Partida Rol por web

In Hoc Signo Vinces

El águila sobre el nopal

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17/03/2009, 19:32
Director

Varios capitanes cenaron aparte, en petit comité. Se encontraban allí Cristóbal de Olid, Javier Núñez de Oviedo y Gonzalo de Sandoval, cada cual bebiendo de su jarra y con un banquete digno de un emperador sobre la mesa. Abundaban las carnes, como mandaban los gustos españoles, pero también habían platos más locales. Las indias asignadas como esposa a cada cual, servían las viandas.

Los dos nuevos capitanes, empero, eran los únicos "solteros" del grupo. Ellos no habían estado en el "reparto" de mujeres con el que los nobles de Tlaxcala habían agasajado a Cortés. Pero nada les impedía, llegado el caso, hacer valer su rango para abusar de alguna de las muchas esclavas que por el palacio pululaban.

El tema de conversación giró pronto hacia lo obvio: aquella ciudad y su futuro. La opinión de algunos capitanes es que Moctezuma era un indio, al fin y al cabo, y como ser inferior creía que ellos eran dioses. Y aquello no era tan malo, con perdón de Nuestro Señor. Ojos que no ven, corazón que no siente.

-¿Y vuestra excelencia que piensa sobre ello, señor de Muñéjar? -preguntó don Cristóbal de Olid.

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17/03/2009, 19:44
Director

Una treintena de soldados compartían aquel aposento decorado con escenas de caza en las paredes. Charlaban y reían, comían y comentaban. Un grupo de ellos jugaba a los dados y se apostaba lo que tenía. Pronto aprenderían a jugar a los juegos de los indios, para variar un poco su repertorio.

Los cabos Dorantes y Adeva estaban sentados uno frente al otro, y les acababan de servir la comida: una especie de estofado con carne y judías. De beber, cada cual había escogido si probar algún caldo embriagante local o conformarse con el agua, como buen y austero soldado. Ahora ellos tenían tres sirvientes cada uno, y muchos de ellos eran mujeres. El que no le había tocado una demasiado joven o vieja, se frotaba las manos ante la espectativa.

Los soldados Ramínrez y Tejedor jugaban a los dados, apostándose las coderas de uno de los soldados que murió en el ascenso al volcán Popocatepetl. Frente a ellos, la pareja formada por Manuel Rodríguez y su amigo, el Cartagenero, el "experto" en juegos de azar.

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17/03/2009, 19:53
Director

Carlos Cabal paseó por la muralla, despacio.

Los soldados estaban allí, silenciosos, mirando el sol desapareciendo tras el horizonte. Uno de ellos era el ballestero Juan Miguel de Quart, que cantaba canciones de su tierra natal, parecía ajeno al miedo que atenazaban a otros hombres.

El sargento posó en él su vista. Buen y viejo veterano, aunque no muy conversador. Quizá esta noche tuviera más suerte y consiguiera saber más de aquel hombre.

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17/03/2009, 19:59
Director

El cirujano Torrejón terminó de examinar a Juan Quiralte Veguer.

La enfermería estaba vacía esa noche, de momento. Allí se encontraba el padre Salvatierra, que examinaba con ayuda del padre Herrera un extraño códice hecho de pergamino y pintado con aun mas extraños símbolos, intentando descifrarlo.

El médico Ruiz examinaba a un indio al que habían azotado por desobediencia hacia unas horas, y miraba de soslayo a la galeno Díaz. Tras haberse sobrepuesto de la sorpresa de saber que el cirujano de la expedición de Cortés era una mujer, debía admitir que la presencia de una española de tan buen ver en la enfermería era todo un lujo para la vista.

-Es solo una indigestión -dijo Torrejón.

Mercé estaba allí, junto a su padre, que se había sentido muy mal poco después de la cena. Se quedaba más tranquila al saber aquello. A veces, sin embargo, miraba hacia atrás, hacia los ruidos del corredor de la algarabía de los soldados españoles y tlaxcaltecas que se divertían aquella noche. Su padre le había advertido de que ni se le ocurriera ir para allá. Hay pocas cosas peores que un soldado ebrio y con ganas de desvirgar a una tierna muchachita.

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17/03/2009, 20:07
Director

Al poco de llegar a aquel lugar, comenzaron a venir numerosos esclavos. Había que admitir que el palacio era bello, y que tentaba el quedarse a vivir allí. Sin embargo, Ameyal sabía que los españoles no harían sino profanar la dignidad de los aposentos del difunto emperador.

Cuando ella acababa de dejar una cesta llena de fruta en el patio de armas para los soldados, observó como su criado se acercaba con una bolsita atada al maxtatl*. La ayudó a coger unas bolsas de tela vacías que estaban junto a ella, agachándose.

-Tengo el cacao -dijo- Seguidme.

Con disimulo, fueron hasta las puertas de palacio, simulando que iban al mercado o algún otro lugar para coger más viandas. Actuó con naturalidad y, tal y como predijo, los guardias ni les prestaron atención debido al trasiego de las gentes. Unas calles más allá, su libertad se hizo completa.

-Ahora -dijo- a Xochimilco.

Ameyal miró un momento hacia atrás, pensativa. No se había despedido de Malinalli, ni si quiera de Carlos. Pero se desengañó. Desde hacía tiempo, ella no importaba nada en sus vidas. Y para él, solo había sido una noche de pasión. Sin embargo, por alguna extraña razón le apenaba marchar.

-Mi señora, vamos... -dijo Omecihuatl.

Le tendió su vieja y nudosa mano, amable.

Notas de juego

* Taparrabos.

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17/03/2009, 20:44
Ameyal Tonatzin
Sólo para el director

La india miró la mano que aquel personaje de su vida pasada le tendía, ahora no había tiempo para la demora y el decir adiós a dos personas que no reparaban en ella era tonto. Dubitativa tendió la mano lentamente hasta aquella que se le entregaba fiel y confiable, Ameyal dio un paso y la tomó por fin, había dado el sí o al menos en su interior lo dio. Bajó la mirada, no quería parecer desagradecida con Omecihuatl y hacerle saber de esa tristeza que la invadía de pies a cabeza. Empezó a caminar tras él y entre la gente, mientras se convencía a sí misma de que no había motivo para quedarse.

Apretó el paso, aunque sabía que nadie venía detrás de ellos; todos estaban demasiado ocupados en sus cosas como para preocuparse de un par de indios pero no sólo lo que dejaba atrás le dolía, también la idea de presentarse ante sus tíos, aquellos que nada hicieron por ella, no estaba convencida de que eso fuera lo mejor pero le debía aquello al criado, debía por lo menos hacer el intento y ya luego, luego verían lo que tendrían que hacer. Se secaba las lágrimas una y otra vez, era una india tonta, envalentonada por las palabras de amor de un hombre que no tenía palabra como bien había podido ver en los de aquella raza de pieles pálidas. Era una india idiota pero estaba yéndose y las cosas tenían que mejorar.

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17/03/2009, 20:42
Alfonso Castellar de Muñejar
Sólo para el director

Don Alfonso apuró la copa que sostenía entre las manos, y miró al capitán. -Pues, para serle franco, Don Cristóbal, es sabido que los Índios de aquestos parajes, por ser seres inferiores, no gozan de nuestra misma inteligencia, y es por ello por lo que nos han tomado como parte de sus dioses paganos, y que Dios me perdone.- Tras esto, el señor de Muñejar odenó a una de las esclavas que el sirviera de nuevo en su copa. Mientras esta se apresuraba a atender la petición, Don Alfonso porsiguió. -No obstante, mientras Don Hernando y ese salvaje ataviado de seda y plumas conversaban, pude observar que ni él ni su cohorte parecían especialmente convencidos. Y desconozco qué les dijo Doña Marina (estas últimas palabras el noble casi las escupió, pero siempre con cuidado, pues la Índia, pese a su desconcierto, parecía ser querida entre los españoles). Así que convengo en que seamos precavidos, y no festejemos en exceso. Quién sabe cuando nos podrían ensartar con esas lanzas de obsidiana.- 

Tras lo dicho, el señor de Muñejar volvió a beber un largo trago. -No debéis olvidar, Don Cristóbal, que aquestas gentes han buscado nuestra desventura desde que hemos llegado, y ya nos han traicionado una vez. Poco me extrañaría que volvieran ha hacerlo. El corazón me dice que traman maquiavélicos planes en sus palacios, sobre esas pirámides.- Tras estas palabras, Don Alfonso observó que quizá estaba pecando de precavido, y, al fin y a la postre, no había motivo para alarma, al menos de momento. Así pues volvió a esbozar una sonrisa en su rostro, y se dirigió de nuevo al capitán. 

-Pero ahora es momento de celebración. Que mis sombrías palabras no mengüen vuestra alegría y vuestros ánimos, y que prosigan los festejos. Hemos llegado aquí sanos, salvos y de una pieza, y eso es digno de semejante banquete.-

Notas de juego

Bueno, no se si me oyen los demás, per lo que lo pongo en "solo para el director".

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17/03/2009, 21:19
Juan Miguel de Quart

 Allí estábamos, dos de los supervivientes a multitud de penurias y catástrofes de esta expedición liderada por el ambicioso Cortés. Hoy era una noche de fiesta y descanso,...pero,¿como sería el día?

  -Lo del orinal quizás debiera llevarlo de vuelta. Me haría rico con él...y es menos problemático  que estar aquí - pensé para mis adentros- estos infieles cada vez me sorprenden más.

  - Tanto tiempo hemos esperado para este momento que ya ni me acuerdo de cuándo empezamos. Estamos aquí, frente a nuestra meta y ahora sólo hace falta la última orden...pero por hora tenemos que contentarnos con estas preciosas vistas,¿no cree?.

 

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17/03/2009, 22:37
Manuel Tejedor

 

Si hay algo que nunca había conseguido tras años de lucha en las más distinguidas ciudades europeas, había sido la de ser tratados como reyes, aún mejor ¡Como Dioses!

-La puta de oros!-exclamó Manuel-Aún no me puedo creer que estemos siendo atendidos de tal manera…-dijo para si tras matar un vaso de alcohol local, se llamara como se llamara estaba buenísimo.

Luego agarró el cubo de los dados mirando a sus rivales y estirando el brazo poniéndolo al frente de todos.

-Bien…¿Quién hace la tirada de salida?

 

El 7 y el 11 daban la victoria, el 2, 3 y 12 la derrota, el resto poco le importaban.

 

- Tiradas (1)

Notas de juego

 

 

 

 

 

 

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17/03/2009, 23:12
Carlos Ruiz Méndez

El médico madrileño examinaba por última vez los vendajes que le acababa de poner al indio después de aplicarle un ungüento en las heridas causadas por una vara de roble. Agradecía no tener que atender por un tiempo heridas de mayor gravedad que rasguños o ampollas...

Al oír las palabras de su colega,Carlos suspiró,atendiendo por un momento a las voces de los soldados que celebraban la triunfal entrada en la ciudad-algo me dice que esta noche tendremos que tratar unos cuantos estómagos...

-Espero que en unos días todos nuestros problemas se limiten a dolores de estómagos.Sería un alivio no tener que curar más heridas por espada en una temporada.

Tras decir esto se giró hacia la dama que ejercía de cirujana e,intrigado por su presencia entre tanto varón intentó entablar conversación con ella:

-¿Lleva mucho al sevicio de Cortés,mi señora?

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18/03/2009, 00:36
Cristóbal de Olid

Olid sonrió, alzando la copa antes de beber. No quería pensar demasiado acerca del futuro. Los soldados aprenden pronto a vivir el hoy frente al mañana incierto.

-Relajaos, don Alfonso, y disfrutad del festejo. Ya habrá tiempo sobrado para matar, o morir, en los días que están por venir.

Sonrió de forma algo enigmática.

-Eso os lo garantizo.

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18/03/2009, 00:39
Gonzalo de Sandoval

El joven Sandoval era el capitán más mesurado de los que allí estaban. Apenas había hablado ni bebido. Tan solo, se había limitado a comer y a escuchar. Intercambiaba miradas con los presentes, intentando saber de que pie cojeaba cada uno.

-Me preguntaba, señor... -comenzó a decir- Me preguntaba por qué el señor de una villa en España ha venido a hacer las Indias.

Hubo un pequeño silencio por aquellas palabras.

-Todos los aquí presentes, incluído el capitán Núñez, somos hidalgos segundones de casa de mucho blasón pero poca olla. Puedo entender sus razones para estar aquí, pero las de vuestra excelencia me resultan difíciles de comprender.

Tocó el borde de su copa, e intercambió una mirada con la mujer que era su esposa. India, si, pero esposa. Él no la trataba como un mero objeto de pasiones, como hacían otros españoles.

-Quizá pueda vuecencia despejarnos la duda.

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18/03/2009, 00:44
Fernán-Nuñez "El Cartagenero"

El cabo sonrió, como el hideputa peligroso que era. Se había labrado ya una fama entre los españoles, y esa fama difería en cuanto si uno pertenecía o no a la oficialidad.

-Los indios, señor Tejedor, son así. Ayer quieren matarte, y hoy te dan a sus mujeres para que te ayuntes con ellas. Nos pasó lo mismo en Tlaxcala.

Puso la palma de la mano en el vacío del cubilete, y agitó el dado de su interior. Luego, le dió la vuelta apoyando el borde sobre el suelo, y descubrió la jugada. Un empate.

-¡Por vida de...!

Luego miró al arcabucero, y comenzó a reir.

-La fortuna se ríe de nosotros.

- Tiradas (1)
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18/03/2009, 00:50
Francisca Díaz de la Vega

Estaba nerviosa.

Se había escondido de él, pero tarde o temprano le encontraría. No sabía como enfrentar el momento en que se vieran. No sabía si le daría un beso o le cortaría el cuello con un escalpelo. Quizá merecía ambas cosas. Aquello la tenía con el alma en vilo, y apenas prestó atención a lo que hacía. Actuaba como un autómata, y no se percató ni de la presencia de aquella joven española en la enfermería.

-¿Qué? -preguntó.

Miró hacia el médico, intentando recordar que le había preguntado.

-Sí. Llevo, pues... Un año casi.

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18/03/2009, 01:30
Carlos Cabal

Carlos se detuvo junto al ballestero. Alto, pensativo y duro como siempre, brazos cruzados y espada al cinto, viendo como el sol se marchaba dejando entre sombras a la inmensa urbe, y ello sin descuidar sus funciones como sargento de guardia en las murallas del palacio. En esta ocasión su mirada parecía particularmente severa y las palabras entusiasta del soldado no hicieron sino agravar su preocupación.

-No me gusta, señor de Quart.- dijo con firmeza.

Cambió Cabal una mirada con el ballestero, como diciendo lo veo demasiado animado a sabiendas de donde nos encontramos, y luego comenzó a recorrer las murallas y los distintos puestos de vigilancia haciendo gesto para que este le acompañara.

-Cierto es, y el tiempo lo probará, que no van a faltarnos manos para pelear cuando llegue el caso. Sin garantías, sin socorro y sin gloria; por desesperación, orgullo y reputación. Por no ser esclavos y acabar de pie. A fin de cuentas, a la hora de morir y para ciertas clase de hombres, vender cara la piel siempre significó un consuelo. Bien sabe vuesa merced que entre nosotros esa es historia antigua y no se limita únicamente a estas tierras.-

Continuaron dando vueltas por las murallas. El ballestero seguía al sargento a través de las distintas pasarelas y balconadas, pudiendo ver desde ellas infinidad de casas, enormes templos y un sin fin de vías fluviales. Infinidad de canales estos que limitaban todo el área, siendo únicamente cruzables a través de puentes hechos con barcas, pasos artificiales que se podía retirar con pasmosa facilidad.

-Todos esos indios expectantes, mirándonos. He asaltado muchas plazas y creame cuando le digo que esta no se parece a ninguna otra. Jamás en Italia, África o cualquier otro lugar de las Indias vi lugar que siguiera esta disposición. De hecho, esos canales que comunican la ciudad me hacen recordar la Fortaleza* allá en Santiago de Cuba, no siendo precisamente nosotros los alcaides, sino más bien los cautivos.-

Se detuvimos nuevamente en el acceso más principal al interior del palacio. Era ya noche y los centinelas estaban bien posicionados, todos atentos en su puesto pero imbuidos por ese problemático halo de ingenua tranquilidad. Este tipo de fortificación, pensaba Cabal, no es nada fácil de defender. Sin fosos, ni estaca, ni entrada cubierta, ni través, ni revellín alguno. No, la situación, aunque ahora tranquila, podía acabar siendo un verdadero infierno.

-No me gusta.- sentenció el sargento.

Notas de juego

*Fortaleza de Santiago de Cuba viene a ser el presidio de aquella ciudad. Carlos fué nombrado alcaide del mismo y no se suele sentir cómodo cuando ve que está atrapado. Siempre ha preferido la batalla campal o el asalto a nivel táctico.

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18/03/2009, 01:29
Alfonso Castellar de Muñejar
Sólo para el director

Don Alfonso miró al capitán. Por un momento dudó sobre qué responder. En sus pensamientos, era muy obio, pero buscaba una forma rápida y sencilla de eludirse de la pregunta del capitán, bastante incómoda. 

-Verá, capitán. Mi padre, gran y rico señor de Muñejar, que nuestro señor lo tenga en su gloria, gozaba de muchos respetos, pero sobretodo tenía muchos respetos en la corte de Castilla.- El noble hizo una pausa, pensando muy claramente todo aquello que iba a decir. -Al acontecer su triste fallecimiento, su legado y herencia pasaron a mi persona, convirténdome en el señor de Muñejar.- Ahora Don Alfonso hizo una pausa más larga. Tenía que calcular con calma todo aquello que decía.

-Como vos sabéis, ya sea por certeza o por suposición, entre la nobleza española, la riqueza no es nada, no sin poder e influencias. A través de diplomacia y hábiles manejos, pude conservar el puesto que mi padre se procuró entre la aristocrácia. Pero algunos señores y barones, entre otros, aún no ceden su confianza, y no lo harán hasta que les demuestre que, como mi padre hiciera, el señor de Muñejar (mientras decía esto, cerro el puño, enseñando bien visible el blasón de su casa) aún es un aguerrido y gallardo caballero en favor de España. Es por eso por lo que me trasladé las índias, y por lo que estoy ahora aqui, en aquestos remotos y exóticos parajes, para demostrar lo que la señoría de Muñejar, y su señor, pueden aún dar de si. Y si la buenaventura, la fe en Dios nuestro señor y la habilidad en las armas de los hombres nos guían hasta la batalla y la gloriosa victoria, mi vuelta a España será, sin duda, testimonio suficiente para acallar las que ya son demasiadas voces desfavorecedoras para mi persona y mi posición.-

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18/03/2009, 02:43
Diego Raminrez

La fortuna es cruel, se rie de casi todos, pero creedme, vale la pena tenerla de nuestro lado, y si estos indios nos dan a sus bellas y salvajes mujeres para yacer con ellas, bien sabe Dios que no seré yo quien los afronte con tal desagravio y felonía dejando insatisfecha a ni tan solo una de esas criaturas...jajajaja. Pasadme los dados pues de paso os enseñaré como se juega a esto. Bueno, no hubo suerte, no importa, hay noche y hoy por extraño que parezca, podemos disfrutarla, pues mañana, sin genero de dudas no marcharemos, las negociaciones pueden ser largas, segun se escucha. Luego Diego se sirvió un buen trago del licor local y lo apuró de un trago. Esta gente sabe contentar el paladar a la vez que calentar el cuerpo con como dirian el padre Salvatierra ó fray Santiago bebidas espirituosas...jajaja. 

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18/03/2009, 02:10
Fray Santiago de Herrera
Sólo para el director

Esa noche, encerrado en su habitación y alejado del licor y del mundanal bullicio, Santiago oraba de rodillas y recapitulaba los sucesos del día. Señor, os agradezco infinitamente la buena estrella con que has cobijado esta expedición. Os doy gracias por el recibimiento del principal de estos indios, y la buena acogida del pueblo a la posibilidad de salvación en vuestra gracia. Os pido protección, para que los mexicas no vuelvan su mano contra nosotros y nos ataquen como en el camino hasta aquí. Y os pido que por favor nuestros hombres no pierdan en ningun momento la disciplina y la compostura, siendo ejemplo de la civilización y el progreso, y más aún, de la moral y las buenas costumbres cristianas. Señor, guiad al capitán Hernando Cortés en el camino correcto para llevar adecuadamente el mensaje de Su Católica Majestad a los habitantes de esta ciudad.

Tras rezar las oraciones adecuadas a la hora en su breviario, Santiago se recostó en la estera que le hacía de cama. Cuantas maravillas había visto en un sólo día. Una ciudad que fácilmente competía con las mayores de España en tamaño, y que muy seguramente las superaba en colorido y variedad. Cuántos indios, cuántas almas esperando recibir el mensaje de salvación. Cúantos futuros conversos, hombres y mujeres de bien que ahíncaran el alma al trabajo y al progreso del imperio español. ¿Y porque al español? ¿Porque quitarles la libertad, el bien más precioso que nos hubiera dado Dios Nuestro Señor después de la vida y la salvación? Bien podrían ser un imperio aliado de España que representara a la Corte de Su Majestad en las Indias. Y podrían haber tantos beneficios al comercio...Los negocios no eran su área, pero en un nuevo país recien descubierto al mundo las posibilidades eran infinitas. Si Dios aprobaba los esfuerzos de este puñado de hombres (puñado en comparación a la población que vivía en la ciudad), la gloria de España y de la Santa Iglesia Católica podrían alzarse hacia las nubes. Y con una vegetación tan rica, quien sabe cuantas plantas podrían aprovecharse para hacer medicamentos y curar dolencias...Y que selvas tan extensas, se sienten infinitas. Cuántos árboles se pueden emplear para obtener la madera tan necesaria? La mente del joven sacerdote volaba por extensiones que sólo su imaginación conocía, ora en Toledo, ora en Roma, ora en Tenochtitlán. Tantas posibilidades, y todas gracias a la mano generosa del Señor ; y todas listas para ser empleadas como mejor aumentaran la gloria del Señor. Pronto el cansancio por el largo viaje cobró su cuota, y Santiago durmió pesadamente.

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18/03/2009, 12:23
D. Felipe Gonzalo de Adeva y Lozoya

... así que Delgado murió de fiebres en esta selva perdida de la mano de Dios. ¡Quién hubiera dicho que el Señor le tenía reservado ese final!.- comenta entre bocado y bocado.- Sirvió bajo mis ordenes en la Sagrada, eraun hombre duro y honrado.

Se queda mirando a una de las esclavas que han puesto a su disposición y pierde el hilo de la conversación.

Demasiado tiempo sin una mujer...

Voto a Dios que es cosa curiosa esta. El que hace solo unos días mandaba a sus indios contra nosotros, ahora nos da la bienvenida con los brazos abiertos, nos pone a nuestra disposición sus mujeres y nos da de comer como si fuesemos hermanos.- comenta.- Me pregunto que nos tendrá reservado y auguro que nada bueno.

 

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18/03/2009, 14:42
Manuel Rodriguez

Manuel  Sonrie brevemente a su compañero de batalla y de juego y despues mira seriamente a los otros dos carraspeando

-Tan solo son cobardes sin honor que golpean por la espalda, por mi les atravesaría el gaznate antes de que pronunciaran palabra alguna

Después coje el cubilete y se dispone a tirar y hace una mueca de desagrado

-Me caguen la puta, ya veo que ni la suerte ni la fortuna   me sonrien

Apreta su puño y mira a su compañero de juego encogiendose de hombros

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