Partida Rol por web

- Bueno, puedes creer lo que quieras... - se encoge de hombros, pasando una carta por debajo de la puerta - El virus avanzará. Quizás vengan y te maten, no es problema mío... La subvención de tu padre ya está en mi bolsillo, si no quieres cogerla... - se da la vuelta, altiva - Muérete resecada como Leah, o asesinada como tu padre... - camina en dirección contraria a tí.

Cuando bajas, la mujer se está tomando un Gin-tonic tranquilamente, charlando amablemente por su móvil.

- Bueno, ¿qué quieres? Es un drogata - dice sin haberse percatado de tu presencia - No va a dar la talla y lo sabemos desde el principio, mejor que se lo coma el virus... - se mira las uñas, perfectamente cortadas, ni muy largas ni cortas del todo...

¡Espera! ¿qué sabes sobre el virus? - Abro la puerta de golpe, dejandome llevar por el instinto de supervivencia, sin pensar en lo que acabo de hacer.

Hanne se vuelve, mirándote sonriente...

- Tengo un pequeño "hotel"... Ahí frenamos inmediatamente la enfermedad... ¿Porqué lo preguntas...? - dice sarcástica. Parece sana como una manzana, y no percibes preocupación alguna por estar tan cerca de una infectada...

Doy un paso atrás intimidada - ¿y que garantías tengo de que todo lo que me dices es verdad?

- Que si no confías en mí, encontrarás tu garantía en que te pegarán un tiro, y si consiguieras huir, te agrietarías como si fueras el desierto del Magreb hasta morir... Si confías en mí, puede que te mate o puede que te lleve a un lugar donde te cures... No me hagas perder el tiempo, niña... Yo me voy ya... - echa a andar de nuevo.

Cojo el sobre que dejó en el suelo y lo voy abriendo, mientras que voy andando a una distancia prudencial detrás de ella.

Espero que el sobre sea algo que pueda hacer decidirme por la opción más segura.

Cita:

Taylor se acerca por detrás. La suela de goma de sus zapatillas apenas hacen ruido contra el parquet. Como un movimiento brusco, le da una fuerte palmetada en el trasero.

Creo que deberías replantearte la palabra "drogata",- dice, extrañamente aliviado al ver que la enigmática mujer no se ha largado aún-...sobre todo si eres capaz de enchufarte un copazo a las 11 de la mañana.

Tiene el dossier y la carta en la otra mano. Con un gesto despectivo, le arroja los papeles a la cara de la chica.

Y ahora vamos a sentarnos y me explicas de qué coño va toda esta mierda.

Al darle una palmada en el trasero, vuelve los ojos hacia tí, gélidos, como si te estuviera atravesando con ellos...

- Hanne, me parece que tengo que seguir ocupándome de ésto... Oh, por supuesto que no me esforzaré, no sufras por ello... Goodbye - no hace falta ser un genio para detectar el acento escocés de ésta mujer al hablar...

Cuelga el móvil y deja a un lado la copa, sentándose solícita.

- Un Gin-Tonic ya no me afecta, ni dos, ni tres, ni mil - dice con esa sonrisilla segura de sí misma y distante - ¿Qué quieres que te cuente de tu enfermedad, Taylor? - pregunta, socarrona.

Cita:

La letra es inconfundible...

Sigo a Hanne, intentando contener las lagrimas todo lo posible.

Podrías haberme dicho que la carta era de mi padre, habría ahorrado tiempo - digo con arrogancia y rabia.

Una gota de sudor cae de su frente. ¿Será porque le incomoda la situación? ¿porque esta mujer le pone nervioso, tenso?...¿o quizá porque el calor está volviendo, poco a poco?

¿Que tal una mezcla de los tres?... Si, más bien.

Cada gesto, cada mirada, cada pose de la chica parece estudiada al detalle...y Taylor se propone quitarle esa coraza.

Vamos por partes. Esto nos va a llevar un rato y he de cancelar una cita que tengo con mi agente.

En esta casa no hay teléfono fijo y, la verdad, no tengo ni idea de dónde diablos dejé mi móvil tras la fiesta de anoche. Así que...¿por qué no eres una niña buena y me dejas el tuyo?.

Su expresión se torna ahora más suave.

Sólo será un momento. Por favor.

- Nena... Puedes estar segura de algo: A partir de hoy te pondré delante el plato, el techo y la medicina, y aunque no tendrás que pagar un céntimo ni vender tu cuerpo, vas a tener que ganarte la estancia... - Le abren la puerta de un Mercedes azul cielo metalizado, esperan a que entres tú también - Se ha acabado vivir como una niña de papá: Yo soy la madrastra borde, y si quieres conservar la cabeza deberás ahorrarme el tiempo y los disgustos tú a mí... - En ningún momento varía su expresión.

Te presta el teléfono sin mediar palabra ni cambiar el gesto, como si no le supusiera ningún problema y se supiera capaz de controlar la situación al 100%...
Parece que en su mirada percibes cierto destello de pena burlesca hacia tí...

Será idiota, porque te necesito... que si no... como podría confiar mi padre en ella... - Se me hace un nudo en la garganta al pensar en mi padre. Guardo la carta en el bolso con cuidado, y sigo a la misteriosa mujer sin sentimientos en silencio.

Al rato de estar en el coche en marcha, abre el reposabrazos de los asientos traseros, donde hay una botella de Absolut Vodka. La sostiene en su mano y ves cómo el cristal se envuelve de hielo, salvo en cuello de la botella. La abre y extiende la mano hacia arriba, en ella se crea una copa que parece de fino cristal, pero no es sino de hielo. La llena del vodka y te la tiende.

- Te hará bien.

Gracias - digo educadamente forzando una sonrisa. Doy un par de sorbos del frío baso...

¿Hacia donde vamos? - pregunto mientras saco un pañuelo con el que cubrir mi mano para no estar en contacto directo con el hielo.

Taylor guiña un ojo y sonrie al coger el móvil. Lo examina mientras se dirije a la consola de aire acondicionado del salón y lo pone en marcha a la mínima temperatura que es capaz de alcanzar el aparato.

Espero que funcione...

Marca un número en el teléfono portatil y, al cabo de unos segundos, dice en voz alta y clara:

Escuche. Mi nombre es Taylor Hawkins. Vivo en el 5664 de Sunset Creek, en el West Side...Así es...Verá: hay un desconocido en mi domicilio. Parece llevar un arma. Dénse prisa, por lo que más quieran.
Ahá...si...de acuerdo, pero por favor, no se demoren.

Cuelga y la mira, espectante por ver su reacción.

Muy bien, chica dura. Así están las cosas: en un barrio rico como este, la policía tarda entre 5 y 7 minutos en llegar..., justo el tiempo que tienes para convencerme de que no eres una puta estafadora.- dice, mientras abre la carcasa del móvil y extrae la tarjeta, guardándosela en un bolsillo de las bermudas.

Para quién trabajas y por qué quieres "ayudarme".

Simple, ¿verdad? Si te portas bien, todo quedará en una falsa alarma...
En caso contrario, estás bien jodida..., porque aunque quizá la poli te la sude, es posible que a...¿como era?...¿Hanne?...le interese saber que cometes demasiados errores para ser tan chula.

Suavemente, Taylor lanza el móvil sin tarjeta a la desconocida.

Te quedan unos cinco minutos.

Lior se carcajea mientras hablas por el móvil, negando con la cabeza como quien mira a un niño estúpido haciendo tonterías durante una rabieta.

Cuando le otorgas el turno de habla, se inclina hacia tí y habla bajito, sin borrar la sonrisa de su rostro, confiada aún.

- En el hipotético caso de que hubieses llamado a la policía, cinco minutos son demasiados para mí, Hawkins... Disfruta de tu muerte... Me han dicho que no me esfuerce contigo y estoy perdiendo mucho tiempo con alguien que no merece la pena que se cure... - acto seguido, como si se hubiese convertido en una ráfaga, a una velocidad tan bestial que ni siquiera la ves, te arrebata la tarjeta de su móvil y desaparece de tu casa sin dejar rastro...