Partida Rol por web

El grupo salió de la taberna, encabezado por Debbe que de pronto parecía tener prisa.  Llegaron a la armeria, su nombre: La Armería de Savah. Dentro, una mujer de pelo rubio y fuertes brazos os miró mientras colocaba una armadura en uno de los maniquíes.

- Buenos días, señores. ¿Qué deseaban?

Hola, quería vender unas cosillas dijo la chica desparramando diversas cosas en el mostrador mientras los enanos entraban con el cofre.—Y también ver que vendeís por aquí para ve que puedo comprar

Debbe parecía nerviosa pero nada deseosa de salir de la tienda, mirando cada onjeto con detalle y parsimonia. No parecía tener prisa alguna por salir de la tienda... y los enanos tenían mucho que discutir para sacar unas buenas monedas por las joyas.

La mujer observó los dogslicers. - Cazadores de goblins, ¿hum? Aqui no compramos esa chatarra, lo siento - Sin embargo, pareció claramente entusiasmada al ver aquellos shurikens

- Oh - observó detenidamente - Shurikens, ¿del este? - Te miró extrañada de que poseyeras algo asi - Buena manufactura, buen peso, filo perfecto. Te doy 210 monedas de oro por los seis. 35 monedas de oro por cada uno.

Oh los encontré hace un par de años. Son suyos—respondió evasivamente la chica sin dejar muy claro como habían llegado a sus manos — Tambien tenemos unas cuantas joyas aquí. ¿Le interesaría comprarlas?

Mientras recogía las monedas dejó caer 15 en el botín del grupo, las monedas que había utilizado para curarse. No quería deber nada a nadie. Que los demas no supiesen de donde habían sacado los shurikens era otro cantar. Un sobresueldo por hacer de niñera.

Son auténticas, se lo aseguro. Tambien queriamos reparar esta armadura, no se si sabe usted donde pueden hacerlo por aquí cerca.

La chica no se había atrevido a insinuar que dado los brazos de la mujer bien podía ser ella misma una herrera así que optó por ser diplomática por una vez en su vida.

La mujer miró a los enanos, que portaban el tremendo cofre... con simbolos Tian por todos lados. - Ya... ¿dos años? - pero zanjó el tema.

- Esa armadura, ¿entiendo que la quereis? Puedo comprarosla asi, un poco más barata que lo habitual. En cualquier caso, repararla os costaría 40 monedas de oro.

Por esos artilugios de pólvora. 26 monedas de oro por los once. Y 100 monedas de oro por esos cuatro que son más grandes.

Yo no soy la mejor manejando joyas, aun asi, os las pagaré si quereis.

Kevan miro pensativo la bolsa con las joyas.

El enano rápidamente le dijo todo lo que necesitaba. Un martillo de guerra, una ballesta ligera y 30 virotes, una poción de heridas leves para juntarla con las que ya tenía y una varita de curación. También compró una cincha* que le cruzaba el pecho donde podía colocar todas las pociones y llevarlas cómodamente.

-...bueno y creo que con eso está todo-dijo el enano satisfecho por la compra.

Debbe miró divertida a Kevan. Seguro que estaba detrás de alguna chica por lo que separó una del resto y se la arrojó mientras murmuraba entre dientes, divertida por la situación.— Las esmeraldas gustan a casi todas las chicas, y quedan bien a cualquiera.

Despues se puso a mirar el resto de las cosas para finalmente decir a la dependienta: me llevaré una capa también y un frasco de veneno, tambien queremos arreglar la armadura, ya corró yo con los gastos.—dijo mirando al enano.—Prefiero que te centres en las espadas, la verdad.

¿Habrá algo que le guste a Sandru? No se...mejor llevarle un regalo para apaciguarle cuando me vea, se va a enfadar bastante...Bah, da lo mismo

El enano se encogió de hombros.

-Es tu dinero-la respondió sin prestar mucha atención en aquello. El ya tenía lo que había ido a comprar asi que no le quedaba nada más que hacer allí- Os veré en la taberna.

Drommbar se pasó un buen rato curioseando por la armería. Le fastidiaba desprenderse de su oro... pero era la primera vez en su vida que se había enfrentado a un combate tan intenso, y había estado a punto de costarle el cuello. Era consciente de que tenía que mejorar su equipo, y sobre todo ampliar su repertorio de opciones en caso de ataque. No podía repetirse aquello de toparse con un enemigo al que las hojas afiladas no le hiciesen mella, y seguir llevando nada más que hachas.

Fue hasta el mostrador cuando los demás hubieron acabado, y puso su hacha de batalla en el mostrador.

- ¿Cuánto por este hacha? -preguntó-. Ha sido bien usada en combate, y hay una cabeza de rey goblin que podría atestiguar su calidad...

Mientras esperaba la respuesta de la mujer que les atendía, miraba de soslayo las armas contundentes de la tienda.

Drommbar, no vendas tu hacha...si necesitas algo de dinero cogelo de mi parte. A mi el oro me da igual— dijo encogiendose de hombros la chica, mientras remoloneaba para no salir de la tienda. La humana no entendía el interés de la gente por el dinero. ¿Porque no vivir al día, difrutando de cada segundo en lugar de preocuparse pro acumular riquezas?

Armados hasta lo dientes y muchisimo mejor preparados para la aventura, después de la lección que había supuesto la caverna para el grupo, salieron con grandes sonrisas en la cara de la armería. Bueno, quizás no todos sonrieran... quizás hubiera algun gesto de preocupación.

Lo que no sabía Debbe, era que su preocupación era del todo infundada...

Caminando por las calles, escucharon ya el alboroto que había montado dentro de la taberna de Ameiko. Mucho se sorprendieron cuando al entrar, Ameiko estaba en una mesa sentada al lado de tres personas.

La primera de ellas era una elfa. Shalelu, sabiais de ella, pues era una de las guardianas de Sandpoint. Todo el mundo la conocía. De pelo rubio, recogido en una coleta en lo alto de la cabeza. Sus orejas eran más puntiagudas y largas que las de otros elfos que recordarais, aunque esto no fuese más característico que un humano con la nariz grande. Portaba un gran arco a la espalda, y sus musculados brazos y atlética figura hablaba mucho de lo que era capaz de hacer no solo con el arco sino seguramente con cualquier estilo de combate. Vestía una armadura que no le cubria entera, de hecho, se camuflaba bastante bien con su ropa, de colores marronaceos y verdes. El gesto de su cara era serio, aunque sabiais que dada la longevidad de los elfos, seguramente fuese mayor incluso que aquella mujer que estaba a su lado.

Koya, era la hija de aquella vieja que habiais escuchado que nunca se moría. Dado el aspecto de Koya, que parecía tener al menos cien años, no entendiais como podría estar su madre. Aunque hacía poco os habían llegado noticias de que finalmente había muerto. Asi que ahora Koya estaba buscando qué hacer. Seguramente era la razón de que Ameiko le hubiera pedido ir tambien en el viaje. Sabiais que era una inteligentísima alquimista, y que además de curandera, era una especie de clérigo u oráculo. Vestía como cualquier Varisiano, con telas que le cubrian gran parte del cuerpo y de la cabeza y aguantaba su peso como bien podía sobre la silla.

Y por último...

Sandru. Debbe tuvo que quitar el gesto durante un segundo, medio oculta. Le daba verguenza que le viese así, pero Sandru sonreía de oreja a oreja. El brillo de sus dientes, algo amarillos, se parecía mucho al de los dos aros que adornaban sus orejas. Estaba un poco más mayor que como Debbe le recordaba, pero las preocupaciones que le daba la caravana le pasarían factura a cualquiera. Estaba también algo más gordo, aunque conservaba ese aspecto fuerte que siempre le había caracterizado. Y se había recortado la barba de un modo mucho más agraciado que le hacía parecer más mayor, pero a la vez imponer mucho más respeto. Todos le conociais también, era un hombre divertido y afable, y os encantaba escuchar sus historias y aventuras con la caravana.

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- ¡Por todos los dioses del panteón! ¡Debbe! - Sandru se estaba acercando a gran velocidad hacia ella. Traía en su rostro una gran sonrisa - ¡Que alegría verte! Estás enorme. Deja que te vea. - le agarró la barbilla, sin reparar en sus manchas de sangre o ignorandolas - Te has convertido en toda una mujer. ¡Ya me han contado vuestras aventuras! Asi que acabaste con el esqueleto con tu daga eh... ¡QUE ESTUPIDEZ! - dijo regañandola un poco, y justo después se puso a reir - Deberías haberle golpeado con una piedra. Tienes mucho que aprender JAJAJAJA, anda, ven aqui - Y le dió un fuerte abrazo.

El clérigo sonrió, aquello era una verdadera reunión de aventureros aunque la anciana no parecía ser una viajera, al menos no desde hacía mucho.

-Tenías que haberla visto disparando con la ballesta contra aquel tipo-le respondió a Sandru- aún así fue un gran golpe, si no le hubiese separado la cabeza del cuerpo a lo mejor el esqueleto hubiese separado la mia-dijo sonriente elogiando a la picara.

-¿Estas eran las personas de las que hablaste?-le preguntó a Ameiko con su mejor sonrisa.

- Asi es. - Ameiko sonreia de poder teneros a todos juntos. Sabía de sobra que conociais al menos los nombres de aquellas personas, pero vosotros aún erais desconocidos para la gente de Sandpoint, al fin y al cabo erais dos enanos borrachos, una pobre vagabunda y ... el hijo desconocido de la alcaldesa, ese del que nadie habla, pues ha pasado más tiempo fuera que dentro de la ciudad. - Sandru, Koya, Shalelu... - os fue señalando a cada uno - Estos son Kevan Deverin, Debbe, Drommbar y Grongar. Tenemos mucho de lo que hablar, asi que después de que os hayais presentado, tenemos que organizar el viaje, y la caravana. 

Drommbar había salido satisfecho de la armería, con un martillo de guerra y una refulgente coraza nueva, que le protegería mucho mejor que su vieja armadura de escamas enana. Aunque no le gustaba gastarse su oro, tenía que reconocer que cuando era por artículos tan útiles le costaba un poco menos...

A la salida, Ameiko les presentó al grupo de recién llegados, y el enano asintió a modo de saludo cuando la dueña de la taberna dijo su nombre. Solo torció un poco el gesto al ver a la elfa. Conocía bien su nombre y su fama, pero no podía evitar tener ciertos prejuicios contra los elfos por sucesos del pasado. No todos eran de fiar...

- Así que Shalelu, ¿eh? -preguntó con un tono no demasiado amistoso-. He oído que eres una gran luchadora, aunque ya comprobaremos si es cierto...

El enano pelirrojo no prestó atención a los otros compañeros. Como guerrero, lo que más le motivaba en ese momento era descubrir si la fama de Shalelu era justa y merecida, o no eran más que habladurías.

El enano cargó primero contra la elfa, lo que no sabía era que ella tampoco se mordía la lengua.

- Lo suficientemente poderosa como para acabar con varios grupos de esqueletos yo sola... a la vez, y sin quedar inconsciente. - sonrió burlona. Era capaz de deshacerse del enano con facilidad, pero le gustaba el juego fácil que le iba a facilitar Drommbar.

- Oh, vamos Shalelu, tendrás que contarle al enano como acabaste con aquel dragón verde y dejarte de historias nimias de esqueletos.  - parecía que Sandru también estaba graciosete.