Partida Rol por web

Bones rie antes de quitarse la chaqueta. Deja al aire sus inmensos brazos, y se sube al ring. Cruje varias veces el cuello y musita algo para sí mismo.

- Vamos guapito... - dice sonriendo - ¿Qué dijimos? ¿había alguna regla? - dice en tono burlesco.

- Me duele la cabeza... ¿qué ha pasado?

Le echo una mirada al tipo que me ha despertado.

El tio parece buena gente. Tiene un ojo morado. Te ha echado un vaso de agua por encima para que te despertaras. A su lado hay un negro que está sangrando por la nariz y un hombre grande que también está sangrando por una cicatríz en la cara, le han partido el pómulo de un puñetazo.

El hombre que te ha levantado, te ayuda a incorporarte con el negro.

- Hola. Yo soy Bernelli, y éste de aquí es Sejak. Parece que a tí también te han dado duro. ¿qué hiciste para cabrear a "Bones"? ¿Le conoces?

Bueno tío, ya me han presentado así que no tengo mucho que decir - Sejak observaba al desconocido mientras le extendía un vaso con agua - Toma hombre, así te recuperas pronto.

- Gracias... Es cierto, ese maldito gorila descerebrado... Le he conocido en el transbordador, he tratado de evitar el roce con él, pero parece que al final, ha sido imposible. Muchas grecias...

Les ofrezco la mano.

-Por cierto, yo soy Ardo, recluta Ardo Melnikov.

Parece que no todos los que andaban con el gorila son unos completos idiotas

Sejak estrecha la mano de Ardo - Mucho gusto.

Creo que es hora de terminar lo que comenzamos Bernelli, es tiempo de terminar la bebida - Sejak se gira nuevamente hacia Ardo y pregunta - ¿Te unes a nosotros?, después de todo en algo hay que matar el tiempo.

- Claro, por qué no, a ver si me ayuda con este horrible dolor de cabeza. Por cierto, espero que le hayáis dado a ese hombretón enorme su merecido, el tipo me ha dejado hecho un lastre con ese golpe por la espalda.

Me siento con ellos, y pido la primera ronda.

-Os debo una, osea que a la primera invito yo, cuando os acabéis la que tenéis, seguis con éstas.

Oh si, le he dado su merecido, mi cabeza casi destruye su puño - Sejak comienza a reír y se manda un trago largo de cerveza.

Bueno Bernelli, parece que tenemos otra asegurada - dice mientras continúa riendo.

Amy se hizo invisible en su sitio, o al menos lo intentó. Cada vez que levantaba los ojos de sus rodillas veía a uno de esos marines observarla fijamente de una manera que no le gustaba en absoluto. A pesar de que ya se habían callado y dejado de comentar todo lo que les gustaría hacer con ella, todavía quedaba alguno que la miraba como si no hubiera visto nunca a una mujer. Miró a la otra dama que había entrado, una mujer a la que ningún marine miraba ahora, tal vez porque podrían ganarse una buena reprimenda. Tal vez fuese una capitana o algo parecido.

Eso tendría que hacer Amy, parecer autoritaria, parecer fuerte, parecer capaz de retorcer pescuezos o matar con la mirada para evitar este tipo de trato. Se había acostumbrado hace ya años al maltrato psicológico (y físico) que había sido su paso por la Academia militar, pero no podía evitar sentirse insegura cuando el noventa por ciento de la nave se la imaginaba sin ropa. Pero se les perdonaba. Se les tenía que perdonar cuando precisamente ese noventa por ciento seguramente acabaría muerto antes de terminar el año. Necesitaban una distracción al profundo estress al que estaban sometidos continuamente, por eso tenía que perdonarles todo eso. Aunque en realidad deseaba que muchos murieran en combate, se recriminó una actitudo así, porque ella estaba allí precisamente para salvarles la vida. Solo moribundos mostraban su verdadera naturaleza.

Había visto llorar a muchos hombres, los más fuertes ni siquiera eran conscientes del dolor y el resto... el resto simplemente ni le daban las gracias, tan solo pedían un chute de morfina para continuar peleando. Era muy desalentador.

Volvió a suspirar por enésima vez, removiéndose nerviosa en el asiento, cubriéndose todo lo posible de miradas lascivas. Ojalá, de entre todos aquellos hombres, hubiese uno que de verdad la respetase.

Centro la vista en la cerveza y me quedo pensativo. Pago al camarero y me doy cuenta de que ese gorila enorme nos ha zurrado a todos y ha salido ileso, es un maldito animal. Alguien debería darle su merecido. Así que, que tenga suerte el que lo intente, yo por mi parte, paso de lios. Me duele la cabeza...

- Perdonad, ¿tenéis un cigarrillo, es que aún no he ido a por mis cosas.

Oh si, con tanto revuelo montado lo había olvidado. -  Sejak mete su mano en el bolsillo de la chaqueta y extrae un paquete de cigarrillos un tanto aplastado - Con esto servirá, supongo... - finalmente extiende un cigarrillo para Ardo y otro para Bernelli.

- ¡Gracias! La verdad es que he llegado a pensar que no existían los marines agradables ya, esto más que un lugar de estacionamiento de soldados, parece una madriguera zerg. Bueno, ahora si me disculpáis, me voy a centrar en mi cerveza. Si necesitáis cualquier cosa, avisadme.

No quiero ser borde con los marines ni nada por el estilo, pero ahora mismo, me está entrando la nostalgia, y tengo poco interés en entablar una conversación.

Bernelli se dirige hacia Ardo cuando relata.

- Bueno, aquí nuestro amigo Sejak, cogió una silla y se la estampó a un tipo en la cabeza, entonces "Bones" fue hacia él. El resultado ya lo ves... - dice señalando su nariz - Yo traté de ayudar, pero en realidad el héroe ha sido Bernard. ¿Verdad, capullo?

El hombre detrás de la barra le hace un corte de manga y vuelve a su tarea de limpiar vasos. Ha estado un rato colocando las cosas y ayudando a la gente, pero parece que ahora está más tranquilo y ha vuelto a sus quehaceres.

Mientras sigue hablando, acepta el cigarrillo de Sejak. Y se lo enciende.

- Pues el tipo de la barra salió con una escopeta dispuesta a usarla contra Richard "Bones" y los suyos, y éstos salieron a toda prisa, con el rabo entre las piernas. Siempre son así, pero después... dicen que "Bones" mandó a un tipo al hospital en una pelea en un bar y después arriesgó el culo para sacarle de una casa que se venía abajo en una incursión confederada. Es un tipo con agallas, no sé por qué le ponen tan cachondo las peleas en las cantinas.

Da una calada y se os queda mirando. Parece que cada uno anda en sus pensamientos.

Parece que poco a poco la gente se va normalizando. La llegada de la otra mujer. El silencio de los hombres, ahora, no sabeis si por miedo, por respeto, o simplemente por costumbre.

El ambiente se va cargando, el olor es lacerante.

La nave despega a baja velocidad, y poco a poco acelera hasta llegar a su punto máximo justo antes de entrar en la atmósfera.

Un tipo grandote que está enfrente de Amy le mira fijamente. Pero no de una manera similar a los de antes. Le mira con interés.

El hombre sentado al lado de Amy, al otro lado está la pared, parece callado y pensativo.

La mujer que había entrado, comienza a hablar con un hombre, en voz muy baja. Parecen conocerse de hace tiempo y de vez en cuando sonríen ante algún comentario. No ríen, sólo sonrien como máxima expresión. Está claro que se trata de tipos duros, los que estais allí.

Entraste en el transporte. Te sentaste en un sitio alejado, al lado de una mujer a la que todo el mundo miraba. A tu lado, palabras soeces dirigidas a ella y comentarios casi lascivos, se cruzan con tu mirada inquisidora. Los silbidos y comentarios sobre su figura y sobretodo sobre sus pechos eran cada vez más altos y claros. Como si nunca hubiesen visto a una chica falta de ropa.

Finalmente otra mujer entró en el helicóptero. Todos los comentarios cesaron a la par y las cabezas se agacharon hacia el suelo. Parecía una mujer respetada, por su gesto dirías que era una mujer dura, fuerte y sobretodo de un genio mortal. Se sentó no muy lejos de tí.

Terminaron de entrar más marines hasta completar el cupo de plazas. Era un lugar pequeño para tantas personas y el ambiente, de nuevo, comenzó a cargarse con su consecuente afluencia de olores corporales. Además el calor dentro del mismo era insoportable, y a cada minuto, se te hacía más difícil respirar.

Los marines iniciaban cortas conversaciones entre ellos para matar el aburrimiento y el estrés que les ocasionaban éstos viajes.

Por varios minutos los 3 hombres se mantuvieron en silencio, ensimismados en sus pensamientos y con la mirada perdida. Al cabo de un rato, Sejak acabó su segundo pitillo, salió de su ensoñación y con tono aletargado comenzo a hablar. - ¿Alguno de ustedes sabe hasta que hora esperaremos?.

- Sólo recuerdo que un capullo abrió la boca. Era a las 18:00, ¿no?

Bernelli no recordaba muy bien la hora. Era un poco despistado. Pero eso no quería decir que fuera idiota.  Miró el reloj de la pared. Eran las 15:00. Aún les quedaba tiempo.

- Bueno, todavía tenemos un ratejo, creo.

¿Bueno, bueno y qué más podemos hacer en este lugar? - dice mientras acaba su último trago.

Luego de la pelea Sejak había quedado un tanto hiper-activo, por ende la tranqulidad del bar no le era suficiente.

Las 15.00, no recuerdo a que hora llegamos...que lío...

- Ninguna, según recuerdo. - Dijo Jensen mientras subía al ring, preparado para esquivar cualquier ataque por sorpresa que el grandullón pudiera intentar. - Con lo cual es una suerte que no podamos portar armas aqui dentro, y que a ninguno de los dos le haría bien que el otro muera.

William se paró frente a Bones y le sonrió, adoptando una postura de guardia y fingiendo en su postura un miedo que no sentía. Si el grandote seguía confiado cometerá un error tarde o temprano.

- Eh,.. que yo no quiero que muera nadie, guapito. En todo caso un poco de hospital para bajar los humos. Yo sólo mato cuando estamos en el campo de batalla, y nunca a mis compañeros.

Era verdad, lo único que quería "Bones" era pegarse para pasar el rato. De hecho, si Piett no le había dicho nada, por algo sería. Sin embargo, no acababas de confiarte del todo.

Parece que todo iba a comenzar...