Partida Rol por web

Karelia

Obertura: Si una noche de invierno unos viajeros

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28/05/2017, 10:23
Narrador

Agolpados en el porche, nuestros héroes contemplan el camino recorrido a medida que el mundo se llena de sombras. Si, durante un instante, alguno de ellos se siente flaquear, o siente nostalgia de unas tierras más cálidas o menos salvajes, ninguno de ellos lo muestra abiertamente, y por lo tanto nunca lo sabremos.

La posada se yergue en mitad del silencio, pero no es silencio; está construida en mitad del frío, pero no es frío. Retazos de canciones y risotadas llegan ora sí ora también, amortiguados por la puerta de noble madera norteña, vibrante por el contraste entre el exterior frío y el interior, tan cálido.

La gente del norte es famosa en todo el Imperio por su hospitalidad, aunque es posible que se trate sólo de una visión idealizada del frío: gente compartiendo mesa al lado de un hogar de leña, vieja camaradería nórdica, costumbres no olvidadas.

La gente del norte es famosa en todo el Imperio por su hospitalidad. Pero, ¿será verdad?

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28/05/2017, 13:34
Kharzal

Entro en la taberna, dejo la capa de viaje colgada y me acerco a la barra , donde busco con la mirada al tabernero.
"Saludos buen hombre, da gusto encontrar un buen sitio donde cobijarse de este tiempo. Póngame una buena jarra de su mejor cerveza y algo de comer para mis compañeros, a ver si entramos en calor junto al fuego."
Mientras el tabernero la prepara, intento averiguar como está el camino hacia el norte, camino a Korihorberg, mientras hablamos de tribialidades como si quedan habitaciones libres.

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28/05/2017, 15:44
Iristán

Los guiaba un hombre de cuarenta otoños y rostro curtido por los elementos. Se apoyaba en un nudoso bastón de caminante, y llevaba una túnica de arpillera llena de remiendos y manchas de comida, que se ceñía a la cintura con un cabo de soga. Un sombrero de ala ancha, una capa raída y unas sandalias de cuero terminaban su pobre atuendo. Pese a ello, aquel hombre duro como un roble, no se quejaba de la dureza de los elementos ni de las noches que había tenido que pasar al raso. Aquel hombre era Iristán, druida, ermitaño, y para muchos, un santo.

Iristán arrugó su rostro en una sonrisa afable cuando Kharzal entró en la posada sin apenas volver la vista atrás.

-Disfrutad de la cena caliente y el lecho de plumas -dijo depositando una mano callosa sobre el hombro acorazado de Soren, y dedicándole una sonrisa a Faara.

No habría comodidades para él o para su perro aquella noche. Iristán nunca llevaba un cobre encima y todo lo que terminaba en sus manos lo regalaba. Tal vez le dejaran dormir en el establo, junto a las bestias, como en la última posada. Pero si no, se sentiría afortunado por dormirse contemplando las estrellas junto a su fiel compañero.

 

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29/05/2017, 16:11
Faara

El día de dura caminata había hecho mella en el grupo, por lo que cuando llegaron por fin a una posada, poco antes del anochecer, fue como salir de la burbuja de cansancio y rutinario paso tras paso. Faara había hecho el último tramo del viaje a pie, cansada de estar todo el día sobre la silla del caballo; necesitaba estirar las piernas. El corcel, de nombre Azabache -fácilmente atribuible- no parecía tener ningún problema con el paso lento y moderado que llevaba el grupo. La elfa iba siempre en al retaguardia del grupo, bien para evitar la compañía o bien para vigilar sus espaldas. A veces incluso la perdían de vista tras ellos, cuando el caballo paraba para pastar hierba fresca o beber de algún charco de nieve derretida. Pronto volvía con ellos, y Azabache parecía feliz de poder trotar aunque fuera unos metros.

Pese a que quizá hubiera avanzado más rápidamente sola, no conocía aquellas tierras, y parecía prudente dejarse guiar por alguien experimentado. El peculiar grupo se había reunido prácticamente en la frontera por casualidad. Descubrieron que iban en la misma dirección y, como solía ser habitual en tierras inhóspitas, decidieron continuar juntos su camino hasta que sus destinos se lo permitieran. Faara no se sentía incómoda en su compañía, aunque rara vez participase de las conversaciones. Sus orejas puntiagudas se limitaban a escuchar. 

Ya en la puerta de la posada, sus compañeros no dudaron en entrar en busca del abrigo del fuego, pero su guía, Iristán, decidió quedarse fuera de nuevo. Aquel comportamiento, que ya no resultaba inusual para ella, decía mucho del hombre. 
 

—Podéis usar mi petate si el frío arrecia esta noche -le dijo con amabilidad, señalando las alforjas del caballo, al que, de momento, estaba atando a un poste de madera-. Y, si necesitáis cualquier cosa de comer o de beber, no dudéis en pedirla. Vuestro cuerpo agradecería un vino caliente especiado. 

Con un movimiento de cabeza, la elfa se despidió del hombre. Entró a la posada, donde localizó a Kharzal hablando con el posadero. Había bastante gente en el interior para ser una posada en un camino, pero el ambiente era agradable. Una chimenea de piedra al fondo de la sala calentaba la estancia. 

—¿Tiene un mozo que se haga cargo de mi caballo? Está fuera, en la puerta. -Preguntó al posadero.     

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30/05/2017, 13:08
Soren

El enorme semiorco cerraba aquella extraña e improvisada comitiva. Iba embozado en su capa de viaje, no tanto por el frío, como por el hecho de que ocultaba su rostro. En su largo peregrinaje hacia Karelia ya se había topado en múltiples ocasiones con reacciones hostiles ante su aspecto, aquellos rasgos humanos interrumpidos por los gruesos colmillos orcos, la mirada dorada y la piel verde. A pesar de todo, aquel grupo parecía haberle acogido con buenas maneras, y el que parecía haberse erigido como guía del grupo, el ermitaño Iristán, sin duda, era un hombre santo, digno de su protección. Quizás, incluso fuese algún tipo de señal divina... Como siempre, Soren esperaría a que los acontecimientos se desarrollaran antes de sacar una conclusión precipitada.

-Más tarde, os traeré algo de comer, y no me lo discutáis, es lo mínimo que puede hacer alguien de buena voluntad. -le dijo al druida. Luego, se despidió con un gesto cordial y siguió a los demás al interior de la taberna. El monje ya estaba charlando animadamente con el posadero, así que el paladín se quedó a un lado, dejando que se encargara de las pequeñas trivialidades de la conversación que tanto le aburrían. Inspeccionó la estancia con la mirada: "Otra posada más, otro día más de viaje que acaba". Sus ojos fueron a cruzarse con los de la elfa. No se había encontrado en su camino con demasiados elfos y no sabía muy bien que esperar de la misteriosa extranjera. 

-Quizás deberíamos ir buscando un lugar donde acomodarnos y pedir algo de cena. Me ha parecido ver una mesa en aquel rincón, perfecta para los tres. -le dijo, señalando el otro lado de la estancia. Una vez hubiesen comido, sería el momento idóneo para averiguar algo más acerca de los demás viajeros. 

  

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30/05/2017, 14:11
Narrador

Der König in Thule

La planta baja de la taberna es un salón acogedor y cálido, calentado por un hogar sobre el que se agolpan algunos ancianos. Aquí y allá hay algunas mesas, la mayoría de ellas ocupadas. Captáis retazos de conversaciones de viajeros y agricultores locales. Los primeros son de largo los más interesantes, agolpados en pequeñas mesas, callados: dos elfas en una, un enano y una gnoma en otra. Tirado en un cojín en una estancia, un humano joven y gordo se echa la siesta, calentado por las llamas del hogar.

En una mesa, unos cuantos locales y un mercader intercambian una conversación preocupada.

En Fornost todo el mundo hablaba sobre malos presagios y cosas horribles. Dos caballos se habían comido el uno al otro por la noche, y las tumbas del cementerio se abrieron y los restos de los cuerpos yacían esparcidos por doquier. Ayer por la tarde hubo cuatro soles en los cielos —dice el agricultor.

¡Es verdad! Hablan de una plaga expandiéndose a lo largo de las costas occidentales. La gente muere como moscas. Normalmente, a estas alturas del año ya habría vendido la mitad de la mercancía, y mírame ahora —dice el mercader.

Hablan del día del juicio final. Todos estos presagios son terribles. Gusanos, manos cortadas y otras monstruosidades le empezaron a crecer a una anciana. Y en Kullervo otra mujer dio a luz a una cabeza de carnero.

— El juicio final. Imaginad.

— El juicio final. ¡Oíd! ¡Oíd!

Por suerte, parece que nadie en la posada les presta demasiada atención. Todos los ojos (bueno, excepto los de la gnoma, que mira a otra parte con expresión de patente aburrimiento) están posados en el centro de la estancia, donde un bardo canta, tocando el arpa, la balada de El rey de Thule. La gente que le escucha subvocaliza la letra y se mueve rítmicamente, por lo que suponéis que se trata de una canción conocida.

Hubo un rey en Thule,

fiel hasta la muerte,

a quien su dama, muriendo,

un cáliz de oro dio.

 

Nada era para él más preciado;

lo apuraba a cada instante;

sus ojos se annegaban con lágrimas,

cada vez que allí bebía.

 

Cuando le llegó la hora última,

a los pueblos en sus tierras dijo,

que nada le negaba a su heredero,

salvo el cáliz de oro.

 

Sentóse en la mesa del regio banquete

con sus caballeros de alto rango,

en la noble sala de su padre

en el castillo junto al mar.

 

Allí estaba el viejo juerguista,

que se bebió el último aliento,

arrojando el cáliz encantado

al mar junto al castillo.

 

Pudo verlo sumergirse y llenarse,

y hundirse en lo profundo del mar:

entonces cerró sus ojos para siempre,

¡y nunca más bebió!

En la barra, un enano sentado apura una cerveza con expresión distante, mientras Kharzal entabla conversación con el tabernero. Parece que van a llegar a un acuerdo sobre las habitaciones (tendrán que compartir una con otros dos viajeros si no quieren dormir en el establo), pero

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30/05/2017, 14:33
Saärborn

¡Eh!

El posadero, un hombre mayor y barbilampiño, mira a la puerta hacia el recién llegado.

¡Eh, tú! Yo a los de tu calaña los conozco. Os escondéis en vuestras capas, pero vuestra estatura os delata. ¡No! Elfos, pase. Gnomos, brf... Pero, ¿orcos? ¡orcos! No, señor. Eso sí que no, que para esto no ganamos una guerra.

>> No podéis quedaros aquí, ningún bruto salvaje dormirá bajo mi techo, ni esta noche ni nunca. ¡Fuera de aquí!

>> ¡Ninion! ¡Ninion, dónde estás! Muéstrale al bruto la salida. ¡Ninion!

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31/05/2017, 08:42
Kharzal

Kharzal, sigue apoyado en la barra, cerca del tabernero, con el que estaba hablando hasta el momento, mientras es testigo de todo lo que dice sobre su compañero Soren. Manteniendo la compostura, no cambia la posición relajada en la que se encuentra, con un brazo en la barra y sin soltar la cerveza, le dice al tabernero en un tono discernido, pero lo suficientemente alto para que le oigan los clientes que se encuentren a su alrededor.

- Bueno, bueno, Saärborn , tranquilicémonos y no perdamos la calma, que no es para ponerse así. Este viajero solo acaba de cruzar la puerta, ni tan siquiera ha abierto la boca. Orco o no, el frio de fuera hiela a todos por igual.

Además, me habían dicho que los norteños destacaban por su hospitalidad, y vos Saärborn, dueño de la mejor y más acogedora taberna de la zona, El Gigante Dormido, ha de hacer honor a estas críticas.

Mientras Kharzal dice esto, busca con la mirada al que pueda ser el que responda al nombre de “Ninion”, para poder evaluarlo.

Con el fin de apaciguar los ánimos, Kharzal sabe que con los prejuicios raciales de Saärborn, nunca dejará que Soren se quede en la taberna, por lo que intentará que salga de la taberna sin mayor repercusión, para que se reúna con Iristán. Al haber la posibilidad, de que alguno más de la taberna quiera buscar problemas con Soren, deberán darse prisa en conseguir el mínimo de información necesaria y algo de comida para el viaje y salir de esa zona cuanto antes.

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31/05/2017, 20:23
Faara

Faara miró al posadero que, ignorándola por completo, empezó a soltar improperios por la boca en contra de su compañero de viaje. La elfa miró a Soren, evaluando su reacción, pero las duras palabras del humano llamaron la atención del resto de clientes. Evitó la mirada de las dos elfas sentadas a la mesa junto al hogar, y, sin decir nada, dio dos pasos para colocarse junto al enorme semiorco. Parecían un dúo cómico, dada la gran diferencia de altura entre ellos. Faara no dijo nada, pero su posición estaba clara: contrario al tono conciliador de Kharzal, ella no estaba dispuesta a negociar. Si el posadero decidía echar al semiorco de la posada, ella saldría por la misma puerta. 

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31/05/2017, 22:37
Iristán

En el silencio que se hizo en la taberna, tan denso como un cuchillo, se escuchó el toc toc de la madera contra la madera. En el umbral de la puerta se hallaba la figura cuadragenaria de Iristán, y el sonido correspondía al golpear del bastón contra la puerta. El druida se había rodeado de un halo de luz beatífica, con el que trataría de echar una mano a Kharzal y mediar por sus compañeros.

-No me cabe duda de que habéis sufrido mucho de manos de los orcos aquí en el Norte, vuestra reacción es más que comprensible -empezó Iristán con voz meliflua-. Pero somos mucho más que nuestro aspecto. Soren no eligió nacer como un mestizo de orco. Pero sí eligió la senda del paladín. Lo que debéis preguntaros es: ¿es más buena una criatura por nacer humana, o elfa, o enana que una criatura que está dispuesta a hacer el bien a toda costa y luchar contra su naturaleza salvaje?

- Tiradas (1)

Notas de juego

Diplomacia: 14. Si el camarero tiene alineamiento bueno, el resultado sería 16.

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01/06/2017, 21:55
Soren

Ya había vivido aquella misma situación muchas otras veces. Y todas ellas la había soportado con la misma abnegación. La diferencia es que esta vez tenía compañeros a su lado que lo defendían. 

-Iristán, Faara, Kharzal, os agradezco vuestro apoyo pero sé cuando no soy bien recibido. No quiero causaros mayores problemas. Os esperaré fuera. -les digo. -Señor posadero, al menos permíteme dormir en el establo junto al buen druida, y mañana te prometo que retomaré mi camino y jamás habrás de volver a verme. -No había ningún tipo de acritud o de resentimiento en su voz, ni siquiera resignación. Así era el mundo. Quizás el pudiera hacer algo un día para cambiarlo, pero no sería ni aquella noche ni con aquel anciano. 

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01/06/2017, 22:07
Saärborn

El pequeño cerebro del señor Saärborn había sido saturado. Por una parte estaban los buenos consejos de aquel humano encapuchado (un buen ejemplar de humano, buena raza, buena gente). Luego estaba la elfa pasivo agresiva, y el druida elocuente.

Y finalmente, el orco, haciéndose la mosquita muerta. Já. Como si no hubiesen sido sus congéneres los mismos que habían preferido ver la colina 936 reducida a cenizas humeantes antes de que su destacamento la tomase; los mismos que en el delta del Mekagwhn aparecían en mitad de la noche, armados hasta los dientes, y...

Pero espera, ¿había dicho algo del establo?

¿Cómo que en mi establo? ¿Uh? ¿El druida iba a dormir en el establo, y lo iba a hacer sin pagar? Pero bueno, qué significa—

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01/06/2017, 22:12
Gretel

¡Oh, cállate ya, viejo cascarrabias!

Bajando las escaleras apareció una anciana. Por la manera que tiene de relacionarse con el ambiente, entendéis que se trata de la verdadera dueña del local. Creéis oír una interpelación —pero, cariño, los pieles verdes devoraron a todo mi batallón—, seguida de:

Lo menos que podrías ofrecerles es una ración gratuita de gachas calientes después de tu exabrupto. ¿No ves que tienen frío? ¿Y tú quieres ayudarme a llevar la posada? ¿Qué dirán los clientes de nuestro trato?

>> Así que mueve tu culo escuálido y tráeles una ración caliente de gachas a los señores. Invita la casa.

El culo escuálido de Saärborn se movió, y desapareció refunfuñando odio tras la puerta de la cocina.

— No se lo toméis a mal. Perdió la barba en las Guerras Orcas. Desde entonces no puede ver nada que tenga las orejas puntiagudas.

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02/06/2017, 21:15
Iristán

Todo había salido bien, al final. Sólo había sido necesario esperar. ¿Cuántos años necesitaría hasta convertirse en un druida lo suficientemente sabio como para anticipar tales cuestiones. Iristán se quitó el sombrero y, mientras se lo llevaba al pecho a modo de saludo, hacía desaparecer su halo de luz.

-Es compresible -repitió Iristán-. Os estamos muy agradecidos, buena mujer, y lamentamos haber causado tanto revuelo.

El druida miró hacia abajo desde donde su perro, sentado sobre sus cuartos traseros, le devolvió la mirada. La mirada de Iristán se iluminó.

-¿Sería posible que mi perro entrara, señora...?

Dejó la frase en el aire para que la posadera la terminara.

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03/06/2017, 11:09
Gretel

¡Por supuesto! Podéis dormir frente a la chimenea, si gustáis; más en una noche como esta. No quiero convertirme en la posadera que mata de frío a los viajeros. ¡Imagínense qué imagen tendrían de nosotros en el sur!

>> Los demás (los que queráis pagar una habitación, en cualquier caso) tendréis que compartirla con aquellos señores de allí —dice, haciendo ademán a la mesa donde están sentados el enano y la gnoma.

Y el bardo sigue cantando.

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03/06/2017, 12:25
Soren

Soren respiró aliviado, aunque sin hacer grandes gestos. Aquella escena era algo menos habitual, pero el paladín estaba convencido de que el buen espíritu de la gente acababa aflorando, si uno mismo lo ponía en práctica. 

-Gracias, muchas gracias. Sin duda, los dioses recompensarán su bondad, pero yo ahora me siento en deuda. Dígame, ¿hay algo que pueda hacer por usted? Por nimio que sea, me gustaría compensarle las molestias de alguna forma. -dijo con verdadera gratitud. Luego, un cómico gruñido se oyó salir de su panza. -Aunque estaría bien comer algo primero, si es posible...-dijo sonriendo, ligeramente avergonzado.

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03/06/2017, 18:36
Faara

La elfa se permitió una leve sonrisa que borró enseguida de su rostro ante la escena entra la posadera y su marido. Finalmente, cuando la posadera les habló de las habitaciones, se puso en tensión al ver que señalaba a las mesas, pero se relajó al ver que se refería al enano y la gnoma, y no a las dos elfas. Entonces, el ruido del estómago del semiorco, junto a ella, hizo que la sonrisa volviera a aflorar a su rostro. 

—Comer junto al fuego será reconfortante, desde luego. Ha sido un día muy largo. -Sin duda, aquella última parte la más cansada. Se dirigió a la posadera llevándose la mano a la bolsa de las monedas.- Yo tomaré además una copa de vino caliente, y necesitaré forraje para mi caballo. Ah, y, si a sus clientes no les importa, yo aceptaré esa cama. 

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04/06/2017, 12:37
Kharzal

Kharzal soltó un suspiro de alivio al comprobar que la situación no había llegado a más, y en un tono amable dijo:

-Gracias Señora por su amabilidad, esta sí es la hospitalidad norteña de la que había oído hablar. Por mí no hay ningún problema en compartir habitación y aceptar esas gachas con tan buena pinta.

Sacó una moneda por la habitación y se dispuso a saciar su hambre en compañía de sus amigos.

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05/06/2017, 15:07
Gretel

— Gracias, señores. Ahora, si queréis sentaros junto a vuestros compañeros de cuarto, os traeremos la comida de inmediato. Normalmente, la noche aquí cuesta cinco piezas de oro y la cena aparte; pero dadas las molestias, la cena y el desayuno serán gratuitas.

>> Mi señora elfa, ahora llevaré forraje para su corcel. Los gastos también corren a expensas de la casa. Si necesitáis cualquier información, no dudéis en pedírmela a mí o a mi marido —o bueno, mejor a mí.

La vieja posadera quedó algo estupefacta ante el ofrecimiento de Sören, pero decidió declinarlo con amabilidad. Por el momento.

Notas de juego

¿Os sentáis? Lo digo porque si lo hacéis no hace falta que cada uno me escriba un post, y continúo.

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05/06/2017, 21:19
Soren

Soren no se lo pensó dos veces y aceptó la generosa oferta de la posadera. El viaje hasta Karelia había sido agotador y bien merecía una noche de descanso sin preocupaciones, bajo un buen techo y con la panza llena. Aquello era casi demasiado bueno para creérselo. Así pues, se sentó junto al fuego para tomar aquella cena prometida.