Partida Rol por web

Poder+Magia+Voluntad-1= 9 Dados

Trata de paralizar las moneas y la chica.

Adam fue a replicar, pero su hermano le echó esa mirada de "ahora me toca". El joven se quedó con la boca abierta y con la mano medio levantada para replicar, pero se quedó a medias. Se recostó en el asiento mientras no dejaba de observar al fantasma. Oyó a su hermano más que escucharle, pues no podía apartar sus ojos de Aaron.

Pero escúchale, Arnold, parece desesperado dijo sin poder contenerse más tiempo. Nos ha dicho que Josh era su protegido. ¿Siendo fantasma puedes sentirle? preguntó mientras la curiosidad volvía a su mirada.

Esperando una dura mirada de su gemelo, carraspeó y se volvió a recostar.

Bueno... cuéntanos más detalles, que hasta la siguiente parada tenemos tiempo terminó poniendose serio.

Aaron miró con expresión perpleja a los gemelos. Abrió la boca como si fuera a decir algo, solo para cerrarla después, frunció el ceño y volvió a abrir la boca, levantando una mano en un intento de acompañar lo que fuera a decir, pero tampoco dijo nada. Volvió a cerrar la boca y se recostó en el asiento.

- Yo... No sé qué decir. - admitió - Felicidades, es la primera vez en muchísimo tiempo que me quedo sin palabras. Todo un logro. El problema es que no hay mucho más a contar, no hay detalles ocultos, estoy siendo totalmente franco con vosotros. En realidad, no se trata de que Josh sea ahora un protegido de vuestro luz blanca ni nada de eso. Josh es un muchacho especial, tiene un poder en concreto que con el tiempo, será capaz de salvar a millones de personas, un mundo entero. Íbamos a llevarle a un lugar seguro cuando fuimos... interceptados. Y no, no puedo sentirle, no era un luz blanca, era mi protegido si pero no en el sentido místico de la palabra. Yo era más su guardaespaldas que su guía espiritual. No podía sentirle en vida, mucho menos ahora. Ahí arriba no lo saben, solo necesito que vuestro luz blanca les avise. No tiene ni que hablar conmigo si no queréis. Llamadle, y se lo contáis vosotros, a mi me serviría igual. Por todo lo que se, Josh podría estar muerto, la única esperanza que tengo es que su poder sea tan interesante para nosotros como para ellos, pero aún así, estamos hablando de Warlocks, podrían matarle para robarle el poder en cualquier momento. Entenderéis pues que tenga algo de prisa por hablar con un luz blanca, y poner a los Ancianos en movimiento para que le busquen.

Se pasó una mano por el pelo, nervioso. Obviamente no estaba acostumbrado a ser cuestionado de esa manera. Por un instante sus ojos mostraron ira. No, no ira, sino frustración. Parecía ser un hombre de acción, alguien que acostumbra a hacer las cosas, y estar sentado pidiéndole un favor a dos chavales parecía estar reconcomiéndole. Pero luego su rostro mostró tristeza. Él estaba muerto, y aún así, reflejaba ese sentimiento no por si mismo sino por el chaval que decía que era su protegido. Parecía que su preocupación por su bienestar era genuina.

Alessa levantó las manos en un acto casi reflejo, y el tiempo pareció ralentizarse mientras aquella colección de monedas - unos objetos tan usualmente inocentes - se acercaba a toda velocidad en la dirección aproximada de su persona, con intención asesina. Y oh, ¿a aquella velocidad? Alessa sabía que podían matar. Morir por un puñado de monedas. Eso sí que era triste.

Así que usó su poder y deseó que no pasara lo peor.

Y vivió. Aunque cuando abrió los ojos descubrió que había un cuarto de dólar flotando a un par de milímetros de su ojo izquierdo. Estaba paralizado, pero había estado viajando a tanta velocidad que seguía viéndose distorsionado, como cuando uno pausa una película en una escena con movimientos rápidos. Motion Blur en la vida real. Qué bueno.

Luego miró a la chica y... no. Ella no estaba congelada, aunque su expresión de sorpresa era totalmente genuina. Murmuró algo mas en chino - o lo que Alessa creía que era chino - y se dio media vuelta, regresando a la trastienda, devolviendo al tiempo real a la cortina de madera al forzarla a moverse.

Diana examinó la casa con la misma expresión de aprecio que había demostrado al estar ahí arriba. Extendió la mano para tocar alguno de los muebles y miró el batiburrillo de mandos y videojuegos que había bajo el televisor con una sonrisa en la cara.

- No sabría que decirte. - respondió al fin - Nunca he tenido protegidos, no en el mismo sentido que aquí. Es decir... sí, naturalmente se han forjado vínculos entre yo y un brujo, pero es difícil allí. Verle y acercarme a él podía suponer más un peligro que una ayuda. Así que les vigilamos, con medios convencionales, cámaras, micrófonos... Pero los luces blancas estamos relegados a ser taxis sobrenaturales, como tú lo has dicho, y tiritas de emergencia. En realidad, ni siquiera hacemos ninguna de esas cosas a menudo, nuestra mayor función es formar vínculos con otros, seres mágicos desconocidos y ayudar a localizarles y protegerles, siempre desde el HQ. Nosotros sentimos el peligro, ellos les ponen remedio. En cinco años he tenido tres protegidos, sólo le vi la cara al segundo cuando lo trajeron para que lo sanáramos, ya era tarde. Así que si quieres consejos sobre cómo ser un radar para otros sobrenaturales, puedo darte unos cuantos. ¿De guía espiritual? No muchos, me temo.

Volvió a echarle un ojo a la casa, y al final se dejó caer en un sofá, justo donde la luz del sol incidía en ella.

- Necesito hacer la fotosíntesis. - sonrió - Llevo desde que decidí convertirme en luz blanca encerrada en una cueva a quilómetros bajo el suelo. Hay muchas comodidades, sí... Pero la luz del sol no es una de ellas.

Justo en ese momento, Eric sintió un pico de miedo, uno de sus protegidos había estado mortalmente asustado durante unos instantes. Alessa. Pero ahora parecía estar algo más calmada. ¿Qué podía estar pasando?

El hombre apareció ante Scott, de una forma un tanto conspicua. Fue casi como estar viendo un videojuego, pequeños polígonos dibujándose en el aire y revelando una mínima porción del hombre, hasta que todo él estuvo completo, en el tiempo en el que un corazón late.

- Estás en peligro, Flanagan.

No estaba armado, y su pose no era tensa en absoluto, casi parecía relajada. No relajada, pero sí de tranquilidad. No estaba desprevenido, estaba preparado para cualquier eventualidad, pero la costumbre hacía que pudiera estar calmado ante tal posibilidad.

- El Arsenal está detrás de tí. Son un poderoso Coven formado por warlocks, se dedican a coleccionar poderes, para sí mismos o por encargo de otras personas, y son decididamente buenos en lo que hacen. Ahora estas en su lista, alguien les contrató para conseguir un poder de fuego, y anoche decidieron que tú eras el mejor objetivo. "Poderoso a la par que inexperto a impulsivo", "Será como ir a comprar al supermercado", dijeron. Estoy de acuerdo, como eres ahora no tienes ninguna posibilidad de superar este trance.

- No puedo decirte cómo lo sé, no puedo decirte porqué, pero puedo decirte que he convertido en la causa de mi vida el ver que El Arsenal no cumpla sus objetivos, y que voy a poner todos los medios de los que dispongo para que no te cojan. Tranquilo, se que dudas de mi y de mis palabras, demasiado difícil de creer, pero va a verlo por ti mismo: Van a entrar en el edificio en unos treinta segundos, en cuarenta desconectarán la luz, en cincuenta estarás inconsciente, de aquí a un minuto serás suyo. Vamos a evitar que esto ocurra, en cuanto se vaya la luz ve a la escalera de incendios, sube un piso y espera veinte segundos al lado de la puerta, en cuanto se abra, corre hacia el ascensor y déjate caer al suelo en cuanto entres. Marca la azotea, y espera instrucciones allí.

Justo entonces un estallido llegó a sus oídos, acompañado de un ligero temblor. Uno de los fluorescentes se descolgó de uno de los lados, quedando colgando y pasando a través del hombre, que parpadeó como si fuera un glitch de videojuego o un holograma. Luego la luz se fue, y el hombre ya no estaba allí.

Lawson suspiró, echándose el pelo hacia atrás con los dedos y miró larga y profundamente a Ethan, valorándole. ¿Qué conclusiones sacó? Solo ella lo sabía.

- Bien, espero que de ahora en adelante tengamos una relación profesora-alumno convencional.

Fuera, por las ventanas, se veían a un montón de alumnos y la profesora Houxley de biología, esperando pacientemente en el pasillo.

- Parece que hemos estado aquí más tiempo del que pretendía.

Levantó una mano y chasqueó los dedos. Ethan se encontró con la tiza en la mano, acabando de dibujar el ultimo trazo del "159" que era el resultado del problema al que había sido llamado a responder en la pizarra. La sensación de Dejabu se repitió, pero cada vez estaba más acostumbrado a ella. Tras él estaba toda el aula, la mesa que había tumbado antes estaba en su lugar y no había una larga lista de gente esperando para entrar en el aula.

- La clase ha acabado. - exclamó la profesora -  Traed para el próximo día completados el resto de ejercicios de la página 147.

Y salió de la clase con una decisión en sus movimientos casi palpable, su dorada melena ondeando tras ella, a la vez que todos los pares de ojos la seguían.

Sam se acercó y le puso una mano en el hombro a Ethan.

- Hay que andar con cuidado con esta - sonrió - Tan caliente que quema.

Arnold tenía claro que si ambos gemelos poseían esos dones era por algo. Y si tenían la ayuda de un luz blanca también era por una razón. Su intuición le decía que aquel fantasma no les mentía y que se podía confiar en él. Parecía que sus intenciones eran honrosas y que no había nada de malas en ella. Quizá debiera confiar, pero ante la preocupación del momento, decidió dejar la respuesta en manos de su hermano. Arnold era mucho más reflexivo y mucho menos espontáneo que su hermano.

Pero si Adam también poseía ese sexto sentido, y le decía que debían hacerle caso, entonces se bajarían en la primera parada en la que el autobus parase y ese día no irían a la escuela. Al parecer el destino de todo el mundo estaba en juego, es cierto que aquello ya no era una novedad desde que habían recibido sus dones, pero no por eso era menos importante.

Y entonces una duda que no formuló se le vino a la mente. ¿Cuál sería el poder de ese chiquillo que tan importante parecía ser para el resto de la humanidad? ¿Sería capaz de generar comida y agua en grandes proporciones para acabar con la injusticia del tercer mundo?

-¡Espera! ¡¿Eres?..eres una bruja! ¡Yo también...!- Gritó Alessa cuando la chica se perdió entre las cortinas. Estuvo tentada a seguirla hacia la trastienda pero no se llegó a atrever, sin duda era demasiado arriesgado y tenía su corazón suficientemente atacado. Miró la moneda paralizada y la estela que le seguía, jamás había visto algo parecido y tal velocidad. La tomó con cuidado y la observó entre sus dedos. De haberla golpeado, podría haber acabado con ella... ¡pero al menos había sacado algo de todo ello!, ¡sabía que no era una warlock! 

Miró al anciano entonces y suspiró deshaciendo la paralización decidida a dejar aquél lugar a toda prisa.

El joven se quedó mirando la cara del fantasma. Más allá de la curiosidad que sentía, simpatizó con sus sentimientos. Dudaba que los demonios pudieran tener sentimientos y los de ese hobmre parecían muy reales. Miró a su hermano, que tampoco apartaba la mirada de Aaron y, como no decía nada, se decidió.

Espero que no nos estés mintiendo. Habrá muchos fuegos artificiales y cosas que te harán mucho daño dijo sin mucho interés, como si fuera lo más normal del mundo.

Abrió la boca y dejó emitir un sonido que descendió de volumen de manera inmediata. Había estado apunto de llamar a su luz blanca allí, en el autobús, sin darse cuenta que estaba rodeado. Ruborizándose ligeramente, carraspeó y se levantó. Tocó al timbre de llamada para que el autobús se detuviera en la siguiente parada.

Vamos a bajarnos. Aquí hay mucha gente y no creo que podamos llamar a nadie terminó con un guiño y se dirigió corriendo a la puerta. Se volvió para mirar cómo el fantasma se acercaba a ellos, por si atravesaba a alguien o hacía algo extraño.

Eric escuchó con atención las palabras de Diana sobre el trabajo de los luces blancas en el mundo... la verdad, parecía duro, por mucho que buscara no encontraba una razón por la cual las cosas cambiaran tanto entre un mundo y otro. Pero viendo el modo en que Diana había ignorado sus anteriores preguntas acerca de su mundo, desistió de preguntar más... ya le contaría lo sucedido allí cuando a ella le resultara cómodo.

Le hizo gracia, mucha gracia, el comentario de la fotosíntesis. Eric no pudo más que reír ante aquella jocosa imágen... no sabía porqué pero se imaginaba a Diana como una flor en un tiesto sobre el sofá del salón, y aquello le resultaba divertido. Mirarla allí disfrutando de los rayos de sol que entraban por la ventana daban una imagen diferente de ella, la veía mas...

En aquel momento sintió la punzada... Alessa, en peligro. Por mucho que al segundo se hubiera calmado no podría permanecer allí de brazos cruzados, podía estarle pasando algo y debía ayudarla. Se concentró y sintió donde se encontraba, buscó cual radar una zona cercana que no pareciera muy transitada.

- La chica de la nota está en peligro, quédate aquí y no te muevas Diana, volveré lo antes posible.- Guiñó un ojo a la joven y Orbitó en busca de su protegida.

Varias cosas ocurrieron a la vez, cuando Alessa decidió deshacer la paralización, un haz de luz brilló a su lado, unas botellas que había en la estantería justo detrás de ella estallaron y tanto Alessa como el anciano farmacéutico gritaron sorprendidos, aunque había una tercera voz: La de Eric, que también exclamó su sorpresa.

Recapitulando, lo que pasó fue esto:

Alessa decidió descongelar al anciano, pero a la vez las monedas que habían sido lanzadas por alguien con poderes mágicos - y por tanto eran mas difíciles de mantener congeladas - superaron su tiempo límite. Por suerte se había apartado de su trayectoria y volaron a toda velocidad por su lado, pero no le impactaron, rompiendo en cambio las botellas de atrás. Y a la vez Eric orbitó en el lugar. Con un poco de suerte, todo lo que el hombre vio fue un destello de luz justo cuando unas botellas estallaban por alguna razón desconocida. Sin suerte... bueno, iban a necesitar a un luz blanca que supiera usar los polvos mágicos, o un crítico en diplomacia y/o persuasión.

- Que demonios. - Murmuró el anciano - Que susto. - Entonces se quedo mirando a Eric, claramente confuso, pero lo dejó estar con un gesto vago de su mano por encima de la cabeza, como espantando un pensamiento - Bueno, ¿Qué estará haciendo Xue? Iré a ver porqué tarda tanto, esperen un momento.

Y el hombre se giró para entrar en la trastienda.

- Por fin

Pensó Aaron, aunque no lo dijo, ya bastante le había costado convencer a aquel par como para estropearlo todo al final.

El autobús llegó a la siguiente parada, y el trío abandonó el vehículo. Anduvieron un par de calles hasta encontrar un callejón que les pareció poco transitado, y llamaron a Eric.

Una vez, y otra, y otra. Nada, no había respuesta.

O estaba muy ocupado, o en algún lugar en el que no podía oírles. ¿Era eso posible? Antes siempre había acudido a su llamada, aunque no le hubieran llamado en demasiadas ocasiones.

Tampoco respondía al teléfono, o sea que en casa no estaba,  así que decidieron seguir adelante con su día, e irle llamando a intervalos regulares.

Eran ya las once de la mañana, dos horas después de conocer a Aaron (que estuvo deambulando por la clase e incordiándoles, aunque luego les ayudara a copiar en un examen) cuando Adam llamó a casa por enésima vez, y alguien lo cogió.

- ¿Diga?

Era la voz de una chica, pero no era Alessa, ni Jessica. De todas formas, le preguntaron por Eric.

- Eh, acaba de irse ahora mismo. Un momento... - sonó un ruido como el de arrastrar una silla - Ha ido con Alessa al... herbolario de la 230, autobús 56. Si quieres le digo que has llamado cuando vuelva. ¿Quien le digo que eres?

Eric se acercó lentamente a Alessa, no quería llamar más la atención de lo que ya lo había hecho. Cuando el viejo atravesó la puerta que conducía a la trastienda miró con gesto de reprobación a la joven Bruja y habló.

- ¿Que se supone que estás haciendo Alessa? Os tengo dicho mil y una veces, que cualquier problema sobrenatural que se os plantee lo consultéis conmigo... ¿Qué es eso de dejar una nota? No os creáis que estoy aquí solo para ejercer de Taxi sobrenatural.- Por mucho que fuera un Luz Blanca, podía cabrearse y lo hacía de vez en cuando... que no le avisaran de aquel tipo de cosas hería su orgullo, y eso era algo que no podía permitir -. Será mejor que nos larguemos de aquí y hablemos de esto más tranquilos en casa... y si de verdad son una amenaza volveremos con el resto.

Todo aquel "reproche" había tenido lugar en un tono de voz bajo... poco sosegado, pero a baja frecuencia al fin y al cabo. Eric pretendía seguir manteniendo su condición oculta, así que mejor que toda aquella conversación solo la escucharan ellos dos, que al fin y al cabo, eran los interesados. Agarró el brazo de Alessa con la intención de orbitar a la casa, pero le dio unos momentos para que pudiera replicarle... si no lo hacía, volverían a la casa junto con Diana, sería mejor no dejarla mucho tiempo sola.

Una voz susurraba palabras preocupantes al oído de Adam, pero otra la desechaba sin ningún problema. Si hubiera habido algún problema, se habrían enterado. Eran suficientes para que alguno les hubiera avisado si hubiera ocurrido algo. Así que Adam se fue calmando a lo largo de la mañana, aunque no por eso dejaba de intentar ponerse en contacto con su luz blanca.

Tendremos que ir después de clase a la casa comentó a su hermano Arnold en uno de los descansos. Ese día habian decidido no acercarse a sus compañeros mucho. Teniendo el fantasma susurrando cosas cada dos por tres, no era bueno que les vieran cambiar de humor o lanzar miradas asesinas hacia el vacío.

Cuando la campana sonó para volver a clase, consiguió ponerse en contacto con la casa... Pero no era quien él esperaba.

Oh, soy Adam... Perdona, ¿y tú quién eres? su voz sonó brusca, más de lo que le hubiera gustado. Pero, que él supiera, no había ninguna otra mujer allí. ¡Lo hubieran sabido!

Mira, no te preoucupes, creo que me voy a acercar hasta allí dijo tras escuchar la respuesta. Adiós.

Colgó y miró a su hermano. Me han dicho que se han ido al herbolario de la 230, autobús 56. Creo que deberíamos ir miró de reojo al fantasma. Aunque nos tengamos que saltar alguna clase.

Todo aquello había resultado sumamente extraño para el joven Arnold. Su luz blanca no contestaba, aquella voz de mujer allí.

Un momento, Adam. Piénsalo bien. Dijo mirando al fantasma y a él. Movía la cabeza de un lugar a otro, como esperando que ambos se dieran cuenta de lo que sucedía. ¿Qué tal si llamamos al resto? Preguntó mientras se encogía de hombros. Quizá ellos sepan algo. No os dais cuenta de que el herbolario ese puede que sea una trampa. No es que desconfiara del fantasma, al fin y al cabo, por lo pesado que estaba resultando su compañía le había dado a entender que se podía confíar en él. Pero el caso era, que aunque lo hiciesen, algo no andaba bien.

Arnold tomó su teléfono y lo sacó para llamar uno por uno a sus compañeros. Su luz blanca no contestaba, ¿acaso los demás tampoco?

El tiempo volvió a cambiar, o Ethan cambio en el tiempo, más bien. Nuevamente el chico estaba ante la pizarra con la tiza en la mano. Al menos ahora estaba el ejercicio resuelto. Se aguanto las ganas de blasfemar por lo molesto que le resultaba la situación y dejo la tiza, viendo como se marchaba la profesora.

“Zorra” pensó Ethan mientras la veía contonearse y largarse dejándole con ese sutil “No” como respuesta, sin duda molesto porque, aunque esa profesora le irritaba, no podía contener el deseo de mirar constantemente esa sensual cintura al andar. 

Sintió el brazo de Sam y sacudió la cabeza, volviendo del ensimismamiento a tiempo de escuchar las desafortunadas palabras del chico. Desafortunadas no por que fueran poco acertadas, si no porque se las había dicho a un irritable e irritado Ethan, el cual, soltó el brazo de su amigo y con el movimiento tomo impulso suficiente para contestar a esas palabras con una fuerte colleja, dolorosa sin duda.

- ¡Eres maricón! MA-RI-CÓN – Grito Ethan molesto mirando a su amigo con algo de rabia. – No deberías mirarla, no puedes, lo tienes prohibido.

Sam miro a Ethan con una rabia pocas veces vista por los alumnos que aun se encontraban en el aula, los cuales, con la excusa del cambio de clase, salieron a los pasillos. No a despejarse como seria lo normal, si no huyendo de la ira de los dos titanes mas problemáticos del instituto, que parecían estar a punto de declararse una guerra abierta.

El chico, poco mas mayor y alto que Ethan, y sin duda con más fuerza, acorralo al brujo contra un pupitre en un rápido movimiento, con tanta fuerza que el mueble golpeo contra la pared provocando un importante estruendo. Ethan quedo sentado en el lugar en el que había sido acorralado, manteniendo la mirada fija a dos centímetros del rostro de Sam, el cual también mantenía la mirada. No tenía miedo, tenía la certeza de que Sam no le haría daño, y de querer hacerlo, podría impunemente, pues claro tenia Ethan que su amigo y amante poseía más fuerza que él.

- Estas muy celoso. – Dijo Sam como si quisiera matarlo.

- ¡No, puedes follarte a quien quieras, no me importa una mierda! – Respondió en plena rabieta Ethan.

- No es por mí, es porque ella no tiene que esforzarse para llamar la atención, y te molesta que tu trono corra peligro.

El tono de Sam fue tranquilo, a diferencia de la rabia de Ethan, que fue desapareciendo cuanto más se acercaba su amigo al porque de su reacción, actitud que confirmo a Sam que poseía la razón, provocándole una sonrisa burlona.

- Eres un idiota.

Ethan, aunque perdió la rabia, intento mantener el orgullo ante un cercano Sam que, a pesar de la ausencia de poderes o de la facilidad para seducir al prójimo, tenía un gran control sobre los explosivos sentimientos de su compañero con ayuda del adolescente lívido.

La distancia se acorto y pronto Sam estaba callando completamente la rabieta de Ethan, con un beso, no romántico, pasional. Un beso que de ser alargado unos segundos más podría traer unos eróticos resultados en un lugar inapropiado como era un centro de estudios.

- Acepto la invitación de estudiar en tu casa esta tarde. – Concluyo Sam la conversación sin dar pie a replica.

Por desgracia para los chicos esas muestras de deseo fueron presenciadas por alguien más que unos pocos alumnos, pues la profesora Houxley estaba junto a ellos cuando los chicos separaron los labios. En ese instante fueron conscientes de una cosa, serian duramente castigados, no solo por las inapropiadas muestras de cariño, sino también por la homofobia de la profesora. A demás, no habían terminado los ejercicios de lengua para la siguiente clase.

- Estamos en líos. – Dijeron ambos al tiempo.

-¡Eric!- Esbozó una sonrisa al verle aparecer. -¡Ah...! Me alegro que leyeras mi nota, ¡llegas justo a tiempo! ¡No son una amenaza, es una bruja! o al menos, no se congeló mientras intentaba matarme con esas monedas.

Intentaba contener su emoción y tono de voz ante las explicaciones que se le amontonaban y exigían salir a toda prisa. La emoción de Alessa era patente al haber encontrado una bruja nueva, al tiempo que mil preguntas inundaban su mente. Observó la cortina moviéndose y un atisbo de precaución y lucidez iluminaron sus ojos. Dió un paso hacia Eric y le tomó del brazo para dejarse orbitar y hablar más calmadamente. 

-Sí, tienes razón, hablemos más tranquilamente acerca de esto entonces. - Miró entonces hacia la cortina y alzó la voz- ¡NO SE PREOCUPE, ESPERO TENER SUFICIENTE CON LO QUE ME DIÓ! !GRACIAAAS Y PERDONE LAS MOLESTIAS! - Miró entonces a Eric asintiéndole para orbitar de inmediato. Tenía muchas ideas en la cabeza por contar y estaba impaciente por hacerlo.

"Estás en peligro, Flanagan".

- Joder, no me digas. 

El becario se cruzó de brazos mientras escuchaba la historia del aquel tipo, que parecía el tipo NPC de MMORPG de estos que tanto le gustaban a su mejor amigo. Vamos, de los que te sueltan el tostón y no puedes hacer nada hasta que acaban. Si no fuera por esa apariencia de videojuego que tenía casi se lo habría tomado más en serio.

Estaba a punto de decirle que él no jugaba a esos juegos raros cuando el ligero temblor y el súbito apagón lo pillaron por sorpresa. Vamos, si por él fuera sacaría las garras y les escupiría un chorro de fuego en las caras a esos desgraciados, pero... Un grupo de warlocks, que seguramente tendrían más experiencia que él en esa mierda, no era un rival con el que se pudiese medir él solo. 

Lo que estaba pasando en aquel momento era mucho peor que un simple videojuego, pero casi podía ver en una esquina un temporizador que rápidamente descendía hacia 0. El tiempo que le quedaba para que le atrapasen y perdiese sus poderes. Joder, no había pasado por aquella mierda de vida para que luego le quitasen la esencia misma de lo que era. Tenía que creer en lo que decía aquel chico, era lo único a lo que podía aferrarse. Salió corriendo, sin decir nada a nadie, tratando de no delatar su posición, y corrió hacia las escaleras de incendios. Sabía perfectamente donde estaban porque estaba acostumbrado a prepararse para casos de incendios, algo usual en él. 

Con suerte no se chocaría con nadie indeseado. 

Eric no se lo pensó dos veces, y se llevó a Alessa a casa en cuanto estuvieron solos. Iba a presentarle a Diana, cuando sintió que Scott estaba en peligro.

Scott corrió siguiendo las instrucciones que le habían dado hasta las escaleras de incendios, subió al piso superior, esperó veinte segundos en la puerta y corrió hacia el ascensor, lanzándose al suelo a la vez que una bola de energía pasaba por el espacio que justo antes estaba ocupando. Marcó la azotea y espero. Cuando abrió la puerta le sorprendió Eric, orbitando a su lado. La súbita aparición de varios warlocks a su alrededor fue toda la explicación que el luz blanca necesitó para reaccionar y orbitarles a casa.

Dos situaciones de peligro habían sido mucho más de lo que Eric podía aguantar en ese preciso momento, teniendo preocupaciones propias, así que decidió juntarles a todos, quisieran o no. Diana le avisó de que los gemelos le habían llamado hacía un momento.

Eric les devolvió la llamada y les indicó que fueran a algún lugar en el que pudiera orbitar sin ser visto. Mientras esto ocurría, orbitó en los baños del instituto de Ethan, y se dirigió a su clase. Llamó a la puerta y tras una breve conversación, la profesora le dijo a Ethan que se fuera con su "padre", sin dar más explicaciones.

Eric no estuvo de vuelta en casa más de dos segundos, lo suficiente como para orbitar a Ethan, soltarle, e ir a por los gemelos.

Una vez allí se encontró con la sorpresa de Aaron. Dado que era un fantasma y no veía que pudiera hacerles daño alguno, lo orbitó junto a ellos a casa.

Por fin, todos reunidos.

Pero en cuanto llegaron a casa, Diana y Aaron se reconocieron mutuamente. Ambos creían al otro muerto, solo que en el caso de Diana la presunción resultó ser cierta, Aaron era un fantasma ahora.