Partida Rol por web

Al sentir el agarrón del espadachín, me dejo llevar y lo sigo hacia la casa. Es una medida desesperada, una solucion a medias que no nos soluciona nada, un paso más huyendo de la muerte, de una muerte roja que se abalanza sobre nosotros.

Entro en la casa a la carrera tras el espadachín y me dispongo a ayudarle con la puerta en cuanto cruzo.

En la casa, nada más entrar había unas escaleras de diez pies de anchura, justo en frente de la puerta, con un espacio de veinte pies entre medias.

- Lucharemos en las escaleras, como uno solo, aprovechando la posición elevada y que por la puerta solo pueden cargar de uno en uno si las cosas se tuercen, tendremos la segunda planta para huir. - Echó la llave, sabiendo que la puerta no iba a aguantar muchas envestidas, se apoyó con todo su peso en ella, y empezó a ponerse su armadura. Al tratarse de una armadura ligera, no iba a tardar mucho. En un momento se escuchó como los Garras Rojas envestían la puerta, mientras Leonardo seguía vistiéndose. - Tómate ésto - Te cedió una poción de un color verdoso y prepárate para luchar - se ajustó las últimas cinchas de la armadura y se colocó a tu lado.

- Por Norwan, el más fanfarrón de los clérigos de Tempus - dijo sacando sus dos espadas y preparándose para el combate.

Hubo tres golpes que hicieron temblar la puerta, hasta que finalmente las bisagras saltaron y la puerta cayó.

-Por Norwan.-Digo bebiendo la poción que el espadachín me brinda. En ese instante, saco el amuleto del águila que el mago me entregó y lo tiro al suelo.-Para lo que me va a servir.-Digo colocándome.

-Puedo hacer nuestra piel algo más dura o lograr que quien nos ataque se queme, son dones que me confirió mi maestro, aunque parece que estos garras rojas aguantan más de lo que esperaba. Algunos ya deben haber sufrido alguna quemadura cuando nos atacaron, pero dudo que sea cosa de mucha importancia. 

Dicho esto, activo mi aura para endurecernos y me coloco en posición para morir luchando.

-Me colocaré en posicion defensiva, tu mátales mientras yo aguanto.

La poción que te tomas te hace sentir mucho mejor, más fuerte, más ágil, y tus heridas, de una forma rápida se curan por completo. En ese momento la puerta salta y aparecen los primeros rostros al otro lado de la puerta.

Un garra roja entra en la casa y carga contra la oscuridad, que cuando sus ojos se acostumbraron a ella se acabo transformando en Dovahkiin, quien ya estaba preparado para ser atacado y repelió el ataque con piel de acero. Mientras tanto otro Garra roja cargaba contra Leonardo, cuya defensa se basaba en la pericia más que en las pesadas armaduras, y con un desvío con su mano torpe evitó el corte que fue a parar a una de las barandillas de las escaleras.

El resto de los Garras Rojas se fueron agolpando tras sus compañeros, evidenciándose la experiencia de Leonardo en el combate que había encontrado el lugar idóneo para combatir.

El espadachín se encara ante el Garra Roja que se había encontrado con un enemigo más peligroso de lo que esperaba, tras haber desviado su ataque, acometió de frente contra el soldado. Primero atacó en estocada con su espada élfica, clavando la punta en una hendidura de la armadura completa y trazando una línea peligrosamente cerca de la arteria subclavia derecha (-14pg). Al sacar la espada arrastró un tanto al Garra roja, desequilibrandole y clavandole la espada corta en el cuello (-8pg), sorbiendo la vida del soldado en dos movimientos.

Recordando la memoria de su antiguo adversario gritó para subir el ánimo de Dovahkiin y el suyo propio - ¡Tempus!

El golpe del primer Garra roja rebota contra mis protecciones. De momento no parece ir mal. El grito del espadachín y el hecho de que haya acabado con uno de los garras rojas de un solo movimiento me infunden un rayo de esperanza, al menos uno pequeño.

-¡Tempus!-Grito lanzando mi ataque. Lamentablemente fallo y no soy capaz de herir a mi enemigo.

-Si algún dia vuelvo a ver a mi maestro juro por los dioses que intentaré que me ayude a resucitar a Norwan.-Pienso sonriendo.-Su poder es grande, el debe ser capaz de hacerlo.

Los Garras Rojas que habían detrás del muerto, se empujan por el hueco en la batalla, y uno de ellos consigue ponerse frente a Leonardo y lanzarle un ataque que es rápidamente desviado por el espadachin. El otro Garra Roja intenta matar a Dovahkiin con un sablazo de su espada pero su golpe es fácilmente repelido por la pericia del chamán, el cual se esforzaba en bloquear todos los ataque más que en atacar a sus enemigos.

Los Garras Rojas apelotonados en la entrada se revuelven por matar a los aventureros, frustrados por no poder atacar rodearlos.

Tras esquivar el golpe del Garra Roja vuelve a atacar, con sus dos armas, cortando de abajo arriba formando una cruz en el aire, que se tradujo en dos cortes que encontraron huecos en la armadura del soldado, causándole heridas graves pero no letales.

-Tempus.-Digo al sentir la espada del enemigo contra mi escudo. Acto seguido, intento golpear al garra roja.

El combate se volvió monótono, convirtiéndose en un toma y daca con los Garras Rojas, que no llevaba a ningún sitio. Los Garras Rojas cargaban, los dos guerreros paraban, los guerreros acometían, los Garras Rojas paraban. Entonces un ataque alcanzó el hombro de Leonardo (-7 pg), lo que le hizo cargar con furia recargada, atacando con su estoque al cuello del garra roja que tenía enfrente, llegandole a clavar el estoque en la cara (-8pg). Luego giró sobre sí mismo y ensartó con su espada corta al Garra Roja que estaba atacando a Dovahkiin, atravesando el hueco intervertebral y cayendo el Garra Roja en seco al suelo (-24 pg)

Los Garras Rojas confían en la superioridad numérica y continúan con la acometida a pesar de sus dos compañeros heridos. Sus ataques son torpes contra los guerreros que resisten muy bien los golpes. Dovahkiin es diestro defendiéndose, pero sus ataques son muy torpes y aún no ha conseguido llegar a tocar a nadie, mientras que Leonardo va matando a los guerreros que le atacan a él, y los que atacan a Leonardo.

En una estocada, Leonardo consigue atravesar de parte a parte el cuello de su adversario (-23 pg), y con su espada corta hiere (-8) al atacante de Dovahkiin, luego intenta volver acabar con el garra roja con una estocada (-9pg), pero el soldado resiste. 

Maldita sea Dovahkiin, como no mates a alguno seré yo el que te mate, céntrate en el combate.

-Estoy atento al combate.-Digo riendo.-Si no lo estuviera te estaría viendo desde donde quiera que Norwan nos observe. Pero al no tener tu destreza necesito toda mi capacidad de combate para defenderme y mi capacidad de ataque se resiente. Al menos esta cuadrilla de cenutrios no son capaces de atravesar mis defensas. 

Dicho esto, la sonrisa vuelve a mi rostro y me mantengo en posición aguantando los golpes de los garras rojas.

-No desesperes, a este ritmo no nos durarán mucho.

A alguien entre las filas de los Garras Rojas, al ver que tres de sus compañeros habían muerto, vociferó desde fuera - Salid de la casa, en algún momento tendrán que salir y pelear. - Con férrea disciplina todos empezaron a salir en desbandada, quedándose únicamente los dos que luchaban contra vosotros. 

El enrrabietado Garra Roja herido no hace caso de las órdenes de atrás y ataca con furia a Dovahkiin, consiguiéndole herir en el hombro (-5pg), mientras que el otro, que so lo se queda por que cree poder con los guerreros, falla torpemente su ataque.

Leonardo ataca con sus dos armas en paralelo al Garra Roja que le atacaba y golpea con ambas, haciendo dos heridas que le condujeron a la muerte, y levantando el cuerpo en el aire antes de sacar las espadas de su cuerpo. Luego, Dovahkiin falla en su golpe de nuevo y Leonardo remata la faena con una estocada, desangrándose el último Garra Roja, en el suelo.

Mientras tanto, el resto ya habían salido de la casa, donde los habías perdido de vista.

-Cobardes.-Digo mirando a Leonardo.-¿Dónde crees que nos esperarán? ¿o crees que nos intentaran rodear?

¿Cobardes? Yo ni siquiera hubiera sido tan tonto de entrar y perder la mayor ventaja que tienen, junto a seis buenos hombres. No se qué harán, ¿Por qué no sales a preguntar?... jajaja. Busquemos otra salida de la casa.

Sube las escaleras y se encuentra con que la casa no tiene grandes ventanas, sino que hay pequeños ventanucos por los que si conseguían salir, acabarían de morros contra el suelo. Solo había dos ventanas que apuntaban a la calle principal, bajo la cual se habían congregado diez Garras Rojas.

Hay diez hombre ahí abajo, no se donde están los otros cuatro... Yo podría subir hasta el tejado trepando desde la ventana y saltar de tejado en tejado dejandoles atrás, sin embargo, tú, con esa armadura...

-Ni con ella ni sin ella.-Respondo con cierta tristeza.-No puedo salir de aqui por esa salida, soy demasiado torpe. Conmigo nos alcanzarían en cuestión de unos minutos, pero tu solo puedes huir. Sube al tejado y salva tu vida, yo los contendré aquí e intentaré hacer una última cosa para salvar la aldea.

Sólo te pido un favor si sobrevives. Busca a mi hermana Chandra, trabajaba en el Grifo Azul en la ciudad de Nightshade. Es una hermosa joven con una quemadura en la frente en forma de media luna.

Saco el colgante con la punta de flecha de mi hermano y se lo tiendo.-Dile que mi último pensamiento fué para ella y dale esto.  

La muerte se acerca y se cierne sobre mí, pero no debo temer. No puedo permitírmelo. Mi señor y mi hermana no lo merecen. En ese instante, recojo el colgante del mago del suelo. Puede que aun pueda llevarme conmigo a esos hijos de puta.

Comienzo a llamar al mago con el para ver si puede alertar a los hijos del hielo y que limpien la aldea de garras rojas.

Está bien Dovahkiin - Tomó el colgante y le dio la mano a su compañero - buscaré a tu hermana, y con el tiempo conseguiré vengar tu muerte, y la de Norwan... Saluda a Norwan cuando le encuentres en el Descanso del guerrero, dile que perdono toda ofensa que me pudo profesar.

Si les consigues distraer y que no me vean subir al tejado, conseguiré salir de aquí. Grita: Tempus, cuando creas que puedo escapar.Muere en paz, amigo mío. 

-Así lo haré.-Digo al ver que el maldito mago no contesta a mis llamadas.-Por cierto, debes saber que Gandalf el mago y los hijos del hielo están detras del complot que acabó expulsando a los rantanos. No sirve de mucho ya, pero ellos permitieron de algun modo o animaron a los garras rojas para que atacasen la ciudad y asi poder tomarla sin ser vistos como invasores. 

Miro levemente al suelo con impotencia mientras veo los planes del maldito mago cumplidos y la muerte cerniéndose sobre mí. No es momento de lamentaciones, no es momento de llorar, solo es momento de salir ahí y vender caro el pellejo.

Norwan y yo te veremos desde el más allá, no deshonres nunca nuestra memoria ni tus armas.-Digo alzando la cabeza con un gesto de confianza pero sin poder ocultar el miedo en mis ojos. En ese instante, recuerdo algo.

Por cierto, mi espada y mi escudo son de Mythril, si los quieres son tuyos, tengo un hacha que me servirá en este lance final.-Digo ofreciéndole mis armas a Leonardo.- Es una hoja fina élfica, difícil de manejar pero parecida a un estoque. En fin, intentaré provocarlos y distraerlos, ten cuidado.

Una vez recibida la respuesta a mi ofrecimiento, cojo mi hacha o mis armas y bajo al piso de abajo.

-¡¿Dónde están esos cobardes a los que visten de rojo para que no se les vea sangrar?!-Grito sonriendo y a la vez muerto de miedo. Mi voz está a punto de quebrarse por el pánico pero logro mantener la compostura.

Las imágenes de mi amo el dragón rojo, de mis hermanos, de mis padres, de todos los hombres que he ido matando a lo largo de mi vida y de cuanto me ha ido ocurriendo pasan ante mi rostro como un hechizo. No ha sido una vida alegre, no ha sido una vida fácil y no ha sido una vida plena, pero al menos dejaré el mundo como vine a él, gritando y envuelto en sangre.

Activo los poderes de mi aura para lograr un escudo de fuego. El que me hiera se va a llevar una ingrata sorpresa. Camino hasta la puerta sin llegar a asomarme por si me esperasen al lado pero dejandome ver. Me aclaro la voz, aprieto mi mano sobre mi arma hasta casi romperla y empiezo a gritar.

-¿Dónde os habéis escondido, cuadrilla de maricones? ¿Habéis ido a daros por detrás aprovechando que nos hemos tomado un descanso de rebanar vuestros malditos pescuezos? Los únicos tres hombres de verdad que había entre vosotros yacen ahora muertos a mis pies. ¿Qué dirán vuestros jefecillos cuando sepan que el hijo de un granjero es mejor que vosotros? Seguro que os ponen a tirar de un arado.

En ese momento, me coloco en posición defensiva y espero lo inminente.

-Chandra...-Pienso mientras espero a que empiece.-Lo siento.