Partida Rol por web

Despunta el alba cuando por fin llegáis al campamento. Ha sido un viaje duro y largo, pero ya veis las lonas de los pabellones, escucháis el sonido de los mercaderes colocando sus puestos y oléis el olor a alcohol y sangre que suele haber allá donde se reúnen los aventureros.

Viajáis en el carromato de un agricultor mediano, que aceptó llevaros a cambio de vuestra protección. Ahora calculáis que os deben de quedar sólo unos diez minutos más de aguantar el olor a nabos, lechugas y otras verduras diversas.

-Ha sido toda una fortuna el teneros a bordo, caballeros. - Dice el agricultor, con su voz afable y despreocupada - Espero que les vaya bien en su aventura... Si tienen algún problema, tal vez puedan buscar a mi prima Yolanda y decirle que les envía Barty Piespesados. Estoy seguro que les ayudará encantada.

En estos consejos está el bueno del agricultor cuando para el carro, al borde del campamento. Parece que él para allí. En el borde varios guardias, vestidos con los colores rojos y negros del Barón, toman nota de todo el que entra y sale, y uno de ellos os llama la atención a gritos. Lleva la lanza apoyada despreocupadamente en el hombro, y su rostro tiene marcas de haber pasado la viruela. No parece estar de muy buen humor, y os habla casi gruñendo.

-¡Eh, vosotros! Nombre y razón de vuestra visita al campamento. Y rapidito, que no tengo todo el día.

El mago la estaba pasando bien al conversar con el granjero. Era muy amable y eso le agradaba mucho. Cuando el soldado mugroso ese, con tal malos modales interrumpió de tal manera no pudo evitar sentir una gran amargura y hasta cierto odio hacia el mismo.

Se tranquilizó de inmediato. Sabía que pelearse con la autoridad solo le acarrearía problemas aunque intentó memorizar su cara o algún distintivo de su rango para reportar tales modales con sus superiores -¿Qué le pasa a este infeliz?- se preguntó.

Sin agravio pero sin disfrute respondió a la violenta pregunta del sujeto -Mi nombre es Imoeth el mago y vengo por el bien de mi pueblo, el laberinto es un lugar lleno de riquezas que podrán beneficiar a todos si existe alguien dispuesto a obtenerlas y yo pretendo hacerlo... Tanta magia perdida de la que podemos aprender, tanto saber olvidado podría dormir dentro de esos muros- concluyendo casi en susurros.

Luego un bulto peludo salió de entre su túnica, la expresión del semi-elfo se ablandó. El mago acarició a la criatura y añadió -Y este es Jorge, mi querido amigo-.

Luego miró a Sancho, un miembro plebeyo de su orden pero valiente y emprendedor. Decidió no presentarlo, después de todo se embarcaba en una aventura a la par de él; el muchacho ya estaba suficientemente adulto como para presentarse a si mismo.

El joven vestía una armadura ligera y portaba una lanza de gran calidad que él mismo había pagado. -Serás un gran heroe si sobrevives- pensó Imoeth. Moviendo su cabeza hizo una seña al quinceañero para que se presente.

Regiarix se encuentra en un rincón del carromato, sin hablar con nadie y atendiendo sus propios asuntos. Se oye un suspiro molesto cuando Imoeth da tantos detalles, han rpeguntado nombre y razón, no que les cuente su vida. Son paso lento se dirige a los guardias hablando sin prisa pero directo al grano.

- Nombre: Regiarix -se presenta con una voz rara, deformada por el eco des casco - Razón: Entrar en laberinto

Todo viaje es una oportunidad pero este había sido aburrido y nada había perturbado el trayecto , ni siquiera un mal bandido que llevarse a la boca o algún monstruo que se acercase azuzado por el hambre o la curiosidad .Pero hete aquí que llegados al campamento un guardia venia a ponerle un poco de picante al asunto intérpelandonos de manera totalmente incorrecta y fuera de lugar .

Un picoteo empieza a extenderse por los dedos de la  mano y una vocecita malévola ,pero bien conocida , empieza a insinuar múltiples manera de infringir dolor y hacerle maldecir cada minuto restante  de su vida .Tskkk .Chasqueo la lengua esperando a ver como reaccionan los demás .

Debía andar con este grupo...de todos los que debió de tocarme era esta peculiar compañía. Anda a saber cuan caprichosos son los dioses,especialmente el mío.

Amras despierta de su meditación aun en esa postura de pierna izquierda estirada y la derecha flexionada, apoyando el codo del mismo lado mientras su mano cumple la función de sostener el entrecejo. Al parecer había estado orando en secreto desde la madrugada desentendido completamente de lo que pudiesen estar conversando cada uno de los presentes con el agricultor.

Hasta que el carromato se detiene y decide limpiar un poco el polvo de sus túnicas azul con negro que posee ese toque elegante que pertenece a los elfos lunares. Observando a los guardias con esa expresión sombría y al mismo tiempo ida en sus ojos de color cristal tras colocarse la capucha y dejar asomar unos cuantos mechones plateados mientras sostiene el morral con su libro de saberes. Llevando la mano izquierda a la altura del pecho por unos segundos para asegurarse que no se perdió su amuleto de Fe, para recordar que su Dios está con él.

Tras realizar ese gesto se acerca a los guardias, dejando asomar su porte distinguido que dista de su expresión seria al mismo tiempo que excéntrica.

-Mi nombre es Amras y mi razón de estar acá es obviamente...-.

Deja asomar una leve sonrisa que destaca sus dientes blancos y un tanto afilados junto a la palidez azulada gris de su piel.

-El laberinto-.

Retomando esa expresión seria en su rostro y a la espera de ver la acción del resto de los presentes. Guardando completo silencio mientras dedica su mirada a los alrededores

La primera parte del viaje habia sido callada, algo que disfrutaba, curiosamente no se toparon con problemas de camino, esperaba fuera cosa de suerte y no que el lugar fuese solamente un rumor o un mito aumentado por los habladores de los bardos y juglares... queria usar sus propias piernas para moverse y bajar de la carreta.

Parecia que llegaban a un campamento de grandes dimenciones, tal que habia guardias armados y uniformados con los colores de la nobleza en la zona, el tono del guardia sugeria que se mantenia una estricta disciplina en el lugar, cosa con la que estaba de acuerdo o este lugar seria un nido de ratas, decidio responder de forma educada ante las preguntas del guardia.

Buen dia guardia, soy clawdler, vengo a explorar el laberinto 

Esperaba con eso fuera suficiente para el guardia, mantenia su aura apagada por el momento para no alertar de su presencia a otros por el momento

-Caballero... Su nombre y motivo... - El soldado había estado apuntando todo en un pergamino, pero la falta de respuesta de Kerflank no parecía hacerle ninguna gracia. - Tal vez quiera que le recuerde que su grupo no podrá pasar si no responde.

Mientras decía esto, el soldado parecía ignorar al plebeyo compañero de Imoeth. Al parecer no le parecía digno de atención, por lo menos de momento, aunque quienes estaban cerca podían escuchar al bueno de Sancho diciendo su nombre en voz baja, casi en un susurro.

Se escucha cuchichear a los compañeros del guardia que parecen estar... ¿Apostando?

-Y le advierto que si a su grupo no se le permite pasar tendremos que pedirles que se vayan. O recurrir a la fuerza.

¿La fuerza ?.Si supiera que  podía contar con el apoyo de estos te iba a enseñar a amenazar a los que son mejores que tu ..  Sonrío mostrando una dentadura perfecta y con un gesto rápido de mano hago una florida reverencia  antes de contestar educadamente al guardia .Disculpad , ¿mi nombre ?.Apuntad buen hombre que me llamo Kerflank , que mi objetivo es entrar al laberinto y espero que salir con vida y cargado de tesoros .Si con eso cumplo con los requisitos no seré yo quien os impida realizar vuestra labor 

Ignorar al joven era un acto de descortesía atroz, amenazar a sus compañeros y a el también lo era -¿Qué le pasa a este malnacido? Tiene de servidor público lo que yo tengo de clérigo-. 

Su educación impulsó a Imoeth a consultar por el nombre y el rango de aquel imbécil pero su instinto le dijo que quizás era mejor hacerlo tras ganarse el favor de sus superiores, suponiendo que los posea, claro. El que este ridículo guardia sepa escribir denota claramente una posición jerárquica y si su suerte es mala quizás era él quien comandaba a todos en el campamento. No es que temiese a ellos sino que preferiría no tener que matarlos, dejaría indefenso el campamento.

Puso una mano sobre su compinche y le dijo en un susurro cómplice-Que no te amedrenten, un día los bardos cantarán tu nombre y ellos desearán que recuerdes haberlos visto una vez. Ahora concéntrate en preparar tus pertrechos y conseguir tesoros dentro del laberinto-.

Estas tierras traian la atencion de muchos indeseables seguramente, entendia que mostrar una mano dura y firme con un reglamente estricto permite hechar a los buscapleitos y ahorra tiempo en cazarlos y exterminarlos, cortar esos problemas de raiz era la mejor forma de mantener un orden y esto no se consigue diciendo por favor y gracias a cualquiera que muestra esa actitud

Clawdler alza un poco su ceja hacia su compañero esperando que no tengan que hacer papeleo por eso, seguramente un conflicto seria cosa de mucho papeleo y diplomacia al respecto

Regiarix observa callado bajo su casco como el guardia emite un ruido molesto por la boca. La verdad es que dan ganas de pegarle un puñetazo para que calle de una vez.  Él quiere entrar en el laberinto cuando antes y no tiene ganas de segur escuchando gilipolleces, para tener tanta prisa el guardia parece tener muchas ganas de perder el tiempo.

Vaya...parece que este viaje resultará bastante particular.

Piensa mientras observa con esa mirada un tanto ida al resto de sus compañeros, cruzado de brazos completamente mientras va meditando cada uno de los pasos a seguir y al mismo tiempo esperar que su Dios pueda sonreirle en esta misión para bien.

Se cruza de brazos luego desviando la mirada a los alrededores, observando detenidamente a los guardias como si buscara alguna debilidad o señal de potencial peligro más allá de los relatos que ha escuchado del Laberinto.

Solo espero que haya un mercado o una pequeña aldea antes de entrar a ese lugar.

-Meh... Muy bien. ¿Tanto costaba? Deberán ir al pabellón rojo que hay junto a la Puerta y pedir turno. Y no monten ningún jaleo. - Diciendo esto os hace un gesto de que paséis. O bien ha apuntando ya a Sancho, o bien no le importa lo más mínimo. Sin más, pasáis, pues hay ya quien está a la cola tras vosotros.

Dentro del campamento los mercaderes tienen puestas sus tiendas, donde ofrecen sus mercancías, y podéis ver que hay varios pabellones-taberna. Malabaristas, bailarines y demás calaña tratan de ganarse unas monedas mientras que los aventureros se preparan y los mercaderes y taberneros hacen su Agosto.

Haciendo un saludo al guardia me retiro junto con mis compañeros, el lugar era un agujero de ociosidad a primera vista, contaba ya con todo lo que creia necesitar aunque aun habia algunas cosas que pudiera encontrar y que me serian utiles

Lo mejor sera establecer un punto de encuentro, si alguien quiere investigar o explorar solo deberemos encontrarnos en ese punto, espero todo mundo se comporte y evite los problemas, no fue barato ni facil llegar aqui y cualquier problema que alguien les genere mejor que lo arreglen en la mazmorra o saliendo de esta

se quedo frente a sus compañeros esperando algun comentario o pregunta respecto a su sugerencia, suponia que habira algunas posadas o zonas para acampar que se pudieran usar para verse en esos lugares o reservarlas

- Lo mejor será pasarse por el pabellón rojo antes -dice Regiarix, es sorprendente cuando dice mas de cuatro palabras seguidas, pero cuando debe decir algo lo dice- Hacer alli la burocracia necesaria y ya tendremos dos días para explorar o hacer el tonto, pero preferiria no dejar el papeleo para el ultimo momento.
 

Visto lo agradables que son los guardias no queramos saber como es la gente por aquí y no se si es buena idea separarnos  para que alguno aparezcáis con el cuello rebanado y desvalijados .Digo  echando un vistazo a mi alrededor intentando hacerme una composición del lugar .Cumplamos con los tramites y luego si queréis investigar o lo que sea lo podemos hacer juntitos como los dedos de la mano.

-Opino igual que ellos- comenta Imoeth a Clawdler. Hace una seña a su ayudante para que lo siga y lleve a la mula con el equipo.

-A todo esto, ¿Alguien sabe hacia dónde queda?- dice mirando a los demás -en el camino y mientras realizamos el papeleo podríamos, además, hacer una lista de lo que podría faltarnos allí dentro al igual que de lo que más les interesa encontrar-.

Se ajusta las correas en su ropa y revisa que todo esté en orden. Luego se acerca al conductor de la carreta para agradecerle y, de ser necesario, pedirle indicaciones.

el preferia hacer primero la investigacion pues podria ser que durante el papeleo se acepte o rechase algun tipo de accion que bien podria ser util a futuro

Mmmm bueno dado que la mayoria asi lo supone, vamos en ese cazo, tengan cuidado con lo que se firma y leean todo a detalle, seguramente hay algo en los papeles que nos compromete a pagar impuestos mas de lo necesario

señalo el camino que el guardia indico hacia el pabellon rojo

No os es nada difícil encontrar el pabellón junto a la puerta. Un discreto pabellón rojo y blanco, con dos guardias delante, junto a una enorme placa de metal llena de grabados incomprensibles que seguramente sea la Puerta. Pasáis unos diez minutos esperando hasta que por fin os atienden en el pabellón.

La persona que os atiende es un pequeño kóbold alado que camina por encima del escritorio del pabellón mientras escribe notas en un pergamino. El interior del pabellón está lleno de pergaminos, libros, cuadernos, plumas y tinta, con al menos una decena de pequeños kóbolds correteando y llevando de un sitio a otro las cosas bajo las órdenes del alado kóbold, que a juzgar por la placa de cobre escrita en común que hay encima de la mesa parece llamarse Kizzit.

-A ver... Nombre del grupo, nombre de los miembros del grupo y gremio al que pertenecen, si es que pertenecen a alguno. Deprisa, que hay cola. - El kóbold habla extremadamente deprisa, y en un común perfecto, a diferencia del siseante común que suelen hablar los kóbolds. - Debo recordarles que cualquier intento de manipulación mental de un oficial del Barón está castigado con la pena de muerte. Mentir sobre su identidad está castigado con diez latigazos y se considerará la posibilidad de acusarles de ser espías de una nación extranjera. Cualquier cosa que digan más allá de las respuestas a las preguntas que se les hacen podrán ser utilizadas en su contra en un juicio... Basta con que responda uno de ustedes por todo el grupo.