Partida Rol por web

Aleena se dedica a convencer a la gente para que entre en el local. Con su mejor sonrisa y sus modales entre sardónicos y agradables, va acercándose a los transeuntes, (especialmente aquellos con mejores ropas y que vayan acompañados, pero también a todo aquel que no esté obviamente sin blanca) a invitarles a pasar al Trasgo Dorado.

- ¿Quién sabe si esta noche iba a ser la noche de suerte? - preguntaba a los posibles clientes con una sonrisa

Un sirviente se acerca al bárbaro, el cual vigila la zona de la barra del bar y de los baños, y le susurra al oído.

Me envía el elfo que está arriba. Ha visto indicios de pelea con unos borrachos en una de las mesas de la ruleta.

Y señala la mesa donde varios hombres fornidos están apostando en la ruleta. Parece que están algo enfadados, y están gritando algo de que les han timado y que quieren recuperar su dinero. Y están molestando a la señorita que lanza la bola.

Despues, el sirviente se acerca al paladín, y le dice lo mismo. Ahora todos sois conscientes de la situación, pues la madiana está cerca del paladín, y el bardo en la barra tomando algo antes de su actuación.

La visita del sirviente habia cortado en seco un bostezo de Sighvat. Vigilar era algo aburrido, afortunadamente parece que hoy tendria algun tipo de distracion.

Un gruñido basto para avisar al sirviente que el mismo se ocuparia de ello, sin dilacion se acerco a la mesa que el sirviente le habia señalado.

- Estais molestando al resto de la clientela - dijo con un gesto serio y austero - si vuelven a hacerlo pasaran el resto de la noche en la calle - los modales nunca habian sido su fuerte - si esa es vuestra intencion, avisarme ahora y lo empezamos a solucionar ahora mismo - dijo finalmente mientras crujia sus nudillos.

Asiento con la cabeza, dándole las gracias al sirviente y me dirijo hacia la mesa en cuestión. Sighvat se está encargando del problema, así que me limito a colocarme a su lado para reforzar su autoridad, preparado por si los "clientes" siguen con ganas de alborotar.

Eh chicos, mirad a este gorila.

Otros tres tipos, fornidos y de piel curtida al sol, se levantan de la mesa. Dos de ellos apartan un poco su chaqueta de cuero, dejando ver intencionadamente, sendas espadas cortas.

¿A quién estamos molestando, si puede saberse? Nosotros únicamente estamos divirtiéndonos. Eso es todo. ¿O es que ya no se puede hacer ni eso en este antro? - el tipo está subiendo cada vez más el tono de voz. - ¿Qué vas a hacer, eh? ¿Vas a joderme la partida a medias, como la otra noche en el torneo? ¿Así tratáis a los clientes, que no dáis la menor oportunidad de recuperar su dinero?

El tipo se pone delante de Sighvat, y los otros tres se mueven para estar otro más con el bárbaro y los otros con el paladín.

- Señores, señores... - digo con una sonrisa detrás de los alborotadores- Entiendo que quieran divertirse, pero gritar y enfadarse sólo son técnicas de malos pagadores. Entrar así, con dagas ocultas y mostrando espadas cortas cual si fueran guerreros de antaño.... - niego con la cabeza- ¿Es que vuestras madres no os han enseñado nada? Me parece bien que querais probar suerte. Pero actuar así, como gallitos de pelea.... Muy feo. ¿Quieren divertirse? Háganlo. Pero sin molestar al resto de la clientela. Si no, con esas armas unos ocultas y otros a la vista, va a parecer que venían aquí con otro propósito. Y nadie quiere eso, ¿verdad?

El tipo que estaba rodeando al paladín saca una daga de la parte de atrás del pantalón, por debajo de la chaqueta de cuero, y se gira hacia la pícara.

¿Te crees muy lista, no mierdecilla?

Los otros dos desenvainan las espadas cortas, y el jefe se queda delante del bárbaro, con la mirada desafiante, sin inmutarse.

Qué pensáis hacer ¿eh? Nadie os ha dado vela en este entierro, así que iros a tomar por culo.

- Mierdecilla tu madre hijo de un necrófago y una cerda - digo repentinamente cabreada mientras me muevo con gran velocidad tan pronto el tipo agarra su puñal. Directamente saco mi cachiporra del cinto y le golpeo con ella en medio de la cabeza

- Dejad inconscientes a estos idiotas sin matar ni destrozar nada - digo a mis compañeros mientras actúo con toda la velocidad que puedo

Esta claro que las palabras sobran con esta gente, solo entienden el lenguaje de las armas. No obstante debo evitar matar a nadie, no son ladrones, sino simples alborotadores.

Intento golpear al matón que tengo delante con el pomo de la espada en el mismo movimiento que hago al desenvainarla, aunque con escaso éxito. No he calculado bién la distancia y el golpe se queda corto.

Es sorprendente la velocidad con la que la pícara saca su porra y se abalanza sobre el matón, el cual cae inconsciente a las primeras de cambio. La mediana no se lo ha pensado 2 veces... Quizá despistado por las instrucciones de la pícara, el paladín intenta ser benévolo con su contrincante e intenta un golpe que no está acostumbrado a hacer, y yerra el golpe.