Partida Rol por web

Ni siquiera da tiempo a sentir un mínimo alivio por empezar a salvarnos. El gesto se descompone al ver que meten al niño en el coche.

No, un niño pequeño, otra vez. No

Niego con la cabeza, así no, mordiendo el labio inferior. Enfadada con los dos. Maldita sea ¿Por qué habéis tenido que traerlo? A lo mejor es el día internacional de los secuestros sin querer.

Bufo, mosqueada. Que desastre. Para variar. Mirándolo sorprendida cuando empieza a hablarnos, defenderse se defiende bien el crío y las palabras de Lex me tranquilizan un poco… pero es que… no quiero que esté aquí. Como Jake.

El enfado con él desaparece con la misma rapidez con la que se abren los ojos de par en par, mientras intento, no sin esfuerzo, mantener la boca cerrada. ¿Qué le ha pasado a Andrea, por dios? Siempre ha sido guapo, pero es que…. Ahora, guapo es casi un insulto. No le hace ninguna justicia. Dos veces me ha agarrado, las dos me quité, y ahora…. Me arrepiento de haberme quitado cada una. Soy tonta, y además… eso no es nuevo.

Compórtate Madison. Niego con la cabeza, dejando de mirarlo, como tantas otras veces ha hecho Rewell con Lex, ahora sé lo que se siente…. ¡qué te centres!… por qué…. Lo que dice…. ¿Lex o Andrea? Jolin, que raro…. Y ha sido el niño. Cada vez llevo peor esto de los poderes….

Escucho a Rewell, también parece otro (por no hablar de nuestro Alonso particular, que curiosamente es español, que nos lleva como si hubiese nacido en Cartagena)

Rewell, lo que tu digas, pero… lo primero tiene que ser devolver al crío a su madre. Por favor…. Lex, mirando a Andrea y Lex, total, no sé quién es quién ya… es un tal “El Faraón” el que ha mandado al del hotel, a por nosotros, me lo dijo Adrián y que hay que salir de Cartagena cuanto antes, han mandado un detector de mutantes hacia aquí, o algo así. No hay tiempo para más, miro al niño, triste, nerviosa… puff, agobiada Mira, pequeño, los que hacen las cosas que hacemos nosotros estamos en peligro, todos, y tenemos que ayudarnos. Te prometo que no te pasará nada. De verdad. Pero tienes que devolverlos a… como estaban…

Tal como el subidón se diluye, Taylor va recobrando el poco juicio que aún le queda. Lo ha hecho y lo sabe. Mil veces se caga en esas mierdas que gastan algunos de sus colegas: coches ultramega-resultones con cambio automático. Una puñetera mierda.
Aquí había un tío de verdad, de los que despistan a la pasma con una mano en el volante y la otra en los huevos. La cosa tenía mérito. Nada de Lamborginis ni Testarosas. Un puto monovolumen. La palmadita que le dedica Rew en el hombro le dá lo que busca: reconocimiento.

Relaja la pose, se recuesta ligeramente en su asiento y decide comportarse como un profesional. Vista al frente y atento al detalle. Que la cúpula se reúna dentro...porque él estará pendiente por todos ellos de lo que ocurra fuera. Ahora respeta los semáforos y se detiene en el paso de peatones para dejar pasar a aquella parejita adorable de ancianos. Y como la jodienda dá experiencia, evita por todos los medios que los ojos se le vayan al espejo, no sea que lo que vea le guste demasiado...

-"Simón dice...".- concluye, resumiendo lo inspirador de aquellas palabras que acababa de soltar el Big Dryden. Asiente a su amigo. Algo extraño ocurre ahí atrás. Una sensación...rara.

¿Quieres pegarte una hostia?. Ni se te ocurra mirar, vaquero...-...y ni rastro de ningún trauma. Nunca lo ha habido. Podría volver a pillar de nuevo ese 911 Carrera y llevarlo a hasta donde la aguja va para atrás aún acelerando. Misterio de la Psicología.

Pero el vaquero mira. Y lo hace cuando de la boca de Mady sale el nombre del Faraón. Sube la mirada al espejo, buscando a su "compañera de suite" y negando con la cabeza. Un tipo envidiado por el mismísimo Zaan...Joder. Sabía poco de él, pero lo suficiente como para desear no encontrárselo de frente. De cualquier modo, cuando se disponía a soltar un nueva ración de basura anti-grunge, las palabras se vuelven a meter dentro...e inmediatamente se dá cuenta de que el concepto "hombre guapo" existe.

Por el rabillo del ojo también ha creído ver a Lex. O a Lex después de una ruta yonki de 6 meses con paradas en Santa Grifa, Avenida del Caballo, Cruce del Cloroetilo y visita a la Crack Street. Le habían robado a su Musa y, extrañamente, ello le da aún más morbo...

...por encontrarla más asequible.

Aparto el pie que tengo cerca de la cara, que continuaba apoyada en las piernas de la canadiense, con una mano, un largo y hermoso ¿se derrama por delante de mis ojos?, lo aparto incorporándome al hacerlo veo “mis” manos, manos de mujer. Y tras ellas yo mismo, nada raro, nada especial si no fuera por el acento y las palabras que nacen de mi boca, algo diferente a lo habitual.

¿Qué coño ha pasado?, ¿QUÉ COÑO HA PASADO?, jodo, ¿me he convertido en Alexandra?, de manera instintiva llevo la mano derecha a mi pecho, mirando a Madison incrédulo, pero rápidamente la aparto, sintiéndome culpable de alguna manera, bajando la mirada y apartando el cabello de mi rostro, debería cortárselo, que incomodidad por Dios. Céntrate, ¡ahora eres una mujer!, casi me da miedo oírme hablar. El jodido niño nos ha cambiado, será cabronazo el enano, y es entonces cuando Rewell pierde los papeles, si, no le culpo, pero no debería pagarlo con Alexandra.

No me he quejado porque he tardado en asimilarlo John el deje italiano en la voz femenina me recuerda a Rosa, tenía una bonita voz cuando cantaba, y era muy sensual !Andrea! hay problemas coño, pero no me hace ni puta gracia lo que este niño ha hecho a pesar de que el gigantón inglés trata de imponerse, su tono amistoso con el niño le hace perder fuerza , me gustaría darle una réplica, pero me siento algo incómodo dándola desde un cuerpo que no es el mío, Todos estamos asustados, así que no me jodas Rewell con cierta cautela, pero enfadado por sus palabras, ¿de qué coño va?, no ha dado ni una puta orden ni se ha impuesto cuando la situación lo requería, y ahora va de duro con la húngara, y antes ni siquiera tenía cojones de mirarla a la cara.

Por supuesto que llevaremos al crío con su madre Madison, sólo he intentado que no le pasara nada, y si nos dice donde está su madre tal vez podamos llevarlo con ella y apoyo la mano en el hombro de la chica, mirándola primero cuando dice de devolvernos a nuestro estado natural, gracias por poner algo de coherencia a todo a esto, y luego miro al nuevo y mejorado Andrea, negando con la cabeza y haciendo un gesto hacia Rewell, pasa de él Alexandra, sólo conseguiremos ponernos más nerviosos aún.

Roan-Kale tragó saliva cuando el hombre que lo placaba le habló, sin relajar la presa. Hablaba como un verdadero psicópata, con aquella voz rasgada... No entendía aquello del novio, y en realidad no le terminaba de importar. Los niños se hacen cargo de sus propios dramas, como mucho de los que les rodean y quieren...
Lo que si entiende es que le persiguen, y le persigue gente peligrosa... Gente de la que proteger a su madre, como ya lo intentó una vez... ¿Quién dice que no son éstos mismos los que quieren hacerlo...?

- Vas a actuar en las condiciones que sea, no tengo porqué creerte. Pero no podrás matarme, ni a mí ni a mi madre, me necesitas para volver a tu cuerpo, ahora SÍ que tu vida depende de la mía... -dice, nada autoritario, con el mentón bajo y el ceño fruncido... No tenía miedo, pero si andaba con cuidado, que se acentuó cuando Rewell se giró. Aquel gigante le había levantado como si fuese menos que una bolsa de patatas, y casi se podía ver fuego en sus ojos. Era el tipo de hombre que en su tierra es el líder indiscutible, y por cómo hablaba con la bella chica (Alexandra, dijo) parecía ser lo mismo aquí. Se removió, hasta que escuchó la bronca. Se relajó bastante cuando el gigante le habló directamente.

- Lo siento por tu compañera... -no temblaba en absoluto bajo las manos de Andrea, los ojos le centelleaban y no dejaba de fruncir el ceño- Pero Alexandra no me suelta... -le dio el beneficio de la duda a Rewell, pero no a su situación- Te llevaré con mi madre. Pero sólo a tí, Rew -miró la mano del "Big Dryden", que no podía chocar- Que nos dejen en un paso de peatones e iremos andando...

Desvié la vista hacia Lex/Andrea cuando comenzó a hablar. Sólo la vista, no la cabeza, y le observé serio, conteniendo el creciente enfado que había surgido en mi interior. Así que "no jodas, Rewell" y luego haciendo gestos a Andrea/Lex como si yo fuera un loco. Exacto, Lex: pasa de mí completamente y no me escuches. Vuélvete loca como la última vez y haz que tu cuerpo real y los de todos nosotros se conviertan en una fuente. He aquí mi primer modo de proceder al llegar al hotel: tener una seria conversación con el nuevo para dejarle un par de cosas claras.

Pero volví a centrarme en Roan-Kale, después. Parecía que lo que le había dicho había funcionado. Siempre se me habían dado bien los niños, y él mismo pudo ver la sinceridad que emanaba de mis palabras. Así pues, la misión estaba yendo por fin a buen puerto, aún teniendo en cuenta la venta de mi persona que se realizó al comienzo de la misma. Asentí a las palabras del muchacho y posé la mano sobre el hombro de Taylor seguidamente:
-Déjanos donde dice, Tay: en el primer paso de peatones que veas.

Pero seguía estando alerta. El Faraón, había dicho Madison. Reconocí ese nombre, lo había oído antes... Durante la primera misión, concretamente. Era alguien gordo, de eso no había duda... Y el principal interesado en cogernos. Y si además había enviado, ¿cómo había dicho? Un detector de mutantes, la cosa podía ponerse peor. Ese Adrián parecía de fiar, y sin embargo que conociera tanta información era sospechoso... Pero, ¿acaso había otra solución que ir a su casa y aguardar a que yo volviese con Roan-Kale y su madre?

-Muy bien, esto es lo que haréis los demás: acudiréis a la casa del tal Adrián (Madison, escríbeme aquí la dirección) -le tendí el móvil a la chica para que lo escribiera en un mensaje y lo recuperé una vez lo hizo-. Intentad conseguir el máximo posible de información y después salid fuera. Podría tener... Yo qué sé... No sabemos nada de ese tío -echo un vistazo al reloj del móvil-. En cuestión de media hora o cuarenta y cinco minutos enviaré a Milo a que os saque de aquí. Debería bastar para que no haya ningún problema. Si lo hay... Sabéis lo que tenéis que hacer. Y ahora, Lex, suelta a Roan-Kale, por favor... Y tened un poco de paciencia: cada uno volverá a su lugar tan pronto esto termine.

Andrea pestañeó, perdiendo la vista en el crío con gesto confuso... Ver su propio cuerpo frente a ella entorpecía sus movimientos ya que, como ocurría frente a un espejo, veía a su cuerpo en una posición que ahora ella misma, dada la situación, no respetaba. El llamamiento de Dryden la alertó y le sirvió para caer en la cuenta de que tenía que soltar al muchacho... Y al hacerlo, se fijó en que el líder lo controlaba desde el retrovisor, y Scerri le devolvía la mirada con el semblante serio hasta ceder bajando la mirada. Podía adivinar en qué estaba pensando, y eso la enfurecía tanto como la entristecía...

Se fue dejando caer en el asiento con cuidado, para evitar ser visto desde fuera, paseando una mirada autista en el exterior... Después de escuchar en general los comentarios (la mención del Faraón le había recorrido la espalda como un escalofrío), volvió a tomar la palabra tras un voto de silencio:

- Ni yo misma habría encontrado mejor forma de entregarnos en bandeja al enemigo... - comentó el italiano mientras negaba, quien había optado por centrarse en la misión procurando dejar a un lado sus fantasmas. Tras esto, volvió a buscar los ojos de Rewell por el retrovisor, resignado y con una mano alzada, con la que gesticulaba - ¿¿Estas loco?? Nos persiguen la flor y nata de una mafia de asesinos expertos, por no hablar de la policía local por SECUESTRO y ASESINATO. ¿Y lo mejor que se te ocurre es bajarte en un paso de cebra con un niño para ir a buscar a su madre? ¿Te estas escuchando, tío? - Muy bueno eso de dejar las niñerías a los críos y la madurez para los adultos. Ahora parecía ser el menor quien daba las órdenes y el propio líder del equipo quien las obedecía. De Oscar - Conoces las normas. Son pocas, pero una de ellas podría explicarnos por qué ha muerto nuestra amiga: Grupos de cuatro personas. Vamos en grupo cuando salimos de casa, ¿os acordáis? Nunca vamos solos... - De hecho, les castigan por hacerlo. Hizo una pausa para darle al Gran Kahli algo en qué pensar - Tus órdenes se contradicen con las de arriba, y aún no siendo así, no pienso dejaros salir para meteros en la boca del lobo... Si es cierto que van a por su madre pueden estar esperándonos. Así que POR FAVOR, no cometais la estupidez de separarse, porque no volveremos a vernos - comentó, preocupado ante la idea de dividirse.

Mientras hablaba, controlaba por el rabillo del ojo al pequeño para evitar un nuevo intento de escape por su parte. Suspiró y volvió a pegar la espalda al asiento...

- Y hacedme otro el favor: no voy a matar a nadie... Gracias por tu voto de "confianza", "jefe" - añadió con cierto sarcasmo, dirigiéndose a Rewell sin ni siquiera dirigirle la mirada...

Miro a Lex dudosa cuando me toca, ¿Quién será ahora? umm, la pronunciación lo delata, es él. Muerdo el labio inferior, de verdad que vaya gracia la del niño… Estrés… Miedo…y oh, ¡Sorpresa! Las malas noticias continúan... Suspiro y cojo el móvil de Rewell. El ceño fruncido y negando con la cabeza mientras tecleo, separarnos porque al crío le da la gana…. Umm, regular nada más….

Avenida América, edificio número tres, piso décimo izquierda.

Levanto la vista cuando empieza a hablar Andrea, por dios, que bien que eligió el nombre… un ángel en toda regla… pero de los que disparan las hormonas (por incómodo que sea reconocerlo) Vuelvo a bajarla, es mejor no mirarlo, por muy MUY agradable que sea a la vista… es Lex y su tristeza la que hablan, entiendo lo justo, ya que no me he enterado de mucho, pero esa pena en ese aspecto... puf, corta el aliento. Lo que sí sé es que lleva razón.

Es raro, cada uno en el cuerpo del otro y hablando en el genero contrario al que vemos, en otra situación seguro que daba para un par de carcajadas… pero ahora no. No con lo que me ha dicho Adrián.

Suspiro profundamente, más datos. Viene el ejercito, con el detector de mutantes, que es de un tal Dirzas,… y Madsel puede que también.…Lo hubiese dicho mirando a Andrea, o sea, al espíritu de Lex, pero mejor no arriesgarse… Y creo que por otro lado, el Faraón ha mandado específicamente a por nosotros. Yo no tengo la culpa de que nadie se moleste en explicarme nada, ahora lo único que puedo hacer es repetir cual loro. Levanto la vista a Rewell, no me quiero enfrentar a él, me cae realmente bien, pero… en fin, en su momento decidí que no iba a callarme cuando me fuese la vida en algo.

Rewell, yo… tampoco creo que sea buena idea lo de separarnos…. Lo de las órdenes de Isenhall, sinceramente me da igual, a ella le somos indiferentes y reemplazables. Con que salgamos vivos e ilesos me conformo. Seguro que la pobre Isabella estaría de acuerdo. Mira, a Adrián le metieron mucha prisa para que saliese de Cartagena lo antes posible,... estaban asustados, deberíamos hacer lo mismo… y es más rápido sin separarnos. Me encojo de hombros, jolin, es un niño y no sabe lo que nos jugamos.

Hay una cosa más, pero eso no lo diré en el coche, a lo mejor es verdad que nos están escuchando o algo…. Eso se lo diré a Taylor cuando nos bajemos y estemos lejos.

No sé si Rewell está bromeando, pero si lo está haciendo su actuación se merece un oscar, ¿qué cojones está diciendo?, ¿se le ha subido el poder a la cabeza?, ¿o simplemente es que no da más de si?, empiezo a pensar que la mente de Isenhall es realmente retorcida, vaya manera retorcida de joder el asunto.

Me giro hacia el chico, ¿me está amenazando un enano?, y lo sujeto del mentón, con delicadeza, sonriendo, de manera encantadora, gestos fingidos aprendidos a lo largo de los años, supongo que ella quedarán mejor, Mira chico, amenazar a la gente está mal, especialmente cuando te persigue un peligroso grupo de asesinos con superpoderes, a ti, y a todos los que son como tú, nosotros y también tu madre lo suelto, hablando con suavidad, si quieres que te reunamos con tu mama, devuélvenos a nuestros cuerpos, verás, entiendo que a nuestro “líder” le importe un carajo el pequeño detalle del intercambio, me vuelvo hacia Alexandra, no conozco las reglas, porque nadie me las ha explicado, ni nadie me ha dicho que tengo que obedecer a John, sobre todo cuando trata de imponerse a la fuerza y pensando Dios sabe con que, llegados a este punto es Rewell a quien miro, no tengo nada en tu contra, pero creo que no estás enfocando bien el asunto, ha muerto Isabella, y tal y como estamos llevando esto, morirá más gente tiene huevos que ahora pueda volver a controlarme, debe ser cosas de las hormonas.

Vuelvo a centrarme en el niño, vamos a portarnos todos bien, a devolver las cosas a la normalidad y a escuchar lo que está diciendo Madison, unidos contra esos psicópatas, es nuestra única posibilidad, bajo la mirada, ese hijo puta de las cuchillas, lo que le hizo a Tom, comprendía que el chiquillo estuviera asustado, pero no iba a dejar que hiciera lo que le diera la gana, ¿qué será lo siguiente?, ¿un happy meal y cinco mil dólares o no os devuelvo el cuerpo?.

Taylor tamborileaba el volante del vehículo con los dedos, más impaciente que nervioso. Le había costado su buen rato el comprender qué demonios ocurría con aquel chavalito y los dos objetos de su órdago: levantaba de vez en cuando la vista hasta que el espejo le devolvía la imagen de aquella pequeña mierdecilla de cabra rastafari. Arrugaba la nariz, sin decir palabra, y volvía a la carretera. La situación empezaba a darle...asco.

Si. "Asco" era la palabra. Ahora se daba cuenta del change entre Lexy y Andrea, cuyos primeros síntomas percibió segundos antes con una morbosidad de la que reniega. Era repugnante. Un robo. Un insulto. Ese pequeño hijo de puta había deshecho el milagro de la belleza, había cogido la tortilla y le había dado la vuelta...arrebatándole a su Musa lo que ella tenía por derecho de nacimiento.

-Carroña negra...- masculla, verdaderamente jodido y, de nuevo, ciertamente estresado. La información de Madison hacía arrugar el escroto: Dirzas otra vez. Un ejército. Detectores. Y a eso había que sumarle dos posibles trampas, un par de cambios de sexo,...y a Rew pensando con el corazón y los genitales en vez e con la cabeza. En el volante acaba de terminar la percusión de "Los Angeles is burning" de Bad Religion y comienza "Butchered at birth" de Cannibal Corpse: más rápida, más violenta y más incómoda.

-Mira, Rew...Si quieres que pare, yo paro. Te bajas con el negrito y en paz. Tú mandas, tío...- dice mascando un chicle imaginario. Liu Chang-Wong, su "karma friend" de L.A (1500 pavos por sesión), decía que iba de coña para canalizar no sé qué mierda tántrica.- Pero escucha. Escúchalos a todos. Creo que es un error, colega. En fin, siempre te has fiado de mi instinto...y esto me dá mal rollo. Mucho, tío. Por tí y por nosotros. Si nos separamos...estamos jodidos.

Un poco más arriba, siguiendo la calle, se ve un semáforo. Taylor lo señala con la barbilla.

- El coche está fichado. Modelo, color, matrícula..., montamos un buen número ahí atrás.- con el paso de peatones cada vez más cerca, la tensión por la respuesta de Rewell crece.
Ty calla, espectante.
"Butchered at birth" ha terminado justo antes del solo de guitarra.

El niño asiste confuso a las directrices que Rewell da al grupo, revolviéndose cuando Andrea le soltó, mirándole con desprecio y abrazándose al asiento delantero para alejarse lo más posible de su contacto, por muy bello que fuera... Lo de "secuestro" y "asesinato" no le gustó nada... Pero mucho peor fue el hecho de que tuviera que especificar que no mataría a nadie. Eso le incluía directamente a él, y la mirada que el pequeño lanzó a Andrea, serio como una tumba, era una de esas miradas que, normalmente, no se tienen en cuenta por venir de una persona demasiado joven...

- No debería dejarte volver a tu cuerpo, por si acaso fueras madre... -en África aquello podría ser lo peor que se le puede decir a una mujer. Roan, además, tenía un elevadísimo concepto de la maternidad. Había susurrado mientras Madison hablaba de cosas que él no comprendía, pero la nueva Lex llamó su atención refiriéndose directamente a él. El niño frunció el ceño... Ese tío estaba contradiciendo al que se había mostrado como el líder indiscutible, así que seguramente sería un idiota o un traidor. Tampoco había visto que Rewell se impusiera "a la fuerza", de modo que se quedó con lo de "idiota". Y desde luego no pensaba devolver nada a la "normalidad", sobre todo después de oír a Taylor ese "Carroña negra..." Desde que estaba en España, comentarios como aquel solían venir acompañados de momentos malos, y si John había logrado calmarle, entre Andrea, Lex y Taylor le habían vuelto a alterar...

Con el cuerpo cercano como lo tenía a la puerta del vehículo al agarrarse al asiento delantero, Roan aprovechó el ralentizamiento del coche al acercarse al paso de peatones para deslizar la mano y abrir la puerta, empujándola, con la firme intención de saltar del Seat después.

El movimiento del chico fue veloz, pero por mi podía irse al puto infierno, quedarme atrapado en el cuerpo de Alexandra no parecía una de las peores opciones visto las alternativas que presentaba Madison o Taylor. Ni siquiera intento detenerlo, desde luego que su muerte no iba a ir a mi conciencia, que cargue con ella “el líder”.

Busco con la mirada el cuerpo que ahora no me pertenece, y me encojo de hombros, Milo sólo nos dijo una cosa, y el que se supone que tenía que encargarse de que se cumpliera, pasa de hacerlo.

Que nos cogieran por discutir sobre un niño no tenía ningún sentido, le hemos salvado la vida, le guste o no, y cuando queremos llevarlo con su madre, se niega, es un niño, comprendería que estuviera asustado, pero tanta tranquilidad por su parte me da que pensar, si se quiere abrir la cabeza contra el asfalto, que lo haga.

En efecto, aquello resultaba absurdo. Aún viéndolo venir, Andrea se había quedado descolocado con las últimas palabras del niño. Quizás se había despreocupado al pensar que escapar por ahí podría resultar imposible, o que incluso las puertas las había asegurado el conductor. Pero el caso es que el pequeño se escurrió bajo el brazo del imponente italiano, que en aquel momento había alargado el brazo con la intención de cerrar de nuevo e impedir su huída. Pero fué inútil.

- ¡¡¡JOOOHN!!!

-¡Taylor! -rugí a mi amigo al escuchar ese tan inapropiado y fuera de lugar "carroña negra". No entendía el porqué de aquél ataque tan gratuito de racismo innecesario, sobre todo contra un crío que estaba únicamente asustado, y con mucha razón. Aquella discusión no sólo me estaba alterando los nervios por innecesaria, sino que además con ella estábamos perdiendo un tiempo precioso. La misión consistía en sacar al senegalés lo más rápido posible, y lo vieran como lo vieran, la posibilidad que tenía el Faraón de encontrarnos yendo todos juntos era mucho mayor que si uno de nosotros iba solo a buscar a la madre de Roan-Kale. Al fin y al cabo, el objetivo era menor y más difícil de localizar. Y de cualquier manera, tal y como estaban las cosas, el chaval era quien decidía cómo debían hacerse las cosas, porque no iba a atender a razones por mucho que nosotros nos empeñáramos (ya fuera unos u otros). Y, además, era ágil y escurridizo. Lo suficiente como para escapar del abrazo de Lex y Andrea y escabullirse fuera del coche, poniéndose en peligro de muchas formas. La advertencia de Andrea/Lex no era necesaria, pues en ese momento, aunque el coche había empezado a arrancar ya, estaba abriendo la puerta para salir de él y procurar que el pequeño no huyera, poniéndose en mayor peligro a él mismo y a su madre. Por desgracia, uno no tiene costumbre de bajarse de coches en movimiento, y la conversión en un muñeco de acción de marca patentada lleva su tiempo, así que al abrir la puerta pierdo pie y, para evitar daños mayores, ruedo por el suelo, llevando una mano al bolsillo en que guardo el teléfono móvil para protegerlo.
-¡Roan-Kale, espera! -alcancé a gritar antes de percibir cómo una tonelada de acero se abalanzaba sobre mí...
Eso sí, sabía demasiado de mecánica y automovilística como para saber qué hacer en un momento así. Saqué rápidamente el móvil del bolsillo y lo protegí con las manos; ahuequé el cuerpo y, en el momento en que el coche estaba a punto de impactar contra mí, salté sobre el capó, rodando sobre él, golpeándome con la espalda contra la luna delantera, para salir rebotado después, cayendo de pie sobre el asfalto, pero absorbiendo todo el daño que ese desastre podría haber provocado. Acto seguido, sin pararme a pensar, salí detrás del pequeño-. ¡Roan, espera, sólo quiero ayudaros!
Aquella mierda tenía que acabarse. Ya estaba hasta los cojones. Mientras seguía al joven, marqué el número de Milo en el teléfono, fijándome en la calle en que nos encontrábamos y en la matrícula del coche de mis compañeros.

En efecto, Roan saltó del coche en marcha para su enorme sorpresa y para la del grupo de secuestradores novatos que se habían encargado de increparle e intentar asustarle. No se hizo daño, sino que flexionó las piernas a tiempo para no sufrir un accidente bastante peligroso, deteniendo una vez más el tráfico de una calle cartagenera y echando a correr hacia la arboleda de la que, según un cartel, es la "Avenida de América". Rewell y Roan se esfumaban ante la atenta mirada de los curiosos, con la intención de cruzar la acera hacia la derecha para tomar la primera calleja peatonal en la que despistar a sus captores... Taylor podía seguir a Rewell y a Roan pasando la rotonda y metiéndose entre las callejuelas u obedecer las órdenes de su amigo...

Esbozo algo parecido a una media sonrisa, parece que todos pensamos igual, aunque unos comentarios sean más adecuados que otros, suspiro un segundo… y giro enseguida al movimiento que hay a un escaso metro de mí. Cercano, rápido e inevitable. De un mocoso.

Le sigue otro igual, pero de Rewell.

Esto es estupendo. Pp… Pero qué….? Doy un golpe a la puerta., bufando ruidosamente. Genial, se largan los dos... Claro, nadie ha dicho que ahora se fuese a votar... Me incorporo a ver su carrera, reparando en el nombre de la calle por la que tiran. …Avenida América… Madre mía, que casualidad, bueno, él dijo que Cartagena es pequeña... Ésta…¡ésta es la calle de la casa de Adrián!... por… por donde van… Miro a Taylor, ¿Qué será lo mejor?... ¿Qué hará él?

Más de seis años de incesante ejercicio, entre los que destacaba una buena ración de footing diario. Un cuerpo a prueba de cansancio extremo y unas piernas largas y poderosas que me daban una velocidad más que suficiente para coger a un chaval de diez años en una carrera. Todo ello podía ser contrarrestado dependiendo de las circunstancias... Aquellas eran mis ventajas, pero el pequeño conocía la zona y, además, era escurridizo. Podría colarse por lugares que a mí, por tamaño, me estarían vedados. Tenía que impedir que alcanzara uno de esos lugares a toda costa. Tenía que, en resumen, apresurarme en pillarle y tratar de dialogar con él para que se tranquilizara. Guardé el móvil en cuanto Milo dio su confirmación, dedicándome por entero a la persecución. Respiraba con rapidez y fuerza, inspirando por la nariz y expulsando por la boca, sintiendo ya cómo la ausencia de tabaco había mejorado mi capacidad pulmonar, ya de por sí potente.
Me jugaba mucho... Demasiado... Y no podía permitir que nada ocurriera al chaval y a su madre. En efecto, no tardé en alcanzarle, comenzando a correr a su altura para no alarmar al personal y para intentar convencerle de que mis intenciones son buenas.
-¡Roan-Kale, espera, por favor! ¡Sólo quiero ayudarte, en serio! -decía, entre respiración y respiración-. ¡A ti y a tu madre! ¡Vienen hacia aquí gente muy peligrosa que no os van a dar ni una oportunidad! ¡Déjame ayudarte, a ti y a tu madre! ¡Confía en mí, por favor!

A pesar de que el niño era intrépido y rápido, no podía contra alguien que a su edad había sido igual y ya tenía muchos más kilómetros a su espalda. Rewell logró alcanzarlo y capturarlo ya en la calle Lope de Rueda, que salía de la misma Avenida de América.

La estampa de ver a un gigante de aspecto extranjero, guapísimo, vestido de negro y persiguiendo al chiquillo negro no parecía del agrado de los paseantes. Roan no paró de correr cuando John le hablaba, pero si que cambió algo su gesto.

- ¡Por eso corro! ¡No quiero que alcancen a mi madre! ¡No quiero! -gritaba el niño, quien a su edad parecía empeñadísimo en proteger a su joven madre, se notaba que la adoraba, pues se le cargaban los ojos con solo pensar en que podía sucederle algo malo. En la calle Capitanes de Ripoll encontraron un taxi, y Roan lo paró sin pensárselo, metiéndose en el coche y esperando que Rewell reaccionase del mismo modo. Una vez dentro, sudando y sofocado, el niño se echó las finas trenzas hacia atrás y dijo algo en español. El taxi se puso en marcha, y el niño tamborileaba los dedos nervioso sobre el asiento. Tosió un par de veces, saliveaba- Tengo mucha sed... -se adelantó entre los asientos delanteros e hizo al taxista una pregunta en español, señalando una botella de agua que descansaba en un soporte de plástico, pero al parecer debió recibir una mala respuesta, porque se volvió a sentar con aire abatido y ofendido...

El chico aún no había saltado del coche cuando Taylor ya le había hecho la cruz. A él no le engañaba su apariencia de niño, la presunta inocencia que se le atribuye por defecto a los críos. Que vá.
Era como el resto. Como el odioso y traumatizante tipo del bombín, como el cabronazo botones grungeta, como Michael, como la misma...Lior. Escucharlo hablar con esas maneras tan impropias de un niño le asqueaba: orgulloso, sobrado, petulante,...chulo. Como los demás.

Por eso Taylor se imagina a sí mismo 6 meses atrás, en su bonita y viciosa morada de L.A,...sabiendo lo que sabe ahora. Un sueño imposible, sí, pero se imagina sano y consciente de lo qué es un mutante, su naturaleza y lo indeseable que puede llegar a ser. Se imagina también ajeno a sus poderes, como si nada de todo aquello hubiese ocurrido.
Sólo así, sólo en sueños...habría financiado con gusto a Gelus Virica. Pondría un buen montón de pasta encima de la mesa. Se afiliaría a cualquier Liga Anti-mutante e incitaría a un Apartheid embrutecido contra toda esa escoria repulsiva. Alentaría a las masas componiendo bonitas canciones como "Fucking hostile against the altered genome", "Mutant gore party" o "ADN Bioshit". Galas televisivas recaudando fondos para campos de exterminio y giras mundiales del "Chromosome World Tour" junto con otras estrellas de panorama pidiendo la cabeza de todos esos hijos de puta. Hombres, mujeres y niños.

Una preciosa idea, salvo por dos pequeños detalles: había gente a la que quería dentro de ese gran saco de mierda...y él mismo era uno de ellos. No existe el mundo perfecto.

- ¡¡REW...DEJA QUE SE LARGUE!!!. ¡¡HAY OTRA FORMA...- dijo tarde. El Big Dryden estaba a punto de ser embestido por un coche, y Taylor le mete un puñetazo al claxon del monovolumen: en ese momento no sabe que hace falta más que eso para acabar con Johnny. Sólo vé un buen montón de hierros a punto de reventar a un amigo. El mejor de los que aún viven.

- ¡¡¡JODERRR!!!.- grita cuando el cuerpo de Rew impacta contra la luna del vehículo. Hace el gesto de abrir la puerta, y aún no ha puesto la mano en ella cuando J.R.D ha tenido tiempo para ejecutar una cabriola, pillar el móvil y salir por patas. Sin decir nada le sigue con la mirada hasta que se pierde...y se gira de nuevo al volante, apoyando sobre él la frente.

Mady le hace levantar la cabeza: cuando uno intuye que cualquier decisión posible acabará agravando el problema,...elegir se antoja una gran putada.

Confiar en su amigo o confiar en su instinto. Ir tras el lobo o meterse en su boca. Fallarle a Rew o a sí mismo...

Que te jodan, vaquero...

Taylor mete marcha y sale con prisas.

- Espero que tu colega no esté recuperado aún del Free kick en los cojones, Madison.- dice mascando todavía el chicle virtual.-Estad atentos a cualquier callejón. No voy a dejar esta tartana en frente de su puerta....

Quizá él no sea tan diferente a la escoria de la que reniega. Quizá esa actitud arrogante sea una especie de "mecanismo de defensa". Quizá existe un punto común para su especie:

...igual es que todos estamos cagados de miedo.

En efecto, seguí al crío hasta el taxi, entrando en él sin pensarlo. Tanta devoción y dedicación hacia la protección de su madre me desperto cierto sentimiento de identificación, en cierto modo. Principalmente porque yo haría lo mismo con mis hermanos o mi sobrina. Menos cansado que él, observaba sus movimientos y su estado de ánimo con interés, viéndome en la obligación y necesidad de tranquilizarle. Posé la mano sobre su hombro y, serio pero con seguridad, le hablé:
-No te preocupes. No voy a permitir que le ocurra nada a tu madre: os protegeré a ambos si es necesario y nos iremos de aquí muy pronto, Roan-Kale -un niño más en el Ice Hotel... No sabía si aquello me provocaba alegría o mayor preocupación. Dadas las circunstancias tampoco podía permitirme pensar mucho más en ello. Aunque el feo gesto del taxista, que deduje que había negado un poco de agua al chaval, me hizo fruncir el ceño, molesto. Me incorporé sobre el asiento y cogí la botella de agua sin el permiso del conductor, mostrándole después el fajo de billetes que llevaba conmigo-. ¿Ok? Ok... Manda cojones... -le dije, desafiante, aunque no me entendiera. Probé primero el agua, no fuera a ser que estuviera con alguna medicación o se tratase de algún licor incoloro, y una vez me aseguré de que no había problema se la entregué al pequeño para que bebiera.