Partida Rol por web

Antes de que llegue a darme cuenta, me encuentro escuchando atentamente las palabras de Swen en mi cabeza. ¿Ya ha vuelto? ¡Qué rápido! Cuando escucho la sorprendente noticia, el corazón empieza a latirme con fuerza en el pecho por la emoción. Con los ojos muy abiertos, hago una seña a mis compañeros físicos para que se acerquen.

-Oíd, que dice... Yorsar que... Que dice Yorsar que ya ha vuelto y... -tomo aire antes de proseguir-, que detrás del edificio hay un jardín frondoso con un muro bajo fácil de saltar cuando los guardias no miran. Pero lo mejor de todo es que, ¡no os lo vais a creer! -exclamo con una gran sonrisa-. Dice Swen que Arrhya no está en la fiesta. Pero sí están nuestros amigos: Loranda y Kilder -hago una pausa para que Aldar y Erikand encajen la noticia-. Es increíble, ¿verdad? ¡Qué suerte hemos tenido! Solo una cosa: Yorsar también dice que los ha visto vestidos con trajes lunares y acompañados de una mujer bárbara pero que no es orlanthi. ¿Quién será?

Mientras miro la cara embobada de mis compañeros, hago memoria para recordar todo lo que me ha comunicado el chamán.

-Ah, sí, también dice que puede decirle a Loranda que salga para reunirse con nosotros. ¿Qué hacemos? ¿Entramos o le decimos a Loranda que salga?

Erikand se queda boquiabierto ante la noticia.

- Seguro? Estás completamente seguro? No se... no consigo creérmelo...

A Erikand le costaba encajar esa noticia. Que se hubiesen encontrado tan rápido con Loranda y Kilder... Algo le removía por dentro. Quizá era su incredulidad, pero había algo que no le gustaba.

- Podría decirle que uno de nosotros está aquí fuera... No sé... No es que no me fíe de la palabra de ese loco chiflado, -refiriéndose a Swen- pero es que nuestro encuentro ha sido tan sencillo... Me cuesta creerlo... Y si es alguna jugarreta del destino, preferiría que no nos pilla...- Erikand parece pararse en seco, recordando que a Swen no lo pueden atrapar.- No he dicho nada... Será más seguro si ellos salen...

Finalmente cierro mi boca, abierta por la sorpresa, tras la mandíbula de la máscara de oso.

- Que salga -acierto a replicar en poco más que un susurro ronco- No tiene sentido correr riesgos si podemos solucionarlo así.

Miro hacia el edificio y después a mis compañeros. Exagero sin querer el movimiento de la cabeza para tener una visión más frontal.

- ¿Están ahí dentro? ¿De veras? -murmuro mientras un temor supersticioso se adueña de mí- Reconozco que esto me sobrepasa.

Y así, vestido de oso, reflexiono sobre los dioses y la Fortuna.

-Sí, creo que los dioses nos han reunido de nuevo. Tenemos que aprovechar la oportunidad, pero tal vez sería mejor que entráramos, ahora recuerdo que Yorsar me ha dicho que hay espíritus en la fiesta que lo han visto, y tampoco sabemos cómo van a reaccionar nuestros compañeros. Podría ser que los lunares les hayan cambiado la mente...

- Cierto... ¿pero que riesgo correr? Si puedo comunicarme con ella, y ya no es nuestra amiga, vosotros no estaréis en riesgo, sólo yo. Si forzamos la situación para entrar, y no es nuestra amiga, estaremos en riesgo todos en territorio enemigo. Mejor que salga. Y si... ¿le pedís a Godrius que le de un mensaje para que salga? Le podéis decir que se lo de a la mujer de toga blanca y azul ribeteada con runas, lunares, que se encuentra junto al tipo de la túnica carmesí que lleva un báculo adornado con un cráneo, el del rostro oculto -el desagrado con el que se refiere a él denota claramente que es Kilder-. Pero no os delatéis. Decidle, por ejemplo, que portáis un mensaje para ella de alguien que esta buscando y que necesitáis verla fuera a solas y en algún sitio que os permita una huida rápida. Yo permaneceré en este estado para protegeros desde el otro mundo.

De repente se da cuenta que hay un fallo en su idea: Godruis se preguntará como saben tanto.

- Vaya, ¿pero como contárselo al lunar sin que se pregunte como lo sabéis...?

Me rasco el trasero con las garras. Alguna ventaja debían tener.

- Muy bien... pero no puedo trepar el muro vestido así. Me quitaré el disfraz e intentaré colarme. Tal vez vosotros deberíais hacerlo por la puerta principal, o buscar al emisario lunar y conseguir que os cuele.

Busco con la mirada un matorral donde desvestirme. Afortunadamente bajo el disfraz llevo lo mínimo que dicta el decoro.

Sujeto a Willam por el brazo.

-Oye, si hay que saltar el muro, será mejor que lo saltemos los tres-. Le suelto en cuanto veo que me escucha-. Además, entrar en la fiesta solo y sin disfraz me parece una idea mucho más arriesgada que intentar que Loranda salga para reunirse con nosotros en algún lugar. Yorsar me acaba de contar un plan que se le ha ocurrido. Dice que podríamos pasarle a Loranda un mensaje a través de alguien, con una excusa falsa, para citarla en algún lugar donde podamos huir por si acaso-. Miro a Erikand y a Aldar con gesto interrogativo-. Aunque yo sigo pensando que deberíamos entrar los tres.

- Me parece una idea perfecta. Intentemos entrar.

Dice mientras sale para interceptar a Godrius.

- Godrius!! Godrius!! - le grita al lunar mientras corre hacia él.- Oye, me ha llegado cierta información de una conocida que podría estar en la fiesta que celebráis ahí dentro.- dice mientras señala la universidad.- Me preguntaba si sabes de alguna manera de contactar con ella.

Godrius parece sorprendido por vuestra petición. Tras explicarle los detalles no parece comprender cómo sabeis que esa mujer está ahí dentro o cómo podeis darle una descripción física e incluso de la ropa que lleva puesta sin haber llegado a entrar, pero la idea parece emocionarle.

- Mi... Mi primera misión como emisario. Lo haré. La encontraré y le transmitiré vuestro mensaje.

Muy contento se dirige a la entrada y muestra su documentación a los guardias. Después le perdeis de vista.

Vuelvo a ponerme la cabeza del disfraz mientras asiento con aprobación a la rapidez de decisión de Erikand. Exagero el movimiento para que sea evidente y el peso añadido de la cabeza está a punto de tumbarme como si fuera un bebé gigante.

- Muy bien hecho -comento mientras recupero el equilibrio- Le hemos hecho sentirse útil a ese tipo y vamos a pasar el mensaje.

Estoy a punto de darle unas palmaditas en la espalda, pero afortunadamente recuerdo a tiempo mis garras.

Erikand sonríe ante la aceptación de Aldar.

-Esperemos que todo vaya rodado, aunque algo me dice a mi...- Erikand mira a Kenvent y después a Aldar.- Quizá sería mejor que Aldar se ocultase desde algún lugar y nos vigilase. Después de todo es el más discreto.

Vuelvo a encogerme de hombros exageradamente. 

- Puedo intentarlo, pero sin mi arco soy bastante inútil si hay problemas -me saco un guante/garra y lo agito en el aire- Aunque puedo lanzarles esto a los malos, con un poco de suerte les doy en un ojo.

Miro a mi alrededor y concluyo.

- En realidad, nadie sabe quién soy si llevo esto puesto, así que no hace falta que me esconda... bastará con que me aleje unos metros.

En menos tiempo del esperado, Godrius aparece de nuevo por la puerta acompañado de Loranda. Ésta viste una túnica ancha de color blanco y azúl ribeteada con símbolos lunares color carmesí, el atuendo típico de los emisarios lunares. Godrius os señala, incluyendo a Aldar que se encuentra un poco más apartado y Loranda se acerca con expresión de extrañeza al ver que no mostrais vuestros rostros. Por un segundo se fija en los tatuajes que adornan el torso de Kenvent, pero parece descartar la idea.

-Salud señores. Godrius me dijo que querian hablar conmigo, ustedes diran, en que puedo ayudarlos?

Su cabello está bien cuidado y su piel no está tan quemada como la vuestra después de tantos meses de viaje por tierras áridas y noches a la intemperie. No hay duda de que le ha ido bastante mejor que a vosotros.

Levanto las zarpas y abro la boca, olvidando que la máscara impide distinguir mi expresión.

- ¿Loranda? -pregunto, obviando cualquier precaución- ¿Eres tú? 

De nuevo mi sonrisa se pierde en las profundidades de la cabeza de oso. Avanzo y hago ademán de abrazarla, aunque un breve momento de prudencia hace que me quede a medio camino.

- ¡Qué alegría verte! -acabo exclamando sin saber mucho más qué decir.

- William!! - le regaña al oso, tras lo cual le da unos golpecitos en la cabeza.- No te sobra algo?- se vuelve a girar hacia Loranda mientras se quita la capucha de dragón desvelando su identidad.- Ya no recuerdas nuestras voces? Orlev - dice poniendo el brazo sobre el hombro de Kenvent- parece que se ha quedado mudo. Como siempre tiene que ser Issar - dice poniendose la mano encima haciendo un poco de teatro.- quien os recuerde las cosas.

La sonrisa no se le iba del rostro. Pensar que habían tenido tanta suerte... Cómo podía ser? Los caminos se habían entrecruzado. Sería cosa de los dioses? Issaries estaba de su parte? tendría que empezar a pensar seriamente en mostrarle su gratitud.

Swen permanece espectante -Quiere ver la reacción de la mujer antes de delatar su incorpórea presencia-. ¿Donde estará Kilder? -Se pregunta mientras mira el mundo de los espíritus en derredor-.

De frente junto a los hombres, la idea de que hay algo en ellos que me resulta familiar vuelve a mi cabeza. Los miro un momento y pienso que es imposible. Cuando el primero habla mi corazon se acelera y abro los ojos sorprendida. Ahora estoy practicamente segura de que mi corazonada era cierta. 

-Pues claro que soy yo- respondo a la voz que me llega a traves de la gran cabeza de oso- Y vosotros sois...-sonrio y observo como aparece el rostro de Erikand despues de quitarse su disfraz- No puedo creer que seais vosotros! Pero quien es Issar? Y William?- digo observando el torso desnudo de Kenvent- Me alegra tanto veros! Pero decidme, que haceis aqui? porque me buscais?. Uff! es increible! Despues de tanto tiempo encontrarnos- miro a mi alrededor- Doy por hecho que ocultais vuestros rostros porque no quereis ser descubiertos, si es asi tened cuidado, tal vez seria mejor colocar esas capuchas de nuevo en vuestras cabezas. Hablo demasiado me temo- rio algo nerviosa- Contadme por favor, como y porque demonios habeis acabado aqui?! 

Me resulta tan extraño estar frente a Loranda después de todo este tiempo, que cuando finalmente aparece no sé cómo reaccionar y simplemente me quedo asombrado. Me parece más bella que como la recordaba. Multitud de pensamientos me dan vueltas por la cabeza sin llegar a transformarse en palabras. Me avergüenza sentirme tan nervioso. Tengo ganas de darle un fuerte abrazo, pero entonces sus palabras me frenan y, al mismo tiempo, me tranquilizan un poco al comprobar que sigue siendo la Loranda que conocíamos. Este no era el reencuentro que había imaginado, pero debemos estar agradecidos. Carraspeo un poco y me decido a hablar:

-Los dioses requirieron nuestra ayuda y nos llevaron... muy lejos, pero ahora parece que nos han devuelto el favor al reunirnos de nuevo -miro a los lados-. ¿Pero qué hay de ti y de Kilder? ¿Qué haces vestida con esas ropas? No es... No es ningún disfraz, ¿verdad? -pregunto esbozando una sonrisa irónica detrás de la máscara.

Con un pequeño esfuerzo, me quito la cabeza de oso y lanzo un suspiro agradeciendo la frescura del aire nocturno.

- No sabes lo contento que me pone ver que sigues tan habladora como siempre -digo, sonriendo- No te abrazo porque te podría arañar con estas zarpas.

Suelto una risotada queda y continúo, no veo sentido en ocultarle nuestras aventuras... al fin y al cabo no hay nada malo en ellas.

- Tranquila, tampoco tenemos realmente nada que temer. Como dice Orlev, hemos viajado muy lejos merced a los dioses. Hemos estado en los lindes de Prax, atravesado las tierras troll de Dagori Inkhart y contemplado el Valle de las Flores -suspiro al recordar el espeso aire perfumado- Hemos cruzado las montañas volando y hemos llegado hasta aquí escoltando al emisario que te pasó el mensaje.

Le guiño un ojo y concluyo.

- Ahora te toca a ti ¿dónde habéis estado? ¿Y el pirómano?