Partida Rol por web

- Pues vamos hacia el aeropuerto, vas a coger un vuelo a Los Ángeles y a demostrar que puedes ser útil y merece la pena que te salves del IGNEA... - se sirve otra de esas curiosas copas - Tienes que llevarte (vivo, por supuesto) a un tipo llamado Taylor Hawkins, batería de un grupo llamado "SNIPER", está infectado al igual que tú... Ambos tenéis que llegar a Estocolmo, ahí recibiréis la siguiente carta de instrucción.

¿Y que se supone que le tengo que decir para que venga? Hola, soy una completa desconocida, vengo a salvarte, ¡vámonos a Estocolmo! - pego otro trago a la copa - Suena bien - digo con ironia

- ¿Verdad? Será emocionante - dice sonriente - No sé porqué demonios se empeñó mi compañero en reclutar a ese individuo... La verdad, yo no lo quiero en mi hotel, pero yo sin Lior no soy nada - ríe.

La miro directamente a los ojos, muy seria e impaciente - ¿Podrías explicarme de qué va todo esto por favor? No es que me moleste hablar de cosas que no tienen demasiado sentido para mi, pero me gustaría saberlo.

- Va de supervivencia, nena... - el coche se detiene, habéis llegado. Saca un billete de avión y te lo tiende - Llevaremos tus cosas al hotel... Te trae cuenta encontrarlo, ¿no...? - sonríe - Y que sea cuanto antes...

Al menos, dame una foto, una dirección... un teléfono de contacto.. - cojo los billetes de avión y los miro.

Los billetes son para Los Ángeles.

- Ufff... Qué tiquismiquis, hija, ¿no ves que no te lo puedo decir...? - te observa un momento - Bueno... Te daré la dirección, porque te pareces a tu padre... - se saca una pluma del bolso y te apunta en un papel una dirección - No le digas a Lior que te la he dado. Bebe mucha agua y ve lo más ligera de ropa que puedas... Es un consejo médico.

WoW!!- resopla, impactado por el espectáculo. Todo ha sido tan...rápido.

Si quisiera robarme, lo habría hecho. Es más, si hubiese querido matarme...- piensa, ciertamente aliviado por no haber seguido su primer instinto: tragarse la tarjeta. Eso, probablemente, hubiera sido su fin.

Un espejo de gran tamaño, sin marco, preside el salón: Taylor se encuentra a sí mismo mirándose en él, confuso, buscando en su cuerpo alguna rastro de...erupciones cutáneas, sin saber precisar el tiempo que ha pasado desde que la chica se largó. Desde luego, ha sido todo un shock.

Ignea,...Eva Fameite,...el dossier. ¿Metahumanos?...

El asunto parecía ir en serio. No puede haber otra explicación, incluso para una mente tan paranoicamente enferma como la suya. Pero, ¿por qué él?.

Siempre había sido consciente de su capacidad para...preveer acontecimientos, auque lo justificaba sabiéndose inteligente (mucho más que la media) y mediante una razón tan débil como la casualidad o la suerte: aquel número de lotería, esa noche gloriosa en el "Caesar's Palace" de Las Vegas, o el Boeing 737 que se negó a tomar en el último momento. Se jactaba de ello.

Pero ahora...todo empezaba a cobrar sentido.

Pete.- susurra, mientras comienza a buscar su propio móvil, con la intención de llamar a Foreman, su agente.

Ahí no mintió: en casa no hay fijo y sólo Dios sabe dónde demonios dejaría el portatil.

Pete coge el teléfono, espabilado y fresco como una rosa, como siempre.

- ¿Diga? ¿Taylor? ¿Qué haces despierto tan "temprano"?

Escucha bien, jodida cotorra. ¡Tu seguridad no vale una mierda!

Pete es un tipo con incontinencia verbal. Taylor lo sabe, son ya unos años...y no va a dejar que lo interrumpa.

Alguien se ha colado en mi casa. ¡En mi habitación, joder!.¿Se puede saber en qué coño pensabas cuando mandaste instalar el nuevo sistema de seguridad? ¡Menuda puta mierda!

Y lo del aire acondicionado...¡jooder, Pete! ¡Mandaría a mi abogado para que te demandase si no fuera...porque tú eres mi puto abogado! ¡No funciona, coño! ¡El maldito aire no funciona!

Toma aliento. Pete le pone de los nervios. Esa voz chirriante, ese...optimismo crónico. Lo mataría con sus propias manos si no fuese tan bueno en su trabajo.

Abre bien los oídos: quiero una habitación en la clínica. Ya sabes, aquella para ricachones en programas de desintoxicación. Estaré allí en media hora...y más te vale que no surja ningún problema.

- ¡Vaya, chico! - ríe alegremente Foreman - ¡No me digas que te vas a volver sano ahora! Bien, ya era hora. Tendrás esa habitación, no te preocupes. ¿Algo más, campeón? - pregunta en un tono divertido y socarrón.

Si, capullo, una cosa más: trae tu culo a la clínica.

Cuelga, sin esperar respuesta. Eso último ha debido doler: a Pete le encanta gestionar los asuntos desde su móvil...y odia tener que personarse.

Que se joda.

Mira hacia los grandes ventanales del salón. Fuera el día parece soleado y sólo pensar en que en unos minutos va a estar expuesto al perpetuo sol californaniano...le aterroriza.

Se asegura de tenerlo todo: el móvil, las gafas de sol, las llaves...y el dossier con la carta. Su atuendo, bermudas, zapatillas abiertas y un sofocante abrigo invisible que lleva puesto desde que despertó esta mañana.

Capota abajo, aire acondicionado al máximo, el "Walk" de Pantera en el Radio CD, los papeles en la guantera, el calor en sus entrañas y un enjambre de abejas zumbando enloquecidas dentro de su cabeza.

La puerta del garaje se abre y los neumáticos del 911 Carrera rechinan. No es el instinto de supervivencia lo que le mueve. Es su deseo por conocer, por saber quién es en realidad la "pantera" de esta mañana...y la clínica puede ser un buen lugar para ir atando cabos.

Lo tendré en cuenta - dejo la copa en un lado, casi completamente llena - Supongo que ya nos veremos, un placer - Lo digo de forma desganada y monótona, como si lo hubiese repetido mil veces. Salgo del coche y entro en el aeropuerto y voy directamente a recepción.

- Un placer - se despide Hanne.

El billete es perfectamente válido y el vuelo sale (sorprendentemente) casi de inmediato. Llegas a las 9 a.m. a la ciudad de Los Ángeles... El calor te resulta inhumano fuera del aeropuerto...

Nada más aterrizar el avión, me dirijo a la tienda de ropa más cercana para cambiar mi atuendo por algo más... veraniego.

Una vez hecho esto, y con una botella de agua fría a mano, miro la dirección que me ha dado Hanne

Obviamente no tienes idea de dónde está el hogar del tal Taylor, pero hay algo que te llama la atención inmediatamente: Beverly Hills. Ese tipo tiene mucho dinero...

Cojo un taxi y me le digo que vaya a Beverly Hills y... Por favor, ponga el aire acondicionado al máximo, hace un calor horrible.

Tras seguir la dirección que le indicas y subir al tope el aire acondicionado, el taxista te echa muchas miradas furtivas... Pone una música rapera insufrible mientras atraviesa las laberínticas calles de Los Ángeles, y un par de horas y media después en las que no has parado de sudar pese al aire, te deja en la misma puerta de la dirección que pediste.
Se trata de una buena casa en Beverly Hills, y una mujer se dirige hacia tu taxi. Parece elegante, de movimientos felinos. Se muestra seria...

- Siento lo de tu padre, era un gran hombre - reposa una mano en tu hombro - No te preocupes. Yo pagaré el taxi, tengo que usarlo. Soy Lior. Espero que volvamos a vernos... - saca una botellita de agua fresca de su bolso y te la tiende.

Encantada, soy Eva. Oye, Hanne no me dio demasiados datos.... ¿donde esta ese chico al que debo convencer? - cojo agradecida la botella de agua e intento parecer lo más amable e inocente posible. Cuanto antes acabe esto mejor...

- Hanne es una déspota... Hacerte reclutar precisamente a éste animal de circo tal día como éste soportando una pérdida tan grave... En fin, deberían condenarla por crimen contra la humanidad, y a la madre de Hawkins también. Está en ésta casa que hay a mi espalda. Te esperaremos con una tila, Eva... Hasta luego y suerte - entra en el taxi y éste arranca.