Partida Rol por web

GELUS VIRICA

[KIRUNA] - Calles

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28/07/2009, 05:04
Sven S. Lockhart

- Si, mi madre es de la capital de éste país, Suecia... Y mi padre es de donde crecí yo: Londres -respondió con una sonrisa algo más amplia y fresca a la risotada de Nadra. Luego resopló al oír sobre el anterior trabajo de Nadra- . En España, ¿eh? Son un poco... Escandalosos por ahí. No te preocupes, no volverás cuando todo ésto acabe. Necesito una secretaria en mi consulta que hable los idiomas que tú sabes. Te pagaría y te dejaría un lugar donde dormir hasta que tuvieras suficiente como para independizarte... Si quieres, por supuesto.

Se puso algo colorado, la verdad es que había dicho todo aquello sin pensar, pero lo cierto es que tampoco lo retiró.

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28/07/2009, 05:16
Nadra Oluwatobi

Tras, tras, tras. Dah, dah, dah. ¡Bum! Parpadeé, suspiré mirando al frente con terrible sensación en el pecho; pero al poco supe que no estaba jugando. Ton, ton, ton, tic, tic, tic... ¡Snash! No, no estaba hablando conmigo, secretaria de Sebastian... Yo... Habría gritado a Roan si había escuchado eso pero en cambio esbocé una sonrisa y me giré hacia él sin pensarlo y lo abracé. Sin más intenciones que la de abrazarlo, la de darle las gracias por haber cambiado aquella mañana por una tan distintas, por arrancarme mis lágrimas y arrancarme sonrisas.

-Gracias, Sebastian... Ojalá no sea un simple sueño.

No me detuve a pensar si lo distraía del camino, si había ido demasiado lejos, sólo estaba allí, apretando su cuerpo y su espalda, dándole las gracias por devolverme un poco de fé en el resto de los seres humanos de aquel lugar o buieno, no tan seres humanos. Sentí mis mejillas calientes, debía ser lo que los blancos llaman ruborizarse y lentamente me alejé de él aunque sin soltarlo del todo, con mis manos en sus hombros.

-Lo siento, yo... Es que cuando la vida te golpea, magnificas las alegrías y hace mucho no tenía una-le sonreí.

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28/07/2009, 05:29
Sven S. Lockhart

Nadra casi tira a Sven al arrojarse sobre él. Estaba en buena forma, pero no se podía decir que fuera el hombre más fuerte del mundo, o el más experto en pelear. No estaba acostumbrado a demostraciones tan eufóricas de afecto, de modo que al abrazarle ella, se quedó clavado al suelo con expresión entre confusa, indignada y extrañada durante unos segundos. Pero cuando dilucidó lo que pasaba, parpadeó incrédulo y ladeó media sonrisa algo nerviosa, apretando los labios y frotándole un par de veces la espalda de forma algo más mecanizada de lo que le habría gustado.

Finalmente ella se apartó y él seguía en un estado al que estaría un robot si de pronto le inducen un alma y le dan un abrazo. Se puso completamente rojo. No sólo era blanco... También era pálido, y el rubor era perfectamente visible en sus mejillas.

- Eh... -observó con cierta maravilla la reacción de la africana. Una alegría sana, celebrada como debe ser, gozando del momento presente... ¿Cuándo fue la última vez que él pudo hacer algo así...? Su sonrisa menguó sin llegar a desaparecer... Ya lo recordaba: El día en que su ex mujer le dijo que estaba embarazada. Una niña... Pero Nadra no tenía nada que ver en eso...- ¿Por qué tendría que perdonarte? Has tenido una reacción perfecta. ¿Qué prefieres? ¿Ser como yo?

¿Eso es una broma, Sven...? -se preguntó, sorprendido de si mismo por aquel pequeño arranque de humor, aunque fuera el ácido y sarcástico humor británico. Se sentía cómodo, le gustaba que le llamara Sebastian. Nadie lo había hecho nunca y le resultaba algo refrescante.

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28/07/2009, 05:43
Nadra Oluwatobi

Evidentemente seguía nerviosa pero estaba bien, por primera vez desde que hubiere llegado a allí, me sentía cercana alguien, aunque ese alguien que en principio parecía ser demasiado frío, ahora estuviera a punto de esconder la cara en la nieve de la vergüenza. Me compadecí de él, había ido demasiado lejos, quizás exagerada y aunque él dijera que era una reacción perfecta, ya no estaba tan segura pero ya me había disculpado y muy poco podía hacer aparte de eso.

-No, no querría ser como tú...-eché a reír al darme cuenta de lo que le acababa de decir.

No veía en Sebastian al tipico hombre blanco que se pasa por el culo la decadencia del mundo; no, veía al hombre preocupado por el futuro de pequeños que nada tenían que ver con él o quizás sí, en el fondo él era un niño con los conocimientos suficientes para aliviar el dolor de otros.

-Supongo que no tengo que agregar que...-bajé las manos retirándolas de sus hombros.-Que...-¡No lo digas, Nadra! Desvié mis ojos de los suyos.-En fin, esto sería perfecto si no fuera por los superpoderes, así que culparé a la energía que estos me dan. Antes parecías tan... Lo siento, quizás no debería decir esto pero parecías tan lejano y ahora siento como si te hubiera conocido antes, ya, sí, voy a callarme. Es mala costumbre africana, ya sabes...

Le guiñé un ojo y me dispuse a continuar.

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28/07/2009, 06:04
Sven S. Lockhart

- Bueno... Pues si esas son las malas costumbres africanas, tendré que irme a vivir a África... Desde luego es mejor que los empujones en el metro de Londres...

Puede que fuera la primera vez en su vida (al menos que recordara) que hubiese hecho reír a alguien mayor de dieciséis años. Le gustó aquella sensación de haber provocado una risotada en una cara como la de Nadra. Era una mujer guapísima a pesar de su preocupante delgadez.
Bajó la mirada, tímidamente, pero la devolvió enseguida a la africana. Por desgracia, el asunto de la frialdad era recurrente...

- Ya, es que... Del Icehotel solo me caen bien unos pocos... -Hizo memoria. No era difícil- Madison, Rewell y tú. Y con Rewell estoy un poco peleado... -se rascó la nuca, algo incómodo al poner en evidencia su pobreza social.

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28/07/2009, 06:23
Nadra Oluwatobi

-Madison... Esa chica me agrada, ha sido dulce conmigo y bueno, del otro nada puedo decir, no le conozco-sonreí mientras el tiempo volaba porque con Sebastian así parecía ser.-En África serías de mucha ayuda, aunque claro, tendrías a todos los niños correteando a tu lado, intentando tocarte para reconocer que tu piel es real y...

Puse la vista al frente, evocando una imagen de Sebastian sonriendo, rodeado de montones de niños africanos, niños como mi Roan o incluso como Laniece que de hber estado él cerca, habría tenido una oportunidad pero ya no quería entristecerme, no, quería disfrutar de lo poco que nos quedara juntos porque asumía que no sería mucho.

-Te divertirías mucho con ellos y ellos contigo, te llamarían Dr. Lock-Hart haciendo enfásis en la separación. Me gustaría decir que entre mi gente serías bienvenido pero no puedo hablar por los adultos, no entiende más allá de sus estúpidas narices. Lo sé de primera mano.

-Ven conmigo, a tu lado no dudo que la vida sería mejor. No me importa sin piensas que estoy loca, voy aprendiendo a doblegar tus barreras y me gusta, quizás terminemos amándonos. Amándonos, la palabra es absurda para dos que se conocen poco pero también para dos que se conocen más que bien. Llévame contigo y hazme reír y sonreír, di que no es un sueño...-estaba divagando, debían ser las emociones del día.

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28/07/2009, 07:07
Sven S. Lockhart

- El otro es... Un niño grande. Un poco tonto, pero sin mala intención -suspiró, negando con la cabeza al recordad las innumerables meteduras de pata del mayor de los hermanos Dryden. Luego empezó a escuchar, estando él también absorto mientras llevaba el carricoche (ya empezaban a ver las primeras fachadas de Kiruna), la idea de Nadra. Visualizaba aquello con los ojos brillantes... No era la primera vez que lo barajaba... Pero sus sueños eran complicados. Él no los veía así, pero entendía que si no había podido realizarlos, es porque amén de aquella pesadilla surrealista que eran el Ígnea y Gelus Vírica, debía ser complicado.

Pero Nadra dijo algo que le sacó de sus cavilaciones. Algo que la hizo mirarla incluso entreabriendo los labios... Era como si aquella mujer estuviera leyéndole...

- La mayoría del tiempo no me importa lo que los adultos tengan que decir -se apresuró en admitir. Aquello sonaba como recién arrancado del alma. No lo había pensado ni una vez antes de decirlo, lo dijo tal y como vino a su mente, en ese mismo momento. Miró a la africana de nuevo a los labios... Con una inocencia inusitada en semejante gesto recorrió desde aquella exótica boca hasta las caderas de ella, luego las piernas, largas y fuertes... Y de nuevo a sus ojos, recorriendo el cuello en el trayecto, como si pudiera acariciarlo con la mirada- Pero... Yo... Yo quiero ser padre... Tener una familia y que no le falte de nada... -no entendía porqué confesaba algo semejante a una mujer prácticamente desconocida- Quisiera ir a Médicos sin Fronteras también... Pero para eso necesito saber que si a mí me pasa algo, mi familia va a sostenerse teniendo más de uno en quien apoyarse...

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28/07/2009, 07:23
Nadra Oluwatobi

-La mayoría del tiempo no te importa lo que dicen los adultos, que lo sé... Lo sé.

Noté su mirada recorrerme, no era una chiquilla tonta, ni era la primera vez que me miraban así pero infinitamente mejor que la primera vez, acostumbrada a como estuaba últimamente a ser un pedazo de carne; quizás sólo me había mirado así, Javier, mi vecino. Ojalá estuviera bien. Volví a sus labios, a verlos moverse diciendo aquellas cosas, a confesar el deseo de una familia y la loable intención que tenía.

-Si tuvieras una familia, no te dejarían ir, tú serías el pilar del cual sostenerse. Adivino a alguien fuerte en ti-dije sin pensar, quizás un poco emulándolo a él.-Te imagino con muchos hijos rubios de ojos como los tuyos, corriendo por una hermosa casa, sonriendo, gritando tu nombre y una esposa...-hice un alto algo extraño, tenía una sensación imposible de explicar, respiré profundo y continué.-Y una preciosa esposa con ojos grises y cabellos largos y rizados; quizás una bailarina o mejor aún, una doctora, si doctor, eso mismo.

Quería quitar la tensión un poco, olvidarme de las cosas tontas que me estaban pasando por la mente.

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28/07/2009, 07:38
Sven S. Lockhart

Sven arrugó el gesto.

- No, Dios mío, nada de doctoras... Mi ex esposa era doctora y estuve rodeado de ellas en la universidad. Son todas iguales... Superficiales, egoístas... No, nada de eso. Respecto al color de ojos y pelo que tengan mis hijos... Me da igual, la verdad. Y tampoco quiero tener tantos. Uno o dos, a lo sumo.

¿...Por qué le estoy contando ésto? -parecía que ni siquiera se había dado cuenta de haber mirado con tal descaro a Nadra. Tenía una expresión inocente, parecía que, si alguien le hubiese dicho algo de su vistazo, se habría puesto totalmente rojo y no habría podido seguir mirando a la africana a la cara.
Tragó saliva. Nadra había dado con un tema algo espinoso... No era fuerte. En ningún sentido. Se sabía terriblemente débil, tanto que el haber superado la enfermedad se le hacía todavía algo muy extraño...

- ¿A ti qué te gustaría hacer con tu vida? Si pudieras elegir...

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28/07/2009, 07:46
Nadra Oluwatobi

Posé la mirada por unos instantes en las casa que ya se veían claras, sin duda parecía otro mundo y nada tenía que ver con el Icehotel pero poco me duró el gusto, enseguida me volví a él.

-Para mí dos son muchos-sonreí y es que en verdad era así por el nivel de vida que tenía junto a Roan.-No tenía idea de que las doctoras fueran así, ni me parecía que hubieras sido casado, lo siento, eso no es de mi incumbencia cuando yo misma me casé muy joven; aunque claro, nuestras realidades serían otras.

Lo volví a mirar, esta vez directamente a sus ojos azules, pensando a conciencia lo que quería hacer en caso de tener libertad para hacerlo.

-Quisiera vivir tranquila, cuidando de Roan. Hacerlo un hombre de provecho... La verdad no creo que me volvería a casar, ya cometí el error una vez. Creí que el amor lo podía todo y en realidad no existe o quizás no de esa manera romántica que nos enseñan a lo largo de la vida. No nací para que me amen...-esbocé una sonrisa triste y retiré mi vista de la suya.

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28/07/2009, 07:58
Sven S. Lockhart

Sven tragó saliva. Él no era capaz de creer en el amor tampoco, aunque lo intentaba con todas sus fuerzas y la poca fé que le quedaba. Se pensaba la única persona capaz de amar...

- Mi matrimonio duró un año y medio. Me divorcié hace casi un año... Luego conocí a otra chica aquí, empezamos algo hará dos meses... Pero en cuanto se curó, se fue sin dar más explicaciones... Y tú... -tragó saliva. No quería ni decirlo, no quería ni imaginársela embarazada de Roan con la edad que debía tener en esa época... Ya entrando en Kiruna, con todo el ruido de un pueblo en una mañana, le formuló una última pregunta- ¿Y tú qué sabes para qué has nacido...? Nadie nace con manual de instrucciones, Nadra... Nadie sabe exáctamente para todo lo que sirve, o todo aquello que los demás pueden servirle a él...

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28/07/2009, 08:07
Nadra Oluwatobi

Me detuve en seco, lo sujeté del brazo haciendo que se detuviera también y apreté mi mano sobre ese brazo perfectamente torneado, podía sentir los músculos a través de la tela, duro como una roca, una sorpresa aunque ya le había visto desnudo.

-Puede ser que tengas razón pero eso no impide que sienta que no nací para eso. Lamento lo de tu divorcio y lo de tu exnovia, no debió ser fácil. A veces las personas no pensamos en el daño que hacemos por no dar la cara, por no decir simplemente adiós pero no puedo hablar por todos, puedo hablar por mí y solamente por mí. Sé lo doloroso qué es que te abandonen...-lentamente solté su brazo, mi voz se había vuelto un genérico, de cualquier mujer pero mis ojos clavados en los suyos le decían: atrévete a decirme que no, contradíceme-Pero no es el fin del mundo, hay peores cosas que esas y estoy segura que lo sabes. No estar con un hombre tampoco es el fin del mundo, no quiero a alguien que maltrate a Roan sólo porque no es su hijo, si no saben amarme a mí, tampoco sabrán amarlo a él y es lo único real que tengo, Sebastian...

Intenté sonreírle, no era con él con quien debía hablar aquellas cosas pero se iban dando así y no podía parar, no quería parar. ¿Que si me gustaba? No, me encantaba pero también estaba segura de que no era el tipo de mujer que un hombre como él, letrado, estudiado y con mucha plata, buscaría.

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28/07/2009, 08:16
Sven S. Lockhart

Sven observó algo violentado cómo ella le cogía del brazo y le hablaba con aquella frialdad. Por un momento tuvo miedo, como si hubiese sido transportado años atrás por aquel tirón de su brazo... Era la razón de porqué nunca enviaban a misiones de campo a Lockhart: Se bloqueaba. Pero ésta vez tardó poco en salir de aquel bloqueo. Fueron los ojos de Nadra. Los reconocía, no sabía cómo, pero así era.

Cerró sus labios y se giró totalmente hacia ella, levantando una mano y echándole un mechón de pelo hacia atrás, aprovechando para arrastrar una caricia de sus suaves manos sobre su pómulo... Su gesto se colmó de determinación por un instante que él no tenía preparado...

- Está bien: No expongas a tu hijo, me parece magnífico. Pero no niegues a un hombre el querer a tu hijo como suyo y el amarte a ti como mujer... Y tampoco te prives tú de eso. En el fondo, nadie quiere privarse de eso...

- Por supuesto que hay cosas peores. Yo pensaba que el virus me mataría... Pero en lugar de eso, aquí estoy, yendo a desayunar contigo, que vienes desde Senegal y nos hemos encontrado en Laponia... ¿No crees que es... -se acercó un paso hacia ella, cerrando la distancia hasta que ni un palmo los separaba... Era tan fácil perderse en esos ojos negros...- suficiente ejemplo... -la mano bajó hacia el cuello, rozándolo con las puntas de los dedos- ...como para pensar... -su voz se ahondaba, se suavizaba y se tornaba más íntima- ...que no hay nada preparado?

Se inclinó entonces algo más... Sus ojos buscaban su mirada y un beso de aquellos labios envolventes... Los suyos se entreabrían algo nerviosos... Pasó la lengua por ellos un momento... Nunca había sentido un impulso tan inmediato... Aquello le asustaba... No quería hacerle daño ni que pensara que no la respetaba... No quería aquello...

Aquello...

Cerró los ojos súbitamente. Un flash le despertó de aquella ensoñación... Y se odió quedamente mientras se apartaba, dando un paso hacia atrás.

- Perdóname... No quiero que pienses... Que... Bueno... Perdóname, por favor. Acabamos de conocernos. Yo... -suspiró- No volveré a hacerlo... Te respeto, de verdad... -se llevó las manos a la cara- Dios... Perdóname, Nadra... Soy un cerdo y un imbécil...

Los hombres somos asquerosos...

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28/07/2009, 08:37
Nadra Oluwatobi

Sentí que había pasado nada entre mis palabras y su mirada, casi perdida y aquella sensación de haberlo herido y ciertamente, no había pasado nada porque al siguiente instante estaba mirándome como me había mirado yo misma en sus ojos.

-Estás echándolo a perder...

Sus palabras eran procesadas a tal velocidad que toda historia que tuviera que ver con Roan, conmigo miam, la relacionaba con aquellos intensos ojos azules. Respiré profundo cuando su mano pasó mi cabello hacia atrás, demasiado cerca estaba y yo no estaba convencida de querer moverme, con menor razón mi cuerpo que se negaba a ello.

-No, en verdad nadie quiere privarse del amor pero tan acostumbrada al desamor que da más miedo el sentimiento.

No podía hablar, tenía mil cosas en la cabeza, sus ojos estaban grabados en mí como un tatuaje mental lleno de pasión, de poder, si, había terminado por volverme loca; quizás el ignea se había apoderado ya de mí. Iba a responderle que ciertamente no había nada preparado y que lo había confirmado aquella noche, al sentir sus dedos rozar mi cuello, ladeé suavemente el rostro estremeciéndome de manera casi imperceptible pero no pude responder porque al siguiente momento estaba un paso más cerca, no había espacio entre nosotros y estaba embrujada por aquel par de ojos y esa piel pálida. Y entonces sucedió, sí, aquello que sabía que pasaría. Mi respiración era agitada, un terrible sentimiento de culpa me embargaba también mirándolo allí con las manos ocultando su rostro. Esta vez la que se acercó fui yo, sujeté sus manos y las intenté retirar lentamente de su rostro.

-No escondas tu cara nunca más, no has hecho nada que me haya ofendido, en todo caso quizás yo te lo he hecho a ti-tenía un nudo en la garganta, pensaría lo peor si sabía que lo estaba deseando.-Nunca, nunca vuelvas a llamarte frente a mi cara de ese modo o tendré que ponerme dura como madre contigo...-intentaba calmar los ánimos.-Vales mucho más que cualquier hombre que haya conocido y no me importa siento como si hiciera vidas que te conozco.

Solté sus manos.

-Te he hecho mal... Lo siento.

Entonces le di la espalda, me sentía terriblemente estúpida por haberle provocado de aquella manera.

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04/08/2009, 21:54
Sven S. Lockhart

Sven atendió a las palabras de Nadra con sus ojos zarcos abiertos, casi sin pestañear. Sintió las manos de ella apartando las suyas y disfrutó cada segundo de aquel contacto, sin pretenderlo ni esperarlo. El londinense y la africana atrajeron alguna que otra mirada en el pueblo: Eran el día y la noche, con la hermosura que cada uno conlleva.

Al darse ella la vuelta, Sebastian no sabía reaccionar. Nunca había sabido desde aquella Nochebuena... Tenía deseos de acabar con aquellos temores y encarar el mundo como un hombre, en la oscuridad de aquellos ojos había hallado un remanso de tranquilidad, de sosiego...

- Yo... -la vergüenza había pasado, pero no del todo...

...siento como si hace vidas que te esperaba...

- En fin... ¿Qué te apetece desayunar? Podríamos ir directamente a un centro comercial... Tengo que comprarme un traje para la fiesta de año nuevo, y quizás a ti te interese mirar alguno...

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05/08/2009, 02:39
Nadra Oluwatobi

Sonreí al ver su reacción, al menos no habíamos terminado mal.

-Mejor que llevemos a los chicos a desayunar y luego, luego te acompaño a comprar lo que quieras... Yo la verdad es que no sé, jamás compré nada por lujo...

No era un reproche, era la verdad. Una verdad que no me costaba asumir, para mí era algo natural y había vivido toda la vida con ello pero en su compañía era capaz de hacer las cosas más antinaturales que existieran. No pasé desapercibidas las miradas de algunas personas, debíamos ser una pareja singular; me puse hombro a hombro con él y le sonreí de manera amigable. Era mejor así aunque pensaba en aquel posible beso porque ¿era eso, no? ¿Iba a besarme?

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06/08/2009, 00:30
Sven S. Lockhart

- Bueno... Siempre hay una primera vez para todo -alzó las cejas, en un gesto amable y casual, antes de dirigir sus pasos de nuevo en una dirección concreta.

Finalmente llegaron hasta un lugar de gruesos muros de piedra descubierta y ventanas de madera de abedul, al igual que no era el suelo y el resto del mobiliario. Una pequeña vitrina mostraba un amplio surtido de pasteles y productos de bollería; al fondo, tras el mostrador, algunas cestas amontonadas en lejas guardaban piezas de pan grandes y apetitosas. A eso olía aquel local: A pan y a dulces recién hechos. Había una barra y algunas mesas.

Sven dejó el carricoche en la entrada, por lo visto sin ningún miedo a que éste fuera robado. Abrió la cremallera, cogió primero a Amber con un brazo y sin soltarla, con la otra mano ayudó a salir a Roan-Kale tirándole suavemente del brazo e impulsando algo más hacia arriba para que el niño se colgara un poco de la mano del doctor y saltara más alto. Una ligera risilla divertida salió del pequeño, que rápidamente se cogió de la mano de su madre, observando el acogedor café.
La mano, de nuevo libre, se posó en la parte media de la espalda de Nadra mientras entraban. Algunos vecinos de Kiruna que tomaban su desayuno en aquel confortable café hacían gestos de saludo cordial a Sven, pero ninguno le dedicaba más de eso.

El doctor les acomodó en una de las mesas y fue a pedir al mostrador. Poco después, Amber tenía enfrente una papilla de cereales, mientras que Roan, Nadra y Sebastian tenían el desayuno típico de aquel lugar: Un bollo, un par de tostas crujientes, algunas lonchas de jamón de York, queso, paté, dos tipos de mermelada, tomate crudo, pepino, café, un yogurt y un par de galletas de canela.

- Espero que os guste. Aquí es lo típico -anunció, sentándose a Amber en el regazo y comenzando a darle de comer. La niña no rechistaba ni daba guerra. Comía cada vez que el doctor le acercaba la cuchara a la boca, y él, mientras tanto, empezaba a untar el paté en una de las tostas con una mano. Roan observó cómo lo hacía e intentó imitarlo. Al llevarse el resultado a la boca, sonrió mirando a su madre, invitándole tácitamente a que lo probara.

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06/08/2009, 01:11
Nadra Oluwatobi

-Es verdad, siempre la hay pero no me imagino...-no seguí pues habíamos llegado ya al lugar.

En verdad era un lugar agradable, un lugar de esos en los que los ricos toman sus fotos de luna de miel; noté a las personas que miraban a Sven, al parecer era conocido por el lugar. Curiosamente no me molestaba, me agradaba y a las miradas estaba acostumbrada pero no fueron excesivas. Además, Roan estaba feliz y había empezado a comer. Tomé la otra tostada de Sven y la unté yo misma para él.

-Se complica con una sola mano, aunque seas un experto-le sonreí.-La verdad es que se ve delicioso...

Le guiñé un ojo a mi hijo, revolviendo su cabello con una mano y luego miré de nuevo a Sven mientras mordía un trozo de pan, acto seguido, di un sorbo al café. La realidad es que si estaba delicioso, quizás no era lo que mi pequeño y yo estabamos acostumbrados a comer pero estaba rico. Miré a la pequeña y no pude evitar imaginar que era Laniece y que él le daba de comer en la boca, mientras untaba otra tostada, los observaba a ambos con cierto descaro, estaba embelesada con la imagen hasta que me di cuenta por un puntapié que Roan me dio.

-Lo siento es que ella me recuerda mucho a Laniece, es perfecta... Diría que tiene tus ojos...-fruncí el ceño, a lo mejor había dicho una tontería o a lo mejor era que ellos dos...

Nuevamente recibí un puntapié de Roan, evidentemente mi hijo tenía mucho más tacto que yo o sólo que era que me sentía demasiado a gusto con el doctor. Toqué una manita suave, mientras no dejaba de mirarlos, ahora era dulcemente; eran una imagen preciosa. Roan sonreía, la pequeña le agradaba tanto como a mí y sin preguntarlo, sabía que estaba disfrutando aquello.

-Agradezco el desayuno-solté la hermosa mano rubia que contrastaba con la mía.-La verdad es que nunca creía que fuera a decir esto: qué agradable es tu compañía, Sebastian.

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06/08/2009, 01:42
Sven S. Lockhart

Sven sonrió de nuevo, tímidamente, cuando Nadra le preparó la tostada. Un gesto amable poco común para él, aunque en el Ice Hotel había conocido personas que lo habían hecho anteriormente... Falken, Elodie, Jolene, Milo...

- Muchas gracias -dijo, llevándosela a la boca. Fue al masticar y tragar que añadió:- Me alegro que os guste. En Escandinavia hay buena comida, ya lo veréis.

Mientras Nadra miraba a los blancos con aquella mezcla de añoranza y (algo) delirante maravilla, Sven parecía absorto en el cuidado de la pequeña, en que no le cayera papilla de las comisuras de la rosada boquita, en que no se moviera mucho para evitar que se cayera... Solo se percató cuando ella habló de nuevo. La miró algo serio, apesadumbrado... Debió ser una niña preciosa, tal como parecía recordarla su madre, pues Amber era una auténtica muñeca y recordaba a ella... No obstante, el rostro del médico se tiñó de cierta amargura cuando le recalcó que la niña tenía sus ojos...

Aquel gesto dejó el alma del doctor completamente desnuda. Por un momento, una mirada lo dijo todo. Quizás era por la presencia de los niños, por el sabor del desayuno sueco, pero el hecho es que por aquellos segundos, habían caído todas sus barreras.

- (...) Si... Es cierto... -fue lo único que respondió a eso, con la voz algo ahogada y la mirada perdida.

Amber jugueteaba con las pulseras de Nadra cuando ésta le cogió la manita. Parecía una niña triste y seria, igual que Sven...
Pero el hombre salió de su extraño bloqueo al oír sobre el agradecimiento por el desayuno.

- Ah... -de nuevo serio, impertérrito- De nada, mujer. Eh... -de nuevo totalmente rojo, tragando saliva- Tu compañía también lo es... Aunque... Tu estarás acostumbrada a oír eso -ladeó una levísima sonrisa, volviendo de nuevo a darle papilla a Amber.

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06/08/2009, 02:09
Nadra Oluwatobi

-¿Si, es cierto? ¿Qué rayos?

Dediqué una mirada a Roan que atento seguía nuestra conversación y enseguida miró hacia otro lado. La mirada que él me había dedicado instantes antes me había puesto a pensar aún más. No dije nada, no de inmediato y luego respondí a su reciprocidad de halago. Di un sorbo al café y volví a mirarlo, esta vez la mirada era divertida, quizás por lo sonrojado de su rostro o quizás porque sencillamente era él y nada importaba.

-No, no creas. A diferencia de ti, no se nota cuando algo me sonroja pero no, no estoy acostumbra. Sólo estoy acostumbrada a...-miré de nuevo a Roan y luego a él, así que me acerqué hasta su oído y le dije:-Trabajaba en un bar, el dueño me tocaba el culo cada vez que podía y los clientes se sentían con todo el derecho por pagar unas cervezas... No, Sebastian, no estoy acostumbrada.

Volví a mi lugar con una sonrisa, disimulando todo lo que me costaba aceptar aquellos recuerdos y sin embargo, quería que él lo supiera y no era una sucia treta, sólo quería que él supiera más de mí.

-¡Mamá, es de mala educación hablar al oído delante de otros!-dijo y se cruzó de brazos.

Miré a Sebastian y le hice una seña, quería hablar a solas con él y esperaba que lo entendiera.