Partida Rol por web

Jones y Eartho caminan por las calles de la ciudad en dirección a la furgoneta que había señalado R, situada en una calle paralela a la que se encontraban. Era un vehículo clásico de reparto de paquetes con la publicidad de una empresa de transportes impresa en el lateral. Se encontraba aparcada frente a la oficina de esa misma empresa de mensajería, que tenía las luces apagadas y la persiana cerrada. En el vehículo tampoco había nadie. Seguramente su conductor ya habría vuelto a casa tras la jornada laboral.

De momento no se habían cruzado con nadie más, lo que daba a la ciudad un tinte de pueblo fantasma. Jones, dada su experiencia previa con el encuentro de Steelblade y el ciudadano, podía suponer como sería el encuentro de otro de esos simulacros con la mole pétrea que era su acompañante.

Jones repitió su gesto a Eartho para que se quedara en un discreto segundo plano.

Después, se acercó a la furgoneta y observó detenidamente el logo y los colores de la furgoneta, acto que realizo justo después mirando el cartel de la tienda y el interior a través de los cristales.

Volvió junto a Eartho, al sombrío callejón, miró a la mole de piedra, sonrió guiñando un ojo y se dio la vuelta. Pero, de repente, lo que estaba vistiendo era un traje genérico de repartidor con los tonos de la empresa de reparto y parecía tener el pelo de color oscuro.

Sin decir nada, volvió sobre sus pasos en dirección a la furgoneta.

-Claro que no tengo forma de camuflarme en este entorno urbano... aunque si estuviéramos en campo abierto o en una región montañosa sería más fácil -por desgracia estaban en una ciudad y no tenía opción alguna de pasar sin llamar la atención-. ¿Cuál es la coartada que tienes para mi? -preguntó curioso, a saber que cosas se inventaría ese tipo para justificar su aspecto-.

Esperó en el callejón a que Jones hiciera lo que tuviera que hacer, ir en una furgoneta aunque fuera de reparto, era mejor que cruzar la ciudad andando. Las miradas se harían más constantes a medida que se acercaran al gran núcleo de la ciudad.

-¿Es ese tu punto fuerte? ¿o es sólo uno de los conejos que guardas en la chistera? -preguntó cuando Jones regresó junto a él, completamente cambiado, incluso llevaba el uniforme de la empresa de reparto-. He de decir en tu favor que me ha cogido por sorpresa, no me esperaba esa transformación.

Ahora tenía curiosidad por el resto de cosas que podrían hacer, tanto Jones, como el de la máscara de manchas, el del casco de esgrima y el bombero. Lástima que el propio Eartho no fuera tan sorprendente como el resto de sus camaradas.

Jones abrió la puerta de la furgoneta y, unos instantes después, el viejo motor empezó a gruñir, como si le molestase que le hubiesen despertado de su apacible sueño.

Conduciendo con maestría, llevó la furgoneta marcha atrás hasta la entrada del callejón y descendió para abrir las puertas traseras y que Eartho entrara, cerrandolas tras la pétrea criatura.

Se colocó en el asiento del conductor de nuevo, abrochándose el cinturón, y abrió el pequeño compartimento que, a través de una rejilla, dejaba ver la parte trasera para que Eartho pudiera enterarse de la conversación que iba a mantener al llamar de nuevo a la pareja de compañeros demasiado tímidos para mostrar su rostro.

El teléfono de SteelBlade volvió a sonar, el mismo número que la vez anterior.

Jones. dijo sin más presentaciones. Ya estamos en camino, Eartho viaja disimuladamente. de fondo se podía escuchar el rasposo ruido de un motor, como de una vieja camioneta. Necesito que me indiquéis un callejón o zona disimulada cerca y que estéis todos allí esperando, os daré más indicaciones según lleguemos.

Avanzo a paso rápido de azotea en azotea. A mi lado, Rorschach y su garra han demostrado ser increiblemente prácticos en la tarea en que yo empleo varios medios más pequeños, y en mi cabeza ya tengo ebullendo el proceso de montar algo por el estilo, aunque en la carrera me faltan materiales para poder crear algo así. Antes de lo que esperaba, mi teléfono vuelve a sonar y escucho atentamente mientras continúo avanzando. -Danos un minuto, te llamo cuando encontremos algo. -Le respondo antes de colgar, y vuelvo la cabeza hacia mi compañero. -El federal, ha conseguido el vehículo y se está trayendo al otro dentro. Quiere que encontremos un callejón disimulado donde reunirnos. Dice que tiene un plan. -En el tiempo que tardo en explicarme, llegamos a las cercanías del sitio y echo un vistazo al entorno, hasta encontrar algo que valga. Entonces, saco el teléfono y le vuelvo a llamar.

Contesto al segundo tono del teléfono cuando suena, y me mantengo escuchando hasta que el Sr. Jones termina de hablar, no deteniéndome en mi avance. -Danos un minuto, te llamo cuando encontremos algo. -Le respondo, y cuelgo. Aproximadamente un minuto después, la llamada va en la otra dirección, y en cuanto descuelga hablo. -Siguiendo la calle todo recto, cuando llegues a la fábrica tira a la derecha. Un poco más allá, tras el primer cruce, hay un callejón válido.* -Informo con tono neutro.

Cuando Jones abrió la puerta de la furgoneta, entré volviendo a pensar en la sensación de ahogo que tuve durante el primer transporte. No paraba de moverme hasta adquirir una postura más o menos cómoda, el viaje no tendría que durar mucho y no tenía pinta de complicarse demasiado. Carretera hacía delante y ya está, o eso pensaba.

-Eh, camaleón -dijo llamando la atención de Jones, le pareció la mejor forma de referirse a él- ¿Qué tienes pensado para cuando estemos todos en el callejón? ¿Piensas decir que soy una escultura, arte moderno? Sé que para todos vosotros no parezco más que un estorbo, pero la prueba aún no ha terminado.

Se quedó mirando por la rejilla, viendo la carretera por delante y los "peatones". Ahora que sabía la verdad sobre todos esos autómatas, la ciudad daba algo más de grima.

Tranquilo, grandullón. el falso rostro que ahora portaba Jones sonrió a través de la rejilla que separaba la zona de carga de la del conductor. Primero, Señor Jones suele ser como me llaman pero con un Jones bastará. Segundo, en ningún momento he dicho que seas un estorbo, todos estamos aquí por un motivo que la Corporación ha considerado lo suficientemente útil. Tercero, tengo un plan que enseguida veréis en marcha. Y cuarto, si consigo hacerte entrar por la puerta principal, ¿dejarás de cuestionar mis decisiones y empezarás a tener un poquito de respeto?

Aquel tono le había pillado algo descolocado, no pensaba que fuese tan cuadriculado. Pero este tipo de cosas solían ocurrir. Ya lo decía mi padre -pensó rememorando las palabras exactas- "sino vales para dar órdenes, tendrás que aprender a acatarlas. Así que estudia para que nadie tenga que dártelas"... y mira donde he acabado. 

-Está bien, Jones -intentó articular la palabra en el mismo tono que su compañero- respondiéndote a la única pregunta que has hecho, he de decir que sí, si eres capaz de colarnos por la puerta principal sin recurrir a los mamporros, los disparos y lo que sea que use el resto, mi credibilidad en ti y tus planes aumentará -lo había dicho bien, credibilidad, que no respeto-. Pero teniendo en cuenta lo variopintos que somos en general, tu plan tiene que ser una auténtica locura o la mayor de las artimañas... sea cual sea, casi mejor que prefiero no saberlo hasta el último momento.

-Por cierto -dijo tras un momento en silencio- si por lo que sea tu plan no tiene buena acogida, puedo abrir una puerta lateral sin muchos problemas...

Si el plan no funcionara, usa el tiempo subjuntivo con una entoncación que hace pensar que es incapaz de concebir que no funcionara cuento con tus habilidades para hacer el mayor ruido posible.

Aún así, pareces una ¿persona? el tono de interrogación deja la pregunta en el aire bastante más razonable y estable que los dos primeros en alejarse, quienes sí parecen partidarios de entrar haciendo agujeros y matando gente en cantidades ingentes. Así que probraremos la mayor de las artimañanas. sonríe mientras conduce, atento a la carretera, disfrutando de la conversación. La única duda es si disfruta de la conversación con Eartho o de escuchar su propia voz.

-¿Cómo no voy a ser una persona? -pregunta frustrado- bueno, al menos lo era y conservo mi humanidad, la diferencia es la piel -responde algo más sosegado-. Ser de piedra tiene ventajas y algunos inconvenientes. No negaré que al principio hubiese dado lo que fuera por poder regresar a mi vida anterior... pero estoy harto de mirar hacía atrás. Ahora mismo Jericó es mi objetivo.

-Respecto al resto del grupo... psché, no termino de hacerme a ellos, al igual que ellos tampoco a mi -no tenía claro si Jones estaba algo más de su lado que el resto, pero al menos parecía seguirle la conversación-. ¿Tu que piensas?

Bajo la atenta mirada de Vapor Negro, que sobrevuela la ciudad convertido en una nube viviente de cenizas atento a cualquier problema que se le pudiera presentar al grupo, los cuatro que aún permanecen en tierra acaban por reunirse en un callejón entre dos edificios. Poco a poco se iban adentrando en la ciudad y veían como los bloques de pisos y oficinas iban ganando en altura y calidad, dejando paso las pequeñas construcciones de ladrillo visto a mas modernos pisos de grandes ventanales. La luz artificial que convertía la noche perpetua de la caverna en un día más o menos creíble iba atenuándose poco a poco mientras las farolas de la calle se encendían.

A cubierto de miradas indiscretas, Jones hace entrar la furgoneta en el callejón con un chirrido de ruedas. Claramente el vehículo sufría bajo el titánico peso de Eartho. Mientras, R y SteelBlade supervisan la maniobra desde las azoteas.

Pocas luces podían ser vistas encendidas en las ventanas y menos peatones por las calles. La ciudad iba entrando lentamente en su ciclo de falsa noche. ¿Seguirían haciendo vida los simulacros durante esas horas de supuesto sueño o se limitarían a quedarse de pie esperando que algún extraño entrara en sus viviendas para poder interaccionar con ellos?

Rorschach consiguió tranquilizarse, ignorando el desarrollo de los acontecimientos. Superó los retrasos que estaban sufriendo por culpa del ritmo de los más lentos, y disculpó la impulsiva actitud de SteelBlade. Podría pensarse que eso convertía a Rorschach en el que mejor había actuado de todos, pero nada más lejos de la realidad. Simplemente, él veía los defectos de los demás pero no los suyos propios, y eso era muy malo para el grupo, y para sí mismo.

El hombre, ni corto ni perezoso, accionó su garra en el borde del edificio, anclándola al límite, y comenzó a bajar por la fachada a velocidad rápida pero segura. Con las manos aferraba la garra, y con los pies se anclaba a la pared, frenando la caída y evitando que su cuerpo bailase demasiado. Si bajaba de golpe dejándose caer a peso de gravedad el golpe contra el asfalto, o la mano aferrando la garra, si es que detenía la caída demasiado tarde, acabarían partiéndole los huesos. Y eso no era buena idea. Más valía hacer las cosas de una forma eficaz pero segura que con estilo e imprudencia.

Rorschach nunca había sido un justiciero que destacase por su atractivo físico ni su forma de moverse. No era el arquetipo de héroe con estilo y clase que castigaba el mal con pasos de baile. Era un hombre rudo y sencillo que se limitaba a mostrar la crudeza de la vida en todo su esplendor. Y la vida no era bella, ni agradable, no para Rorschach.

Finalmente, pisó el suelo y recogió la garra, que quedó colgando del dedo índice en su mano derecha. El hombre, mirando el camión, se limitó a observar en silencio, como siempre. No era un hombre de muchas palabras, ni de respuestas, pero lo segundo se le daba mejor que lo primero.

- ¿Y bien?- se limitó a decir cuando las seis cinco grupo se reunieron. Su voz era ronca y grave, airada como era lo normal. Rorschach estaba siempre enfadado, por desgracia.