Partida Rol por web

Nuestro amigo Sighvat sabe colocar un puñetazo, el jefe tiene la mandíbula rota y el otro no está mucho mejor. Susurro una plegaria a Iomedae mientras pongo mis manos sobrer los dos heridos.

- Justa Señora, no permitas que estos dos desalmados mueran. Permíteles vivir para que puedan enfrentarse a la justicia y pagar por sus crímenes.

La Señora escucha mi súplica y los dos hombres dejan de sangrar, aunque siguen heridos.

- Vivirán - digo a los presentes - aunque van a precisar los servicios de un sacerdote o cuando se despierten el dolor no va a dejarles ni moverse. Sighvat, deberías contenerte un poco. Si matas a todos los que armen bronca vamos a quedarmos sin clientes, por no hablar de la reputación que adquirirá el local.

Tras el altercado con los borrachos, y la ronda gratis ofrecida por el bárbaro, los clientes rompen a vitorear vuestra actuación. En ese momento, Saul sube al estado central. Para sobreponerse al griterío, eleva el tono de voz.

El Trasgo Dorado tiene una nueva dirección. Amigos, estos son mis nuevos socios. No se permitirá ningún desorden en este local. Invito a cualquiera a que informe a la competencia de que cualquier acto hostil será atajado inmediatamente a la fuerza. Con efecto inmediato, en el Trasgo Dorado se impone una política de no armas.

A medida que Saul habla, el griterío disminuye para escucharle, pero vuelve con más fuerza aún, acompañado de aplausos, cuando Saul anuncia las nuevas normas del local. Sin duda los clientes lo aceptan de buen grado, sabiendo que a partir de ahora estarán más seguros.

Entre felicitaciones y apretones de manos, Saul se os acerca.

Gracias amigos. Me habéis dado el valor y la oportunidad de escapar de los bajos fondos de Puerto Enigma. A partir de ahora, será necesario registrar todas las armas en la entrada y guardarlas en la sala de la caja fuerte hasta que los dueños abandonen el local. Si no es inconveniente, lo mejor sería que Erion se encargarse de ello, pues todos sabrán que no habrá problemas en cumplir esta norma. Y obviamente, esta política de no armas no se aplica a vosotros.

Saul se dirige hacia la caja para continuar con su trabajo. Sin duda, la importancia de vuestra presencia en el local ha aumentado en proporciones gigantescas…

Aleena fue consiguiendo que los parroquianos fueran entrando en el local. No estaba claro si era por su simpatía o por ese verbo ágil, rápido y bastante capaz de humillar a cualquiera.

Pero la gente, entrar, iba entrando. Y se iba dejando el dinero tambien

Bueno, parece que las advertencias de sus compañeros, mas que en el animo de Sighvat habian afectado a que los habituales le tuvieran menos respeto que antes, aun asi parecia que la situacion no se desmadraba demasiado.

La corrección y justicia con que Erion trata a los parroquianos da sus frutos, de forma que la nueva política de no armas es implantada rápidamente y sin problemas por parte de los habituales del local, que no muestran ningún reparo en confiar sus armas al paladín.

Tras el altercado y el anuncio de que se instauraba la norma anti armas en el Trasgo Dorado. Dándoos los poderes a vosotros para gestionar este punto, Saul os daba una confianza que Larur, el enano y mano derecha del propio Saul, os confeso que hacía mucho que no veía.

En cualquier caso, Saul debe tener mano con los negocios, de eso no hay duda. Confió en la presencia del paladín y la pícara en las puertas, dando la binvenida a los clientes. Una vez dentro, la mera visión de los brazos y el pecho del bárbaro sofocaba las discusiones, y no hizo falta que sacara a nadie a empujones. Y si algo de esto fallaba, el elfo estaba vigilante para evitar los desastres antes de que ocurrieran. Y como guinda del pastel, la actuación del bardo encandiló a muchos y, sobre todo, a muchas damas jóvenes.

Muy orgulloso, Saul os informa el domingo, tras el cierre del local, que esa semana habíais evitado el desastre causado por el ataque en el torneo, y que ha recuperado las pérdidas que había previsto. Esa semana no tendríais bonus, cosa que lamentaba, pero sí estaba seguro de que eso cambiaría en la siguiente semana. Por tanto, os hizo entrega de las 10 po que os prometió como paga. Unido a que el alojamiento y la comida corrían de su cuenta, no estaba nada mal.

Tras el éxito de la primera semana, la entrante comienza tan bien como terminó la anterior, ya que la cantidad de clientes el lunes igualó la del sábado y domingo. Excepto un par de altercados con algún cliente que venía de alguna taberna con un par de vinos de más, y que no quería entregar sus armas, todo se desarrolló con normalidad. Quizá lo único reseñable fue la llegada de una semielfa atractiva, con tatuajes en la cara. Saul la ha introducido como camarera, debido a su atractivo y a que no se desenvuelve mal entre las mesas de juego y apartando las manos de los clientes más audaces.

Una semiefla con tatuajes en la cara... Leland tenía varias teorías sobre los tatuajes y las mujeres, ninguna de ellas tolerada para menores de 18 años. Llevaba días intentando quitarse ciertas admiradoras de encima, algo que no le costaba demasiado ya que en Oppara ya había adquirido bastante práctica en estas lides y no le venían nada mal para hacer ver a aquella exótica semielfa que se trataba de un hombre solicitado. No se acercó a ella desde el primer momento, limitándose a devolverle un seco saludo cuando les presentaron. Era fundamental que se mostrara levemente distante. Dejó que pasaran unos días y fue entonces cuando se acercó a ella cuando estaban cerrando con la mejor de sus sonrisas, dispuesto a echarle una mano recogiendo vasos del salón, ahora vacío, e intentar conocerla un poco mejor.

La semielfa te sonrie, y aunque no quita la vista, se la ve algo azorada. Ya te ha visto actuar un par de dias, puede que le de vergüenza que te hayas acercado.

Hola... ¿Deseas algo?

Se recoge el pelo, y aunque intenta no ser coqueta, el pequeño gesto echa por tierra sus esfuerzos.

Unas noches después de la pelea... Aleena se acerca hasta vosotros con una sonrisa

- Buenas gente. Me alegra que la cosa vaya bien, esta empezando a mejorar todo perfectamente, y ya iba siendo hora. A ver si logramos enriquecernos con el Trasgo Dorado algunos, y otros hacer el bien y esas cosas. - luego mira a Sighvat y arruga la nariz- Por cierto, ahora que tienes dinero, ¿no se te ha ocurrido ir dándote un baño?, ¿o dos? En fin... - dice descartando cualquier respuesta y siguiendo con su rápida manera de hablar- No se si recordareis que obtuvimos algo de equipo de ese primitivo primer combate. He logrado venderlo, y salen a 22 monedas de oro cada uno - dice pasandoos a cada uno una bolsa con las señaladas monedas