Partida Rol por web

Tomo un asiento en la mesa, al parecer la convocatoria es numerosa. Décadas pasaron antes de volver a ver semejante número de vástagos en un mismo lugar. Disimulo mi asombro pero sin demasiado esfuerzo. Leonidas explica brevemente la misión y mis compañeros comienzan sin titubeos a presentarse. Espero un hueco de silencio que me permita presentarme y lo hago, levantandome de la silla.

-Buenas noches.-Digo mientras me paro frente a los presentes- Mi nombre es Darla, ancilla del principado de Londres y miembro de la cuadrilla empresarial encargada de las finanzas del principado. Mi especialidades es la guerra económica, como tambien la extensión de terreno empresarial, la instalación estable del poderío de la camarilla en nuevo territorio. También me encargo de generar redes de contactos políticos en la zona que nos faciliten invisibilizar, ante el ganado, el movimiento del aparato de poderío de la secta.
También proveo de falsificación de pasaportes, títulos de grado, indentificaciones varias, títulos inmobiliarios, entre otras cosas.- Analizo todo lo que dije para resumirlo en breves palabras

-Digamos que soy a quien llamarían para instalarse de forma estable luego de una guerra.

A medida que hablo repaso con la mirada uno a uno a los vástagos. Algunos se habían presentado dando título de clan lo cual me era extraño. En algunos entornos sería una completa falta de decoro y diplomacia. Sin embargo en este caso podría generarme aliados más cercanos. Detengo la mirada en las sillas donde pude identificar otros miembros de mi clan... Gracias a Andreas. Finalizo diciendo con buen porte.

-Orgullosa miembro del clan Ventrue

Desde que Jarek se había enclaustrado en su laboratorio tras la visita de Beckett, algo había cambiado. Estaba visiblemente nervioso, y no parecía él mismo. Apenas era capaz de andar, y no hacia mas que repetir una única palabra, guarda​​​, la misma que llenaba la hoja sobre la que escribía. Pero lo más perturbador era lo que ocupaba el centro de la misma: un hombre, con el vientre abierto, extendía sus intestinos como tentáculos con los que estrangulaba a cada uno de los presentes. 

El sonido que mis pasos marcaban contra el mármol solo era eclipsado por el agudo e irritante chirrido de aquella endemoniada silla para minusvalidos, y no estaba segura de si eso era lo que llamaba más la atención o el hecho de llevar a un viejo loco que llevaba todo el viaje haciendo escrituras diabólicas sobre su regazo.

Retiré una silla y aparqué a Jarek en el hueco que había dejado libre, yo me senté al lado de éste. Observe y escuché en silencio, no tenía necesidad ni ánimo como para extenderme en presentaciones cargadas de orgullo y florituras varias. Así pues una vez Rivadavia había terminado con la explicación del plan previsto y los demás sus presentaciones, por lo menos los más osados, decidí intervenir de forma breve y cortante.

─Breanne. Bree, o la hija de puta que os cortará los brazos y encadenará a un árbol hasta que salga el alba si le rozáis un pelo al viejo de mi lado ─miré de forma poco sutil a Jarek un par de segundos─. Esos son mis talentos, intereses en la misión y los recursos de los que dispongo para que todo esto vaya bien ─enuncié de forma contundente─, por el resto... no hay problema.

Todos estábamos cansados por el viaje, el más que posible penoso alojamiento, y la tensión de la reunión. Mi problema era que, simple y llanamente, yo no sabía contener mis formas.

Me recosté en el asiento, que era bastante cómodo, y me cruce de brazos. Mi intervención había acabado, y si alguien tenía algo que decir al respecto debería hacerlo ahora.

Personalmente, Eric no tenía mucho que decir. Si él contaba la historia, iba a sonar a un relato de mala gana, y es que se conocía, no era bueno para dar detalles. Era una persona de grandes rasgos, no de detalles. Por otro lado, no quería dar la impresión de no tener opinión, así que sin muchos adornos, se dirigió al brujah.

"En realidad, el conocimiento se puede buscar en cualquier parte. Siendo inmortales, todo es cosa de saber pasar el tiempo y no lamentarse por lo que no se pudo hoy." Señaló sin más, tan cordial como pudo.

La reunión se dio en un lugar elegante, era inpropío de gente de sus posiciones atender a cualquier madriguera Nosferatu, sin tener algo de muy valor entre manos; pero ante el excelentisimo señor Rivadavia, no habría ninguna excusa (salvo las inmediateces de urgencias o fatalidades). La fina madera esculpida y tallada convertida en finos muebles no significaban casi nada para seres como ellos, sin embargo, Eugene se tomaba los pocos segundos en pedirlas pulcras y perfectas para sus invitados. Acompañando el lugar, Paganini interpretando varias de sus canciones, era música que ponía un poco inquieto a su impaciente hermano era eso o la espera; de todas maneras Eugene se sentía más ansioso que él, pero lo disimulaba mejor.

De pronto el hombre llegó, luego de ser anunciado por el discreto comunicador, su hermano ya pudo notar algo de los nervios de Eugene, cuando apretó el comunicador y aquella melodiosa voz tembló al pedir que lo hagan pasar; sin darse cuenta Eugene estaba de pie esperando y cuando finalmente lo vio cruzar la puerta, acompañado de un criado, Eugene sonríe alegre de que sea real, no es una sonrisa de niño recibiendo un juguete, se maneja mejor que eso y es experto en disimular varias de sus intenciones.

Se acerca de unos pasos y antes de abrazarle... no!... estrecharle la mano...no! hacer una formal reverencia saluda por fin -buenas noches, mi señor Rivadavia; soy Eugene Aelker y éste mi hermano Andreas- lo señala levemente con un gesto, no era necesario, ya que estaban solo ellos; pero de todas maneras Eugene se había dispuesto a tener una actitud humilde frente al señor, si bien todo lo que lo rodeaba significaba lo contrario, la posición del señor era tan alta que más no se podía hacer.

Le señala un asiento, invitándolo a sentarse -por favor...- para luego él hacerlo.

Apoyo las manos sobre la mesa y, sin interrumpir, le clavo la mirada a Leonidas. La expresión en mi cara denotaba la indignación ante la reciente presentación. No disimulo ni un pelo. La expresión es abierta.

Rivadavia se condujo con etiqueta intachable, y se dirigió a ustedes con cortesía y modales que no eran obligatorios para alguien de su estación. "Su historia," comenzó, con una voz suave y cuidadosamente modulada. "Es una de excelencia y prosperidad. Me interesa mucho saber de nuestros jóvenes modelo. Díganme, por favor ¿cómo ha sido su existencia desde la Segunda Guerra? Atorados, incapaces de probarse a sí mismos y de acumular honor para su Familia y Clan, por una Guerra... Fría," dice la última palabra con desdén, como si fuera un insulto, o la descripción de algo antinatural.

"No pretendo tentarlos con bienes materiales," dice cortésmente, señalando con su expresión los alrededores, en reconocimiento de su estilo de no-vida. "Pero puedo darles la oportunidad de probar y afinar sus habilidades en las tierras del Este," dice, esperando sus reacciones. "Exactamente, la Cortina de Sombras ha caído.

"Como saben, ese fenómeno significó perder todos nuestros contactos y recursos en el Este. Nuestra idea es hacerlos parte de un equipo especial de reconocimiento e inteligencia en ésa área. Si queda Camarilla en forma de una Resistencia, los asistiremos sin inconvenientes, y sus propiedades se mantendrán intactas. Se les dará sin duda nuevo territorio, pero no tenemos por qué dárselos lleno. ¿En cuanto al resto? Imaginemos que prevaleció el Sabbat, o que sólo hay enclaves de Anarquistas, Independientes, e Inconnus, sin contar a los Príncipes Tzimisce de antaño... o amenazas nuevas, como el causante de la Cortina, que puede ser hasta un Mago de primera línea, o Garous, Hadas, Demonios, etc. Todos los que no parezcan dispuestos a rendirse o asimiliarse a la Camarilla deben ser castigados... y ese castigo divino será asociado con los mellizos Aelker hasta el Gehenna."

Rivadavia concluye con una sonrisa ominosa, esperando su respuesta. Como si existiera alguna duda.

Un fuerte suspiro, increíble era INCREIBLE que se comportasen así ante Rivadavia. Había algo que hacer y fuese que estaba destinado a poner orden o no, sabía que no estaría dando una buena impresión, tanto como grupo, como individualmente al señor Rivadavia.

Se puso de pie, su elegante saco negro se acomodó perfectamente a su figura, mientras los distinguibles rasgos de su rostro parecían tranquilos, simplemente cerrando los ojso y apoyando una mano sobre la mesa, fue su esfuerzo para llamar la atención antes de que aquello cayera ante las pocas sutilezas y barbaries de los antiguamente llamados "clanes bajos".

-Caballeros- su voz era misteriosa, no la tuvo que desgarrar o alzar demasiado para que obligara a todos a siquiera dedicarle unos momentos de su atención. Los repasa con la mirada, había que valorar no solo el poder de Rivadavia de juntarlos a todos, sino también la increíble gama de comportamientos y pecados que se podían ver en los miembros de La torre; había apreciado la consideración del Nosferatu para tener una mascara... pero luego cayó en aquella desagradable tentación que ellos tienen por ver la reacción de los demás ante su aspecto, lo bueno es que nadie parecía haberse escandalizado, eso quería decir que no había ningún pétalo de rosa por tener que redirigir hacia la misión. Por otra parte, el viejo se desentendió de la reunión, solo prestando atención a uno de ellos... una clara falta de respeto y hasta donde sabía, solo habían unos tres ancillaes en el recinto, o de una posición equivalente y eran Ventrues, aunque por ahí le parecía reconocer a un Tremere que también ostentaba tal importancia; de todas maneras, el viejo y su acompañante, o guardaespaldas, no sabían donde estaban o que hacían, no era su territorio y no hacían más que faltar el respecto; así que era una posible chiquillada de gangrels o malkavians... si fueran brujah probablemente estarían siendo ejecutados ya, por avergonzar a Rivadavia, el señor Luc es un claro ejemplo de como se debe llevar la ira y coraje de aquella familia.

-Espero no tener que recordarles que estamos frente al señor Rivadavia... - "no me alivia que no sepan de su carrera o de cuanto depende su no-vida de los caprichos del señor..."- ...y ésta es una campaña dirigida por él, parece que algunos no se dan cuenta que: están escalando más peldaños de los que pueden alcanzar sus cortas piernas -"por no decir patas" - pero ¿pueden intentar estar a la altura?- eso era más que nada por las amenazas directas o indirectas que se estaban dando, que era lo más grave.

Cambiando de tema se acomoda un poco y golpea con la yema de los dedos la mesa, mira fijamente a Darla para indicarle que ya deje ir el asunto que Rivadavia vio y escuchó todo y seguramente será tomado en cuenta para una próxima "limpieza", y se vuelve a sentar. En el intento de calmar las aguas, deja de lado su presentación quedaría a manos de la ya hecha por su hermano, era un Aelker también y aunque no mencionara sus dignitas o toda su basta carrera política y empresarial, pues la sobriedad de sus palabras, esperaba hablaran por él.

Leonidas agradece silenciosamente el aporte de Eugene con un somero movimiento de su mentón y reconoce el gesto de Darla. La voz del Ventrue era meliflua y relajante, pero a la vez comandaba atención y respeto. Un líder natural. La mujer compartía su asertividad y era impactante a todos los sentidos.

El Cainita más peligroso en decenas de miles de kilómetros levanta un dedo pidiendo permiso para interrumpir la presentación.

"Señores Gorski y Crox," dice en una voz baja y suave. "Quizás no fue apropiado de mi parte extenderles la cortesía de enviarles a un respetado Cainita en mi representación, pero no voy a tolerar que me deshonren de esta manera. Señora Crox, entendemos que el comportamiento de su protegido hace necesario el actuar con más celo del usual, pero exijo que se presente de nuevo y con la cortesía que este grupo merece. En cuanto al señor Gorski, damas y caballeros, él es un afamado nodista, y tuve la idea de enviar al mismo Doctor Beckett a reclutarlo, para que pudieran conocerse e intercambiar teorías y archivos. Por desgracia, el señor Gorski respondió pidiendo la sangre del señor Beckett a cambio de su ayuda, y cuando no la obtuvo, procedió a insultar su inteligencia y cuestionar la pureza de su sangre." Se dirigió directamente a Gorski, y con un chasquido de sus dedos, quemó el diario en el que estaba garabateando para llamar su atención.

"¿Sabe lo difícil que es conseguir que Beckett haga un favor?" ruge con furia apenas contenida, y explota. "¿Sabe el tipo de cosas inconvenientes e imposibles que pide a cambio? ¡He conocido Malkavians de todo tipo, y sé de primera mano que ninguno de sus trastornos justifica el ser tan auto-destructivamente insufrible! ¡Usted se va a presentar y justificar su agravante existencia frente a este Concejo, y va a cumplir con su función como un Vástago modelo, o declararé aquí mismo una Caza de Sangre, y sus funciones serán relegadas!"

Sin duda Leonidas sabía cómo tratar con gente como yo. Resultaba bastante... convincente.

Coloqué las palmas de mis manos en el borde de la mesa barnizada y me incorporé hacia delante. Fijé mi atención en la señorita Darla, pues era principal y únicamente quien, bajo mi punto de vista, se había sentido ofendida por una descripción tan directa y pura de mi persona omitiendo la vanidad de las presentaciones anteriores. Y me costaba entender cómo, insultándome a mi misma, alguien ajeno podía llegar a siquiera darse por ofendido.

─Me resulta curioso que alguien pueda llegar a ¿ofenderse? por como otro se describe a si mismo. No obstante, y siguiendo las instrucciones de nuestro anfitrión... ─llevé uno de mis dedos a mi boca, y mordí de forma juguetona y ¿por qué no? desafiante la uña de mi dedo índice, cuando pensé qué decir lo retiré─ me encantará poder presentarme ante usted como guste; mi nombre es Breanne Crox. Bree para todos los presentes si así lo desean. Azote de la próspera ciudad de Edimburgo. Enviada con la finalidad de mantener la existencia del anciano inválido que está aquí presente.

Oteé el resto de la mesa con la mirada tras esas palabras mientras volvía a recostarme en el asiento. Supuse que ahora ya no habría queja, si no simplemente daría a toda esa gente por criaturas demasiado susceptibles.

Los problemas con Jarek no eran asunto mio, aunque me salpicasen. Yo y Beckett compartíamos opinión respecto a la actuación que tuvo el viejo, pero no había nada que yo pudiese hacer para limpiar esas manchas.

Se levanta un gigante de mas de 2 metros y medio, y con una voz rasposa y gruesa dice:
 

"Es comico ver que estemos vivos o no vivos los viejos tullidos necesiten "chaperonas" que los cuiden"

Leonidas Rivadavia  prometio un grupo de élite y todas las garantías del caso... Espero no despretigien la confianza depositada y empecemos a colaborar.

"Soy Straad von Zarovich pueden decirme "EL DOCTOR"... Y sí soy ruso, aunque no estuve tras el muro desde la gran guerra patria voy para allá para reclamar lo que es mío. 

"Cómo Científico Médico y Visucitador tengo amplia experiencia además de conocer la geografia y probablemente manterner contactos.  Mis talentos tzimisce son vuestros"

Aquel enorme ser vuelve a su asiento aunque se vea ridículo y decadente sus "piernas" son demasiado grandes

No le gustaba el olor a la ciudad, ni los edificios, los vehículos y menos ese montón de ganado agrupado caminando de un lado a otro. Le recordaba a ovejas dentro de un corral, tan fáciles de atrapar, sin nada de emoción.

La reunión se llevó a cabo tal como Leonidas lo había dicho, se sentó junto al encapuchado, con la esperanza no molestan con arrogantes charlas ni idiotas comentarios durante la espera.

Esperó en silencio las presentaciones de cada uno de los integrantes de la mesa. Al parecer la operación era grande, ese número de vástagos en un solo techo con tan diversos orígenes e intereses solo era una prueba de la misión demandaba muchos cuidados y recursos.

Se paró luego de que Bree hablara

-Dominik Kowalczyk, especializado en búsqueda y reconocimiento. - mira a los demás y baja un poco la voz – Soy el que va a ir adelante cuidando que las cosas salgan bien, al menos eso es lo que creo- Hecha una mirada a Leonidas esperando su aprobación.

Rasca su mugrosa cabeza y se sienta nuevamente. Ya había cumplido con ese incómodo protocolo.

No me gustaría estar en el lugar de aquella mujer, pero cuando explica que es escocesa parece cuadrar todo de repente. Levanto la voz dirigiéndome a la chica de pelo corto:

- Tu clan, querida. Creo que se te ha olvidado mencionarlo.

No puedo contenerme a la hora de sembrar un poco más de cizaña ante aquel estupendo espectáculo y observo sonriente como la mujer va a intentar salir del aprieto. No tenía muchas alternativas después de la reprimenda de nuestro anfitrión.

"Relájate, querida," te dice una voz familiar. Seguía contigo a pesar del viaje. "Todos saben que está siendo un rufián, pero no es eso lo que están juzgando. Están juzgando el protocolo, y él no lo ha roto. Mantén la calma, por mí."

Me incliné levemente hacia delante, y miré brevemente a aquellos que acababan de presentarse; Dominik y aquel tipo de voz agradable que pedía calma. El único comentario sensato tras la charla de Leonidas, por cierto. Bueno, ellos tampoco habían hecho referencia a su clan y no se había estipulado que en la presentación se hiciese cita alguna, así pues...

─Uhm... qué pena─pensé con notoria picaresca─.

Volví a acomodarme en el sillón sin mediar palabra alguna, atenta a las próximas presentaciones. Por un momento hasta esbocé una leve sonrisa placentera, como si una agradable melodía nostálgica llegase a mis oídos.

El anciano arrojó el cuaderno al suelo, donde observó como el fuego lo engullía hasta no dejar más que un montón de cenizas. Su gesto exaltado era el de alguien que acababa de despertar de una pesadilla, pero se fue recomponiendo durante el discurso de Leónidas. El viejo encajó la reprimenda del señor Rivadavia con un estoicismo apático que bien podía nacer de un profundo respeto por aquel caballero, o su propia enajenación. Cuando quiso presentarse, se le adelantaron varios de los asistentes, ignorando la petición de Leónidas. Entonces carraspeó, desviando la atención del comentario de Andreas, y comenzó: 

—Discúlpeme, Su Excelencia —su tono de voz no era tan potente como el de los Ventrue, pero denotaba carácter—, y discúlpenme también ustedes. Cuando uno busca la verdad, lo que encuentra por el camino puede resultar... turbador. Mentes mas brillantes que la mía lo expresaron mejor: cuando miras al abismo, este te devuelve la mirada. Soy el doctor Jarek Gorski, y sospecho que lo que estos viejos huesos aportarán al grupo es... perspectiva. 

Aquello era un primer contacto que mostraba la tarea sería difícil por el enemigo y por los supuestos amigos. No tenía que ser un lumbreras para ver el cruce de intereses que habría y cuando llegara la hora de arreglarlos temía que las palabras pasaran a cosas mayores. Pero es lo que tenía la sociedad cainita.

El comportamiento de la mujer agresiva no me resulto algo molesto, un león no se ocupa de lo que molesta o no a una hormiga, seguía jugueteando con mis gafas de sol, para dar por finalizada la reunión. Debía preparar todo para el viaje. Aparte no es que fuera un animal social, la reunión se estaba extendiendo demasiado. Aún seguía allí por respeto y temor ante la Leyenda.

Cuando el diario ardió tuve que controlar a la bestia, la cual rugió, deseando alejarse de el lo más rápido posible, el reposabrazos de mi asiento se llevó la peor parte.

La pareja de pelirrojos se presenta. No eran del mismo país ni familia, pero compartían el Clan Tremere. Dragunov, el hombre atlético, dijo especializarse en la magia para el Combate y poco más, su vocabulario pareciendo limitado y su elocuencia nula. La mujer sólo mencionó su clan y sus ambiguos deseos de buscar el beneficio común.

Javier Aracena, Ventrue, hizo gala de su experiencia negociando con la iglesia y expresó su deseo de conocer las grandes catedrales ortodoxas.

Rivadavia suspiró, poniéndose bajo control y dando la sesión por terminada. "Pueden usar la sala por otra hora," les dijo bruscamente. "Ustedes sabrán lo que les conviene."

Mensaje general: Cada círculo de XP que tienen en su hoja equivale a un punto, y la pueden gastar. Los trasfondos no se compran. Si dicen "vamos a Berlín," pero no han establecido qué pertrechos llevan, asumiré que van a pie.

No hay vuelos... ya he explicado por qué en varias ocasiones, así que la próxima dejaré que tomen un avión y se los bajen con misiles. Van solos o con ghouls, sólo por tener recursos o dominios no significa que puedan reclutar mercenarios o levar campesinos  de sus tierras. Es una misión privada y secreta.