Partida Rol por web

Kassmal gruñó. ¿Como iba a ser mas rapido el barco que lo alejaba de sus congéneres? El hombre reptil sospechaba que los humanos querian salvar antes a los suyos por la smismas razones que el tenia para queres salvar a su gente pero eran dos contra uno y los necesitaba, asi que gruño, de muy mal humor y accedió.

Esta bien

Un maltrecho muelle se extiende sobre las negras aguas del río, y hay un bote de extraño aspecto amarrado en su extremo. Esta chalupa de estilo desgarbado mide unos 30' de largo. Hay varias banquetas dispuestas en su casco, y cuatro esqueletos inmóviles están sentados, encadenados a los remos del navío. Una pequeña linterna cuelga del palo mayor, y otra del bauprés. Más adelante, en el agua, se puede ver un faro de luz pálida, probablemente algún tipo de marca para indicar por dónde va el canal.

Yandrak miró los esqueletos y después a sus compañeros. Se acercó lentamente por el embarcadero y buscó por el suelo algún palo que le pudiera ayudar a tocar a los restos mortales de los esclavos.

Cuando lo encontró se acercó con toda la cautela del mundo y con el palo tocó a uno de ellos. Preparaos por si las moscas. Dijo el valiente Yandrak que era el que parecía siempre tomar la iniciativa en aquel grupo. Puede que vuelvan a la vida en cuanto nos acerquemos, y dudo que sean muy amistosos. Así que no los quitemos hasta que no sea necesario.

Kassmal aferró el escudo y dejó colgar la bola de su mangual con aire amenazador mientras se acercaba hacia los esqueletos. Si se movían lo más minimo, pensaba convertirlos en astillas. No estaba de humor. Tan sencillo como aquello. 

-ssSi  molestan, los aplasssto directamente.

Al llegar al muelle, pudo ver entre la penumbra a varios esqueletos aparentemente inmoviles.

Yandrak se acerco con un palo, pero Askabal, que saco su espada, directamente fue a arrancarle la cabeza a uno de ellos. Si estaban muertos, daria igual, sino, de un modo un otro tendrian que enfrentarse.

Antes incluso de subir al bote, notáis una presencia. Una criatura de sombra animada acecha en la proa del bote. Sólo podéis intuir el aterrorizador contorno de la bestia, una silueta que permite atisbar dos cabezas con colmillos, un poderoso cuerpo reptiliano y una larga cola con púas.

Un humanoide alto, delgado y sombrío sale de la cabina del extraño bote. Su piel es de un gris oscuro, su pelo es negro y su cara está cubierta de tatuajes púrpuras. Lleva joyas de hierro en las orejas y los brazos. Os mira fijamente y habla con voz áspera.

Bien, ¿quién os envía?

Askabal descendió su espada, pero como no era dicho en su forma de hablar, prefirió que comenzasen sus compañeros con la conversación, puesto que él diría directamente algo como:

"Buscamos a varias personas y este bote puede llevarnos hasta ellos", pero no sería lo más adecuado.

Yandrak sabía que ninguno de ellos debería estar en ese plano, e intuía que el enemigo que tenía frente a él podría ser un auténtico peligro, especialmente con la sombra que se escondía. Trató de recordar algún nombre de los enemigos contra los que se habían topado en todo este tiempo. Venimos de parte de la semidragona, de Ketsarra. Luego miró a los dos hombres lagarto que le acompañaban y trató de ver si colaría aquello. Hemos encontrado a estos dos, les tengo sometidos bajo un conjuro de hechizar personas, dijo haciendo algo de presdigitación para que supiera que estaba ante un hechicero. Íbamos a llevárnoslos. Lo dejó de forma genérica con la esperanza de que sus compañeros no revelasen su plan, y de que colara aquel engaño. Además confiaba en que su enemigo resolviera el lugar al que se dirigían, pues como le preguntara hacia donde...

El hombre miró con extrañeza a Yandrak, y después miró a la compañía. Eran tres humanos y tres hombres lagartos. ¿Ketsarra le había puesto a él al mando? ¿Los humanos también estarían dominados? No entendía nada, pero la convicción de sus palabras, y más tras mencionar a Ketsarra, le hicieron asentir con delicadeza.

Es que cualquiera se atrevía a desobedecer a Ketsarra.

Muy bien... No es el procedimiento habitual, pero yo les guiaré en la barca les dijo, dando paso a los seis.

Yandrak asintió nervioso. Había colado su mentira, pero no sabá hacia donde si dirigirían, así que confiaba en que lo estuviera siguiendo el rollo y simplemente estuviera siendo amables con él. Desconocía si estaban en condiciones para enfrentarse a él...

Kassmal bufó y entró en la barca como si estuvier ahipnotizado. Por supuesto, no le gustaba ni un pelo la compañía pero, pese a que no era muy listo, entendía la estratagema de Yandrak. Se sentó lejos de la criatura, repasando mentalmente lo que pensaba hacer si había que luchar con ella.

Tranquilo y silencioso, el lúgubre río se retorcía a través del enorme pantano sin luz. Unos gigantescos cipreses negros se inclinaban sobre el canal, con una gruesa cortina de moho cayendo desde sus ramas. Más adelante, una única luz tenue temblaba lejos, en la interminable noche. Detrás, la última luz que habían pasado retrocedía lentamente hacia la oscuridad. El único sonido que se escuchaba eran los interminables crujidos y chirridos secos de los remeros esqueleto trabajando, y el sonido suave de las aguas que iban dejando una estela tras el casco del barco. De vez en cuando una veloz sombra negra revoloteaba sobre las cabezas de los miembros del barco, o cruzaba velozmente justo más allá de vuestro campo de visión, sin que nunca se logre ver con claridad de que se trata.

El humano de aspecto ceniciento extrajo una pequeña lira de hueso de un cofre de la cabina, con un pedazo de pergamino atado ella. En una de las curas, se puso a tocar una melodía triste y funesta, que fue contestada con un aullido de paciencia desde el interior de la ciénaga.

Lentamente, la barca aminoraba la velocidad, pero el hombre seguía sin mostrar signos de que no se había creído las palabras de Yandrak. Echaba un vistazo de vez en cuando a los hombres lagartos por si éstos intentaban algo extraño, pero, imitando a Kassmal, los otros dos se mantuvieron en silencio y con la mirada baja.

Un faro iluminaba un muelle solitario en la orilla. No hay otros faros a la vista salvo el último que pasaron. El muelle parecía desierto, pero un sendero partía desde el embarcadero, subiendo por un risco abrupto pero no demasiado alto para perderse en la oscuridad. Una colina baja cubierta de zarzas ascendía desde la orilla del lago.

Yandrak dio las gracias al que les había conducido hasta allí y empezó a dar órdenes a los hombres lagarto que les acompañaban. ¡Venga! ¡Bajad! Dijo con muy malos modales para que nadie sospechara de su relación con ellos. 

Una vez estuvieron todos fuera de la barca, Yandrak se despidió de él y sin preguntar a nadie tomó el camino que partía desde el embarcadero y se adentraba en la oscuridad.

Esperaría a estar lo suficientemente lejos para comprobar si podrían o no ver algo, y si sería necesario o no iluminar la zona con uno de sus conjuros.

Kassmal obedecio como una marioneta sin mente y abandono el bote tras el otro hombre lagarto, el gnomo y el humano. Cuando se hubieron alejado lo suifciente dijo: 

-Espero ssse lo cree y esssto no esss trampa..

Ante la "impaciencia" de Yandrak, Askabal le miró de malas formas, sabiendo que era una mera actuación.

Le siguió, aunque en breve encabezaría el grupo para intentar seguir el rastro o poder guiarles de alguna forma.

Una senda llevaba desde el camino hasta el cascarón ruinoso del portón fortificado de algún complejo mayor, en el que ardía una tenue linterna. Una campana de hierro colgaba de un poste delaten de la puerta, y se podía ver ver un puñado de antorchas brillando débilmente en las ruinas que hay más allá, con las estrechas ventanas del portón reluciendo como ojos malignos en la oscuridad.

Cerca del viejo portón, había un edificio que parecía haber sido un establo en el pasado. Los restos de cuatro grandes pesebres todavía eran visibles dentro de los restos de las paredes. Una arcada vacía llevaba al patio que hay en dentro de sus muros.

Al llegar a ese punto, Askabal se detuvo. Parecía, a priori, que no se escuchaba nada. ¿Estarían escondidos?

Antes de decidir qué camino de los dos posibles tomar, se apoyó contra la pared e intentó ver si había alguien agazapado o medio oculto a cierta distancia, asomando su cara y tratando de averiguarlo.

Yandrak decidió esperar a lo que Askabal tuviera que decirle. En el fondo pretendía avanzar por el portón, eran trabajadores llevando esclavos, no tenía nada que perder y lo lógico sería tomar un camino directo para no levantar sospechas, pero si él podía asegurar el terreno, casi sería mejor así.

Parece que todo está despejado. Askabal no ve a nadie ni nada que parezca amenazador por la entrada del portón.

Kassmal contempló las dos posibles entradas. Su personalidad escurridiza, reptil, le sugería que tomaran el camino de los establos, al menos hasta averiguar con qué defensas contaba el lugar. Pero se abstuvo de hacer ningún omentario. La treta del gnomo había funcionado una vez. ¿Por que no probarlo una segunda?