Partida Rol por web

Charles estaba alucinando, no entendía como era posible que el grupo pretendiera dividirse a las primeras de cambio. No lo podía permitir, y prefería perder algunos minutos hablando y trazando un plan que moviéndose sin ton ni son por la ciudad desconocida en la que se encontraban.

- Veamos, parece ser que ninguno ha trabajado en grupo verdad? El objetivo es claro, debemos localizar la fábrica y el documento. Si el robot este tiene razón localizar la fábrica no supone ningún esfuerzo por lo que lo único que debemos hacer es localizar un coche para nuestro transporte. Es mejor que viajemos todos que unos en coche, otros andando y bueno, yo... yo sería capaz de ir volando. Pero prefiero que busquemos entre todos algo para transportar a... ¿cómo habías dicho que te llamaban? Ah, sí, eso, Eartho. Bien, actuémos deprisa, yo puedo supervisar vuestra seguridad desde el cielo y desde allí localizar con más facilidad algún vehículo, el resto podéis dividiros en dos grupos, Eartho que vaya con R y Robert con Steel. Yo estaré encima de vosotros tratando de evitar que nos suceda algo y coordinando los dos grupos. Peinemos el terreno lo más rápido posible, localicemos el vehículo y vayamos cuanto antes a la fábrica.

Espero que me hagan caso, he trabajado ya en este tipo de situaciones y más vale perder unos minutos en organizarnos que luego perder horas por culpa de nuestras malas actuaciones. ¿Entendido?

Se quedó de brazos cruzados ante la multitud de sugerencias de como abordar el tema de la fábrica y los documentos. Todos parecían tenerlo claro, él era el motivo del retraso y la dificultad añadida. Todos parecían tener su opinión al respecto y no sería él quien les quitara esa ilusión.

El objetivo de esto era trabajar en grupo y se amoldaría a lo que el grupo decidiera. Pero en lugar de avanzar, aunque fuera lento, preferían discutir sobre este asunto.

El teléfono vibra antes de lo esperado, cuando ya estamos a punto de empezar de verdad la marcha. Meto la mano en uno de los huecos de mi cinturón, sacando un móvil desechable de los que se pueden comprar en casi cualquier sitio. -Llaman. Supongo que el polí. -Le digo a Rorschach antes de coger. Escucho el incio de la conversación, y luego activo el manos libres, para que él también pueda escuchar a Charly el bombero. Que, por alguna razón que desconozco, puede volar, lo cual es interesante, y seguro que muy útil. -Volvemos para allá, entonces. Aprovecharemos para buscar un coche desde nuestra posición. -Y cuelgo. Si se ha empeñado, adelante, la división de equipos se la dejo exclusivamente porque se empeña en tomar el lideradgo, y si es su punto fuerte, no seré yo el que le niegue mostrarlo. -Vayamos por arriba, desde ahí seguro que tenemos mejor vista para un vehículo decente. -Le digo a mi acompañante, dándome la vuelta ciento ochenta grados y avanzando en esa dirección. En los dos minutos que habíamos gastado, ya hemos vuelto a la posición, aunque desde los tejados.

Cuando Jones le mostró la identificación que portaba en la cartera y le dio la escueta explicación pareció sopesarlo y acabó por decidir que era suficiente para él. Al instante el hombre se calmó visiblemente, le saludó con un gesto de la mano y siguió su camino tranquilamente, aunque echando alguna que otra mirada hacia atrás, en dirección al enmascarado y el agente. Algo no le terminaba de encajar por su expresión, pero tampoco parecía dispuesto a pensarlo demasiado.

Por extraño que pudiera parecer, el smartphone de Jones se conecta al segundo con una red de nombre "Simulación SubCity Web" y empieza a mostrar toda la información sobre la empresa que el aspirante iba buscando.

Al parecer North Central comenzó, hacía ya mas de una década, como una fundición en la que se trabaja el hierro y el acero para fabricar vigas y paneles para la construcción. Durante ese tiempo fue el principal motor de la economía de una ciudad que se encontraba relativamente aislada y que dependía en gran medida de sus exportaciones para subsistir. Sin embargo, poco a poco y conforme la ciudad creía y se modernizaba, la empresa varió el principal objeto de su producción. Un cambio de dirección propiciado por su nuevo propietario, un joven genio de la tecnología que reutilizó las instalaciones de una forma novedosa.

En apenas diez años North Central había pasado de acería a fábrica de robots. En sus entrañas se diseñaban y montaban máquinas para otras empresas, destinadas a desempeñar las funciones de los operarios. El boom de ventas de Norht Central, sin embargo, supuso un grave problema para la población de SubCity. La modernización de las instalaciones y el cambio de producción llevó al desempleo a muchos de los habitantes de la ciudad, que, pasado un tiempo, decidieron salir de allí en busca de nuevas oportunidades.

Pocos meses atrás North Central agregó Positronics a su denominación, dando un paso de gigante hacia un futuro tecnológico más cercano a la ciencia ficción que a la realidad. Según su página web -muy cuidada en aspecto y funcionalidad, dándole a la empresa un toque moderno y profesional- sus nuevos proyectos incluyen el diseño y fabricación de robots más avanzados destinados a tareas mas específicas y complejas, como rescate submarino, exploración espacial o incluso cirugía a nivel microscópico.

De igual modo es relativamente sencillo encontrar fotografías y vídeos de los responsables de la planta, así como de los directivos. Inauguraciones, noticias, reportajes de sociedad, todo está al alcance de la mano de Jones, que valora la información con el ojo crítico del que está acostumbrado a medir a las personas y, en última instancia, hacerse pasar por ellas.

De entre todos los rostros, destaca uno en especial, el del joven director de la empresa, Roland Reed, que parece ser el genio tras toda la maquinaria de la North Central Positronics.

Los dos justicieros se adelantan y acaban desapareciendo de la vista cuando R lleva a SteelBlade hacia un callejón calle abajo, lejos del grupo y la zona segura en la que aún permanecía Heartho por precaución. Parecen tener un plan o una idea de como hacer las las cosas y la iban a llevar a cabo, haciendo oídos sordos a las sugerencias de los demás, bien por encontrarse ya en movimiento o bien porque en realidad eran dos lobos solitarios acostumbrados a trabajar por su cuenta.

Mientras, en la entrada de la calle, Jones sigue enfrascado en sus consultas con el smartphone cuando decide hacer una llamada al teléfono de SteelBlade para poner a la pareja en contacto con los demás y hacerle llegar la sugerencia del hasta ahora silencioso Vapor Negro.

Unos instantes después los vigilantes asoman desde lo alto de una azotea, claramente visibles para los que se encuentra abajo. Desde esa altura tienen una panorámica bastante decente de las afueras de la ciudad, compuesta en mayor parte de edificios de dos y tres plantas que van creciendo en altura conforme se acercan al centro. Un par de calles mas allá localizan una furgoneta de reparto que podría ser lo suficientemente grande como para contener la masa de Eartho.

Rorschach, invisiblemente molesto, se asomó al tejado. Al principio no se decidió a asomar demasiado su cuerpo, para seguir siendo relativamente invisible y poco llamativo a ojos de los ciudadanos rasos, pero cuando localizó la furgoneta de reparto donde cabía Eartho, puso los sobre el borde, alzándose cuan alto era con su sombrero, y señaló a Eartho y al vehículo alternativamente una vez. Esperaba que el mensaje se captase con facilidad.

No dijo nada en ningún momento, y su rostro no expresaba nada, debido a la máscara, que dejaba a libre interpretación de cada uno cuales eran las emociones que sentía el justiciero por aquel entonces. Él las sabía, y con eso, a él le bastaba.

Eartho les retrasaba, era un hecho, y aquella gente parecía incapaz de trazar un plan en marcha. Su plan era simple. Adelantarse, valorar el estado de la fábrica en lo que el resto del grupo les alcanzaba, y en función a ello, evaluar posibles rutas de entrada y proceder. Hubiesen ganado tiempo, o eso creía R. Una lástima que el impulsivo SteelBlade hubiese decidido cortar la conexión sin más, dando por sentado que a su "compañero" no le molestaría algo así.

Craso error. Lo único que le impedía al desequilibrado intentar desmantelar pieza por pieza los guantes de aquel demasiado agitado cóctel salido de un sex shop era su imperiosa necesidad de trabajar en grupo con él y con todos los demás. Lastre a sus ojos, unos ojos que no tenían espíritu de trabajo en equipo, lo cual dificultaba mucho una tarea que podía ser muy sencilla.

Cada uno tenía sus defectos, y el de R eran la paciencia, la tolerancia, el respeto y la comprensión. No tenía virtudes sociales más allá del terror y el juicio... parcial, una virtud sesgada según la situación.

Su Garra, a la mano derecha, era apresada con dedos de hierro enfundados en un guante oscuro. Era su forma de descargar energía cuando estaba furioso. No era un hombre templado. Se le enfadaba con asombrosa facilidad. Y entre todos aquellos hombres, máquinas y patanes con juguetes su paciencia descendía a límites rojos considerablemente peligrosos. Aquel hombre, si superaba las pruebas, sería aunando fuerzas y aliento para una buena sesión de asesinatos y violencia extrema que desataría en la superficie al acabar aquello. ¿De qué otra forma liberaría Rorschach la ira acumulada si no era castigando a los malvados? Ni que no fuese un avatar de La Parca.

- Bien me alegro de que todos me hagáis caso. Parece que este trasto funciona. En mi época no habia de estos aparatos, las cosas hubieran sido más sencillas con ellos, eso estaba claro. - Parece que habéis localizado una furgoneta, verdad, muchachos?*

- Bien el objetivo es llegar hasta donde nos han indicado, no olvidéis que esto es un trabajo en equipo y el separarnos no nos ayudará en absoluto. Lo dicho, vosotros dos id en el coche, dice señalando a Eartho y a su acompañante. Vosotros seguid por el tejado y yo...

Instantes después Charles se convierte en una columna de cenizas y humo a modo de un pequeño huracán centralizado que levanta lo que parecen los resto de un incendio. Comienza a sobrevolar la zona y vuelve a hablarles.

¡Adelante, sigamos la dirección que nos han indicado!

-Parece que nos ha tocado como pareja -le dijo a Robert, podía haber sido peor. Al menos junto al agente, él era el raro y no ambos-. Nos llevan algo de ventaja y no sería bueno para ambos perder ni un momento más.

Su interlocutor seguía trasteando con uno de esos endiablados cacharros, un teléfono móvil. Antaño le supuso una gran mejora, pero en su nueva situación, apenas podía colocar un dedo en la pantalla sin que ese cacharro se volviera loco o, simplemente, ignorara sus órdenes.

-Confío en tus habilidades como conductor -dijo una vez más, esperando que con sus palabras empezaran a andar hacia la furgoneta. No le gustaba la idea de volver a encerrarse como una sardina, pero cualquier cosa mejor que cruzar la ciudad andando-.

La verdad, esto de colocarnos en el tejado podría haber sido un buen punto de inicio desde el primer momento. Desde aquí podemos ver media ciudad, y Rorschach se me adelanta un instante en avisar de que hemos encontrado un vehículo adecuado para el hombre-piedras. Alzándose, el bombero se transforma en humo, siendo el punto más llamativo del grupo ahora mismo. Y solucionadas todas las concisiones que nos han detenido, yo paso de ir montado en un vehículo por tardar cinco minutos menos. Aunque con el empeño de mi acompañante por ir por los tejados, quizá ya sean diez. Y mucho correr. Me aparto del borde un par de pasos y me doy la vuelta. -Ahora ya sí, vamos a la fábrica, y que tarden lo que tengan que tardar en conseguir adquirir esa furgo. -Le digo a Rorschach. Y a partir de ahí, me pongo a avanzar por los tejados en dirección contraria. Dentro de poco tocará escalar, y ya estoy preparando los posibles enganches, pero hasta que nos acerquemos más esto va a ser tirar de piernas.

Rorschach, antes de partir, extendió los dedos meñique, anular y corazón mientras componía un círculo con el pulgar y el índice.

Ok?

Un gesto militar, para comprobar si todo estaba solucionado. Con SteelBlade y su teléfono lejos, su voz no llegaría ahí abajo, por lo que debía comunicarse con gestos. Con el beneplácito del resto de los miembros, partiría de una vez por todas hacia su cometido. Sin él... se enfadaría, y vería como le tocaría proceder sin tener que accionar su garra.

Esperó, pues no podía hacer otra cosa, y no iba a haberse tomado la molestia de aparecer para volver a esfumarse sin más.

Y hablando de esfumarse, ¿un hombre como Standford podía seguir considerándose un hombre? A nivel molecular recordaba a seres como el Dr. Manhattan, o algo peor. Aquella forma de inhumanidad le daba escalofríos a Rorschach, recordándole en qué se había convertido la humanidad. Era algo sencillamente abominable, y lo peor de todo, llamativo. El enmascarado rezaba para que ese hombre supiese moverse sin llamar demasiado la atención. Ya lo hacía aquel variopinto grupo de por sí, como para meterle más cizaña al asunto.

Parecía imposible que tras todo el asunto aún le preocupasen más cosas, pero Rorschach, si bien guardaba silencio, harto de intentar dialogar con el ser humano, pensaba que quizá, y sólo quizá, tomar prestado un vehículo civil no estuviese contemplado como algo tolerable. Si Eartho lo abollaba tendrían un problema. Quizá la placa del gallifante sirviese, pero a ojos de Rorschach algo así tenía tanto valor como una pieza de lencería en una alcantarilla.

Jones miró como el grupo volvía a dividirse solo que ahora más todavía, en dos parejas y un solitario. Empezaba a pensar que la prueba no consistía en abrir la caja fuerte si no en conseguir no tratar de matar al resto.

Bien, grandullón, supongo que no tendrás ninguna forma de Jones movió la mano señalando a Eartho camuflarte. ¿no?

Empezó a andar en dirección al vehículo, acercando el teléfono a su oreja tras marcar el número de SteelBlade. Pon el manos libres. dijo nada más escuchar como descolgaba el teléfono. O pregunta al de la gabardina contuvo las ganas de llamarle Caramanchas si es posible quitarse la máscara. Tengo un plan para entrar, haciendo que nos abran la puerta principal, pero un tipo enmascarado como él puede fastidiar todo el asunto. Tú coartada y la de Eartho las tengo preparadas.

Hizo un gesto a Eartho para que se quedara más atrás, no le apetecía que espantase al posible conductor, y se acercó a la furgoneta, para comprobar si el conductor estaba cerca o estaba cerrada.