Partida Rol por web

Miro a la mujer intrigado y dudando que nos responda alguna cosa mientras pienso:

"Maldito doctor Handstrom haciendo honor a su profesión y desapareciendo cuando más se lo necesita. Quién sabe ante qué estímulos respoderá esta mujer y de qué manera lo hará. Seguramente nuestro doctor estará aprovechando la ocasión y estudiando el modo en que se comporta su paciente ante nosotros.... espero que al menos encuentre algo útil..."

Y sigo divagando mentalmente de esa manera mientras espero que alguno de mis colegas más acostumbrados al trato con personas que no sean estudiantes tome la palabra, que me da que mis métodos no van a dar resultado aquí.

No puedo evitar sentir lastima por la pobre desgraciada. La luz de la ventana que incide directamente sobre su rostro le da un aspecto brillantemente vivo, pero solo es una fachada. Su mirada perdida revela la dura verdad: esta completamente muerta por dentro.

Con pasos lentos me acerco a la mujer justo después de la presentación hecha por mi compañero. Pienso en el error de mencionar a la señorita Hartwell por parte de Bloen. Realmente se le ha metido en la cabeza esa secretaria al contable, y no era la primera vez que lo demostraba en apenas media semana. 

—Míreme, señora Wells —hablo tranquilo, buscando su mirada—. Christina, la hermana de su marido, nos dijo que podríamos encontrarla aquí. Solo queremos saber que tal se encuentra, nada más. ¿La tratan bien aquí? ¿Se encuentra cómoda y a gusto? ¿Podría decirse que como en su propia… casa?

La escena que el doctor Hardstrom nos había mostrado previamente, me había dejado shockeado. Tenía noción de cómo trataban a los dementes en los manicomios, pero verlo de primera mano era algo para lo que no estaba preparado.

Sacudí la cabeza para tratar de sacarme las imágenes de mi mente, no iba a poder ser de mucha ayuda si no prestaba atención a lo que nos pudiera llegar a decir esta mujer.

¿Cree usted que podramos sacar algo en limpio de esta pobre mujer? Le susurro a Arturo tratando de que no me oiga la señora Wells.

-Probablemente algo se pueda hacer pero deberemos ir con mucho cuidado.- le susurro a Milton y señalando a Richard agrego -Simmons es listo ¿Ha visto cómo está manejando el poco diálogo que podemos tener y cómo ha mencionado de soslayo a la casa? Ya veremos de qué modo reacciona la señora Wells a todos estos estímulos.-

Gabriella Wells no se inmuta ni siquiera cuando el elocuente y decidido Simmons se agacha junto a ella colocándose a su altura. Sin embargo, parece responder cuando el expolicía desvía, inteligentemente, la atención de su conversación hacia la casa.

- Christina... no... que no vaya a esa casa... es peligrosa...

La mujer deja de tener esa impresión de autismo, aunque su mirada continúa perdida en algún lugar del espacio. Simmons la consuela con un tono de voz y palabras adecuadas.

- Yo... no puedo llamar a eso "mi casa"... en ella vive una presencia... maligna.

Se lleva ambas manos al rostro, presionando ligeramente en las sienes y cubriendo parcialmente sus ojos.

- Algunas veces me despertaba en mitad de la noche y... las sombras se movían. Habian ruidos que procedían de salas... vacías... A veces se enfurecía...

El pulso de Gabriella Wells se acelera progresivamente. Simmons intenta calmarla, pero conforme sigue hablando va aumentando su tensión.

- Cuando pasaba era terrible... - breve y sepulcral silencio, la mujer parece revivir sus recuerdos activamente - podía hacer que los platos, los muebles, incluso las cruces de las paredes... ¡¡¡volaran todas por los aires !!!

La tensión acaba explotando en una sensación de júbilo demencial, y Gabriella comienza a carcajear desencajadamente para acabar sollozando sin control.

- ¿POR QUÉ? - grita elevando la mirada hacia el techo - ¿POR QUÉ LA TOMÓ CON MI MARIDO, POR QUÉ NOS ODIABA TANTO, POR QUÉ POR QUÉ POR QUÉ????

El doctor Hardstrom no tarda en llegar hasta vosotros acompañado por uno de los enfermeros de guardia. Este sostiene como puede a Gabriella, quien se encuentra altamente excitada y aterrada, mientras el doctor le inyecta un líquido transparente mediante una jeringuilla de considerable tamaño.

A los pocos segundos la señora Wells se relaja de sobremanera, quedándose sin fuerzas ni para mentener sus ojos totalmente abiertos. El guardia se la lleva en una silla de ruedas, mientras no deja de murmurar unas palabras que apenas llegáis a escuchar: - No vayan a esa casa... no vayan... no... - la mujer parece hablar en sueños.

- Vaya. - os dice el doctor cuando lo peor ha pasdo - No esperaba que perdiera el control de esa manera. Sino, jamás habría accedido a una entrevista con la paciente. En fin caballeros, ya han visto su estado, pero me temo que mantendremos a la señora Wells bajo vigilancia los próximos días. Y ahora, si me disculpan, tengo pacientes que atender.

El doctor Hardstrom ya no puede ofrecer ninguna ayuda, y nada más podéis sacar de los pacientes, por lo que decidís que es el momento de abandonar el sanatorio. Aún es temprano, sobre las 12 del mediodía, por lo que aún os queda una hora para ir a comer.

¿A dónde ir ahora?

Al salir a la calle, el frío me hace volver en mí. El murmullo de la gente de mi alrededor me ayuda a focalizar mi atención.

-Desde que mi mujer fue internada en un sitio cómo este...- murmullo, lo bastante bajo cómo para que el comentario pase desapercibido.

Aún me palpitan las sienes y tengo el pulso acelerado. La pobre mujer está aterrorizada, y lo que es peor, ha conseguido que me ponga en guardia. Pobre mujer.

-Señores, ¿alguno de ustedes quiere visitar la casa? Yo, particularmente, necesito verla. Una casa que convierte a una mujer sana en poco más que un desvarío, merece toda mi atención. Sin embargo, en contra de todo tópico, necesitaría verla de día. No creo que se aconsejable visitarla de noche. Llámenlo superstición, miedo o prudencia. La luz del día arroja claridad en los más oscuros asuntos.

Palpo mi chaqueta en busca de algo inexistente, y dirijo mi mirada hacia mis compañeros.

- Antes de dar ese paso, señor Bloen, preferiría ir al registro de la propiedad y ver qué datos podemos obtener de esa casa. Fecha de construcción, que había antes en ese sitio y cosas así. Saber quienes la construyeron y qué ha sido de esa gente. Probablemente los Wells no sean sus primeras víctimas y, si lo son, entonces deberíamos averiguar qué han cambiado para que las cosas s etuerzan de esta manera.- digo tratando de sonar convencido (que en parte lo estoy) y ocultando el miedo que me ha metido la señora que acabamos de entrevistar (un miedo mucho mayor que mi convencimiento de investigar la casa)

Camino pensativamente junto a mis compañeros. El miedo de esa mujer parecía demasiado extremo, demasiado... patológico como para haber sido inducido por algún tipo de agente externo o algún tipo de alucinación...

Bueno, digo finalmente cuando estamos fuera del sanatorio, creo que podemos olvidarnos del escape de gas... no creo que una alucinación provocada por eso pueda inducir un temor tan profundo en alguien. Estoy de acuerdo con el profesor, antes de visitar la casa, tal vez deberíamos averiguar todo lo que podamos de ella.

 Y cuanto más tardemos en ello, mejor...

Camino pensando en silencio —sin prestar apenas atención a la conversación que mantienen mis colegas a mi lado, pero siguiendo sus pasos de cerca casi inconscientemente— a lo largo de los victorianos pasillos de vuelta a la entrada del centro. Estoy completamente seguro de que todo este asunto es una farsa, una mera fantasía de locos, pero noto, a pesar de que mi mente está tan segura, como mi cuerpo no lo esta tanto. Las manos y piernas me tiemblan desde que salí de aquella sala, tras la breve conversación con Gabriela Wells. 

—Y bien —digo saliendo de mi ensimismamiento—, ¿Habéis decidido ya a dónde dirigirnos ahora?

El aire fresco a la salida del manicomio me llegó casi al mismo tiempo que la pregunta de Richard, así que respondí casi sin pensarlo:

- A averiguar lo que podamos acerca de ese edificio antes de que las oficinas cierren.- y mirando a Aaron agrego - Y no se preocupe, señor Bloen, que a mi tampoco me apetece ir a esa casa por la noche. Después de todo, hace tiempo que está ahí y no se va a derrumbar para mañana.-

"Y si lo hace nos quitaría un problema" pienso apenas termino de decir esto último

Podríamos empezar por ir a la municipalidad, tal vez ahí podamos conseguir los datos del constructor de la casa y, con un poco de suerte, los planos originales. Comento con aire ausente mientras caminamos alejándonos de la pesadilla del manicomio.

 Asiento a las explicaciones de mis compañeros, pero mi mente vuelve una y otra vez a la desdichada mujer. Si ella estaba así, ¿cómo estará su marido? ¿Qué terribles hechos habrán visto sus ojos?

-Me parece bien investigar un poco antes de acudir a la casa. Necesitamos todos los datos posibles, aunque me temo que la casa no tendrá nada de especial. O eso espero.

Trato de sonreír, pero incluso mi sonrisa es reacia a salir.

—Esta bien caballeros, no perdamos más el tiempo aquí —digo al ver aun no esta claro el destino—. Podemos pasar primero por la Biblioteca Pública, más que nada por su cercanía, si estáis de acuerdo.

 Vamos a la biblioteca, entonces. Seguramente encontraremos algún dato útil allí. De paso la caminata nos hará bien para despejarnos.

-Si...-digo convencido -Allí seguramente estarán los archivos de la prensa local, y probablemente encontremnso alguna noticia acerca de la casa... si fue lo suficientemente importante como para salir en los periódicos.-

Al salir del sanatorio comprobáis que no hace tanto frío como a primera hora de la mañana, aunque ahora los cielos, antes despejados, se hallan completamente cubiertos por una capa de nubes y una ligera ventolera ha hecho acto de presencia en la ciudad.

Conducís el coche mientras debatís vuestro próximo movimiento en la investigación. Hasta ahora solo sacáis en claro que la principal aparente razón del estado de los Wells procede de la casa, así que optáis por visitar la Biblioteca Pública en busca de antigua información respecto a ella.

Examináis el mapa y comprobáis que la Biblioteca Pública se encuentra en la calle Marsh, muy cerca del Arkham Sanatorium, por lo que llegáis en apenas unos minutos. Tras aparcar entráis y véis cierto movimiento en su interior, a pesar de que es sábado. ¡Sábado! Véis un cartel en la entrada que indica que los sábados cierran a las 14 horas, por lo que apenas tenéis una hora y pico para encontrar alguna información.

La Biblioteca es extensa, y os preguntáis con miradas inquisitivas si tendréis la suerte necesaria como para hallar esa información antes de que cierren.

En la sala hay un silencio absoluto, tan solo roto por el rugido del motor de algún auto pasando por la calle. Por fortuna, hay una especie de recepción y una bibliotecaria entrada en edad y de mirada severa, la cual despega de su particular lectura para alzarla cuando llegáis hasta ella.

- Bienvenidos a la Biblioteca Pública de Arkham. Si no han estado aquí antes deben firmar en el registro de visitas. Y la verdad, creo que no les había visto antes por aquí.

La mujer entrecierra los ojos intentando recordar. Seguramente lleva muchos años en el negocio.

 Echo un vistazo alrededor de la biblioteca, intentando distinguir las familiares letras doradas de los libros de economía. Me pasé gran parte de mi juventud entre libros, y creo que podría orientarme bien entre tanto papel. Mientras miro, espero pacientemente a que mis compañeros inicien la conversación, intentando averiguar su modo de actuación.