Partida Rol por web

Para Kharzal esto era el colmo, estaba claro que Grognak sabía de antemano la reacción que iba a tener el atormentado Saärborn, y lo hacía para divertirse. Valiéndose de su posición preparada con anterioridad, y de su rapidez con las manos desnudas, se mueve más rápido que un pestañeo y le quita la cabeza del trasgo de las manos del enano para tirarla al fuego de la chimenea, para continuar con la inercia del movimiento y empujar al enano de su silla con el fin de que se caiga de espaldas contra el frio suelo.

Soren está visiblemente decpecionado con aquella situación. Casi podría decirse que el enano ha actuado de mala fe para provocar al pobre posadero, a sabiendas de la pequeña riña que había tenido lugar con su llegada al establecimiento. Se levanta tan alto y corpulento como es y se gira hacia Grognak, al ver que Iristan, tan calmado como siempre ya se está ocupando del viejo. Sus ojos de ámbar se clavan en los del bárbaro, tras ellos se percibe la tranquila furia del paladín. No va a permitir esa clase de estupideces ni provocaciones. 

-¿Y bien, Grognak hijo de Grognak, qué tienes que decir en tu defensa? ¿Has visto lo que has provocado?-le pregunta Soren, señalando primero la cabeza y luego a Saärborn. 

Todo sucedió muy rápido. Mientras el señor Saärborn quedaba preso de los ojos de Iristán y se tranquilizaba (había dejado la barca, el delta, la guerra y el miedo atrás... hasta que volvieran a aflorar), Grognak miraba divertido y confundido el espectáculo. Así, cuando Soren, con el semblante digno y serio, intentó llamarle al orden, lanzó una gran risotada afable.

Sin embargo, cuando Kharzal intentó quitarle la cabeza, la expresión del enano cambió. Se puso serio y huraño, se levantó, colocó bien la mesa, y se sentó de manera sombría. Se ató la cabeza al cinto, de donde visteis que colgaban algunas más. No todas tan recientes.

Erzulie volvió lentamente sobre sus patitas, desanimada y enfadada. Le lanzó una mirada llena de ira a Grognak, y os miró, conciliadora.

— El pobre es todavía nuevo en la región, y no entiende los rudimentos de la economía de mercado. Llevo invitándole desde que nos conocimos, y cada vez que intenta invitarme los hombres se enfadan y las señoritas huyen —dice estas últimas palabras con especial tristeza. Suspira—. Forma parte de su triste historia, La historia de Grognak hijo de Grognak. Le acompaño para poder, algún día, cantarla como parte de mi Gran Saga del Norte.

>> Pero, por supuesto, esa historia todavía no ha acabado.

Pronto las cosas volvieron a su cauce, y la taberna se fue vaciando de gente. Gretel había llevado a su marido a una cama para que descansase, arrugando el gesto ante el estruendo provocado.

Era el momento de ir a las habitaciones.

-Que descanséis -dijo Iristán con una sonrisa afable.

El druida rascó a su perro detrás de las orejas.

-Nosotros aceptaremos la generosa oferta de Gretel y dormiremos junto a la chimenea.

-Descansad bien, aún nos queda un largo camino por delante. Buenas noches. -se despidió Soren, una vez se hubieron calmado los ánimos. 

Luego, se dirigió hacia las habitaciones. Hacía mucho que no pasaba la noche en un lugar tan acogedor, a pesar de los incidentes anteriores, por otra parte, tan habituales en su vida. Ya junto al lecho, se quitó la armadura y dejó sus armas a un costado, se arrodilló y dedicó unos instantes a rezar en silencio, agradeciendo a los dioses que hubiesen puesto a un hombre bueno como Iristán en su camino, así como por aquel pequeño grupo que habían formado y por un buen viaje, sin mayores contratiempos. Después se acostó y no tardó en quedarse dormido.

Recojo mi bara del suelo, y mirando a Erzulie le dirijo una mirada de compasión y digo - que paseis buena noche bella dama, yo me retiro a descansar, ha sido un día muy largo.

Acto seguido y girando sobre mis talones, me dirijí hacia la habitación, no tenía intención de momento de gastar palabras con alguien como Grognak visto lo visto.