno amaga a hacer algo, ponle el cuerpo de Mickey Mouse[/FR]-acarició el cabello del chico, le sonrió y se puso en pie.

Se acercó al rubio un par de pasos y mientras lo miraba a los ojos, comenzó a hablar, aunque iba intercambiando miradas con los demás presentes.

-Me parece muy jodido todo lo que pasaste en un solo día pero cada cual tiene sus propios problemas, chico. No soy la culpable de los tuyos, si lo fuera no bastaría con una disculpa. Así que deja de lloriquear como una nena y ten presente que la vida sigue. Nadie es indispensable en este mundo y lo que tiene solución no te debe apurar, lo que no la tiene, mucho menos-se volvió con un dedo en alto.-No sé quiénes o qué son y ustedes no saben quiénes o qué somos nosotros pero les puedo asegurar que no vine aquí a joderles la vida, yo estaba bastante bien y no entiendo nada de esto... Si alguno vuelve a molestar a Roan, me olvidaré de las cosas buenas que han hecho por nosotros.

Haló a Roan y lo abrazó, las cosas podían ponerse feas pero Rewell les había dejado allí, así que quería confiar. Siempre y cuando no lastimaran a Roan, aunque parecía que él se podía defender bastante bien y eso dejaba un tanto más tranquila a la joven madre.

-...Y EL CAMPEÓN DEL 1er TORNEO LOCAL "Aquí están mis cojones" ES...y va a dar un paso al frente...

Taylor imita el sonido del redoble de tambores. Breve, que no está la cosa como para números.

-¡¡LA SEÑORITA NEGRA!!- dice con la sonrisa de Nicholson en "Batman", señalando con ambas palmas de las manos a Nadra.- "Negra" está bien, ¿verdad?. Quiero decir...es correcto,¿no?. ¿O prefieren "de color"?. Igual el término "Afro" les resulta más jodidamente adecuado.... En ese momento desvía la mirada hacia las habitaciones, por donde habían arrastrado a Renka.-...ya que nuestra campeona aún no nos ha dicho cómo se llama. En fin. Lo siento, Antti: te quedas con el segundo puesto. Otra vez será.

Gentilmente, coloca su brazo izquierdo en jarra, ofreciéndoselo a Emma. Era evidente que a la nórdica le iba la marcha: había mejorado con el idioma y parecía con ganas de fiesta. De haber podido, Taylor habría hecho volar por los aires una nave industrial con artículos pirotécnicos.

-¡Un momento!.¡¡Olvido lo más importante!!: ¡¡EL PREMIO!!.- exclama estirando el cuello, volviendo a centrarse en Mamá Oluwatobi. El gesto se endurece y la expresión pega una bajada importante de Ph.
- Te has ganado una dosis de realidad, nena, y Tío Hawkins te la vá a dar: no eres especial, ¿sabes?. Eres igual que todos nosotros. Estás confundida y acojonada. Temes por lo que amas y tiras de filosofía barata y un buen par de huevos para defenderlo. No te culpo: tienes miedo y es normal.

Taylor se humedece los labios y un gesto de comprensión y cierta empatía asoma, diminuto pero presente, en los ojos.
- Ahora bien, si quieres un consejo...no malgastes saliva con amenazas. No sirven de nada. Paz y amor.- concluye, haciendo una V con el índice y el medio. No sonríe. Quizá porque habla en serio.

Un ligero tironcito del cuerpo terso de Emma invita a abandonar los pasillos. Buscando a sus compañeros con la mirada, asiente cómplice. Debían hablar. Mady, Lex, Andrea...

- Y ahora, si me disculpan...tengo una cita con tres hermosas mujeres...

-¿Sabes, Emma?. Me has despertado un interés repentino en la arquitectura sueca.- le susurra al oído antes de abandonar los pasillos.-Pero antes...¿tienes un minuto?..

Es en ese justo momento, mordiéndose el labio, cuando comprueba lo mucho que ama a su hija...y lo que siente por María.

Un incomodísimo Andrea había asistido a la explicación de, probablemente, el peor día que podía llevar una persona, con el gesto torcido y cabizbajo. Llegados a cierto punto, un rubor de origen no-identificado hasta la fecha había ascendido a sus mejillas como espuma de refresco, y el maltés se llevó la mano a boca con disimulo, tornando su gesto a horrorizado cuando caía la noticia del fallecimiento de Adrian Falken.

Abrió los ojos estupefacto, con la respiración contenida, exhalando el aire con pesadez una vez Koivusaari decidía continuar... Pero con el corazón ligeramente encogido. No obstante, mantuvo un silencio sepulcral hasta que el mismo concluyó su explicación...
Pero hete ahí que, cuando pensaba que la explicación había sido más clara que la palma de un negro (y MUY pacífica, conociendo al finlandés), el tema no llegaba a su fin... Andy alzó ambas cejas con incredulidad.

Me voy a cagar en t...

Ni se había movido del lado del finlandés. La respuesta de la negra frente a su amigo no terminaba de alegrarle el día. Y Andrea Scerri empezaba a emular a una patata brava. Sólo durante un instante... Ty, esta vez, conseguía enfriar la situación, o al menos el ánimo del maltés, que le devolvió el gesto de despedida, sin terminar de estar muy convencida...

- No habéis venido, Nadra. Os han traído... Y ha costado mucho más que un insulto y un par de sustos - aclaró, nada bravucón (más bien con la sangre espesa y el alma masticada). Lo verdaderamente terrible de la visita a España no había sido ninguno de los detalles por lo que la gente se estuviera caldeando (racismo, desconfianza, o incluso una maratón en pleno tráfico por rescatar a Mowgli). Lo verdaderamente jodido era que, después de todo, una joven con toda una vida por delante había muerto asesinada en el primer asalto. El italiano dejó escapar un suspiro amargo, como si se desinflara... - Si no fuera por este hombre y la gente que reside aquí, (entre ellos los que hemos ido en vuestra busca...) - señaló con un gesto a Madison, "Lex" y Taylor - "Lo vuestro" ya no tendría solución. Se puede llegar a llorar aún más...Pero Madi puede explicaros vuestra situación para saber por qué estáis aquí y resolver el malentendido. Ahora por favor, POR FAVOR... Aclaremos lo que debamos de aclarar y después sigamos buscando una solución a nuestros problemas. Ninguno de nosotros puede usar sus habilidades en el interior de este lugar - explicó pacientemente, con los ojos entornados...[/B] - Sólo en el exterior. Así pues, ¿os parece que vayamos a la puerta principal para aclarar esto? Aún estamos nerviosos, pero se puede empezar desde cero...

Hizo un gesto con la mano, en dirección a la puerta principal.

De todas las personas que aparecen, sólo sonríe a tres, ampliamente para ser una muchacha que a veces parece que le cuesta respirar. A Milo, Rewell y Antti. Nunca se sabe en este hotel con quien no vas a tener la oportunidad de volver a ser simpática, así que intenta serlo siempre con los que le caen bien. Como siempre, la sonrisa dura poco. Entre el niño que miente deliberadamente, pues lo salvamos de ser atropellado, y la actuación de Taylor, algo que realmente no le impresiona tanto ya, ha tenido un largo día para esperarse cualquier cosa del batería del grupo…. Sí, chao, sonrisa. Se limita a dar un par de pasos hacía atrás, para que libren su guerra particular. Ahora puede delegar en los demás para que le “regañen”, ella vuelve al estado que más le gusta, el de un bendito segundo plano.

Asiento a Milo, con expresión confusa y en voz mínimante audible…. Claro… lo haré… ¿Yo? ¿Qué sé yo? ¿Qué le puedo explicar? Umm, llegar a los dormitorios y poco más… Y mira de refilón a la mujer que decide denominarla “pequeña”, adiós, ha hablado la vieja… que me llevará dos años como mucho y sí, será más alta (seguramente era por ahí por donde iba) pero si serlo es a costa de ser maleducada con los que acabas de conocer… Me quedo en mis centímetros.… ¿me defiendo? No, va ser que no, que el cansancio acumulado, físico y mental, no da para reaccionar mucho.

Hasta que llegan las palabras de Antti. Ahora sí, día completo. ¿Falken … a muerto? Aprieto los labios y niego con la cabeza, mirando a Andrea, buscando los ojos de Lex, segura de que le da, como poco, la misma pena que a mí. Incomparable con la que sentirá Antti, pero muy grande aún así. Falken, el novio de Alice. Las lágrimas se acumulan, comenzando a brillar los ojos. ¿Cómo ha podido morir en apenas dos días una pareja así?... Por si me quedaba alguna duda de lo rematadamente mal que va todo en este sitio... Y a que no tengo ningún futuro aquí.

Trago saliva y bajo la mirada, si tengo que llorar, mucho mejor sin tanto público, aunque sea delante de una desconocida y de su niño. Suspiro, profundamente, otra vez… agradecida del frío, una excusa perfecta para el temblor de cuerpo que tengo. Aunque no lo sea para la desolación que refleja mi rostro. Miro a la exótica nueva, deseando salir. Lex me quita las palabras de la boca... Sí.. por favor... salgamos. Giro el rostro, hacia la puerta que lleva a cualquier sitio, reconociendo la rabia y la impotencia que … da igual. Sal de una vez.

Una de las cosas que un niño detesta ver es que alguien haga un gesto de tal grosería a su madre. Mira con asco y rabia contenida a Taylor... A veces a los críos se les subestima demasiado.
No obstante lo que peor sienta a Roan no es un repentino sentimiento de culpabilidad al escuchar a Antti y Andrea, sino la respuesta de su madre. Traga saliva y va frunciendo el ceño a medida que ella habla, el pequeño corazón sucumbe a las distintas extrasístoles: Pasadas ya las taquicardias, llegan las bradicardias. Suelta el aire pesadamente perdiendo los ojos en la nieve.

- "Persone n'est pas indispensable"...? -repite, algo roto. Asiente con la cabeza- J'ai pensé que Laniece êtres la... Que moi le suis... Que tout été injuste et pas "normal"... -Roan no se separaría de su madre, por muy enfadado que le dejaran sus palabras. Bajó la cabeza y, abrazado a ella aún, con un tono de infinito reproche dijo:- Semble que tu penses le même que papá.

Suspira largamente y encamina sus pasos a la salida.

- Os devolveré a vuestros cuerpos... Vale...

*
- ¿"Nadie es indispensable"...? -repite, algo roto. Asiente con la cabeza- Pensé que Laniece lo era... Que yo lo soy... Que todo fué injusto y no "normal"... -Roan no se separaría de su madre, por muy enfadado que le dejaran sus palabras. Bajó la cabeza y, abrazado a ella aún, con un tono de infinito reproche dijo:- Parece que piensas lo mismo que papá.

Comenzamos a andar, me giro con expresión interrogante al oír nombrar al asesino por boca de Andrea… ¿Tú lo sabes? ¿Sabes lo que hizo ese…ese… ese animal? Hago una mueca con lo que dice después, ya me he arrepentido de nuevo de estar mirándolo. Jolín, no me gusta que sea así conmigo. Me encojo de hombros como respuesta, apartando la mirada de él, al segundo. Es amable, vale, pero es que es demasiado… demasiado… íntimo al hacer y decir las cosas. Sé que lo hace con buena intención, bueno, por lo menos eso creo, pero… preferiría que me dejase un poco (o bastante) menos, en evidencia.

Nos vamos adentrando en el hotel helado, les voy indicando dónde está el salón, el hobby room… eso, las distintas estancias. Los nombres de cada una de ellas y poco más, hasta que…

Escucho la pregunta de Nadra, que me deja fuera de juego, otra vez me toca dar la buena nueva de por qué vivimos aquí… ya les vale, así también recluto yo… no te fastidia… “las malas noticias que las de otro”. Una muchacha en este caso. La última vez que lo dije fue hace dos días, a una mujer que ha muerto hoy. Suspiro cogiendo mucho aire.

Carraspeo antes de comenzar. Estamos aquí para curarnos de un virus que sólo afecta a los mutantes como nosotros. Isenhall nos cura, a cambio de… de hacer misiones para ella. Por grupos. Eso sí, con la regla de “cuanto menos sepas, mejor me lo paso” No parece que tenga muchas más. Por eso fuimos a Cartagena, encontrarte era la nuestra… Y… ahora mismo, otros compañeros están en una… Jugándose la vida. Desvío la mirada al suelo que hemos dejado atrás, a lo lejos, deseando que aparezcan ya de una buena vez. ¿Cómo estarán? ¿Volverán todos sanos y salvos…? Ay Dios, por favor, sí… sí…

Me paro al lado de la puerta de los baños, mirándola Es aquí Nadra, estás son las duchas. Son unisex, te aviso. es raro no encontrarte a un hombre desnudo. No voy a decir eso, no tengo ganas de sonrojarme otra vez delante de él, ya tengo el cupo de hoy cubierto… Aprieto los labios. Voy… bueno… vamos… bueno,…. que ahora tendréis ropa aquí para cuando salgáis de ducharos… Deja ya de liarte, ¡qué pareces tonta!... Puff. Para la gente que no trae su ropa hay unos monos negros, que son muy buenos para el frío…. Y los dormitorios son compartidos, el de las chicas es éste. Señalando una puerta cercana. Vendré a buscaros cuando sea la hora de comer, espero que descanséis bien. Un esbozo de sonrisa concluye la frase, mientras asiento.

Y así están las cosas en el paraíso Nadra Oluwatobi, corroboré cuando Madison dejó de hablar, le había planteado las cosas de manera bastante “light”, bueno, tampoco es cuestión de que huya corriendo por los bosques llenos de renos. De momento es lo que hay, mejor que nos tomemos un tiempo para descansar y ver cual va a ser nuestro siguiente paso, supongo que por lo menos una explicación por nuestra parte siempre será mejor que por parte de Sanuye.

Desvío la mirada que había estado alternándose entre los africanos, para centrarla en la canadiense, sonriendo amigable pero cansado, Vamos a buscar la ropa, los trajes estaban en el almacén, espero que haya para el chaval, no tengo muy claro que así fuera, pero tampoco me fijé en exceso la última vez. Aquí junto a la puerta os la dejaremos, señalo un punto concreto mirando a Nadra de nuevo, y hago ademán de darme media vuelta cuando asiente, pero no termino el movimiento, y alzo las cejas, como si hubiera olvidado algo importante.

No entréis en ninguna habitación sin permiso, nosotros estaremos o en el comedor o en la sala de esparcimiento, no vaya a ser que nuestra querida asesina decida que se aburre y se dedique a conocer a los nuevos huéspedes.

Aclarado ese punto ahora sí hago un gesto a Madison, no la voy a dejar sola, todavía no, no es bueno estarlo en estos momentos, por lo menos ellos se tienen el uno al otro. Frunzo un poco el ceño, Todavía me pierdo en este lugar, ¿guía usted señorita?, pregunto en tono distendido.

Entre los vacíos pasillos algo interrumpe notoriamente la monotonía de tu vida. No sólo ella no está en ninguna parte... Sino que un hombre, de lo que crees que deben ser tus años y algo más atractivo que Sanuye, irrumpe en el blanco perpetuo de tu existencia con su atuendo oscuro y extraño*...

Un halo funesto envuelve a ésta criatura de ojos completamente negros, bajo sus labios asoman colmillos más afilados de lo que un humano debería acostumbrar, y su voz es gutural, aterradora al igual que su mirada. En la comisura de sus labios hay restos de sangre, así como en sus colmillos. Sin embargo, el ser parece perplejo al verte, no puede disimular la impresión que le causa tu visión, y en su expresión y ojos de abismo, te contempla entre maravillado y con asco...

- Sabía que existías... No necesito ni saber tu nombre para darme cuenta de quién eres...

Consternado por la desaparición de Amber, Dorian pululaba por los pasillos esperando encontrar alguna señal o indicio que pudiese indicar dónde se encontraba ella. No podía imaginarse solo, no sin ella. Abría y cerraba los puños mientras su respiración iba en aumento. Los pasos eran más rápidos cada vez, más decididos.

De pronto su caminar se vió detenido por la inquietante presencia frente a él. No era Isenhall, ni la mujer de la comida. Por su físico podía asemejarse más a Sanuye, pero tampoco era él, menos aún cuando habló jadeante. ¿Para esto era para lo que había sido preparado tanto tiempo? ¿Para la invasión y ataque de un ser salido de una película gótica? La expresión de Dorian no varió, pues se encontraba más confundido y desconcertado por la ausencia de Amber que por la presencia de aquel ser. Súbitamente una idea atroz pasó por su mente, existiendo la posibilidad de que aquella criatura le hubiese hecho algo a ella.

- Me parece fantástico haberte alegrado el día. ¿Dónde está ella? ¡¿Dónde?! -dijo Dorian levantando cada vez más la voz.

Su postura no era ofensiva, si no todo lo contrario, esperando el asalto de la figura contra él. Lo de su boca era sangre, era fácil de reconocer.

- ¡Devuélvemela!

- ¿"Ella"...? -el ser pareció flaquear, su voz tembló y entrecerró los ojos- Es la pregunta que llevo haciéndome todos éstos años: "¿Dónde está ella...?" -adelantó tan solo un par de pasos, recortando la distancia entre el joven Balaguer y él- Ella ha desaparecido, como todos los demás... ¿Dónde están...? Seguramente donde sea que estén tu madre y tus tíos... Dime dónde están... Y yo te devolveré a tu hermana, niño...

La mención de su posible familia no modificó la conducta que mantenía el joven pues para él ellos habían dejado de existir hacía ya mucho tiempo.

- Tráela de vuelta conmigo -murmuró sin un ápice de sentimiento más que la rabia contenida. Se acercó a la criatura sin miedo mientras cerraba los puños-. Llevo encerrado demasiado tiempo esperando a alguien como tú para descargar mi tensión. No te gustará. Dime dónde está ella. ¡Los demás no existen!

Catástrofe esbozó una amplia sonrisa, mostrando sus largos colmillos, burlón, bajando la cabeza y ladeándola, como quien observa a un pequeño hacer intentos por ponerse en pié.

- Claro, Balaguer -le llamó deliberadamente, quitándose un guante y extendiendo su mano hacia él, para que la cogiera- te llevaré a ver a tu hermana, palabra... Y tú... Deberás ayudaros a ambos para impedir que ocurran desgracias mayores... Y, quizás, saber a dónde fueron a parar todos... Cógeme la mano.

Aquella orden significó algo nuevo para Dorian: La imposibilidad total de negarse a un dictado de aquel completo desconocido, pues casi sin darse cuenta, su mano fue a parar a la fría garra de aquel oscuro siniestro hombre, quien la aferró fuertemente.

- Agárrate a mi vida mientras dure éste viaje, niño... -rugió, apretando la mano del chico con una fuerza que Sanuye no tendría que envidiar demasiado- Ocúpate de que Alexandra esté bien y vuelva a mí... De ello depende la vida de "Ambery"...

Una extraña dolencia empezó a envolver a Dorian. Sus articulaciones se debilitaban, sus músculos se resentían y su mente se nublaba... Una extraña neblina color azul oscuro, casi negro, empezaba a dibujar sus jirones desde los pies del ser enmascarado hasta envolverles en un torbellino de luces y sombras... Parecía el propio universo, vertiginoso, haciéndole girar y mareándole mientras la grave voz seguía hablando y parecía que su sangre se le evaporaba dentro de las venas...

- Vas a ver un mundo en el que hace más frío... La mayoría de gente en Europa tiene una casa propia, un trabajo estable... La crisis no había asomado su horrendo rostro, la nieve en Kiruna cubría muy por encima de las rodillas en los bosques y los mutantes eran más comunes de lo que el mundo estaba dispuesto a aceptar... Verás la belleza como nunca la has visto... Y te lo prometo, muchacho: Verás a tu hermana... De ti depende volver a verla tal y como la conoces... Si me contentan tus avances, te llevaré con ella a donde desees...

La voz era cada vez más inaudible, el zumbido estaba destrozando los tímpanos de Dorian y sus rodillas caían sobre la nieve... Su mente, aturdida, parecía haber sido sumergida de golpe en los máximos niveles de descompresión de una cámara hiperbárica... Las nauseas eran incluso dolorosas, el mareo insoportable, la impotencia para gritar, frustrante...

Nadra trataba de entender todo lo que decían, de retener en su mente cada una de las advertencias, no quería que le sucediera algo por no poner especial atención es las recomendaciones de ambas personas pero estaba agotada y sin duda Roan debía estarlo también, así que asintió y fue a darse una ducha tibia, invitando a Roan con ella, les vendría bien; cuando salieron encontraron la ropa, enseguida se enfundó en ella, no quería morir congelada y allí parecía que era lo menos que podía pasar. Las palabras asesina y sangre venían una y otra vez a su mente como un desgraciado recordatorio de que aunque juntos, ahora estaban mucho peor.

Abrazó a Roan terminando de acomodarle la ropa y lo besó en la frente, su muchacho era fuerte y pasara lo que pasara, ella lo iba a defender, de ser necesario con su propia vida. Respiró profundo y le invitó a ir a ver a los jóvenes, los únicos medianamente amables desde que habían llegado. Como le había aconsejado Andrea, no entró en ninguno de los cuartos, no quería molestar a nadie y mucho menos ser molestada, hasta que no estuvo segura de que aquel era el comedor. Llamó un par de veces a la puerta, su cabello colgaba ligeramente humedo y se odiaba un poco por no cecarlo un poco más pero lo cierto era que no quería estar sola. Prefería tener compañía de alguien que supiera un poco más en ese lugar. Y Andrea y Maddison sabían.

-¿Hay alguien aquí?

Lo acompañó por el pasillo, escuchando el relato, apaciguada tras la ducha. Cuando terminaba la historia, Lex se estiró para besarle en la mejilla, consciente de la pérdida. Luego le sonrió entrecerrando los ojos, negando y alzando las cejas...

- Qué par de personajes. Suelen decir que las relaciones más bonitas empiezan a gritos... Además, era una historia tuya: Tenían que salir hostias de algún lado... - bromeó - Hablas como si fueras un cincuentón. ¿Y qué edad tendrás? ¿Veintiocho, veintinueve...? Alguna vez habré oído eso de que la gente del norte (aparte de los japoneses) tienen el secreto de la "eterna juventud". Sorpréndeme - Hablaba más bajito, resguardada bajo el brazo del finés. El contraste de emociones fuertes dejaban mella en su salud y la agotaban, e inconscientemente ya se estaba preparando para descansar... Al menos hasta que llegara el último grupo.

Roan rió la ocurrencia de enamorar a Superman, aunque en sus ojos parecía barajarse un "¿y por qué no? Mi madre es joven y guapa, seguro que podría". Se cogió a la mano de ella y con aquella sonrisa optimista que solo un niño puede mostrar, salió a los blancos y austeros pasillos del Icehotel, que sin embargo encerraban una belleza mística en ellos, una hermosura enigmática e indescifrable... El edificio en sí se consideraba una obra de arte en Europa, y se pagaban sumas de dinero elevadísimas por pasar una noche en él.

En cambio ese año había sido reservado. El motivo, Nadra ya lo conocía.

Al salir no encontraron a nadie salvo a una muchacha de aspecto abatido, vestida con una ropa que desde luego era demasiado fresca incluso para una chica blanca como ella...

La muchacha levantó la vista, parecía caminar distraída en alguna dirección concreta, pero la visión de los desconocidos le sacó de sus cavilaciones. Entreabrió los labios para luego esbozar una sonrisa cálida, pero con un tinte melancólico muy en el fondo de sus oscuros ojos. Les había oído hablar francés, así que decidió "romper el hielo" en ese idioma:

- ¡Vaya, hola! Más gente guapa en el Icehotel... Sois nuevos, ¿no? -extendió la mano hacia Nadra- Me llamo María. María Ortíz.

¿Qué se perdía intentando empezar con buen pie el día? No quería pensar en Alejandro. No quería pensar en nada que no fuera agradecer que disponía de, al menos, un día más en su revuelta vida.

Miré a Roan cuando la chica aquella nos interceptó, era agradable oír a alguien en nuestro idioma y ella, a pesar de su sonrisa melancólica, parecía una persona agradable y enseguida le respondí con una sonrisa, soltando a Roan para que saludase a la mujer. Le tendí mi mano.

-Soy Nadra y él mi hijo Roan. Oluwatobi ambos-sonreí nuevamente estrechando su mano y mirándola a los ojos, sin nada que esconder.-Somos muy nuevos, nos hemos levantado y no sabíamos a dónde ir. Roan cree que Superman podría estar por aquí, ejem... En realidad lo creo yo y me he propuesto conquistarlo.

Nuevamente una sonrisa con la broma para romper el hielo, aunque fuera irónicamente.

-Es un placer conocerte, María.