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Instituto Tamagawa: Estudiar ó Morir! La leyenda de los 13.

La leyenda de los 13

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21/04/2011, 15:22
Director

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Hace mucho tiempo, el dios Buda decidió hacer una fiesta de Amor y Paz Celestial e invitó a los dioses de distintas tradiciones (de hecho mandó invitaciones a todos los dioses existentes pero sólo respondieron unos pocos, los que con tal de emborracharse les daba igual que fuera de fraternidad o para celebrar una batalla, eso no les importaba, y los que eran demasiado educados como para rechazar una invitación solemne). Todos aparecieron con sus mascotas y trayendo regalos apropiados para la Gran Party: romanos, griegos, egipcios, hindúes, nórdicos,... todo tipo de dioses llegaron.
Los romanos llegaron con montones de jarras de vino especiado, los egipcios trajeron a las mejores bailarinas y músicos para amenizar el momento, los nórdicos, nunca salían de casa sin montones de barriles y barriles de cerveza y de hidromiel para emborrachar a todo el mundo, los mesoamericanos, aparecieron con  dos regalos únicos y sorprendentes: el tabaco y el chocolate, maravillando a todos con aquellos extraños puros y pasta de cacao.
También estuvieron los chinos, comandados por el Rey-Mono y trajeron pólvora para maravillar a los invitados con los más perfectos y bellos fuegos artificiales durante la noche. Los australianos crearon una ambientación mística con sus palos de lluvia y pinturas, que decoraron la Sala del Banquete con espectaculares colores y registrar para siempre aquel momento de total comunión entre panteones divinos de distintos lugares. Y a medida que fueron llegando más y más dioses, el Recinto se fue llenando de regalos, comida y bebida para la Fiesta, hasta que, por último, aparecieron los japoneses, que en su tremenda modestia trajeron lo que ellos más valoraban: arroz y sake.

Los demás dioses se rieron de aquella bebida llamada "sake", era transparente e igual de poco denso que el agua, pero en su ignorancia todos bebieron pensando que un líquido así no podía ser más que algo inofensivo, nada que ver con la cerveza, el vino o la hidromiel al que estaban acostumbrados y acabaron todos borrachos perdidos.

Loki, el dios de las mentiras, que decidió no beber, se aburría y mientras todos bebían como cosacos, decidió entrar en la Sala donde los animales espirituales de los Dioses, descansaban, bien cuidados bajo la atención de una divinidad menor. Pero resultó que ese diosecillo era también un borracho y Loki sólo tuvo que esperar a que cayera bajo el sueño etílico para colarse dentro de la Cámara. Su idea era soltar a todos los animales y provocar una estampida que asustara a todos y así poderse reír a gusto. Y así lo hizo.
El pandemónium que se lió en el Recinto fue enorme: animales y dioses no paraban de correr, caerse, beber y comer de todos lados, hasta el punto de que ya nadie era capaz de distinguir nada. El sueño finalmente invadió a bestias espirituales y a divinidades por igual y al despertar, con una enorme resaca todos se dieron cuenta de que faltaban 12 animales en la Sala. Loki no paraba de reír en una esquina y cuando todos enfadados pidieron cuentas al Dios Guardián, éste dijo que alguien le había emborrachado y drogado para poder entrar en la Sala de las Bestias.
Por hache o por be, por activa o por pasiva, todos acabaron acusando a Susano-o, el dios del caos porque era el único que no parecía tener resaca. Claro que había bebido pero acostumbrado al sake como estaba, mantenía su compostura como nadie, dando esa falsa apariencia de “Yo estoy bien”.
Es por ello que se le ordenó, como castigo, que buscara a los 12 animales perdidos y los devolviera a sus dueños celestiales, pero tras semanas sin pista alguna, el dios se dio por vencido, hasta que encontró un gato que le indicó que fuera al Mundo de los Mortales. Susano-o bajó raudo, a lomos de un vendaval tormentoso y arrasó varias tierras tratando de localizar a los animales, pero ni rastro de ellos. Volvió a encontrarse con el Gato y enfadado el Dios del Caos le preguntó.
-Porque me enviaste al mundo de los mortales si no están aquí?! Habla maldito gato o te juro que pagarás caro tu engaño!
El Gato, con su sonrisa enigmática, le respondió que los 12 animales habían huido asustados y borrachos del  Recinto Celestial y  cayeron al Mundo de los Mortales cual meteoritos, pero como estaban muy débiles al no tener una forma sólida buscaron refugio en cuerpos humanos, atraídos por el calorcito y la comida. Pero cuando se les pasó la borrachera, cuando intentaron salir ya no pudieron, se habían quedado atrapados dentro. Necesitaban ayuda para poder salir y volver a la Sociedad Celestial.
Susano-o miró con suspicacia al Gato pero no parecía tener motivos para creer lo contrario así que decidió probar su teoría, pero era una tarea aburrida y pronto dejó de buscar y se dedicó a repartir tempestades y huracanes a mansalva por el territorio humano.

Pero un buen día, Buda y los demás dioses, se cansaron de esperar y llamaron a Susano-o para saber si había conseguido encontrar a sus mascotas. El dios del caos, enfadado porque le habían cortado la diversión, respondió de mala gana y les mandó a donde no asoma el Sol. Enfadados, decidieron castigar a Susano-o mandándole al Mundo de los Mortales, cerrándole el grifo a sus poderes celestiales y obligándole a vivir como un mero mortal.

A la semana de instalarse Susano-o en el mundo como mortal, apareció por tercera vez el Gato que le había intentado ayudar, no paraba de reír como un descosido. Y entonces Susano-o supo que había sido engañado por Loki, que se había hecho pasar por un Gato para echarle la culpa de todo el incidente. Susano-o encolerizado lanzó una terrible maldición a Loki y a los 12 animales que no había conseguido encontrar: los condenó a lo mismo que le habían condenado a él, a permanecer encerrados en cuerpos humanos y a transmitirse su espíritu de generación en generación, eternamente.

Desde entonces, ha habido 13 familias que en cada generación ha habido una criatura que estaba poseída por el animal perdido hasta llegar a la actualidad, en el que la sangre y la maldición han empezado a diluirse sustancialmente, más no el drama y la pesadilla de los elegidos.

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