Partida Rol por web

- No, no, no... no me entendisteis. Sólo necesito recuperar el aliento. Era simplemente para evitar que el humo nos cerrara el paso. Creo que no es mala idea esperar algo a que se disipe. Mientras mandaré a Randan por delante para ver que nos aguarda.

Se concentra un momento y el frío hálito de la muerte pasa como una brisa entre el grupo camino del pasaje. ¿Será Randan?

- Los objetos los podemos dejar aquí. No tiene por qué sucederles nada.

Finalmente os decidís, os organizais y explorais el resto de las cavernas. El túnel estrecho os lleva hasta una sala elevada que tiene el aspecto de no haber estado nunca sumergida y que tiene el aspecto de sala-dormitorio de los tritónidos. En ella se ocultaban dos gusanos más, pero advertidos por Randan, no resultan ser rivales para vosotros. Buscando en la sala no encontrais nada de valor o interés.

El túnel principal conduce hasta una caverna de gran tamaño, al parecer la estancia principal de los tritónidos. El suelño e smuy irregular, mostrando dos alturas que servirían para que en su dia hubiese solo media sala inundada. El escaso mobiliario (una cocina rudimentaria y poco más) está destrozado y esparcido por todas partes y en el fondo podeis ver una pequeña cascada de aguas puras que antes debía inundar el lugar casi por completo. Ahora, en cambio, su agua se pierde en un enorme agujero que ha aparecido en el centro de la estancia. El agujero es vertical, profundo y oscuro, y está lleno de la sustáncia pegajosa de los gusanos. Sin duda, por aquí hizo su aparición la gusana enorme y ello causó la huida de los tritónidos y la posterior desecación del lugar. Entre los escombros encontrais un objeto curioso: Un cristal redondo y plano sin utilidad aparente.

Lleno la cantimplora con agua cristalina, la huelo y echo un buen trago. Al final no ha sido tan difícil... aunque sólo gracias a nuestro as en la manga, el shamán. Si hubiéramos tenido que depender de mi puntería con las flechas incendiarias...

- ¡En fin! Tenemos las tres partes del artilugio de los renacuajos. Podemos intentar ensamblarlas nosotros, tal vez se abra, o tal vez nos metamos donde no nos llaman ¿hay alguna manera de saber lo que hay ahí dentro? -me dirijo hacia Swen, aunque la pregunta la hago extensible a todos los demás- No me entendáis mal, no estoy proponiéndoos un robo, solo quiero satisfacer mi curiosidad.

Le echo un vistazo al agujero que se abre ante nosotros.

- Por otro lado... ¿cómo sabemos que no van a aparecer más gusanos por aquí? ¿No deberíamos tapar esta madriguera de alguna forma?-asomo la cabeza y oteo el tenebroso interior- Porque descender por aquí con una cuerda... Podríamos tirar una antorcha, para ver hasta dónde llega.

Erikand observa a Aldar con una ceja alzada.

- Lo que haya dentro de ese baúl que nos lo digan los renacuajos. Si esos objetos son sagrados, no me gustaría ofender a su Dios, por muy renacuajos que sean... Además, tuvimos una experiencia similar con un arcón, recuerdas? Preferiría no volver a enfadar a un fantasma.

Erikand se acerca después al agujero. Y tras escuchar a Aldar, complementa.
- No sólo eso. Si ha entrado por ahí... Pueden entrar otros. Aunque lo tapemos. Sólo podemos taparlo y confiar en que ese gusano fuese el único que hubiese en muuchos quilómetros a la redonda.

Me quito el yelmo y, mirando de reojo el abismo oscuro, hago como Aldar y relleno mi cantimplora en la cascada. Luego volveremos para llenar todos los odres de la carreta, pero de momento doy un largo trago de agua fresca para aliviar mi garganta. Después, me acerco con cuidado al borde del agujero y miro hacia abajo. Le doy una patada a una piedra pequeña para que se precipite al vacío y me quedo escuchando atentamente si repica contra el fondo, aunque con pocas esperanzas.

-Yo tampoco creo que podamos tapar este agujero -comento sin dejar de mirar la oscuridad del pozo-. Pensad que por aquí se ha ido todo el agua del lago. Podríamos estar rellenándolo con tierra toda la vida y no terminaríamos. Estos gusanos deben haber salido de las profundidades del Inframundo, y si hay más ahí abajo, podrán crear otro agujero en cualquier parte... -suspiro con desesperanza-. Si eso llega a ocurrir, espero que los dioses llamen a guerreros fuertes como nosotros para hacerles frente de nuevo -me aparto del pozo y me dirijo a la salida-. Vámonos de aquí. Ya hemos cumplido nuestra tarea. Y es mejor no tratar con magia desconocida -añado lanzando una mirada a la tercera pieza del artefacto.

Antes de salir de la caverna, me dirijo a Swen y le doy una buena palmada en la espalda, acompañada de un buen estrujón de hombros.

-Gracias, compañero.

El escuálido hombre santo permanece en segundo plano mientras sus compañeros observan el tremendo agujero que creó la bestia al adentrarse en la guarida de los tritónidos. Su gesto se tuerce al oír el comentario de Aldar. Él también tiene curiosidad pero respeta a los espíritus que adoran los anfibios. Conforme han ido encontrando los objetos los ha mirado detenidamente confiando en ver que aura los rodea* y su poder pero no ha dicho nada. Asiente con orgullo ante las últimas palabras de Kenvent, su superstición le hace ser prudente.

También tiene sed, pero años de retiro junto a Yorsar le enseñaron a saber esperar, ya beberá. Va a abrir la boca decir que es momento de dar por terminada la tarea encomendada pero no llega a articular palabra, un escalofrío le recorre el cuerpo al notar la mano del jefe orlanthi sobre su hombro. ¿Es la primera vez que no le mira con recelo? Sufre callado y sorprendido su golpetón y estrujón con una mirada entre sorprendida y asustada.

- Es mi misión.

Comienza a andar hacia afuera junto a él mientras se dirige a todos.

- La magia de estos objetos tiene dueños. Nosotros necesitábamos el agua y ese es nuestro premio, no enfademos a sus tótems. El tapar el agujero o no deberá ser la elección de los rena... trit... ¡ellos!

Actuando como hombres de bien volveis al exterior, donde os espera Joh Mith y todos los tritónidos que dan saltos de alegría al veros salir triunfantes y con su artefacto en las manos.

Acto seguido entran en las cavernas en tropel y hacen una rápida evaluaciónd e los daños. No parecen muy disgustados por el pequeño derrumbe en su sala de crianza ni demasiado alterados por la presencia de los gusanos muertos, las babas o el humo. El agujero si parece molestarles, pero, mediante Joh Mith, os dicen que serán capaces de taparlo en unas pocas semanas o meses, gracias a los escombros de la otra sala. En poco tiempo su hogar estará semiinundado otra vez y cuando llegue la estación de las lluvias, todo el lago volverá a su esplendor.

Las siguientes horas las pasais llenando los odres de la carreta, dando de beber a los sedientos caballos y preparandoos para partir de nuevo. Pero el anciano tritónido como muestra de su agradecimiento está dispuesto a dejaros participar en el ritual de madurez de los jóvenes. Debe realizarlo ya, pues éstos deben partir de inmediato y aunque jamás un humano ha formado parte de él, es lo mínimo que pueden hacer por vosotros.

Joh Mith no participará pero se muestra asombrado y curioso, tanto por presenciar un ritual vetado a ojos humanos como por ver en acción el extraño artefacto que habeis recuperado.

Con los ojos como platos, no puedo evitar exclamar en voz demasiado alta:

- ¿Un ritual de madurez? ¿Qué hay que hacer? No habrá que...-niego con la cabeza, alejando un mal pensamiento y mirando las colas de los tritónidos con recelo- Supongo que habrá que pegarse un baño o algo así ¿no? 

¿Ritual de madurez? ¿En que consistirá? Swen estaba cansado y no dejaba de pensar en su verdadera misión, pero también sabía que no estaban allí porque sí. Los espíritus los habían traído a este lugar, les habían dirigido a conocer a Joh Mith y, con él, habían llegado a la cueva. Los espíritus seguramente querían que colaboraran.

- ¿En que puedo ayudar para que sus jóvenes puedan enfrentarse al mundo?

Erikand sonríe ante la oferta del anciano tritónido. Ser capaces de ver un ritual que muy pocos humanos han sido capaces de ver? Evidentemente que aceptaría.

-Estoy halagado de poder asistir a un ritual tan íntimo como el que nos proponéis.- dice dirigiéndose al anciano. - Sin duda alguna acepto y de muy buen gusto. Si además, como dice mi buen y sabio amigo Yorsar- dice indicando con la mano a Swen- necesitáis mi ayuda en algúna cosa para el ritual, sois libre de pedirla.

Con el ceño fruncido, hago una mueca de fastidio. No me interesan en lo más mínimo los rituales de estos seres y no logro comprender por qué todos mis compañeros parecen encantados con la idea.

-Deberíamos irnos ya... -refunfuño mientras doy varios pasos atrás. Sin embargo, las miradas de los demás me dejan claro que no voy a poder convencer a nadie, así que me cruzo de brazos y, con semblante hosco, me dirijo al grupo y luego a Joh-: Bueno, veo que os morís de curiosidad, pero yo no voy a hacer nada si estos trífidos o como se llamen no me dicen primero en qué va a consistir el ritual.

Erikand no puede evitar soltar una carcajada ante el comentario de Kenvent.

- Jajajajaja! Orlev, te saldrán agallas como a ellos! Estaría bien ehh?- dice jocoso. - Podrías pasarte el día debajo del agua!

Los tritónidos se alegran de que acepteis y pasan a explicaros en privado, a vosotros y los candidatos, el procedimiento del ritual. Durante más de una hora ensayais ciertos movimientos y palabras en idioma tritónido que garantizarán el éxito de la ceremonia. Cuando estais listos, el anciano acciona un mecanismo secreto que abre una puerta tras el torrente del rio y accedeis a un lugar extraño: Se trata de una estancia relativamente pequeña formada por piedra azúl; En paredes y techo crece un extraño hongo luminiso, también azulado que ilumina tenuemente el lugar y en la pared del fondo hay grabadas ondulaciones y dibujos que simulan un fondo marino. Todo ello en conjunto da la sensación de estar en el fondo de un rio.

El tritónido coloca frente al muro grabado una especie de soporte de tres patas sobre el que coloca la extraña caja; En uno de sus lados, el que mira hacia la pared, encaja el cristal plano y cuando está listo os da la órden:

Swen se coloca con los pies juntos y los brazos estirados con las palmas juntas sobre su cabeza; Aldar se agacha y extiende los brazos a los lados, como si buceara; Erikand, de perfil, levanta una pierna mientras coloca los brazos en forma de molino y Kenvent sostiene a uno de los tritónidos en alto mientras hincha los mofletes, como conteniendo la respiración. Los tritónidos también adoptan posiciones extrañas que recuerdan a poses natatorias.

Cuando estais listos, el anciano sostiene en alto el orbe y se cooca detrás de la caja con al cabeza cubierta con un manto negro y da la segunda órden. Como habiais ensayado, pronunciais a la vez la palabra clave tritónida: ¡Phatha-tha! Y en ese momento el orbe estalla con una luz blanca seguida de una nube de humo que os deja temporalmente cegados. El ritual ha terminado.

Cuando recuperais la vista veis como el anciano abre la caja y de su interior extrae una lámina de papel rígido de aspecto impermeable que, al ser sacudida en el aire, va mostrando una imagen nítidamente grabada del momento del ritual. Todos los tritónidos lo celebran mientras Joh Mith está en un rincón sin saber qué pensar.

Terminada ya la ceremonia, os disponeis a partir recibiendo y entregando agradecimientos del pueblo anfibio y el anciano decide regalaros la imágen, la "fhotox" como la llaman ellos, como muestra de amistad mútua.

Y así regresais al camino para adentraros en las oscuras tierras del Dagori Inkarth.

Mientras seguimos el camino en dirección a Adari, pienso en los tritónidos y en su extraña ceremonia de madurez. Al final ha resultado que mis reticencias eran absurdas y el ritual ha sido muy sencillo aunque también muy desconcertante. Sin duda el mundo más allá de Brolia está repleto de sorpresas de todo tipo -reflexiono mientras entrecierro los ojos al dirigir la mirada al oeste, a la luz anaranjada de Yelm, que pronto atravesará las Puertas del Crepúsculo.

La extraña "fhotox", esa obra de arte increíble creada por la magia de los seres anfibios, nos recordará siempre el día que ayudamos a los tritónidos a acabar con la amenaza de los gusanos del Caos.

-Cuando se la enseñemos a Loranda y Kilder se van a quedar pasmados -le comento a Erikand por lo bajo con una media sonrisa mientras le doy un ligero codazo.

Doy un saltito por encima del hombro del noble bárbaro para echarle un vistazo a la extraña imagen. Su realismo me estremece. Sin decir nada, doy un paseo hasta un estanque cercano y reviso mi reflejo mientras me atuso la barba y ajusto la capucha alrededor de la cabeza.

Después de un rato, me levanto y con gesto entristecido me dirijo hacia los animales de tiro de Joh Mith, sin muchas ganas de hablar y maldiciendo por lo bajo una magia tan reveladora como repulsiva.

Cuando Erikand observa el extraño objeto que le muestran se asusta. intenta tocarse a si mismo mientras intenta observar si nota algo. Ese "photox" lo mostraba a él mientras estaba en una pose, estático y sin movimiento. Que tipo de magia era eso? Cuando tocaba a su yo, no sentía nada. Pero él estaba ahí, y también estaba aquí. Erikand mira a Swen claramente compungido. Le podría dar él una explicación a esto?

Sería peligroso? Le habrían hecho algún tipo de embrujo? Que significaba todo? Al poco escucho las palabras de Kenvent y siento su codazo.

-Más incluso de lo que estoy yo si cabe! Cómo lo han hecho? Estamos seguros?

Cuando el pequeño hombre ve su figura perfectamente dibujada en el papel le da un vuelco el corazón. ¡Le han robado el alma! Sin decisión aparente se palpa como si deseara comprobar si le falta algo. Afortunadamente la desagradable sensación dura poco ya que el alivio inunda el vacío que le había dejado el susto al ver, con su especial visión, que las auras de sus compañeros no han perdido ni un ápice de su fuerza al ser inmortalizados. Inconscientemente transmite sus sensaciones a sus amigos y estos le contestan diciéndole que la parte de él que sólo ellos pueden ver sigue creciendo y no ha perdido nada de poder. Aún así no puede evitar mirar con recelo el artefacto y la "photox" que de él ha salido, evita tocarla y la deja en manos de Kenvent. Pero su labor como líder espiritual prima sobre sus miedos y supersticiones -aún recuerda las enseñanzas de Yorsar- así que contesta a los gestos de sus compañeros con un gesto tranquilizador.

- No noto ningún cambio en vosotros. ¡Seguís igual de feos que siempre! -Nuevamente esa extraña sonrisa torcida suya se perfila en unos labios que dejan ver unos dientes marcados por las hierbas que suele mascar en los rituales-

Repuestos del susto, seguís vuestro camino hasta alcanzar las montañas del norte, momento en el cual el clima comienza a volvers ehúmedo y la vida vegetal y animal más abundante. Os sentís más cómodos aquí que en el asfixiante calor del sur, aunque Joh Mith os informa de que estais ya en tierras de dominio Uz (troll) y que debeis extremar las precauciones, especialmente por las noches.