Partida Rol por web

Buscando por la zona comercial te topas con un comerciante que precisamente andaba buscando un escarabajo como este. Tiene que emprender un viaje hacia el este y no está seguro de poder encontrar forraje para sus caballos así que le vendría d eperlas. Dos caballos de tiro y una carreta te parecen un trato más que razonable, así que haceis el intercambio.

Acercandoos a la zona noble os dais cuenta de que en ella hay una elevada presencia de guardias, además de estar prohibido acceder a ella disfrazado, al contrario que en el resto de ciudad, donde son muchos los que ya andan vestidos de las formas más variopintas.

En un puesto callejero encontrais disfraces de todos los tipos: Desde simples máscaras de ojos hasta trajes de cuerpo entero que convierten a su portador en un oso, un lobo o disfraces dobles de buey o caballo. Entre el gran amalgama de opciones os llaman la atención unas vestiduras que tratan de imitar la forma de vestir orlanthi, incluyendo incluso símbolos sabrados y runas como las del aire o la muerte.

-¿Están interesados en algún disfraz, caballeros? -Os dice el vendedor, muy sonriente. -Todavía me queda una gran selección en tallas de adulto.

En esos momentos aparece Erikand, sonriente, trayendo consigo una carreta destartalada tirada por dos caballos sarnosos que no paran de toser.

-Bueno chicos! Mirad lo que traido!- dice señalando a la destrozada carreta y los dos caballos con una gran sonrisa.- Jeje, un puñetero escarabajo por 2 caballos y un carruaje...

Erikand observa de nuevo el carruaje, será fantástico esto para poder llevar las mercancías de un lugar a otro y a ellos también. Entonces mira los disfraces, parecen buenos...

-Habéis pensado en algo?

Observo los disfraces con ojo crítico. Hay uno que no parece moverse solo.

- Creo que usaré el disfraz de oso -es un homenaje poco velado a mi dios, Odayla- ¿Quieres un disfraz de caballo para esos bichos que has traído, Issar?

Hago una mueca al contemplar los escuálidos animales ¿Hemos cambiado nuestro forzudo escarabajo por eso?

¿Disfraces de orlanthi? ¿Pero qué broma es esta? -pienso para mis adentros-. Esta gente no ha visto nunca a un orlanthi de verdad...

-Vaya, creo que quizá no necesite disfraz al fin y al cabo... -comento en voz baja mientras miro al vendedor de disfraces.

Swen sonríe desde el otro mundo al ver aparecer las desdibujada figura de Erikand seguida de dos débiles espíritus equinos. Permanece con el grupo cuando compran sus disfraces y comparte con Kenvent el desagrado ante las estúpidos disfraces que imitan su cultura.

Erikand queda algo perplejo ante el comentario de Aldar. Mira con duda los caballos que acababa de conseguir. Que había querido decir con ese comentario? Erikand se encoge de hombros y observa los disfraces. De todos ellos...

Erikand se acerca a un disfraz de una lagartija con alas... Eso era el disfraz de un dragón? Le había hecho gracia, así que señalando suelta un escueto: Yo me quedo con este.

-Me lo he pensado mejor, déme una de esas máscaras de orlanthi -le digo al vendedor.

Así, aunque vaya "disfrazado", nadie me podrá reconocer fácilmente.

Oso, dragón y orlanthi, caminais por las calles de Yuthuppa buscando la zona universitaria, donde debería celebrarse la graduación de Godrius y donde podriais encontrar pistas sobre Ahrrya.

Una vez allí os encontrais en una inmensa plaza presidida por siete estatuas que representan a las siete madres y detrás de ellas veis el inmenso edificio de la universidad, donde no paran de entrar jóvenes vestidos de las formas más variopintas. En una plataforma de marmol blanco como la nieve, uno a uno los graduados van siendo llamados, entre discursos y cantinelas varias. Observais el lugar y sus gentes hasta que oís el nombre de Godrius Pompis, que sube vestido con una túnica y un sombrero cuadrado muy extraño y recibe un pergamino enrollado. La ceremonia os resulta terriblemente aburrida.

El acceso a la universidad es a través de unas puertas inmensas en la parte superior de una escalinata de piedra caliza. Allí, varios miembros del ejército lunar controlan que sólo los estudiantes accedan al interior, mostrando algún tipo de acreditación.

-Voy a ver si hay otras entradas -comento por lo bajo a mis compañeros.

Luego doy un rodeo al edificio de la universidad para tratar de detectar puertas sin vigilar, ventanas accesibles o muros escalables por donde poder acceder sin usar la entrada principal.

- ¿Donde quieres ir? -una voz conocida suena en tu mente- Quizá yo si pueda atravesar la vigilancia de los guardias.

Me sentiría desnudo sin mi arco si no llevara una piel de oso peluda y calurosa. He intentado ocultar dentro mi vieja honda, unas cuantas piedras y mi daga. No confío demasiado en mi habilidad con estas armas, así que, por si acaso, he escondido una ampollita de veneno.

Solo espero que no sean necesarias.

Gruño levemente al escuchar a Kenvent.

- Deberías esperar a hablar con Godrius. Con un poco de suerte nos podrá meter en esa fiesta sin tener que exponernos -me encojo de hombros exageradamente, lo que se traduce con mi disfraz en un ligero temblor- Si no es capaz de eso, siempre podemos intentarlo por las malas.

No pueden ver mi mueca de fastidio.

- Siempre puedo intentarlo haciéndome pasar por alfombra -suelto otro gruñido.

Erikand asintió ante Kenvent. Le pareció una buena idea, aunque por lo visto Aldar tenía otras ideas...

- No creo que sea buena idea que Godrius sepa que intentamos colarnos en la fiesta de graduación... Recordáis de quién estamos hablando? Por dios! Era una marioneta lunar. No me extrañaría que nos delatara a todos si tuviese la más mínima noción de nuestros asuntos. No, creo que mejor sería entrar a hurtadillas. Y en eso, Williams, tu eres el mejor. Puede que sea arriesgado, pero es la mejor oportunidad de extraer información.

Contemplo la brillante fachada de la Universidad con el gesto torcido.

- Soy silencioso, pero no invisible- replico- Y creo que es un delito más grave intentar introducirse ahí dentro que hacer una simple pregunta. Al fin y al cabo somos gente de provincias que quiere disfrutar del esplendor lunar.

Me rasco el trasero peludo sonoramente. Es como frotar papel de lija.

- No sabemos nada de ese sitio. No hay nada que nos indique que ahí dentro está la niña y asumir un riesgo así por nada... francamente, me parece demencial. Sin embargo, una simple pregunta no va a levantar sospechas -vuelvo a estremecerme intentando encogerme de hombros- Podemos decirle que queremos continuar la borrachera. Nos tomará por bárbaros. Ya sabes cómo es la gente del Corazón del Imperio: creen que todo lo que hay más allá de sus fronteras es rústico y brutal.

Busco con la mirada al emisario lunar.

- Además, si desconfía nos echamos atrás e intentamos entrar como decís vosotros -lanzo un sonoro suspira que se oye cavernoso al salir de la boca entreabierta del oso- A lo mejor estamos dándole demasiadas vueltas.

- Por favor... ¡páralos! Ya voy yo. Pero nos alejéis, que pueda encontraros.

El alma de Swen se dirige a la universidad atravesando la guardia. A pesar de su estado etéreo no deja de ser precavido y observa las jambas y distintos lugares por donde pasa por si hubiera algún dispositivo mágico que pudiera detectarlo. Registra deprisa el edificio con la intención de volver rápidamente si fuera necesario.

-¡¡¡Por Orlanth!!! -exclamo sobresaltado-. S... s... ¡eso no se hace! Eres tú, ¿no? ¡No me des esos sustos, te lo ruego! -digo bajando la voz mientras miro hacia los cielos y hacia todos lados con ojos desorbitados, como buscando un enemigo invisible mientras me cubro la cabeza con los brazos y me agacho-.

Observando los alrededores del edificio descubres que en la parte trasera hay un enorme jardín repleto de árboles y plantas exóticas. La parte exterior del mismo está vigilada, aunque resultaría fácil saltar la verja cuando los guardias no miran. El interior carece de vigilancia alguna.