Partida Rol por web

Vayamos a la taberna o posada, seguro que allí sacamos algo en claro, además de una cena y una cama donde dormir.

—Muy bien, aunque no estoy segura de que aquí haya posada... —dice Merisiel mientras avanza hacia el interior del pueblo.

Hay pocas tiendas y algunos pueblerinos deambulan de un lado para otro, algunos hacen la compra y todos parecen muy amables y afables. En una de las casas parece haber un letrero que dice:

El río de Razmir, parece que de Razmir ha sido añadido recientemente, antes parece ser que ponía Alegre.

¿Ocultar sus símbolos sagrados? ¿En serio? Bien pensado, quizás esto de hacerse pasar por adoradores de otra deidad no era tan buena idea.

Seelah no era tonta; si había que pasar desapercibidos, se pasaba. Pero no le parecía que Seoni tuviera muchas ganas de no llamar la atención. En todo caso, eso sí sería una primera vez: si algo le gustaba a aquella mujer era llamar la atención.

Tampoco es tan tarde - terció la paladín levantando la mirada al cielo. - Si aquí no hay una posada, quizás los lugareños puedan indicarnos dónde encontrar al clérigo y podemos empezar a ocuparnos de lo que realmente nos ha traído hasta aquí.

En cualquier caso, que estuvieran levantando una estatua de más de tres metros dedicada a - suponía ella - su nuevo dios no le inspiraba ni pizca de confianza. 

Cuanto antes terminemos con todo esto, mejor para todos.

Hay pocas tiendas y algunos pueblerinos deambulan de un lado para otro, algunos hacen la compra y todos parecen muy amables y afables. En una de las casas parece haber un letrero que dice:

El río de Razmir, parece que de Razmir ha sido añadido recientemente, antes parece ser que ponía Alegre.

Los buenos tratos unidos a la buena cara que todos los oriundo ponía al grupo, eran ingredientes perfectos para llevar a cabo la peor de las celadas, cavilaba la hechicera poco dada a confiar de forma ciega en nadie que no fuera ella misma. A pesar de eso, no dudó en devolver sonrisas a todo aquel que se la mostrara... Era preferible no molestar a los lugareños mientras paseaban por la calles de aquella localidad.

Luego se detuvo frente un letrero en el que se podía leer: El Río de Razmir. Aunque no costaba en demasía apreciar que las palabras que habían originariamente eran otras. Mucha prisa e improvisación...

- ¿Os parece si entramos en este lugar? Quizás podamos hablar con alguien.- preguntó a sus compañeros de grupo

Merisiel asiente y se dirige a la puerta de la posada

- Preguntar en la posada.... norma básica de todo pathfinder... lo que no sepan esos parroquianos chafarderos... - suspiró el explorador enano al tiempo que entró junto a los demás. - Espero que nuestra presencia pase algo inadvertida.... - murmuró para sí, para luego resoplar - pero que digo.... eso va a ser más difícil que talar un tronco con un cuchillo... -

Cuando abrís la puerta de la "posada" véis una serie de camillas puestas y bien preparadas. Alguna de ellas está ocupada y varias parecen que no han sido usadas. Podéis ver algunos ancianos cerca de lo que había sido una barra de posada que ahora dispensa caldo caliente e infusiones de hierbas para reconfortarse (según dice Harsk), así como algún te. Unas mujeres de edad madura se mueven tras la barra y por delante de ella hablando con los ancianos y ayudándoles a tomar su infusión o caldito caliente. Y otras están hablando con ellos de la vida de unos y otros.
Al entrad vosotros os miran con sorpresa, una de ellas se levanta y se dirige hacia vosotros:

- Por el loado Razmir, señor de todos nosotros, hacedor del bien y del orden y del avance de nuestras tierras y del fruto que ellas dan y nos alimentan. ¿En qué podemos servirles?

—Loado sea Razmir —asiente Merisiel—. Lo primero, haga el favor de ponernos una comida, estamos cansados por el viaje. Lo segundo, somos aventureros que hemos oído hablar de las grandezas de Razmir, el dios viviente que superó la prueba de la Prueba de la Piedra Estelar, y la paz y prosperidad que ha traído a sus tierras. Su historia nos ha inspirado y estamos viajando en dirección a Razmiran para unirnos a su causa, pero hemos oído que este pueblo en la frontera también ha descubierto su verdad, y que un hombre santo predica la palabra de Razmir. Si nos pudierais indicar dónde podríamos encontrarle para poder presentarle nuestros respetos y oír sus palabras de Verdad, os estaríamos agradecidos.

La mujer te mira y sonríe:

- Bueno señorita, y acompañantes, este es ahora un hogar para los ancianos como habrán podido ver así que no servimos comidas, bueno, al menos remuneradas, así que si quieren un caldo o una infusión y un poco de pan o galletas eso si tenemos. En cuanto al hombre santo del que habla debe usted referirse a Folloth Teag, el sacerdote del gran Razmir, alabados seamos en su gloria. Pues no se dónde debe estar ahora pero seguramente al mediodía esté en la plaza del pueblo para dar su esperado sermón diario.

Seoni miró a la mujer y con una sonrisa en la cara dijó: - ¡Oh! Un caldito será suficiente buena mujer...- mientras instaba al resto de sus compañeros para que se sentaran en alguna mesa. - ¡¡Qué suerte hemos tenido!! ¡¡Por fin podremos conocer al hombre santo!!...- prosiguió intentando mantener la pantomima que Merisiel había iniciado. Había que observar a ese tal Folloth Teag y averiguar si disponía de guardaespaldas. 

- Si, si, joooven, ahora mismo, Encarna, trae caldo para estos recién llegados y un poco de pan para que tomen algo caliente.

Al sentarse a la mesa con sus compañeras, Seelah se sintió un poco culpable; no por la sarta de embustes que había soltado Merisiel y a la que tan alegremente se había sumado Seoni, sino por estar tomando aquel caldo que en teoría era para los más necesitados, cuando ellas podían pagarse su propia comida sin necesidad de recurrir a la caridad ajena. Con una sonrisa y un gesto de la mano, la paladín rehusó la taza de sopa caliente que las ancianas le ofrecían.

No se preocupen, no las molestaremos durante mucho tiempo. En cuanto empiece el sermón acudiremos a verlo... sino antes.

Merisiel se sienta con sus compañeros en la mesa.

—Bueno, creo que deberíamos buscar al clérigo antes de medio día. Si surge follón será mejor no tener un montón de pueblerinos alrededor. Ni por nosotros, ni por ellos —susurra, y bebe un trago del caldo fingiendo despreocupación.

Cuando Merisiel y Seoni labraron sus mentiras para convencer a la cuidadora de sus falsas intenciones, Harsk asintió y comentó: - ¡Oh sí, me muero de ganas de conocer al alabado clérigo! - dijo con un inevitable tono irónico, que esperó que pasara inadvertido a la mujer.

Cuando se sentaron en la mesa, y Merisiel hizo el comentario muy cerca de la presencia de la cuidadora, Harsk le dió un puntapie por debajo de la mesa advirtiendola de que la cuidadora aún se encontraba cerca, no fuera caso que les oyeran.

—¡Por favor Harsk, no es momento de piececitos! —susurró Merisiel de manera sarcástica cuando sintió la patada del enano, pero su mirada decía que había entendido el mensaje. Una vez la cuidadora de alejó, continuó.

»Propongo que salgamos a explorar y tratemos de averiguar dónde vive. Quizá podamos separarnos para buscar, y reunirnos después en las afueras del pueblo para ver si alguien ha encontrado algo. ¿Qué me decís?

Supongo que nunca está de más conocer otras religiones y mantener una conversación amistosa.

No creo que sea necesario separarnos para dar con él, la verdad. Se trata de un clérigo, ¿no? Pues... ¿Dónde va a estar un clérigo, sino en el templo? Empecemos por allí, tenéis razón en que debemos aprovechar el tiempo; cuanto antes demos con él, mejor.

Seelah se levantó de la mesa, agradeció con una sonrisa y unas palabras amables el buen trato recibido por parte de las ancianas, y se dirigió hacia fuera para buscar una iglesia o algo parecido. En aquel pueblo tan pequeño no sería difícil encontrar cuál era el edificio dedicado al culto, pensó.

—De acuerdo —dijo Merisiel en cuanto se acabó el caldo—, vayamos a ver si hay alguna iglesia por el pueblo. Si no está allí ya veremos que hacemos.

Dejando el tazón en la mesa, se levantó para salir del edificio.