Partida Rol por web

Tras meditarlo unos instantes, el señor Ausperg mueve negativamente su cabeza con gesto apesadumbrado: Me temo que no le puedo ser de ayuda. Tenemos nuestros expertos que se encargan de comprobar la autenticidad de las piezas que subastamos, pero son todos austriacos o alemanes y la bibliografía que consultan está toda en alemán. Tampoco conozco ningún fondo bibliotecario en inglés al que le pueda dirigir, lo siento mucho.

Después de esto seguís charlando sobre temas intrascendentes hasta que el empleado que te atendió al pricipio vuelve para entregarte tu documentación y asegurar que todo está perfectamente. Una vez acabado el té, os despedís y le prometes que estarás puntualmente en la casa a las 21:00 para la cena previa a la subasta.

Ya fuera, no tienes gran cosa que hacer, de manera que te dedicas a pasear por el centro de Viena, admirando su arquitectura Imperial, te ofreces a tí mismo un apetitoso almuerzo y regresas al hotel para descansar hasta la hora de la cena. 

El señor Ausperg se mueve ligeramente inquieto en la silla y carraspéa un poco antes de contestar: Me temo profesor Ibrahim que tampoco será posible. La fama de la casa Ausperg se basa en la discrección con que llevamos las subastas. Si se diese a conocer la naturaleza dde las piezas subastadas, algunas personas podrían averiguar a que familia pertenecían habitualmente y eso sería una deshonra para mis clientes.

Y girándose hacia Charles, continúa un poco más sonriente: No dudo que sabrán ustedes vestir como corresponde a un evento de esta categoría.

Llaman levemente a la puerta y aparece el empleado que os atendió en la recepción, os devuelve vuestra documentación y os confirma que todo está perfectamente, tras lo cual sale de nuevo. Vuelve a tomar la palabra el señor Ausperg: Bien, dado que ya están todos los preliminares completados, solo me resta recordarles que les espero a las 21:00 para la cena previa a la subasta.

 Después de pasear por el centro de la ciudad y comprarse una elegante corbata de seda verde casi por señas, como si comerciase en un zoco de un país lejano en vez de una sastrería, Stuart se refugió en el hotel y se preparó para la noche.

 Tomó un largo baño de agua caliente en la diminuta bañera de su habitación, como pudo, que fue relajante a pesar de todo.

 Recogió su traje preferido de la tintoreria del hotel, planchado y listo. Repasó el mismo la raya de los pantalones con un cepillo, para asegurarse de estar estupendo. Si no podía hablar con la mitad de los asistentes, por lo menos causaría una buena impresión. 

Tanto el matrimonio joven como la srta. Tuesday te recomiendan una serie de museos, galerías de arte y como no la Opera de Viena para ir a pasear, además de unos restaurantes tanto para comer como para cenar que ellos, que ya llevan 5 días aquí, han tenido la oportunidad de conocer.

_Bueno, les agradezco mucho, ya he tomado nota. Espero poder hacer tiempo para conocer todos estos lugares.

Joseph no quería forzar la situación, así que decidió dejar a los amigos libres para que pudieran seguir haciendo sus cosas, aunque no tenía demasiadas ganas de separarse de la Srita. Tuesday.

_¿Y hasta cuándo se quedarán? Me sentiría muy satisfecho si aceptaran almorzar o cenar conmigo uno de estos días, si es que piensan quedarse más tiempo. Ahora por lo pronto iré a la Casa Ausper a hacer los trámites que debo. Dado que no la conocen, pueden acompañarme si lo desean y no tienen planes para ahora.

Vamos, Rubee, acepte mi invitación para que podamos pasar unos instantes juntos.

Por un breve instante, de manera imperceptible, un atisbo de disgusto se hace visible en mi rostro: El artículo deberá limitarse, pues, a mis ilustraciones... una auténtica lástima aunque...

Lo entiendo perfectamente Sir Ausperg... - dedico una mirada afligida a la inútil cámara que vengo acarreando durante el largo trayecto - ...es... perfectamente comprensible, evidente, obvio... - me levanto, tendiéndole la mano a nuestro anfitrión, a modo de despedida - ...no tema, nos tendrá dispuestos a la hora acordada, listos para participar en el acontecimiento -. Miro a Diehl, confiando que guíe nuestros pasos hacia los anticuarios que tanto desea visitar.

Mientras saboreo  el último trozo de Sache-sostén y un gran té  negro de espléndido sabor y olor, miro con cierto asombro al señor Ausperg....

Delicioso aperitivo, sí señor.... en fin, sí nuestra acreditación está lista, no quisiéramos robarle más tiempo del preciso....seguro que la preparación de la subasta si se lo pide.

Sonrío adecuadamente , y me dirijo a mi colega Ibrahim.

Profesor, sí queremos llegarnos a visitar alguna tienda de antigüedades debemos irnos ya,. Puesto que a las 21 horas debemos estar aquí.

Por cierto, señor Ausperg una cosa más...podría pedirnos un taxi, gracias. le pido amablemente .

Sorprendido por la discreción y seriedad del señor Ausperg Ausperg espero el taxi dando un último sorbo  al té .

Pues estariamos encantados de cenar con usted - te contesta el caballero - Si le parece bien, nos podemos encontrar aquí en el recibidor del hotel y después vamos a un restaurante que nos recomendaron ayer.

Puedes ver que la srta. Tuesday asiente entusiasmada.

El señor Ausperg os acompaña hasta la puerta, si bien previamente hace que llamen a un taxi para vosotros y se permite recomendaros una tienda de antiguedades - la más selecta de Viena - a la vez que os alarga una tarjeta con su dirección.

Ya en la calle, tras unas corteses frases de despedida y al notar que un taxi se para en la puerta para esperaros, os estrecha la mano y se vuelve para la casa.

Ya estáis sentados en el taxi, es el momento de decidir si seguís el consejo del señor Ausperg o no, mientras el taxista espera instrucciónes...

Fijaron entonces un horario y Joseph se despidió del grupo, lamentando que Rubee no lo acompañara a la Casa Ausperg a hacer los trámites pertinentes.

_Quizás nos crucemos antes. Yo debo ir donde les dije pero posiblemente vuelva pronto. No es lejos de aquí y me gustaría poder compartir un poco de tiempo con mi amigo, espero que regrese pronto.

Y preguntarle si se volvió loco, entablando amistad con ese árabe charlatán...

Cuando salió del hotel, satisfecho por haber conocido a esa pareja tan agradable y a la bellísima Srta. Tuesday, el Dr. Sinclair se dirigió a la Casa Ausperg, siguiendo las instrucciones que el recepcionista le había dado. Nuevamente se puso alerta para poder detectar a otros posibles turistas. Lo cierto era que no sabía a qué hora regresaría Charles y no tenía nada interesante que hacer hasta la cena, más que visitar algunos de los lugares que le habían recomendado.

Asciendo al taxi y espero que sea Diehl quien decida nuestro próximo movimiento. Al fin y al cabo es él quien mayores deseos tiene de ir a la tienda de Antigüedades!

Hasta la noche, sueño Ausperg, un placer conocerle. Me despido alegremente. 

Acompañado por mi colega de docencia y aficionado a fotografía por lo que podido ver, nos dirigimos al taxi que nos esperaba a la salida de la casa de subastas. 

Ibrahim .... espero no tardar demasiado en nuestro próximo destino....y por supuesto, encontrar algo más de información sobre los objetos subastados que en la gran biblioteca. Comenté con sarcasmo en el interior del taxi.

Seguidamente le dije al taxista en un perfecto alemán: Buenas tardes, la tienda de antigüedades (la que nos mencionó el señor Ausperg) , por favor...Gracias.

Sin más demora, el taxi empezó a moverse....tan ansioso como nosotros por llegar a su destino.

Sin más, el taxista asiente y emprende la marcha. En contra de lo que podías esperar, no se encamina al centro de la ciudad, si no a un barrio periférico y una vez allí, se detiene frente a un abigarrado escaparate de una tienda en cuya fachada Charles puede leer del alemán: "Antiguedades Avidan"

Una vez dentro, en una abarrotada tienda llena de artefactos antiguos, os recibe un anciano con las típicas ropas de judío ortodoxo. Tras un primer intento de hablar en alemán, el anciano se lanza a chapurrear un pasable inglés:

Bienvenidos a mi tienda, señores. Soy Reuben, ¿en que puedo servirles?

Mientras te diriges a tu destino, la casa Ausperg, el taxi se encamina alcentro de Viena. La mansión está situada en el barrio más aristocrático de la ciudad, sin embargo, antes de llegar allí puedes observar síntomas de la decadencia de la antigua capital imperial y diversos oradores (agitadores más bien) callejeros arengando a la gente.

Al fin llegas a tu destino y allí te reciben en un lujoso edificio. Un joven bien vestido y con el pelo brillante de gomina te saluda cordialmente en un más que correcto inglés, recibe tus credenciales y te invita a pasar a una pequeña sala, mientras pone en orden tus papeles y te tramitan los datos.

En dicha sala, una criada te ofrece un café o té, lo que prefieras y unas deliciosas sacher - torten. Paladeándolas estás cuando se abre la puerta y un caballero alto, exquisítamente vestido te saluda con un impecable acento británico:

Encantado de conocerle señor Sinclair - a la par que extiende su mano para saludarte - Soy Frederick Ausberg. Supongo que se encuentra usted aquí para la subasta de mañana.

Por fin, en la tienda...

Buenas tardes señor Reuben. Venimos aconsejado por el señor Ausperg, tal vez le conozca y quizás pueda ayudarnos...o tal vez, nosotros a usted.

La tienda era de aspecto pequeño, sin embargo el interior era más amplio de lo esperado y tenía un olor a libro viejo, a mueble porvoliento, dándome una sensación de enorme curiosidad.

Saco de un bolsillo de mi chaqueta un papel doblado pero muy bien conservado. Era la lista de objetos a subastar esa noche.

Esta noche participaremos en una subasta y estos son los objetos a subastar. Le digo al señor Reuben mientras le enseño la lista. Quizás un hombre de su experiencia y conocimiento pueda darnos alguna información sobre los mismos que no se encuentre en los libros de las bibliotecas públicas. Naturalmente estaríamos dispuestos a compensarle. comentó mientras sutilmente me froto el índice y pulgar de la mano derecha. O mejor aún, tal vez podríamos intentar conseguirle algún objeto que seguro le pueda interesar  y que de otro modo tardaría en conseguir.....podría ser una oportunidad única.

A pesar de la decadencia del barrio, Joseph disfrutó el trayecto hacia allí. Para él, esa decadencia solo se explicaba precisamente por la rica historia del lugar, una historia que no tenía los Estados Unidos, al menos por el momento.

La Casa Ausperg era otra cosa, parecía sacada de contexto. Era puro lujo, la decadencia no había llegado allí. Si incluso las criadas de ese lugar vestían mejor que la mayoría de las mujeres de Arkham y tenía una cocina que sería la envidia de varios restaurantes que conocía.

Cuando Frederick Ausperg llegó, Joseph no pasó por alto su porte y elegancia. Incluso en una subasta sobre objetos ocultistas tenía esperanzas de encontrar gente bien.

_Es un gusto conocerlo, Sr. Ausperg. Debo felicitarlo por su inglés, no es algo que se escuche mucho por aquí. Imagino que habrá vivido algún tiempo en Inglaterra, para tener tan magnífica pronunciación. Y su casa hace honor a su reputación, debo decir. Está en lo cierto, estoy aquí por la subasta.

En silencio presto atención a las palabras del Profesor: No es, en absoluto, para nada, en definitiva, una mala opción esa de tentar al anticuario con la posible adquisición de alguno de los efectos... me llevo la mano a la barbilla, esperando la respuesta del comerciante mientras paseo mi mirada entre los artefactos amontonados, en búsqueda de alguna ganga o, en el mejor de los casos, de algún tesoro por descubrir!

El señor Reuben toma la lista que le ofrecéis y la examina detenidamente mientras se mesa suavemente la barba. Tras lo que parece una eternidad, os responde: Caballeros, con tan poco tiempo no puedo investigar todos los objetos. De aquí a la noche puedo investigarles uno, es todo lo que puedo hacer. Si les parece bien, indíquenme uno y me centraré en él. Podrán pasarse antes de la subasta por aquí y les proporcionaré la información y negociaremos mi pago.

Te agradece el cumplido con una ligera inclinación: Muchas gracias. Me doctoré en Oxford en historia y aprendí un poco su idioma, aunque sigo tratando de mejorar.

Te invita a sentarte con un gesto y el mismo se acomoda en un sofá frente a tí: Digame, doctor Sinclair ¿alguna duda antes de la subasta de esta noche?. Le recuerdo que se servirá una ligera cena antes de ella, sobre las 21 horas. Confío en que nos honrará con su presencia.