Partida Rol por web

Finalmente os dividisteis, para ir cada uno por su lado. Norwan salió de la taberna, en busca de la forja de los Tres Martillos, Ammaranza y Eralissa salieron a dar un paseo y a despejar la mente, Liondel se fue con Leeuvarden, mientras que Cyrill, Karcos y Akeelah, se quedaron en la posada del Dragón oxidado, de momento.

Los rantanos habían formado grupos, los más rezagados ya dejaban la ciudadela. No volvisteis a ven ni a escuchar al capitán Artas, quizá marchara hacia Alwin, aunque por lo que os habían contado no era lo más probable. El ambiente en la ciudad era similar al que había cuando llegasteis, los ánimos no parecían haber cambiado pese a las malas noticias, quizá se había exagerado sobre la Garra Roja, o quizá lo que pasaba es que aún no conocían a su enemigo.

Se alegró de que ella le acompañara, le recordaba a Kairellan, y se sentía cómoda en su compañia, siempre y cuando no salieran ciertos temas a colación, claro está. Ammaranza se había abrochado la capa, pero había dejado su cabeza al descubierto, y su pelo se mecia suavemente mientras disfrutaba de un poco de aire frío en su rostro tras la agobiante atmósfera, y no lo pensaba por el calor, que se había instalado en el Dragón Oxidado.

Ven, vamos al mercado le dijo a Eralissa mientras sonreía con la alegría de una niña despreocupada se puede aprender mucho de una ciudad visitando su mercado.

Consiguieron encontrarlo tras preguntar a un par de personas. La semielfa hablaba sin parar, una veces contaba historias sobre Ganariel y su hermosura, otras hacia preguntas sobre la tierra natal de su compañera, generalidades o alguna curiosidad que la chica deseara transmitirle. Una vez en el mercado, se dedicó a buscar algún tipo de comida que le llamara la atención y que no hubiera probado nunca, algún fruto o verdura propio de la región. Miraba las cosas con genuina curiosidad, y le gustaba preguntar a los vendedores detalles sobre los productos que vendían.

Pero entre tenderete y tenderete, en un lugar un poco apartado de la gente, protegidas por el ruido del lugar, su rostro se puso serio de repente, y se giró de golpe para encarse con Eralissa. Jugueteaba con algunos mechones de cabello que se deslizaban alrededor de su cuello, y tenía la nariz ligeramente enrojecida por la temperatura ¿Por qué quieres ir a ver a ese jefe de los rantanos? Frunció el ceño, tozuda La gente no parece haberse alterado demasiado por la disolución de la orden insistía ¿has pensado que tal vez se trate de una trampa?, ¿o simplemente Jarvien te ha mentido para intentar aprovecharse de ti? A ella sólo se lo ocurrían razones para dejar correr un asunto que no le afectaba directamente quizás ese hombre sea culpable probó otro punto de vista o tal vez todo sea un truco para conseguir que aquellos afines a él se muestren y sean fáciles de eliminar, eso suponiendo que se considere que la teoría de que todo esto es un montaje contra los caballeros rantanos interrogaba a Eralissa con un gesto de preocupación que le daba un aire un tanto diferente.

- He aceptado ese trabajo - comenta sin más cuando sale del dragón oxidado, como dando por hecho que Ammaranza ya lo sabía - saldré mañana por la mañana

La idea de visitar el mercado no le hace especial ilusión al principio, pero enseguida se da cuenta de que puede ser bastante útil. Es la primera vez que visita un lugar parecido, ya que su padre nunca le dejaba disfrutar de los días de mercado de su ciudad. Según él, sólo era una fuente más de distracción y un lugar en el que cualquiera podría meterle ideas equivocadas en la cabeza. Así lo había creido siempre, pero tras unos primeros minutos le parece un lugar muy interesante.

Aunque disfruta de la compañía, prefiere guardar silencio la mayor parte del tiempo, dejando que sea ella la que lleve el peso de la conversación. De vez en cuando comenta algo, o simplemente responde a alguna pregunta directa. Presta atención a todo lo que le dice, pero no deja de darle vueltas a lo que ha pasado desde que llegó a Nightshade.

- Quiero visitar el barranco del cerro de la loba. ¿A qué distancia está de aquí?

Pregunta a uno de los mercaderes que parece asentado en la ciudad. Si desea estar allí al anocher, necesita saber cuando debe salir de la ciudad. A la mañana siguiente debe estar lista para acompañar a los demás a ayudar a los algodoneros de Valleprofundo.

Ha pasado ya algún tiempo desde que llegaron al mercado cuando Ammaranza le sorprende con un arranque de sinceridad. Las preguntas que hace son directas, y parece preocupada por lo que pueda pasarle.

- Debo hacerlo. Eso es todo - es su escueta respuesta. Para ella es más que suficiente, pero a juzgar por la mirada de la semielfa, para ella no lo es - Es posible que todo eso que dices suceda, pero no me importa. Debo defender aquello en lo que creo, aunque me cueste la vida. Fue él quien me trajo hasta aquí, y no debo cuestionar sus designios - como suele hacer cuando habla de su dios, toca la insignia de su armadura con el puño cerrado - Estoy totalmente convencida de lo que hago, y si no vivo para contarlo moriré con orgullo y la cabeza alta

Llegáis sin problemas al distrito de los mercaderes, esperando encontrar un mercado tal y como cabría encontrar en el resto de las ciudades, sin embargo, el mercado de Nightshade se extiende todo lo largo del barrio de los mercaderes, así que camináis a lo largo de la calle principal, viendo puestos y tiendas. En Nightshade no hay  nada que sea puramente típico de la región, pues es muy dependiente de las villas de los valles para el suministro de comida. Sin embargo conseguís encontrar unas frutas, que aunque habías visto antes, nunca la habías visto así: ciruelas de alta montaña, brillantes y de un brillante color azul.

A lo largo de la calle principal encontráis puestos muy variados, cerrajeros, vendedores de baratijas, de dulces, espaderos, vendedores de textiles y todo tipo de comerciantes. A esa hora de la tarde la calle principal estaba abarrotada de gente que iba de un sitio a otro a comprar, sin embargo el movimiento era fluido, como orquestado, y los pasos discurrían con fluidez.

Ante la pregunta de Ammaranza, un mercader señaló a una de las puertas de salida de la ciudad o que separaban los distritos - Si cruzas esas puertas te llevarán al barranco, desde allí se ve un hermoso atardecer en verano, espero que llegue pronto... no tardarás más de una hora en llegar.

Buf no pudo reprimir un bufido de frustración, morir no era aconsejable para la salud, ya fuera con orgullo o sin él, y además, en muchos casos era una solución mucho más sencilla que vivir. Enfrentarse a la muerte espada en mano por una causa que la mayoría de las veces carecía de una justificación aceptable, se consideraba honorable, nunca lograría comprenderlo.

Yo no digo que no defiendas lo que crees, todos los hacemos de una manera o de otra Ammaranza no había dado un paso más, apretaba el puño de una manera casi imperceptible e intentaba mantener la calma para no gritar a Eralissa lo que pensaba realmente, así que tiró de oficio, por decirlo de alguna manera, y empleó una voz mucho más zalamera  pero, cuestionar las cosas nos hace mucho más sabios, y también mucho más fuertes, muchos grandes personajes a lo largo de la historia lo fueron precisamente por eso no quería presionarla más, de momento, así que se encogió de hombros y sonrió suavizando los rasgos, que se le afilaban cuando se crispaba.

Si quieres podemos ir al barranco, pero hagámoslo como si fuéramos simples viajeros que fueron a ese hermoso lugar que nos indicaron los amables mercaderes, preparemos algo de comer, échemos un vistazo al lugar antes de que llegue la noche, y así tendremos más capacidad para decidir con criterio puso su mejor cara, no quería que fuera sola, pero tampoco le agradaba la perspectiva de verse envuelta en algo que claramente podía superarla.

¿Te parece?

Para Eralissa había muchas cosas que eran incuestionables. Axiomas que carecían de toda duda en los que creía sin necesidad de plantearse nada. ¿Como iba a buscar posibles interpretaciones a lo que él le había dicho? Su inspiración lo era todo para ella, y jamás había pensado en no seguir sus designios. Su fe era tan firme e inquebrantable que estaba dispuesta a cualquier cosa por cumplir sus deseos.

- Me parece bien - contesta finalmente a la última pregunta de la semielfa. Le muestra una cálida sonrisa y se adelanta un paso hasta coger sus manos, sujetándolas con fuerza entre las suyas - no quiero que corras riesgos innecesarios, y si eso es lo que deseas, así lo haremos. Te lo agradezco de corazón - Suelta sus manos y mira hacia los puestos más cercanos - Compremos algo de comer y llevémoslo a ese barranco

Compráis algo de picar para el camino y camináis hacia el barranco, por donde os habían dicho que estaba, y veis a lo lejos un enorme barco, levantando una ola de tierra al tocar  el suelo del barranco. Vuestro plan de llegar antes se había truncado por la llegada previa del barco. A lo lejos veis, como alegremente, los rantanos, desconocedores de las noticias, descargan grandes cajas con el equipo se se habían llevado a su anterior destino.

Un hombre con la misma armadura que el resto de los rantanos orquesta el desembarco y da órdenes para que todo se haga más rápido, al mismo tiempo que ayuda a descargar.

Destaca en el grupo una pareja, un hombre con armadura completa y escudo de mithrill y una mujer, con un toque salvaje en su apariencia.

Suspiró cuando Eralissa la soltó, cada vez le recordaba más a su amiga, esa que siempre se preocupaba de que la semielfa se encontrara a gusto, de que hiciera las tareas que les mandaban, en definitiva, se encargaba de ella. Cuan diferente era de Cesphain, aquel al que añoraba a pesar de todo, o quizás lo echaba de menos por todo lo que le había enseñado a vivir. Pero ella se había marchado, porque es lo que él habría querido, porque era lo que se esperaba que hiciera, y por una vez lo hizo.

Caminaban distraídamente, puesto que pensaban que tenía tiempo de sobra, y la joven disfrutaba del paisaje que se iba abiendo ante ellas, y empezaba a resultarle familiar caminar al lado de Eralissa. Pero la tranquilidad no duraba nunca demasiado.

Llegan temprano dijo a su compañera.

Al ver la espectacular llegada del barco, Ammaranza procedió a cubrirse completamente el rostro con la capucha de la capa, por lo que, aparte de la elegante capa de viaje, sólo son visibles unas botas de cuero con poco uso.

La figura envuelta en la prenda de abrigo debía andar cerca de los ciento setenta centimetros, a pesar de que era díficil distinguir mucho sobre su silueta, parecía delgada y no llevaba ningún arma visible. Se detuvo a una distancia razonable de donde se estaba produciendo el desembarco, mirando con curiosidad a su alrededor y dedicando una mirada a sus espaldas.

Espero que no haya problemas

Pero el pensamiento le pareció enseguida demasiado optimista, sobre todo por la compañía y la situación. Sentía la inquietad en su estómago, no se encontraba para nada cómoda.

Realmente no esperaba que el barco llegase antes de tiempo, y tarda unos segundos en reaccionar. Desde lejos trata de identificar a los tripulantes, intentando averiguar quién podía ser la persona que buscaban. Los rantanos se afanaban en descargar lo que habían traído en su viaje, por lo que posiblemente no iban a prestarles demasiada atención.

- Vamos - le dice sin más a Ammaranza, mientras encamina sus pasos hacia el barco

A pesar de ser una mujer de mediana estatura y complexión normal, camina con decisión sin que el peso de su pesada armadura completa sea un impedimento. Varias filigranas adornan el reluciente peto, aunque destaca sobre los demás un puño sujetando un rayo. Tiene algún golpe, pero se mantiene en muy buen estado. El resto de la armadura se encarga de cubrir las demás partes del cuerpo, aunque la cabeza permacece totalmente descubierta mostrando su hermoso y joven rostro. El pelo cae un poco sobre sus hombros, recogido por una sencilla coleta.

- Necesito hablar con Garl Tum - dice cuando tiene al primer caballero cerca - es muy urgente

Aparezco en la cubierta del barco nada más atracar con cierta prisa por bajarme. No es que me molesten las alturas, pero la verdad es que me siento bastante más cómodo cuando tengo los pies en el suelo.

Mi aspecto es el de un guerrero embutido en una armadura completa algo abollada y con alguna que otra marca de los golpes recibidos. A mi espalda pueden verse una mochila de viaje un tanto ajada y remendada y un imponente escudo pesado de mithril que muestra la figura de un dragón con las alas extendidas. A mi cintura pende un arma similar a un estoque.

Todo ello parece contrastar con el aspecto de mi cara. Mis rasgos son finos y estilizados, casi como los de un elfo, sin embargo la incipiente barba de varios días revela mi ascendencia humana. Mi cabello blanco cae atado en una coleta hasta la mitad de mi espalda y parece adquirir tonos dorados al reflejar el sol.

Tras de mi camina una joven cubierta con ropa a todas luces demasiado grande para ella. El parecido entre ambos nos revela como hermanos.

-Creo que deberíamos bajar de aquí lo antes posible.-Digo mientras tiro de su mano.-Me gustaría estar en tierra cuanto antes.

Uno de los hombres con armadura, todos iguales, se acerca a las dos muchachas, y al estar frente a ellas se quita el yelmo, revelando una larga melena y una barba que dejó de ser cuidada hace un tiempo. - Yo soy Garl Tum ¿Qué ocurre señora?

Mientras tanto el resto de soldados seguían descargando equipo, hasta que finalmente acabaron y todo se quedó un momento en silencio en el barco, una vez todos habían bajado.

Chandra saltó por la borda con soltura y cayó dando una voltereta hacia delante, en vez de bajar por las rampas de madera. Durante sus años en cautiverio había ganado algunas habilidades desconocidas para su hermano, que agarró de su mano para bajar, pero que no pudo mantener la amistosa presa de su hermano.

Adelante, parece que traen noticias de la ciudad, puede ser importante

Traga saliva y carraspea antes de comenzar a hablar, impresionada por la figura que tiene delante. No esperaba encontrarle tan pronto, y menos aún que se presentase ante ella tan facilmente.

- Mi nombre es Eralissa, señor, fiel y devota paladín de Heironeus - hace un leve asentimiento a modo de saludo, acompañado de una leve reverencia marcial mientras coloca la mano en el emblema de su pecho- y simplemente venía a informarle de algo que ha sucedido en las últimas horas - con la cabeza ligeramente agachada, no consigue reunir el valor suficiente para mirar a los ojos de su interlocutor - No sé si las noticias que traigo ya han llegado a sus oidos, pero dada su importancia he considerado que alguien debía informarle a su llegada - hace una pausa y cierra los ojos un instante, lanzando un suspiro antes de soltar lo importante - Durante su ausencia, alguien envenenó a Temer el Grande, soberano de Aam. Su hijo asumió el cargo al instante, autoproclamándose nuevo rey - intenta recordar toda la información sin equivocarse con los nombres y finalmente mira a los ojos a Garl Tum - La orden de los caballeros rantanos ha sido disuelta, acusada de alta traición

¿Dónde ha quedado eso de la discreción y analizar la situación? No la conozco desde hace mucho, pero no tengo ninguna dura que su cabezonería la va a traer por mal camino. Lo malo es que ahora es el mismo que el mío.

El suspiro se perdió en las profundidades de su capucha mientras echaba un vistazo a su alrededor con un poco más de detenimiento. Todos parecían caballeros, salvo aquella exótica pareja, a la que dedicó un poco de atención antes de que la revelación de la identidad del caballero Garl Tum hiciera que su atención regresara de nuevo a él y a Eralissa.

Cuando el Rantano se descubrió, ella lo imitó, pues no le parecía correcto ocultar sus rasgos a quien se presentaba como el Gran Maestre de la “Ya Extinta” Orden de los Caballeros Rantanos. En principio se pensó si creerle, pero un breve vistazo le bastó para descartarlo, aunque no podía explicar bien el porqué. El rostro de la joven parecía humano, quizás un poco más estilizado de lo habitual, una boca de labios generosos, una nariz pequeña y ligeramente respingona, y unos ojos marrones cuya forma podría denominarse, almendrada. Pero entre su cuidado cabello castaño, sobresalían unas orejas enteramente élficas.

Dejó que Eralissa terminara, y cuando lo hizo, dio un pequeño paso para situarse a su altura, ya que hasta ahora había permanecido un poco por detrás.

Yo soy Ammaranza Ir-ryn Aidacal de la Casa Farania se presentó con desenvoltura, aunque probablemente los nombres no significaran nada para él y me gustaría añadir ya que parece que este asunto iba hacia adelante, era mejor que no hubiera vuelta atrás que el Rey os acusa a vos directamente como único y exclusivo responsable de la muerte de Temer el Grande intentó captar su reacción, y aunque aquel hombre le parecía muchas cosas, no lograba encuadrarlo dentro del gremio de los envenenadores.

Retrocedió ese mismo pasito que había dado antes hacia delante, quedando un poco retrasada de nuevo, a la izquierda de la joven guerrera.

Respiró profundamente al oír las noticias, no estaba escandalizado, al fin y al cabo no era ajeno a las tramas de la corte, salvo que ésta vez le habían dado de lleno. - Sabía que ésto iba a pasar, cuando el rey muriera, pero no puedo creer que hayan envenenado al rey para acelerar las cosas. Supongo que mis capitanes depusieron las armas para evitar el derramamiento de sangre... todo estaba planeado desde hace años, pero no vamos a dejar que el mocoso del rey haga lo que le de la gana. ¿Dónde está Artas? Quiero hablar con él.

- No sé donde están el capitán Artas - contesta casi avergonzada mientras niega con la cabeza - juró obediencia al nuevo rey, tal y como suponéis, para evitar que la violencia se desatase en la ciudad - su cabeza cambia de dirección, moviéndose ahora de arriba a abajo - Cuando el nuevo rey se marchó de Nightshade, dio permiso a sus caballeros para disolverse y usar las riquezas acumuladas en la ciudadela para poder vivir sin tener que alistarse en la Garra Roja - poco a poco consigue mirar a los ojos al Gran maestre - después partió pero desconozco su destino. En cualquier caso, debéis evitar Nightshade mientras continúe la orden de busca y captura emitida por Theorim

Theorim debe ser muy necio o muy iluso si piensa que la Garra Roja llegará a ser la orden dominante en Nightshade, su único aliado son las numerosas tropas de la orden y ese dragón suyo, Agress, que con una orden de Gándalf Vintur, su verdadero amo, abandonará al rey y protejerá la ciudad. - En ese momento, procedente de la ciudad se escucha el sonar de un cuerno tocar tres veces. Miráis cómo las puertas de la ciudad se abren y al otro lado aparece todo un batallón de caballeros, de al menos cincuenta hombres.

Al frente de las tropas hay un hombre fuerte y corpulento, montado en un caballo blanco: lleva armadura completa, de una buena calidad, con púas para el combate, un escudo redondo de acero de gran tamaño a la espalda, y una espada bastarda al cinto. Su capa era completamente blanca, al igual que las plumas de su yelmo, mientras que sus ropas, excepto la cruz blanca, eran completamente negras.

Se acercó al contingente de guerreros recién llegados al barco, desmontó del caballo y casi le sacaba una cabeza en altura a Garl. Hizo una leve reverencia y una voz metálica bajo su yelmo habló. - Saludos, Gran Maestre, estás en un gran peligro viniendo aquí, te rogamos que vengas con nosotros y salgas de la ciudad en calidad de soldado y dejes atrás al Gran Maestre.

Vamos a combatir a las Garras Rojas mientras nos queden fuerzas, alejándonos del recuerdo de la orden, cualquiera que antaño fuera caballero Rantano es bienvenido a nuestras filas.

Genial, guerra en breve, un nuevo reino, una guerra, una suerte estupenda la mía.

Tum parecía muy seguro de lo que decía, como si todo esto no fuera nada más que un juego de un niño caprichoso, quizás no era consciente de las vidas que podían perderse, o peor aún, era consciente pero le importaban poco. Si esto era así lo mejor era ir quitándose de en medio, ya que no parecía que pintaran mucho aquí.

Maldita manía de utilizar los jodidos cuernos, ¿para qué sirven? ¿para darse aires?

 Desvió la mirada a Eralissa, pero ella no le prestaba demasiada atención, y mucho menos ahora con la llegada de nuevos señores al lugar seguro que está encantada con todo esta parafernalia y con todos estos caballeros de brillantes armaduras al servicio del honor. Lo que a ella sí que le llamó la atención fue la mención del dragón, eso era otra cosa, pero le costaba creer que alguien fuera capaz de someter a su voluntad a tal criatura, aunque la figura de Vintur fuera una leyenda.

Se sintió un poco estúpida en medio de tantos soldados, como si pusieran un orco en mitad del Gran Salón del Palacio del Rey en Ganariel, torpe e inútil. Así que optó por retroceder aún más mientras dejaban que los Rantanos se aferraran a la guerra.