Partida Rol por web

La tensión en el aire era evidente, ante los improperios de Rogar el caballero, la posada entera a excepción de los enanos, permaneció expectante ante la posibilidad de una pelea y no recibirían una decepción.

Ignoró lo que dijo la tiefling, quizá ni la escuchó. Pero los comentarios con respecto a los cuernos de Elatha solo enfurecían más al caballero, le confirmaban los chismeríos de la gente. Estaba enceguecido por el amor que le profesaba a Kendra, pero la confirmación por parte de Elatha lo hería más que cualquier acero clavado en su carne (o los nudillos de Kroggar y Artair en su defecto). Iba a responder a la necedad, pero el Enano se interpuso con su cara enrojecida de rabia y lanzó un grito de guerra acompañado de un puño bien puesto a la altura de su pecho, o a las partes nobles de su rival.

HOJABRILLANTE!

Ese grito impulsó a los Enanos como si tuvieran un resorte en el culo, dejaron sus menesteres y se levantaron de sus asientos casi tan rápido como Edana o Raine cuando conjuraban su nervio vivaz!

Mientras Rogan se lamentaba porque después de ese puño solo podría ser tío, el bárbaro no perdió oportunidad y lanzó un puño con su enorme mano y sus pronunciados nudillos a uno de los guardias de Rogar, fue suficiente para dejarlo tendido en el suelo y fuera de combate. La sangre empezó  brotar y todo empezó a ser un caos en aquella taberna.

Las circunstancias actuales eran bastante parecidas a como se conocieron aquel trío conformado por un Enano, un bárbaro y un Semielfo; Peleas de taberna, prostitutas gritando y botellas volando, danzando al compás de insultos e improperios. Quizá la única diferencia en esta ocasión es que el Semielfo no bajaría envuelto en sedas y casi desnudo de su recamara, en su lugar, permanecería sentado y relajado mientras mordía una manzana y se rescaba la entrepierna.

Los Enanos se levantaron en dirección a Kroggar, pero en el camino se encontraron con unos mercenarios que poco agradaban de los Enanos y su bullicio. La pelea les dio la excusa perfecta para levantarse e intercambiar unos agradables puñetazos. Otros mercenarios se abalanzaron contra unos aventureros y otra gresca daba inicio. Campesinos rivales entre si y bandidos borrachos se unieron a la refriega y de repente todo el cruce de caminos se resumía a una gran pelea de todos contra todos, excepto Elatha, quien había dado origen a la pelea, era el único fuera de ella.

Kroggar se hacía a los puños con Rogar, el caballero respondió con ira y enfado, buscaba a Elatha pero el semielfo no le daría el placer. Artair combatía contra el otro guardia y el escudero.

Edana observó en medio del caos al cuarto acompañante de Rogar, aquel encapuchado de armadura tachonada. Vio como desenfundaba una daga y se acercaba por la espalda al bárbaro dispuesto a apuñalarle la espalda desnuda. No tuvo tiempo de conjurar (sin saber siquiera si era prudente) así que arrojó la botella de vino vacía de su mano y golpeó al hombre en el cuerpo. Artair se volteó para darse cuenta de él y de un puño en la cabeza lo dejó inconsciente en el suelo. Una silla explotó sobre su espalda y eso no hizo otra cosa más que enojarlo aún más.
Por su lado, un borracho se acercaba a Raine no se sabe con que intención, la genasi no quiso averiguarlo y le estampó un pedazo de pata de silla rota que lo dejó tirado en el suelo, no se sabe si por la violencia del golpe o por su estado de embriaguez.

Los guardias armados de la posada ingresaron con sus lanzas y espadas al cabo de unos instantes, y poco a poco calmaron los ánimos y la pelea. Rogan terminó herido seriamente, de su nariz salía abundante sangre y varios moretones saldrían al día siguiente en su arrogante rostro. 2 de sus hombres inconscientes en el suelo, otro con un ojo sangrando y su escudero intacto, esa pelea le habría dado una lección. El leñador no había movido un músculo y había salido victorioso, en combate y en orgullo.

El líder de la guardia se presentó y empezó a habar -Tengo el derecho a encarcelar a los responsables por este incidente, y lo haré a menos de que paguen por partes iguales con los daños ocasionados y una multa de tres leones por cabeza. Era firme con sus palabras y no dudaría en hacer cumplir su palabra, lo más prudente sería pagar los 25 leones dorados en total si no querían ser encarcelados por varias noches.

-Esto no se quedará así leñador. lo juro por mi difunta madre! volverás a escuchar de mi, insolente! -Sentenció Rogar mientras se retiraba a sus aposentos a relamerse las heridas, ordenando a su escudero que pagara lo que fuese lo necesario.

Si los recién llegados pagaron por multa y daños, la posada volvía poco a poco a su estado natural. Los guardias se habían redoblado, pero dejaban a sus clientes seguir bebiendo y comiendo. Todos habían sufrido heridas, incluso Kroggar había recibido un par de buenos puños asestados en su dura cabeza.

La comida y la cerveza volvía a las mesas y el bullicio volvía a emerger como si nada hubiera sucedido...

En un momento de la noche, el Enano Bosk Hojabrillante se levantó de su mesa en dirección a los héroes.

-Jajajajaajaj -Rió sonoramente mientras daba una palmada fuerte en la espalda de Kroggar que le hizo derramar un poco de cerveza -Tiempo tenía el yunque de no ver a su mercenario amigo Kroggar ¿Todavía "comes" cabras en las noches, amigo? si sabes a lo que me refiero JAJAJAJAJAJ -Volvió a reir hasta que casi se atraganta con su propia flema.

-Tiempo sin verte amigo mío, y tiempo sin divertirme tanto como hoy, es un buen presagio para lo que está por venir! Kroggar es siempre el origen de las diversiones JAJAJA  -Por su acento era evidente que el enano no practicaba muy a menudo el común, pero no era necesario tener tres dedos de frente para darse cuenta que Bosk hablaba el idioma de los mercaderes por cortesía a los acompañantes de sus amigos.

-Mi nombre es Bosk Yunque Hojabrillante, líder de batalla del Clan hojabrillante y los de esa mesa.... bueno, son muy tímidos para venir a saludar, pero son amigos JAJAJAJAJ.

Bosk se mesó la barba a la espera de su amigo mientras se sentaba junto a él, incluso sin ser invitado.

De puertas afuera, Raine se había limitado a permanecer callada y con expresión neutra, jugueteando distraídamente con el asa de la jarra que tenía delante mientras mantenía el otro brazo acodado; de puertas adentro, era como comparar la tranquilidad de un estanque con un nubarrón cargado de lluvia.

A la genasí no le daba miedo ningún borracho de tres al cuarto ni ningún pisaverde con la lengua demasiado larga para su salud, pero no le gustaba verse envuelta en un caos que no había pedido; ahora no solo se sentía cansada por el camino e incómoda por la situación de no saber qué había hecho en aquel pueblo cuando supuestamente había pasado por allí, sino que todo el escándalo le había quitado las ganas de indagar en ello.

Quizá por eso no dijo nada cuando se acercó el enano. Le daba igual quien fuera, y tampoco tenía ganas de reirse. ¿Por qué iba a reirse? Para ella aquel altercado sólo había logrado deprimirla, no había tenido nada de divertido ni de buen presagio.

Edana, en cambio, estaba repantigada en la silla con una actitud satisfecha. Al ver a Raine tan cariacontecida, trató de animarla un poco diciendo:

—¿Crees que si pagamos otros tres leones dejarán subir a Kroggar a la habitación de ese capullo e interpretar la segunda escena de Cascanueces? Yo diría que sería oro bien invertido. Ya sabes "hacer de los Reinos un lugar mejor" y todo eso que nos decía Elminster.

La pelea finalizó como no podía ser de otra forma: con unos rasguños para el bárbaro y muchos inconscientes a su alrededor. Desde el inicio de la misma, más y más gente se había metido en ella, excepto Elatha que se mantuvo sentado, con una sonrisa irónica en su cara como si nada fuese con él. La mayoría de los involucrados en la pelea ni siquiera se acercaron al grupo, sino que quizás aprovechando el tumulto, empezaron a dirimir viejas y recientes rencillas en un auténtico caos de puñetazos, patadas, cabezazos y golpes con cualquier objeto o parte del cuerpo. Hacía tiempo de Artair no se lo pasaba tan bien en una pelea de taberna, e incluso pese a los desperfectos, las heridas y la multa a pagar, había merecido la pena. La cabeza le chorreaba de sangre ajena, los puños en carne viva de dar puñetazos, la espalda enrojecida por dos sillas partidas en ella pero que pronto curarían y la garganta seca pidiendo más cerveza. Incluso se había librado, gracias a Edana, de una cuchillada. Su corazón latía con fuerza, recordándole que estaba vivo. Vivo y victorioso.

Rogan y sus muchachos se retiraban con sus caídos y el rabo entre las piernas. Pese a sus peroratas, lo cierto es que se andarían con mucho ojo de volver a faltar al respeto a unas damas. Pronto, la diversión se acabó cuando los guardias de la taberna, armados, empezaron a separar a los grupos y poner orden en la sala. Todo el mundo se lo había pasado en grande. En la mesa, Elatha seguía bebiendo tranquilamente, como ajeno al mundo que le rodeaba, Kroggar se miraba satisfecho los nudillos descarnados por los golpes dados, incluso Edana, recostada de mala manera sobre la silla, parecía encantada. Todos lo habían pasado bien. ¿Todos? No. Ahí se dió cuenta Artair. Su sonrisa triunfal se esfumó como si siendo ligera como una pluma se hubiese visto arrastrada por una bocanada de aire. Ahí estaba Raine. Sus ojos mostraban tristeza. No había participado en la pelea más allá de para evitar ser parte de la misma. Y no había disfrutado nada. Al principio al bárbaro le pareció raro, pero entonces se dió cuenta de que Raine no era como él. Raine era una muchacha dulce, temerosa de un mundo que parecía no reconocer y que no se sentía a gusto en un entorno violento. La sonrisa del bárbaro desapareció y pensó en acercarse a la joven para intentar reconfortarla, pero se dió cuenta del aspecto que tenía, lleno de sangre, magulladuras y moratones. No. No era el momento y Artair lo sabía. En su corazón, por el cariño que había desarrollado en los últimos días hacia la frágil muchacha, no pudo más que pedirle un silencioso perdón.

Un guardia se acercó a ellos, exigiendo la compensación por el destrozo. Artair, más calmado, extrajo la bolsita donde tenía el botín conquistado a los orcos de hacía un día y entregó lo pedido. Ya no le quedaban monedas de oro, aunque sí muchas de plata y algunas de cobre. Y el circón.

Tras él, el que se presentó como un lider del clan Hojabrillante se acercó a la mesa del grupo. Recordaba al enano de vista, pero nunca había tenido el placer de hablar con él. Aunque puede que por haber visto antes el estado de Raine, Artair no se sintió con el ánimo de iniciar una conversación o tomar parte de ella. Se limitó a beber de su vaso la cerveza que allí había.

El combate había terminado y el estúpido de Rogan se había llevado su merecido. El enano se sentía satisfecho por cómo habían ido las cosas. Cansado, Kroggar se sentó a beber un poco de cerveza al tiempo que se acariciaba la frente, si no hacía algo al día siguiente tendría un chichón.

En esos momentos, el clérigo era ajeno a las distintas reacciones de sus compañeros. Una pelea de tabernas era una de las cosas que más le gustaba, y cuando esta terminaba le gustaba recrearlas en su mente. Justo estaba volviendo a visualizar como cascaba las pelotas del “caballero” cuando Bosk hizo acto de presencia dándole una fuerte palmada en la espalda.

Kroggar sonrió a su amigo y le propinó un par de afectuosas palmadas en la cara.

—¡No podía prrivarrte de la diverrsión amigo! Sé que tú habrrías hecho lo mismo porr mí. ¡Siéntate y bebe cerrvezza con nosotrros!

El enano volvió a dar un trago a su cerveza.

—No esperraba verros porr aquí ¿Estáis prreparrando un nuevo asalto a las minas?—quizás ellos supiesen algo de su hermano—¿Habéis visto otrro enano porr aquí? Hace unas semanas, mi herrmano me envió un mensaje parra que nos rreunierramos en el Crruce de Caminos.

Raine esbozó una tenue sonrisita. Edana siempre sabía qué decir para quitarle gran parte de aquello que volvía desagradable una situación.

—No creo que lo dijera pensando en algo como eso—respondió en voz baja, como si estuviese contándole a la tiefling un secreto de estado—. Pero hay que admitir que la aplicación es válida.

Bosk no esperó a que su amigo le presentara al resto de su grupo, esas costumbres diplomáticas de humanos y Elfos no iba con las viejas costumbres de los Enanos, los amigos se conocen en el campo de batalla, cuando la misma sangre los cubre a los dos

-Mierda! que Moradin me parta en dos y me depile la barba! -Dijo sorprendido aquel Enano -No me digas que Krontar* es tu hermano, pero claro! tienen la misma cara. JAJAJAJAAJAJ. Solo que tú eres más mujer JAJAJAJA

Con el ánimo de Raine, lo más probable es que esas risotadas exageradas estuvieran ocasionándole una sensación de que fuera a explotar.... o bullir si cabía el término.

-BUURRRP -Un fuerte eructo salió despedido de la reseca boca de Bosk, ni se molestó en disculparse con las señoritas presentes, entre os Enanos, eso hubiera derretido a más de una. -Si, él estuvo aquí hace algunos días, intercambiamos cervezas. Un Enano estirado que viene desde la brecha, Vaya, mucho camino. Estaba ansioso porque había localizado un objeto sagrado para los de su clan -Miró un poco consternado a Kroggar de arriba a abajo -... y del tuyo. Siempre te conocí como miembro de la compañía del troll decapitado, JAJ, Kroggar Martilloardiente JAJAJAAJ.

Muchos Enanos del Clan Hojabrillante de Hondonada de Anathar conocía las raíces de Kroggar, el gran Bosk no era uno de ellos -Partía hacía Qark, no sin antes pasar por cataratas de la daga para comprar suministros, iba acompañado por otros 4 buenas gentes martilloardientes, todos guerreros como lo dicta Moradín. Estaban esperando a un sexto integrante, el hermano del Krontar, o sea tú JAJAJAJA, aunque viéndote en combate, yo creo que estaban esperando por tu cabra JAJAJAJAJA 

El enano seguía bebiendo mientras respondía todas las preguntas de Kroggar, elogiaba a Artair por sus dotes en batalla y empezó a contar una anécdota en una cueva de Trasgos en los que ayudó a unos bárbaros Allaway, -Aliados y amigos de los Hojabrillante -Decía repetidamente mientras se golpeaba con el puño cerrado el pecho.

Por su parte, explicaba sus motivos de la presencia en la posada, en un par de días partiría a las montañas junto a sus amigos, habían descubierto las forjas de Durggedin, un célebre herrero Enano que fabricaba obras maestras y objetos mágicos. -Deberías ir con nosotros Kroggar, la paga se dividirá en partes iguales descontando las reliquias y objetos sagrados para nosotros, tus amigos pueden acompañarnos si lo desean, partimos en dos días hacia fuertenuevo y de ahí a las montañas. Tenemos información de que orcos habitan en el nivel superficial y han cerrado las puertas a los niveles de las forjas por temor a algo más oscuro. Necesitamos ayuda amigo, será divertido si las niñas vienen con nosotros, prometo distraerlas con innumerables historias JAJAJAJA -Claro, eso en vez de ayudar, perjudicaba, las historias de guerra sangre y orcos decapitados no era del gran interés de las damas.

La noche siguió su curso con una malacarosa y deprimida (?) Raine. Edana supo que el efecto del conjuro empezaba a desaparecer, ya había llenado su barriga con un suculento plato y había mojado su garganta con algún buen vino o lo que fuera que tomara una Tiefling. Al ver las caras de sus amigos hombres y en lopesados y ruidosos que los volvía el alcohol, decidió que era prudente subir a dormir y descansar, Raine celebró y la acompañó escaleras arriba hasta las habitaciones privadas, las cinco habían quedado contiguas.

Los otros tres se habían quedado abajo, intercambiando historias, noticias y rumores, aún no sabían, pero les esperaría una mañana con decisiones que tomar y algunos con algo más que un ligero dolor de cabeza.

El cansancio no tardó mucho en reclamar lo suyo. Aún no había terminado el efecto del conjuro cuando ya estabas profunda en un profundo sueño, profundo pero un poco traumático:

Las llamas envolvían todo alrededor, solo era ceniza y tierra seca. No sentías calor, pero sudabas como un Enano en embutido en una coraza. Olía a ceniza y azufre fuertemente, pero extrañamente te sentías a gusto con ese olor. El paisaje era desolador, pero te sentías en casa.

La hija salvadora vuelve...

Dijo una voz gutural desde lanada, con una voz seca

La que me sacará de prisión...

Volvió a repetir

Tu padre te llama hija mía...

De repente todo empezó a dar vueltas en espiral, una sensación de mareo empezó a invadirte. Sabías que estabas en un sueño y querías despertar. Con todas tus fuerzas gritabas pero no se escuchaba nada. Te tirabas al suelo, te tapabas los oídos y seguías gritando palabras cargadas de.... nada.

Ahora llorabas, llorabas lágrimas de ceniza y al alzar la vista, apareció Raine. Pero de alguna forma sufría, ella lloraba lágrimas de sangre y estaba cubierta por heridas ocasionadas por largas garras, se desangraba mientras te levantabas a ayudarla, pero por más que corrías hacía ella, no lograbas darle alcance.

Tus pies tambalearon y al piso caíste, un agujero interminable y negro como la obsidiana se abrió a tus pies y de repente empezaste a caer. Caíste por segundos,minutos, horas, días, dekhanas, años y eras, caías y noveías nada. Caías y no sentías nada. Caías y no veías nada.

De repente estabas sobre una montaña, un pico nublado desde donde veías el Valle encendido en fuego.

 Una anciana arrugada se te acercó.  -Entrégamelo! -Dijo con su voz calmada  lo repetía constantemente mientras corrías montaña abajo con las fuerzas de tus piernas. -Entrégamelo -Decía la voz tenebrosa de aquella anciana que caminaba a un paso lento pero a la vez tan rápido como tú.

De repente la anciana desapareció y dio lugar al chillido de un bebé, lloraba desesperado. Desesperado por atención, lloraba porque sentía dolor, hambre y desolación. Pero no lograbas encontrarlo en ningún lado, mirando arriba y a los costados, buscando entre las piedras y los árboles. El chillido se volvía insoportable pero taparte los oídos solo lo empeoraba, el sonido venía desde adentro. Una sensación de frío sentiste en el vientre, al bajar la vista, una criatura emergía de él, un pequeño bebe con cuernos y cola.

 -ENTREGAMELO! -Gritó una vez más la anciana con los brazos extendidos.

El cansancio invadía tu cuerpo, las piernas agotadas y los pies hinchados agradecieron en cuanto posaste tu cabeza y tu cuerpo en aquella cama de plumas. 

Sin embargo tu cabeza estaba de pelea con tu cuerpo, y mientras uno quería descansar hasta la salida del sol, la otra solo te llenaba de pensamientos que te impedían conciliar el sueño ¿Qué habrá querido decir la camarera?¿quién podría ser esa abuela de la que habló?... Pero sobretodo te machacaba el recuerdo perdido de lo que hiciste durante el tiempo de viaje.

Al menos habías pasado por allí hacía un tiempo, ese era claro y al menos era algo.

El Enano conocido como el yunque era toda una leyenda entre sus iguales, incluso entre extraños tenía una reputación que encajaba con su formidable manejo del martillo de guerra, ni el gran Kroggar podría igualarse en combate cuerpo a cuerpo con él y él lo sabía.

Sin embargo, Bosk había tenido siempre una buena imagen del barbudo, y sus amigos le habían dejado buen sabor de boca a raíz de la pelea. Artair con sus puños de piedra y Elatha, bueno, Elatha tenía su propia reputación en todo el Valle de la Daga y esa reputación había llegado a los oídos del Yunque. Por eso siguió gran parte de la noche insistiendo en que los acompañaran, si era necesario, "las debiluchas" mujeres podrían ir también, pero enfatizaba que no respondía por su seguridad.

-Por el honor que nos une a los Enanos en contra de los malignos de la montaña y en la causa de recuperar nuestro hogar, acompáñame en esta empresa, amigo Kroggar, tú y tus amigos, y yo te acompañaré hasta los picos del espinazo del mundo si es necesario cuando todo esto acabe. -Sus risas ya no irrumpían en la posada, al parecer el alcohol y hablar de ese tema le aplacaban la risotada. -¿Qué me dices?

A parte de la insistencia, la charla continuó hasta altas horas de la noche y con la presencia en la mesa de un par de aventureros y el posadero, se hablaron acerca de algunos rumores acerca del Valle: Un rey orco que habitaba en el castillo de la daga, orcos que se alborotaban en las montañas, muertos que se alzaban en el bosque de las arañas, un dragón rojo que habitaba el pico más alto de las colinas, una maldición que había caído sobre hondosauce, bandidos que asolaban fuertenuevo, rumores de la separación de hondonada de Anathar del Valle de la Daga, los misteriosos sacerdotes que se veían adentrándose al bosque de las arañas, la mina de plata plagada de criaturas en Qark, el aumento de incursiones orcas sobre el sendero del bosque, ogros que demandan tributo a una aldea, movimientos zentharims al norte de las colinas.

Viendo la cara de avaricia del posadero, unas cuantas monedas harían que soltara la lengua si alguno llamaba el interés.

El enano que respondía al nombre de Bosk no se andaba por las ramas. Ni tampoco tenía educación. Aunque lo cierto es que todo eso le hubiese importado a Artair si fuese un refinado urbanita, pero él era un bárbaro de las Colinas de la Daga y, por tanto, todo eso no sólo le daba lo mismo, sino que le parecía lo normal, como se había críado él mismo. Los insultos y las maldiciones adornaban cada frase, pero Artair no decía nada. Seguía concentrado en beber su cerveza, dándole vueltas a la reacción de Raine. Lo cierto es que le costaba entender a la frágil muchacha, pero había algo en ella que le despertaba sentimientos de desear protegerla.

Enfrascado como estaba en sus pensamientos, cuando Bosk hizo mención al Clan Allaway como buenos aliados y amigos del Clan Hojabrillante, Artair tan sólo fue capaz de levantar la cabeza minimamente y esbozar una ligera sonrisa de agradecimiento. Lo cierto es que le había salido automática, pero sus pensamientos pronto le volvieron a hacer mirar el fondo de la jarra de cerveza que hacía rato estaba por terminarse.

Por entre sus pensamientos se colaban algunas palabras del enano: "forjas", "objetos mágicos", "paga", "amigos", "acompañar", "orcos"... pero seguía concentrado. Pobre Raine. Es tan delicada...

Fue entonces cuando la muchacha, junto a Edana, decidió irse a su habitación, pero Artair sólo pudo seguirlas con la vista hasta que desaparecieron por la puerta. El ruído en la taberna iba menguando, hasta el punto que hasta el tabernero se acercó al grupo y compartió cervezas y chismes con el grupo. Artair bebió alguna cerveza más que corrió por cortesía del Clan Hojabrillante, pero no tenía ganas de celebrar. Algo le pasaba y se daba cuenta. ¿Por qué no estaba celebrando como hasta hacía un rato? Nada de lo que allí pasaba le interesaba, pero salió de sus pensamientos justamente cuando Bosk le preguntó a Kroggar qué harían. De ello podría depender el siguiente paso del grupo por lo que, por primera vez desde que la pelea finalizase y se fijase en la reacción de Raine, Artair escuchó atento, prestando toda su atención. Después subiría a dormir a su habitación. Le dolía la espalda, que ya se estaba amoratando e hinchando, así como su frente y nudillos.

Krontar ya había pasado por la posada, Kroggar había llegado tarde.

—¡RRAYOS!—exclamó dando un puñetazo en la mesa, a continuación habló amargamente—. Tarrde. Sabía que no podíamos rretrrasarrnos.

El enano gruñó molesto, las prisas no habían servido de mucho. Pero no debía desesperarse, el rastro estaba caliente, quizás estaban al alcance.

—Voy a tenerr que rrechazarr, sabes que me fío poco de los enanos que prrefierren la compañía de caballos y mulos. Son antinaturrales—dijo—. Mucho metal se ha forrjado desde la última vez que vi a mi herrmano y serrá una deshonrra parra mi clan no unirrme a él. Si sus averriguaciones son cierrtas, encontrrarremos nuestrra ancestrral estancia, y ese ha sido siemprre el motivo porr el que empecé a frrecuentarr el valle.

Kroggar apuró su jarra de cerveza y bramó pidiendo más. Después volvió a dirigirse a Bosk.

—De todas forrmas sé que una niñita como tú necesitarrá la ayuda de un hombrre de verrdad—el enano rompió a reir—. ¡JAJAJAJAJA! Así que dime cómo llegarr a esa forrja y si podemos irremos a salvarrte el trraserro. ¿De acuerrdo?

Tan fácilmente como había empezado, la pelea terminó. Rogan lanzó sus improperios e hizo aspavientos y se fue por la puerta con la promesa de que, al menos, iba a tenerlo más difícil para contaminar con su pomposo linaje al vientre de Ken. Elatha suspiró. Se iba a enfadar. Llamar cornudo a su prometido, aunque fuera algo falso, era malo para ella y para sus intereses. Cualquier sospecha lo era. Por ése motivo el semielfo había dejado de verse con ella. Si Rogan no hubiese sido tan estúpido...

Se recostó en la silla sin decir palabra, sumido en sus pensamientos sobre cosas demasiado complicadas. ¿Por qué no podía ser todo más simple? Si algo le gustaba de tratar con los orcos, los trasgos y demás calaña es que mantenían el protocolo al mínimo, aunque hiciera falta poner hachas entre ellos y Elatha.

Un enano que al parecer conocía a Kroggar y que se debía haber comido al menos a tres personas con verborrea, a juzgar por cuanto hablaba, se acercó. Elatha le saludó con una sonrisa y un gesto, pero no estaba para trapichear rumores. Había decepcionado a una amiga y eso le ensombrecía el humor.

Arqueó la ceja, no obstante, al empezar a escuchar el tipo de cosas que hacían que pasara por el Cruce de Caminos. Peligro y recompensas. Esas eran las cosas que él sabía manejar.

- ¿Cómo es ese hogar vuestro? - dijo cuando decidió intervenir en la conversación -. ¿Estará bien defendido? 

Elminster le había avisado de que ése tipo de sueños se repetirían cada vez con más frecuencia. Le había preparado mental y físicamente para aquellos encuentros. Edana agradeció mentalmente los desvelos del viejo mago del Valle de la Sombra cuando se encontró como en casa en aquel infierno desolado, pero sobre todo cuando aquella voz rasposa que parecía tirar de cada fibra de su piel.

—No soy tu hija —dijo con toda la calma que pudo reunir, y repitió la retahíla que le había enseñado Elminster—. Reniego de ti. No haré nada que me pidas. No tienes poder sobre mi.

Las oníricas visiones decidieron torturarla con la visión de una amiga -probablemente la única de su vida-, a la que no podía salvar. Y después cayó a un abismo insondable, como si sus palabras hubieran desatado la furia de aquel ser. 

Y después vino la visión de la anciana. Krista le había hablado de ella: era la mujer que le había engañado para hacer ritual. Elminster sospechaba que en algún momento volvería a saber de ella. Lo que se preguntaba Edana era si estaba reviviendo la pesadilla de su madre o si ese hijo era propio. Lo que tenía claro es que, en ninguno de los dos casos, iba a entregarlo. Aunque tuviera cuernos y cola. 

Lo agarró sin preguntarse demasiado, y trató de correr, alejándose de la anciana.

Corriste alejáncote de la anciana a toda prisa, pero de repente el suelo dejó de ser suelo y se convirtió en un abismo. De nuevo caíste, solo que esta vez viste como te acercabas a lo profundo del vacío. Varias piedras de rituales llenas de sangre fueron el lugar donde cayó con toda la velocidad y al estrellarse contra el suelo, los ojos de la dormida Tiefling se abrieron y la pesadilla terminó.... 

o no...

Al abrir sus ojos, vio horrorizada como las paredes de piedra de la habitación de la posada estaban enmarcadas con escrituras de un idioma desconocido hecho con lo que parecía ser sangre o alguna sustancia del mismo color, la luz de la antorcha aún encendida revelaba el color de la muerte. La puerta estaba entrecerrada y alguien había estado allí.

Edana no pudo contenerse y lanzó un grito de espanto. Ella no se asustaba fácilmente, pero el sueño la había trastornado y despertarse con esa escena había empeorado la sugestión, temía que aún se encontrara dentro del sueño.

...

-JAJAJAJ una niña como yo? JAJAJAJ -Bebió un gran trago de cerveza mientras comía otra racion de pan y queso, ese Enano era insaciable con el alcohol y la comida.

-Él te lleva algunos días de ventaja, parecía apresurado por llegar a Qark pero quizá te esté esperando en cataratas de la daga, quizá lo alcances. JAJAJAJ aunque tú, Enano lento paticorto, para cuando lo alcances, elimperio de Tethyamar ya estará alzado de nuevo por completo JAJAJAJ.

Luego respondió al leñador. -Mi hogar está en las montañas, antes fue un imperio que todos envidiaban, estaba lleno de gloria, honor y riquezas más allá de las imaginables, hasta que llegó la plaga de orcos, las huestes nos hicieron huir de las montañas y ahora la mayoría de clanes se refugia en las montañas de Cormyr. ¿Que si está bien protegido? Son orcos y otras bestias las que viven allí y esos engendros no saben como defender una puerta de tantas que tiene!

-Sería difícil explicarte como llegar a las montañas y la forja de Durggedin, pero te dejaré razón en la posada de Fuertenuevo si decides ir después de encontrarte con tu hermano.

Las conversaciones duraron un rato más y después el cansancio del viaje y la pelea empezaron a hacer mella en los cuerpos, decidieron dejar la borrachera para otro día y mejor sería dormir para empezar un día con energía y alcanzar cataratas de la daga en una sola jornada.

Raine había logrado conciliar el sueño en su habitación, Kroggar roncaba sonoramente y el sonido llegaba hasta todas las habitaciones de los viajeros que habían quedado contiguas. Artair duró un rato en dormirse ensimismado en sus pensamientos pero al final sucumbió a las sombras del descanso. Elatha, él no peleaba contra el sueño.

De repente, un grito los despertó a todos, un grito femenino. Al principio pensaron que se trataba de un sueño, pero rápidamente se dieron cuenta que no era así. Salieron de los cuartos, el Enano en un enterizo que en otro momento sería una pobre víctima de burlas, Elatha envuelto en su manto de dormir y Artair con un taparrabos de cuero que a penas le cubría sus dotes, Raine en un sugestivo escote de seda que en otra circunstancia hubiera provocado miradas inapropiadas entre sus compañeros.

Todos se reunieron a excepción de Edana, ella había sido quien había conjurado el grito. Como una sola masa de personas, los 4 se dirigieron a su habitación, la puertas se encontraba entreabierta y salía una luz de antorcha desde el interior. Armados con dagas y puños, entraron para encontrarse con una escena macabra.

La tiefling estaba sentada en su lecho, sudaba a pesar de que los Tieflings no sufrieran de calor, su respiración era agitada y jadeante como si hubiera corrido durante toda la noche.
Las paredes de la habitación estaban con inscripciones y runas en un idioma desconocido, lo más impactante fue darse cuenta que la tinta utilizada era sangre o al menos una sustancia parecida a ella. La sangre no parecía provenir de Edana y no había rastro de sangre en el suelo ni en ningún otro lado. La habitación carecía de ventana pero de algún modo un olor a azufre invadía la estancia, quizá así olían los Tieflings para aquellos que nunca habían convivido con uno, pero para Raine y para Edana, el olor no provenía de la Maga.

¿Calificarán de hereje a la Tiefling? ¿la mandarán a la hogera? ¿Invocarán a los guardias para que se la lleven? ¿limpiarán tal desastre?.....

El enano corrió todo lo rápido que sus cortas piernas y su oronda barriga le permitió. Cuando se encontró la escena abrió los ojos atónito. Sin embargo su sorpresa y atención al "espectáculo" del cuarto se esfumó al ver a Edana sudando y alterada. Kroggar notó que había unas marcas en la puerta, pero ahora mismo no le importaba, su preocupación era otra. Preocupado por la tiflin, el clérigo se dirigió hacia la cama.

—Decid que Edana ha tenido una pesadilla y cerrrad la puerrta—dijo en voz baja pero de forma autoritaria—. Que nadie entrre.

Al llegar frente a la muchacha, la a la vez autoritaria y preocupada expresión del enano se mudó en otra más paternalista y afectuosa, una que seguramente ni Elatha ni Artair habían visto en su vida.

—Niña...—dijo con un tono de voz tan calmado como afectuoso que nadie se podía creer que proveniera de Kroggar—. ¿Estás bien? ¿Sabes qué ha ocurrrido?