Partida Rol por web

Erikand asiente ante Aldar.

-Está bien, lo haremos a tu manera.- mira dudoso a Kenvent.

Kenvent no había dicho nada, y ahora parecía enfrascado en vete tú a saber qué. Esto de la locura de Swen se contagiaba cada día un poco más en sus compañeros. Vuelve a mirar a Aldar y observa una mosca revolotear cerca de su cara, Erikand propina una fuerte palmada delante suya intentando acabar con la puñetera mosca. Tras esto se mira las manos buscando la mosca... Parece que ésta no la ha atrapado.

Logro serenarme un poco, sin dejar de mirar a todos lados, al recordar aquella vez cuando Swen usó la magia para hablarme con las palabras en la cabeza. Busco con la mirada al chamán. Debe estar en algún lugar de la plaza, tal vez disfrazado...

-¿Dónde estás, maldito loco? -murmuro por lo bajo-. ¿No te habías quedado en la posada?

Erikand se acerca un poco a Aldar, disimulando.

-Oye... no crees que la locura de Yorsar se le está pegando a Orlev?- le susurra por lo bajo a Aldar.

Si los espíritus tuvieran ojos a Swen se le habrían quedado blancos mientras miraba hacia arriba y se autoconvencía de tener paciencia con el supersticioso orlanthi.

- Calma, amigo, calma. No hables con tu boca, habla con tu mente. No es necesario que te oigan los que están cerca.

Una ligera pausa parece evaluar el estado de ánimo del caudillo bárbaro.

- Al menos mi yo físico está donde lo dejasteis, pues mi verdadero yo, mi alma, es la que te habla y está junto a vosotros. Veo que no me entendiste cuando os dije que mis oraciones me llevarían junto a vosotros. 

Con expresión confusa, miro a mi lado, y luego doy media vuelta para mirar detrás de mí, entrecerrando los ojos y extendiendo los brazos hacia delante, como si estuviera palpando en la oscuridad.

-Así que... ¿Puedes hacer eso? -murmuro en voz baja. Luego me quedo con la mirada perdida, como concentrado.

Me concentro para hablar solo con el pensamiento:

-¿Es como aquella vez con los espíritus de los elfos, en Brolia? Vaya... -digo extrañamente sorprendido mientras un escalofrío me recorre la espalda-. Pues es... es increíble... Este truco tuyo puede sernos muy útil... Bueno, voy a decirles a los demás que estás con nosotros en... en espíritu. Seguramente estarán confundidos.

Con cierto esfuerzo, me quito la cabeza de oso para poder respirar un poco y que se me vea la cara de perplejidad.

- O lo hemos perdido para siempre, o Swen y sus espíritus están haciendo de las suyas -levanto una zarpa para pedirle algo de tiempo a Erikand- A ver qué sale de todo esto antes de decidir qué hacemos.

- Dile a Aldar que cuide a quién menciona -gruñe-, puede que aquí conozcan a Swen. Dile también que mis amigos se quedaron en la  posada y que... yo... voy a echar un vistazo a la «divesridad» esa. Enseguida vuelvo y os cuento.

Dejas a tus indecisos compañeros atrás y te adentras en el enorme edificio de la universidad. Encontrar a una persona en concreto aquí sería una tarea imposible, y más teniendo en cuenta que en el interior todo el mundo va disfrazado; Pero el mundo espiritual lo hace todo mucho más claro para tí.

En la sala principal, decenas de personas bailan al son de la música, rien y se divierten. Para tí, son solo fuentes de energía espiritual, casi todas ellas idénticas salvo pequeñas excepciones de mayor intensidad; Algunas de ellas están acompañadas por espíiritus aliados, que se acercan a ti y giran a tu alrededor curiosos, regresando rápidamente a los objetos o runas a los que están ligados.

Pero de pronto una energía llama fuertemente tu atención. Se trata de un hombre encapuchado que posee un poder espiritual superior al de cualquier otro ocupante de la sala; Viste con una túnica carmesí que le cubre completamente el rostro, pero reconoces el báculo que sostiene en su mano, rematado con un cráneo que emite una energía leve. No cabe duda de que se trata de tu antiguo compañero Kilder. A su lado, una mujer vestida con una toga blanca y azúl ribeteada con símbolos lunares color rojo, habla con él; Es Loranda. Otra mujer está con ellos, de complexión robusta, armada con una gran hacha y vestida con una armadura adornada con pieles; Parece originaria de alguna cultura bárbara, aunque sin duda no es orlanthi. Los tres vigilan discretamente la fiesta como si fueran encargados de la seguridad del lugar. Parecen algo aburridos, especialmente la mujer robusta.

Mientras la ceremonia termina echais un vistazo al edificio de la universidad. Aunque la entrada está muy vigilada, el acceso a un gran jardín trasero no lo está tanto. Si pudieseis saltar el muro sin ser vistos, accederiais al interior de forma más o menos segura.

Mientras observais esto, os dais cuenta de que Godrius ha recibido ya su pergamino y corre hacia la entrada mientras se coloca una capucha de colores y unos pantalonzuelos igualmente coloridos.

Me acerco a Aldar y a Erikand para susurrarles todo lo que he oído: -Eh, Willam, Issar, que me ha dicho Yorsar que se ha transformado en un espíritu invisible aunque su cuerpo está en la posada y que va a echar un vistazo a la universidad y enseguida vuelve. También me ha dicho que sus amigos se han quedado también en la posada. Ah, y Willam, dice Yorsar que vayas con cuidado con qué nombres dices por ahí...

Si su espíritu tuviera corazón habría sufrido un vuelco. ¡Loranda y... Kilder, sus compañeros! Lamentablemente no sabe nada de su principal objetivo: Arrhya. ¿Sabrán ellos algo? Si se comunicara con ellos...

- Pero con Loranda y no con el loco pirómano -piensa para sí-.

Además esos espíritus lo han visto -seguramente lo comenten con sus amos- y los otros le están esperando. Se desliza con premura hacia afuera.

Apenas unos minutos pasan desde que sonó su voz por última vez en tu mente.

- Ya he vuelto. Y tengo noticias. Aunque ninguna de tu sobrina. Si aún tenéis intención de entrar por vuestra cuenta en la parte trasera hay un enorme y frondoso jardín cercado por una verja que fácil de saltar cuando los guardias que la vigilan no miren. Dentro no hay vigilancia alguna y dentro... está lo más interesante... Loranda, y Kilder, están en la fiesta, pero me confunde su atuendo, símbolos de la luna roja, y su compañía, una mujer bárbara no seguidora de Orlanth.

El espíritu del chamán parece dejarte tiempo para asimilar lo que te ha contado y permitirte pensar.

- Si queréis puedo pedirle a Loranda que salga -es evidente no se ofrece a hablar con Kilder- aunque hay espíritus en la fiesta que me han visto. O quizá el niñato lunar ese que nos acompañó pueda pasarle el mensaje...

-Jajajajaj- Erikand estalló en carcajadas.

Sólo una cosa así se le podía ocurrir al loco de Swen, perseguirlos como un fantasma vagando por el mundo, era curioso sin embargo que, como fantasma, podía hacer más cosas que ellos en el mundo real en una situación así. Cuando se le pasó el ataque de risa. Erikand asintió.

-Esperaremos, pues.