Partida Rol por web

En la que el recién formado grupo de exploradores de Brevoy deja de reaccionar ante los acontecimientos y toma sus primeras decisiones.

Laboral, 6 de Pharast de 4.710. Mañana.

Las primeras luces de una mañana brumosa despertaron a los más madrugadores o a los que menos necesidad de dormir tenían, como Neanniver. El elfo se vistió con parsimonia y salió al patio, demasiado silencioso, casi con miedo de encontrarse con otra situación como la del día anterior. A pesar de la llovizna el fuego estaba encendido y ardía con bastante fuerza. Paskal, aquel tipo que parecía trabajar para los Leveton, se encargaba de alimentarlo con leña que recogía en las inmediaciones del Puesto, que volvía a tener las puertas abiertas por las que el mismo Oleg entró cargado con una pala y la ropa manchada de tierra. Estaba claro que se había encargado de los cuerpos de Kressle y Radu.

-Colgarlos es una buena advertencia.- Dijo a Neanniver.- Pero también es un asco. Atrae a bichos y cuervos y huele como el demonio.- Se excusó sin que se lo hubierrn pedido antes de lavarse las manos y entrar en el edificio principal.

Sandael se despertó y desayunó absorta en sus pensamientos mientras veia los cuerpos ardientes de los bandidos. Cuando terminó, empezó a despertar y a hablar a sus compañeros. -Como ya os dije ayer, lo mejor es que vayamos lo primero al campamento que tenían estos bandidos, creo que podría llegas hasta allí otra vez y supongo que Puñal podrá ayudarme. Allí podremos rebuscar entre las pertenencias de los bandidos y enterrar a nuestros ex-compañeros como es debido. Es cierto que me gustaría también recuperar mis pertenencias, pero no es imprescindible. Por favor, partamos lo antes posible.

Gottfried, que se había levantado con las primeras luces del alba para dar la bienvenida al nuevo día y elevar sus plegarias diarias a Sarenrae y observaba la hoguera disfrutando de su calor a pesar de la fina llovizna, levantó la mirada al escuchar a Oleg y advirtió la presencia de sus compañeros- Buenos días, amigos, que la luz de la Flor del Amanecer brille sobre vosotros en esta nueva jornada. Estoy de acuerdo con Sandael, comenzar nuestra misión registrando el campamento de esa Kressle y ofreciendo los últimos ritos a los fallecidos parece un buen primer paso.

El enano, que dormía poco debido a sus dolores, estaba de muy mal humor aquella mañana. Por lo tanto, ya había estado trabajando en uno de sus "proyectos", golpeteando el metal para darle forma.
- Bien, ya era hora, joder - gruñó. - A ver qué se cuece en esta región de mierda...
Y recogió todas sus cosas de manera pulcra y ordenada, como le habían enseñado años atrás.

Parecía que los ojos rojos del elfo estaban todavía mas marcados que durante los días anteriores, quien sabría si eso podría querer decir simplemente que había pasado una mala noche. Llamaba la atención la pasión que tenia por andar descalzo por la hierba, era lo primero que solía hacer por las mañanas. Cuando acordaron dejar el campamento Neaniver tardo poco tiempo en preparar sus pertenencias, un petate ligero bastaba. Cuando todos estaban preparados dijo:

-       Me parece bien que volvamos al campamento de Kressle, pero deberíamos tomarlo con cierta tranquilidad, aprovechando el viaje para ir explorando los terrenos cercanos y así no tener que volver sobre ellos…

-Mi buen Neaniver, de normal estaría de acuerdo con vos, pero aunque vayamos con retraso y los bandidos que escaparon nos lleven ya ventaja, no creo que esté de más apresurarnos hasta el campamento que Sandael y Puñal ya conocen. Al fin y al cabo, lo que allí encontremos de botín habrá que traerlo a este puesto para venderlo, y lo mismo podemos investigar los terrenos circundantes a la ida que a la vuelta, cuando hayamos dado buena cuenta de los bandidos, si deciden permanecer allí, y dado sepultura a esos buenos aventureros.

- Me gusta tu forma de expresarte Gongaldur, creo que vamos a hacer muy buenas migas. ¡Y si las podemos regar con una buena jarra de cerveza y una botella de vino, mejor que mejor! Venga, menos chachara que nos vamos a quedar helados en este puto lugar... - sentenció el Ladrón agarrándose los brazos para contener una tiritona.

Sareval se despertó con ganas de venganza... el día anterior, no llegó a dar ningún golpe, sirviendo de poca ayuda al grupo. 

- Yo voto por llegar cuanto antes donde los bandidos.

- Delgaducho, - dijo Golgandur, refiriéndose a Puñal - cualquier momento es bueno para remojar la cañería, y aún más si es otro el que invita... y sí, estoy contigo, vámonos ya, que aquí no hay nada que hacer.

Laboral, 6 de Pharast de 4.710. Noche.

Un viento bastante molesto os ha acompañado durante todo el viaje. Agitando ramas, levantando hojas, ramas, arena y nubes de polvo que se mete en los ojos. Afortunadamente, después de haber hecho este trayecto dos veces, pérdida incluída, Sandael parece ser capaz de trazar una línea más o menos recta hasta el campamento del Río Espino. Las huellas de los caballos de los forajidos en el suelo embarrado ayudan bastante. Eso sí, el viaje no es preciamente corto al ritmo que marca el poni de Gongaldur. El enano es también responsable de que toda la fauna local salga corriendo ante el ruido de cacharrería que le acompaña.

El sol se pone cuando Puñal y la exploradora semielfa encuentran familiar el terreno: el camino con el riachuelo empedrado, las barricadas fiormadas por troncos caídos, la carreta a un lado del camino y los tupidos árboles con plataformas en su copa.

-Puñal y yo nos acercaremos a ver si hay algún bandido en los alrededores, si alguno es bastante sigiloso, puede acompañarnos, pero sino es mejor que se quede aquí.

El elfo era cosciente de sus limitaciones, asi que ato su recien adquirido equino... una bestia podenca y que daba la sensacion de ser algo mayor que Oleg le habia endosado. Bueno, a las malas, tampoco se lo habia terminado de pagar, solo le habia abonado la mitad por adelantado y la otra mitad habia quedado a credito.

Neaniver permanecio atento a la marcha de sus compañeros y atento por si surgia cualquier eventualidad.

-Id, id -dijo Gottfried, una vez asegurado su caballo, señalando a Puñal y a Sandael-, Pero andaros con ojo y no dudéis en retroceder si véis que la situación lo requiere. Ya está visto que con estos truhanes no valen las heroicidades...

Cuando la semi-elfa y el pícaro se marcharon, Gottfried aguzó los sentidos, preparado para saltar en ayuda de sus compañeros al menor grito o ruido de peligro.

- Esperamos pues vuestra vuelta. Si hay algún problema, gritar y acudiremos.

- Ya empezamos con el rollo del escondite, donde esté un buen hachazo cara a cara... - resopló el enano, pero se quedó junto a los poco sigilosos...

Puñal y Sandael ataron sus caballos y aprovecharon la oscuridad y la vegetación para aproximarse al ya familiar campamento. Extremaron las precauciones, comprobando que no hubiera centinelas en las plataformas de los árboles. Había un olor a podredumbre que no recordaban de su última visita y no tardaron en determinar el origen del mismo: los cuerpos muertos de sus antiguos compañeros, que seguían en el mismo lugar en el que habían caido en combate ya que los bandidos partieron con premura hacia el Puesto de Oleg, sin dedicar unos minutos a disponer correctamente de los cuerpos.

La hoguera del campamento estaba apagada, y no había muestras de que estuviera habitado más allá de unos gemidos lastimeros cuya procedencia no fueron capaces de descubrir desde la prudente distancia a la que se encontraban.