Prologo: Donde el camino termina

 

La noche en los altos valles, de los cuales el Valle dorado era uno de los más populares, se poblaba de luciérnagas, ecos de lejanas músicas traídas y llevadas por los vientos, el olor de la carne asada y las  especias. Pero sobre todo de historias, sobre otras épocas, otros lugares distantes o inexistentes.
Aquella noche sin embargo ocurrió algo peculiar que sin saberlo cambiaria para siempre al valle, también a todo el resto del Domo. El resplandor místico, de tal intensidad que pareció que por un momento el sol hubiese decidido regresar por encima de la infinita muralla sur, cautivo la atención de todos. El fenómeno no duro más de 1 minuto, y al cabo de una hora, cuando ya todos rumoreaban sobre que podía pronosticar aquel fenómeno, se repitió. Muchos creyeron que así seguiría, sin embargo el segundo resplandor fue el último. El último por ahora.

Los rumores eran dispares y cada cual más ocurrentes, pero mayoritariamente los enanos exiliados en el valle, auguraban grandes calamidades, desde el regreso de los gigantescos dragones escupe fuego hasta el desmoronamiento de las montañas. Los medianos por el contrario, siempre con una visión positiva (siempre que tuvieran la panza llena) decían que aquello haría fluir ríos de oro desde las alturas, fertilizaría hasta la reseca tierra del desierto o llegarían nuevos pueblos con nuevas especias, comidas y bebidas.
Demasiado temprano era para afirmar cuál de todas aquellas cosas iba a ser lo cierto, pero todos coincidían en que debía estar relacionado con la puerta sur. Es por eso que cuando Virion (su nombre real era Virinalloncupakatte, pero se dejaba llamar por su diminutivo pues era bastante informal) y te ofreció formar parte de un convoy de mercancías hacia la puerta elfica, dedujiste rápidamente que no se trataba ni de tu soltura con el idioma de la Bella gente, ni el conocimiento del camino, mucho menos tu pasión por los viajes. La causa real era el temor a que la puerta y el resplandor, trajeran consigo algo desagradable y se necesitara un par de espadas predispuestas para salvar el pellejo.
Bender Bar, estaba tras de todo esto según te dijo Virion cuando finalmente se confesó. El enano era sumamente supersticioso de los malos presagios, sobre todo antes de un viaje, sin embargo las runas de conserva de los alimentos y bebidas que llevaría, no durarían para siempre. Posponer un día la partida podría significar la pérdida total de la venta. Y si algo era aún más poderoso que una superstición para un enano era el dolor del dinero perdido.

Salieron con el alba, Virion en las riendas, contigo a su lado. El viejo enano no tardo en roncar entre la mercancía sin importarle el traqueteo de la carreta mientras descendían los sinuosos caminos que bordeaban precipicios y vadeaban rápidos y alborotados arroyos de agua de deshielo.
Así comenzó el viaje, y pese al inicial mal humor del mercader enano, poco a poco fue forjándose una buena relación entre los tres. La apertura del tonel de cerveza de cebada dorada, había ayudado en gran parte, pronto se vieron hablando de la laboriosa vida bajomontaña, o narrando hilarantes anécdotas de las desventuras de los distintos personajes del valle.
Una semana había pasado cuando el terreno comenzó a volverse árido, rodeado de murallones de piedras rojizas y apenas salpicado por arbustos duros y de aspecto poco saludable. Llegaban a la meseta de Loom, a 3 días de viaje llegarían a el último bastión de vigilancia del reino de Krom y de allí 3 días más hasta la puerta.
El día aún no había amanecido, y ya estaban en marcha, principalmente porque durante las horas en que el sol era más intenso se refugiaban a la sombra de algún cañon y descansaban un par de horas hasta que el sol bajara un poco.
Las riendas las llevabas vos, a tu lado Bender fumaba de una larga pipa de madera con adornos dorados y plateados, los aros de humo azulado se alzaban hacia el cielo dejando una estela detrás de ustedes y el sinuoso camino, que en algún tiempo lejano habría formado parte de un gran rio, se internaba en las murallas de roca rojiza doblando en recodos de manera que con dificultad se veía el destino. No había luna, pero se iluminaban con un farol elfico que colgaba en la yunta de los corceles de tiro, pero difícilmente otros que no hubieran sido un elfo y un enano hubieran podido ver mucho más que unos escasos metros por delante, por eso ambos iban a la cabeza y el que descansaba era el jovial Virion.
De Bender te golpea con su codo y hace una seña con su cabeza hacia lo alto del cañon. Alcanzas a ver una silueta que pronto queda fuera de tu vista.

-Umm... ¿Salteadores?- Pregunto con una mezcla de sorpresa y ansiedad.- ¿Quieres que vaya a echar un vistazo?

El viaje había sido tranquilo y ansiaba un poco de acción, al fin y al cabo se me había contratado por mis capacidades para la lucha. Pero irme detrás de una única amenaza dejaría la caravana desprotegida, y yo no era el jefe, y podía ser un cebo. Espero las ordenes del enano con paciencia.

- A menos que sepas volar elfo, solo conseguiras que te rompan la crisma.- refunfuña el enano y volviendo a dar una mirada a los riscos que le rodean, pasa hacia la carreta techada de lona y dice:
- Manten los ojos fijos en la ruta y sigue adelante, yo despertare a Virion a ver que se le ocurre. 

-Je - Sonrío para mis adentros.- Muy bien.

Había algo que no iba bien, aún no podía decir el qué.Pero la falsa paz que en la noche se extendía como un manto no me engañaba. Íbamos a ser atacados, pero quedaba en manos de nuestros enemigos escoger el cuando y el como.

Los zapatos empiezan a tamborilear contra la madera del pescante dada mi ansia, aunque lo cierto era, que estaba preocupado por si sería capaz de proteger a mis dos compañeros.

Desde el lomo de Augur observo con calma el proceder de aquellos seres. La cacería es parte fundamental del ciclo de la vida, sin embargo los gnolls se me antojaban impuros. Su sola presencia envilece la madre tierra. Planeo en lo alto y espero, el momento de intervenir será cuando la ansiedad y desesperación de las criaturas llegue al máximo, justo antes de atacar, cuando toda su atención esté puesta en la presa. Sólo entonces me lanzaré en picada para desbaratar la emboscada.

La voz chillona del mediano se alzo, tras la sacudida dada por el enano, el tiro de la carreta avanzaba guiado por las manos de Aero, traqueteando en el suelo rocoso del cañon. De repende con el rabillo del ojo, el elfo ve reaparecer la sombra y antes de que llegue a reaccionar comprende que algo ha estallado en lo alto del risco y una lluvia de rocas y pedruzcos caen, bloqueando la senda que seguian.
Tu reaccion no logra ser la mejor, y tiras de las riendas, ocasionando que los caballos se encabriten de miedo y la carreta entera se vuelque hacia el costado.
Las maldiciones del enano dan cuenta de que se encuentra con vida y de muy mal humor, el mediano por su parte no suelta palabra y te preguntas si estara bien.
Un aullido retumba en los murallones de roca, y recortada en el cielo vez la figura de un enorme animal, que podria ser un gigantesco coyote u algo peor. Te levantas del suelo en medio de una confusion de gruñidos, y ruido de roca cayendo aun.
Finalmente te logras poner de pie, observas que uno de los caballos esta mal herido en una pierna, pues el hueso sobresale de mala manera, y lo peor es que aquel enorme "coyote" se ha despeñado acabando a escasos metros por detras de ustedes. Para tu deleite no esta solo, lleva dos criaturas humanoides con cara de bestia en su lomo y otras más parecen estar uniendoseles a juzgar por los gritos y los ruedos de las piedras rodando en las paredes del cañon.

- Que mierda es eso?- refunfuña Bender sacudiendose el polvo y apuntando a la manada.

Tu vigilancia no se alarga demasiado, pues pronto vez que hacen estallar algo en lo alto de un risco para producir un despeñamiento que detenga el avance de la carreta, y tan raudos como gacelas van lanzandose en rapido descenso por las paredes apañados de cadenas y cuerdas. El primero en bajar cerrando la unica via de escape de la carreta, que yace volcada en el suelo rocoso es una bestia inmunda, mezcla de hyenna con un dientes de sable, creando una criatura enorme capaz de llevar en su lomo a dos jinetes y avalanzarse sobre sus enemigos con la furia de un tifon.
A simple vista cuentas sus numeros y son casi 8 de ellos contra solo dos que logras ver en la carreta, la carniceria va a ser rapida al menos.

-¡Goblins!- "o algo parecido"- Cubre a Virion.

Voy hacia la parte de atrás de la carreta, donde se encuentran esos sucios seres, mientras extiendo la mano zurda frente a mi. El aire parece secarse, la madera cruje cuando el viento pasa entre las tablas, noto el rozar de las corrientes arremolinándose frente a mi palma, su calor caldea la fría noche. El proyectil sale disparado contra el huargo. 

Al ver a las bestias embestir me decido a intervenir. Busco caer en picada por sorpresa, a espaldas de los atacantes. Augur Saca sus garras para dar cuenta de los seres que cierran la fila de gnolls.

El proyectil de intenso calor impacta de lleno contra el pecho del animal este sin embargo no parece más que enfurecerse y  se lanza a la carga contra la carreta, rugiendo amenazadoramente ante el enano y Aero, mientras tanto el resto de las criaturas avanzan hasta formar un semicirculo rodeando los restos. En total son 6 a pie y dos a lomo del Huargo, todos lucen como bestias hambrientas con sus ojos inyectados en salvajismo.

Un par se encargan de los caballos, ultimando con sus lanzas al que yacia herido y vapuleando al otro, que al esta atado al yugo no puede escapar.
Dos de ellos alargan sus lanzas buscando vulnerar la defensa del elfo, consiguiendo impactar (resistencia por tougness DC 20). Los restantes atacan al indefenso enano, quien gruñe improperios al ser alcanzado por una lanza.

Los Gnoll montados, entre risas de hiena, descienden y se ocupan de revisar la mercancia desparramada en el suelo. 
Finalmente de la oscuridad de la noche cerrada, aparece un enorme ave de presa que intenta hundir sus afiladas garras en el lomo de uno de los Gnolls que revisan la mercancia, pero este logra evitar el impacto habilmente.

Las lanzas rozaron mi piel sin causarme daño alguno. 

-¡Son demasiados!¡Nos superan en número!

Empuñando el propio gélido viento nocturno, de aire y escarcha se forma la hoja que manejo habitualmente en mi mano diestra, y descargo el golpe sobre uno de los Gnolls que me ha rozado.

El gnoll no se ve venir el golpe, la velocidad de Aero, sumado al arma que se materializa de la nada, lo toman por sorpresa, advirtiendolo cuando la hoja rebana su garganta y gorgotea sus iracundas palabras finales, antes de caer sobre la roca.

La bestia se abre paso hacia las victimas que los gnolls mantenian a raya. Su imponente figura casi dobla de tamaño de las bestias armadas y la ferocidad de sus ojos y dientes no da lugar a equivocacion, la bestia luchara hasta la muerte.
Lanza un zarpaso hacia el enano, asemejando a un enorme can que juega con un insecto antes de devorarlo. Sin embargo el comerciante demuestra tener unos reflejos de felino y nervios de acero. Ademas de portar una armadura del mejor acero enano.

Dos gnolls se lanzan al unisono contra el enano, luego del frustrado ataque de la bestia, sus lanzas son desviadas por los brazales metalicos de los fuertes aunque cortos brazos del habitante de las montañas. Los improperios de este, pasan ahora a convertirse en una sonrisa de superioridad y palabras desmoralizadoras.

- Tienen suerte de que no tenga conmigo mi hacha, bestias sin cerebro!-
El tercer gnoll tras la repentina muerte de su compañero intenta embestir con furia, sin embargo el temor se hace patente en sus actos y la lanza se clava en el suelo rocos, entre pedruscos rojizos.

Tras la repentina llegada de la criatura alada, los gnolls rezagados dejan lo que estaban haciendo y toman en mano sus armas, una especie de varas de metal unidas por una larga cadena. Agitandolas por sobre sus cabezas lanzan un grito de guerra. El primero busca blanco en el enorme Buho, lanzando el golpe directo a su cabeza con suficiente buena punteria para encajarle. (Augur queda Dazed y con un -1 circunstancial para resistir futuros daños)
El otro va por el "jinete" lanzando la barra de metal contra Lugal ( Debes resistir una DC 21)

Los pormenores del combate me tienen sin cuidado. Las bestias maléficas ya han herido a mi compañero. Me veo obligado a descender del lomo del búho y reducir su tamaño para que pueda alejarse de la pelea mientras lo cubro con mi cuerpo y sano sus heridas. El enano y el elfo están en evidentes problemas y es mi responsabilidad ayudarlos.

El golpe del gnoll aunque impacta, la dura piel del extraño jinete de buhos resiste todo daño.
Lugal desciende del enorme ave de presa y este automaticamente reduce su tamaño al de un Buho comun y silvestre, acto seguido el hombre de la naturaleza se dedica a curar sus heridas, rehabilitandolo con facilidad.

El enano se ve abrumado por la enorme bestia carroñera y los dos Gnolls que le cierran toda posibilidad de huida, a su lado yace el cuerpo de una de esas malolientes criaturas y su compañero intenta no ser el proximo y descargar la furia con el elfo. 
Lugal ya sin su montura, convertida en un pequeño buho, se enfrenta a dos bestias armadas con barras de acero unidas a una larga cadena, la cual revolean por sobre sus cabezas antes de lanzarla a su objetivo.
 

"¿Qué narices es eso?" me pregunto durante un instante al ver el enorme ave encoger.

Estaba demasiado ocupado con los seres que nos atacaban como para preocuparme por ello inmediatamente. Apartando a uno de los gnolls de una patada, salto hacia el Huargo para intentar librar a mi contratista enano. El entramado de lanzas me impide avanzar, a si que me resigno a intentar matar a otro de esos seres armados. Mi hoja tan solo rasga el aire, y descompensado mi equilibrio, balanceo vulnerable a los golpes que me puedan asestar.