Partida Rol por web

Unnysia se fue callando. Emitió un chillido breve al ver la hoja roída y sangrienta frente a ella, pero tras ello su respiración se acompasó, sus latidos dejaron de aporrear la tela que vestía y finalmente, asintió a Iluubra, llorosa como había quedado, junto a un cuerpo maloliente y completamente inerte.

Un ruido apresurado parecía provenir del lugar donde Unnysia había estado espiando. Algo como si removieran lo que estuviera detrás de la pared, al otro lado. Unas palabras pronunciadas a voz en grito, indescifrables y un repiqueteo continuo.

Lo imaginaba. Sabía que esta era una posibilidad y se había quedado sin tiempo para planes mejores. Cogió a Unnyssia del brazo y la empujó hacia la salida, en pos de la ruta que había recorrido. Siempre a la izquierda, había caminado la joven, así que ahora siemrpe hacia la derecha. Deprisa, tan deprisa como pudieran. Pero antes, un momento, un momento breve para pasar junto al principal, agacharse.. y clavarle en el cuello el cuchillo. Mejor asegurarse.

-Muévete. Muévete. Sólo es un muerto. Los muertos no hablan. Vamos. Vamos.- le susurraba de continuo a Unnysia, tirando de ella.

El cuello chorreó sangre muerta. Unnysia reprimió un grito al ver la acción, pero todo dejó de importar cuando escucharon los primeros embates sobre la pared. Un golpe tras otro, lentos pero brutales, cada uno de ellos arrancaba un pedazo de piedra y tierra antiguas mientras las dos mujeres se alejaban. La puerta estaba ya al alcance y el sonido de la pared casi se había perdido.

Llegaron a la puerta. Estaba cerrada. Unnysia, que parecía recuperada, se acercó para abrirla, sacudiéndose a Iluubra. Miró con cuidado a uno y otro lado. Con los ojos rojos y lacrimosos miró a su compañera de asesinato.

- Aún no viene nadie. No podemos perder tiempo. Sé dónde ir, si no tienes un lugar en la cabeza. ¿Me seguirás o cada una por su lado?

Parecía mucho más entera, de repente, como si el aire del exterior del pasillo le hubiera devuelto la identidad que se le había perdido allí dentro.

Allí fuera, ese aire venía oscuro, sin nadie en las cercanías, con unas luces de la mañana diseminadas por lo alto de la pared. Lo demás estaba en penumbra, casi sólo intuible, sin más.

Otros ruidos resonaban muy a lo lejos, demasiado para situarlos.

Mientras caminaban a toda prisa hacia la puerta, Iluubra escogió un corredor lateral, uno cualquiera de los que se bifurcaban del principal que seguían y arrojó tan adentro y a la penumbra como pudo el cuchillo que la chica le diera. Al llegar a la puerta y escuchar a Unnysia se desvaneció un tanto su seguridad.

Maldición. Aquí fuera me costará más convencerla de que soy un peligro para ella, una mala chica y que le conviene estar de mi lado. Pero si no la sigo.. al menos mientras esté con ella..

-Voy contigo. Aún tenemos que hablar de qué contaremos según el caso.- susurra la sirvienta preparándose para ir donde vaya la otra, no sin antes revisar sus ropas y las de la chica en busca de manchas de sangre si las hubiera y allí donde las viera, manchándolas con algo del agua sucia para hacerlas pasar por simple barro.

Apenas sí tenían alguna gota de sangre escondida en la ropa, díficil de ver incluso para ellas que las buscaban. No resultó difícil hacerlas imperceptibles. En el tiempo que transcurrió, la chica pareció recobrar una entereza y uno orgullo que había perdido en el pasillo. Más parecida a la muchacha resuelta que se encontró Iluubra en la habitación junto a la otra joven, la guió por un camino que empezó en la oscuridad, al lado de la puerta que habían dejado, ya que había otra para la que la chica también parecía tener una llave.

Iluubra se perdió tras uno de los múltiples recodos en la oscuridad. Sin embargo, el suelo estaba más limpio, sin paja ni juncos secos para absorber la suciedad, sino que parecía incluso haber sido barrido. Era como atravesar el interior de una enorme serpiente de piedra, un pasillo que se cruzaba con otro y con otro y con otro más, subieron y bajaron pendientes, sin un solo peldaño. Aparecieron en un pequeño ensanchamiento del pasillo, iluminado por la luz del día desde unas estrechas aperturas en lo alto, sobre la altura de dos hombres grandes. Allí se detuvo Unnysia y miró a Iluubra cansada e insegura.

- Tenemos que hablar, chica. Aquí estaremos seguras hasta que nos busque alguien más inteligente e informado que un simple guardia.

Mirando alrededor, valoró y asintió al lugar escogido. Debía volver a tomar las riendas de la situación antes de que a la chica le entrasen ideas peligrosas en la cabeza.

-Bien. Ese tipo era alguien importante, pero aun así sabía que no debía estar allí, o no hubiera reaccionado como lo hizo. Hablaban de él, de hecho, con desprecio, como si fuera un inútil. Dado que tú eras para él la única prueba de que había ido, no sabemos lo que te habría hecho. Sí, eres importante, la sobrina del Doner, pero él también lo era y ha acabado en el fondo de una alcantarilla, apuñalado. Si yo le hubiera dejado marchar y sus intenciones fueran malas, podría haberte dejado igual de muerta en un pasadizo donde no te encontrasen hasta décadas después. Después de todo, le estabas amenazando.-

Dejó a la chica tragar la situación por si se le estaba haciendo muy espesa antes de continuar, atenta a sus ojos, a sus intenciones, a su miedo o su valor, ambos un potencial problema o ventaja según se usasen.

-Creo que nadie nos ha visto juntas aparte de la dama con quien nos vimos antes y ella no sabe de mí después de que yo abandonase su habitación. Nadie nos vió entrar de seguido en el túnel. Por su reacción, creo que tampoco nos vió entrar juntas el Principal. El único problema sería que alguien le hubiera mandado tras de mí y por tanto esa persona ahora sospeche quién le hizo encontrarse con la muerte. Pero no le mandaban tras de tí, que es lo importante. Eso lo convierte en MÍ problema. Si dejas que sea sólo mi problema, nada te ocurrirá. No tengo motivo para decirle a nadie que estabas allí y tú tampoco. No me has visto. Estabas dando un paseo. Yo estaba haciendo un recado y me he perdido al volver del mismo. Si cogen a alguien será sólo a mí y no gano nada mencionándote. Incluso decir que entré allí por error es más seguro que decir que entré tras de tí. Y delatándome.. tú sólo pierdes. A menos.. responde, ¿alguien sabía que estarías allí?-

- No - respondió rápidamente y luego lo repitió, menos convencida -... no. Ni siquiera yo misma tenía claro que fuera a mira lo que ocurría en el... Bueno, buff...hace calor aquí...

La chica se aflojó el escote y dejó que el aire pasara a través de él con un escalofrío. Luego hizo el amago de sentarse hasta darse cuenta de que podría mancharse y prefirió seguir de pie. Miro a Iluubra con ojos asustados, pero no de ella. Carraspeó.

- Yo creo que ese hombre iba a lo mismo que yo, pero con un motivo bien distinto. El mío era pura curiosidad. Mi amiga y yo queríamos saber qué iba a ocurrir tan importante en la reunión que proyectaban mi tío con los señores invitados a la Corte, unos hombres del Norte, grandes y fuertes, incluso el padre. Vinieron por algo de tierras, creo, algo importante, y el chico pequeño terminó muerto, apuñalado hace unos días en la ciudad baja. Desde entonces ha habido cosas raras en el palacio y mi tío anda nervioso. Por eso ordenó nombrar a tres principales, uno de ellos era el que has matado, un tipo despreciable, primer mayordomo de la corte. No merece el puesto, pero al final sabía que lo tendría...bueno, el caso es que este pasadizo lo conoce alguna gente, de eso me enteré hará un par de años, pero nadie sabe que lo conocía yo y ésta era la primera vez que mi tío iba a reunirse allí a la vieja forma. No le dije nada porque...porque era la primera vez que iba a hacer algo importante y me había mantenido completamente al margen. No sabía nada de nada por él y me pareció tan ruin espiarle que...

Una lágrima surcó su rostro.

- Tendría que haberle avisado.

-Es posible. Quizá él te hubiera contado todo.- en la mente de la criada un escenario demasiado similar al suyo propio pero ambientado en la nobleza empezaba a dibujarse. En cierto punto, ambas eran bastante parecidas. -Creo que yo tengo algo de esa información que te gustaría conocer. Pero aún no sé si me gustaría que tu amiga la conozca.- ahí, Iluubra le estaba lanzando el hueso al perro. No porque tuviera intención de dárselo de inmediato. Aún tendría que hacer alguna pirueta. -¿Y tu amiga? ¿Por qué le interesa tanto este tema? Creo que me puedo fiar de tí, pero no sé si de ella.-

¿Y mi señor? estuvo a punto de añadir. Pero dándose cuenta de que la niña aún no sabía para quién trabajaba ella, decidió guardar esa carta un poco más.

- ¿Rhiannon? - la chica pronunció el nombre con una cierta prudencia -. Ella es...no sé cómo decirlo. Este lugar puede ser muy gris. Aquí la gente se viste de muchos colores, pero su interior está... no sé...como sin nada.

Miró alrededor, buscando algo que no podía estar allí. Suspiró.

- No es de aquí - continuó hablando de ella -, pero no sé de donde. Vino como tantos otros, por cosas de familia, a un lugar desconocido y sin nadie. Sufre una maldición de las más graves. Es inteligente y discreta. Aquí es difícil sobrevivir cuando los demás se enteran de eso...bueno, hablo de sobrevivir socialmente, claro...hasta estos días...

Sobre esa información que dices... podrías confiar en mi discreción...No sé...esto es demasiado importante para andar contándolo por ahí. Si quieres que te diga la verdad

La chica cambió drásticamente de conversación. Sus ojos se abrieron al hacer la pregunta como una niña curiosa y aún así, atemorizada.

-Está bien. Hablaremos. Pero no ahora. Si están buscando a alguien, no conviene que nos encuentren escondiéndonos. Se nos debe ver en nuestras labores o asuntos normales. Escucha. Más tarde, después del almuerzo, le haré saber a la criada que da tinte a las ropas de los criados dódne voy a estar. Se enterará, vamos, aunque no le interese. Luego, pregúntale por mí como si tal cosa, como si me anduvieras buscando para quejarte de algo que hice cuando fui a veros a Rhiannon y a tí. Y entonces hablaremos.-

Iluubra suelta estas instrucciones rápìdo y con cierta autoridad, pero su tono ha pasado a ser más amable. En algún momento la niña podría darse cuenta de quién es, recordarlo y entonces no se alegraría de tener como cómplice a alguien que la trate mal o descortesmente. Los nobles siemrpe serían nobles, supone.

La chica meditó la respuesta, entre atenta y aún un poco nerviosa.

- De acuerdo - concedió -. Conozco a la tintorera, no te será difícil asegurarte de que pega el oído.

Meditó un segundo, mirando a un lado y a otro del lugar donde se encontraban.

- No creo que convenga que nos encuentren juntas mientras tanto y, por si nos ven al salir, la verdad es que este sitio es un buen lugar para separarse. Yo seguiría por uno de los accesos que conozco. Esto está lleno de antiguas trincheras, ¿sabes? Y sé que se utilizan. Bueno, si recuerdas cómo volver, por allí puedes llegar a la zona común de los sirvientes. Está más o menos cerca del... túnel, pero a nadie le extrañará verte por allí. Si te interrogan...bueno, supongo que te interrogarían igual. Lo normal es asustarte mucho y decir que no sabes nada. A mí se me da bien.

La muchacha hizo un último amago de irse y miró a Iluubra.

- ¿Sabrás volver?

-Lo intentaré. Si no, no es raro que la criada nueva y estúpida se desoriente.- le guiño un ojo y esperó a que la chica se hubiera marchado para salir ella por otro lado, no sin otear primero y asegurarse de que no se la viese hasta estar ya en un camino o pasillo aparentemente en dirección a algún sitio. Mientras caminaba de regreso a la habitación de su señor, puso la misma cara que las vacas cuando ven pasar una caravana de carros, asombrada, paciente, idiota.

Después de algunas dudas y de un par de giros a mitad de camino, el pasillo se dio con una puerta, la que habían atravesado al llegar. Estaba cerrada, aunque no necesariamente con llave. Al menos, Iluubra no recordaba que la chica hubiera pasado la llave para cerrarla después de haberla atravesado.

No era eso lo que preocupaba a Iluubra. Lo que hizo que se pensara un poco las cosas fue escuchar ruidos metálicos al otro lado, unos ruidos que conocía. Armaduras. Su mente siguió jugando con los recuerdos recientes. La puerta estaba al lado de la otra, la que les había llevado al último giro de su destino... pero en ambos casos no era en absoluto fácil de ver. Estaban semiocultas, más ésta que la otra, dentro de una oscuridad antigua que quizá el mismo Sol no hubiera iluminado nunca...La puerta también se abrió con poco ruido, por lo que recordaba...pero no en absoluto silencio.

Iluubra decidió esperar. Atenta a los sonidos metálicos, prefirió dejarlos pasar, aunque pendiente de notar si se acercaban a esta puerta. Si los notaba acercarse lo más mínimo, correría en dirección contraria por el pasadizo, cambiando de dirección en el primer cruce y de nuevo en el siguiente, para pararse allí a esperar nuevos sonidos. Así lo planeó en su mente mientras esperaba atenta.

Pasado un tiempo que se hizo largo y asfixiante, los sonidos desaparecieron. Más allá de la puerta se hizo el silencio más absoluto.

Con cuidado, abre la puerta y sale al exterior, colocándose de inmediato en el centro del pasillo y caminando en la dirección de regreso a los dormitorios de su señor con aire concentrado, como si estuviese inmersa en sus pensamientos, aunque en realidad lo estuviese en la gente que pasase a su lado.

Un poco después de los pasillos más cercanos al lugar donde todo ocurrió, los más acusatorios, el movimiento de las tropas parecía más errático y los soldados hablaban entre ellos intentando informarse de lo que estaba sucediendo.

En ese momento, Iluubra creyó distinguir el blanco y negro de la casa de Nyrr que la había acogido. Se detuvo como a mirar y creyó que verdaderamente Mydöyrn estaba allí, afanado entre los soldados. Junto a él, si de verdad lo era, estaban otros que vestían más como hombres de peso que como soldados, arracimados en torno a una habitación iluminada por antorchas, ¿alrededor de una mesa?

Al menos, desde donde estaba nadie llamaba la atención de la chica. Otros sirvientes se dirigian aquí y allí, con la cabeza gacha.

Ahora se trata de ser lo menos sospechosos posible. No es momento para interrumpir al de Nyrr y hacerse notar y sí para algo más sutil. Con tranquilidad, pausadamente, se dirigió hasta la entrada de la sala donde estaban aquellos hombres y se colocó cerca de la puerta, mirando al exterior, como a la espera. Si alguien le preguntaba, debería simplemente decir que estaba a la espera de instrucciones de su señor. Y de paso, en su posición, quizá se enterase de alguna palabra interesante.