Partida Rol por web

Sol.

Dolor.

La cabeza te da vueltas.

Tienes naúseas, pero no tienes nada que vomitar.

La resaca de hoy va acorde con la borrachera del día anterior. Como muchas noches, te quedaste en tu chabola en los límites del barrio de los desechos, donde el crimen es el pan de cada día. Para que nadie te asalte, te quedas despierto hasta altas horas de la madrugada, y para matar el tiempo bebes. a veces demasiado.

Ahora ya es más de mediodía y debes comer algo para asentar el estómago. Aunque un pequeño trago puede ayudarte... en fin. Pegas un trago a una de las botellas que tienes guardadas. Después comes algo que tienes guardado en una caja dentro de casa.

Como no tienes nada que hacer, por desgracia, después de asearte y ponerte presentable te diriges al MIsterio de la puerta. Es el lugar con mayor concentración de ciframagos de la ciudad, despues de la Logia, por supuesto. Sabes que puedes tener una oportunidad de que alguien vea talento en ti, y eso pasa por intentar descifrar algunas de las runas sin sentido de la puerta cifrada, representadas en las paredes de la posada.

Se pasa una mano por el rostro. Mano y rostro son pareja perfecta, callosa, agrietada, esquelética la primera; demacrado, ojeroso y pálido el segundo.

Hmmmmpffff...

Su mente, ahora mismo, no daba para mucho mas. Observa los intrincados trazos de las runas entrecerrando los ojos, apartando la mirada al poco y pellizcándose el puente de la nariz.

Malditas runas... Si no se empeñasen en constreñir lo que no se puede, si supiesen sentir en vez de analizar ESTO no pasaría. Pero claro, es mucho menos adecuado y óptimo... Por las verrugas del troll... Como odio esa estúpida palabra...

Mientras su discurso interior se puso a gesticular de cara a la pared llena de runas, formulando la palabra con los labios y luego sacudiendo la cabeza con desdén.

Óptimo... Maldito bastardo estirado.

Apunto estuvo de escupir contra la odiosa pared, pero se contuvo en el último momento y se contentó con limpiarse los labios con la manga.

Tengo sed... Un trago me ayudará a calmarme y pensar con lucidad, tanto trazo... Tiene que fluir, es simple.

Arrastrando los pies, vestido con ropas qué en el mejor de los casos sería la ropa mas lujosa que podría tener un mendigo que viviese gracias a la caridad de algún hospicio religioso, se acercó hacia la barra observando a los parroquianos. Su pelo, negro, sucio y apelmazado se amontonaba en desordenados mechones. Aunque los elfos solían ser delgados y estilizados, él estaba demacrado, casi en los huesos, pálido y ojeroso. Si alguien tenía que ser la excepción a la norma sobre los elfos, él sería el mejor exponente.

Me detengo al ver como el grandullón me habla y me giro con curiosidad para ver lo que desea. El chaval tiene labia, y es bien parecido. Y dentro dijo algo sobre actor

- Vaya... actor. Claro. Con esa cara de niño bueno no podías dedicarte a ganarte el dinero honradamente, sufriendo y sudando. Seguro que disfrutas buscando a una chica y luego a otra, y luego a otra, a las que desarmar y desnudar con tu encantadora sonrisa y con tus modales. Y con tu arte, claro. Líbreme Sarenrae de olvidarme de tu arte. - resplicó Aleena poniendo los brazos en jarras- Pues sí, mira por donde. No hemos empezado con buen pie. No me gustó que alguien tratase de entrar mediante sigilo en donde yo pensaba trabajar, y reconozco que por un instante pensé que erais un ladrón, señor... ¿Leland Barrymost? Pero ya veo que no. Así que me disculpo por confundir a un honrado actor que penetra sigilosamente en un local con un ladrón. Es un error imperdonable, sin duda, y no volverá a ocurrir - Aleena habla con rapidez, y es posible percibir con claridad ironía en sus palabras. No obstante estrecha tu mano- En todo caso... ¿no pensasteis que entrar así sólo os traería problemas? Si no llego a veros haciendo tal cosa desde luego no hubiera entrado por allí, sino llamando a la puerta. Supongo que como la mayoría de los varones no sueles pensar con claridad. Y supongo que tampoco eres de aquí, ¿no? No pareces alguien de la ciudad. - Aleena, que por cierto tiene una dulce voz lo que en modo alguno es un alivio a la hora de soportar la cantidad de cosas que puede tener que decir, parece tomar aire un instante antes de continuar- Pero en fin... ¿comiste algo? Supongo que conocerás algún sitio donde poder pedir alguna cosa. ¿O tengo que enseñarte donde están los restaurantes baratos y decentes?

¿Qué? ¿Otra vez intentando descifrar estos galimatias? ¿No te cansarás?

Una voz suena a tu espalda, y a pesar de la resaca, tu instinto te hace reaccionar y antes de que él pose su mano en tu hombro, ya te habías girado. Es Hans, uno de los pocos ciframagos que no te ignoran. Quizá sea porque lleva poco tiempo dentro de la orden...

Recuerda que muchos lo intentan a diario, y nadie consigue nada. Inlcuos Blakely lo ha intentado sin éxito. Por cierto, hablando de Blakely, fue él el primero que notó la mancha antes de que fuese visible. Incluso por ahí ya se habla de la mancha de Blakely por ese motivo. ¿Te apetece una cerveza?

- Humpf... - Controló su lengua y trató de mostrarse cordial, Hans no merecía el trato huraño que dispensaba al resto del mundo. - Bueno, alguien tendrá que hacerlo algún día, no? Quizás yo pueda ver algo, con otro enfoque, con otro acercamiento menos constreñido y atado por los estudios de libro. Bueno, la cosa es si esta mancha, con su nombre, pasará a la historia como una catástrofe, una señal divina o una rareza inocua... - Apartó del rostro una mosca, zumbona e insistente. - Sí, como no, muchas gracias. - Aceptó gustoso la invitación.

- PuertoEnigma tiene una larga historia de fenómenos misteriosos en conexión con el infame Enigma de la Puerta Cifrada: el propósito oculto que siempre se ha buscado presente en el arco de piedra que se alza sobre el puerto. Los mayores cuentan que extrañas luces se mueven en el cielo y que fuertes sonidos se emiten desde ella sin explicación. De todas formas, la manifestación de una sombra en el cielo es algo nuevo. Sí, veremos que pasa al final. - dice Hans después de que pida 2 cervezas.

- ¿Y qué me dices del Torneo del Trasgo Dorado? Parece que no se habla de otra cosa, aparte de la mancha de Blakely. ¿Vaís a ir mañana, aunque sea a cotillear? Yo voy, por si quieres venir. Quizá te venga bien un cambio de aires... además, tengo una invitación que me han conseguido - te dice en un susurro confidencial - y tenemos la entrada pagada. ¿Te apuntas?

- Eso es cierto, esta ciudad es rara misteriosa por los cuatro costados. Demasiados secretos juntos nunca auguran nada bueno, no crees?

Retrasó unos segundos su respuesta mientras dejaba que la agradable cerveza calmase su cascada gargante.

- Vaya, muchas gracias, pues sí, si iba a pasarme por allí. Agradezco tu invitación y - pregunta también bajando el tono. - se puede saber quién es ese generoso benefactor?

Se te acerca y levanta un poco la cabeza (pues es algo más bajo que tu).

- Mejor no preguntes. - te sonríe. - ¿Qué te parece si nos vemos mañana aquí, al anochecer?

Eleân asintió, con un leve encogimientos de hombros, aunque en su interior se mostraba un poco escéptico. Semejantes muestras de gratitud rara vez eran puramente altruístas, la mayoría de las veces escondían algo mas, generalmente oscuro.

- Sea entonces. - Tras ello dio un largo trago a la cerveza, la había dejado demasiado tiempo desatendida.

Leland la escuchó atentamente... al principio, luego se distrajo y se puso a pensar en sus cosas, luego volvió a escucharla y fue casi peor. -Shelyn nos ampare.- pensó- Una feminista de bolsillo. -Claro, claro.- Le respondió con su mejor sonrisa, aunque no sabía muy bien a qué.- La verdad es que soy natural de Oppara, la Ciudad Dorada y capital del imperio. Ahora mismo paro en "El Misterio de la Puerta", un lugar encantador, para ser una posada en un pueblito de provincias. Todavía no he probado su comida, pero estaría encantado de que señalarais otros lugares, si es que son mejores, para disfrutar de la gastronomía típica de la región.