Partida Rol por web

Sven sigue sin reaccionar, pero Sven contesta...:

- Dicen que hay una cura en Estocolmo... Mi compañera y yo viajamos en su busca... Y sí, se lo digo yo, que lo he contraído y llevo casi un año sufriendo sus síntomas...

Sven coge el antebrazo de John, apretándolo a modo de contención...

Cojonudo, cojonudo, cojonudo, cojonudo, cojonudo, cojonudo, ¡¡¡¡COJONUDO!!!! Contente, tienes que hacerlo... Transformarte aquí sería terrible, las consecuencias serían demasiado incontrolables y negativas. Hay una cura en Estocolmo... No pasa nada... Pero ha dicho que "dicen" que hay una cura... "¡¡¡DICEN!!!" ¿¿¿¿Y QUIÉN LO DICE, LA PUTA PANTERA ROSA DE LOS COJONES????
Calma... Calma, por Dios... Siento cómo tiembla la mano que cubre mi boca. No he podido apartar la mirada de Falken. Sobre todo por las ganas casi irrefrenables que siento de destruirle. ¿Por qué? Porque por su culpa no voy a poder acercarme a mis hermanos y a mi sobrina durante un tiempo indefinido. Después de tanto tiempo, había recuperado las esperanzas... Era consciente de que las cosas podían no salir bien, pero al menos podría verles de nuevo. Y ahora ni siquiera eso... ¡¡¡¡NI SIQUIERA ESO!!!! ¡¡¡¡ME IMPORTA UNOS COJONES MORIRME SUFRIENDO UN HORROR INSOPORTABLE Y CONVIRTIÉNDOME EN UN JIRÓN SECO DE CARNE!!!! ¡¡¡¡ME IMPORTA UNA MIERDA BIEN GRANDE Y APESTOSA!!!! ¡¡¡¡LO ÚNICO QUE QUERÍA ERA VERLES!!!! ¡¡¡¡VERLES!!!! ¡¡¡¡Y AHORA NI SIQUIERA PUEDO HACER ESO!!!! Cierro los ojos, cada vez más furioso. Es casi incontrolable... Está a punto... Me llevo la mano de la boca a los ojos. Lo último que se puede ver antes de que la misma llegue a taparlos, son dos llamas verdes que empiezan a escaparse entre las rendijas de los párpados. Los dientes, por su parte, no podían estar más apretados. Ni con un gato de carpintero podrían separarse.

Alice nota el gesto ansioso del corpulento hombre moreno Sabe que palabra como "tranquilo" o "cálmate" solo hará que estalle.

- Eh....estooo...- Dice con voz muy suave, apenas un susurro.

Sven, que nota la tensión de Rewell, suspira.

- Lamento que ésto sea tan necesario... - dice entonces, llevándole una mano a la boca a Rewell, mientras su mirada se centra en él, intensa, casi asesina...

En ese momento, una descarga invisible se centra en el cerebro de John Rewell, recibiendo un daño mayor del que probablemente ha sentido en su vida...

- NO lo hagas aquí... - advierte tras el ataque - Ni te imaginas las consecuencias...

Aparto la mano de los ojos, abriéndolos ahora por el dolor, no por la furia. Tengo un impulso de náusea, al tiempo que me relajo visiblemente. Un hilillo de sangre cae por la comisura de mi boca, así como por las fosas nasales. Me derrumbo sobre el asiento, apoyando la cabeza contra el respaldo, jadeando. Busco algún pañuelo o clínex cercano y me limpio la sangre con una mano temblorosa. El dolor ahora es más poderoso que la ira, cosa que, en gran parte agradezco.
-Lo sé... Te lo agradezco... Mascullo, mareado.

¿Está sangrando? ¡Pero si ni le ha tocado!

Mira a todos los presentes - ¿Qué....qué ha sido eso?

- Buena pregunta... - en la voz de Falken, honda y grave aunque rota, se denota cierto asombro que en su rostro es imposible averiguar. Mira a Sven clavándole los ojos amarillos y carentes de brillo, con el cristalino reseco... - Ya nos contará en Estocolmo cómo ha sido eso posible, ¿señor...?

- Lockhart, Doctor Sven Sebastian Lockhart... - se presenta - De acuerdo... En Estocolmo. No encuentro razón por la que separarnos si los cuatro buscamos lo mismo... - se saca un pañuelo limpio del bolsillo interior de la trenca y se lo tiende a Rewell para que se limpie la sangre...

Poco a poco voy relajándome. El dolor cesa lentamente conforme mi cuerpo segrega las preciadas endorfinas que le calman. Ha sido duro... Muy duro... Incluso escucho las voces de mis acompañantes apagadas, como si mi cabeza hubiera sido introducida en una cuba de agua. Reverberan en mi cabeza, permitiéndome comprender las palabras sólo después de que haya pasado un rato asimilándolas. Me giro, jadeando y con el ceño fruncido, extrañado y con cierto respeto, hacia Sven. ¿Qué demonios ha hecho? Ha sido como si cogiese cientos de agujas de acupuntura y las clavase sin piedad en mi cerebro... ¿Ese es su don? Es terrible... Da miedo... Porque mi cuerpo, transformado, puede aguantar cualquier golpe. Las balas, los misiles, un derrumbamiento... Nada de eso puede dañarme en mi estado de rabia absoluta... Pero esto... Esto no ataca a la carne y al hueso, esto ataca directamente a la mente, y contra algo así no hay defensa posible. Sven, de pronto, se me plantea no sólo como un amigo, sino también como un poderoso aliado (y espero que nunca sea lo contrario, por la cuenta que me trae).
Me giro entonces hacia Falken y Alice. Mi otro nombre no tiene sentido ahora... Nunca me ha gustado usarlo, detesto la mentira y soy completamente inútil en su campo.
-Soy John Rewell Dryden... Digo, aún reponiéndome.

Supuestamente, el hermano mayor de los famosos Dryden, murió en un trágico accidente. Falken observa largamente a Rewell sin decir palabra ni parpadear...

- ¿El hermano del actor e hijo de la cantante? - pregunta, no muy convencido. Todo británico que se precie conoce aunque sea de oidas a Donovan Dryden, Jolene Dryden y Elisabeth Cuthbert (madre de los hermanos, conocida artísticamente como Saphire, una cantante que arrasó el Reino Unido en los ochenta), solían ser un tema recurrente en las revistas del corazón, y Donovan actualmente es todo un sex symbol del panorama adolescente...

Asiento, sin demasiada pasión. Su tono de voz no me sorprende en absoluto... Por cosas así no suelo dar mi verdadera identidad. -Y hermano de Jolene, también. El mismo que murió en el accidente... O más bien, se deseó que muriera, aunque nunca he tenido accidentes graves... Pienso.

Alice se sorprende y está tentada a ponerse a gritar como una loca "Consígueme un autógrafo" unas mil veces, pero John le impone muchísimo y además no parece que le haga gracia hablar del tema.

Esperaré a que se relaje un poco...

- Guau...no os pareceis mucho, jamás lo hubiera sabido - Dice sonriente.

Asiento, escueto, sobre todo porque aún me estoy recuperando del ataque. -Me lo dicen mucho... Siempre hay una oveja descarriada en cada rebaño. Es mi única respuesta, y por el tono de voz utilizado, se diría que ahí termina la conversación sobre los Dryden (al menos para él). El ceño acaba por volver a surgir. Me he relajado visiblemente, pero no por eso los sentimientos negativos han desaparecido. Y la ira... La ira sigue ahí... Se ha tranquilizado, pero está esperando a que me descuide para salir con fuerza y arrasar con todo lo que encuentre a su paso... Desvío la vista hacia la ventana, con los ojos entrecerrados (más aún). Me sirve para mantener el estado de relajación... Al menos un poco...

Sven y Falken no son tampoco especialmente comunicativos, y Falken parecía estar esperando el momento para hacerse un ovillo sobre su asiento y ponerse a escribir en su cuaderno, como hizo durante todo el viaje en barco. De vez en cuando reposaba una mano alentadora sobre el hombro de Alice para que se diese cuenta de que no estaba sóla. Sven acabó por dormirse mirando el paisaje por la ventana... Y por fin, llegada a la ciudad...

De nuevo aquel cosquilleo... Y de nuevo pudo fallar algo, porque aquello estaba claro que no era Kiruna.
Te encontrabas en una habitación... ¿De un hotel de lujo? No... Había fotos en las paredes...
Las ventanas estaban salpicadas de la lluvia de fuera. Al otro lado de la puerta se oía la conversación de un hombre que EXIGÍA acaloradamente la presencia del mejor médico pediátrico de Londres... Aquel hombre tenía flema inglesa en su acento. Sobre la cama estaba el cuerpo de Jolene, desplomado, con ojeras rojas y en ropa interior, colocada cuidadosamente sobre el edredón...

Lo más intranquilizador eran aquellas fotos, que daban una idea bastante clara de dónde estaba Art ahora mismo...

¿Pero qué cojones?, parpadeo un par de veces, confuso, ¿otra vez he fallado?, echo un vistazo a mi alrededor, intentando hacerme una idea de la situación, pero entonces la vi, y nada más me importa en ese momento, estaba en aquella cama, dormida, esperando ser despertada, me había llamado, la había sentido, ahora comprendía el porque había aparecido aquí, ella me había convocado.

Me acerco a la cama, despacio, recreándome en su perfecto cuerpo, disfrutando de ese momento de intimidad que me brindaba, ofreciéndose sólo para mí, todo este tiempo me ha estado esquivando, solo un juego para hacerse más deseable, llego a su lado, recorriendo su brazo con la punta de mis dedos, despacio, su tacto es perfecto, mi otra mano aparta el cabello que le cubre parte del rostro, el deseo se apodera de mí al observar sus labios, al notar el rítmico movimiento de su pecho al respirar.

Sentado en la cama, junto a ella, inclino mi cabeza para besarla, primero con suavidad, pero su sabor me hace aumentar la presión sobre los mismos, perdidos en el húmedo contacto que me excita de manera casi inmediata…

Me separo de su hermoso rostro, confuso, Jolene, ¿Qué coño haces Art?, el recuerdo de su nombre, es…es una cría, joder, mi cuerpo no entiende de eso, cubro mi cara con mis manos, ¿Qué ibas a hacer?, ¿te la pensabas tirar?, joder, y tanto que pensaba hacerlo, maldita sea Art, mi respiración se acelera en una lucha interna de la que solo puedo permitir un ganador, me levanto de la cama, dando un par de pasos hacia tras, trastabillándome un poco, es una niña, está muy buena, joder, pero no, ni de coña, mi mirada se topa con un armario, hay tengo que encontrar algo para cubrirla.

Voy a hacia él, abriéndolo y sacando del interior una manta, regreso hasta la cama, sin poder evitar echar un último vistazo, la ostia, con un gesto de rabia extiendo la capa sobre su cuerpo, el recuerdo de sus labios, maldita sea Art, ¿que pensaría ella de ti si viera esto?, me quedo de pie, parado por un momento, esta última pregunta me enfurece y me asusta, a partes iguales, ¿qué tiene que ver ella en todo esto?, niego con la cabeza un par de veces, más calmado, nunca me lo hubiera perdonado, yo mismo no podría haberlo hecho.

Me acerco nuevamente a la chiquilla, ahora la llamo en voz baja, Jolene, despierta, esto parece su casa, ¿la ha secuestrado su propia familia?, venga Jolene le doy unas ligeras palmaditas en la cara, atento por su fuera a gritar en caso de que reaccionara.

La puerta se abre entonces y da paso a una pareja de aspecto sumamente distinguido, ambos de bastante buen ver, sobre todo la mujer, que abre la boca echándose una mano al pecho. Su maquillaje está completamente emborronado, sus galas dicen que es MUY rica, al igual que su marido, que se queda estupefacto al verte sobre la chiquilla.

- ¡¡SEGURIDAD!! - grita inmediatamente - ¡¡SEGURIDAD!! ¡¡HAY UN HOMBRE AQUÍ!! ¡¡ELISABETH, VETE!!

Pero aquella mujer, (clavada a Donovan, de hecho) parecía tener mucho más carácter que salir corriendo. Desaparece corriendo de tu campo de visión y regresa con un atizador de chimenea, que entrega a su marido.

- ¡¡DALE CON ÉSTO!! - le sugiere, mirándote con violencia - ¡APÁRTATE DE MI NIÑA, MALDITO CABRÓN!

Ni con aquella escandalera parece despertarse Jolene, y empiezan a oirse pasos que suben rápidamente una escalera...

¡Dryden!, mi mirada se afila sobre la de aquel hombre, la conversación con Herkus está reciente, demasiado reciente, todo ese odio que he intentado controlar durante estos años, toda esa impotencia, podía por fin liberarla contra aquel hombre, venganza, se me presentaba una opción inmejorable después de diez años renegando de ella.

Puedo matarle con tanta facilidad, casi me alegro de que haya cogido ese atizador, han secuestrado a su propia hija, la han drogado para traerla aquí, si, y tu has estado a punto de… joder, no quiero ni pensarlo, maldita sea, no hay tiempo, tengo que improvisar algo, miro a mi alrededor, el sillón, espero que funcione, que me de algo de tiempo.