Partida Rol por web

El día siguiente al baile llegó y con él las vacaciones de Navidad. Como los estudiantes de sexto y quinto habían tenido la fiesta, se irían a sus casas - los que se iban- bien mediante polvos flu en una chimenea específica para ellos o por aparición una vez llegaran a Hogsmead.

Las vacaciones no eran excesivamente largas, pero seguro que a la mayoría les sentarían bien y que vivirían momentos inolvidables. ¿De qué tipo? Eso ya dependería de ellos y las circunstancias. Lo que estaba claro, es que aquella Navidad no iba a dejar indiferente a nadie en el mundo mágico.

Tal y como habían quedado la noche anterior, Emily y Sean se reencontraron en las puertas externas de Hogwarts. Ya no quedaba nadie por allí. 

La chica llevaba ya cinco minutos esperando y comenzaba a nevar. Una lechuza de la escuela le trajo una carta bien cerrada. Por fuera ponía el nombre de Emily con la caligrafía de Eileen.

Finalmente vio caminar a Sean con su típico caminar y con una mochila de cuero negro colgada de uno de sus hombros. 

- Perdón por tardar. Me ha entretenido Smallet.- la cara de Sean era todo lo contrario a la de la noche anterior. Parecía preocupado por algo- Anoche descubrieron a Adriana Elliot. Es una de ellos. La llevarán al ministerio para interrogarla.- suspiró.- Bueno, ¿Ya lo tienes todo?

Tras fundirse en un más que significativo abrazo con Bella, Eileen se metió en la chimenea que la llevaría a casa de inmediato. Bella le aseguró que todo iría bien y que lo pasara lo mejor posible. Mantendrían el contacto y se verían dentro de poco. 

En menos de un segundo, Eileen se vio recorriendo diferentes chimeneas a rápida velocidad en una sensación bastante extraña que ya conocía. Hasta que sus pies volvieron a pisar suelo firme en la chimenea de casa de sus padres.  

La señora Morgan se levantó del sofá desde donde llevaba aproximadamente una hora esperando a su hija. Le sonrió y abrió los brazos para fundirse en un caluroso abrazo con su pequeña:

- Eileen... ¡qué guapa estás! No sabes las ganas que tenía de verte. ¿Qué tal todo?

Después de la apasionada noche con Mía, ahora tocaba despedirse. La chica le obligó a que le mandara cartas y prometió enviarle algún regalo de Navidad antes de despedirse cuando llegó el turno del chico de pasar por la chimenea con polvos flu.

En menos de un segundo, Kegan se vio recorriendo diferentes chimeneas a rápida velocidad en una sensación bastante extraña que ya conocía. Hasta que sus pies volvieron a pisar suelo firme en la chimenea de la tienda en el callejón Diagon de su padre que en esos momentos estaba atendiendo a un cliente. Observó a su hijo y paró de hablar, sonriendo ampliamente:

- Espera un momento, Jason. Que acaba de llegar mi hijo, la futura estrella del quidditch. - fue hacia Kegan para darle un fuerte abrazo. La llegada de su hijo siempre le alegraba. El resto del año se sentía solo- ¿Cómo estás, hijo? ¡Has crecido! Ya eres todo un hombre.  

La mayoría de los estudiantes ya se había ido y el colegio quedaba prácticamente vacío. ¡Ahora Vilma podría disfrutar de las vacaciones en Hogwarts solo para ella! Y Henry, claro. Hacía un día precioso. Fuera nevaba y los terrenos antes verdes se iban tiñendo de blanco.

Entonces, mientras volvía a la sala común, Katherine llegó a su encuentro. Tampoco se había ido para casa, tal y como le prometió a Vilma en su día:

- ¡Vilma! He conseguido que nos dejen ir a ver a Aengus a San Mungo. Pero tiene que ser hoy. ¿Puedes?

Henry las alcanzaba en ese momento. Estaba tan feliz como siempre o más. Saludó a Vilma con un beso mientras Katherine aguantaba una sonrisita. Se alegraba de que a Vilma le fuera tan bien.

Henry:- ¿Qué vamos a hacer hoy?

Alex había vuelto muy tarde a la habitación la noche anterior y al día siguiente Max solo vio a Meredith en el desayuno. Antes de poder hablar con ella, Alex había llegado y se había sentado al lado de la chica, comenzando una conversación claramente solo para dos. 

En cuanto a Lilian, en la única ocasión en que sus miradas se encontraron le dedicó una sonrisa salvaje.

Había llegado el momento de volver a casa, tal y como Max había decidido en su momento. ¿Qué le esperaría en casa de sus padres? Pronto lo sabría. Cogió polvos flu y se metió en la chimenea dando la dirección de casa de sus padres.

En menos de un segundo, Max se vio recorriendo diferentes chimeneas a rápida velocidad en una sensación bastante extraña que ya conocía. Hasta que sus pies volvieron a pisar suelo firme en la chimenea del fabuloso salón de su casa. Su madre le estaba esperando.

- ¡Maximo! ¿Qué tal hijo? ¿Has crecido? ¡Qué fuerte estás!

Había llegado el día. La noche había sido realmente divertida para Ian y sin duda sus lazos se habían estrechado. Williams parecía más relajado con respecto a afrontar su homosexualidad. ¿Pero seguiría siendo así sin alcohol en las venas? Se habían quedado los últimos para viajar mediante polvos flu, e Ian le miraba:

- ¿Estás listo? ¿Vamos a mi casa entonces o pasarás primero por la tuya? En todo caso me envías una lechuza si es el segundo caso, ¿vale?

Tras una noche con sus idas y venidas, había llegado el momento de regresar a casa. Anwen no iba a usar un método de viaje tan horrible y sucio. Ella estaba más que capacitada para aparecerse el portal de su fabulosa y enorme casa sin ninguna clase de problemas.

Y así fue. En menos de un segundo desapareció de las calles de Hogsmead para aparecer en el portal de casa de sus padres junto a Aled. Estaba nevando muy fuerte. Por suerte tenía llaves para entrar en casa y no cogerse una pulmonía.

Una vez dentro, su madre le dio la bienvenida con una sonrisa y grandes halagos:

- ¡Anwen! ¡Aled! Estáis fabulosos, como siempre. ¿Qué tal fue la fiesta de anoche? Hijo, pareces muy cansado. Será mejor que te arregles un poco para disimularlo. Tenemos visita.

Finalmente había llegado el día. La noche anterior había estado bien y había sido tranquila. Pasearon por los terrenos, charlando y bromeando, dedicándose de vez en cuando carantoñas, y cuando ya vieron que se hacía tarde, Lucas la acompañó a la habitación como todo un caballero.

Ahora acababan de tomar la chimenea con polvos flu para ir a casa de los padres de Tabatha y él estaba algo nervioso.

 - Espero caerles bien y no ser una molestia.

Ya le había dicho a mi madre que iría unos días a casa de Lilian, si les decía que iba a casa de Stone, probablemente  mi padre entraría en modo asesino y nos mataría a los dos. Y aunque de momento y debido a que mi padre no era de preocuparse por lo que hacíamos y dónde estábamos, sabía que algún día le tendría que decir lo de mi “amistad” con él.  Pero mientras más pudiera retrasar aquella conversación, mucho mejor. Le tenía aprecio a mi vida.

También me había asegurado de quedarle bien claro a Lilian, que si mis padres le preguntaban por mí, les dijera que estaba en su casa. Con todo bien atado, estaba preparado para ir a casa de Stone.

Estaba un poco nervioso y me sentía raro. El año pasado nos llevábamos a matar y ahora iba a pasar parte de las navidades en su casa. Además me preocupaba el hecho de cómo me iba a recibir su familia. Les parecería bien? Les gustaría? Por qué me preocupaba tanto? Stone sólo era mi amigo….

Por mí, vamos primero a tu casa, aunque no sé si tus padres esperan visita. Se lo has dicho?

La idea de dejar Hogwarts había desaparecido temporalmente de su mente con todo lo que estaba sucediendo, siendo sustituida por el sentimiento de protección a los suyos, por su afán por conocer la verdad. De hecho, ya tenía un plan bajo la manga para la vuelta pero por el momento estaba decidida a aprovechar aquellas vacaciones para sanar las heridas del corazón. Aquella frase era horrible y cursi pero era verdad, Eileen necesitaba dejar de llorar. Necesitaba alejarse de Emily, olvidarla incluso como amiga por lo menos durante unos días y respirar aire fresco.

Por eso se había despedido de Bella, intentando no pensar que Emily ni siquiera había ido a visitarla a la enfermería, y había tomado rumbo a su casa para encontrarse con su madre. Nada como el amor incondicional de su madre. Bastó un piropo y un abrazo para que se sintiera mejor, aunque tuvo ganas de decirle que no podía estar guapa, que sólo estaba pálida como una muerta porque la noche anterior había conocido lo que era el dolor, que sus ojeras de dormir poco eran a causa del sufrimiento de un amor no correspondido. Pero aún así, lo aceptó con el cariño de siempre.

- Mamá. Tú sí que estás guapa - también su voz estaba cargada de un cálido regocijo. Desde principio de curso que quería saber cómo iban las cosas por su casa pero en el último mes las ganas de escapar y reunirse con su familia habían ido aumentando exponencialmente hasta hacerse casi insoportables -. Bueno, ya sabes, mucho estudio - se encogió levemente de hombros, apartando todos los temas espinosos que, desde luego, eran muchos -. ¿Qué tal por aquí? ¿Os dan mucho el co...la lata los del Ministerio? - aún no había visto a nadie vigilándolos, ¿sería buena señal? -. ¿Y Papá? ¿Dónde está?

La noche había pasado tranquila y es algo que agradece a Lucas porque seguro que el chico quiere lo mismo en lo que casi pillan a Vilma y Henry. No le culpa, pero no se ve capaz de hacer esas cosas en un sitio como Hogwarts donde cualquiera puede verte. Esas cosas son más privadas.

Ahora están ahí, con los polvos flu apunto de llegar a casa. Aprieta su mano y sonríe.

-Les caerás bien y no eres una molestia. Deja de preocuparte.

Usando los polvos flu, da un paso al interior de la chimenea y tira de Lucas para que entre antes de decir la dirección de su casa.

Las vacaciones no empezaban bien. Me hubiera gustado hablar con Meredith pero al parecer no tenía tiempo para mi. La sonrisa de Lilian me hizo sonreír con picardía, rememorando la gloriosa noche anterior. La verdad es que tenía ganas de repetir. 

Pero ahora tenía que prepararme para lo que se avecinaba: unas vacaciones en casa. A saber qué problema surgiría esta vez con mi padre, que seguía emperrado en sus arcaicas ideas. No mejoraba la cosa cuando mi madre me llamó Maximo, sabía que no me gustaba que usaran ese nombre, aunque a ella parecía encantarle.

Aunque al menos no ha usado Maximiliam...

-Hola mamá. -saludé dándole un beso y un abrazo. -Bastante cansado... ayer tuvimos el baile y bueno... -me sonrojé, sonriendo al recordar a Lilian. -...dormí poco. La verdad es que si, estoy un poco más fuerte. Kegan nos hace entrenar duro. ¿Qué tal las cosas por casa?

La noche había acabado bien. Muy bien. Varias veces. Al final me había sacado todo el jaleo de la cabeza y habia eatado tan agotada que dormí del tirón hasta que sonó mi despertador. No queriendo despertar a nadie porque sabía lo que eso implicaba, me vestí en silencio y salí de la habitación dejando atrás un par de notas en los escritorios. En la de Marian le deseava buenas fiestas, a Bella lo mismo pero con más humor. A Beth le decía que le perdonaba por abandonrme por otra (sí, había escrito otra) pero que aún la quería y que no me echase mucho de menos. La de Eileen me había costado mucho más. Estaba cabreada, pero no quería irme con malas formas.

"Eileen,
Voy a pasar las Navidades fuera investigando algo de última hora. Pero en cuanto vuelva quiero hablar contigo, así que no te atragantes con los manjares que prepara tu madre.
Sigues siendo mi mejor amiga y te quiero igual que siempre.
Emily"

No quería profundizar en lo de investigar, pero Eileen era lista como para saber entenderlo.
Salí en silencio con mi equipaje, metido en una mochila de deporte que solo usaba durante las vacaciones de navidad. Y esperé. Y mientras esperaba me llegó la carta de Eileen y la miré con extrañeza. Sin embargo no llegué a abrirla pues vi a Sean acercarse, con lo que decidí metermela en el bolsillo para leerla después. Total, el contenido no cambiaría y mis planes tampoco.
Iba a bromear sobre el hecho de dejarme esperando, pero me mordí la lengua al escuchar lo que decía, tan preocupado. Habían encontrado a otro. ¿Quién habría sifo esta vez?
- ¿Adriana Elliot? ¿De qué curso es? - Su nombre me decía poco, a decir verdad, pero claro: yo nunca había sido mis popular, maruja o demasiado interesada en la vida del resto. -¿Cómo? ¿Qué planeaba ella?

El tema era serio y por ello cada ez estab más convencida de que teníamos que ponernoa mnos a l obra ya que el ministerio parecía incompetente -o la directora, ya puetos-.
-Lo tengo todo, sí. Tú guías, -dije dándole la mano, entrelazando los dedos.

Anwen no era una persona que añorara a su familia, o al menos no de manera consciente. Pero volver a casa siempre le causaba felicidad, eran un núcleo muy unido y aunque sus padres eran muy estrictos, ella no tenía ningún problema con ellos y los respetaba como las grandes personas que eran. Además, a su madre no le importaba cotillear un poco, ya fuera de la alta sociedad mágica o de Hogwarts, se entretenían mucho.

-Hola mamá.- Dijo también sonriendo. Soltó sus cosas de cualquier manera, ya se encargarían de llevarlas a su cuarto.- La fiesta estuvo...extraña ¡Si hasta la hija de los Morgan dio un puñetazo a Roy! No entiendo que le pasa a algunos por la cabeza.- Anwen había compartido sus inquietudes sobre Eileen con su padre, no sabía que le había a su madre. En cualquier caso ya no guardaba sospechas hacia ella.-Es cierto, últimamente te veo cansado Aled ¿pasa algo? ¿Quién es la visita?

- Bueno, hemos tenido nuestras peleas con tanta vigilancia y tanta desconfianza, no te voy a engañar.- le explicaba mientras le limpiaba a su hija el polvo negro de la ropa. Viajar por chimenea no era lo más pulcro- Pero por suerte apareció alguien digno de confianza. Es una chica muy amable y maja. Se encarga de hacer la poción, ya que a mí me lo prohibieron- puso mala cara. ¡A ella le negaban hacer una poción! ¡La poción suya no habría fallado nunca! Por su culpa el negocio había decaído- y de vigilarnos. Fuera ya encontrarás también aurores. Nos tratan como criminales. A tu padre le hace gracia, pero a mí no tanta.- nada. No había manera de quitarle así como así ese hollín- Tu padre y Jeremy se han ido a comprar. Volverán dentro de poco. Tú... deberías subir, dejar las cosas en tu habitación e irte a duchar. Además, tienes cara de haber dormido poco. ¿Mucha fiesta la de anoche?- sonrió picarona- ¿Algún chico? Bueno, luego me lo cuentas. Primero ponte cómoda hija. ¡No sabes la ilusión que nos hace que vuelvas en vacaciones!

Tras una noche inolvidable, se despidió de Mia con varios mimos. En esos días se enviarían cartas y él también tenía pensado hacerse de un regalo para ella, el cual no sería problema teniendo en cuenta la tienda de su padre.

Tras eso viajó de chimenea en chimenea hasta llegar a la tienda de su padre el cual le recibió con ánimo. Tras un abrazo fraternal y sonreír al cliente de la tienda, respondió la pregunta de su padre.

- Pues bien, más que bien en realidad. Traigo noticias, voy a entrar en las flechas plateadas al acabar el curso, así que tienes más razón de la que crees con eso de la futura estrella. - tras dar la noticia rió contento.

Entonces pensó en la otra noticia, no sabía cómo decírselo, pero se daría cuenta por las cartas o cuando le comprase el regalo… así que intentar ocultárselo duraría poco. Esperó por la tienda viendo las distintas cosas que había en la tienda, las nuevas y las viejas, hasta que se quedaron solos.

- Pues también había otra noticia que quería contarte - tragó saliva, no sabía muy bien por dónde empezar - ¿Recuerdas a Mia? Mi compañera del equipo de quidditch - volvió a callar unos segundos dubitativo - puuuuues - alargó la palabra - bueno, quería comprarle un regalo para navidad.

Bueno, eso podría considerarse como contárselo, ¿No?

¿Sus padres peleando? Aquello era nuevo, sobre todo con lo suaves que solían ser ambos, excepto cuando llegaba la luna llena. Puso cara de circunstancias mientras su madre seguía empeñada en hacer desaparecer las motas de polvo de cubrían su desgastada ropa.

Por lo menos lo único bueno era que parecía que la persona a cargo de la situación no estaba ahí de guardia inalcanzable; por lo que decía su madre parecía alguien capaz de hacer de aquello algo menos doloroso. Aunque claro, eso no iba a evitar que ella sintiera cierto recelo por tener una niñera, fuera más o menos maja, porque en realidad era una medida innecesaria e injusta por parte del Ministerio, que en aquel momento debería estar investigando quién había hecho todo aquello.

También fue una sorpresa que a su padre lo de los aurores le hiciera gracia, una un tanto desagradable a decir verdad, porque su padre se había tomado todo aquello fatal desde el principio, lo sabía. Sabía que le consumía la culpa por lo que le había hecho a Jeremy. Y que se lo tomara con humor o bien era un mecanismo de defensa o bien un método para hacer menos penosa la situación para su mujer y para sí mismo o bien Azkaban le había afectado más de la cuenta.

Un nudo de nerviosismo se había empezado a aposentar en su estómago, contenta de que nadie hubiera ido a pasar las vacaciones de Navidad a su casa porque, desde luego, aquel no era el mejor panorama. Su casa era otra cárcel de seguridad más relajada, sí, pero cárcel al fin y al cabo. Se preguntó si ella también era prisionera o, por contra, era la que debía ser protegida. Aquella idea le daba muy mala espina.

Por suerte o por desgracia, su madre, ajena a todo aquel proceso interno que estaba sufriendo su hija, dejó caer si había algún chico, a lo que Eileen emitió un ruidito de protesta a medio camino de atragantarse con su propia saliva.

- ¡Mamá! Que soy tu hija. Adolescente. Esas cosas no se preguntan.

Es mejor que no lo sepas, quiso añadir, pero en lugar de eso emprendió el camino hacia su habitación, pensando inevitablemente en Emily y, por asociación, en la carta. Se preguntaba si la carta que había recibido aquella mañana era en respuesta a la suya. En parte el hecho de que le recordara que era su mejor amiga se lo hacía pensar pero que fuera todo lo que tuviera que decir a su carta...

Decidió apartar aquel pensamiento de su mente mientras subía las escaleras. No. Había tomado una decisión. Nada de Emily aquellas vacaciones. Si había algo que afrontar, sería  a la vuelta.

Sujetó la mano de Emily, mirándola unos segundos detenidamente. Tenía que contárselo pero no quería seguir sacando a coalición el nombre de Eileen. Últimamente estaba más en su boca que en la de la chica. Suspiró. Tendría que hacerlo. No quería tener secretos con Emily.

- La chica es de Oceans.- le explicó-la que iba a la casa de Gryffindor. Anoche le hizo una cruciatus a Eileen.

Apretó un poco más la mano de la Ravenclaw y de pronto desaparecieron del nevado escenario para reaparecer, sanos y salvos, en un lugar frío pero en aquellos momentos soleado. Era una calle ancha, con casas iguales a ambos lados y un parque donde los niños jugaban en esos momentos en el medio. Aunque no era un barrio solo para magos, nadie se había percatado de la extraña aparición de dos personas nuevas agarradas de la mano.

Su madre solo sonrió, encogiéndose de hombros. Sabía que Eileen era tímida en aquel aspecto, pero una madre siempre era una madre, y después de una fiesta, de volver pálida como si hubiera trasnochado y de que Jeremy hablara de un tal Kegan, la intriga le vencía.

- Te prepararé unas tostadas, ¿vale?- sabía que Eileen era de comer mucho.

Eileen subió a su habitación, en esos momentos cerrada. Y cual fue su sorpresa cuando al abrirla, se encontró con que su cama estaba ocupada. Había una chica, quizás contara entre los 23-26 años de edad, dormida. Tenía un cuerpo atlético, era rubia, con el pelo largo e iba vestida con un jersey fino y unos pantalones vaqueros. Ni siquiera se había arropado con las sábanas.

Al notar luz en los ojos, la chica pareció reaccionar. Levantó un poco la cabeza, con los ojos entrecerrados, y dirigió su vista a Eileen, sin identificarla.

???:- ¿Ya es la hora?